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Imágenes húmedas (una mañana)

Me levanto fastidiado. Sueños residuos de un día difícil, sueños que sólo recuerdo en forma de pantallazos. Me levanto, me doy un baño de ducha. El calor del agua en los hombros me afloja un poco, se me va pasando el enojo. Vamos, me digo, que tenés que ir al trabajo. Tomo el gel de ducha que me trajo de regalo Grace de Madrid, te lo compré en el free-shop me había dicho. No puedo menos que recorrer en mi memoria la imagen de su rostro. No es preciosa, no tiene la belleza de una publicidad de shampoo, ni tiene el cuerpo de modelo que vende jeans, pero es tan atractiva. Toda ella. Pelo cortito, puedo recorrer la imagen de su cuello en mi cabeza, dejame que te ajusto el cuello del saco que se te dio vuelta, me dijo, puso sus brazos por sobre mis hombros para hacerlo y su piel quedó a centímetros de mi boca. La distancia se desvanece cuando su aroma me penetra por mis fosas nasales hasta las tripas. Siento su cuerpo en cada cèlula de mi respiración, de mi digestión y toda ella baja por mi abdomen. Vamos, me repito, tenés que ir a la oficina, mientras comienzo a pasar mis manos con gel de Madrid entre las piernas. Estoy duro, listo, deseándola, me lavo, imagino la espuma entre mis manos y mi pija. Digo imagino porque ni me atrevo a abrir los ojos. El agua sigue pegando en mi espalda mientras su imagen me pega en la mente. Sin querer le rozo su cuello con mis labios. Su piel se eriza, o al menos eso imagino, me aprieto la pija, me tiro para atrás y libero la cabeza, dura como nunca, dura como siempre que la voy a poseer. Me sigo bañando, llegaré tarde. Me paso la mano por el ano, me frunzo, se me pone màs dura. El agua ahora corre por mis párpados cerrados, va peinando el vello del pecho, del pubis. Ella, de rodillas, vestida, sin tocarme con las manos, abarca toda mi verga con su boca bien abierta, se moja la remera del uniforme, cierra sus labios y comienza un vaivén que me afloja las rodillas. Temo caer, temo tener que abrir los ojos y que esto sea sólo un sueño, o que el sueño termine aquí. Su cabeza, de pelo corto, de cuello blanco, de labios tibios, se separa y se junta con mi pubis. Mi pija aparece y desaparece dentro de ella. Por sus ojos entiendo que está sonriendo, que es feliz dándome placer. Yo, recíprocamente, le sonrío, con los ojos cerrados. No puedo más, me muevo, o más bien mi pelvis se muevo sola dando golpes hacia adelante mientras mis glúteos se acalambran de placer. Esoy loco, la cojo por la boca, cada vaz más violento, hasta que ella hace un ruido como una arcada, perdón digo, me dejé ir. Dale, no importa, me gusta, dejate ir... mi amor. Me dejo ir, mi amor, de desarmo en golpes de pija, me late la manos, me derrito junto con el agua caliente de la ducha, se me hace un arco en la espalda. Luego de tantos segundos, universos de espasmos, se me aflojan las rodillas y me dejo caer sobre el piso de la bañera. Apoyado, en cuatro, con las piernas y los antebrazos, la ducha en la espalda, los ojos cerrados.

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