Diario de Lucy Rumsfeld (Esposa de Sir Arthur) – Primer escrito.
Los siguientes días se transformaron en tormentos. Decidí no ocultar mi fastidio a pesar de que Arthur se encontraba absorto en sus propios asuntos. La llega de Jo, la nueva criada, había desatado en mi interior un irrefrenable sentido de celos hacia todos los habitantes del hogar. No toleraba su presencia, que parecía coquetear tanto con mi amado esposo como con mis hijos. Si, incluyendo a mi hija. Su juventud simbolizaba el punto de inflexión de mis incesantes celos. Aquel preciado momento donde la vida te provee todos los placeres y se inclina ante ti, enseñándote las maravillas de este mundo. Le maldije una y otra vez por las noches pero ella siempre amanecía con la misma sonrisa, el mismo andar, tan seductor y fascinante, que obtenía la mirada de todos los sirvientes e incluso de mi preciada estirpe.
No toleraría ello por demasiado tiempo y por esta razón comencé a propinarle tareas agotadoras y hasta incluso, absurdas, como lo es limpiar nuevamente un cuadro que ya había sido pulido y ubicado en perfecta y equilibrada posición sobre los muros de nuestro imponente hogar.
Juré por mi nombre, Lucy Rumsfeld y mi elevada postura social que despojaría a aquella intrusa, a aquella vulgar inmigrante hasta expulsarla a las calles, para que su belleza se consumiera en la oscuridad de la noche y su ser se viese condenado a las más duras y mortificantes pruebas para la belleza femenina. El paso del tiempo.
Diario de Keeley Rumsfeld ( Hija de la familia Rumsfeld) - Primer escrito
No comprendía a mi madre. Se había comportado de manera grosera y poco apropiada para una dama de su condición. ¿Dónde se hallaban las formas educadas de nuestra alta posición social que nos había impuesto como parte fundamental de nuestra enseñanza?
Jo era joven, dulce y sumamente atractiva. Y a pesar de haber irrumpido hace unos días en el hogar ya había logrado cautivar todas las miradas masculinas, me sentía a gusto con su presencia. No le profesaba resquemor alguno, por lo contrario, desea ser como ella, aprender a seducir sin la necesidad de emitir palabra alguna y manifestar mi encanto femenino desde mis sinuosas curvas y la pureza de mi sonrisa.
Me considero la más afortunada puesto que he presenciado algo por lo cual mi hermano firmaría el más cruel de los contratos con el diablo. He visto el angelical y perfecto cuerpo de Jo, como la más digna escultura al cuerpo de una mujer, bañándose en el pequeño y apenas decente toilette de los sirvientes.
¡Oh mi dios! Te agradezco sinceramente por las imágenes que me has obsequiado, permanecerán por siempre enterradas en lo más profundo de los deseos libidinosos como un joya única que sacaré a relucir en noches de abandono, soledad e intensa pasión carnal.
Y es por ello que esta mañana he jugado con mi cuerpo y me encantaría grabar los detalles de mi primera masturbación pensando en la hermosa sirvienta llamada Jo.
Recuerdo haberme despojado violentamente de mi camisa en la oscuridad de mi habitación. Mis manos comenzaron a recorrer mi cuerpo suavemente, conocían el camino puesto que no era esta la primera vez que mis dedos se sumergían en el desierto sexual de mi disciplinado y atractivo cuerpo. ¿Atractivo?. Mi espejo dice mucho más que eso. Pero no hablemos de mi ahora, regresemos a los hechos candentes de anoche....
Mis dedos juguetearon con mis turgentes pechos, dignos de admiración en las calles, puesto que surgían amenazadores llevara un escote o no. Mis labios succionaron mis dedos como lo hubiera hecho con el más rígido y amenazante de los miembros masculinos y deleitaron a mis pezones con la calidez de mis hurgadores dedos y la humedad de mi boca. Pronto, logré abrirme paso hacía mi vientre hasta descender aun más hasta el clítoris, hasta explotar en aquel foco pasional donde la imaginación alcanza límites inesperados hasta impulsarme hacia el interior de mi vagina perfectamente cuidada. Irrumpí con los deseos más fervientes hacia Jo susurrando peticiones de amor lujurioso en la noche y deleitándome con la melodía de su nombre. Una melodía simple no obstante perfecta, anhelaba observar sus ojos oscuros como el mismo cielo nocturno y llenarme con la gracia de sus labios, ¡Oh mi bella Jo! Serás mi sirvienta por siempre susurraba, llevándome un dedo hacia mis gruesos labios productos de la pasión que ser cernía sobre mi cuerpo. Mis gemidos encontraron un punto culmine al tiempo que clamaba por la dulce Sur-Coreana. “Te haré mía Jo, y juro por mi distinguida feminidad que lo haré”
Y así fue como continué imaginando a mi deseada inmigrante, hasta imaginar cada uno de los rasgos de su rostro. Mi cuerpo se tambaleó y de mi interior despedí los flujos, como el resultado de aquella travesía sexual, luego de haberme deleitado con la imagen de Jo, una imagen que deseaba contemplar aun más de cerca.
Escrito por, TheEroticWriter
Continuará
Los siguientes días se transformaron en tormentos. Decidí no ocultar mi fastidio a pesar de que Arthur se encontraba absorto en sus propios asuntos. La llega de Jo, la nueva criada, había desatado en mi interior un irrefrenable sentido de celos hacia todos los habitantes del hogar. No toleraba su presencia, que parecía coquetear tanto con mi amado esposo como con mis hijos. Si, incluyendo a mi hija. Su juventud simbolizaba el punto de inflexión de mis incesantes celos. Aquel preciado momento donde la vida te provee todos los placeres y se inclina ante ti, enseñándote las maravillas de este mundo. Le maldije una y otra vez por las noches pero ella siempre amanecía con la misma sonrisa, el mismo andar, tan seductor y fascinante, que obtenía la mirada de todos los sirvientes e incluso de mi preciada estirpe.
No toleraría ello por demasiado tiempo y por esta razón comencé a propinarle tareas agotadoras y hasta incluso, absurdas, como lo es limpiar nuevamente un cuadro que ya había sido pulido y ubicado en perfecta y equilibrada posición sobre los muros de nuestro imponente hogar.
Juré por mi nombre, Lucy Rumsfeld y mi elevada postura social que despojaría a aquella intrusa, a aquella vulgar inmigrante hasta expulsarla a las calles, para que su belleza se consumiera en la oscuridad de la noche y su ser se viese condenado a las más duras y mortificantes pruebas para la belleza femenina. El paso del tiempo.
Diario de Keeley Rumsfeld ( Hija de la familia Rumsfeld) - Primer escrito
No comprendía a mi madre. Se había comportado de manera grosera y poco apropiada para una dama de su condición. ¿Dónde se hallaban las formas educadas de nuestra alta posición social que nos había impuesto como parte fundamental de nuestra enseñanza?
Jo era joven, dulce y sumamente atractiva. Y a pesar de haber irrumpido hace unos días en el hogar ya había logrado cautivar todas las miradas masculinas, me sentía a gusto con su presencia. No le profesaba resquemor alguno, por lo contrario, desea ser como ella, aprender a seducir sin la necesidad de emitir palabra alguna y manifestar mi encanto femenino desde mis sinuosas curvas y la pureza de mi sonrisa.
Me considero la más afortunada puesto que he presenciado algo por lo cual mi hermano firmaría el más cruel de los contratos con el diablo. He visto el angelical y perfecto cuerpo de Jo, como la más digna escultura al cuerpo de una mujer, bañándose en el pequeño y apenas decente toilette de los sirvientes.
¡Oh mi dios! Te agradezco sinceramente por las imágenes que me has obsequiado, permanecerán por siempre enterradas en lo más profundo de los deseos libidinosos como un joya única que sacaré a relucir en noches de abandono, soledad e intensa pasión carnal.
Y es por ello que esta mañana he jugado con mi cuerpo y me encantaría grabar los detalles de mi primera masturbación pensando en la hermosa sirvienta llamada Jo.
Recuerdo haberme despojado violentamente de mi camisa en la oscuridad de mi habitación. Mis manos comenzaron a recorrer mi cuerpo suavemente, conocían el camino puesto que no era esta la primera vez que mis dedos se sumergían en el desierto sexual de mi disciplinado y atractivo cuerpo. ¿Atractivo?. Mi espejo dice mucho más que eso. Pero no hablemos de mi ahora, regresemos a los hechos candentes de anoche....
Mis dedos juguetearon con mis turgentes pechos, dignos de admiración en las calles, puesto que surgían amenazadores llevara un escote o no. Mis labios succionaron mis dedos como lo hubiera hecho con el más rígido y amenazante de los miembros masculinos y deleitaron a mis pezones con la calidez de mis hurgadores dedos y la humedad de mi boca. Pronto, logré abrirme paso hacía mi vientre hasta descender aun más hasta el clítoris, hasta explotar en aquel foco pasional donde la imaginación alcanza límites inesperados hasta impulsarme hacia el interior de mi vagina perfectamente cuidada. Irrumpí con los deseos más fervientes hacia Jo susurrando peticiones de amor lujurioso en la noche y deleitándome con la melodía de su nombre. Una melodía simple no obstante perfecta, anhelaba observar sus ojos oscuros como el mismo cielo nocturno y llenarme con la gracia de sus labios, ¡Oh mi bella Jo! Serás mi sirvienta por siempre susurraba, llevándome un dedo hacia mis gruesos labios productos de la pasión que ser cernía sobre mi cuerpo. Mis gemidos encontraron un punto culmine al tiempo que clamaba por la dulce Sur-Coreana. “Te haré mía Jo, y juro por mi distinguida feminidad que lo haré”
Y así fue como continué imaginando a mi deseada inmigrante, hasta imaginar cada uno de los rasgos de su rostro. Mi cuerpo se tambaleó y de mi interior despedí los flujos, como el resultado de aquella travesía sexual, luego de haberme deleitado con la imagen de Jo, una imagen que deseaba contemplar aun más de cerca.
Escrito por, TheEroticWriter
Continuará
5 comentarios - Novela erótica "La criada" [Capítulo III]
Que linda pajota nos describiste de Keeley !!!
Gran escritor, memorable saga por capítulos !!!
Gracias por compartir.
Besos y Lamiditas !!!
Compartamos, comentemos, apoyemos, hagamos cada vez mejor esta maravillosa Comunidad !!!
felicitaciones mi admirado Giuseppe que bueno que hallas retornado por estos lares!
te dejo mis 10 de hoy y mil y un besos lascivos!!!