Vuelvo a incursionar en los relatos y hoy quiero compartirte mi última experiencia con una amiga
de ésas con las que te matás cada vez que sale un encuentro.
Marcela es una mina cuarentona, separada y se mantiene MUY bien. Su cabello es claro y tiene una piel muy blanca, como la de ésas gringas que se ponen rosáceas al primer calorcito.
Nos conocemos hace más de veinte años, aunque nuestra intimidad comenzó sólo hace unos cinco,
luego de reencontrarnos y descubrir que habíamos compartido las mismas desavenencias maritales.
Así que, separados los dos y con un hambre mutuo que tenía casi dos décadas, nos dimos como en la guerra.
El sexo con ella es todo lo que creo que un hombre desea, es una de ésas pocas mujeres que no ha perdido
las ganas de seguir probando, de querer sentir más, de complacer y entregarse. Por lo que cada uno de
nuestros encuentros es una experiencia que no se mezcla con las otras y permanece bien guardada y clara
en la memoria. Fogosa como pocas, sólo basta un rico y profundo beso de lengua para ponerla a gemir, sintiendo cómo su cuerpo se te pega y se entrega a tus antojos.
Me gusta verla desnudarse, poder apreciar su piel, sus colores y sentir ése perfume que emana de la mujer
cuando se quita ropa. Nos volvemos a juntar, nuestros besos muy húmedos le abren el camino a mi lengua y me
mando como un loco a su cuello. Mis chuponcitos empiezan en su oído y van bajando inexorablemente hacia sus
tetas, las cuales son casi como las de una adolescente, con aureolas y pezones muy chiquitos y rosados. Mis
dientes y lengua se unen en unas cosquillas que parecen volverla loca. Me aparta de ella y se incorpora en
el colchón, quedando de rodillas, mientras hace que yo me pare al lado de la cama. Me termina de bajar el
boxer, el cual ya tiene manchas de humedad y guarda una pija que parece como de piedra. Su mano se aferra con fuerza al tronco y, mientras me mira a los ojos, me hace ver cómo su boca comienza a devorarme todo.
Decir que es una ídola chupando la pija, es decir muy poco. Me vuelvo loco cada vez que siento su garganta
en la punta de mi glande, se la come toda, sus labios rozan mis huevos y su lengua me hace cosquillas
mientras escucho el típico sonido del que está a punto de atragantarse. Luego saca su boca de mi y me pajea
con fuerza, antes de repetir su acto de desaparición con mi pija.
Me gusta ésa sensación intoxicante del sexo sin ataduras, sin los "me da verguenza hacer/que me hagas" ó
el "apagá la luz", etc. Quiero ver y sentir todo y ahora quiero que ella lo sienta.
Vuelvo a hacer que se acueste boca arriba en la cama y mis manos se dirigen a la parte interna de sus muslos,
levantándolos casi hasta que sus rodillas toquen su estómago, su concha mojada y su culo quedan a la altura de
mi boca.
Decir que le chupo la concha es un eufemismo, se la como, se la mamo. Con mis labios, lengua y dientes.
Su clítoris se pone gordo y mi dedo mayor se va para adentro de su conchita entregada, con la yema del mismo,
le acaricio justo por debajo de su punto de placer. Mientras que por fuera, mis labios le succionan su rosado
capuchón. Su orgasmo llega en mi boca y me quedo mirando cómo late su panza, mientras ella se retuerce toda.
"Cómo te voy a coger, hija de puta" le digo mientras le punteo el agujero mojado de su concha con la cabeza de
mi pija. Sólo le pongo la cabeza, me gusta hacerla desear, se la muevo suave y en círculos, su cuerpo se quiere
venir hacia mi y, justo en ése instante, se la mando hasta el fondo. Su gemido es casi de dolor, éso me vuelve loco y empiezo a moverme con más ritmo, bajo mi cintura y siento el tope del cuello de su útero en mi glande. Me quedo ahí, moviéndome otra vez en círculos. Su segundo polvo no se hace esperar y puedo sentir cómo laten las
paredes de su concha en mi pija. "Eso no se vale, me vas a ganar por goleada" le digo mientras me sonríe satisfecha, pero aun lujuriosa. "No te preocupes, papi. Vos sabés que yo te dejo elegir cómo y dónde hacer tus goles" me dice mientras su mirada se torna ya perversa.
Tiene bien claro que su culo me puede, le gusta decírmelo, sabiendo que mis ratones se van a Marte. Se da vuelta en la cama y levanta su cintura entregándome todo. Me quedo un segundo apreciando la vista, su concha abierta, mojada, y el agujero de su culo listo para ser enfiestado. La boca se me hace agua, tengo que probarlo.
Mordisqueo sus cachetes y voy recorriendo su contorno con mis labios y lengua bien mojados. No quiero que sepa
el momento preciso en que voy a tomar por asalto su rico hoyo, corto el contacto de nuestra piel por un momento y luego vuelvo con mi boca abierta y jugosa, directamente a su agujero. Mi lengua lo recorre en círculos y empieza a cogerlo muy suavemente, un poco más adentro cada vez.
Es una delicia sentir cómo se va abriendo, su sabor y su olor me vuelven loco de lascivia y mi ritmo aumenta. Mi lengua es casi una pija que lo coge y le inyecta saliva con cada embestida. Ella se incorpora un poco y gira su cabeza, mirándome a los ojos. Yo le pido que se ponga la pija en el culo, que me la tome en su mano y la dirija hacia ése hoyo dilatado y brilloso.
Su mano me aprieta y me atrae hacia ella, siento mi glande en la puerta de su ano. Ella se mueve hacia mi de forma suave, pero firme. Es una delicia lo que se siente, mi pija está entrando y cada centrímetro de su viaje es de un placer indescriptible. La siento respirar hondo, la tiene re clara. Sabe bien que en ésto no existe el apuro y se detiene justo en el umbral, justo en ése lugar en el cual un empujón más y el culo es todo tuyo. Me cede los honores y vuelve a su pose de entrega total. Yo le agarro las caderas con mi manos y me hago desear un poquito más, luego se la doy a toda. un empujón firme y la mitad que quedaba afuera ya no se ve más, sólo queda una aureola rosada y dilatada que parece haberse devorado toda mi pija. Me concentro en lo que veo y siento, mi pija se mueve hacia afuera y su ano cede a mis antojos. Le hago el culo con ganas. Mi ritmo, y la profundidad de mi penetración, cambia de acuerdo a mis antojos. Ella se mueve conmigo y gime con cada embestida. Quiero ver ése hoyo bien abierto y le saco toda mi pija, lo que veo me pone de la cabeza y le meto dos dedos en su ano dilatado, mientras los giro para sentir toda la apertura de ése anillo.
"Dáme la leche en el culo, amor" me dice mientras yo ya no puedo pensar en otra cosa. Le vuelvo a meter toda la pija y mis movimientos ya no son concientes, mis huevos se contraen y un calor empieza a subir por ellos. Me mando hasta el fondo de su culo y me quedó quieto ahí, muy adentro. La leche viene con fuerza, yo aguanto todo lo que puedo y luego la dejo ser.
El primer chorro explota dentro suyo y ella gime de placer, sabiendo que la estoy llenando. A los otros chorros ya no los siento. Todo mi cuerpo está como electrificado y ésa corriente sube hasta mi cabeza, llevándose toda mi energía y dejándome pleno de placer. Qué bruja, qué polvo...
Y enjoy, Compadre !!! 😉
Mi planeta poringuero
de ésas con las que te matás cada vez que sale un encuentro.
Marcela es una mina cuarentona, separada y se mantiene MUY bien. Su cabello es claro y tiene una piel muy blanca, como la de ésas gringas que se ponen rosáceas al primer calorcito.
Nos conocemos hace más de veinte años, aunque nuestra intimidad comenzó sólo hace unos cinco,
luego de reencontrarnos y descubrir que habíamos compartido las mismas desavenencias maritales.
Así que, separados los dos y con un hambre mutuo que tenía casi dos décadas, nos dimos como en la guerra.
El sexo con ella es todo lo que creo que un hombre desea, es una de ésas pocas mujeres que no ha perdido
las ganas de seguir probando, de querer sentir más, de complacer y entregarse. Por lo que cada uno de
nuestros encuentros es una experiencia que no se mezcla con las otras y permanece bien guardada y clara
en la memoria. Fogosa como pocas, sólo basta un rico y profundo beso de lengua para ponerla a gemir, sintiendo cómo su cuerpo se te pega y se entrega a tus antojos.
Me gusta verla desnudarse, poder apreciar su piel, sus colores y sentir ése perfume que emana de la mujer
cuando se quita ropa. Nos volvemos a juntar, nuestros besos muy húmedos le abren el camino a mi lengua y me
mando como un loco a su cuello. Mis chuponcitos empiezan en su oído y van bajando inexorablemente hacia sus
tetas, las cuales son casi como las de una adolescente, con aureolas y pezones muy chiquitos y rosados. Mis
dientes y lengua se unen en unas cosquillas que parecen volverla loca. Me aparta de ella y se incorpora en
el colchón, quedando de rodillas, mientras hace que yo me pare al lado de la cama. Me termina de bajar el
boxer, el cual ya tiene manchas de humedad y guarda una pija que parece como de piedra. Su mano se aferra con fuerza al tronco y, mientras me mira a los ojos, me hace ver cómo su boca comienza a devorarme todo.
Decir que es una ídola chupando la pija, es decir muy poco. Me vuelvo loco cada vez que siento su garganta
en la punta de mi glande, se la come toda, sus labios rozan mis huevos y su lengua me hace cosquillas
mientras escucho el típico sonido del que está a punto de atragantarse. Luego saca su boca de mi y me pajea
con fuerza, antes de repetir su acto de desaparición con mi pija.
Me gusta ésa sensación intoxicante del sexo sin ataduras, sin los "me da verguenza hacer/que me hagas" ó
el "apagá la luz", etc. Quiero ver y sentir todo y ahora quiero que ella lo sienta.
Vuelvo a hacer que se acueste boca arriba en la cama y mis manos se dirigen a la parte interna de sus muslos,
levantándolos casi hasta que sus rodillas toquen su estómago, su concha mojada y su culo quedan a la altura de
mi boca.
Decir que le chupo la concha es un eufemismo, se la como, se la mamo. Con mis labios, lengua y dientes.
Su clítoris se pone gordo y mi dedo mayor se va para adentro de su conchita entregada, con la yema del mismo,
le acaricio justo por debajo de su punto de placer. Mientras que por fuera, mis labios le succionan su rosado
capuchón. Su orgasmo llega en mi boca y me quedo mirando cómo late su panza, mientras ella se retuerce toda.
"Cómo te voy a coger, hija de puta" le digo mientras le punteo el agujero mojado de su concha con la cabeza de
mi pija. Sólo le pongo la cabeza, me gusta hacerla desear, se la muevo suave y en círculos, su cuerpo se quiere
venir hacia mi y, justo en ése instante, se la mando hasta el fondo. Su gemido es casi de dolor, éso me vuelve loco y empiezo a moverme con más ritmo, bajo mi cintura y siento el tope del cuello de su útero en mi glande. Me quedo ahí, moviéndome otra vez en círculos. Su segundo polvo no se hace esperar y puedo sentir cómo laten las
paredes de su concha en mi pija. "Eso no se vale, me vas a ganar por goleada" le digo mientras me sonríe satisfecha, pero aun lujuriosa. "No te preocupes, papi. Vos sabés que yo te dejo elegir cómo y dónde hacer tus goles" me dice mientras su mirada se torna ya perversa.
Tiene bien claro que su culo me puede, le gusta decírmelo, sabiendo que mis ratones se van a Marte. Se da vuelta en la cama y levanta su cintura entregándome todo. Me quedo un segundo apreciando la vista, su concha abierta, mojada, y el agujero de su culo listo para ser enfiestado. La boca se me hace agua, tengo que probarlo.
Mordisqueo sus cachetes y voy recorriendo su contorno con mis labios y lengua bien mojados. No quiero que sepa
el momento preciso en que voy a tomar por asalto su rico hoyo, corto el contacto de nuestra piel por un momento y luego vuelvo con mi boca abierta y jugosa, directamente a su agujero. Mi lengua lo recorre en círculos y empieza a cogerlo muy suavemente, un poco más adentro cada vez.
Es una delicia sentir cómo se va abriendo, su sabor y su olor me vuelven loco de lascivia y mi ritmo aumenta. Mi lengua es casi una pija que lo coge y le inyecta saliva con cada embestida. Ella se incorpora un poco y gira su cabeza, mirándome a los ojos. Yo le pido que se ponga la pija en el culo, que me la tome en su mano y la dirija hacia ése hoyo dilatado y brilloso.
Su mano me aprieta y me atrae hacia ella, siento mi glande en la puerta de su ano. Ella se mueve hacia mi de forma suave, pero firme. Es una delicia lo que se siente, mi pija está entrando y cada centrímetro de su viaje es de un placer indescriptible. La siento respirar hondo, la tiene re clara. Sabe bien que en ésto no existe el apuro y se detiene justo en el umbral, justo en ése lugar en el cual un empujón más y el culo es todo tuyo. Me cede los honores y vuelve a su pose de entrega total. Yo le agarro las caderas con mi manos y me hago desear un poquito más, luego se la doy a toda. un empujón firme y la mitad que quedaba afuera ya no se ve más, sólo queda una aureola rosada y dilatada que parece haberse devorado toda mi pija. Me concentro en lo que veo y siento, mi pija se mueve hacia afuera y su ano cede a mis antojos. Le hago el culo con ganas. Mi ritmo, y la profundidad de mi penetración, cambia de acuerdo a mis antojos. Ella se mueve conmigo y gime con cada embestida. Quiero ver ése hoyo bien abierto y le saco toda mi pija, lo que veo me pone de la cabeza y le meto dos dedos en su ano dilatado, mientras los giro para sentir toda la apertura de ése anillo.
"Dáme la leche en el culo, amor" me dice mientras yo ya no puedo pensar en otra cosa. Le vuelvo a meter toda la pija y mis movimientos ya no son concientes, mis huevos se contraen y un calor empieza a subir por ellos. Me mando hasta el fondo de su culo y me quedó quieto ahí, muy adentro. La leche viene con fuerza, yo aguanto todo lo que puedo y luego la dejo ser.
El primer chorro explota dentro suyo y ella gime de placer, sabiendo que la estoy llenando. A los otros chorros ya no los siento. Todo mi cuerpo está como electrificado y ésa corriente sube hasta mi cabeza, llevándose toda mi energía y dejándome pleno de placer. Qué bruja, qué polvo...
FIN
Y enjoy, Compadre !!! 😉
Mi planeta poringuero
8 comentarios - El culo de Marcela (Relato)
Algunos vamos y venimos como bien dicen... esto es un vicio 😉
Y tan rico !!! 🙎♂️
Un millón de gracias. 😉
quiero DEDICADAS..ponene eh..
un abrazo 😉 😉
me dejo toda mojadita eres muy bueno escribiendo!!!