Es muy difícil conformarse con poco, cuando se lo tuvo todo.
Esa era mi sensación al tenerla a Silvia sentada delante de mi. Sólo un café, un recuentro para ver como estábamos cada uno en nuestra respectiva vida. Quizás un poco de amistad y nada más.
Después de todas las cosas que habíamos vivido juntos, sólo nos quedaba un momento de ternura. Había pasado más de un año, de la última vez que habíamos estado juntos como pareja.
Era el resultado de mi obra. Se había alejado definitivamente.
Seguía hermosa, con ésa presencia de mujer que hacía que todos la percibieran. Para mis adentros pensaba, que los demás sólo veían sus ojos “celeste cielo”, sus pecas en el canal de sus tetas, su cola enfundada en un jean cavado. Sin embargo yo había buceado en su espíritu. Sabía, y habíamos compartido nuestros más locos impulsos sexuales.
Pero ahora estabá allí, revolviendo su café.
No puede contener mi curiosidad, y la conversación fue llegando a donde siempre, cada vez que Silvia y yo nos encontrábamos,…el sexo.
Si bien, trató de esquivarlo, sentí una puñalada cuando comentó que “estaba bien”. Para una mujer tan caliente como ella eso sólo significaba una cosa, al menos tenía un hombre al lado. Quizás como consuelo pasó su mano sobre la mía,..sacó una cintita roja que tenía en su muñeca y la ató a la mía.
Me sentía desvalido, vulnerable. Había sido capaz de enfiestarla con mi socio, con mis amigos, hasta con un desconocido, pero ahora me destruía pensar que estaba cogiendo con otro tipo. Le gustaría más que cuando lo hacía conmigo? Me sentía un machista estúpido.
Creo que caí muy bajo al casi suplicarle que volviera conmigo, que fuera lo que ella quisiera, mi pareja, mi amante, un encuentro ocasional. Mi cuerpo y mi mente pedían a gritos volver a tenerla.
La negativa y las excusas eran variadas. Era una hembra a la que había herido. Ella me había amado y yo la había sacado de mi vida. Eso nunca me lo iba a perdonar.
Es gracioso, los tipos nos pasamos pesando las más variadas locuras sexuales con las mujeres que tenemos al lado, y quizás con un poco de tiempo, amor, y lujuría logremos que ellas nos entreguen las cosas más impensadas, que las disfruten, que “exploten” plenamente. Pero, lo que nunca entenderemos es que una mujer “herida de amor” no perdona.
Insistí, me rebajé, le supliqué.
Al despedirnos. Sólo recibí un tierno beso en la boca y un hasta pronto.
Pasaron los dias, las semanas y los meses.
Un día recibí un mensaje de texto de ella.
“Era breve. Sábado 22:00 horas. En casa.”
El corazón me dio un salto. Todavía había una esperanza.
Esa era mi sensación al tenerla a Silvia sentada delante de mi. Sólo un café, un recuentro para ver como estábamos cada uno en nuestra respectiva vida. Quizás un poco de amistad y nada más.
Después de todas las cosas que habíamos vivido juntos, sólo nos quedaba un momento de ternura. Había pasado más de un año, de la última vez que habíamos estado juntos como pareja.
Era el resultado de mi obra. Se había alejado definitivamente.
Seguía hermosa, con ésa presencia de mujer que hacía que todos la percibieran. Para mis adentros pensaba, que los demás sólo veían sus ojos “celeste cielo”, sus pecas en el canal de sus tetas, su cola enfundada en un jean cavado. Sin embargo yo había buceado en su espíritu. Sabía, y habíamos compartido nuestros más locos impulsos sexuales.
Pero ahora estabá allí, revolviendo su café.
No puede contener mi curiosidad, y la conversación fue llegando a donde siempre, cada vez que Silvia y yo nos encontrábamos,…el sexo.
Si bien, trató de esquivarlo, sentí una puñalada cuando comentó que “estaba bien”. Para una mujer tan caliente como ella eso sólo significaba una cosa, al menos tenía un hombre al lado. Quizás como consuelo pasó su mano sobre la mía,..sacó una cintita roja que tenía en su muñeca y la ató a la mía.
Me sentía desvalido, vulnerable. Había sido capaz de enfiestarla con mi socio, con mis amigos, hasta con un desconocido, pero ahora me destruía pensar que estaba cogiendo con otro tipo. Le gustaría más que cuando lo hacía conmigo? Me sentía un machista estúpido.
Creo que caí muy bajo al casi suplicarle que volviera conmigo, que fuera lo que ella quisiera, mi pareja, mi amante, un encuentro ocasional. Mi cuerpo y mi mente pedían a gritos volver a tenerla.
La negativa y las excusas eran variadas. Era una hembra a la que había herido. Ella me había amado y yo la había sacado de mi vida. Eso nunca me lo iba a perdonar.
Es gracioso, los tipos nos pasamos pesando las más variadas locuras sexuales con las mujeres que tenemos al lado, y quizás con un poco de tiempo, amor, y lujuría logremos que ellas nos entreguen las cosas más impensadas, que las disfruten, que “exploten” plenamente. Pero, lo que nunca entenderemos es que una mujer “herida de amor” no perdona.
Insistí, me rebajé, le supliqué.
Al despedirnos. Sólo recibí un tierno beso en la boca y un hasta pronto.
Pasaron los dias, las semanas y los meses.
Un día recibí un mensaje de texto de ella.
“Era breve. Sábado 22:00 horas. En casa.”
El corazón me dio un salto. Todavía había una esperanza.
2 comentarios - Te acordás de Silvia?- 1ra. parte
Veremos como sigue pero recuerda que "lo que nunca entenderemos es que una mujer “herida de amor” no perdona."
Angie
Gracias por compartir.
Besos y Lamiditas !!!
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