hola este es mi primer post y me lo conto un amiga de españa espero que les guste
Me acercaba a la fatídica edad de los 40 años y, hasta ahí, mi vida sexual habia sido nula, a pesar de estar casada y haber tenido un hijo y una hija.
Toda mi vida se habia ido entre misas, rezos, curas y monjas, con miedo a los pecados y al infierno. Mi marido me soportaba por amor, a pesar de que en su cama lo que tenia era a una frígida mental, incapaz de darle las satisfacciones propias entre esposa y esposo. Nos casamos vírgenes los dos, muy jovenes, con 18 años yo y el 19, todavia en la universidad los dos. No tardó mucho en que tuvieramos a Daniel y un año mas tarde a Paloma.
Soy de piel muy blanca y cabello negro, ondulado, mido 1,75 m. y peso 54 kilos, mi cuerpo es de tipo atlético, hago mucho ejercicio de natación y tenis, me dicen que soy guapa, con tetas medianamente grandes, buenas piernas y buenas nalgas, sé que soy apatecible para los hombres, ya que me lo repiten con frecuencia.
Mi marido es un hermoso hombre grandote, de 1,86 m. y 92 kilos, muy responsable y su gran placer es ver a su familia feliz.
Cierto dia, mi marido, despues de pensarselo mucho, me dijo que deberiamos intentar un cambio importante en nuestras vidas, aunque el comprendia que correriamos algunos riesgos, pero que merecia la pena. No comprendí muy bien qué queria pero como siempre aceptamos lo que el otro propone, acepté lo que fuera. Me pidió que confiara en él y que ese fin de semana me dejara enseñar a conducir mi sexualidad.
Después de ese preámbulo me dijo que había reservado hotel en una población
muy turística de la costa, lejos de casa, para mi primera lección durante el fin de semana. Llegamos un
viernes por la tarde al hotel, nos duchamos y cambiamos de ropa. Me hizo ponerme un vestido muy corto y
ajustado, color turquesa, sin tirantes. El se había ocupado de comprarlo y, la verdad, me sentaba muy bien,
aunque yo lo veía muy provocativo. También se había ocupado de la ropa interior y las medias y los
zapatos. Las braguitas eran minúsculas, un tanguita de hilo que por detrás ni se veía y por delante no me
tapaba completamente la pelambrera. El sujetador era de media copa, sin tirantes, que casi no cabían mis pechos
y sobresalían por arriba. Las dos piezas eran de color granate. Las medias, hasta medio muslo, del mismo
color turquesa que el vestido e igualmente los zapatos de alto tacón. La verdad es que me veía elegante y
atractiva pero muy provocativa para mi gusto. Mi marido me tranquilizó y me dijo que allí no nos conocía
nadie y que casi todo el mundo eran turistas extranjeros. Me llevó a un restaurante de lujo y el menú
consistió en ensalada y pescado, aparte de mucho marisco, que me encanta. Parecía nuestra luna de miel,
él estaba súper cariñoso conmigo y muy mimoso y atento, pero también se encargó que bebiese mas vino
de lo que acostumbro y eso me puso muy alegre y desinhibida. Ya habían pasado las doce de la noche y
me llevó a un bonito y elegante lugar de música y baile. Me dijo que allí empezaba la primera clase de
conducir y consistía en que si algún hombre me sacaba a bailar, que fuera con él tranquilamente y si me
gustaba que repitiera. Si no fuera por el vino que había tomado, hubiera formado la bronca, seguramente,
pero le sonreí y asentí con la cabeza. Ya había reservado mesa junto a la pista de baile. Nos sentamos,
pidió bebidas y salimos a bailar. Yo estaba como flotando por culpa del vino y, como me gusta mucho bailar,
aproveché y me lucí bastante. Yo no me daba ni cuenta, pero había algunos hombres que no me quitaban
la vista de encima, eso me dijo después mi marido. Después de un rato bailando, nos fuimos a la mesa y él
fue al baño, recordándome que bailase si algún hombre me invitaba. Apenas se había retirado mi marido
que ya tenia a varios alrededor, me miraban y me hacían señas para bailar. No sé que me pasaba, la
verdad, pero aquello me hacia gracia, todo era nuevo para mí y en mi estado alcohólico, me excitaba. Uno
de ellos, muy alto y guapo, un pelirrojo francés, como de 35 o 38 años, se me acercó e invitó a bailar. Como
una autómata, me levante agarrada a su mano y lo seguí a la pista. Era música lenta y me pegó a él.
Bailaba muy bien, cerré los ojos y me dejé llevar por la música y su cuerpo. Parecía estar en una nube y, lo
mas extraño, no sentía ningún rechazo hacia ese hombre. De vez en cuando miraba hacia la mesa, pero mi
marido no aparecía y su copa no estaba. Después lo vi apoyado en la barra y con su copa en la mano, me observaba discretamente, me sonrió y me hizo señas para que siguiera bailando y así lo hice por casi una hora, hasta que lo vi sentado en la mesa y le dije al francés que quería descansar y beber algo. Me acompañó y saludó a mi marido, que lo invitó a quedarse con nosotros. Nos contó, en buen español, que era
divorciado, francés, su nombre Renier y que estaba allí para dos semanas de vacaciones. Mi marido no se anduvo por las ramas y le dijo que yo estaba haciendo un curso de aprendizaje a conducir....mi sexualidad.
A pesar de mi estado, me dio vergüenza, pero él se rió bastante y nos dijo si podía cooperar a la enseñanza. El tipo era muy simpático y atractivo. Mi marido me miró pidiendo aprobación y yo le sonreí y le di un beso en la mejilla. Entonces mi marido le dijo a Renier que me sacase a bailar y que empezara la primera clase, jajaja. Ni se cortó, se levantó y tomando mi mano me ayudó a levantarme y me llevó a la
pista de baile. Ahora sí, ahora me pego mas a su cuerpo y bailábamos completamente unidos, recosté mi cabeza en su hombro sin ningún rubor y me dejé llevar. Le pasé mis brazos por detrás de su cuello y él me tenia una mano en la cintura y la otra en la nuca. Jamás pensé que yo pudiera estar así con otro hombre y,
además, delante de las narices de mi marido que me incitaba a ello. No pensaba, me dejaba llevar en una nube y él acercó su boca a mi oreja y me lamía suavemente, qué delicia. Me apartaba cada vez mas de donde estaba mi marido, porque veía que yo lo miraba constantemente. Una vez lejos de la mirada de mi esposo, paso su boca de la oreja a la mejilla y de la mejilla a mi boca. Entonces yo reaccioné, aparté mi cara y lo miré a los ojos un poco asustada. Él, con una picara sonrisa, me dijo: recuerda que soy tu profesor y estás aprendiendo a conducir. Jajaja aquello me deshizo y volví a pegarme a él, que nuevamente intentó besarme en la boca. Esta vez yo no dije nada, pero la mantenía cerrada, mientras él hurgaba con su lengua
tratando de introducirla en mi boca. Aquello me estaba excitando hasta tal punto que abrí mi boca y le dejé mi lengua a su merced. Así me tuvo un rato besándome, chupando mi lengua y enroscándola con la suya. Ya no pensaba yo en nada, no podía, me gustaba. Nos apartamos, nos miramos a los ojos y esta vez fui yo
la que acerqué mi boca a la suya con desesperación, me lo comía y como tenia mis manos en su nuca, apretaba su cara a la mía. El mientras, deslizó una mano hacia mis pechos y por encima de la ropa me masajeó suavemente. Sobre mi pubis notaba la dureza de sus atributos masculinos. Tuve la sensación que algo húmedo me resbalaba por los muslos y baje mi mano a comprobar, eran mis propios jugos vaginales. Eso nunca en mi vida me había ocurrido y ahí estaba yo, con mi mano tocándome en mis intimidades y rozando el bulto de él. Por su experiencia comprendió lo que me pasaba y me llevó suavemente abrazada hacia una terraza lateral, separada de la sala por una cortina, me sentó en una butaca y se bajó el pantalón dejándome su miembro viril ante la cara. Lo acaricié con mis manos y él empujó suavemente mi cabeza para acercar mi boca. Nunca antes, en toda mi vida, habia mamado una polla, pero esa noche se estaban rompiendo muchos tabúes que siempre me acompañaron. Abri mi boca y con la lengua lamí esa cabeza hinchada y pronto, por algun instinto primario, me tragué toda su verga y me llegó hasta la garganta. Era muy grande y durísima. Me la tragaba con glotonería, como si fuera lo ultimo que iba a hacer en la vida. Con una mano le masajeaba los huevos y con la otra lo empujaba hacia mí. Yo no era muy consciente de lo que hacía, actuaba por impulsos desconocidos. Aunque torpe, pero era tal mi apasionamiento, que el pobre hombre no pudo aguantar y se corrió rápidamente. Por primera vez en mi vida probaba la leche de macho y me gustó y seguí chupando hasta dejársela limpia y conseguí que no se le viniera abajo, todo lo contrario, la mantenía dura como un palo. Entonces él, me levantó de la silla y subiéndome el vestido hasta la cintura, me sentó en una mesita que allí había,
acercó su cara a mi intimidad, apartó el tanga a un lado, me abrió los labio vaginales con los dedos e introdujo su lengua en mi encharcado coñito. Aquello fue la locura, otra cosa que no conocía. No tarde ni dos minutos en berrear como una vaca de tanto placer y del orgasmo bestial que estaba teniendo. Caí hacia atrás sobre la mesa, no me podía sostener pero él siguió trabajándome con su sabia lengua y tuve otros dos orgasmos igualmente grandiosos. Era como una primeriza que descubre el maravilloso mundo de la sexualidad. Estaba apareciendo en mi una mujer muy distinta, una mujer que estaba descubriendo un mundo nuevo. Después de esto me ayudó a levantarme y me apoyó sobre la baranda de la terraza mirando hacia la calle. Desde atrás me metió suavemente su larga y gorda polla en mi chochito. Solo meterla y ya me estaba corriendo yo otra vez, qué delicia. Él siguió bombeando su polla dentro de mí y mojándose un dedo en mis jugos, me lo introdujo en mi
culito virgen. Después metió otro y otro, me dilató bien el agujerito y ni me dolía de tanto placer como estaba sintiendo con su polla dentro de mi vagina. Al rato, la sacó y me la metió por el culo....uuuummmmm qué placer me inundó. Tuve que agarrarme bien de la baranda porque me iba a caer desmayada. Me venia un orgasmo tras otro sin remedio. Gemía, chillaba, me retorcía de placer y le pedía
más, más, más. Así estuvimos como media hora de locura celestial hasta que me inundó las tripas con su leche caliente y nos quedamos quietos tal cual un ratito. Al final se le salió ya floja y dándome la vuelta nos besamos con locura, pasión, ternura....Se subió los pantalones y me ayudó a componer mi ropa, pero antes
me pidió el tanga como recuerdo, cosa que accedí por supuesto. Me fui directa al baño a limpiarme y reparar el maquillaje. Mientras me veía en el espejo no me reconocía, era otra mujer. Era una satisfacción y bienestar el que inundaba mi cara, era un despertar a otra clase de vida, era un despertar a nuevas vivencias ocultas en mi hasta ahora, era una mujer nueva, diferente y feliz. Me fui hacia la mesa y allí
estaba mi marido buscándome con la mirada. Se levantó al acercarme y nos abrazamos, nos dimos un largo beso en la boca. Me acariciaba el pelo y me decía....tranquila mi amor, tranquila mi amor....De Renier ni rastro, ya no lo volvimos a ver aquella noche. Estuvimos de acuerdo en irnos enseguida al hotel, quería estar a solas con él, hacer el amor con él, abrazarnos, querernos, amarnos infinitamente. Una vez en nuestra habitación nos fundimos en un abrazo de amor, tierno e interminable. Ahora me llegaban los remordimientos de lo hecho anteriormente con el francés, el sentimiento de culpa, la inseguridad de su
posible reacción cuando lo supiera. Parece que él adivinó mis pensamientos y mirándome a los ojos me dijo: mi amor, quédate tranquila, has sido una gran alumna y aprendiste rápido a conducir....el sexo. Estoy muy orgulloso de ti mi amor. Yo lo miraba incrédula, tanta felicidad, tantas cosas nuevas que me habían
ocurrido esa noche, tantas sensaciones inolvidables y desconocidas para mi y....tanto amor y comprensión que me demostraba mi adorado esposo. Para tranquilizarme me aclaró que...cuando os fuisteis a la terraza, os seguí disimuladamente y he podido ver con mis propios ojos cuanto has gozado, cuanto sexo contenido había en tu interior, esta es la mujer nueva que yo quería. Mi amor, cariño mío, estoy muy orgulloso de ti.
Nos volvimos a abrazar y caímos sobre la cama, desapareció rápidamente nuestra ropa y se lanzó a introducir su lengua en mi vagina y yo me acoplé para tragarme su dura y hermosa polla. Me lamía y chupaba todo mi sexo, me tomaba el clítoris entre sus labios y lo titilaba con su lengua...no pude resistir mucho tiempo y me corrí a lo grande, con espasmos, convulsiones y un inmenso placer que me inundaba
todo el cuerpo. Al notar mi orgasmo descomunal, como nunca me había visto, el no pudo resistir mas y me lanzo en mi garganta un río de su espesa y desde ahora deseada leche. Cuando nos repusimos un poco nos abrazamos nuevamente, nos besamos de lengua e intercambiamos nuestros flujos sexuales.
Efectivamente, era una mujer nueva, feliz, sensual y sexual, como quería mi amado esposo. Nos fumamos un cigarrillo compartido y nos mirábamos a los ojos con cara de complicidad y felices y no dejábamos de tocarnos. Le dije....mi amor, ahora puedo ofrecerte lo que siempre te negué...mi culito. Viste que aprendí a usarlo para el placer. Parecía que pronuncié la palabra mágica, su polla dio un salto y se le puso como un palo de dura. Me puse a cuatro patas y él, desde atrás me pasó la lengua por el agujerito e introdujo un dedo y como vio que entró con facilidad, rápidamente se situó y me metió su polla, hasta sentir sus huevos golpear contra los cachetes de mi culo. Uuuummmm, ahora gozaba conscientemente de lo que hacia, qué delicia
me había perdido tantos años, toda mi vida con mi amado esposo le había negado ese placer suyo y mío.
Tuve un orgasmo y otro y otro...no sé cuantos, antes que él soltara todo su jugo de amor dentro de mí. Caí de bruces sobre la cama y el encima, sin desacoplarnos, nos quedamos dormidos. A la mañana me desperté con una rica sensación, él me estaba dando con la lengua en mi clítoris, le pasé la mano por la cabeza y nos miramos con cara de felicidad y amor. Me cambie de postura para hacer el sesenta y nueve.
Cuando observé que se iba a correr paré y lo tumbé boca arriba en la cama, yo me subí sobre él y me introduje yo misma su dura polla en mi coño y empecé el sube y baja. En eso estábamos cuando entró la camarera para arreglar la habitación....jajajajaja....ella salió rápida al ver la escena y a nosotros nos dio la
risa, pero seguíamos y seguíamos dándonos placer. Como a las doce del medio día salimos a una terraza a desayunar y planear qué haríamos esa noche. Me propuso que, después de la cena, iríamos a otro sitio diferente a bailar y que tenia libertad de tomar otra lección de conducir con un nuevo y experto profesor, jajaja. Entre risas...le dije que necesitaría muchas lecciones, jajaja y el me contestó que todas las que fueran necesarias. De ahora en adelante, me dijo, todos los fines de semana serán para aprender a conducir.
Esa tarde, después de la comida, nos fuimos a nuestra habitación a hacer el amor nuevamente. Ya no había tabúes para mi, ya lo quería todo, gozaba de todo y en todas las posturas. Todo me parecía limpio, bueno, gozoso. En una sola noche, consiguió mi marido liberarme de monjas y curas, bendito sea mi amado esposo.
Por la tarde bajamos a la boutique del hotel, compramos nuevas tanguitas y otras ropas muy sexy para esa noche. Ya no me lo tenia que pedir, yo misma escogía lo mas provocativo y me lo probaba para que el me viese. El estaba en el séptimo cielo y yo muy feliz también. Antes de irnos esa noche tuve que hacerle una buena mamada para bajarle su dura polla, jajaja. Una vez que cenamos, tomamos un taxi y le pedimos que nos llevara a algún pub elegante de música y baile. Una vez dentro, el se quedó en la barra y yo me senté en una mesa bien a la vista. Pronto empezaron a acercase los tíos. Yo los iba rechazando con la excusa de que esperaba a mi marido hasta....que... apareció mi elegido...un morenazo de unos treinta y dos años, alto, fuerte, guapísimo y elegante....
En este momento del relato de cómo aprendí a conducir...sexualmente, jajaja, me dice mi marido que lo escriba en otro capitulo, porque seria largo. El fue quien me insistió para que relatara cómo fue mi despertar sexual, cómo aprendí a conducir.....jajajaja.
Sigue...
by: Hisokaxxx
Me acercaba a la fatídica edad de los 40 años y, hasta ahí, mi vida sexual habia sido nula, a pesar de estar casada y haber tenido un hijo y una hija.
Toda mi vida se habia ido entre misas, rezos, curas y monjas, con miedo a los pecados y al infierno. Mi marido me soportaba por amor, a pesar de que en su cama lo que tenia era a una frígida mental, incapaz de darle las satisfacciones propias entre esposa y esposo. Nos casamos vírgenes los dos, muy jovenes, con 18 años yo y el 19, todavia en la universidad los dos. No tardó mucho en que tuvieramos a Daniel y un año mas tarde a Paloma.
Soy de piel muy blanca y cabello negro, ondulado, mido 1,75 m. y peso 54 kilos, mi cuerpo es de tipo atlético, hago mucho ejercicio de natación y tenis, me dicen que soy guapa, con tetas medianamente grandes, buenas piernas y buenas nalgas, sé que soy apatecible para los hombres, ya que me lo repiten con frecuencia.
Mi marido es un hermoso hombre grandote, de 1,86 m. y 92 kilos, muy responsable y su gran placer es ver a su familia feliz.
Cierto dia, mi marido, despues de pensarselo mucho, me dijo que deberiamos intentar un cambio importante en nuestras vidas, aunque el comprendia que correriamos algunos riesgos, pero que merecia la pena. No comprendí muy bien qué queria pero como siempre aceptamos lo que el otro propone, acepté lo que fuera. Me pidió que confiara en él y que ese fin de semana me dejara enseñar a conducir mi sexualidad.
Después de ese preámbulo me dijo que había reservado hotel en una población
muy turística de la costa, lejos de casa, para mi primera lección durante el fin de semana. Llegamos un
viernes por la tarde al hotel, nos duchamos y cambiamos de ropa. Me hizo ponerme un vestido muy corto y
ajustado, color turquesa, sin tirantes. El se había ocupado de comprarlo y, la verdad, me sentaba muy bien,
aunque yo lo veía muy provocativo. También se había ocupado de la ropa interior y las medias y los
zapatos. Las braguitas eran minúsculas, un tanguita de hilo que por detrás ni se veía y por delante no me
tapaba completamente la pelambrera. El sujetador era de media copa, sin tirantes, que casi no cabían mis pechos
y sobresalían por arriba. Las dos piezas eran de color granate. Las medias, hasta medio muslo, del mismo
color turquesa que el vestido e igualmente los zapatos de alto tacón. La verdad es que me veía elegante y
atractiva pero muy provocativa para mi gusto. Mi marido me tranquilizó y me dijo que allí no nos conocía
nadie y que casi todo el mundo eran turistas extranjeros. Me llevó a un restaurante de lujo y el menú
consistió en ensalada y pescado, aparte de mucho marisco, que me encanta. Parecía nuestra luna de miel,
él estaba súper cariñoso conmigo y muy mimoso y atento, pero también se encargó que bebiese mas vino
de lo que acostumbro y eso me puso muy alegre y desinhibida. Ya habían pasado las doce de la noche y
me llevó a un bonito y elegante lugar de música y baile. Me dijo que allí empezaba la primera clase de
conducir y consistía en que si algún hombre me sacaba a bailar, que fuera con él tranquilamente y si me
gustaba que repitiera. Si no fuera por el vino que había tomado, hubiera formado la bronca, seguramente,
pero le sonreí y asentí con la cabeza. Ya había reservado mesa junto a la pista de baile. Nos sentamos,
pidió bebidas y salimos a bailar. Yo estaba como flotando por culpa del vino y, como me gusta mucho bailar,
aproveché y me lucí bastante. Yo no me daba ni cuenta, pero había algunos hombres que no me quitaban
la vista de encima, eso me dijo después mi marido. Después de un rato bailando, nos fuimos a la mesa y él
fue al baño, recordándome que bailase si algún hombre me invitaba. Apenas se había retirado mi marido
que ya tenia a varios alrededor, me miraban y me hacían señas para bailar. No sé que me pasaba, la
verdad, pero aquello me hacia gracia, todo era nuevo para mí y en mi estado alcohólico, me excitaba. Uno
de ellos, muy alto y guapo, un pelirrojo francés, como de 35 o 38 años, se me acercó e invitó a bailar. Como
una autómata, me levante agarrada a su mano y lo seguí a la pista. Era música lenta y me pegó a él.
Bailaba muy bien, cerré los ojos y me dejé llevar por la música y su cuerpo. Parecía estar en una nube y, lo
mas extraño, no sentía ningún rechazo hacia ese hombre. De vez en cuando miraba hacia la mesa, pero mi
marido no aparecía y su copa no estaba. Después lo vi apoyado en la barra y con su copa en la mano, me observaba discretamente, me sonrió y me hizo señas para que siguiera bailando y así lo hice por casi una hora, hasta que lo vi sentado en la mesa y le dije al francés que quería descansar y beber algo. Me acompañó y saludó a mi marido, que lo invitó a quedarse con nosotros. Nos contó, en buen español, que era
divorciado, francés, su nombre Renier y que estaba allí para dos semanas de vacaciones. Mi marido no se anduvo por las ramas y le dijo que yo estaba haciendo un curso de aprendizaje a conducir....mi sexualidad.
A pesar de mi estado, me dio vergüenza, pero él se rió bastante y nos dijo si podía cooperar a la enseñanza. El tipo era muy simpático y atractivo. Mi marido me miró pidiendo aprobación y yo le sonreí y le di un beso en la mejilla. Entonces mi marido le dijo a Renier que me sacase a bailar y que empezara la primera clase, jajaja. Ni se cortó, se levantó y tomando mi mano me ayudó a levantarme y me llevó a la
pista de baile. Ahora sí, ahora me pego mas a su cuerpo y bailábamos completamente unidos, recosté mi cabeza en su hombro sin ningún rubor y me dejé llevar. Le pasé mis brazos por detrás de su cuello y él me tenia una mano en la cintura y la otra en la nuca. Jamás pensé que yo pudiera estar así con otro hombre y,
además, delante de las narices de mi marido que me incitaba a ello. No pensaba, me dejaba llevar en una nube y él acercó su boca a mi oreja y me lamía suavemente, qué delicia. Me apartaba cada vez mas de donde estaba mi marido, porque veía que yo lo miraba constantemente. Una vez lejos de la mirada de mi esposo, paso su boca de la oreja a la mejilla y de la mejilla a mi boca. Entonces yo reaccioné, aparté mi cara y lo miré a los ojos un poco asustada. Él, con una picara sonrisa, me dijo: recuerda que soy tu profesor y estás aprendiendo a conducir. Jajaja aquello me deshizo y volví a pegarme a él, que nuevamente intentó besarme en la boca. Esta vez yo no dije nada, pero la mantenía cerrada, mientras él hurgaba con su lengua
tratando de introducirla en mi boca. Aquello me estaba excitando hasta tal punto que abrí mi boca y le dejé mi lengua a su merced. Así me tuvo un rato besándome, chupando mi lengua y enroscándola con la suya. Ya no pensaba yo en nada, no podía, me gustaba. Nos apartamos, nos miramos a los ojos y esta vez fui yo
la que acerqué mi boca a la suya con desesperación, me lo comía y como tenia mis manos en su nuca, apretaba su cara a la mía. El mientras, deslizó una mano hacia mis pechos y por encima de la ropa me masajeó suavemente. Sobre mi pubis notaba la dureza de sus atributos masculinos. Tuve la sensación que algo húmedo me resbalaba por los muslos y baje mi mano a comprobar, eran mis propios jugos vaginales. Eso nunca en mi vida me había ocurrido y ahí estaba yo, con mi mano tocándome en mis intimidades y rozando el bulto de él. Por su experiencia comprendió lo que me pasaba y me llevó suavemente abrazada hacia una terraza lateral, separada de la sala por una cortina, me sentó en una butaca y se bajó el pantalón dejándome su miembro viril ante la cara. Lo acaricié con mis manos y él empujó suavemente mi cabeza para acercar mi boca. Nunca antes, en toda mi vida, habia mamado una polla, pero esa noche se estaban rompiendo muchos tabúes que siempre me acompañaron. Abri mi boca y con la lengua lamí esa cabeza hinchada y pronto, por algun instinto primario, me tragué toda su verga y me llegó hasta la garganta. Era muy grande y durísima. Me la tragaba con glotonería, como si fuera lo ultimo que iba a hacer en la vida. Con una mano le masajeaba los huevos y con la otra lo empujaba hacia mí. Yo no era muy consciente de lo que hacía, actuaba por impulsos desconocidos. Aunque torpe, pero era tal mi apasionamiento, que el pobre hombre no pudo aguantar y se corrió rápidamente. Por primera vez en mi vida probaba la leche de macho y me gustó y seguí chupando hasta dejársela limpia y conseguí que no se le viniera abajo, todo lo contrario, la mantenía dura como un palo. Entonces él, me levantó de la silla y subiéndome el vestido hasta la cintura, me sentó en una mesita que allí había,
acercó su cara a mi intimidad, apartó el tanga a un lado, me abrió los labio vaginales con los dedos e introdujo su lengua en mi encharcado coñito. Aquello fue la locura, otra cosa que no conocía. No tarde ni dos minutos en berrear como una vaca de tanto placer y del orgasmo bestial que estaba teniendo. Caí hacia atrás sobre la mesa, no me podía sostener pero él siguió trabajándome con su sabia lengua y tuve otros dos orgasmos igualmente grandiosos. Era como una primeriza que descubre el maravilloso mundo de la sexualidad. Estaba apareciendo en mi una mujer muy distinta, una mujer que estaba descubriendo un mundo nuevo. Después de esto me ayudó a levantarme y me apoyó sobre la baranda de la terraza mirando hacia la calle. Desde atrás me metió suavemente su larga y gorda polla en mi chochito. Solo meterla y ya me estaba corriendo yo otra vez, qué delicia. Él siguió bombeando su polla dentro de mí y mojándose un dedo en mis jugos, me lo introdujo en mi
culito virgen. Después metió otro y otro, me dilató bien el agujerito y ni me dolía de tanto placer como estaba sintiendo con su polla dentro de mi vagina. Al rato, la sacó y me la metió por el culo....uuuummmmm qué placer me inundó. Tuve que agarrarme bien de la baranda porque me iba a caer desmayada. Me venia un orgasmo tras otro sin remedio. Gemía, chillaba, me retorcía de placer y le pedía
más, más, más. Así estuvimos como media hora de locura celestial hasta que me inundó las tripas con su leche caliente y nos quedamos quietos tal cual un ratito. Al final se le salió ya floja y dándome la vuelta nos besamos con locura, pasión, ternura....Se subió los pantalones y me ayudó a componer mi ropa, pero antes
me pidió el tanga como recuerdo, cosa que accedí por supuesto. Me fui directa al baño a limpiarme y reparar el maquillaje. Mientras me veía en el espejo no me reconocía, era otra mujer. Era una satisfacción y bienestar el que inundaba mi cara, era un despertar a otra clase de vida, era un despertar a nuevas vivencias ocultas en mi hasta ahora, era una mujer nueva, diferente y feliz. Me fui hacia la mesa y allí
estaba mi marido buscándome con la mirada. Se levantó al acercarme y nos abrazamos, nos dimos un largo beso en la boca. Me acariciaba el pelo y me decía....tranquila mi amor, tranquila mi amor....De Renier ni rastro, ya no lo volvimos a ver aquella noche. Estuvimos de acuerdo en irnos enseguida al hotel, quería estar a solas con él, hacer el amor con él, abrazarnos, querernos, amarnos infinitamente. Una vez en nuestra habitación nos fundimos en un abrazo de amor, tierno e interminable. Ahora me llegaban los remordimientos de lo hecho anteriormente con el francés, el sentimiento de culpa, la inseguridad de su
posible reacción cuando lo supiera. Parece que él adivinó mis pensamientos y mirándome a los ojos me dijo: mi amor, quédate tranquila, has sido una gran alumna y aprendiste rápido a conducir....el sexo. Estoy muy orgulloso de ti mi amor. Yo lo miraba incrédula, tanta felicidad, tantas cosas nuevas que me habían
ocurrido esa noche, tantas sensaciones inolvidables y desconocidas para mi y....tanto amor y comprensión que me demostraba mi adorado esposo. Para tranquilizarme me aclaró que...cuando os fuisteis a la terraza, os seguí disimuladamente y he podido ver con mis propios ojos cuanto has gozado, cuanto sexo contenido había en tu interior, esta es la mujer nueva que yo quería. Mi amor, cariño mío, estoy muy orgulloso de ti.
Nos volvimos a abrazar y caímos sobre la cama, desapareció rápidamente nuestra ropa y se lanzó a introducir su lengua en mi vagina y yo me acoplé para tragarme su dura y hermosa polla. Me lamía y chupaba todo mi sexo, me tomaba el clítoris entre sus labios y lo titilaba con su lengua...no pude resistir mucho tiempo y me corrí a lo grande, con espasmos, convulsiones y un inmenso placer que me inundaba
todo el cuerpo. Al notar mi orgasmo descomunal, como nunca me había visto, el no pudo resistir mas y me lanzo en mi garganta un río de su espesa y desde ahora deseada leche. Cuando nos repusimos un poco nos abrazamos nuevamente, nos besamos de lengua e intercambiamos nuestros flujos sexuales.
Efectivamente, era una mujer nueva, feliz, sensual y sexual, como quería mi amado esposo. Nos fumamos un cigarrillo compartido y nos mirábamos a los ojos con cara de complicidad y felices y no dejábamos de tocarnos. Le dije....mi amor, ahora puedo ofrecerte lo que siempre te negué...mi culito. Viste que aprendí a usarlo para el placer. Parecía que pronuncié la palabra mágica, su polla dio un salto y se le puso como un palo de dura. Me puse a cuatro patas y él, desde atrás me pasó la lengua por el agujerito e introdujo un dedo y como vio que entró con facilidad, rápidamente se situó y me metió su polla, hasta sentir sus huevos golpear contra los cachetes de mi culo. Uuuummmm, ahora gozaba conscientemente de lo que hacia, qué delicia
me había perdido tantos años, toda mi vida con mi amado esposo le había negado ese placer suyo y mío.
Tuve un orgasmo y otro y otro...no sé cuantos, antes que él soltara todo su jugo de amor dentro de mí. Caí de bruces sobre la cama y el encima, sin desacoplarnos, nos quedamos dormidos. A la mañana me desperté con una rica sensación, él me estaba dando con la lengua en mi clítoris, le pasé la mano por la cabeza y nos miramos con cara de felicidad y amor. Me cambie de postura para hacer el sesenta y nueve.
Cuando observé que se iba a correr paré y lo tumbé boca arriba en la cama, yo me subí sobre él y me introduje yo misma su dura polla en mi coño y empecé el sube y baja. En eso estábamos cuando entró la camarera para arreglar la habitación....jajajajaja....ella salió rápida al ver la escena y a nosotros nos dio la
risa, pero seguíamos y seguíamos dándonos placer. Como a las doce del medio día salimos a una terraza a desayunar y planear qué haríamos esa noche. Me propuso que, después de la cena, iríamos a otro sitio diferente a bailar y que tenia libertad de tomar otra lección de conducir con un nuevo y experto profesor, jajaja. Entre risas...le dije que necesitaría muchas lecciones, jajaja y el me contestó que todas las que fueran necesarias. De ahora en adelante, me dijo, todos los fines de semana serán para aprender a conducir.
Esa tarde, después de la comida, nos fuimos a nuestra habitación a hacer el amor nuevamente. Ya no había tabúes para mi, ya lo quería todo, gozaba de todo y en todas las posturas. Todo me parecía limpio, bueno, gozoso. En una sola noche, consiguió mi marido liberarme de monjas y curas, bendito sea mi amado esposo.
Por la tarde bajamos a la boutique del hotel, compramos nuevas tanguitas y otras ropas muy sexy para esa noche. Ya no me lo tenia que pedir, yo misma escogía lo mas provocativo y me lo probaba para que el me viese. El estaba en el séptimo cielo y yo muy feliz también. Antes de irnos esa noche tuve que hacerle una buena mamada para bajarle su dura polla, jajaja. Una vez que cenamos, tomamos un taxi y le pedimos que nos llevara a algún pub elegante de música y baile. Una vez dentro, el se quedó en la barra y yo me senté en una mesa bien a la vista. Pronto empezaron a acercase los tíos. Yo los iba rechazando con la excusa de que esperaba a mi marido hasta....que... apareció mi elegido...un morenazo de unos treinta y dos años, alto, fuerte, guapísimo y elegante....
En este momento del relato de cómo aprendí a conducir...sexualmente, jajaja, me dice mi marido que lo escriba en otro capitulo, porque seria largo. El fue quien me insistió para que relatara cómo fue mi despertar sexual, cómo aprendí a conducir.....jajajaja.
Sigue...
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