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Los chicos crecen - 2da. parte

Llegué a Buenos Aires, y el ritual del asado y los encargos, se repitió.
La cámara le gustó, y el pago llegó completo.

“Tratos son tratos”, me dijo.

Pasé un par de semanas, en Buenos Aires.
Cada noche que me conectaba a Internet, me encontraba con Gabriela, y casi jugando nuestras conversaciones terminaban en confesiones de nuestras vidas privadas.

Me contó de su timidez, de cómo se había tenido que sobreponer, de cómo manejaba sus relaciones, que espera de su carrera, cuales eran sus sueños.

Yo le contaba, de mi trabajo, de mis experiencias, de sobreponerse, de superarse.

Siempre, casi a modo de ritual, al momento de despedirse me escribía:
“Bueno, la seguimos mañana, supongo que tendrás algo mas divertido para hacer”, resaltaba la palabra divertido.

A esta altura debo reconocer que abiertamente me calentaba éste coqueteo con ella.
Y me parecía que a ella también.

No había dia en el cual no habláramos.

Cierta vez me fui de viaje.
Como siempre, chateabamos al llegar la noche.

Casi, como una picardía, le mentí:

“Hoy te compré un regalo espacial”

“Que es?” me preguntó.

“Sorpresa!!!”

Tiempo después descubriría que ésa mentira inocente, tendría consecuencias inesperadas.
Había sido una mentira inocente, o mi subconsciente había tomado el control de mis actos.? Era mi deseo el que me llevaba a escribirle eso.?

Al dia siguiente jugué en mi mente con la idea de cual sería ese regalo sorpresa que le había dicho a Gabriela que le había comprado.

Pasé por un local de Victoria Secret, entré y pedí un conjunto para una talla “small”.
No sé si por vergüenza , pero sentía que se notaba que estaba comprando un regalo para una niña.

Armé mi valija, y coloqué en el fondo la bolsa, con mi regalo sorpresa para Gabriela.

Llegué a Buenos Aires, y ésa misma noche me conecté. Como de costumbre Gaby estaba ahí.

“Cómo fue tu viaje?”

“Tranquilo, por suerte”

Como siempre al cortar me dijo: “Bueno, la seguimos mañana, supongo que tendras consas más divertidas que hacer”

Me tiré en la cama, me prendí un cigarrillo, y me quedé pensando en ella. Cuando la erección se hizo insoportable, me toqué hasta acabar. Era una locura, pero las conversaciones con Gabriela, me excitaban como no lo lograba ninguna otra mujer.

A la mañana, saqué las cosas de la valija, Guardé la bolsa de Victoria Secret en el fondo del placard.

Nos reunimos el fin de semana. Realmente esperaba volver a verla.
Siempre su familia, me recibía como un pariente más. Al fin y al cabo hacía más de 20 años que nos conocíamos, y siempre era bienvenido en sus casa.

Gaby, estaba radiante, jean de tiro corto, remera al ombligo.
Como siempre me recibió con un beso. Se agarró de mi brazo, y me invitó a pasar.
El almuerzo estuvo plagado de anécdotas, noticias. Siempre aprovechaban mi regreso para ponerme al tanto de las novedades.

De camino de regreso a casa, me sentí mal por las cosas que pasaban por mi cabeza. Era casi parte de una familia y tenía pensamientos lujuriosos con la hija, quién además era mi ahijada.

Esa noche no me conecté.

Dejé pasar toda la semana. Pensaba que si lograba “enfriarme”, mis pensamientos desaparecerían.

Armé una cita, con una de mis habituales amigas, para intentar tener una buena noche de sexo, y con eso calmar mi ansiedad por contactarme con Gaby.

La noche fue un trámite. Creo que mi ocasional pareja, que me conocía desde hacía tiempo se dio cuenta. Lo atribuí al cansancio del viaje.

Me metí de lleno al laburo.

El fin de semana decline a la invitación habitual.
No quería ver a Gaby y revivir lo que estaba tratando de olvidar.

Había quedado con un cliente, en pasarle unos datos por mail.
Esa noche me conecté. Gaby, estaba ahí.
Fue directamente al grano:

“Me estás esquivando?”

“A veces los adultos, pensamos cosas, y después nos arrepentimos” le dije.

“A los más chicos a veces también nos pasa lo mismo” me contestó.

“Pero, vos una vez me dijiste que la vida se acomoda sola, que hay que dejarla fluir” agregó.

“Si Gaby, pero a veces no se trata de lo que uno quiere hacer, sino de lo que debe hacer”

“Si, pero si las cosas son muy fuertes, por más que las trates de frenar, a veces salen igual”

Al chatear con ella, mi ropa interior ya se estaba mojando.

“Bueno, algún dia, si tomo coraje, te podré dar tu regalo”

“Es tu decisión. Pero quiero que sepas que a mi me gustaría que me lo dieras”

Cortamos. Tuve que pacerme, para intentar dormirme. Mi semen, fluyó abundante, pensando en ella.
Daba vueltas en la cama.
Volví a conectarme. Ella estaba ahí.

“Parece que no podés dormir,,,jajaja”

“La verdad que no”

“Bueno, si te sirve mañana, yo voy a la facu” “Puedo pasar a buscarlo y ahorrarte la molestia de tener que traérmelo, parece que ya no te interesa visitarnos”

A pesar de mi paja anterior, mi verga volvió a ponerse turgente.

“A qué hora??”

“A las 6 de la tarde, estás”, me preguntó.

“OK, a las 6” “Bye”

Me desconecté. Tenía palpitaciones.
Me tomé una pastilla y por fin logré conciliar el sueño.

Al otro dia en la oficina estuve como un zombi. Mis pensamientos volaban a la cita de la tarde. Qué haría? No podía decirle a mi ahijada que estaba caliente con ella.

El timbre sonó puntual. Su voz sonó alegre.
El tiempo que tardó en subir me pareció eterno.
Cuando abrí la puerta, encontré a una niña/mujer radiante.
Mochilla al hombro, entró y me saludó con un beso.

Le ofrecí algo para tomar.
“Una coca, está bien”

Le pregunté por sus cosas. Se vé que se me notaba el nerviosismo.

Fui a mi placard y traje la bolsa. Sentí que aquella acción me podía costar la buena relación que tenía con ella.

Cuando vió la bolsa, el logotipo delató el contenido.
Inclinó su cabeza, y su ojos dejaron ver un gesto de asombro.

Abrió la bolsa. Quitó el papel de seda, metió su mano y sacó una diminuta tanga de encaje blanca.

“Muy bonita” “Todo un detalle” “Y la verdad muy osado”
“No hay dudas de que vos sabés como halagar a una mujer”

Acercó su boca a mi mejilla, y me dijo “Muchas gracias”
Yo me había sonrojado.

Sacó el corpiño, y lo apoyo por sobre su remera como para medir si llegaría a contener el volumen de sus senos.

“Será de mi talle?” “Porque si no sería una pena que le saque las etiquetas y no lo puedas cambiar”

“Puedo pasar al baño?”

“Claro, no hay problema”

Se levantó con la bolsa, y se dirigió al baño.

Me sentí aliviado de que no se hubiera ofendido.

Cuando regreso, sentí que mi corazón se desbocaba.

Entró al living con el conjunto puesto, descalza, y con un aire provocativo, como si fuera una modelo, luciendo su cuerpo en un desfile.
Dio un giro y me preguntó:

“Me queda bien”

“Estas hermosa, como me imaginé que te quedaría”

Ya no podía contenerme. Mi mirada la devoraba.

“Es precios, muchas gracias” Se acercó. Mi corazón latía a mil. El encaje transparentaba unos pezones pequeños y rosados. Tenía el vello erizado.
Se agachó, la canaleta que formaban sus dos pechos eran una invitación para sumergirse en la pasión.
Lentamente acercó su boca a mi mejilla, “Gracias” me susurró. Prolongó el momento.
Fue desviando su cara, hasta que su boca rozó la mía. Acercó sus labios lentamente, y me besó.

Esperó mi reacción.
Yo abrí mi boca, y juntos nos mezclamos en un beso.

Puse mis manos en su cintura, y la apreté con fuerza. Los besos se transformaron en pequeños mordiscos.

Se desprendió el corpiño, y me ofreció sus pechos. Besé sus pezones con desesperación.

Sus mejillas estallaban.
Me paré, su cuerpo se pegó al mio.
Nos quedamos un largo rato, tocándonos y besándonos. No decíamos nada, sólo nos besábamos.
Yo le acariciaba la cola, ella respondía pegando su cuerpo.

Creo que a ambos nos pegó el remordimiento.
Nos separamos con un beso profundo.
Agarró el corpiño, que estaba en el piso. Y se fue.

Volvió cambiada.

“Yo también lo había fantaseado” me dijo. “Y te agradezco, que por ahora te haya alcanzado con esto” “Me siento muy segura con vos, pero no quiero que ninguno de los dos se sienta mal” “Me gustaría seguir hablando con vos” “No por histeriquear, pero hay cosas que tenemos que evaluar, más allá de las ganas.”

Yo no sabía que responderle. Sólo asentí con la cabeza.

Con esa frescura que tiene la gente joven. Terminó su vaso de coca, me dio un beso en la boca, y me dijo que se tenía que ir.

“A la noche hablamos”.

Me sentí feliz. Quizás por eso puede disfrutar de la paja que me hice, recordándola desnuda en mi living.

CONTINUARA…….

1 comentarios - Los chicos crecen - 2da. parte

monica_lov
Los chicos crecen - 2da. parte
ahhh es muy lindo pero ya lei el final y bueno esta era la parte que me faltaba..excelente relato