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Con mi tio en el metro

Con mi tio en el metro

Con mi tio en el metro

Antes de empesar aclaro que este relato no es mio (osea que no lo narrado yo ni tiene nada que ver con migo) sino que lo encontre por ahi en le web y lo comparto con ustedes.


Después de que paso un tiempo, mi tío seguía pasando por mí a la escuela. Ese día estaba lloviendo y antes de entrar en el metro me preguntó si recordaba lo que había prometido hacerme. Me emocione y excite, le dije que si lo recordada, pensarlo me hacía sentir emocionada, rellenaba de excitación, entonces me dijo que era hora de practicarlo.

Cuando entramos en el metro estaba lleno el andén, así que buscó un lugar en el final para tratar de subir. Logramos colocarnos cerca de la puerta del vagón y con mi tío a la espalda. Ya empezaba a sentir su cosa en mis nalguitas, abrazándome por la cintura, respirando en mi oreja, en mi nuca, me ponía chinita de sentirlo tan cerca de mí y me excitaba cada vez más.

Cuando llegó el vagón por el amontonamiento de gente me tomó de las caderas y se junto a mí, me quede de espaldas a él, pude sentir como casi quería explotar su cosa, estaba muy grande ese pene que tenía al alcance de mis manos, deseaba sentirlo más cerca de mi cuerpo, y me junte más a él para sentir su gran cosa en mi colita. Al salir la gente nos empujó y un señor que salía me tocó mi vaginita de manera rápida, entre la multitud, fue tan rápido que ni mi tío se dio cuenta, me puso la palma de la mano el señor y de un movimiento certero me recorrió mi cosita de arriba abajo, no hice más que sentir su caricia y me gusto que me tocara de esa manera. No le vi. si quiera la cara al señor. Aún recuerdo ese momento en mi mente y fantaseo pensando e imaginado que la cara de aquel desconocido es la de cualquier hombre que conozco, rozándome con sus dedos y regalándome una caricia furtiva entre tanta gente. Todavía hoy en día me excita esa sensación.

Logramos entrar y nos acomodamos cerca de la puerta contraria a la que entramos, con mi tío a mi espalda. Me empujaba con tanta firmeza que me ponía como loca deseando que ya me pusiera en las piernas su cosa, deseaba sentirla cerca, muy cerca de mi cosita. Lo deseaba con tanta fuerza que por mi frente escurrían gotas de sudor.

No paso mucho tiempo y mi tío empezó a acariciarme las piernas discretamente. El tacto de sus dedos me volvía loca, sentir su respiración agitada en mi nuca era un delirio. Deseaba eso tanto.

Fue repentino y sin embargo ya lo esperaba, se acomodó muy bien atrás de mí que cuando sentí ese trozo de carne en mi colita sobre la falda no hice más que parar más mi trasero para sentirlo. Mis movimientos eran torpes pero frenéticos, quería a toda costa sentir en mis piernas ese gran trozo de carne, gozarlo con mi cuerpo, tomarlo con mis manos, acariciarlo, hacer cualquier cosa para tenerlo.

Era delicioso sentir su calor en mi colita, me llenaba de placer. En ese momento hubiera deseado no haberme puesto pantys para sentir mejor ese calor que me embargaba de lleno. Cuando alzó un poco mi falda, me acomode para recibir ese gran trozo de carne en mis piernas. Lo recibí con gusto y las cerré un poco para sentirlo mío, ese pene era para mí sola en ese momento. Su calidez me llenaba de placer, nunca había pasado por mi mente sentir esa sensación entre tanta gente. El ambiente era de sudor y humedad, pero para mí, el ambiente era perfumado y con olor a sexo. El mío.

El vaivén del metro hizo todo lo demás. Con cada movimiento su pene se colaba de un lado a otro, subía y bajaba en mis piernas, a ratos lo sentía tan grande que pensaba que no me cabría nunca, pero a otros, deseaba que terminaran ya esas sensaciones porque me mareaban de placer, casi podía desmayarme en ese momento, sus caricias me habían puesto tan caliente que si me hubiera cogido ahí mismo, me hubiera dejado, le habría dado todo mi cuerpo. Sentir a mi tío en esos momentos fue lo máximo y casi pude tener un orgasmo. Fue algo increíble y delicioso.

Mi tío no pudo sacar su leche debido a la gran cantidad de personas que había, tal vez nos hubieran visto y si alguien nos vio no le importó. A mi tampoco.

Antes de bajar nos acomodamos la ropa y bajamos del convoy. Afuera, le dije a mi tío que había sido maravilloso, que lo había disfrutado mucho pero que lamentaba que no hubiera terminado como la última vez. Sólo sonrió y me dijo que nos faltaba un tramo para llegar a la casa.

Antes de llegar a la casa me dijo que quería sacar su leche, que yo le ayudara a sacarla. Le pregunte que debía hacer. Sólo tomo mi mano y me llevo abajo de las escaleras del edificio. Bajándose el cierre dirigió mi mano su pene. Por instinto cerré mi mano y lo aprisione. Por primera vez podía verlo y sentirlo en plenitud, sin que nadie nos viera, por eso comencé a sobarlo de arriba abajo, lo hacía lento y mi tío sólo cerraba los ojos, y me tomaba de los hombros. Yo seguía tocando y masajeando ese pene entre mi mano, y cuando me canse lo tome con las dos. La excitación me hizo acelerar el ritmo de mis movimientos y alternaba éstos con una mano y luego con la otra, aún y cuando me estaba cansando de esa faena, me esforcé y logre que su semen saliera disparado hacia mis manos, llenándome con su viscosa, blanca y pegajosa leche los dedos.

Miraba como daba saltitos su pene y seguía regándome de semen las manos. Algunas gotas salpicaron mi uniforme pero no me importo. Se subió el cierre y me dio un beso en la frente. Me dio un pañuelo para limpiar mis manos y me dijo que era la mejor sobrina del mundo. Me preguntó que si quería ir al cine con él. Imagine que deseaba algo más que una masturbada, y yo también. Quedamos en que al día siguiente iriamos al cine. Ese día no iría a la escuela de danza.

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