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Tercer episodio - La Isla

Espero les haya gustado y hayan disfrutado –solos o con su pareja- el segundo relato.

Habían pasado toda la noche juntos, acostados en la misma cama, uno arriba del otro, de costado, en cuclillas, de perrito, etc. Después de unas tres horas de jugueteo y sexo intenso, se habían quedado ambos dormidos después de que Pedro acabara dentro de la cola de Sofia.
Cuando a las nueve y media de la mañana la lancha colectiva dejo a Carola y Samantha -las hermanas de Sofi- en el muelle de la isla, Pedro atisbó a abrir un ojo por el ruido que había escuchado, y quedó semi despierto.
No habían cerrado ni los postigones ni las cortinas del cuarto, por lo que apenas bajaron, las hermanitas asomaron por la ventana antes de entrar haciendo ruido, como siempre.
El espectáculo que vieron se parecía bastante a alguna película calificación XXX que habían visto con amigas, pero nunca lo habían visto en persona, en carne real.
Un hilo de semen aún salía del anito de Sofia, que estaba recostada boca abajo sobre el torso de Pedro, con una pierna cruzada sobre las de él, que estando boca arriba enseñaba a las chicas su gran pene, agrandado más aún por el ejercicio nocturno.
Los glúteos de Sofi se veían redonditos, sus labios aún estaban rosados por tanto roce y mojados por tanta penetración. Su ojetito estaba aún húmedo y relajado, subiendo casi en degradé su color de piel a marrón.
Las hermanitas se miraron y empezaron a bajar sus manos hasta encontrar sus labios, empezando a tocarlos y penetrarse.
A los pocos minutos, Sofi despertó y casi instantáneamente bajó su mano desde el pecho de Pedro hasta su pene. Lo tomó y empezó a acariciarlo en parte en señal de agradecimiento por el placer que le daba y en parte buscándolo nuevamente. Pensó que en cualquier momento llegarían sus hermanas y que ya no podría sentirse tan bien durante el fin de semana.
Pedro despertó definitivamente y se besaron. La rodeó con sus brazos y empezó a acariciarle la espalda, subió hacia su pelo, y después bajó hacia su cintura y sus nalgas. Mientras su miembro se iba agrandando en las manos de su amada, las chicas se mojaban al ver el enorme pene del que disfrutaba Sofía.
Ya había sido tema de conversación entre ellas, pero nunca se lo habían imaginado tan apetitoso.
Inclusive Sofi les había contado de su primera y siguientes experiencias anales y de como las había gozado. De hecho, se lo había contado también a sus mejores amigas, y todas coincidían en que como ella lo contaba, ninguna había sentido tanto placer. Tan pasionales y detallados eran los relatos de Sofía, que cada noche que los escuchaban terminaban tocándose cada una en su cama, y por supuesto, imaginándose estar en la situación relatada por Sofía.
Samy y Caro estaban tan excitadas y concentradas que no escucharon el ladrido del perro del vecino, que hizo que Sofi mirara hacia la ventana y notara su presencia.
Al darse cuenta de que ellas estaban ahí, mirando, quiso darles una lección, y acercándose al oído de Pedro le dijo; amor, nos están mirando mis hermanitas. Enséñales todo lo que sos capaz de hacerme.
Mientras le decía esto le apretó el pene con suavidad y le bajo la pielcita dejando al descubierto su cabezota roja y mojada.
Su pene se hinchó y largo un poco de líquido transparente y viscoso
La besó con pasión, la tomó de la cabeza y la hizo bajar hasta su pelvis.
Pedro tomó su pene por la base y se lo introdujo a Sofi en la boca, para al instante sacárselo y empezar a moverlo de un lado a otro, como haciéndola desear y golpeándole las mejillas con su miembro.
Las hermanas se excitaban tanto que empezaron a tocarse entre ellas. Caro busco un consolador que llevaba en su bolso para las noches de soledad, y se lo metió bien profundo, mientras Samy le tocaba el ano y lo penetraba con el dedo índice.
Finalmente el pito de Pedro entró en la boca de Sofi que empezó a chuparlo como si fuera el más rico helado del mundo. Lo lamía desde la pelvis -lampiña a propósito- y al llegar a la punta se lo metía como besándolo y jugándole adentro con la lengua.
El pito de Pedro se agrandaba con cada chupada y lamida, y sus venas parecían cordones montañosos.
Pedro tomó los hombros de Sofi y le hizo ademán de que se diera vuelta. En seguida estaban en un 69 perfecto.
Entonces Samy le sacó el juguete a su hermana, lo chupó saboreando los jugos de su hermana y lo bajó hasta metérselo entre los labios. Caro le devolvió el favor de jugar con su ano y mojándoselo con baba le metió el pulgar y haciendo círculos llegó a metérselo entero.
Entonces Sofi se incorporó, dio la vuelta y abriéndose de piernas se subió sobre Pedro, tomando su pito, lo levantó dirigiéndolo a sus labios y se agacho sobre el, pegando un grito de enorme placer al introducírselo. Cabalgó mientras las chicas se concentraban en como el pito de Pedro entraba y salía y no se perdían ni un milímetro de esa imagen que ya empezaban a adorar y desear.
En cuchillas Sofi se sentaba sobre su trofeo mientras Pedro la agarraba de sus cachas. Las abría y dejaba al aire su anito redondo, relajado, ya morado y húmedo, la ayudaba a subir y bajar, y subir y bajar, y buscaba su ano, para hacerle desear ser penetrada por ahí. Él sabia que el mínimo roce le haría recordar a Sofi el inmenso placer que él le daba por atrás.
Al tocarle suavemente, empezó a rodearle el agujerito, mientras Sofi bajaba el ritmo de su cabalgada y empezaba a sentir con más intensidad su canal trasero.
Cuando freno y se saco el pito de los labios las chicas pensaron que habían acabado y que no verían el semen salir de ese bello pene, y se lamentaron por no haber advertido cuando este se había hinchado para dejar paso al torrente de placer.
Pero no se habían perdido nada, y con suma atención siguieron el camino que recorrieron el pito del novio de su hermana, hasta llegar a posarse y entrar de a poco en su ano. El agujerito se le agrandaba naturalmente, como si fuera una boca comiendo un pico dulce, y se veía suavecito, redondito, relajado y jugoso.
De a poco el pito de Pedro empezó a desaparecer en el anito de Sofi, hasta llegar a entrar por completo. Después apareció hasta salirse y dejar al descubierto todo su tamaño y el ojetito abierto de Sofi.
Al ver esa imagen, Samy saco el consolador de su vagina, y se lo poso en su ano, y Caro ayudándola empezó a metérselo de a poquito.
El pito de Pedro se había puesto rojo y duro, y las chicas estaban por acabar de tanta sensación.
A Caro se le prendió la idea de filmarlos, tomó su celular y lo dejó paradito sobre la ventana, porque no quería perderse ni un instante del placer que veía, daba a su hermana, y de ella recibía.
En un momento Sofi se incorporó, bajó de la cama y comenzó a chuparle nuevamente el pito a Pedro, con tanta intensidad que parecía que fuera lo último que haría en su vida.
Con una mano, Pedro acompañaba el movimiento de la cabeza de Sofi, y con la otra acariciaba sus nalgas, su ano y sus labios. Habían olvidado que estaban ofreciendo un espectáculo inigualable a las chicas, y ya rendidos al éxtasis extremo, Pedro se levantó dejándole el lugar a Sofi, que posando sus antebrazos en la cama, levantó su cola para entregársela definitivamente a Pedro.
Él jugó unos instantes con su lengua, lamiéndole el clítoris –bordó ya a esta altura- y subiendo hasta llegar a su cola. Mientras tanto, Sofi no desperdiciaba sus manos y su boca convirtiendo el pito de Pedro en un objeto de innegable admiración y deseo.
Las chicas querían estar ahí para ser penetradas, pero esa mañana, ese miembro sería sólo de Sofi.
Pedro subió a la cama, y de pié a espaldas de Sofi, fue metiendo de a poco su pito en su cola, hasta introducirlo completamente, mientras ella alzaba su cuello y su cabeza en una evidente señal de un disfrute inmenso.
Comenzaron lenta y rítmicamente, aumentando la fricción y el traqueteo, hasta llegar a una profunda –en todo sentido- penetración, en un momento en que el pito de Pedro descargó un torrente interminable de su líquido caliente en el canal trasero de Sofi, que gritó y gimió como nunca antes sus hermanas habían escuchado.
Mientras gozaban ambos de tanta pasión y orgasmo continuo, mientras el ano de Sofi se relajaba por completo y gozaba del calor y la humedad que ese enorme pito le daba, sus hermanas también llegaban al orgasmo, mojándose las entrepiernas con solo mirar como, cada vez que el pito que pertenecía a su hermana se metía y salía de su cola y lo veían crecer con cada gota de semen que derramaba, y lo deseaban como nunca sentir así, como lo estaba haciendo su hermana.
Hasta que al final, al sacar fuera su pito, y darse vuelta sobre sí, Sofi empezó a besarlo y a chuparlo, agradeciéndole, alabándolo y gozándolo, y sin querer, miró hacia la ventana y guiñó un ojo.

1 comentarios - Tercer episodio - La Isla

max_cady
Buen final, che. Gracias por relatar.
Saludos.