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Debutando como actor porno

Debutando como actor porno


El autor de esta nota siempre quiso ser actor porno. El relato de su debut.


Por Sergio Di Nucci

Habitualmente se dice que la ironía es el rasgo menos desarrollado en las estrellas porno. No es el caso de Milena Hot, la actriz porno argentina con más presencia internacional. La conocí hace poco y por una entrevista que dio a un diario local, donde deploraba la prostitución y el exhibicionismo. Con ella concreté lo que desde hace tiempo se me había metido en la cabeza: porque la vida es muy corta, además de plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro, debía hacer una película porno. Y si podía, más de una. Me parecía el mejor oficio del mundo. Por lucro, por la idea de ganar mucho dinero en pocos minutos, es que decidí probar suerte hace dos años.

Me presenté a un casting con el productor porno uruguayo Víctor Maytland y a otro con el platense César Jones. No fue fácil dar con ellos, y menos lo fue llegar hasta sus estudios. Pero no por los motivos que yo pensaba: “Tendrán que programar los castings para reunir en un solo día a legiones de aspirantes, y de ese modo ahorrar en luces y técnicos…”.Nada que ver.

No hay legiones de aspirantes: si a un productor se le presentan dos en un año, es un golazo.

No hay costosas estructuras que levantar porque no hay legiones de aspirantes. Si a uno de los cinco productores porno que existenen la Argentina se le presentan dos sujetos en un año, es un golazo (para ellos). Las cosas que uno aprende aprendiendo a ser actor porno: es la escasez la que explicaque los tópicos del género —culos, paquetes, primeros planos— sean omnipresentes, desde el Bajo Flores hasta el Alto Palermo, desde las epopeyas de la cumbia, villera o no tanto, hasta el programa de Marcelo Tinelli que familias enteras disfrutan noche a noche, sin desfallecer, desde hace décadas.

Maytland me recibió en su estudio luego de dos meses de charlas telefónicas. “Aunque mirá que trabajo siempre a partir de las dos de la tarde”, advirtió. Un poco menos me llevó hacer una cita con Jones, luego de viajar en tren hacia La Plata para llegar hasta su departamento. En ninguno de los dos casos ocurrió lo que yo anticipaba. En los dos, convencido de que la erección a ojos vista sería un trámite burocrático pero inevitable, evité eyacular en las 48 horas previas: el ayuno me pareció muy profesional, pero fue innecesario. Maytland me dejó con un secretario que me sacó una foto de la cintura para abajo y Jones me filmó desnudo.

—¿Me toco para que se pare?
—No.
“¿Y cómo saben si estoy en condiciones?”, me pregunté, pero no a ellos: entendía por el tono que así eran las reglas y punto.
Como creí que en la evaluación de los productores acaso podía influir un sexo masculino depilado por completo, entré a una de esas amplias y luminosas peluquerías femeninas que existen por doquier en Buenos Aires. Por azar, entré a la que queda a metros del consulado de Bolivia, en el barrio de Once. Después de esta vez iniciática, en el curso de ingreso de mi carrera de actor porno, continué yendo a esa peluquería.
Creo que no me equivoqué en haber ido depilado. Era una prueba de carácter. Un examen ya superado, mínimo pero fundamental, algo así como el paso del jardín de infantes a la escuela primaria.

porno


Los dos productores me dijeron que ya podía actuar. Intervendría primero en una escena colectiva: cuatro o cinco hombres penetrando por todos los orificios posibles a una mujer, ahí evaluarían el rendimiento. Ahí supe algo que ya sabía, pero una cosa es aprenderlo en los libros de texto del actor pornográfico, y otra en la vida ante las cámaras: que lo fundamental es poder eyacular, en un tiempo razonable, con una erección notable, y, si fuera posible, con generosidad, visibilidad, espectacularidad y abundancia. Como en la cita bíblica, son muchos los llamados y pocos los elegidos, recordé con fatalismo calvinista.

Cumplida la visita, archivada la foto, con Maytland mantuve llamados durante el año pasado: por la crisis de los Estados Unidos, me decía, no estaba realizando películas, porque no le enviaban el dinero.
En noviembre, sin embargo, estuvo apunto de hacer una: “Pero es algo especial, para el mercado europeo, vos tenés que darle a un travesti y el travesti te tiene que dar a vos”. A veces todo tiene un límite, me dije con decepción, y decliné la oferta. Por eso, cuando llamé a MilenaHot, y hablé también con su productor, Rubén Danilo —organizador del Festival Internacional de Cine y Arte Erótico Argentino que se realiza este mes en Buenos Aires—, decidí de inmediato terminar (empezar) de una buena vez con el asunto del porno.
Una semana después de hablar por teléfono, me esperaban en un bar de Floresta llamado El Refugio, “algo así como nuestra oficina, ja ja”. El bar, pequeño y cuidadosamente rústico, es atendido por dos chicas. De las seis mesas, sólo dos estaban ocupadas. En una estaban un padre y su hija de unos 9 años, y pegadosa ellos, Milena Hot y Danilo, que comían empanadas de carne. Parecían ricas.

“¿viste las minas todas depiladas? es un error flaco. Está estudiado: va para atrás”.

El porno, de por sí, sexualiza las cosas. O eso me parecía a mí. Las chicas que atendían el bar, el padre y acaso la niña, sabían bien quiénes eran Milena Hot y Danilo, y por qué yo me reunía con ellos. No sé porqué lo sabían: acaso por las miradas o los movimientos, por una incomodidad que espesaba el ambiente.También porque era imposible no escuchar el diálogo, dirigido por Milena y Rubén a viva voz.

—Son infinitas las categorías —me ilustró Danilo—.
Hay público paratodo. En los Estados Unidos, un 0,111112% al que le guste, no sé, ver solamente la bombacha mojada de Milena, ya es negocio. Pero yo no puedo hacer eso. Tengo que apuntara lo mayoritario. Por ejemplo, ¿viste las minas todas depiladas?
—Sí, es lo que más me gusta.
—Es un error, flaco. Eso no gusta, está estudiado; va para atrás. Lamayoría de los que pagan para ver porno son padres.
—Sí, sí..
—Y pensá, están así (y acá Danilo hace que se tira en la cama y hace que se masturba), ven esa imagen y pum, se les aparece en el marote su propia hija, todas esas veces que la vieron de chiquitita. Ahí mandan zapping.

Por eso, era la moraleja, lo que iban a filmar conmigo era lo que valía, lo mayoritario. Me habían explicado los costos, y lo que iba a tardar la edición del corto que íbamos a filmar. Pensé en la difusión, en todos los padres del mundo mirándome sin problemas en sus casas, sin hacer zapping.

Milena Hot irradia un aire de sexualidad sin complejos, de accesibilidad sana. Pero más que a ella miré a una de las mozas, delgada y morena, de senos firmes. Por sus mejillas rosadas, por la erección de los pezones, parecía excitada. El porno, me dije, es un gran filtro que demuestra que los seres humanos están divididos en dos grupos: los que admiten la potencia brutal del sexo, muy a pesar suyo, con todos sus riesgos, heridas y vergüenzas personales, y del otro lado quienes pueden prescindir de él conserenidad filosófica.

Siempre tuve problemas con estos altaneros, con las nutridas reuniones o fiestas con conocidos y deconocidos en las que hablar de sexo explícito (“está bueno masturbarse, está bueno pero-no-lo-quiero el sexo grupal”, y los inevitables chistes de por qué no emprender ahora mismo una buena orgía, etc.) es festejado primero, para ser condenado despuésen términos talibanes cuando las cosas comienzan a calentarse, apenas.
El porno me permitiría ver de qué lado estaba cada uno, mercedal porno dejaría de sentirme, en muchas situaciones, ciego entre enemigos. Porque eso pensaba. Pero el porno, como dije antes, sorprende siempre.

Si yo queria hacer ya mismo una pelicula, tenía que invertir. Y para eso justamente nos vimos en el bar, para fijar el monto y arreglar fecha y hora. Ni Maytland ni Jones me consideraron un socio de sus riesgos, sino un empleado: los dos aseguraron que ellos me pagarían. Jones fue el más generoso, unos 200 pesos por día —son dos, a lo sumo tres días de filmación— en sesiones de tres a seis horas.
Es una ley no escrita que se filme de mañana, cuando al varón se le para con frecuencia, o con intensidad. Es una cuestión física, en la que incide la tensión sanguínea —que a las mujeres, en general, les guste más el sexo a la noche, cuando el varón está cansado o ebrio, o las dos cosas, es una más de las distancias que separan a los sexos.

En la semana siguiente, un jueves a la mañana, nos reunimos en el mismo bar. Sólo estaba la empleada hot que me había gustado.
—Es mamá de dos hijos, vive en Fuerte Apache, no sabés cómo le gusta la pija —fue el Repórter Esso de Milena Hot.
—Yo con ella me caso —me dije.
Esta vez, Milena no comió nada. Esta vez, Danilo y yo compartimos un tostado que fue el mejor de mi vida: hecho con pan de pizza y en tamaño pizza, enorme, de tomate y queso, liviano y a la vez consistente.
Pagué yo.

La filmación tendría como set un hotel alojamiento de Floresta llamado Bahía, y allí fuimos. Quedaba a unas treinta o cuarenta cuadras. Como Danilo insistió en dejar bien estacionada su camioneta estiloTraffic, blanca pero un poco ruinosa, propuse ir en el coche que me había prestado mi mamá, y que me cedió ese día sabiendo que yo había perdido el registro hace tiempo. Adelante venía conmigo Milena Hot. Atrás, el director Danilo.

En la puerta del estacionamiento, el conserje nos advirtió que, además del turno por dos personas; había que pagar 50 pesos adicionales.
—Ya sabemos —gritó Danilo desde atrás.
—Está lindo, ¿no? —dijo Danilo una vez en el cuarto, al que se llega desde la cochera.
—¿Está todo bien, entran dos tipos y una mina, se pagan 150 pesos por el turno, y el tipo extra paga otros 50 pesos de yapa? —les pregunto a ellos, con ingenuidad bovina, sorprendido de que esto sea así en la Buenos Aires del ingeniero Mauricio Macri.
—Sí, flaco —contestó Danilo.

Después vi que todo era efectivamente así, y que ni siquiera llegamos a completar, con la filmación entera, el turno de tres horas. Nos dio tiempo para que nos bañáramos,vistiéramos y despidiéramos en los mejores términos, cuando llevé el equipo, de regreso hasta la Traffic blanca bien estacionada.
El guión era simple, duro y directo. Tenía que subir las escaleras, y una vez llegado al piso gritar: “Mi amor, ¡llegué tempraaanooo!” Milena, vestida de prostituta, vino hacia mí con rapidez, pero exudaba la seguridad de haber escondido (o hecho huir) al amante con el que estaba a punto del clímax. Era un intento de dignificar el guión, de acercarlo a géneros burgueses: comedia de enredos o drama de adulterio.

—Ah, ah, mirá cómo estás vestida—dije, los dos de frente, los brazos de ella en mi hombro, los míos en su cintura.
—Sí, sí, te estaba esperando miamor, estoy que ardo, uf.
Corte.

Danilo hace las cosas bien. Milena fue directamente al baño, mientras él planeaba mentalmente cómo filmar las escenas. Prendía luces, las apagaba, se tiraba en el suelo o en la cama:
—La agarrás así y acá tenemos otra toma —decía, y movía la pelvis.
—Empezamos con fotos. Te parás acá y Mile te empieza a chupar.

Las fotos son para relajar, hay muchos muchachos que la cámara los inhibe, no se les para, no acaban.
Proseguía la charla con Danilo, Milena demoraba en salir del baño. De pronto, hablando con Danilo, sentí escalofríos (el término es idiota, o literario, pero no se me ocurre otro): “Puta madre, en un minuto estaré teniendo sexo”. Este tipo de cosas, que no fueron del todo placenteras en su momento, forman la experiencia porno; esa extrema vulnerabilidad, esa conciencia de que la realidad inmediata cambiará abruptamente en minutos o segundos, fue lo más fuerte de esa experiencia.
De entrada, por motivos inconfesables, yo ya tenía el pito semierecto. O no inconfesables, pero excedían a Milena —e incluían a la joven moza de Fuerte Apache.

Cuando salió del baño, y la vi vestida de prostituta fina, Milena me excitó. Me excitaron sus tacos, la imagen de generosa y gratuita disposición sexual con la que acercaba, al punto de que llegó la plena erección. Parada en frente, comenzó a arrodillarse, y de nuevo los tacos, las piernas abiertas debajo de mí. Manipuló el cierre del pantalón,lo abrió, tomó el falo y lo hizo con aprecio, con suavidad y los golpes necesarios de violencia, de un modo que no experimenté antes con una novia o puta paga. Danilo, entre tanto, al costado, también arrodillado, sacaba fotos.

Habíamos quedado en un guión en cinco escenas, en un drama en cinco actos que incluía penetración vaginal y anal en distintas posiciones, más el clímax que consistía en la eyaculación sobre su rostro. Luego del primer acto obligado (fellatio), la primera penetración costó. Milena, acostada sobre el sillón, saco de la cartera una crema.

—Tiene xilocaína. Ojo, que si me chupás se te duerme la boca.
El entremés fue sólido, pero antes del cuarto acto, la penetración anal, yo ya estaba agotado y quería pasar a la eyaculación.
—Sí, quizás es mejor que acabes en
la cara de ella, para relajarnos, y
después cualquier cosa seguimos…—dijo Danilo no sin diplomacia.
—Me cansé enseguida, estoy todo transpirado, un desastre. Tengo que ir a un gimnasio ya mismo—le dije a Milena, los tres sentados sobre la cama que nunca usamos, porque el set fue el sillón.
—No, no, estuviste muy bien. Mirá… ¿ves éste? —Danilo me mostró en su cámara una escena con un tipo de cuerpo bien marcado y con tatuaje, encima de Milena, aparentemente penetrándola por atrás.
—No la tiene ni siquiera parada—aclaró Milena, orgullosa de suactuación—. Son muy pocos los actores que pueden acabar, posta—agregó.

Lograrlo es alcanzar un estatus profesional.
La escena final fue así: sentada ella en el sillón, yo de pie, Danilo semi parado filmando. Ella comenzó a hacerlo. A veces no me gusta chupar una vagina (ésa fue mi única exigencia, y Milena lo celebró: “Todos te chupan y te chupan…”. El porno seguía sorprendiéndome), y hay momentos en que no me gusta que me chupen a mí: uno de esos es, universalmente, cuando quiero acabar. A diferencia de otros hombres, jamás acabé mientras me chupaban, o muy rara vez. Prefiero sacarlo de la boca y apoyarlo en los labios: ese roce, esa semidistancia lo logra. Así lo hice con MilenaHot.

relato


Demoró unos diez minutos, mi corazón latía al punto del infarto, transpiraba y me temblaban las piernas. Pensé, como en toda la jornada, en una frase de un gran tema de Eminem: “Look, if you had one shot, or one opportunity / To seize everything you ever wanted / You only get one shot, do not miss your chance to blow / Success is my only motherfucking option, failure’snot”.
No podía permitirme no acabar. Pensé en imágenes eficaces, todas con Milena, pero no todas sólo con Milena. Y saltó el chorro ·


Fuente: Nota de la Revista SH del Fan de Facebook (http://www.facebook.com/revistash)

6 comentarios - Debutando como actor porno

ReneLeXXX
hehe, excelente articulo capo, 😉
KaluraCD
gracias por compartir
telo
goac08
NOS MUCHO AGRADO TU POST SALUDOS!!!!

mujer
tatinga75
buen relato, el sueño del pibe hecho realidad....
cmolina
Y que paso con la del Bar??, jajaja