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Dos mil pesos

La barra de amigos del bar de la esquina era pareja en algunos sentidos, y despareja en otros.

Algo que tenían en común, por ejemplo, era que a todos les gustaba, y poseían, motos.
Una de las diferencias era que todos tenían buena posición económica, menos Federico.

Federico, todavía el único soltero, muy a pesar de su novia Silvina, notablemente era el más joven. Esas dos eran otras de las diferencias.

A Federico es al que más le gustaba hablar; como que opinaba de todos los temas, pero todos sabían que Federico no sabía mucho de nada; aunque eso sí, tenía gran corazón.

Últimamente Federico andaba necesitando plata para comprarse una campera nueva de cuero negra. No le gustaba salir a pasear con el grupo en moto y ser el único que lucía pobre.

-Yo te puedo ayudar a conseguir los dos mil pesos -le dijo una vez Carlos, en confidencia.


El domingo a la siesta Silvina y Federico se estaban besando en la cama grande de Federico.

Federico la desnudó mientras la besaba.

Entraba un poco de luz por la ventana que daba al patio. Puso música suave.
Agarró una larga y suave bufanda de algodón rojo, y le vendó los ojos.

Qué hacés……?!-le dijo graciosamente Silvina, que ya estaba en cuatro patas.

Federico la manoseó, se la chupó de atrás… -Mmmmmm qué rico-dijo Silvina, y sintió cómo se la metió delicadamente. Ella se la succionó con la vagina como le gustaba a él, y al rato sintió cómo le acababa adentro esa lechita calentita que tanto le gustaba a ella.

Silvina se desplomó en la cama, tomó aire, se desanudó despacio la bufanda de los ojos, y lo besó.
Federico todavía la tenía dura como un pepino.

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El domingo a la siesta Silvina y Federico se estaban besando en la cama grande de Federico.

Federico la desnudó mientras la besaba.

Entraba un poco de luz por la ventana que daba al patio. Puso música suave.
Agarró una larga y suave bufanda de algodón rojo, y le vendó los ojos.

Qué hacés……?!-le dijo graciosamente Silvina, que ya estaba en cuatro patas.

Federico la manoseó, se la chupó de atrás… -Mmmmmm qué rico-dijo Silvina, y le dejó el lugar a Carlos, que estaba a su lado, en silencio, esperando, sin que Silvina lo notara. Y observó cómo Carlos se la metió delicadamente. Ella se la succionó con la vagina como le gustaba a él, y adivinó, por su cara, cómo le acababa adentro esa lechita calentita que tanto le gustaba a ella.

Silvina se desplomó en la cama, tomó aire, Carlos desapareció en las sombras, se desanudó despacio la bufanda de los ojos, y lo besó.
Federico todavía la tenía dura como un pepino.

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5 comentarios - Dos mil pesos

Pedepancho
jaja x una puta campera entrega a su chica
nopipeque
dos veces lo mismo?? me parece que no entendi!

Dos mil pesosrelatos ]
nopipeque
haha lei para la mier entonces!!!!! demasiado tarde era para entender!!

ahora si lo lei bien... ja que original!!