Una práctica reciente y algo snob en el mundo porno, a la que asiste elescritor Efraím Medina. Sólo para ver. Aquí cuenta lo que encontró.
Por Efraim Medina
LA CASA
Nena, puedes estar segura de que el Diablo no existe; lo que llamas Diablo es Dios cuando está borracho. Pero aquella fría y escueta casa parecía abandonada de cualquier dios o demonio. Toqué tres veces como habíamos convenido. Una ventanita se abrió en la maciza puerta de hierro y una cara amarilla se asomó fugazmente, enseguida sentí el crujido de la puerta y aquel tipo me invitó a entrar con un gesto seco y un amago de sonrisa.
Era de mediana estatura, delgado y con el pelo cortado al ras. Estreché la mano que me ofrecía y me di cuenta de que a pesar de su frágil apariencia era muy fuerte.
Avanzamos por un pasillo de paredes descascaradas y llegamos a la sala, a un lado estaba la escalera de madera que conducía a los pisos superiores.
En el primer piso había un cuarto con un viejo colchón y un par de sillas, junto al cuarto habían improvisado un camarín donde los clientes podían cambiarse para entrar “en ambiente”. El discurso del tipo describiendo la casa era monótono, traté de fingir interés.
En el segundo piso había un ring, un cuarto de sadomasoquismo y otro con tres mesas, según mi flamante guía, para penetración anal. En un rincón de ese mismo cuarto había un cesto de madera lleno de orificios. En el tercer piso estaba lo que aquel tipo llamaba pomposamente “la suite”, me explicó entusiasmado que allí se realizaba la “integración” final.
El gang bang llegó aquí hace unos pocos años. En Europa lleva más de tres décadas.
Una enorme cama regía la suite, a un lado de la cama había una hamaca. Del otro lado, una barra sobre la cual relucían seis botellas de whisky barato y una pila de vasos descartables. La suite tenía piso y techo de madera y el tipo no dejaba de elogiar la atmósfera que allí se respiraba. Al lado de la barra había un pasillo que conducía a la cocina y los baños, en ese pasillo sobresalían algunas sillas de plástico. Imaginé que en otro tiempo alguna honorable familia había habitado aquella casa, ahora no quedaban rastros ni de sus fantasmas. En la hamaca y la cama había huellas de semen, baba, mierda y orina que se superponían hasta formar un estúpido palimpsesto.
Bajamos, el tipo seguía hablando. Parecía un profeta empresarial cuya misión en la vida era liberar el mundo a través del sexo extremo que prometían sus “eventos”. Sus palabras parecían el eco de otras palabras, se formaban en su gélidamente como agujeros en el agua. No comunicaban emociones ni significados, sólo intentan sostener aquella burda empresa que desde el universo virtual prometía satisfacer cualquier fantasía sexual. El tipo mismo parecía flotar en otra dimensión, una celda de humo y grasa donde no había lugar para diálogos o sentimientos.
Me invitó a sentarme ante la barra, me ofreció un whisky y llamó a algunas de las personas que iban a participar del “evento” al día siguiente.
En el gang bang, una mujer tiene sexo con varios hombres a la vez.
LAS PERSONAS
No hay criatura o cosa en el mundo, por inocua, cruel o inhumana que parezca, exenta de algún rasgo de poesía. Hasta el instante en el que aquella mujer seguida por tres hombres, todos cubiertos apenas por toallas blancas, entraron en la suite y se sentaron en el borde de la cama para contarme sobre suparticipación en los “eventos”, yo había creído ciegamente en aquella hermosa frase. Uno de los hombres intentó explicarme que ellos eran parte de una aventura maravillosa, que eran parte de un movimiento universal de transgresión. Me hablaron de un discurso que no logro entender aunque sé por qué no: ni ellos lo tienen claro.
Alguno me contó que el sexo grupal se le convirtió en una obsesión.
Hablaron delibertades, de las inexistentes fronteras del cuerpo, de la mente, de que el placer sexual puede expandirse indefinidamente. Una cosa no tiene que ver con la otra, y por eso dicen que tienen sus familias, que aman a sus esposas y a sus hijos, pero que su libertad de pensamiento les permite estar aquí. Alguno me contó que el sexo grupal se le convirtió en un obsesión y que al menos una vez al mes debe buscarlo donde sea. Le excita sentirse sumergido entre cuerpos extraños que se rozan y que expelen olores que se mezclan y que se vuelven imborrables. Lo entiendo. El olor del lugar no puede ser más asqueroso.
Los tres la tocan y no saben muy bien por dónde empezar, ella ríe todo el tiempo acostumbrada a que su pesada figura esté rodeada de hombres que, incluso, apenas atinan a presentarse con un nombre falso y a advertirle que no tendrán compasión con ella. Parecen diálogos extraídos del peor guión de una película porno. La mayoría de los que participan en el evento —palabra en la que el dueño de la casa insiste— son casados.
Al proponerles a sus esposas intercambio de parejas o fantasías de sexo grupal y no encontrar su complicidad, prefirieron seguir su camino solos. Sólo unas pocas les han seguido el juego y han aceptado complacer a su pareja. Pero son excepciones. Siempre habrá, en todo caso, una prostituta dispuesta a que el gang bang sea una realidad. En un parde horas volverán a su vida.
No es la primera vez para ellos en esta vieja casa. Tampoco será la última. Por más que quiero, definitivamente en ellos no hay ni el más mínimo rasgo de poesía… y lo lamento.
EL EVENTO
El animal ha muerto o casi ha muerto, quedan el hombre y su alma declara Borges en un poema aludiendo a la vejez y la liberación del deseo. Aquel puñado de personas intentaba dar un sentido a su vida a través de la triste biología de sus vísceras.
Gang significa pandilla y bang estallido, traducido literalmente sería algo como la pandilla que golpea. En este caso, la pandilla eran tres esmirriados hombrecitos que golpeaban con sus endebles penes a una chica enorme.
Ella reía mientras los tres se turnaban para hacer frente a aquella poderosa vagina. Antes había visto a dos chicas revolcarse en un ring, después una de ellas habíae ntrado al canasto para chupar los penes que los clientes metían porlos orificios. Pero no siempre es así. Mañana serán cinco mujeres dispuestas a lo que sea con, al menos, veinte hombres que llegarán a esta vieja casa a sentirse a gusto, deambulando en toallas sin saber muy bien por dónde empezar la triste faena. Después, estos desconocidos tal vez se sentarán como viejos amigos a compartir, ya no una mujer a quien tampoco conocen, sino un par de cervezas. Y hablarán como si fueran un equipo de fútbol que recién se ha integrado y que, heroicamente, contra todos los pronósticos, consiguió derrotar lo invencible.
El dueño, por su parte, orgulloso, insiste en que esta práctica se está expandiendo muy rápido. No me sorprende ante la proliferación de bares swingers y lo que el porno insiste en ofrecer: la actriz Annabel Chong, en 1995, atendió a más de 200 hombres una misma noche. Ella sola, sin ayuda de nadie. Desde entonces, esa marca ha sido pulverizada muchas veces.
El gang bang llegó aquí hace pocos años, pero en Europa ya es una historia de más de tres décadas. Los hombres hacen sus cuentas y les parece perfecto que por unos pesos tengan acceso a sexo ilimitado. Aquí nadie los juzgará si meten sus penes en orificios de madera, sin ni siquiera poder adivinar la boca que los recibirá al otro lado. Y podrán tomar un respiro e insistir y repetir hasta que sus cuerpos lo permitan durante un poco más de tres horas. Los gemidos retumban en las ajetreadas paredes de una casa que se resiste a caer. También las palmadas y los insultos y palabras asquerosas que la mujer parece aceptar complacida.
Ellos también ríen, satisfechos de la imagen que protagonizan. Mientras ella trata de moverse sincronizadamente ante los tres cuerpos que la embisten, veo gestos de una hombría pobre, insegura. Veo sonrisas tristes. Veo a seres que no se encuentran, que en el movimiento acelerado de la escena buscan huir de algo que pareciera perturbarlos.
INTEGRACIÓN Y VACÍO
Al final de las diversas sesiones o fantasías todos se reunieron en la suite. Se movían, desnudos y abatidos, como zombis de una fiesta anónima. Los movimientos eran lentos como si se tratara de una manada de leones marinos.En sus miradas había desencanto, y seguían intentando dar un carácter a aquel horrible aquelarre. Después llegarían a sus casas y se sentarían a ver televisión en familia ·
Fuente: Nota de la Revista SH, sacada de su Fan oficial de FB (http://www.facebook.com/revistash)
7 comentarios - Infiltrado en un Gang Bang
IMPRESIONANTE POST TE MANDASTE !!!
SEGUI ASI !!! FELICITACIONES !!!
GRACIAS POR COMPARTIR !!!