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Mi tia mamadora

Hay épocas en la vida que a uno nunca se le olvidan. Una de esas épocas de mi vida es el año en que cumplí los 18.

Entre otras, os voy a contar por que no olvidaré nunca aquel año.

Empezaré diciendoos que así como mi primer relato era una invención, un deseo, fruto de la imaginación, y dedicado a .......(ella lo sabe), este que os voy a contar hoy es real. Incluso los nombres son reales. Solo espero que mi tío no sepa que existe Poringa y nunca pueda leerlo.

El día que cumplí los 18 tuve un regalo "envenenado", y fue que mi novía con la que salía desde los 16 me dejó. La verdad es que no tuvo mucha delicadeza eligiendo el día. Hacía casi dos años que éramos novios, ya os podeis imaginar que tio de noviazgo teniamos. Empezamos a salir siendo casi unos niños. Ibamos al cine, a la discoteca, cosas así.

Juntos tuvimos nuestras primeras experiencias sexuales. Fuí yo quien la desvirgó, y fué ella quien me desvirgó a mi. Nuestras relaciones sexuales empezaron tímidamente, explorándonos uno al otro, y descubriendo cada uno los secretos del sexo opuesto.

A día de hoy, está claro que no era la mujer de mi vida. No le guardo rencor por haberme dejado, y le estoy agradecido por los momentos que pasamos juntos.

Pero este no es el tema de mi relato. Es solo para poneros en antecedentes.

A lo que iba, mi novia me dejó el día de mi cumpleaños y yo me quedé sumido en una depresión. Así es que aquel verano yo no tenía ni ganas de salir, y mis padres se empeñaron en que me fuese de vacaciones a casa de mis tíos que vivian en el sur.

Yo no tenía ninguna gana de irme a pasar el verano con mis tíos, pero después de pensarlo un poco me animé a irme. No por ver a mis tíos; aquello no era el objetivo de mi viaje, pero si para aprovechar la vida nocturna y el ambiente que debería haber en la localidad donde vivian. Mi objetivo era ir a la playa, ver chicas en bikini, y si podía.. vengarme de mi novia con alguna de aquellas chicas.

Mi tío (hermano de mi padre) tenía por entonces unos 40 años, y mi tía Adela tenía 38 años. Vivian en un ático cerca de la playa. Mi tío trabajaba en un banco, y mi tía por aquel entonces era lo que vulgarmente se llama un ama de casa dedicada únicamente al cuidado de su esposo.

Fueron los dos a buscarme al aeropuerto y me llevaron a comer a un restaurante de la playa. No sabian qué hacer para animarme. mis padres ya les habian contado el motivo de mi depresión.

Después de comer me llevaron a conocer la ciudad. El ambiente era increible. Las calles bullian de jente joven; las terrazas de la playa estaban llenas de grupos de chicos y chicas jóvenes.

Quizás había sido buena idea venir.

Pasé toda la tarde con mis tíos, y ya por la noche nos fuimos a casa. La casa donde vivian, era un ático con una gran terraza , un pequeño salón, la cocina, los baños y la habitación de ellos y otra pequeña para invitados, una a cada lado del salón.

Cenamos en la terraza. Hacía mucho calor y a aquellas horas se agradecía la ligera brisa marina.

A eso de las 12 de la noche mi tío se fué a dormir. Al día siguiente trabajaba y tenía que madrugar. Mi tía Adela y yo nos quedamos en la terraza. Estuvimos charlando durante un buen rato. La verdad que yo no había tenido nunca mucho trato con mis tíos al vivir tan lejos, pero estaba comprobando que mi tía era una mujer encantandora y mu guapa. Aunque para mi en aquella época me parecía mayor (yo solo me fijaba en chicas de mi edad), pude darme cuenta de que estaba muy buena. Era delgada, con un cuerpo escultural. Tenía una larga melena de pelo negro como el carbón.

Charlando, fumando, tomando unas copas, nos dieron las 3 de la mañana. Es hora de irse a la cama - dijo mi tía. Tienes razón. le contesté. Nos despedimos con un beso en la mejilla deseándonos buenas noches.

Me fui a mi habitación, me pegué una ducha de un minuto y me metí en la cama. Hacía tanto calor que quité toda la ropa de la cama y solamente dejé una fina sábana. Completamente desnudo me metí la cama y me tapé con la sábana hasta la cintura.

Solo por curiosidad, abrí el cajón de la mesilla de noche, y cual fué mi sorpresa al comprobar que estaba lleno de ropa interior de mi tía. Braguitas y tangas perfectamente doblados. Cojí la primera braguita del montón. Era de color rojo, casi transparente. El contacto de mis dedos con aquella prenda me hizo tener una erección. Mi polla levantó la sábana haciendola parecer una tienda de camping.

De pronto oí levemente cómo la manilla de mi puerta se empezaba a mover. Lleno de nervios solo acerté a meter la mano que sujetaba la braguita debajo de las sábanas y ponerla encima de mi polla.

La puerta se abrió. Era Adela. Perdona, dijo ella, solo quería saber si estabas cómodo o si quieres que te traiga un vaso de agua.

Supongo que ella notó mi nerviosismo y mi cara sonrojada, pero no dijo nada.

No gracias, contesté yo, no necesito nada tía, y la habitación es perfecta. Os agradezco mucho todo lo que estais haciendo por mi.

Eso no lo digas, dijo ella. Para esto está la familia, para apoyarnos en los momentos difíciles. Se entó en el lateral de la cama y me dió un leve beso en los labios. Fué un roce nada más. Parecía un beso inocente.

Se puso hacía atras y miró hacía el cajón de la mesilla que continuaba abierto. ¿te gustan mis braguitas? preguntó.

Yo supongo que en aquellos momentos mi cara tendría el mismo color que las braguitas que apretaba en mi mano.

Casi tartamudeando le contesté que si, que me gustaban mucho.

Pues estas de aquí son las que casi ya no uso, las tengo mucho más guapas. Mira, dijo, y levantándose se abrió la bata y me mostró lsa que traía puestas. Era un tanga diminuto de color blanco. No llevaba sujetador y sus hermosas tetas apuntaban sus pezones hacia arriba.

Sentí que la polla me explotaba bajo la mano. Ella volvió a cerrarse la bata y se volvió a sentar a mi lado. Su mano derecha se apoyó sobre el bulto que formaban mi polla y mano que tenía sus braguitas.

Yo no podía dar crédito. Mi excitación iba en aumento. Ella apartó la sábana y dejó todo mi cuerpo al descubierto. Yo parecía inmovil.

Con delicadeza separó mi mano de mi polla. Mis brazos reposaban a los lados de mi cuerpo. Suavemente me agarró la polla. Empezó a acariciarla, pasaba su mano por mi polla y por mis huevos. La agarró con fuerza y empezó a meneármela. Su mano subía y bajaba con suavidad la piel de mi polla.

Sus movimientos eran suaves, delicados. Aproximó su boca y dejó caer toda su saliva sobre la punta de mi polla.

El contacto de su saliva sobre mi polla fué como una descarga de placer. Ahora con la polla totalmente humedecida con su saliva, la mano se deslizaba aún con más suavidad.

Yo no acertaba a decir nada. Seguía inmovil. Dejándome hacer.

Me estaba haciendo la mejor paja de mi vida. Volvió a lubricarme la polla otra vez con su saliva. Dejé escapar un gemido.

¡¡¡Schisss!!!, dijo ella. No hagas ruido. No vayamos a despertar a tu tío.

Casi susurando le dije: Enseñame las tetas.

Con la mano que tenía libre, abrio ligeramente la bata y dejó al descubierto las tetas. Mi mano derecha soltó las braguitas que tenía apresadas y se dirigió hacia sus tetas.

Mientras ella me hacía la paja, yo le acariciaba el pezón de su teta izquierda. La yema de mis dedos notó como su pezón se ponía duro.

No hablábamos. El único ruido que se escuchaba en la habitación era el ligero movimiento de su mano meneándome la polla.

Descubrí que la experiencia es un grado, y no hizo falta que le dijera que me iba a correr. Ella lo supo cuando el momento estaba a punto de llegar, se metió mi polla en su boca, y con un par de movimientos de su mano, hizo que toda mi leche saliera despedida hacia el fondo de su garganta. Sentí como los movimientos de su mano se hicieron un poco más violentos. Parecía que me iba a arrancar la polla, pero no, sabía muy bien lo que hacía.

Me corrí dentro de su boca durante unos instantes que parecian eternos. Daba la impresión de que nunca pararía, y ella tragaba mi leche mientras yo me tapaba la boca para no gritar de placer.

Sin decir nada se levantó. Cubrió sus tetas con la bata, me dió otro beso suave en los labios y se fué. Al ir a cerrar la puerta se volvió, me miró y me dijo my bajito: buenas noches, que duermas bien.

¡¡Vaya si dormí bien!!. Caí rendido, agotado. Cuando abrí nuevamente los ojos el reloj marcaba las 11 de la mañana.

me levanté, y entonces fuí consciente de lo violento de la situación. ¿Cómo debía actuar ahora con mi tía Adela?. Me duché y me vestí. No me atrevía a salir de la habitación. No sabía que decir en cuanto me encontrara con ella. Decir buenos días me parecía muy soso, pero tampoco me atrevía a salir y decirle nada sobre lo ocurrido.

Pero estaba claro que no podía quedarme en la habitación el resto de mis vacaciones. Así que me armé de valor y salí de la habitación.

No se oia nada. En el salón, en la cocina, en la terraza no había nadie. La puerta de la habitación de mis tíos estaba cerrada, así que supuse que mi tía Adela estaría aún durmiendo. Me tomé un café y comenzé a dar vueltas por la casa sin saber que hacer.

Al cabo de unos minutos, me acerqué a la puerta de su habitación. Pegué mi oido a la puerta. No se oia nada.

Con cuidado de no hacer ruido abrí lentamente la puerta de la habitación. Allí estaba ella. Tumbada boca arriba sobre la cama, dormida.

Su cabeza ladeada de tal manera que la melena le cubría casi todo el rosto. Un brazo extendido y el otro puesto sobre su vientre. No tenía camisón puesto. Solamente las mismas braguitas que le había visto por la noche.

Me acerqué sigilosamente. Me quedé embobado mirándola. Si anoche me había parecido que tenía muy bueno cuerpo, ahora mirándola detenidamente me daba cuenta de que era mucho más que eso. Estaba buenísima.

Acerqué mi boca uno de sus pezones, y le pasé la punta de la lengua por el. El pezón reaccionó inmediatamente poniéndose duro. Mi tía se revolvió un poco en la cama, pero no se despertó. Hicé lo mismo con el otro pezón, con idéntico resultado.

Mi mano se acercó a la rajita de su coño que se perfilaba perfectamente en aquel tanga blanco. Mi dedo índice recorrió su rajita por encima del tanga. Muy suavemente. No quería despertarla.

Yo quería quitarle el tanga para admirar su chochito directamente, pero no sabia cómo hacerlo sin despertarla.

Despacio, muy despacio, agarré el tanga con mis manos, y muy lentamente, casi imperceptiblemente comenzé a tirar de el hacia abajo. Tan lentamente lo hice que tardé varios minutos en conseguir que el tanga llegara hasta poco más abajo de sus muslos.

Al fin tenía a la vista su rajita. Era la primera vez en mi vida que veía al natural un coño adulto depilado. Nada que ver con la mata de pelo del coño de mi exnovia.

Ahora ya sin el estorbo del tanga, volví a pasar la yema de mis dedos por su rajita, una y otra vez. Sentí como se ponía húmedo al contacto de mi dedo. Tan absorto estaba que no me di cuenta de que Adela había abierto los ojos. Lo supe cuando oí su voz que me decía: ¡¡Cómemelo!!. ¡¡Venga no te cortes, cómeme el coño!!

Su voz me sobresaltó, pero solo durante un instante, porque instantaneamente me lancé a cumplir sus deseos.

Le acabé de quitar (ahora sin ninguna delicadeza) el tanga, y abriéndole las piernas, metí mi cabeza entres sus muslos y me puse a comerle el coño.

Mi experiencia en comer coños era limitada, por no decir nula. Solamente una vez mi ex me había dejado comérselo, y tampoco me pareció que le hubiera encantado. Así que me puse a meterle la lengua y chuparle todo el coño.

Pero una vez más Adela me demostró su experiencia. Cogiendo con sus manos mi cabeza, iba moviéndome como guiandome cada instante. Me hablaba. Me decía: despacio, no corras. No tan fuerte. Así, con suavidad. Así, ahí, acariciame el clítoris con la lengua.

Ella me lo iba diciendo, ella me iba guiando y pidiendo lo que a cada momento necesitaba. Se ve que yo fuí bastante buen alumno, porque al cabo de unos minutos ya empezaba a dominar la técnica de cómo se debe comer bien un coño.

Mientras le comía el coño, con mis brazos estirados hacia sus tetas, le tocaba los pezones.

Mi tía se corrió en mi cara. Sentí sus jugos inundarme la cara. Fué una sensación maravillosa. Yo ahora quería follarla, y se lo dije, pero ella me dijo que no.

Me lo dijo con cariño, me dijo, no Lucas, por ahora está bien. No podemos follar. Ya si acaso más adelante, ya veremos.

Me quedé cortadísimo, pero no dije nada. Me quedé allí con ella durante un rato. Tumbado al lado de ella en la cama. Luego nos levantamos y fuimos hacia la cocina. Al poco llegó mi tío. Salimos los tres a comer.

¿Qué tal Lucas? me preguntó mi tío. Bien, muy bien , le dije yo.

Mi tío mirando hacia su mujer, le dijo: Adela, que no aburra mi sobrino. No te procupes dijo ella, ya me encargaré yo de que se divierta.

Yo quería meterme debajo de la mesa del apuro que estaba pasando.

Comimos y volvimos a casa. Mi tío se fue a dormir un rato la siesta. Hacía mucho calor y la comida me había dado mucha sed. Fui hacia la nevera y me serví un baso de leche bien fria.

¿Quieres? le dije a mi tía.

No gracias, ya sabes cual es la leche que a mi me gusta, y acto seguido me sacó la polla del pantalón y me la mamó otra vez.





PD: Al cabo de unos meses supe el motivo por el que mi tía Adela no me había dejado follarla. Estaba embarazada de mi prima Susana, y el médico le había dicho que no mantuviera relaciones sexuales.

Pero tranquilos....... No fueron mis últimas vacaciones en casa de mis tios, así que al final me la follé ¿O me folló ella a mi? Supongo que esto último.

6 comentarios - Mi tia mamadora

zocoale
buenísimo el relato... me atrajo la atención hasta el final.
Gracias por compartir 😉
cr100
ufffffff :buenpost:
maurelio12
La verdad... que increible!! como no tengo una tia asi 😛
ultra2006
Me facino tu relato esta muy bueno, ojala ya tubiera una tia o alguien mayor asi para que me cumpliera los deseos 🆒
Bastiane123789
wow, como daria por que me pasara eso, que envidia me da!