No había pasado mucho tiempo desde el último encuentro con mi primo, un mes a lo sumo. Aquella última cogida en el baño fue un paso más para afirmar su condición dominante y la mía de sumiso. Mi primo había comenzado a exigir más, sin sentirse comprometido “a dar nada a cambio”.
Aquel día fuimos de visita a su casa, en esa oportunidad no nos quedaríamos a dormir, era fin de semana y había muchas personas en la casa, por lo que era seguro que no tendríamos oportunidad para un encuentro.
En la tarde, mi primo me dijo para subir a la azotea de la casa, esta era un poco más alta que otras edificaciones, estaban todas pegadas una a la otra, por un lado había un taller pequeño y por la parte de atrás de la casa un colegio pequeño. Ambos lugares, como era fin de semana, estaban desocupados.
Una vez arriba, mi primo me dijo que pasáramos al taller, para atrapar algunas lagartijas que había allí, como he comentado en otros relatos, nuestro trato diario era normal. Me gustó la idea. Entraríamos al taller por el techo, una parte que estaba abierta. Pero había que caminar por un muro a unos 3 metros del piso, donde no había de donde agarrarse, mi primo, acostumbrado a estar por allí pasaba caminando haciendo equilibrio sin mayor problema, pero a mí me daba miedo caer, entonces no me decidía a pasar.
Él me insistía en que pasara, que era muy fácil, de pronto comenzó a mostrarse un poco enojado, yo no entendía por qué tanta insistencia, hasta que al ver su rostro entendí que aquello de las lagartijas era una tonta excusa, su verdadera intención era follarme otra vez. Cuando él se enteró que nos iríamos en la tarde, buscó la manera de llevarme a algún lugar para poseerme.
Pensé en ir, pero me preocupaba que alguien entrara a aquel lugar y nos viera, además, desde la calle se podía ver cuando entráramos a aquel lugar.
Al ver mi negativa, él se fue hacia el otro lado donde estaba la escuela, allí, la casa tenía un saliente, una cornisa amplia de unos 40 ó 50 centímetros, que quedaba como un metro y 20ctms más abajo del techo de la casa y daba al patio de la escuela, es algo difícil de explicar, pero, estando uno parado allí, nadie podía verlo desde la calle, sólo desde el techo de la casa.
Luego, mi primo bajó hasta esa cornisa y me reto, dijo, y hasta aquí no puedes bajar, no me digas que esto también te da miedo. Entonces bajé hasta la cornisa, una vez estuvimos frente a frente. Desabrocho su pantalón y abrió la cremallera, me mostró el pene que estaba semi-erecto. Me pregunto con algo de inseguridad, me lo puedes mamar.
Titubee un momento, pero luego me incliné a mamarlo, tan pronto mis labios rozaron su glande comenzó a hincharse más, ponerse como una piedra. Él se bajó entonces más los pantalones, para darme acceso a sus bolas, las cuales acariciaba al tiempo que chupaba con gusto aquella verga. Él me acariciaba el cabello, al tiempo que sostenía mi cabeza, para ir más profundo en mi boca. De cuando en cuando, sentía su cabeza hinchada en mi garganta.
De pronto me dijo que quería cogerme, yo le dije que no, él insistió, así que me coloque de espaldas con los pantalones abajo, sosteniéndome de un madero que sobresalía de la construcción, lubrico mi ano con saliva, y penetró sin muchos preámbulos. A diferencia de las otras veces, la falta de lubricación y dilatación, hizo que me doliera la sola penetración, sentí bastante ardor. Él me tomó de las caderas y fue más profundo. Comenzó el vaivén, pero la verga no deslizaba fácilmente. Yo estaba disfrutando, pero en verdad muy lejos de sentir un orgasmo.
En esas, mi madre me llamó, dijo que nos íbamos, ella lo hizo desde el patio, donde no se veía lo que hacíamos, pero podíamos escuchar su llamada. Eso me puso un poco nervioso, pensaba ella o alguien podía subir. Mi primo, desde luego no quería parar, seguía disfrutando de mi culo.
Entonces me volteé para seguir mamando, pensé si alguien sube lo podemos ver antes, rápidamente me incorporo y no se darán cuenta, pero empalado es más difícil.
Comencé entonces a mamar con mucha energía, movía mi cabeza rápidamente, la verga entraba y salía de mi boca, con la intensión de hacerle acabar. Él estaba quieto disfrutando de aquello, mientras escuchábamos que me llamaban nuevamente.
Después de un rato aún él no acababa. Entonces lo saque de mi boca y lo pajee un poco con la mano, un minuto después, vi salir su primer chorro de semen, abrí a boca y atajé el chorro completo, de inmediato introduje la verga en mi boca, sentí toda su descarga muy abundante, él gimió de gusto. Chupé todo cuanto quedaba en el pene, saboree y tragué su leche completamente. Luego, el aparto mi cabeza con algo de rudeza para que parara de mamar. Fue la primera vez que tragué semen de esa manera.
Baje al baño y me masturbé, pues no podía irme con esa tensión sexual.
Hoy que estoy relatando cuanto sucedió, me pregunto si alguien a la distancia nos vería, quien sabe, tal vez alguien vio como me regalaba a mi primo.
Espero que te haya gustado mi relato y me des tus comentarios.
Aquel día fuimos de visita a su casa, en esa oportunidad no nos quedaríamos a dormir, era fin de semana y había muchas personas en la casa, por lo que era seguro que no tendríamos oportunidad para un encuentro.
En la tarde, mi primo me dijo para subir a la azotea de la casa, esta era un poco más alta que otras edificaciones, estaban todas pegadas una a la otra, por un lado había un taller pequeño y por la parte de atrás de la casa un colegio pequeño. Ambos lugares, como era fin de semana, estaban desocupados.
Una vez arriba, mi primo me dijo que pasáramos al taller, para atrapar algunas lagartijas que había allí, como he comentado en otros relatos, nuestro trato diario era normal. Me gustó la idea. Entraríamos al taller por el techo, una parte que estaba abierta. Pero había que caminar por un muro a unos 3 metros del piso, donde no había de donde agarrarse, mi primo, acostumbrado a estar por allí pasaba caminando haciendo equilibrio sin mayor problema, pero a mí me daba miedo caer, entonces no me decidía a pasar.
Él me insistía en que pasara, que era muy fácil, de pronto comenzó a mostrarse un poco enojado, yo no entendía por qué tanta insistencia, hasta que al ver su rostro entendí que aquello de las lagartijas era una tonta excusa, su verdadera intención era follarme otra vez. Cuando él se enteró que nos iríamos en la tarde, buscó la manera de llevarme a algún lugar para poseerme.
Pensé en ir, pero me preocupaba que alguien entrara a aquel lugar y nos viera, además, desde la calle se podía ver cuando entráramos a aquel lugar.
Al ver mi negativa, él se fue hacia el otro lado donde estaba la escuela, allí, la casa tenía un saliente, una cornisa amplia de unos 40 ó 50 centímetros, que quedaba como un metro y 20ctms más abajo del techo de la casa y daba al patio de la escuela, es algo difícil de explicar, pero, estando uno parado allí, nadie podía verlo desde la calle, sólo desde el techo de la casa.
Luego, mi primo bajó hasta esa cornisa y me reto, dijo, y hasta aquí no puedes bajar, no me digas que esto también te da miedo. Entonces bajé hasta la cornisa, una vez estuvimos frente a frente. Desabrocho su pantalón y abrió la cremallera, me mostró el pene que estaba semi-erecto. Me pregunto con algo de inseguridad, me lo puedes mamar.
Titubee un momento, pero luego me incliné a mamarlo, tan pronto mis labios rozaron su glande comenzó a hincharse más, ponerse como una piedra. Él se bajó entonces más los pantalones, para darme acceso a sus bolas, las cuales acariciaba al tiempo que chupaba con gusto aquella verga. Él me acariciaba el cabello, al tiempo que sostenía mi cabeza, para ir más profundo en mi boca. De cuando en cuando, sentía su cabeza hinchada en mi garganta.
De pronto me dijo que quería cogerme, yo le dije que no, él insistió, así que me coloque de espaldas con los pantalones abajo, sosteniéndome de un madero que sobresalía de la construcción, lubrico mi ano con saliva, y penetró sin muchos preámbulos. A diferencia de las otras veces, la falta de lubricación y dilatación, hizo que me doliera la sola penetración, sentí bastante ardor. Él me tomó de las caderas y fue más profundo. Comenzó el vaivén, pero la verga no deslizaba fácilmente. Yo estaba disfrutando, pero en verdad muy lejos de sentir un orgasmo.
En esas, mi madre me llamó, dijo que nos íbamos, ella lo hizo desde el patio, donde no se veía lo que hacíamos, pero podíamos escuchar su llamada. Eso me puso un poco nervioso, pensaba ella o alguien podía subir. Mi primo, desde luego no quería parar, seguía disfrutando de mi culo.
Entonces me volteé para seguir mamando, pensé si alguien sube lo podemos ver antes, rápidamente me incorporo y no se darán cuenta, pero empalado es más difícil.
Comencé entonces a mamar con mucha energía, movía mi cabeza rápidamente, la verga entraba y salía de mi boca, con la intensión de hacerle acabar. Él estaba quieto disfrutando de aquello, mientras escuchábamos que me llamaban nuevamente.
Después de un rato aún él no acababa. Entonces lo saque de mi boca y lo pajee un poco con la mano, un minuto después, vi salir su primer chorro de semen, abrí a boca y atajé el chorro completo, de inmediato introduje la verga en mi boca, sentí toda su descarga muy abundante, él gimió de gusto. Chupé todo cuanto quedaba en el pene, saboree y tragué su leche completamente. Luego, el aparto mi cabeza con algo de rudeza para que parara de mamar. Fue la primera vez que tragué semen de esa manera.
Baje al baño y me masturbé, pues no podía irme con esa tensión sexual.
Hoy que estoy relatando cuanto sucedió, me pregunto si alguien a la distancia nos vería, quien sabe, tal vez alguien vio como me regalaba a mi primo.
Espero que te haya gustado mi relato y me des tus comentarios.
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