Me llamo Manolo y la historia que les voy a contar me tiene por protagonista junto a una compañera de trabajo, llamada Andrea.
Con ella trabajamos juntos desde hace años y siempre ha habido onda entre nosotros.
Las circunstancias, en algunos casos, y las vueltas, en otros, hicieron que siempre se postergara demasiado el momento en el que finalmente pasara algo entre nosotros.
Yo soy casado, y eso fue todo un tema porque ella no quería saber nada justamente por ese motivo, y por más que se moría de ganas, se contenía para no caer en la tentación de hacer conmigo lo que tanto deseaba.
Ella es muy bonita, tiene un lomo infernal, una cola redondita y tierna, unos pechos que al mirarlos te hipnotizan y una boca que te dán ganas de morderla. Ni bien la ves, no podés dejar de mirarla, y te aseguro que es una de esas minas que vuelven loco a cualquier hombre.
Una noche, hace un mes atrás, nos invitaron a comer a la casa de otra compañera de trabajo, solterona y bastante odiosa. Cuando llegué y la ví, ahí parada junto al sillón, con un jean bien ajustado y una remerita que le marcaba divinamente las tetas, me quedé recaliente.
Antes de comenzar a comer, tuvimos que bancarnos la recorrida obligada por la casa que nos hizo la solterona, y en cuanto tuve una oportunidad la aproveche. Habíamos subido a la terraza, desde donde habia una vista espectacular de la city, y estaba todo oscurito. Justo cuando bajamos la escalera, y seguro de que nadie me vería, le pegué una buena manoseada en el culo, a la cual ella sólo atinó a emitir una risa nerviosa, sorprendida por la situación y algo incómoda por el miedo a que se diera cuenta la otra vieja.
Pude percibirlo, porque no es la primera vez que la tocaba asi, con ese descaro y ese desparpajo, que esa mano le encantó y la excitó muchisimo. Ella, aunque por momentos se reprime y se frena por sus miedos, es una mina que le encanta la transgresión, y este tipo de cosas la calientan demasiado.
Asi paso la reunión, hasta que llegó el momento de irnos.
La llevé en el auto y al llegar a su casa, me paré unos metros antes para charlar un rato.
Palabra vá, palabra viene, se la notaba muy incómoda porque sabía que yo algo intentaría y, por más que deseaba que le comiera la boca, al mismo tiempo ella quería evitarlo . Después de algunas vueltas, no me aguante mas, le agarré la cara poniendo mi mano en su mentón, y le robé un beso. La miré, ella me miró sorprendida y un poco desorientada, y antes de darle tiempo a reaccionar volvi a besarla, pero esta vez, metiendole mi lengua hasta el fondo de su boca y ya no pudo resistirse.
Empezamos a transar como dos desaforados, como si fuera el ultimo beso. Nuestras lenguas se entrelazaban de una manera desenfrenada, casi lujuriosa y mis manos, comenzaron a recorrer su cuerpo, a manosearlo, a palpar cada parte que me hacía sentir en las nubes.
La suavidad de su piel, su perfume, sus curvas, me ponían cada vez más loco, llevando mi excitación al límite.
Era mucho el tiempo que llevabamos postergando este encuentro, y ambos ardíamos, como queriendo devorarnos.
Por más que intentó resistirse, porque la incomodaba estar estacionada en la puerta de la casa, minuto a minuto se calentaba más y ya no pudo frenarse más. Mis labios y mi lengua comenzaron a bajar por su cuello, como si fuera un vampiro, besandolo, mordisqueandolo, hasta llegar a sus tetas, enormes, redondas, apetecibles. Comencé a chuparselas, a lamerlas como un degenerado, mientras mi mano, le manoseaba la concha, por debajo de su jeans, que ya estaba mojadita y caliente.
Le meti mis dedos bien adentro, y ella se retorcía de placer, lanzando suaves gemidos, al tiempo que me decía: “así……...así bebé…………..me volvés loca”.
Llevé su mano sobre mi verga, que a esa altura estaba tan dura y erecta que parecía que iba a explotar. Le dije:” sentila putita, senti cómo me la ponés…….” Y solita nomás , me desprendió el pantalón, la sacó afuera y empezó a pajearme.
Le dije: “ chupamela trolita, mamamela como vos sabes y tragatela toda..”
Y sin decir nada, se la puso en la boca, me miró a los ojos con carita de perversa, y empezó a hacerme el mejor pete de mi vida, mientras me pajeaba con su mano derecha.
Sentía cómo su lengua recorría mi pija desde arriba hacia abajo, rozándola apenas primero, lamiendola lujuriosamente después, y con su otra mano me apretaba las bolas, como queriendo ordeñarme.
Mientras yo, con mis manos empujaba muy suavemente su cabeza contra mi verga, cogiendola por la boca, empezó a lamerla más rápida e intensamente, a metersela más adentro, a apretarme las bolas con saña. Pasaron unos segundos y ya no aguanté más, tuve la acabada más fuerte y larga de los últimos tiempos, llenandole la cara y los labios de mi semen caliente, espeso, abundante.
Se limpió con un pañuelo de papel que tenía yo en el auto, se levantó y dándome un piquito me dijo:” te gustó papito? Esto es sólo una partecita de todo lo que puedo darte………Portate bien conmigo y te voy a dejar que me hagas todo lo que quieras bebé…”
Volvió a darme un piquito, y despidiéndose como si nada hubiera pasado, salió del auto y se fue.
Si quieren saber qué es lo que vino después, en una próxima entrega se los cuento. Sumen puntitos para mí…. Chau.
Con ella trabajamos juntos desde hace años y siempre ha habido onda entre nosotros.
Las circunstancias, en algunos casos, y las vueltas, en otros, hicieron que siempre se postergara demasiado el momento en el que finalmente pasara algo entre nosotros.
Yo soy casado, y eso fue todo un tema porque ella no quería saber nada justamente por ese motivo, y por más que se moría de ganas, se contenía para no caer en la tentación de hacer conmigo lo que tanto deseaba.
Ella es muy bonita, tiene un lomo infernal, una cola redondita y tierna, unos pechos que al mirarlos te hipnotizan y una boca que te dán ganas de morderla. Ni bien la ves, no podés dejar de mirarla, y te aseguro que es una de esas minas que vuelven loco a cualquier hombre.
Una noche, hace un mes atrás, nos invitaron a comer a la casa de otra compañera de trabajo, solterona y bastante odiosa. Cuando llegué y la ví, ahí parada junto al sillón, con un jean bien ajustado y una remerita que le marcaba divinamente las tetas, me quedé recaliente.
Antes de comenzar a comer, tuvimos que bancarnos la recorrida obligada por la casa que nos hizo la solterona, y en cuanto tuve una oportunidad la aproveche. Habíamos subido a la terraza, desde donde habia una vista espectacular de la city, y estaba todo oscurito. Justo cuando bajamos la escalera, y seguro de que nadie me vería, le pegué una buena manoseada en el culo, a la cual ella sólo atinó a emitir una risa nerviosa, sorprendida por la situación y algo incómoda por el miedo a que se diera cuenta la otra vieja.
Pude percibirlo, porque no es la primera vez que la tocaba asi, con ese descaro y ese desparpajo, que esa mano le encantó y la excitó muchisimo. Ella, aunque por momentos se reprime y se frena por sus miedos, es una mina que le encanta la transgresión, y este tipo de cosas la calientan demasiado.
Asi paso la reunión, hasta que llegó el momento de irnos.
La llevé en el auto y al llegar a su casa, me paré unos metros antes para charlar un rato.
Palabra vá, palabra viene, se la notaba muy incómoda porque sabía que yo algo intentaría y, por más que deseaba que le comiera la boca, al mismo tiempo ella quería evitarlo . Después de algunas vueltas, no me aguante mas, le agarré la cara poniendo mi mano en su mentón, y le robé un beso. La miré, ella me miró sorprendida y un poco desorientada, y antes de darle tiempo a reaccionar volvi a besarla, pero esta vez, metiendole mi lengua hasta el fondo de su boca y ya no pudo resistirse.
Empezamos a transar como dos desaforados, como si fuera el ultimo beso. Nuestras lenguas se entrelazaban de una manera desenfrenada, casi lujuriosa y mis manos, comenzaron a recorrer su cuerpo, a manosearlo, a palpar cada parte que me hacía sentir en las nubes.
La suavidad de su piel, su perfume, sus curvas, me ponían cada vez más loco, llevando mi excitación al límite.
Era mucho el tiempo que llevabamos postergando este encuentro, y ambos ardíamos, como queriendo devorarnos.
Por más que intentó resistirse, porque la incomodaba estar estacionada en la puerta de la casa, minuto a minuto se calentaba más y ya no pudo frenarse más. Mis labios y mi lengua comenzaron a bajar por su cuello, como si fuera un vampiro, besandolo, mordisqueandolo, hasta llegar a sus tetas, enormes, redondas, apetecibles. Comencé a chuparselas, a lamerlas como un degenerado, mientras mi mano, le manoseaba la concha, por debajo de su jeans, que ya estaba mojadita y caliente.
Le meti mis dedos bien adentro, y ella se retorcía de placer, lanzando suaves gemidos, al tiempo que me decía: “así……...así bebé…………..me volvés loca”.
Llevé su mano sobre mi verga, que a esa altura estaba tan dura y erecta que parecía que iba a explotar. Le dije:” sentila putita, senti cómo me la ponés…….” Y solita nomás , me desprendió el pantalón, la sacó afuera y empezó a pajearme.
Le dije: “ chupamela trolita, mamamela como vos sabes y tragatela toda..”
Y sin decir nada, se la puso en la boca, me miró a los ojos con carita de perversa, y empezó a hacerme el mejor pete de mi vida, mientras me pajeaba con su mano derecha.
Sentía cómo su lengua recorría mi pija desde arriba hacia abajo, rozándola apenas primero, lamiendola lujuriosamente después, y con su otra mano me apretaba las bolas, como queriendo ordeñarme.
Mientras yo, con mis manos empujaba muy suavemente su cabeza contra mi verga, cogiendola por la boca, empezó a lamerla más rápida e intensamente, a metersela más adentro, a apretarme las bolas con saña. Pasaron unos segundos y ya no aguanté más, tuve la acabada más fuerte y larga de los últimos tiempos, llenandole la cara y los labios de mi semen caliente, espeso, abundante.
Se limpió con un pañuelo de papel que tenía yo en el auto, se levantó y dándome un piquito me dijo:” te gustó papito? Esto es sólo una partecita de todo lo que puedo darte………Portate bien conmigo y te voy a dejar que me hagas todo lo que quieras bebé…”
Volvió a darme un piquito, y despidiéndose como si nada hubiera pasado, salió del auto y se fue.
Si quieren saber qué es lo que vino después, en una próxima entrega se los cuento. Sumen puntitos para mí…. Chau.
5 comentarios - Andrea, mi compañera de laburo