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Noche de trío inesperado

Conocí a Cami en un boliche de lesbianas, en la época en que yo no me emborrachaba ni fumaba porro, pero en cambio gastaba mucho en terapia. Ella era rubia, muy bonita de cara. Gorda, pero no me molestaba. Me había encarado como un chaboncito y me había gustado. Encaraba como si hubiera cogido más en los últimos diez minutos, que vos en toda tu vida y eso intimidaba, a la vez que excitaba. A mí, al menos.

Intercambiamos números de teléfono y, unos días más tarde, vino a mi casa. Ella había prometido traer aceites para hacerme masajes. Yo fantaseaba con revolcones en el sillón, chupadas eternas y tal vez, si se daba, usar algunos de mis aparatitos. Pero finalmente, hasta para mí las mujeres son un misterio: mientras la desvisto, ella me confiesa que “nunca hizo esto antes” y me siento engañada. Me siento como el chico que, después de fantasear con tetas grandes y maravillosas, se encuentra con la mentira del push-up.

Mis sueños de lesbianismo para el recuerdo mueren en un instante. Soy un chico que acaba de enterarse que Papá Noel no existe, y tengo mucho miedo. Debo improvisar. Ella no va a chuparme, así que iniciamos una suerte de “68” en el que yo le chupo la concha y ella me pajea frenéticamente. Empiezo chupándole el clítoris y metiéndole los dedos, como me gusta a mí, pero me pide que sólo la chupe. Obedezco. Es sorprendente cómo logra hacerme acabar, únicamente metiéndome los dedos. Ella grita como una loca, me pregunto si el novio no le chupará la concha como Dios manda o yo soy realmente tan buena. Sin duda estuvo esperando mucho este momento, estar garchando con otra mujer. Me la imagino en su casa, pajeándose con videos de lesbianas, o tal vez simplemente con la fantasía de que una minita se la coma toda.

Esas cosas pienso mientras le chupeteo toda la concha, que está buenísima y podría chuparla durante horas. Lástima que tiembla cuando la hago acabar y el movimiento de su panza como si fuera un flan me hace tentarme. ¡Seguí chupando, hija de puta! me grita, pero yo literalmente estoy llorando de risa. Me las arreglo para reír y seguir chupando para que pueda terminar, aunque no haya sido lo suficientemente generosa como para merecerlo.

Todavía estamos tiradas en mi cama y medio en pelotas cuando su novio toca el timbre. La vino a buscar. Cami se viste rápidamente y le doy la llave para que le vaya a abrir. Supongo que se va a ir, pero me equivoco. Lo invita a pasar y a ponerse cómodo y ya huelo el inconfundible aroma de la partuza.
Él me mira lascivamente. No sé si es porque me tiene ganas, porque acabo de iniciar a su novia en el lesbianismo o porque hace mucho que no entierra la batata. No importa. Él me mira lascivamente, su novia lo ve mirarme así y le ordena que me bese.

Él me besa y en cuestión de segundos, me desnuda y me sienta sobre su cara. Enhorabuena, pienso, todo llega finalmente. Cami y yo le chupamos la pija standard como si fuera la gran cosa. Ella por amor; yo, supongo, porque no hay nada mejor en el horizonte.

Ella lo desviste y lo cabalga, mientras yo sigo sentada sobre su cara. Nos besamos. Me siento en una película porno de bajo presupuesto. No por la escena, que es gloriosa, sino por el escaso atractivo de los actores. Pero es así, hay veces que se come bien, otras más o menos y algunos días se pasa hambre. Ya recordaré esta vivencia a través del tiempo, fumando un puro y acariciándole las bolitas a mi gato y me preguntaré: ¿Quién me quita lo garchado?

Él avisa que va a acabar, pero con mi concha en su cara, no se le entiende mucho. De todas formas, Cami me mira a los ojos y me dice, desafiante: “La leche es mía”.
Lo veo acabarle adentro de la boca. Pero, ¿qué pasa? Cami se levanta y corre hacia el baño. Desde allí, se la escucha escupir sonoramente sobre la palangana. Miro a su novio con cara de WTF. ¿Para eso pidió la leche? ¿Para salir corriendo a escupirla, como si fuera sopa de cebolla en mal estado? Creo deducir, por la cara del muchacho, que para él se trata de una práctica de lo más habitual. ¿Será por eso que no tengo novio? Supongo que me voy a quedar con la duda, por ahora.

Créditos:
Relato escrito por Chanelle Noir publicado en revista Maxim en noviembre de 2009.
Noche de trío inesperado
fotos
Modelo: Chanelle Noir
Fotógrafo: Germán Saez

6 comentarios - Noche de trío inesperado

chorizonosefue
buen relato! son geniales todos tus aportes...

relato
monica_lov
muuuuuuy bueno a leer maxim jajaja
Antohott
Excelente escrito chanelle.
TE FELICITO!!!

Yo tbn escribo en este sitio y aspiro a ir por más. Celebro que vos hayas podido llegar a formar parte del staff de maxim.
Sería un honor contarte entre mis lectores sea en este sitio o por mi blog
Bienvenida!!!!
❤️
atsicroxele
jajajaj nunca habia leido esto, muy bueno che...
pampaalpalo
Terrible el relato chanelle....la verdad que si tus escritos son tan reales como se leen...no se porque no tenes novio....