Querido Esposo:
Elegí escribirte para contarte algunas cosas que no me atrevería a decirte personalmente.
Hace muchos años que estamos juntos. Entre noviazgo y matrimonio mas de 20 años. Los dos pasamos los 40 años.
Pasamos momentos buenos y malos, y comprendí que, con el tiempo, era lógico que la pasión se fuera enfriando. Debo confesar que ya no sentía lo mismo cuando hacíamos el amor, y me imagino que vos tampoco.
Pero a pesar de todo, siempre consideré que la fidelidad era importante para nuestra pareja, y jamás pensé en engañarte. Estaba convencido que tenías la misma convicción.
Hace unos meses, viajé unos días a visitar a unas primas, te acordás?.
Al regreso estuviste particulamente amoroso y romántico, y me costó mucho trabajo aceptar tu conducta.
La segunda noche que volví fuimos a cenar, y al volver a casa me besaste y me llevaste al dormitorio. Allí me desvestiste con ansias y me besaste por todo el cuerpo . Me arrojaste sobre la cama y tu boca recorrió todo mi cuerpo. Estabas tan caliente que ni notaste mi pasividad. Te desnudaste y con tu verga dura, te arrojaste sobre mí.
Me seguiste besando mientras separabas mis piernas y me penetrabas violentamente. Me dolió un poco porque no me había lubricado. No estaba aún excitada y no creo que lo hubiera conseguido en toda la noche. Me mordí los labios para no gritar y después de un rato conseguí que desmontaras y me dejaras arrodillarme en la cama. Me imagino que interpretaste mi cambio como una maniobra excitante, pero solo lo hice para que cuando me montaras, como lo hiciste y comenzaste a bombearme, pudiera acariciarte las bolas y acelerar tu orgasmo. En minutos te vaciaste dentro mío, y caíste sobre mí. Luego de un rato nos dormimos.
Te preguntarás porque me comporté de esa manera, y te lo explicaré.
Te extrañé tanto en ese viaje que decidí volver unos días antes. Quise darte una sorpresa, y la sorpresa fue mía. Volví, y entré sin hacer ruido. Te busqué por la casa y al acercarme al dormitorio unos ruidos llamaron mi atención.
Cuando me asomé, te ví desnudo, acostado detrás de mi mejor amiga y penetrándola sin descanso mientras gemían y gritaban los dos. Salí sin hacer ruido, y cuando cerraba la puerta los escuché llegar al climax.
En la calle, comencé a caminar sin rumbo,con una mezcla de desilusión y rabia. Luego de unas cuadras, paré un taxi y le dí una dirección al azar. Lo único que quería era alejarme de allí lo más rápido posible. Al rato el taxista me avisó que habíamos llegado. Le pagué y bajé, quedándome parada en la vereda, en un lugar desconocido.
Me seguía preguntando como habíamos llegado a esta situación y no le encontraba explicación. Siempre había estado a tu lado y ella era mi amiga de la infancia. La desilusión comenzó a dejar cada vez más lugar a la furia y el despecho.
En la esquina había un bar de aspecto bastante sombrío. Sentí frío. Con mi bolso y mi valija entré a tomar algo. Me senté en una mesa del fondo.
Se acercó el mozo y me preguntó que quería tomar. Le pedí un café y un cognac, sin mirarlo. Al rato me dejó sobre la mesa mi pedido. Me quedé allí y el tiempo pasó sin que me diera cuenta. Al rato se acercó preguntandome si deseaba algo mas, y repetí la misma orden. Como notó mi estado me preguntó que me pasaba.
Miré al mozo y recién noté que se trataba de un joven de unos 28, 30 años, algunos menos que yo. Alto, cabello castaño, ojos marrones, una barba de un par de días. Sus brazos se veían fuertes y su cuerpo proporcionado. Le agradecí su preocupación pero le dije que eran cuestiones personales.
Trajo mi pedido y separando una silla se sentó, diciéndome que su turno había terminado y que se ofrecía a escucharme. Negué tal posibilidad. Sabes de sobra que no hablo con desconocidos, pero el insistió diciendo que justamente algunas veces es mejor hablar con desconocidos. O permanecer en silencio, si quería.
Tomé el café y el cognac y lentamente comenzamos a hablar de trivialidades. El hielo se fue quebrando y en media hora fuimos llegando al tema. Le conté sin tapujos lo que había pasado, sin poder evitar algunas lágrimas, ni mostrar mi furia. Me preguntó mi nombre y a continuación me dijo que con el tiempo las relaciones se estancan y la rutina las adormece. Que el hecho de que acostaras con otra mujer no significaba que hubieras dejado de quererme. Que era sexo, y nada mas, dijo.
Yo por mi parte, furiosa le pregunté como si hubieras sido tú quien estaba, si yo también no tenía necesidades, si no necesitaba sentirme deseada. El calmadamente me respondió que yo debia sentirme deseada porque era muy hermosa. Rechacé su galantería dejando a las claras que tu habías sido mi único hombre, y ahora te acostabas con mi mejor amiga y gozabas como un animal.
Mi circunstancial amigo me preguntó picaramente que era lo que realmente me molestaba: ¿ Que me engañaras o que tu gozaras y yo no? ¿ Que tú tuvieras experiencias fuera del matrimonio que yo no tuve? Y comprendí que todo eso me molestaba al mismo tiempo. ¿ Cuál es tu fantasía más loca ? Preguntó y sin darme cuenta, con el descontrol que sentía, le dije que deseaba tener relaciones con varios hombres al mismo tiempo. Si tuvieras oportunidad ¿ lo harías? Me dijo. No le contesté pero pensé que en ese momento era capaz de cualquier cosa. Y comenzamos a jugar con la idea. Donde, como, cuando, con quien. Y cada frase, cada gesto me iba llevando lentamente a lo inevitable. Tenía frente a mí a un macho atractivo, y totalmente desconocido. Nada de lo que hiciera con él, trascendería nunca a mi mundo, a mis amigos, a mi familia. La idea comenzó a darme vueltas y comencé a saborearla como una golosina.
El describió que es lo que yo tendría que haber hecho si hubiera estado realmente decidida. Entrar a un bar, como ese, y buscar una mesa donde hubiera varios hombres sentados y que me gustaran. Le dije que no era ese el caso, que quizás habia entrado decidida pero no encontré ninguna mesa como la que el describía. Bueno, me dijo eso sería un problema, pero con un poco de suerte, quizás encuentres a un hombre que comparta su piso con un par de amigos, al cual mas viril, y entonces se podría planificar algo. Mientras decía esto tomó mis manos sobre la mesa, y yo no hice nada por alejarlo. Sonreí nerviosa, y le dije que seguramente compartía su piso con unos amigos, a lo que el se rió. Pero, agregué, eso no significa que tus amigos estén siempre en la casa esperando si aparece una oportunidad como esta. Por toda respuesta una de sus manos acarició mi pierna por debajo de la mesa, y subió lentamente por mi muslo, debajo de mi pollera. Me quedé paralizada.No se si fue la excitación del momento, o la furia que tenía, pero no reaccioné. Al comienzo. Cuando su mano buscó mi sexo, abrí mis piernas para facilitar su excursión.
Comenzó a contarme cosas de su vida, de sus desengaños, pero debo reconocer que escuchaba todo como si estuviera muy lejos. Mis sentidos estaban puestos en esos dedos que jugaban con mi cuerpo, y que parecían electrificados. Luego de unos minutos retiró su mano y me sentí vacía. Deseaba que siguiera. Mi cara me debe haber delatado, porque el sacó su móvil y me dijo que podía llamar a sus amigos. Que tenía la oportunidad de arrepentirme hasta que el les avisara, pero que después de efectuada la llamada, tendría que levantarme y acompañarlo.
Esperó un largo minuto mi reacción. Me quedé allí mirándolo sin decir nada, y el comenzó lentamente a escribir un mensaje. Cuando terminó me miró por un segundo y lo envió. Volvió a tomar mi mano suavemente y esperó. Unos minutos después llego la respuesta. La leyó y tomándome de la mano me invitó a seguirlo. Mi cuerpo siguió a mi mano, sin resistirse.
Salimos del bar tomados de la mano, sin hablar, caminamos por la calle
hasta la esquina, y allí giramos a la derecha por una cortada muy tranquila.
Tres cuadras mas adelante, entramos por un pasillo. Varias puertas se veían, todas cerradas y llegamos hasta el fondo. Sacó una llave y abrió y me hizo pasar.
Dentro una mesa y cuatro sillas, un sofá amplio, y una arcada que separaba un dormitorio con una cama matrimonial. Me llevó hasta el sofá, hizo que me sentara y se sentó a mi lado. Acarició mi rostro muy suavemente, me dijo que era muy bonita y comenzó a besarme. Le pregunté su nombre. Daniel, me dijo, pero nunca sabré si es real.
Sus labios tomaron posesión de los míos, y su lengua exploró mi boca. Después bajó por mi cuello y sus manos desabrocharon mi blusa para poder seguir bajando con sus besos. Una de mis manos entró por su camisa y acarició su pecho velludo y plano. El peso de su cuerpo iba inclinando el mío hasta quedar recostada en el sillón.
Sus manos terminaron de desabrochar mi blusa y levantó mi corpiño para apoderarse de mis pechos, primero con sus manos y luego con su boca. Levanté mis brazos por encima de mi cabeza, para facilitar que mi blusa y corpiño salieran, situación que mi pareja detectó de inmediato y de un solo movimiento dejó mi cuerpo desnudo de la cintura para arriba.
Se separó un instante, recorrió mi cuerpo con su mirada, y sonriendo, volvió a caer sobre mis pechos con su lengua, recorriendolas completas como si fueran de crema. Mi excitadión era increíble. Hacía años que no sentía esto, si es que alguna vez lo había sentido ( perdona mi franqueza). Este joven sabía como conseguir lo mas caliente de mí.
Luego de un rato, se separó y desabrochando mi pollera, la sacó por mis pies, sacando mis zapatos en el proceso. Sus manos entonces, bajaron por mi cintura, mis caderas y mis muslos, para volver a subir, quedando una de ellas en mi entrepierna, jugueteando con mi sexo a través de la tanga.
Acercó su boca a mi oído, para preguntarme si me gustaba. Ni te imaginas, contesté. Se levantó y me invitó a que lo desnudara.
Me levanté y procedí a terminar de desabrochar su camisa, quitándosela desde atrás, y aproveché para apreciar su espalda, sus anchos hombros, y pasar un dedo por su dorso, hasta su cintura. Luego volví a colocarme frente a el, me senté en el sillón y le quité los zapatos y las medias, desaté su cinturón, desabroché su pantalón y lo ayudé a caer hasta el piso. Con un ágil movimiento sacó sus pies de la prenda y se quedó allí de pie, con sus piernas algo separadas. Frente a mí, su slip mostraba un bulto interesante. Lo acaricié timidamente, y sentí como latía. Mis manos comenzaron a frotar su miembro por encima de la prenda.
Luego de un rato, se notaba su vara de carne hacia arriba,cruzada hacia la izquierda dentro del slip, pugnando por salir. Mis manos a cada lado de la prenda la tomaron y la bajaron lenta pero firmemente... Ante mis ojos, a no mas de 30 cms. Una verga dura y larga, comenzó a asomarse. Cuando el slip terminó de bajar, quedó allí horizontal, y sacudiendose con los latidos. Terminé de bajar la prenda que él también descartó con un movimiento y recorrí con mis manos sus rodillas subiendo lentamente.
Mi amor, sabes que el sexo oral nunca fue mi mayor virtud, y allí estaba sabiendo que mi pareja deseaba que se la chupara, y yo ganaba tiempo recorriendo sus piernas lentamente tratando de decidir que haría. El se dio cuenta de mis dudas, y tomó la iniciativa. Se agachó y tomando mi cabeza me besó profundamente, recorriendo mi boca con su lengua, obligándome a separar los labios y dejar que me poseyera. Y lo dejé. Cerré los ojos y disfruté de su lengua recorriendo el interior de mi boca. Luego de un minuto, quitó su lengua y antes de que pudiera reaccionar, su verga se introdujo hasta la mitad en mi boca. Abrí los ojos para reprochar su actitud, pero al verlo gozando con los ojos cerrados, cerré los míos y comencé a chupar como una posesa. Una de mis manos jugó con sus pelotas que estaban duras, llenas, y calientes. La otra tomó su verga y retirando su piel dejé su cabeza libre para que mi lengua pudiera acariciarla.
Entretenida en la tarea, no oí que la puerta se abrió. Cuando una mano recorrió mi espalda, no me sorprendió, concentrada como estaba, hasta que caí en la cuenta que las manos de mi amante circunstancial estaban en mi cabeza, abrí los ojos y veo dos muchachos, más jovenes aún que el primero, que miraban con deleite.
Nos reprocharon haber empezado sin ellos. No respondí por obvias razones pero Daniel les dijo que solo había sido para pasar el rato, y que la fiesta todavía no había empezado.
Los jovenes elogiaron mi cuerpo y se sentaron una a cada costado. El de la izquierda comenzó a acariciar mi espalda suavemente, mientras que el de la derecha comenzó a jugar con mis pezones. La mano en mi espalda bajó hasta mi trasero y allí se quedó. La que jugaba con mis pezones comenzó a magrear mis tetas completamente. Volví a cerrar mis ojos, y disfruté de las sensaciones cruzadas que experimentaba. Parecía que un pulpo estaba aprovechándose de mi. Sentía las manos en mi cabeza, dirigiendo la fellatio y a la vez en mis tetas y en mi culo, y otra mano bajó por mi estómago hasta tomar posesión de mi sexo, y un dedo por debajo de mi tanga comenzó a jugar con mis labios vaginales y a introducirse lentamente en mi sexo. Perdí el poco control que me quedaba y alcancé un orgasmo explosivo. Al no poder gritar por tener la boca ocupada, me tragué esa verga hasta el fondo de mi garganta. Las pelotas de Daniel chocaron contra mi barbilla. No había mas para tragar.
Mi orgasmo mereció una exclamación de placer de los machos. Sabían que había perdido el poco control que tenía.
Daniel, sacó su verga de mi boca y me dejó que completar mi orgasmo. Cuando me normalicé, abrí los ojos y lo miré. Me dijo sonriendo que sus amigos aún estaban vestidos.
Me levanté como una autómata y tomando al de la izquierda lo hice ponerse de pie, y rápidamente le quité su remera, sus zapatillas, medias y pantalón. No tenía ropa interior, así que de inmediato quedó a la vista un aparato un poco más corto que el de Daniel pero igual de enfurecido. Daniel, a mi espalda, aprovechó la posición para bajarme la tanga y dejarme totalmente desnuda.
Cuando tomé al de la izquierda para hacer lo mismo, Daniel se colocó a mi espalda y deslizó su verga entre mis piernas, dejándola apoyada en mi sexo. Podía sentir sus latidos.
El moreno dejó que hiciera mi trabajo, y me miraba sonriente con sus ojos brillosos. Cuando descubrí su verga no pude evitar sorprenderme. Tenía ante mí una vara de campeonato. Gruesa, larga, oscura, y con una cabeza que parecía un durazno.
No pude evitar masturbarla un segundo, y al descubrir su cabeza, el líquido que brotaba decía a las claras que estaba más que desesperado. Sin dejar de mirarlo me agaché y la tome con la boca.
En mi deseperación por chupar esa verga, había quedado inclinada y le estaba ofreciendo mi sexo descaradamente. Daniel pidió condones. Sentí un envoltorio que se rompia, La verga de Daniel abandonó el lugar donde estaba, y al minuto volvió, encapuchada, buscando mi agujero. Abrió mis labios con una de sus manos y dirigiendo correctamente su verga me penetró lentamente hasta el fondo. Al comienzo intenté cerrar las piernas, pero cuando la penetración se iba completando me fui aflojando y lo dejé entrar. Una vez adentro, comenzó lentamente a bombearme, saliendo casi por completo y volviendo a introducirse hasta el fondo. Lo dejé entretenido en su trabajo y volví a dedicarme a la herramienta del morocho. Se la chupé toda y debo reconocer, con vergüenza que hasta los huevos le chupé, cosa que a tí nunca quise hacerte. Mientras, el joven me acariciaba los cabellos y el rostro con ternura, y Daniel aferrado a mis caderas aceleraba sus arremetidas próximo a acabar.
El tercero, sentado en el sofá, se masturbaba lentamente viendo en directo la peli porno que estabamos exhibiendo. Su cara de placer era igual a la de sus amigos.
Un grito y un empujón que me llenó como nunca, me hicieron saber que quien me estaba poseyendo se estaba vaciando. La situación me llevó a un nuevo orgasmo igual que el anterior. Cuando Daniel terminó de llenarme cayó sobre el sillón y quedó alli boqueando para recuperar la respiración. La punta del condón se veía llena de leche. A mi me temblaban las piernas. El moreno, delicadamente me llevó hasta la cama y una vez recostada allí, se acostó a mi lado y empezó a besarme y chuparme toda. Su amigo nos acompañó y ubicándose a mis pies, separó mis piernas y su boca comenzó a recorrer mi vagina. Su lengua entraba y salía de ella con maestría, y yo volaba. De paso, ¿ porqué nunca te interesó el sexo oral? ¿ O no te interesó conmigo? No importa, le preguntaré a mi amiga cuando la vea.
Mi mano apretaba esa verga morena con desesperación. Parecía que cada vez estaba mas gruesa. El joven no aguantó mas y corriendo a su amigo se arrodilló entre mis piernas, se colocó un condón , levantó mis piernas hasta que apoyaron en sus hombros y dirigió su lanza .
Si no hubiera estado tan excitada, seguramente no hubieramos podido acoplarnos. Era muy grande. Pero como estaba en ese momento, no hubo ningún problema. Su cabeza se abrió paso y lentamente se dejó caer sobre mis piernas hasta que sin saber como nuestros cuerpos se tocaron, mientras la conjunción era total. Un grito de placer salió involuntariamente de mi garganta y el joven se asustó, pensando que me dolía. Cuando le dije que siguiera se liberó totalmente y me poseyó con furia. El mete y saca era bestial. Yo estaba en el limbo, al borde del orgasmo, pero sin alcanzarlo, suspiraba y lloraba al mismo tiempo. No creí que el placer pudiera ser tan grande. En un momento alcancé el climax pero en lugar de caer, me mantuve en la cima hasta creer que me iba a morir. Mi corazón latía desbocado y mi cuerpo vibraba sacudido por los espasmos que se sucedían uno tras otro. Los apretones que mi vagina le daban a esa verga apuraron el desahogo y enterrándola hasta el fondo comenzó a escupir semen de manera incontrolable. Su boca en mi oído me decía lo puta que era, como me estaba llenando con su leche, que me iba a coger toda la noche hasta que pidiera clemencia, y mil barbaridades mas que lo único que conseguían era excitarme más si eso era posible. Al rato, quedamos rendidos y su verga blanda fue saliendo de mi cuerpo, y mi macho quedó acostado con los ojos cerrados.
Cuando abrí los ojos me encontré con mi tercer nuevo amigo, que a los pies de la cama, arrodillado sobre ella me miraba mientras descapuchaba su verga y se colocaba un preservativo. Me senté en la cama para tratar de alcanzarlo, pero me dijo que estaba muy excitado, que no lo tocara porque se correría, y que por favor me pusiera en cuatro patas. Me di vueltas y despacio fui levantando mi trasero, sabiendo que la vista lo iba a terminar de enloquecer. Apenas había llegado a arrodillarme y a apoyar mis codos en la cama, cuando sentí que me penetraban y un jinete me cabalgaba a gran velocidad. Pasó sus manos a mis costados y se apoderó de mis tetas como si fueran soportes para impulsarse y aceleró. Luego de un rato tomó mis cabellos como si fueran riendas y siguió empujando. Al final, me tomó de las caderas y acabó. Gritaba como un loco, ordenandome que me tomara su leche, y por fin cayó sobre mi espalda. Todo lo ocurrido me había dejado muy cansada, así que no pude aguantar el peso de mi pareja y caí sobre la cama con él encima.
Querido: Ahora realmente entiendo tu decisión de buscar fuera de nuestro matrimonio el sexo. Mi experiencia fue fabulosa. Pero no terminó allí.
Luego de un rato de descansar, Daniel preparó café para todos y nos sentamos los cuatro a la mesa. Charlamos, nos conocimos un poco mejor, y me preguntaron que cosas del sexo no me gustaban. Les dije que nunca había practicado sexo anal y que no quería hacerlo, lo que aceptaron para preguntarme luego a que hora tenía que irme. Les dije que nadie me esperaba en casa hasta la tarde del día siguiente. Tendrias que haber visto la cara de felicidad de los muchachos. Ahí mismo se organizaron para preparar la cena y me invitaron a que me quedara con ellos hasta que tuviera que volver a casa. Considerando que no tenía donde quedarme acepté. Me prestaron una camisas de uno de ellos, que apenas abotonada cubría parte de mis muslos y dejaba ver el valle entre mis pechos. Se notaba la excitación de los machos, pero también que no tenían ningún apuro para disfrutarme. Daniel y Raúl, el mas jovencito se vistieron y fueron a comprar la cena. Yamil, el moreno se quedó conmigo para preparar la mesa.
Fuimos a la cocina y comenzamos a acarrear las cosas para comer. Jugando nos acariciabamos cuando nos cruzábamos, hasta que la verga de mi amigo mostró que ya no era un juego. Tomó un condón se lo colocó, y llevándome a la cocina, me sentó sobre la mesada y me empaló. La altura era justa para que la penetración fuera total. Lo abracé con mis piernas y brazos y nos besamos profundamente, hasta que alcanzamos el orgasmo juntos y nos quedamos allí abrazados. Cuando nos tranquilizamos seguimos con los preparativos. Al rato llegaron los otros dos y cenamos. Yamil y yo nos habíamos vestido también, por lo que la cena fue lo más formal que te puedas imaginar.
Después de la cena escuchamos música y no relajamos, y por último los muchachos pusieron una porno que habían alquilado cuando salieron. Tu sabes que nunca me pusieron las pornos. Siempre me parecieron muy mecánicas muy preparadas y sin deseo. Pero mis amigos habían elegido una de gangbang, donde varios hombres poseen al mismo tiempo a una mujer. Comenzamos a verla y noté como la situación nos excitaba a todos. En un momento dado, a la actriz la obligaban a chupar todas las vergas y los hombres le acababan en la boca uno tras otro, y Daniel dijo que era una linda escena para verla en vivo. Dicho esto sacó su verga y me llamó para que se la chupara. Sin que tuvieran que repetir la orden me arrodillé y me la metí en la boca. Daniel le contaba a sus amigos lo que sentía y el placer que le estaba dando. Hasta les avisó cuando iba a correrse y que yo me iba a tomar toda su leche. Sabes que nunca lo hice, pero me dio pena defraudarlo así que seguí hasta que noté que se puso tenso y 4 chorros, a cual más caliente me llenaron la boca. Yo simplemente tragué y seguí chupando hasta dejarle el caramelo reluciente. Cuando lo solté, sus amigos se habían desnudado y dos vergas más esperaban el mismo tratamiento. Uno tras otro los fui chupando y ellos fueron acabando en mi boca, y yo como la primera vez, tragué y limpié. Las sensaciones eran inenarrables. Al terminar estaba realmente cansada. Mis amigos comprendieron y me dejaron que fuera a dormir. Prepararon para mi la habitación con la cama matrimonial y ellos se acomodaron en el salón, uno en el sofa , los otros en el suelo. Me sorprendió la atención, pero ingenua de mí, no tenía experiencia en estas cosas.
Me acosté y me dormí de inmediato. Sin embargo esa noche no pude dormir de corrido más de media hora. Cada rato uno de ellos se subía a la cama y me poseía, en todas las formas que puedas imaginarte. De costado, poniéndose detrás mío, me separaban las piernas y me penetraban, O también de frente, se ubicaban entre mis piernas y me clavaban hasta el fondo Yo, entredormida, a veces no alcanzaba a despertarme antes de que se corrieran. Otras veces se retiraban sin correrse, para volver mas tarde a completar la faena y me despertaban los gritos al alcanzar el orgasmo, y ante lo morboso de la situación yo también me corría. No ssabia en que momento iba a tener una verga dentro mío, ni de quien iba a ser. Recién a la madrugada la situación se tranquilizó, cuando mis amantes quedaron satisfechos y agotados, y pude dormir de un tirón hasta media mañana.
Me despertó el aroma del café y estaban en la mesa mis amigos esperándome. Desayunamos mientras ellos comentaban lo bien que la habían pasado conmigo, y la pena que sentían que tuviera que irme. Les agradecí pero les dije que ya no tenía edad para soportar muchos dias como ese. Estaba realmente cansada y dolorida y quise darme una ducha antes de irme para sacarme los olores a macho que tenía por todo el cuerpo. Me indicaron el baño y allí fui. Cuando estaba bajo la ducha, la puerta del baño se abrió y los tres, desnudos y erectos entraron. De a uno fueron entrando a la ducha y cada uno de ellos me besó, me acarició todo el cuerpo, hizo que se la chupara y luego me poseyó. Daniel hizo que me agachara y me tomara de las canillas, para montarme por atrás, usando mis tetas y hombros como palanca para penetrarme hasta el fondo. Raùl se sentó en el inodoro e hizo que lo montara y me empalara por mis propios medios, de frente a el mientras me chupaba las tetas. Yamil me levantó y apoyandome contra la pared me penetró mientras mis piernas y brazos lo rodeaban como si fuera un parásito que quisiera beber toda su esencia. Con cada uno de ellos me corrí. Nunca pensé que se pudiera disfrutar tanto.
Por fin, pude juntar mis cosas, vestirme y despedirme de ellos. Sobre la mesa de luz estaban los condones que habíamos utilizado. Había 10, a cual mas lleno de leche. 10 polvos, sin contar las veces que se derramaron en mi boca y tragué todo con deleite. Y me quedó la duda de si a la noche alguno de ellos no se habia corrido dentro mío sin ninguna protección. Entre sueños sentí alguna vez un líquido que me quemaba.
Por todo esto, querido, es que llegué tan cansada de mi viaje, y el primer dia inventé mil excusas para no acercarme a tí. Por eso o por el enojo que aún sentía.
Te ví en la cama con mi mejor amiga. Lo que tendrás que decidir ahora es si lo que te conté realmente ocurrió o lo estoy imaginando para ponerte celoso. Si decides que es cierto, te pregunto: ¿ Le diste a mi amiga, todo lo que mis amigos me dieron a mí?¿ Valió la pena?. Con afecto. Tu mujercita fiel y mentirosa. O tu mujercita muy puta pero honesta.
Elegí escribirte para contarte algunas cosas que no me atrevería a decirte personalmente.
Hace muchos años que estamos juntos. Entre noviazgo y matrimonio mas de 20 años. Los dos pasamos los 40 años.
Pasamos momentos buenos y malos, y comprendí que, con el tiempo, era lógico que la pasión se fuera enfriando. Debo confesar que ya no sentía lo mismo cuando hacíamos el amor, y me imagino que vos tampoco.
Pero a pesar de todo, siempre consideré que la fidelidad era importante para nuestra pareja, y jamás pensé en engañarte. Estaba convencido que tenías la misma convicción.
Hace unos meses, viajé unos días a visitar a unas primas, te acordás?.
Al regreso estuviste particulamente amoroso y romántico, y me costó mucho trabajo aceptar tu conducta.
La segunda noche que volví fuimos a cenar, y al volver a casa me besaste y me llevaste al dormitorio. Allí me desvestiste con ansias y me besaste por todo el cuerpo . Me arrojaste sobre la cama y tu boca recorrió todo mi cuerpo. Estabas tan caliente que ni notaste mi pasividad. Te desnudaste y con tu verga dura, te arrojaste sobre mí.
Me seguiste besando mientras separabas mis piernas y me penetrabas violentamente. Me dolió un poco porque no me había lubricado. No estaba aún excitada y no creo que lo hubiera conseguido en toda la noche. Me mordí los labios para no gritar y después de un rato conseguí que desmontaras y me dejaras arrodillarme en la cama. Me imagino que interpretaste mi cambio como una maniobra excitante, pero solo lo hice para que cuando me montaras, como lo hiciste y comenzaste a bombearme, pudiera acariciarte las bolas y acelerar tu orgasmo. En minutos te vaciaste dentro mío, y caíste sobre mí. Luego de un rato nos dormimos.
Te preguntarás porque me comporté de esa manera, y te lo explicaré.
Te extrañé tanto en ese viaje que decidí volver unos días antes. Quise darte una sorpresa, y la sorpresa fue mía. Volví, y entré sin hacer ruido. Te busqué por la casa y al acercarme al dormitorio unos ruidos llamaron mi atención.
Cuando me asomé, te ví desnudo, acostado detrás de mi mejor amiga y penetrándola sin descanso mientras gemían y gritaban los dos. Salí sin hacer ruido, y cuando cerraba la puerta los escuché llegar al climax.
En la calle, comencé a caminar sin rumbo,con una mezcla de desilusión y rabia. Luego de unas cuadras, paré un taxi y le dí una dirección al azar. Lo único que quería era alejarme de allí lo más rápido posible. Al rato el taxista me avisó que habíamos llegado. Le pagué y bajé, quedándome parada en la vereda, en un lugar desconocido.
Me seguía preguntando como habíamos llegado a esta situación y no le encontraba explicación. Siempre había estado a tu lado y ella era mi amiga de la infancia. La desilusión comenzó a dejar cada vez más lugar a la furia y el despecho.
En la esquina había un bar de aspecto bastante sombrío. Sentí frío. Con mi bolso y mi valija entré a tomar algo. Me senté en una mesa del fondo.
Se acercó el mozo y me preguntó que quería tomar. Le pedí un café y un cognac, sin mirarlo. Al rato me dejó sobre la mesa mi pedido. Me quedé allí y el tiempo pasó sin que me diera cuenta. Al rato se acercó preguntandome si deseaba algo mas, y repetí la misma orden. Como notó mi estado me preguntó que me pasaba.
Miré al mozo y recién noté que se trataba de un joven de unos 28, 30 años, algunos menos que yo. Alto, cabello castaño, ojos marrones, una barba de un par de días. Sus brazos se veían fuertes y su cuerpo proporcionado. Le agradecí su preocupación pero le dije que eran cuestiones personales.
Trajo mi pedido y separando una silla se sentó, diciéndome que su turno había terminado y que se ofrecía a escucharme. Negué tal posibilidad. Sabes de sobra que no hablo con desconocidos, pero el insistió diciendo que justamente algunas veces es mejor hablar con desconocidos. O permanecer en silencio, si quería.
Tomé el café y el cognac y lentamente comenzamos a hablar de trivialidades. El hielo se fue quebrando y en media hora fuimos llegando al tema. Le conté sin tapujos lo que había pasado, sin poder evitar algunas lágrimas, ni mostrar mi furia. Me preguntó mi nombre y a continuación me dijo que con el tiempo las relaciones se estancan y la rutina las adormece. Que el hecho de que acostaras con otra mujer no significaba que hubieras dejado de quererme. Que era sexo, y nada mas, dijo.
Yo por mi parte, furiosa le pregunté como si hubieras sido tú quien estaba, si yo también no tenía necesidades, si no necesitaba sentirme deseada. El calmadamente me respondió que yo debia sentirme deseada porque era muy hermosa. Rechacé su galantería dejando a las claras que tu habías sido mi único hombre, y ahora te acostabas con mi mejor amiga y gozabas como un animal.
Mi circunstancial amigo me preguntó picaramente que era lo que realmente me molestaba: ¿ Que me engañaras o que tu gozaras y yo no? ¿ Que tú tuvieras experiencias fuera del matrimonio que yo no tuve? Y comprendí que todo eso me molestaba al mismo tiempo. ¿ Cuál es tu fantasía más loca ? Preguntó y sin darme cuenta, con el descontrol que sentía, le dije que deseaba tener relaciones con varios hombres al mismo tiempo. Si tuvieras oportunidad ¿ lo harías? Me dijo. No le contesté pero pensé que en ese momento era capaz de cualquier cosa. Y comenzamos a jugar con la idea. Donde, como, cuando, con quien. Y cada frase, cada gesto me iba llevando lentamente a lo inevitable. Tenía frente a mí a un macho atractivo, y totalmente desconocido. Nada de lo que hiciera con él, trascendería nunca a mi mundo, a mis amigos, a mi familia. La idea comenzó a darme vueltas y comencé a saborearla como una golosina.
El describió que es lo que yo tendría que haber hecho si hubiera estado realmente decidida. Entrar a un bar, como ese, y buscar una mesa donde hubiera varios hombres sentados y que me gustaran. Le dije que no era ese el caso, que quizás habia entrado decidida pero no encontré ninguna mesa como la que el describía. Bueno, me dijo eso sería un problema, pero con un poco de suerte, quizás encuentres a un hombre que comparta su piso con un par de amigos, al cual mas viril, y entonces se podría planificar algo. Mientras decía esto tomó mis manos sobre la mesa, y yo no hice nada por alejarlo. Sonreí nerviosa, y le dije que seguramente compartía su piso con unos amigos, a lo que el se rió. Pero, agregué, eso no significa que tus amigos estén siempre en la casa esperando si aparece una oportunidad como esta. Por toda respuesta una de sus manos acarició mi pierna por debajo de la mesa, y subió lentamente por mi muslo, debajo de mi pollera. Me quedé paralizada.No se si fue la excitación del momento, o la furia que tenía, pero no reaccioné. Al comienzo. Cuando su mano buscó mi sexo, abrí mis piernas para facilitar su excursión.
Comenzó a contarme cosas de su vida, de sus desengaños, pero debo reconocer que escuchaba todo como si estuviera muy lejos. Mis sentidos estaban puestos en esos dedos que jugaban con mi cuerpo, y que parecían electrificados. Luego de unos minutos retiró su mano y me sentí vacía. Deseaba que siguiera. Mi cara me debe haber delatado, porque el sacó su móvil y me dijo que podía llamar a sus amigos. Que tenía la oportunidad de arrepentirme hasta que el les avisara, pero que después de efectuada la llamada, tendría que levantarme y acompañarlo.
Esperó un largo minuto mi reacción. Me quedé allí mirándolo sin decir nada, y el comenzó lentamente a escribir un mensaje. Cuando terminó me miró por un segundo y lo envió. Volvió a tomar mi mano suavemente y esperó. Unos minutos después llego la respuesta. La leyó y tomándome de la mano me invitó a seguirlo. Mi cuerpo siguió a mi mano, sin resistirse.
Salimos del bar tomados de la mano, sin hablar, caminamos por la calle
hasta la esquina, y allí giramos a la derecha por una cortada muy tranquila.
Tres cuadras mas adelante, entramos por un pasillo. Varias puertas se veían, todas cerradas y llegamos hasta el fondo. Sacó una llave y abrió y me hizo pasar.
Dentro una mesa y cuatro sillas, un sofá amplio, y una arcada que separaba un dormitorio con una cama matrimonial. Me llevó hasta el sofá, hizo que me sentara y se sentó a mi lado. Acarició mi rostro muy suavemente, me dijo que era muy bonita y comenzó a besarme. Le pregunté su nombre. Daniel, me dijo, pero nunca sabré si es real.
Sus labios tomaron posesión de los míos, y su lengua exploró mi boca. Después bajó por mi cuello y sus manos desabrocharon mi blusa para poder seguir bajando con sus besos. Una de mis manos entró por su camisa y acarició su pecho velludo y plano. El peso de su cuerpo iba inclinando el mío hasta quedar recostada en el sillón.
Sus manos terminaron de desabrochar mi blusa y levantó mi corpiño para apoderarse de mis pechos, primero con sus manos y luego con su boca. Levanté mis brazos por encima de mi cabeza, para facilitar que mi blusa y corpiño salieran, situación que mi pareja detectó de inmediato y de un solo movimiento dejó mi cuerpo desnudo de la cintura para arriba.
Se separó un instante, recorrió mi cuerpo con su mirada, y sonriendo, volvió a caer sobre mis pechos con su lengua, recorriendolas completas como si fueran de crema. Mi excitadión era increíble. Hacía años que no sentía esto, si es que alguna vez lo había sentido ( perdona mi franqueza). Este joven sabía como conseguir lo mas caliente de mí.
Luego de un rato, se separó y desabrochando mi pollera, la sacó por mis pies, sacando mis zapatos en el proceso. Sus manos entonces, bajaron por mi cintura, mis caderas y mis muslos, para volver a subir, quedando una de ellas en mi entrepierna, jugueteando con mi sexo a través de la tanga.
Acercó su boca a mi oído, para preguntarme si me gustaba. Ni te imaginas, contesté. Se levantó y me invitó a que lo desnudara.
Me levanté y procedí a terminar de desabrochar su camisa, quitándosela desde atrás, y aproveché para apreciar su espalda, sus anchos hombros, y pasar un dedo por su dorso, hasta su cintura. Luego volví a colocarme frente a el, me senté en el sillón y le quité los zapatos y las medias, desaté su cinturón, desabroché su pantalón y lo ayudé a caer hasta el piso. Con un ágil movimiento sacó sus pies de la prenda y se quedó allí de pie, con sus piernas algo separadas. Frente a mí, su slip mostraba un bulto interesante. Lo acaricié timidamente, y sentí como latía. Mis manos comenzaron a frotar su miembro por encima de la prenda.
Luego de un rato, se notaba su vara de carne hacia arriba,cruzada hacia la izquierda dentro del slip, pugnando por salir. Mis manos a cada lado de la prenda la tomaron y la bajaron lenta pero firmemente... Ante mis ojos, a no mas de 30 cms. Una verga dura y larga, comenzó a asomarse. Cuando el slip terminó de bajar, quedó allí horizontal, y sacudiendose con los latidos. Terminé de bajar la prenda que él también descartó con un movimiento y recorrí con mis manos sus rodillas subiendo lentamente.
Mi amor, sabes que el sexo oral nunca fue mi mayor virtud, y allí estaba sabiendo que mi pareja deseaba que se la chupara, y yo ganaba tiempo recorriendo sus piernas lentamente tratando de decidir que haría. El se dio cuenta de mis dudas, y tomó la iniciativa. Se agachó y tomando mi cabeza me besó profundamente, recorriendo mi boca con su lengua, obligándome a separar los labios y dejar que me poseyera. Y lo dejé. Cerré los ojos y disfruté de su lengua recorriendo el interior de mi boca. Luego de un minuto, quitó su lengua y antes de que pudiera reaccionar, su verga se introdujo hasta la mitad en mi boca. Abrí los ojos para reprochar su actitud, pero al verlo gozando con los ojos cerrados, cerré los míos y comencé a chupar como una posesa. Una de mis manos jugó con sus pelotas que estaban duras, llenas, y calientes. La otra tomó su verga y retirando su piel dejé su cabeza libre para que mi lengua pudiera acariciarla.
Entretenida en la tarea, no oí que la puerta se abrió. Cuando una mano recorrió mi espalda, no me sorprendió, concentrada como estaba, hasta que caí en la cuenta que las manos de mi amante circunstancial estaban en mi cabeza, abrí los ojos y veo dos muchachos, más jovenes aún que el primero, que miraban con deleite.
Nos reprocharon haber empezado sin ellos. No respondí por obvias razones pero Daniel les dijo que solo había sido para pasar el rato, y que la fiesta todavía no había empezado.
Los jovenes elogiaron mi cuerpo y se sentaron una a cada costado. El de la izquierda comenzó a acariciar mi espalda suavemente, mientras que el de la derecha comenzó a jugar con mis pezones. La mano en mi espalda bajó hasta mi trasero y allí se quedó. La que jugaba con mis pezones comenzó a magrear mis tetas completamente. Volví a cerrar mis ojos, y disfruté de las sensaciones cruzadas que experimentaba. Parecía que un pulpo estaba aprovechándose de mi. Sentía las manos en mi cabeza, dirigiendo la fellatio y a la vez en mis tetas y en mi culo, y otra mano bajó por mi estómago hasta tomar posesión de mi sexo, y un dedo por debajo de mi tanga comenzó a jugar con mis labios vaginales y a introducirse lentamente en mi sexo. Perdí el poco control que me quedaba y alcancé un orgasmo explosivo. Al no poder gritar por tener la boca ocupada, me tragué esa verga hasta el fondo de mi garganta. Las pelotas de Daniel chocaron contra mi barbilla. No había mas para tragar.
Mi orgasmo mereció una exclamación de placer de los machos. Sabían que había perdido el poco control que tenía.
Daniel, sacó su verga de mi boca y me dejó que completar mi orgasmo. Cuando me normalicé, abrí los ojos y lo miré. Me dijo sonriendo que sus amigos aún estaban vestidos.
Me levanté como una autómata y tomando al de la izquierda lo hice ponerse de pie, y rápidamente le quité su remera, sus zapatillas, medias y pantalón. No tenía ropa interior, así que de inmediato quedó a la vista un aparato un poco más corto que el de Daniel pero igual de enfurecido. Daniel, a mi espalda, aprovechó la posición para bajarme la tanga y dejarme totalmente desnuda.
Cuando tomé al de la izquierda para hacer lo mismo, Daniel se colocó a mi espalda y deslizó su verga entre mis piernas, dejándola apoyada en mi sexo. Podía sentir sus latidos.
El moreno dejó que hiciera mi trabajo, y me miraba sonriente con sus ojos brillosos. Cuando descubrí su verga no pude evitar sorprenderme. Tenía ante mí una vara de campeonato. Gruesa, larga, oscura, y con una cabeza que parecía un durazno.
No pude evitar masturbarla un segundo, y al descubrir su cabeza, el líquido que brotaba decía a las claras que estaba más que desesperado. Sin dejar de mirarlo me agaché y la tome con la boca.
En mi deseperación por chupar esa verga, había quedado inclinada y le estaba ofreciendo mi sexo descaradamente. Daniel pidió condones. Sentí un envoltorio que se rompia, La verga de Daniel abandonó el lugar donde estaba, y al minuto volvió, encapuchada, buscando mi agujero. Abrió mis labios con una de sus manos y dirigiendo correctamente su verga me penetró lentamente hasta el fondo. Al comienzo intenté cerrar las piernas, pero cuando la penetración se iba completando me fui aflojando y lo dejé entrar. Una vez adentro, comenzó lentamente a bombearme, saliendo casi por completo y volviendo a introducirse hasta el fondo. Lo dejé entretenido en su trabajo y volví a dedicarme a la herramienta del morocho. Se la chupé toda y debo reconocer, con vergüenza que hasta los huevos le chupé, cosa que a tí nunca quise hacerte. Mientras, el joven me acariciaba los cabellos y el rostro con ternura, y Daniel aferrado a mis caderas aceleraba sus arremetidas próximo a acabar.
El tercero, sentado en el sofá, se masturbaba lentamente viendo en directo la peli porno que estabamos exhibiendo. Su cara de placer era igual a la de sus amigos.
Un grito y un empujón que me llenó como nunca, me hicieron saber que quien me estaba poseyendo se estaba vaciando. La situación me llevó a un nuevo orgasmo igual que el anterior. Cuando Daniel terminó de llenarme cayó sobre el sillón y quedó alli boqueando para recuperar la respiración. La punta del condón se veía llena de leche. A mi me temblaban las piernas. El moreno, delicadamente me llevó hasta la cama y una vez recostada allí, se acostó a mi lado y empezó a besarme y chuparme toda. Su amigo nos acompañó y ubicándose a mis pies, separó mis piernas y su boca comenzó a recorrer mi vagina. Su lengua entraba y salía de ella con maestría, y yo volaba. De paso, ¿ porqué nunca te interesó el sexo oral? ¿ O no te interesó conmigo? No importa, le preguntaré a mi amiga cuando la vea.
Mi mano apretaba esa verga morena con desesperación. Parecía que cada vez estaba mas gruesa. El joven no aguantó mas y corriendo a su amigo se arrodilló entre mis piernas, se colocó un condón , levantó mis piernas hasta que apoyaron en sus hombros y dirigió su lanza .
Si no hubiera estado tan excitada, seguramente no hubieramos podido acoplarnos. Era muy grande. Pero como estaba en ese momento, no hubo ningún problema. Su cabeza se abrió paso y lentamente se dejó caer sobre mis piernas hasta que sin saber como nuestros cuerpos se tocaron, mientras la conjunción era total. Un grito de placer salió involuntariamente de mi garganta y el joven se asustó, pensando que me dolía. Cuando le dije que siguiera se liberó totalmente y me poseyó con furia. El mete y saca era bestial. Yo estaba en el limbo, al borde del orgasmo, pero sin alcanzarlo, suspiraba y lloraba al mismo tiempo. No creí que el placer pudiera ser tan grande. En un momento alcancé el climax pero en lugar de caer, me mantuve en la cima hasta creer que me iba a morir. Mi corazón latía desbocado y mi cuerpo vibraba sacudido por los espasmos que se sucedían uno tras otro. Los apretones que mi vagina le daban a esa verga apuraron el desahogo y enterrándola hasta el fondo comenzó a escupir semen de manera incontrolable. Su boca en mi oído me decía lo puta que era, como me estaba llenando con su leche, que me iba a coger toda la noche hasta que pidiera clemencia, y mil barbaridades mas que lo único que conseguían era excitarme más si eso era posible. Al rato, quedamos rendidos y su verga blanda fue saliendo de mi cuerpo, y mi macho quedó acostado con los ojos cerrados.
Cuando abrí los ojos me encontré con mi tercer nuevo amigo, que a los pies de la cama, arrodillado sobre ella me miraba mientras descapuchaba su verga y se colocaba un preservativo. Me senté en la cama para tratar de alcanzarlo, pero me dijo que estaba muy excitado, que no lo tocara porque se correría, y que por favor me pusiera en cuatro patas. Me di vueltas y despacio fui levantando mi trasero, sabiendo que la vista lo iba a terminar de enloquecer. Apenas había llegado a arrodillarme y a apoyar mis codos en la cama, cuando sentí que me penetraban y un jinete me cabalgaba a gran velocidad. Pasó sus manos a mis costados y se apoderó de mis tetas como si fueran soportes para impulsarse y aceleró. Luego de un rato tomó mis cabellos como si fueran riendas y siguió empujando. Al final, me tomó de las caderas y acabó. Gritaba como un loco, ordenandome que me tomara su leche, y por fin cayó sobre mi espalda. Todo lo ocurrido me había dejado muy cansada, así que no pude aguantar el peso de mi pareja y caí sobre la cama con él encima.
Querido: Ahora realmente entiendo tu decisión de buscar fuera de nuestro matrimonio el sexo. Mi experiencia fue fabulosa. Pero no terminó allí.
Luego de un rato de descansar, Daniel preparó café para todos y nos sentamos los cuatro a la mesa. Charlamos, nos conocimos un poco mejor, y me preguntaron que cosas del sexo no me gustaban. Les dije que nunca había practicado sexo anal y que no quería hacerlo, lo que aceptaron para preguntarme luego a que hora tenía que irme. Les dije que nadie me esperaba en casa hasta la tarde del día siguiente. Tendrias que haber visto la cara de felicidad de los muchachos. Ahí mismo se organizaron para preparar la cena y me invitaron a que me quedara con ellos hasta que tuviera que volver a casa. Considerando que no tenía donde quedarme acepté. Me prestaron una camisas de uno de ellos, que apenas abotonada cubría parte de mis muslos y dejaba ver el valle entre mis pechos. Se notaba la excitación de los machos, pero también que no tenían ningún apuro para disfrutarme. Daniel y Raúl, el mas jovencito se vistieron y fueron a comprar la cena. Yamil, el moreno se quedó conmigo para preparar la mesa.
Fuimos a la cocina y comenzamos a acarrear las cosas para comer. Jugando nos acariciabamos cuando nos cruzábamos, hasta que la verga de mi amigo mostró que ya no era un juego. Tomó un condón se lo colocó, y llevándome a la cocina, me sentó sobre la mesada y me empaló. La altura era justa para que la penetración fuera total. Lo abracé con mis piernas y brazos y nos besamos profundamente, hasta que alcanzamos el orgasmo juntos y nos quedamos allí abrazados. Cuando nos tranquilizamos seguimos con los preparativos. Al rato llegaron los otros dos y cenamos. Yamil y yo nos habíamos vestido también, por lo que la cena fue lo más formal que te puedas imaginar.
Después de la cena escuchamos música y no relajamos, y por último los muchachos pusieron una porno que habían alquilado cuando salieron. Tu sabes que nunca me pusieron las pornos. Siempre me parecieron muy mecánicas muy preparadas y sin deseo. Pero mis amigos habían elegido una de gangbang, donde varios hombres poseen al mismo tiempo a una mujer. Comenzamos a verla y noté como la situación nos excitaba a todos. En un momento dado, a la actriz la obligaban a chupar todas las vergas y los hombres le acababan en la boca uno tras otro, y Daniel dijo que era una linda escena para verla en vivo. Dicho esto sacó su verga y me llamó para que se la chupara. Sin que tuvieran que repetir la orden me arrodillé y me la metí en la boca. Daniel le contaba a sus amigos lo que sentía y el placer que le estaba dando. Hasta les avisó cuando iba a correrse y que yo me iba a tomar toda su leche. Sabes que nunca lo hice, pero me dio pena defraudarlo así que seguí hasta que noté que se puso tenso y 4 chorros, a cual más caliente me llenaron la boca. Yo simplemente tragué y seguí chupando hasta dejarle el caramelo reluciente. Cuando lo solté, sus amigos se habían desnudado y dos vergas más esperaban el mismo tratamiento. Uno tras otro los fui chupando y ellos fueron acabando en mi boca, y yo como la primera vez, tragué y limpié. Las sensaciones eran inenarrables. Al terminar estaba realmente cansada. Mis amigos comprendieron y me dejaron que fuera a dormir. Prepararon para mi la habitación con la cama matrimonial y ellos se acomodaron en el salón, uno en el sofa , los otros en el suelo. Me sorprendió la atención, pero ingenua de mí, no tenía experiencia en estas cosas.
Me acosté y me dormí de inmediato. Sin embargo esa noche no pude dormir de corrido más de media hora. Cada rato uno de ellos se subía a la cama y me poseía, en todas las formas que puedas imaginarte. De costado, poniéndose detrás mío, me separaban las piernas y me penetraban, O también de frente, se ubicaban entre mis piernas y me clavaban hasta el fondo Yo, entredormida, a veces no alcanzaba a despertarme antes de que se corrieran. Otras veces se retiraban sin correrse, para volver mas tarde a completar la faena y me despertaban los gritos al alcanzar el orgasmo, y ante lo morboso de la situación yo también me corría. No ssabia en que momento iba a tener una verga dentro mío, ni de quien iba a ser. Recién a la madrugada la situación se tranquilizó, cuando mis amantes quedaron satisfechos y agotados, y pude dormir de un tirón hasta media mañana.
Me despertó el aroma del café y estaban en la mesa mis amigos esperándome. Desayunamos mientras ellos comentaban lo bien que la habían pasado conmigo, y la pena que sentían que tuviera que irme. Les agradecí pero les dije que ya no tenía edad para soportar muchos dias como ese. Estaba realmente cansada y dolorida y quise darme una ducha antes de irme para sacarme los olores a macho que tenía por todo el cuerpo. Me indicaron el baño y allí fui. Cuando estaba bajo la ducha, la puerta del baño se abrió y los tres, desnudos y erectos entraron. De a uno fueron entrando a la ducha y cada uno de ellos me besó, me acarició todo el cuerpo, hizo que se la chupara y luego me poseyó. Daniel hizo que me agachara y me tomara de las canillas, para montarme por atrás, usando mis tetas y hombros como palanca para penetrarme hasta el fondo. Raùl se sentó en el inodoro e hizo que lo montara y me empalara por mis propios medios, de frente a el mientras me chupaba las tetas. Yamil me levantó y apoyandome contra la pared me penetró mientras mis piernas y brazos lo rodeaban como si fuera un parásito que quisiera beber toda su esencia. Con cada uno de ellos me corrí. Nunca pensé que se pudiera disfrutar tanto.
Por fin, pude juntar mis cosas, vestirme y despedirme de ellos. Sobre la mesa de luz estaban los condones que habíamos utilizado. Había 10, a cual mas lleno de leche. 10 polvos, sin contar las veces que se derramaron en mi boca y tragué todo con deleite. Y me quedó la duda de si a la noche alguno de ellos no se habia corrido dentro mío sin ninguna protección. Entre sueños sentí alguna vez un líquido que me quemaba.
Por todo esto, querido, es que llegué tan cansada de mi viaje, y el primer dia inventé mil excusas para no acercarme a tí. Por eso o por el enojo que aún sentía.
Te ví en la cama con mi mejor amiga. Lo que tendrás que decidir ahora es si lo que te conté realmente ocurrió o lo estoy imaginando para ponerte celoso. Si decides que es cierto, te pregunto: ¿ Le diste a mi amiga, todo lo que mis amigos me dieron a mí?¿ Valió la pena?. Con afecto. Tu mujercita fiel y mentirosa. O tu mujercita muy puta pero honesta.
16 comentarios - La carta que me escribió mi mujer
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No es solo el relato de una escena de sexo grupal, es una carta al marido contándoselo, dando a conocer los pormenores y explicándole los motivos que la llevaron a eso... Y de yapa, le sembró la duda de si fue real o no... Una joyita a pesar de algunos pequeños errores de tipeo...
Agradezco, felicito, dejo puntos y recomiendo!!!
Besos,
Morochadel84
ROMPIO CON TODOS MIS ESQUEMAS DE SEXO.
ME ENCANTO EL MORBO LA SUTILESA Y LA CALIDAD DEL RELATO(PARESCO CRITICO).
EN POCAS LETRAS.
ESTA DE PUTA MADRE.
K SE ENTIENDA K ME ENCANTO...... 🙎♂️