Un pequeño relato en tercera persona espero que les guste.
Te quedaras practicando Alin? – me pregunto Diana, a lo que asentí con la cabeza.
Bueno, nos vemos mas tarde – dijo ella
Entonces salio del salón de prácticas, y yo me quede interpretando en el piano la melodía con la que participaría en la tercera fase de un concierto de exhibición que cada inicio de curso ofrece mi escuela, una hermosa pieza que tanto me fascina. Desde siempre me ha gustado el piano, sus notas son verdaderamente sublimes. El día era perfecto. El silencio en la escuela permitía que solo se escuchara lo que el sonido del hermoso instrumento, puesto que las clases habían concluido. Ese día, como otros tantos, me quedaría después de clases un momento mas.
En ese momento, sin darme cuenta, te acercaste desde la parte posterior de la sala. En un movimiento violento, me empujaste contra el piano, y enseguida llevaste tus manos bajo mi camisa, directo a mis senos, echando el peso de tu cuerpo sobre mí. Entonces me asusté. Pensé que había sido un error haberme quedado cuando ya todos habían abandonado la escuela. Alguien quería aprovechar esa situación conmigo. Colocaste tu mano izquierda sobre mi cabeza, impidiéndome mirar hacia atrás y distinguir a quien me hacía esto, y con tu otra mano, la derecha, comenzaste a acariciar mis nalgas, cobre la falda del uniforme escolar. Cada vez me ponía mas nerviosa, sin saber como reaccionar. Llevaste tu mano intrusa bajo la tela de la falda, y, recorriéndome por las piernas, rápidamente y sin preámbulos alcanzaste mi intimidad, tomándola con toda la palma de tu mano. Estaba súper nerviosa, al no poder ver a la persona sobre mi, al estar sobre el piano, de espaldas a ti, al sentir tu mano recorrer mi sexo completamente.
Repentinamente, introdujiste un dedo en mí; me doble sin quererlo. Estaba bastante asustada, tanto, como quizás excitada. Moviste tu dedo hábilmente dentro de mi. Entonces, tu mano izquierda liberó por fin mi cabeza, y sin dejar de penetrarme con el dedo medio de tu mano izquierda, tu mano derecha, ahora libre, se dirigió directamente a mis senos, bajo mi blusa, y sin piedad, presionaste mis pezones, pellizcándolos un poco. Aquello me dolió bastante, aunque de alguna manera lo disfruté; estaba completamente excitada. A pesar de que ninguna mano sujetaba mi cabeza, no podía girar mi cabeza para verte, pues estabas haciendo maravillas ahí abajo, dentro de mi. Estrujaste mis senos, apretándolos, jalándolos, acariciándolos. Tu lengua recorrió mi cuello una y otra vez, dejando un sensual rastro de saliva; estaba súper hot.
Sin esperármelo, y sin sacar tu dedo medio de mi vagina, metiste el dedo gordo de la misma mano en mi agujero trasero. En ese momento si intenté escapar, pues el dolor de penetrarme en seco por ahí fue mucho, pero me sujetaste de los senos, atrayéndome hacia ti, y recargando tu cuerpo sobre el mío, que aun se encontraba sobre el piano, y comenzaste a mover ambos dedos en sus respectivos agujeros, mientras disfrutabas mis senos. Comencé a sentir un agradable calor que fue sofocando el dolor que tenia, y convirtiéndolo en excitación… ¡¡¡ Oooh siiiiii !!! ¡¡¡ Que placer !!! Aun no sabía quien eras, pero lo estaba disfrutando. Ya no podía decir con exactitud si me estaban violando o me hacían el amor, solo sabía que me estaba gustando. Estaba siendo usada hábilmente por tus manos. Estaba gozando…
Levantaste mi falda hasta descansarla sobre mi cintura. Bajaste la pantaleta y apuntaste tu pene directo en mi vagina; te introdujiste con fuerza, haciendo que arqueara la espalda extremadamente, hasta casi lastimarme yo misma. Te sujetaste con ambas manos a mis dos senos, mientras embestías despiadadamente mi vagina. Me dabas a u ritmo constante, rápido. Yo ya no podía abrir los ojos de tanto placer. Entonces me levantaste, cargándome de los senos y comenzaste a caminar por toda la sala de practicas, mientras me mantenías penetrada, como si me estuvieras exhibiendo a un público invisible. Eso me excitó aun mas, pues parecías no tener reparo en mostrarme a los demás, en exhibirme ante todos, aunque ahí no hubiese nadie en ese momento. De cualquier manera, tuve que caminar contigo, pues dejar que todo el peso de mi cuerpo descanse solo en mis senos hubiera sido demasiado dolor.
Permanecimos así un rato, hasta que decidiste bajarme al suelo y colocarme sobre mis rodillas y manos , como a una perrita. Yo no pude mantenerme sobre mis manos, y caí al suelo. Solo tu pene dentro de mi mantenía mi cadera levantada.. Y sin salirte de mi vagina, introdujiste un dedo de tu mano en el mismo orificio. Me sobrevino, sin poder y sobre todo, sin querer evitarlo mi primer orgasmo, fuerte, estremecedor, placentero, agotador… ¡¡¡ Ooooohh que ricooooooo !!!
Tu lo sentiste, pero no habías terminado. Tu pene y tu dedo dentro, moviéndose a ritmos diferentes, ambos perforándome el mismo orificio. Estaba muriendo de placer. De pronto, te sentí salir de mi, y creí que habías terminado. Me quede un momento ahí, descansando sobre el suelo, excepto la cadera, que aun permanecía levantada, exponiendo todo a tu mirada. En ese instante, sin aviso, sin haberme preparado, me penetraste sin consideración por atrás. Eso hizo que abriera mi boca, intentando gritar y a la vez jalar aire. Algunas lagrimas corrieron por mis mejillas por el dolor. Comenzaste a moverte lo mas rápido que te permitía mi nada lubricado trasero. Una vez mas intente escapar, gateando, pero me tomaste de los senos nuevamente y ambos perdimos el equilibrio y caímos completamente al suelo, provocando que tu miembro se clavara un poco mas en mi; apreté los puños lo mas que pude, intentando soportar el dolor, y quedarme inmóvil, cosa que no resulto, pues enseguida reanudaste tu mete-saca implacable. Tus embestidas eran rápidas, fuertes, devastadoras, brutales, dolorosas…al principio, si, solo al principio. Conforme paso el tiempo, el dolor comenzó a convertirse paulatinamente en placer. Aquello me estaba gustando. Me gustaba sentirme ajada, sentirme usada, sentirme tuya, sentirme una… Aquella vertiginosa situación estaba llegando al clímax, al menos para mi. No podía controlarlo, y entonces me vine una vez mas, en un intenso torbellino de placer. Unos cuantos segundos después, mientras estaba en pleno orgasmo, te sentí llegar a ti también. Te estremeciste; tus embestidas fueron mas rápidas y desconsideradas aun. Ya habíamos recorrido al menos un metro de donde empezamos, con tus movimientos contra mi, sobre mi, dentro de mi. Tu orgasmo estaba a punto de llegar. Saliste de atrás mió y tiraste de mi cabello atrayéndome hacia ti. Yo mantenía aun los ojos cerrados, por el orgasmo que aun estaba gozando, y solo pude sentir tu semen cayendo por la abertura de mi blusa, resbalando hasta mis senos. Habías terminado.
Te quedaras practicando Alin? – me pregunto Diana, a lo que asentí con la cabeza.
Bueno, nos vemos mas tarde – dijo ella
Entonces salio del salón de prácticas, y yo me quede interpretando en el piano la melodía con la que participaría en la tercera fase de un concierto de exhibición que cada inicio de curso ofrece mi escuela, una hermosa pieza que tanto me fascina. Desde siempre me ha gustado el piano, sus notas son verdaderamente sublimes. El día era perfecto. El silencio en la escuela permitía que solo se escuchara lo que el sonido del hermoso instrumento, puesto que las clases habían concluido. Ese día, como otros tantos, me quedaría después de clases un momento mas.
En ese momento, sin darme cuenta, te acercaste desde la parte posterior de la sala. En un movimiento violento, me empujaste contra el piano, y enseguida llevaste tus manos bajo mi camisa, directo a mis senos, echando el peso de tu cuerpo sobre mí. Entonces me asusté. Pensé que había sido un error haberme quedado cuando ya todos habían abandonado la escuela. Alguien quería aprovechar esa situación conmigo. Colocaste tu mano izquierda sobre mi cabeza, impidiéndome mirar hacia atrás y distinguir a quien me hacía esto, y con tu otra mano, la derecha, comenzaste a acariciar mis nalgas, cobre la falda del uniforme escolar. Cada vez me ponía mas nerviosa, sin saber como reaccionar. Llevaste tu mano intrusa bajo la tela de la falda, y, recorriéndome por las piernas, rápidamente y sin preámbulos alcanzaste mi intimidad, tomándola con toda la palma de tu mano. Estaba súper nerviosa, al no poder ver a la persona sobre mi, al estar sobre el piano, de espaldas a ti, al sentir tu mano recorrer mi sexo completamente.
Repentinamente, introdujiste un dedo en mí; me doble sin quererlo. Estaba bastante asustada, tanto, como quizás excitada. Moviste tu dedo hábilmente dentro de mi. Entonces, tu mano izquierda liberó por fin mi cabeza, y sin dejar de penetrarme con el dedo medio de tu mano izquierda, tu mano derecha, ahora libre, se dirigió directamente a mis senos, bajo mi blusa, y sin piedad, presionaste mis pezones, pellizcándolos un poco. Aquello me dolió bastante, aunque de alguna manera lo disfruté; estaba completamente excitada. A pesar de que ninguna mano sujetaba mi cabeza, no podía girar mi cabeza para verte, pues estabas haciendo maravillas ahí abajo, dentro de mi. Estrujaste mis senos, apretándolos, jalándolos, acariciándolos. Tu lengua recorrió mi cuello una y otra vez, dejando un sensual rastro de saliva; estaba súper hot.
Sin esperármelo, y sin sacar tu dedo medio de mi vagina, metiste el dedo gordo de la misma mano en mi agujero trasero. En ese momento si intenté escapar, pues el dolor de penetrarme en seco por ahí fue mucho, pero me sujetaste de los senos, atrayéndome hacia ti, y recargando tu cuerpo sobre el mío, que aun se encontraba sobre el piano, y comenzaste a mover ambos dedos en sus respectivos agujeros, mientras disfrutabas mis senos. Comencé a sentir un agradable calor que fue sofocando el dolor que tenia, y convirtiéndolo en excitación… ¡¡¡ Oooh siiiiii !!! ¡¡¡ Que placer !!! Aun no sabía quien eras, pero lo estaba disfrutando. Ya no podía decir con exactitud si me estaban violando o me hacían el amor, solo sabía que me estaba gustando. Estaba siendo usada hábilmente por tus manos. Estaba gozando…
Levantaste mi falda hasta descansarla sobre mi cintura. Bajaste la pantaleta y apuntaste tu pene directo en mi vagina; te introdujiste con fuerza, haciendo que arqueara la espalda extremadamente, hasta casi lastimarme yo misma. Te sujetaste con ambas manos a mis dos senos, mientras embestías despiadadamente mi vagina. Me dabas a u ritmo constante, rápido. Yo ya no podía abrir los ojos de tanto placer. Entonces me levantaste, cargándome de los senos y comenzaste a caminar por toda la sala de practicas, mientras me mantenías penetrada, como si me estuvieras exhibiendo a un público invisible. Eso me excitó aun mas, pues parecías no tener reparo en mostrarme a los demás, en exhibirme ante todos, aunque ahí no hubiese nadie en ese momento. De cualquier manera, tuve que caminar contigo, pues dejar que todo el peso de mi cuerpo descanse solo en mis senos hubiera sido demasiado dolor.
Permanecimos así un rato, hasta que decidiste bajarme al suelo y colocarme sobre mis rodillas y manos , como a una perrita. Yo no pude mantenerme sobre mis manos, y caí al suelo. Solo tu pene dentro de mi mantenía mi cadera levantada.. Y sin salirte de mi vagina, introdujiste un dedo de tu mano en el mismo orificio. Me sobrevino, sin poder y sobre todo, sin querer evitarlo mi primer orgasmo, fuerte, estremecedor, placentero, agotador… ¡¡¡ Ooooohh que ricooooooo !!!
Tu lo sentiste, pero no habías terminado. Tu pene y tu dedo dentro, moviéndose a ritmos diferentes, ambos perforándome el mismo orificio. Estaba muriendo de placer. De pronto, te sentí salir de mi, y creí que habías terminado. Me quede un momento ahí, descansando sobre el suelo, excepto la cadera, que aun permanecía levantada, exponiendo todo a tu mirada. En ese instante, sin aviso, sin haberme preparado, me penetraste sin consideración por atrás. Eso hizo que abriera mi boca, intentando gritar y a la vez jalar aire. Algunas lagrimas corrieron por mis mejillas por el dolor. Comenzaste a moverte lo mas rápido que te permitía mi nada lubricado trasero. Una vez mas intente escapar, gateando, pero me tomaste de los senos nuevamente y ambos perdimos el equilibrio y caímos completamente al suelo, provocando que tu miembro se clavara un poco mas en mi; apreté los puños lo mas que pude, intentando soportar el dolor, y quedarme inmóvil, cosa que no resulto, pues enseguida reanudaste tu mete-saca implacable. Tus embestidas eran rápidas, fuertes, devastadoras, brutales, dolorosas…al principio, si, solo al principio. Conforme paso el tiempo, el dolor comenzó a convertirse paulatinamente en placer. Aquello me estaba gustando. Me gustaba sentirme ajada, sentirme usada, sentirme tuya, sentirme una… Aquella vertiginosa situación estaba llegando al clímax, al menos para mi. No podía controlarlo, y entonces me vine una vez mas, en un intenso torbellino de placer. Unos cuantos segundos después, mientras estaba en pleno orgasmo, te sentí llegar a ti también. Te estremeciste; tus embestidas fueron mas rápidas y desconsideradas aun. Ya habíamos recorrido al menos un metro de donde empezamos, con tus movimientos contra mi, sobre mi, dentro de mi. Tu orgasmo estaba a punto de llegar. Saliste de atrás mió y tiraste de mi cabello atrayéndome hacia ti. Yo mantenía aun los ojos cerrados, por el orgasmo que aun estaba gozando, y solo pude sentir tu semen cayendo por la abertura de mi blusa, resbalando hasta mis senos. Habías terminado.
1 comentarios - Amor mio