El Pozo de los Deseos
Diez Segundos
Cerca de las once de la noche llegaron a la puerta, la casa no era una mansión pero tampoco distaba mucho de serlo, se notaba claramente el buen pasar de sus habitantes. El hombre extendió la mano y pulsó el timbre, momentos más tarde la puerta se abre y una exuberante ama de llaves da la bienvenida a la pareja.
Él, un señor serio de mediana edad elegantemente vestido con un traje de corte tradicional, como único accesorio lleva una fina cadena plateada que empuña con la mano derecha. Al extremo de la cadena una bella joven, de curvas delicadas espera con la vista en el suelo. La cadena termina en su cuello con un precioso collar de cuero negro adornado con corazones de brillantes.
-Bienvenido Sr. C, el Señor Mauricio lo está esperando- saludó el ama de llaves – permítame su abrigo, es Ud. el último en llegar por lo que seguramente podrán comenzar de inmediato
-Bien, tome el abrigo de ella por favor, en otras condiciones se lo daría ella misma pero hoy no ha de poder.
La sirvienta tomó el abrigo largo oscuro de la chica y descubrió un cuerpo delicado y sensual, no podríamos decir que estaba “vestida” sino mas bien “adornada” para la ocasión, el collar al cual llegaba la cadena de “paseo” se unía a su vez con otra cadena (algo mas ligera) a un par de esposas de cuero por delante del cuerpo, sus pechos perfectos y pequeños estaban descubiertos pero tenía un corsé de cuero negro que hacia juego con el collar, así como un hermoso par de medias negras. Por supuesto no tenía ropa interior. También tenía unos bellos zapatos con taco aguja que hacían resaltar sus piernas y la redondez de su culo.
El ama de llaves los condujo por un bien pasillo adornado con espléndidas fotografías de yates de gran nivel. Por detrás a paso tímido la joven seguía el paso con cierta dificultad. Llegaron a la sala de juegos ubicada en el subsuelo de la casona, estaba perfectamente acondicionada para una noche ideal, la mesa de paño, el bar surtido, las cartas sobre la mesa y 3 caballeros esperando cómodamente en los sillones de cuero junto a la vieja “Rockola” de los años 50 que ambientaba perfectamente el lugar.
-Sr. C. Bienvenido, lo esperábamos, gusta tomar algo?-recibió cordialmente el anfitrión
-Buenas noches Mauricio, Jorge.. y .. no tengo el gusto- Saludo C. afablemente mientras extendía la mano al “nuevo” del grupo
-El Sr. es Ricardo, es su primera noche con nosotros, prometí que seríamos amables-Bromeo Jorge
Ricardo sonrió lo mejor que pudo y extendió la mano al Sr. C, este saludó y envió una mirada Jorge con cierta complicidad. Los ojos de Ricardo estaban clavados en la pequeña que aun seguía parada junto al Sr. C. y su mandíbula caía torpemente, seguramente hacia un esfuerzo para no soltar su copa.
-Como verás Ricardo, el Sr. C. tiene gustos exclusivos como cada uno de nosotros… acaso a ti no te fascinan los autos Prototipo de Alta gama?…
-Si.. si.. veo.. pero estoy empezando a creer que tengo el hobby equivocado. – bromeo Ricardo recuperando la compostura.
-Ok Caballeros, comencemos, la noche es corta y mañana tenemos que cerrar negocios..- Mauricio invitaba a la mesa.
La noche fue como tantas otras de póker, bromearon sobre la situación económica de sus empresas y de la competencia a la que habían derrotado, también odiaron a los que aun se resistían a caer. Corrían los tragos y degustaban ricos bocados servidos por el Ama de llaves que a cada ofrecimiento hacia esfuerzos (no muchos) para evitar que sus pechos saltaran de su apretado conjunto.
Las horas pasaron, durante todo el juego la pequeña se mantuvo arrodillada junto a su señor, a veces erguida, otras con la cabeza apoyada en su regazo. En algunas manos que le eran favorables a su señor fue su amuleto de la suerte, en esas ocasiones y saboreó algún bocadillo o algún profuso beso (si la mano era muy buena). Se sintió afortunada de que su Amo la escogiera a ella para aquella velada, no estaba segura porque era una sensación que le era ajena pero casi podría decir que estaba “orgullosa” de ser la “joya” del Amo, para presumir frente a sus amigos. Cada tanto deja escapar algún muy sutil gemido, el Sr. Ricardo hacia verdaderos esfuerzos por concentrarse en el juego, no estaba acostumbrado a aquel tipo de situaciones y el morbo estaba carcomiendo sus entrañas, seguramente por eso perdió todo su dinero tan rápidamente. Saludó cordialmente y haciendo un esfuerzo por ocultar su irrefrenable erección se excusó para retirarse “hasta la próxima”.
Cerca de la Media noche solo quedaron en la mesa Mauricio y el Sr. C, Jorge se había concentrado en el ama de llaves y sugiriendo que necesitaba algo de “distención” seguramente ahora estaban en el yacusi.
La partida duró apenas una hora más, estaba claro que la suerte no era favorable al Sr. C.
-Mierda- protestó y tiro del pelo de la joven que ahogó un gritito mezcla de dolor y sorpresa.
-Sr. C. me extraña, acaso me está dejando ganar? –bromeó Mauricio cuando levantaba lo que parecía el ultimo capital en efectivo de la noche.
-Parece que la suerte no está de mi lado, seguramente algo aquí me está siendo desagradable – la joven desde el suelo levantó los ojos suplicantes con un brillo de pánico.
-Pues tendremos que terminar la partida entonces, estás quebrado jajaja
-Aun no, juguemos una mano más, toda tu ganancia de hoy contra esto – y diciendo estas palabras, desenganchó del collar de la joven una pequeña placa metálica de identificación arrojándola sobre la mesa
Los ojos de la joven se abrieron como platos, su amo estaba jugándosela a las cartas!. Su estómago se llenó de una mezcla rara de emoción y decepción, euforia y tristeza, se sentía orgullosa de saber que para su amo ella tenía valor, valor como para apostarla contra “toda la ganancia” pero por otro lado estaba aterrada, y si perdía, y si acaso su amo la perdía para siempre?
-Que es esto? “Propiedad de Sr. C” – Mauricio leyó la placa –acaso vas a apostar tu pequeña sumisa contra toda esta montaña de dinero? Ya sabes que tengo las putas que quiero de que me vale tu mascota?
-No me subestimes Mauricio –sonrió el Sr. C- he visto como la observas, y sabes que ni siquiera tu “Sirvienta” es tan buena como ella. .. estás deseando tener una conchita apretada. Y por cierto te avisé que si obligabas a tus putas a jugar con esos consoladores tan enormes terminarías por decepcionarte…
-uhmmm es cierto, pero que quieres que te diga me encanta verlas completamente atravesadas- reflexionó Mauricio-pero si.. está bien que va .. es mi noche de suerte, acepto tu apuesta.
-dos horas- no más
-ok, agradece que estoy de un excelente humor – fanfarroneó Mauricio
La joven apoyó su cabeza sobre las piernas de su amo y por primera vez en la noche sus ojos estaban alzados buscándolo, su mirada era suplicante, rogaba que él al menos le echara un ojo, pero solo recibía alguna caricia ocasional. La mano de juego se le hizo eterna casi pudo contar los segundos que pasaban entre cada pestañeo de su señor, recordó la primera vez que lo conoció cuando ella trabajaba en un restaurant, recordó como fue conquistada por su estilo y como la trataba amablemente pero con firmeza, poco a poco se fueron involucrando hasta que él le mostró el camino a seguir y ella quedo completamente fascinada por aquel mundo de sumisión que ahora era el suyo, como él supo descubrir su verdadera naturaleza y sutilmente fue tensando las cuerdas alrededor de su vida. Súbitamente un ruido la sacó de su ensoñación.
-JAJAJA-rió Mauricio- te dije hombre! Es mi noche de suerte
-Pues a la mierda que si, si no te conociera juraría que haces trampas-dijo con tono sarcástico el Sr. C.
La risa de Mauricio se apagó de improviso, y una mirada llena de lascivia atravesó a la joven. El silencio se apoderó del cuarto, un escalofrío recorrió la espina de la esclava, no deseaba estar con aquel hombre gordo y sudoroso. Llegaron desde lo lejos los gritos de placer de la sirvienta y Jorge en la piscina.
Mauricio tomó la delgada cadena y tiró de la joven que tuvo que hacer un esfuerzo por levantarse, tanto tiempo de rodillas la había entumecido, pero rápidamente estaba siendo conducida por el hombre hasta el espacioso sofá de cuero de la sala.
El Sr. C fue hasta el bar, se sirvió un whisky doble y se sentó en un sillón individual en una esquina de la habitación, apagó la lámpara de pie que se encontraba en la esquina del cuarto, con lo que solo quedó iluminado por la lámpara baja de la mesa de póker.
Mauricio tiro a la joven sumisa sobre el sillón y separó sus piernas para encontrarse de lleno con su sexo, le pareció una vista maravillosa lo cerrado que estaba, tan delicadamente depilado y se deleitó con el brillo de la humedad que era evidente en la chica. No pudo resistir mucho pegó su cara a esa concha que lo llamaba como el canto de una sirena, se embriagó en su olor y abriendo la boca lo mas que pudo comenzó a comer el sexo de la chica que a estas alturas con los ojos cerrados juntaba sus manos aún atadas en el pecho intentando cubrir su pechos desnudos. El hombre chupaba aquella concha con una torpeza evidente, con el descuido de aquel que solo busca su propio placer. Sin embargo en un momento se paró en seco y con cara extrañada se alejo unos centímetros.
-que mierda es est…?... –susurró extrañado
La esclava gimió casi lamentándose, la lengua del viejo, aunque torpe, la había dilatado algo y en ese momento para la extrañeza de Mauricio de la delicada conchita comenzó a asomar una forma circular que segundos después se reveló como un par de bolas chinas de tamaño realmente considerable. Rodaron por el sillón y cayeron sordas sobre la alfombra dejando a su paso un reguero de babas.
-serás hijo de Puta “C”
El Sr. C desde su esquina saludó a Mauricio con el vaso de Whisky como quien “brinda por eso”
Ante semejante espectáculo Mauricio no pudo contener su excitación y en menos de 2 segundos estaba desnudo, sujetando a la joven por el culo y apunto de empalarla.
La esclava vivía aquello con sentimientos encontrados, Mauricio le resultaba completamente repulsivo, su panza y el olor a sudor alcohólico le provocaban arcadas, eso sin mencionar que cogía realmente mal. Pero sin embargo en aquel instante no deseaba estar en ningún otro sitio, quería estar ahí frente a su amo, sirviéndole, complaciéndole y si para eso tenía que ser usada por otro tipo pues se entregaba con resignación, su mundo era aquel hombre sentado en la esquina de la habitación. Instintivamente los ojos de la joven se voltearon hacia el rincón cuando su olfato captó el almizcle del humo de tabaco, él estaba fumando y se re regodeaba en la escena. La esclava sufría las violentas embestidas de aquel repulsivo señor con estoica paciencia, en el rincón al hombre en tinieblas, vestido con aquel traje tan oscuro como su alma eran la única obsesión de su mente “debo ser buena, una buena chica”- se repetía mentalmente. La luz de la habitación no dejaba ver el rostro del Sr. C, ella lo conocía bien, lo soñaba cada noche y lo espiaba furtivamente cuando a escondidas dejaba deslizar sus mirada, recordaba sus ojos profundos y su gesto firme pero dulce, ella deseaba estaba contenta de pertenecerle, era afortunada, de alguna manera ella se sentía segura y protegida por aquel hombre al que se entregaba sin miramientos, aquél que supo arrancarle la máscara y revelar su verdadera naturaleza, ella era una esclava del hombre, lo adoraba, lo idolatraba, quería estar a su sombra y gozar de complacerle, ella estaba feliz de ser un objeto de aquel caballero oscuro que ahora la entregaba para su propio placer.
Los bramidos agitados de Mauricio la trajeron de nuevo a la realidad, ella mantenía su manos juntas en el pecho (nadie le había dicho lo contrario), su dueño “transitorio” se sintió molestó y la abofeteo fuertemente y de improviso gritándole “Muéstrame las Tetas Puta!!” . La esclava como con la vista llena de terror y los dedos marcados de rojo en el rostro intentó en vano abarcar sus tetas, sus manos iban de una a otra sin lograr su objetivo gracias a las “esposas”.
-Vamos C, quítale esa mierda .. no decía nada nuestro acuerdo sobre eso- resopló el viejo
El Sr. C había dejado su tabaco y su trago mucho antes de que Mauricio hablara, incluso antes de que terminara la frase estaba junto a la “pareja”. Sacó un pequeño manojo de llaves del bolsillo interno de su saco y libero las manos de la joven que inmediatamente se agarro las tetas para “ofrecerlas” a su posesor (su entrenamiento era impecable)
-Ten cuidado Mauricio, acaso me ves rayando alguno de tus botes?-Diciendo esto el Sr. C volvió a su asiento
-pensalo un poco C. por ahí te dejo prender fuego el Sundancer 46 si me dejás darle a esta mierdita sumisa lo que se merece- y diciendo esto se separó de la joven, se acostó sobre el sillón y la obligo a montarse sobre él – Cabálgame PUTA acaso crees que voy a hacer todo el trabajo.
La esclava se esmeraba por saltar sobre la pija dura de Mauricio que, aunque no era muy grande, le resultaba sumamente molesta. Toda la situación le era desagradable, el gordo la sujetaba de las caderas y la presionaba contra su sexo. Sin embargo la mirada de ella estaba en aquel rincón oscuro. Pudo ver como su amo dejo a un lado su trago, aguzó la vista y en la penumbra pudo detectar una sonrisa en su rostro. Se sintió llena de una luz de emoción que iluminó su alma “él estaba conforme”, aceleró su ritmo y contoneaba sensualmente sus caderas, ahora no estaba montando a aquel gordo desagradable sino que hacía un show personal para su amo.
-uhmm sii .. que bien.. que puta sos! – gemía Mauricio- me estas matando perra... que lindo cogés!! – cacheteaba el culo de la esclava sonoramente
La joven estaba extasiada y pudo notar en el bulto de su amo que su trabajo era impecable, a ella le encantaba saber que lo excitaba de ese modo, su peor miedo se hizo presente, recordó el día en que descartaron a su predecesora, la frase del amo aún la atormentaba por las noches “Vete ya no me sirves, no me provocas absolutamente nada, al menos si te despreciara me divertiría castigándote, pero me sabes tan insulsa que me aburre incluso pensar en arrastrarte hasta tu celda…” la frase no era solo las palabras sino el tono frio e imparcial que utilizó con ella, se esmeró más pero sus sentimientos seguían encontrados entre aquel hombre con el que lo hacía y ese HOMBRE para quien lo hacía.
-ahh.. sii .. haaaa…-Mauricio llegaba al orgasmo… no era para menos
Ella sostuvo su ritmo unos segundos hasta que el gordo le tiró del pelo para que se detuviera…
-Basta yaa.. putita.. déjame respirar…-y diciendo esto se la sacó de encima de un tirón..
La Esclava gateó hasta su amo, con la concha chorreando un hilo de semen, la acabada de Mauricio no podía compararse con la de su amo, ni en cantidad ni en calor, cuando su amo acababa ella sentía como el mismo infierno la consumía por dentro… (tal vez, claro, estaba un poco sugestionada)
Llegó a los pies de su amo y fue derecho a su entrepierna, con habilidad bajo el cierre del pantalón y descubrió su sexo, inhiesto y brillante por el líquido pre seminal producto de la excitación, se detuvo a unos centímetros y alzó la vista suplicante.
-puedo señor? –susurro
-puedes que cosa? Pequeña – inquirió el Sr. C
-puedo chupar su pene señor? – gimió ahora con la vista puesta en aquel miembro que era la razón de su vida
-uhmmm si… adelante
Entonces la esclava se rindió a sus instintos mas primales, todo su cuerpo, todo su ser esperaba cada día el momento que pudiera ser utilizada para complacer a su amo. Trabajó sobre aquella pija con lengua y manos, en algunas ocasiones alzaba la mirada para comprobar si estaba haciendo un buen trabajo “asi, si, como le gusta al amo” –pensó.
En una de esas “miradas” fue sorprendida por la vista del Amo que la observaba con ojos cargados de deseo, esos ojos que eran para ella como enormes pozos en los que caía sin fin, quedó perdida en sus ojos y sintió como la pija se hinchaba en su boca… segundos después se vio inundada de semen hirviente… lo dicho “el infierno mismo en su interior”. No pudo evitar comenzar a masturbarse, sus dedos se encontraron con la mezcla de flujo y semen que inundaba su entrepierna, el amo espero unos segundos y la separó de su miembro por los pelos, ella quedó a su lado masturbándose con gemidos ahogados.
El Sr. C se acomodó la ropa y luego de beber otro trago de su vaso sostenido en el apoyabrazos su mano quedó suspendida al costado de del sillón, la esclava seguía masturbándose y comenzó a lamer sus dedos con verdadera devoción, como una perra fiel, era su manera de suplicar el favor de su amo, éste giró la cabeza y la vio, tan frágil y a la vez tan sensual, tan degradada y la vez tan única. Miró al sillón donde Mauricio aún no terminaba de recuperar el aliento, vio en el piso las bolas chinas aun brillando de flujo, sacó sus dedos de la boca de la chica y le acarició desde la cabeza y descendió acariciando su mejilla con el dorso. La tomo de la barbilla y se agachó hasta quedar a 2 centímetros de sus labios, la esclava moría de sed por los labios de su amo, sollozaba con 3 dedos metidos en su conchita
-Acabá ahora putita mía…-susurró el Sr. C . y la esclava hipnotizada por sus palabras comenzó a convulsionar con la llegada del orgasmo, entonces todo se resumió a 10 segundos de placer, las humillaciones, el maltrato, la degradación... aquella situación que la había llevado al borde mismo de su humanidad y que tan hondo calaba en lo oscuro de su morbosidad...todo, por solo 10 segundos del placer más intenso que jamás ningún hombre le hiciera sentir… valía la pena... sí señor.
El Amo soltó a la joven que se derrumbo sobre la alfombra con las cruzadas y temblando como una hoja, mojó sus dedos en el fondo del vaso que contenía restos de whisky y hielo, los pasó por los labios de la sumisa que, al sentir la frescura, se apresuró a lamer obediente –eso es pequeña…-dijo el Sr. C- good girl….
Ciro James
PD: Gracias LadyKary por la ilustración, muy inspirada y sensual!
Diez Segundos
Cerca de las once de la noche llegaron a la puerta, la casa no era una mansión pero tampoco distaba mucho de serlo, se notaba claramente el buen pasar de sus habitantes. El hombre extendió la mano y pulsó el timbre, momentos más tarde la puerta se abre y una exuberante ama de llaves da la bienvenida a la pareja.
Él, un señor serio de mediana edad elegantemente vestido con un traje de corte tradicional, como único accesorio lleva una fina cadena plateada que empuña con la mano derecha. Al extremo de la cadena una bella joven, de curvas delicadas espera con la vista en el suelo. La cadena termina en su cuello con un precioso collar de cuero negro adornado con corazones de brillantes.
-Bienvenido Sr. C, el Señor Mauricio lo está esperando- saludó el ama de llaves – permítame su abrigo, es Ud. el último en llegar por lo que seguramente podrán comenzar de inmediato
-Bien, tome el abrigo de ella por favor, en otras condiciones se lo daría ella misma pero hoy no ha de poder.
La sirvienta tomó el abrigo largo oscuro de la chica y descubrió un cuerpo delicado y sensual, no podríamos decir que estaba “vestida” sino mas bien “adornada” para la ocasión, el collar al cual llegaba la cadena de “paseo” se unía a su vez con otra cadena (algo mas ligera) a un par de esposas de cuero por delante del cuerpo, sus pechos perfectos y pequeños estaban descubiertos pero tenía un corsé de cuero negro que hacia juego con el collar, así como un hermoso par de medias negras. Por supuesto no tenía ropa interior. También tenía unos bellos zapatos con taco aguja que hacían resaltar sus piernas y la redondez de su culo.
El ama de llaves los condujo por un bien pasillo adornado con espléndidas fotografías de yates de gran nivel. Por detrás a paso tímido la joven seguía el paso con cierta dificultad. Llegaron a la sala de juegos ubicada en el subsuelo de la casona, estaba perfectamente acondicionada para una noche ideal, la mesa de paño, el bar surtido, las cartas sobre la mesa y 3 caballeros esperando cómodamente en los sillones de cuero junto a la vieja “Rockola” de los años 50 que ambientaba perfectamente el lugar.
-Sr. C. Bienvenido, lo esperábamos, gusta tomar algo?-recibió cordialmente el anfitrión
-Buenas noches Mauricio, Jorge.. y .. no tengo el gusto- Saludo C. afablemente mientras extendía la mano al “nuevo” del grupo
-El Sr. es Ricardo, es su primera noche con nosotros, prometí que seríamos amables-Bromeo Jorge
Ricardo sonrió lo mejor que pudo y extendió la mano al Sr. C, este saludó y envió una mirada Jorge con cierta complicidad. Los ojos de Ricardo estaban clavados en la pequeña que aun seguía parada junto al Sr. C. y su mandíbula caía torpemente, seguramente hacia un esfuerzo para no soltar su copa.
-Como verás Ricardo, el Sr. C. tiene gustos exclusivos como cada uno de nosotros… acaso a ti no te fascinan los autos Prototipo de Alta gama?…
-Si.. si.. veo.. pero estoy empezando a creer que tengo el hobby equivocado. – bromeo Ricardo recuperando la compostura.
-Ok Caballeros, comencemos, la noche es corta y mañana tenemos que cerrar negocios..- Mauricio invitaba a la mesa.
La noche fue como tantas otras de póker, bromearon sobre la situación económica de sus empresas y de la competencia a la que habían derrotado, también odiaron a los que aun se resistían a caer. Corrían los tragos y degustaban ricos bocados servidos por el Ama de llaves que a cada ofrecimiento hacia esfuerzos (no muchos) para evitar que sus pechos saltaran de su apretado conjunto.
Las horas pasaron, durante todo el juego la pequeña se mantuvo arrodillada junto a su señor, a veces erguida, otras con la cabeza apoyada en su regazo. En algunas manos que le eran favorables a su señor fue su amuleto de la suerte, en esas ocasiones y saboreó algún bocadillo o algún profuso beso (si la mano era muy buena). Se sintió afortunada de que su Amo la escogiera a ella para aquella velada, no estaba segura porque era una sensación que le era ajena pero casi podría decir que estaba “orgullosa” de ser la “joya” del Amo, para presumir frente a sus amigos. Cada tanto deja escapar algún muy sutil gemido, el Sr. Ricardo hacia verdaderos esfuerzos por concentrarse en el juego, no estaba acostumbrado a aquel tipo de situaciones y el morbo estaba carcomiendo sus entrañas, seguramente por eso perdió todo su dinero tan rápidamente. Saludó cordialmente y haciendo un esfuerzo por ocultar su irrefrenable erección se excusó para retirarse “hasta la próxima”.
Cerca de la Media noche solo quedaron en la mesa Mauricio y el Sr. C, Jorge se había concentrado en el ama de llaves y sugiriendo que necesitaba algo de “distención” seguramente ahora estaban en el yacusi.
La partida duró apenas una hora más, estaba claro que la suerte no era favorable al Sr. C.
-Mierda- protestó y tiro del pelo de la joven que ahogó un gritito mezcla de dolor y sorpresa.
-Sr. C. me extraña, acaso me está dejando ganar? –bromeó Mauricio cuando levantaba lo que parecía el ultimo capital en efectivo de la noche.
-Parece que la suerte no está de mi lado, seguramente algo aquí me está siendo desagradable – la joven desde el suelo levantó los ojos suplicantes con un brillo de pánico.
-Pues tendremos que terminar la partida entonces, estás quebrado jajaja
-Aun no, juguemos una mano más, toda tu ganancia de hoy contra esto – y diciendo estas palabras, desenganchó del collar de la joven una pequeña placa metálica de identificación arrojándola sobre la mesa
Los ojos de la joven se abrieron como platos, su amo estaba jugándosela a las cartas!. Su estómago se llenó de una mezcla rara de emoción y decepción, euforia y tristeza, se sentía orgullosa de saber que para su amo ella tenía valor, valor como para apostarla contra “toda la ganancia” pero por otro lado estaba aterrada, y si perdía, y si acaso su amo la perdía para siempre?
-Que es esto? “Propiedad de Sr. C” – Mauricio leyó la placa –acaso vas a apostar tu pequeña sumisa contra toda esta montaña de dinero? Ya sabes que tengo las putas que quiero de que me vale tu mascota?
-No me subestimes Mauricio –sonrió el Sr. C- he visto como la observas, y sabes que ni siquiera tu “Sirvienta” es tan buena como ella. .. estás deseando tener una conchita apretada. Y por cierto te avisé que si obligabas a tus putas a jugar con esos consoladores tan enormes terminarías por decepcionarte…
-uhmmm es cierto, pero que quieres que te diga me encanta verlas completamente atravesadas- reflexionó Mauricio-pero si.. está bien que va .. es mi noche de suerte, acepto tu apuesta.
-dos horas- no más
-ok, agradece que estoy de un excelente humor – fanfarroneó Mauricio
La joven apoyó su cabeza sobre las piernas de su amo y por primera vez en la noche sus ojos estaban alzados buscándolo, su mirada era suplicante, rogaba que él al menos le echara un ojo, pero solo recibía alguna caricia ocasional. La mano de juego se le hizo eterna casi pudo contar los segundos que pasaban entre cada pestañeo de su señor, recordó la primera vez que lo conoció cuando ella trabajaba en un restaurant, recordó como fue conquistada por su estilo y como la trataba amablemente pero con firmeza, poco a poco se fueron involucrando hasta que él le mostró el camino a seguir y ella quedo completamente fascinada por aquel mundo de sumisión que ahora era el suyo, como él supo descubrir su verdadera naturaleza y sutilmente fue tensando las cuerdas alrededor de su vida. Súbitamente un ruido la sacó de su ensoñación.
-JAJAJA-rió Mauricio- te dije hombre! Es mi noche de suerte
-Pues a la mierda que si, si no te conociera juraría que haces trampas-dijo con tono sarcástico el Sr. C.
La risa de Mauricio se apagó de improviso, y una mirada llena de lascivia atravesó a la joven. El silencio se apoderó del cuarto, un escalofrío recorrió la espina de la esclava, no deseaba estar con aquel hombre gordo y sudoroso. Llegaron desde lo lejos los gritos de placer de la sirvienta y Jorge en la piscina.
Mauricio tomó la delgada cadena y tiró de la joven que tuvo que hacer un esfuerzo por levantarse, tanto tiempo de rodillas la había entumecido, pero rápidamente estaba siendo conducida por el hombre hasta el espacioso sofá de cuero de la sala.
El Sr. C fue hasta el bar, se sirvió un whisky doble y se sentó en un sillón individual en una esquina de la habitación, apagó la lámpara de pie que se encontraba en la esquina del cuarto, con lo que solo quedó iluminado por la lámpara baja de la mesa de póker.
Mauricio tiro a la joven sumisa sobre el sillón y separó sus piernas para encontrarse de lleno con su sexo, le pareció una vista maravillosa lo cerrado que estaba, tan delicadamente depilado y se deleitó con el brillo de la humedad que era evidente en la chica. No pudo resistir mucho pegó su cara a esa concha que lo llamaba como el canto de una sirena, se embriagó en su olor y abriendo la boca lo mas que pudo comenzó a comer el sexo de la chica que a estas alturas con los ojos cerrados juntaba sus manos aún atadas en el pecho intentando cubrir su pechos desnudos. El hombre chupaba aquella concha con una torpeza evidente, con el descuido de aquel que solo busca su propio placer. Sin embargo en un momento se paró en seco y con cara extrañada se alejo unos centímetros.
-que mierda es est…?... –susurró extrañado
La esclava gimió casi lamentándose, la lengua del viejo, aunque torpe, la había dilatado algo y en ese momento para la extrañeza de Mauricio de la delicada conchita comenzó a asomar una forma circular que segundos después se reveló como un par de bolas chinas de tamaño realmente considerable. Rodaron por el sillón y cayeron sordas sobre la alfombra dejando a su paso un reguero de babas.
-serás hijo de Puta “C”
El Sr. C desde su esquina saludó a Mauricio con el vaso de Whisky como quien “brinda por eso”
Ante semejante espectáculo Mauricio no pudo contener su excitación y en menos de 2 segundos estaba desnudo, sujetando a la joven por el culo y apunto de empalarla.
La esclava vivía aquello con sentimientos encontrados, Mauricio le resultaba completamente repulsivo, su panza y el olor a sudor alcohólico le provocaban arcadas, eso sin mencionar que cogía realmente mal. Pero sin embargo en aquel instante no deseaba estar en ningún otro sitio, quería estar ahí frente a su amo, sirviéndole, complaciéndole y si para eso tenía que ser usada por otro tipo pues se entregaba con resignación, su mundo era aquel hombre sentado en la esquina de la habitación. Instintivamente los ojos de la joven se voltearon hacia el rincón cuando su olfato captó el almizcle del humo de tabaco, él estaba fumando y se re regodeaba en la escena. La esclava sufría las violentas embestidas de aquel repulsivo señor con estoica paciencia, en el rincón al hombre en tinieblas, vestido con aquel traje tan oscuro como su alma eran la única obsesión de su mente “debo ser buena, una buena chica”- se repetía mentalmente. La luz de la habitación no dejaba ver el rostro del Sr. C, ella lo conocía bien, lo soñaba cada noche y lo espiaba furtivamente cuando a escondidas dejaba deslizar sus mirada, recordaba sus ojos profundos y su gesto firme pero dulce, ella deseaba estaba contenta de pertenecerle, era afortunada, de alguna manera ella se sentía segura y protegida por aquel hombre al que se entregaba sin miramientos, aquél que supo arrancarle la máscara y revelar su verdadera naturaleza, ella era una esclava del hombre, lo adoraba, lo idolatraba, quería estar a su sombra y gozar de complacerle, ella estaba feliz de ser un objeto de aquel caballero oscuro que ahora la entregaba para su propio placer.
Los bramidos agitados de Mauricio la trajeron de nuevo a la realidad, ella mantenía su manos juntas en el pecho (nadie le había dicho lo contrario), su dueño “transitorio” se sintió molestó y la abofeteo fuertemente y de improviso gritándole “Muéstrame las Tetas Puta!!” . La esclava como con la vista llena de terror y los dedos marcados de rojo en el rostro intentó en vano abarcar sus tetas, sus manos iban de una a otra sin lograr su objetivo gracias a las “esposas”.
-Vamos C, quítale esa mierda .. no decía nada nuestro acuerdo sobre eso- resopló el viejo
El Sr. C había dejado su tabaco y su trago mucho antes de que Mauricio hablara, incluso antes de que terminara la frase estaba junto a la “pareja”. Sacó un pequeño manojo de llaves del bolsillo interno de su saco y libero las manos de la joven que inmediatamente se agarro las tetas para “ofrecerlas” a su posesor (su entrenamiento era impecable)
-Ten cuidado Mauricio, acaso me ves rayando alguno de tus botes?-Diciendo esto el Sr. C volvió a su asiento
-pensalo un poco C. por ahí te dejo prender fuego el Sundancer 46 si me dejás darle a esta mierdita sumisa lo que se merece- y diciendo esto se separó de la joven, se acostó sobre el sillón y la obligo a montarse sobre él – Cabálgame PUTA acaso crees que voy a hacer todo el trabajo.
La esclava se esmeraba por saltar sobre la pija dura de Mauricio que, aunque no era muy grande, le resultaba sumamente molesta. Toda la situación le era desagradable, el gordo la sujetaba de las caderas y la presionaba contra su sexo. Sin embargo la mirada de ella estaba en aquel rincón oscuro. Pudo ver como su amo dejo a un lado su trago, aguzó la vista y en la penumbra pudo detectar una sonrisa en su rostro. Se sintió llena de una luz de emoción que iluminó su alma “él estaba conforme”, aceleró su ritmo y contoneaba sensualmente sus caderas, ahora no estaba montando a aquel gordo desagradable sino que hacía un show personal para su amo.
-uhmm sii .. que bien.. que puta sos! – gemía Mauricio- me estas matando perra... que lindo cogés!! – cacheteaba el culo de la esclava sonoramente
La joven estaba extasiada y pudo notar en el bulto de su amo que su trabajo era impecable, a ella le encantaba saber que lo excitaba de ese modo, su peor miedo se hizo presente, recordó el día en que descartaron a su predecesora, la frase del amo aún la atormentaba por las noches “Vete ya no me sirves, no me provocas absolutamente nada, al menos si te despreciara me divertiría castigándote, pero me sabes tan insulsa que me aburre incluso pensar en arrastrarte hasta tu celda…” la frase no era solo las palabras sino el tono frio e imparcial que utilizó con ella, se esmeró más pero sus sentimientos seguían encontrados entre aquel hombre con el que lo hacía y ese HOMBRE para quien lo hacía.
-ahh.. sii .. haaaa…-Mauricio llegaba al orgasmo… no era para menos
Ella sostuvo su ritmo unos segundos hasta que el gordo le tiró del pelo para que se detuviera…
-Basta yaa.. putita.. déjame respirar…-y diciendo esto se la sacó de encima de un tirón..
La Esclava gateó hasta su amo, con la concha chorreando un hilo de semen, la acabada de Mauricio no podía compararse con la de su amo, ni en cantidad ni en calor, cuando su amo acababa ella sentía como el mismo infierno la consumía por dentro… (tal vez, claro, estaba un poco sugestionada)
Llegó a los pies de su amo y fue derecho a su entrepierna, con habilidad bajo el cierre del pantalón y descubrió su sexo, inhiesto y brillante por el líquido pre seminal producto de la excitación, se detuvo a unos centímetros y alzó la vista suplicante.
-puedo señor? –susurro
-puedes que cosa? Pequeña – inquirió el Sr. C
-puedo chupar su pene señor? – gimió ahora con la vista puesta en aquel miembro que era la razón de su vida
-uhmmm si… adelante
Entonces la esclava se rindió a sus instintos mas primales, todo su cuerpo, todo su ser esperaba cada día el momento que pudiera ser utilizada para complacer a su amo. Trabajó sobre aquella pija con lengua y manos, en algunas ocasiones alzaba la mirada para comprobar si estaba haciendo un buen trabajo “asi, si, como le gusta al amo” –pensó.
En una de esas “miradas” fue sorprendida por la vista del Amo que la observaba con ojos cargados de deseo, esos ojos que eran para ella como enormes pozos en los que caía sin fin, quedó perdida en sus ojos y sintió como la pija se hinchaba en su boca… segundos después se vio inundada de semen hirviente… lo dicho “el infierno mismo en su interior”. No pudo evitar comenzar a masturbarse, sus dedos se encontraron con la mezcla de flujo y semen que inundaba su entrepierna, el amo espero unos segundos y la separó de su miembro por los pelos, ella quedó a su lado masturbándose con gemidos ahogados.
El Sr. C se acomodó la ropa y luego de beber otro trago de su vaso sostenido en el apoyabrazos su mano quedó suspendida al costado de del sillón, la esclava seguía masturbándose y comenzó a lamer sus dedos con verdadera devoción, como una perra fiel, era su manera de suplicar el favor de su amo, éste giró la cabeza y la vio, tan frágil y a la vez tan sensual, tan degradada y la vez tan única. Miró al sillón donde Mauricio aún no terminaba de recuperar el aliento, vio en el piso las bolas chinas aun brillando de flujo, sacó sus dedos de la boca de la chica y le acarició desde la cabeza y descendió acariciando su mejilla con el dorso. La tomo de la barbilla y se agachó hasta quedar a 2 centímetros de sus labios, la esclava moría de sed por los labios de su amo, sollozaba con 3 dedos metidos en su conchita
-Acabá ahora putita mía…-susurró el Sr. C . y la esclava hipnotizada por sus palabras comenzó a convulsionar con la llegada del orgasmo, entonces todo se resumió a 10 segundos de placer, las humillaciones, el maltrato, la degradación... aquella situación que la había llevado al borde mismo de su humanidad y que tan hondo calaba en lo oscuro de su morbosidad...todo, por solo 10 segundos del placer más intenso que jamás ningún hombre le hiciera sentir… valía la pena... sí señor.
El Amo soltó a la joven que se derrumbo sobre la alfombra con las cruzadas y temblando como una hoja, mojó sus dedos en el fondo del vaso que contenía restos de whisky y hielo, los pasó por los labios de la sumisa que, al sentir la frescura, se apresuró a lamer obediente –eso es pequeña…-dijo el Sr. C- good girl….
Ciro James
PD: Gracias LadyKary por la ilustración, muy inspirada y sensual!
13 comentarios - El Pozo de los Deseos: 10 Segundos
Senti cada sensacion como propia y de manera muy real...
Me encanto...Gracias, Señor.
Y UD MERECE EL OBSEQUIO!!! 😉 me alegro que te halla gustado el dibujo!!! besos...
traeré points
de paso lo recomiendo para que tengas mas visitantes!!!
ah... podrías haber promocionado la Comunidad no??? ok yo lo hago.... 😛
Vos sos la de los banners "pro" .. usalos bombon! (chinito)
FELICITACIONES CIRO..
Ya mismo lo recomiendo!
exelente post
:buenpost: compa
Gracias Ginger Corazon!!
me alegro que te haya gustado el relato y mil gracias por la recomendacion 🙂
Un bezaso!!
la descripcion que haces es exquisita y uno se puede hacer la idea de estar en el lugar