Después de esa noche, todo cambió entre ella y yo. Se dio una onda especial, una complicidad que hacía que nos entendiéramos sólo con las miradas, o los gestos.
Ambos sabíamos qué deseaba el otro en un determinado momento, sin necesidad de hablarlo ni decirlo.
Buscábamos cualquier oportunidad para estar juntos en el laburo.
Armábamos encuentros fugaces cuando yo iba al baño, en algún rincón del patio o en un pasillo poco transitado. Si la situación se daba, le robaba un beso o la toqueteaba un poco: una buena mano en esa cola hermosa, o en sus tetas, exuberantes y sensuales.
Una mañana había poco movimiento en el trabajo porque estaban de paro y en los pasillos no se veía mucha gente. Como otras veces, quedamos en encontrarnos cerca del baño, en un corredor alterno. Cuando iba camino a ese lugar noté que no había gente en las inmediaciones, y cuando la vi, sin darle tiempo a nada, la agarré de la cara, la empujé suave pero con ganas detrás de una puerta, y la empecé a besar desenfrenadamente.
Ella al principio si bien me besó, me apartó a los pocos segundos porque tenía miedo que nos vieran. Le insistí que no nos veía nadie, la empujé más adentro, y como estaba poco iluminada la zona, aproveché para callar sus dudas con otro beso.
Ahí pareció olvidarse de todo, se prendió como una loca, comiendome la boca y dejándome comérsela, al tiempo que sus manos acariciaban mi pelo y yo la apretaba con fuerza.
Estábamos muy calientes asi que decidimos frenarnos, porque sino ibamos a hacer cualquiera. Fuimos hasta una oficina que queda frente a la suya, y en la que sólo trabaja una persona que ese día había faltado. Nos metimos ahí y cerramos la puerta con llave.
Ni bien cerramos, volvimos a transarnos y a manosearnos como dos locos desaforados. Como pudimos, entre besos, manos, y mordiscos, llegamos hasta el escritorio donde antes se sentaba un enamorado de ella; con mi mano derecha, y sin desprenderme de ella ni dejar de besarla, tiré todo lo que habia ( papeles, expedientes, etc ), la senté encima y ella me rodeó la cintura con sus piernas, para sentir mi pija dura y erecta.
Le lamía las orejas, le besaba su cuello, y levante su remerita para que se dejaran ver esas tetas hermosas que tiene. Se las comencé a chupar pervertidamente, con lujuria, con pasion, y ella gemía y me decía: “ asi bebé, así papito, qué rico cómo me las chupas..”
Como pude le saque el pantalón, y alli quedo frente a mi, con una tanguita color blanca que daban ganas de arrancársela con los dientes. Me desabroché mi pantalón, saqué afuera mi trozo ya a punto de explotar, y se lo metí como venía, bien adentro. Entró de una, porque ella estaba toda mojadita y abierta para mi.
La cogi con desenfreno, salvajemente, como un animal en celo, dándole embestidas con fuerza, que era como pegarle con mi verga dura y gruesa, como un castigo delicioso y excitante.
Ella gemía, casi conteniendo los gritos que le salian instintivamente, porque gozaba de manera intensa, al tiempo que me pedía mas y más. “Dámela más fuerte mi vida.” - me decía una y otra véz, y oirla, me excitaba más y me ponía loco y más degenerado.
“Te gusta putita? Te gusta cómo te meto mi pija dura?”………- le preguntaba yo, y ella contestaba con un sí prolongado y lleno de calentura.
Asi estuvimos cogiendo hasta que ella llegó primero que yo, unos segundos antes. Yo me contuve porque no tenía forro, asi que apenas ella terminó, aceleré el ritmo para llegar yo también. La saqué afuera cuando ya estaba a punto, y ayudado por su mano, que me pajeó un poco, lancé un chorro de semen con tanta fuerza que le salpicó su pancita y parte de las tetas.
Extasiados y agotados, nos abrazamos unos segundos, nos transamos una vez más, y quedamos en repetir esa experiencia tantas veces como pudieramos.
Agréguenme unos puntitos muchachos, asi les sigo contando más de esta historia.
Ambos sabíamos qué deseaba el otro en un determinado momento, sin necesidad de hablarlo ni decirlo.
Buscábamos cualquier oportunidad para estar juntos en el laburo.
Armábamos encuentros fugaces cuando yo iba al baño, en algún rincón del patio o en un pasillo poco transitado. Si la situación se daba, le robaba un beso o la toqueteaba un poco: una buena mano en esa cola hermosa, o en sus tetas, exuberantes y sensuales.
Una mañana había poco movimiento en el trabajo porque estaban de paro y en los pasillos no se veía mucha gente. Como otras veces, quedamos en encontrarnos cerca del baño, en un corredor alterno. Cuando iba camino a ese lugar noté que no había gente en las inmediaciones, y cuando la vi, sin darle tiempo a nada, la agarré de la cara, la empujé suave pero con ganas detrás de una puerta, y la empecé a besar desenfrenadamente.
Ella al principio si bien me besó, me apartó a los pocos segundos porque tenía miedo que nos vieran. Le insistí que no nos veía nadie, la empujé más adentro, y como estaba poco iluminada la zona, aproveché para callar sus dudas con otro beso.
Ahí pareció olvidarse de todo, se prendió como una loca, comiendome la boca y dejándome comérsela, al tiempo que sus manos acariciaban mi pelo y yo la apretaba con fuerza.
Estábamos muy calientes asi que decidimos frenarnos, porque sino ibamos a hacer cualquiera. Fuimos hasta una oficina que queda frente a la suya, y en la que sólo trabaja una persona que ese día había faltado. Nos metimos ahí y cerramos la puerta con llave.
Ni bien cerramos, volvimos a transarnos y a manosearnos como dos locos desaforados. Como pudimos, entre besos, manos, y mordiscos, llegamos hasta el escritorio donde antes se sentaba un enamorado de ella; con mi mano derecha, y sin desprenderme de ella ni dejar de besarla, tiré todo lo que habia ( papeles, expedientes, etc ), la senté encima y ella me rodeó la cintura con sus piernas, para sentir mi pija dura y erecta.
Le lamía las orejas, le besaba su cuello, y levante su remerita para que se dejaran ver esas tetas hermosas que tiene. Se las comencé a chupar pervertidamente, con lujuria, con pasion, y ella gemía y me decía: “ asi bebé, así papito, qué rico cómo me las chupas..”
Como pude le saque el pantalón, y alli quedo frente a mi, con una tanguita color blanca que daban ganas de arrancársela con los dientes. Me desabroché mi pantalón, saqué afuera mi trozo ya a punto de explotar, y se lo metí como venía, bien adentro. Entró de una, porque ella estaba toda mojadita y abierta para mi.
La cogi con desenfreno, salvajemente, como un animal en celo, dándole embestidas con fuerza, que era como pegarle con mi verga dura y gruesa, como un castigo delicioso y excitante.
Ella gemía, casi conteniendo los gritos que le salian instintivamente, porque gozaba de manera intensa, al tiempo que me pedía mas y más. “Dámela más fuerte mi vida.” - me decía una y otra véz, y oirla, me excitaba más y me ponía loco y más degenerado.
“Te gusta putita? Te gusta cómo te meto mi pija dura?”………- le preguntaba yo, y ella contestaba con un sí prolongado y lleno de calentura.
Asi estuvimos cogiendo hasta que ella llegó primero que yo, unos segundos antes. Yo me contuve porque no tenía forro, asi que apenas ella terminó, aceleré el ritmo para llegar yo también. La saqué afuera cuando ya estaba a punto, y ayudado por su mano, que me pajeó un poco, lancé un chorro de semen con tanta fuerza que le salpicó su pancita y parte de las tetas.
Extasiados y agotados, nos abrazamos unos segundos, nos transamos una vez más, y quedamos en repetir esa experiencia tantas veces como pudieramos.
Agréguenme unos puntitos muchachos, asi les sigo contando más de esta historia.
2 comentarios - Andrea, mi compañerita de laburo -2º parte
Te comento que puden borrarte el post por tales pedidos. Los puntos no se piden, se ganan con buenos post y en tuyo no tiene ni título (aunque la ortografía está bastante bien cuidada).
Seguí laburando y llegarás a full pronto, pero te estas olvidando de comentar a los demás, eso no buena señal!
Saludos!
saludos man