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Mis dos amigas (II)

UNA RELACION QUE PERDURA CON LOS AÑOS

Hola amigos lectores, siguiendo la continuación del relato, viendo las repercusiones de la primera parte y agradeciendo los mensajes recibidos es que me decido a escribir la segunda parte de esta historia.

Después de haber tenido mi primera experiencia sexual con mas de una persona, mis amigas Maria y Ana se fueron de vacaciones solas a la costa Argentina por una semana, lo cual me llamaron telefónicamente invitándome a que compartiera con ellas esos días.

Para lo que no leyeron la historia anterior, yo había tenido una experiencia sexual con estas dos chicas, en el campo del padre de una de ellas, lo cual fue maravilloso por lo que les recomiendo leer la primera parte para poder así entender como es esta continuación.

Con la expectativa de cómo pasaría esta semana de vacaciones con las chicas me dirigí hacia la ciudad de San Bernardo, una playa distante 250 Km. de la Capital Federal, debo confesar que estaba un poco nervioso dado que todo había sido tan repentino que todavía parecía estar medio en el limbo con la hermosa experiencia vivida.

El viaje se me hizo interminable, no pude pegar un ojo en todo el recorrido, por la cabeza se me cruzaban cosas de cómo me recibirían, de que forma nos acomodaríamos, y cual sería mi papel entre esas dos mujeres.

A media mañana, llegue al departamento, donde me recibió Maria, me abrió la puerta y me dio un dulce beso, Ana se encontraba durmiendo todavía, por lo que fuimos a la cocina a desayunar para luego acomodar mis pertenencias.

Para ese entonces, Ana ya se había despertado y como era muy introvertida no esperé que me saludara eufóricamente, sino todo lo contrario, pero para mi asombro ella se me abalanzó y me besó desenfrenadamente.

¡Bueno la cosa empieza de la mejor manera ¡- me dije.

Por la tarde nos fuimos a la playa a disfrutar de un magnífico día, ahí aprovechamos para charlar de lo acontecido días atrás, por lo que cada uno dio su opinión al respecto.

Maria nos confesó que se había sentido muy bien siendo la conductora de nuestra relación y que esperaba en estos días, seguir cumpliendo el mismo papel.

Ana comento que ella nunca había tenido una experiencia así, aunque a veces en alguna reunión uno que otro beso compartido la incito a una relación de ese tipo, pero que nunca encontró a dos personas que le inspiraran confianza para poder hacerlo, por lo que esta vez se sintió contenida he incitada. Pero lo que mas le había gustado fue la experiencia con el enorme consolador que Maria tenia, por lo que pregunto si lo tenia en su poder y Maria asintió con su cabeza. Un brillo en los ojos de Ana dejo entrever lo bien que pasaría esas vacaciones.

Yo por mi parte, también comente que había sido mi primera vez, que la pase de maravillas con experiencias que jamás pensé que viviría y le dije a Maria que de no ser por que ella tomara la iniciativa, por mi parte nunca hubiera sucedido eso, por lo que la incentive a que siguiera conduciendo nuestra relación.

Por la noche nos fuimos a cenar y a tomar algo en un pub de la zona costanera de la playa, en un momento estaba bailando con Maria y ella me acercó su boca muy cerca mío me dio un suave pero excitante beso y me dijo- tengo muchas ganas de hacer el amor.

Decidí entonces invitar a las chicas a volver a nuestro departamento lo que aceptaron gustosamente.

Ya ahí instalados, Maria ( que se había tomado muy en serio el papel de conductora del grupo) me llevo hacia la habitación y me dijo: seguramente estarás muy cansado por el viaje y el trajín de este día ¿no es cierto?,(lo que asentí con mi cabeza) por lo tanto vos te vas a acostar y nosotros haremos todo el trabajo.

Me hizo acostar boca arriba y entre ella y Ana empezaron a desnudarme lentamente, Maria se abalanzó sobre mi pene y con muchísima delicadeza empezó a pasarle la lengua, primero a mi glande, luego al tronco para terminar en mis testículos, y así comenzar a subir nuevamente para después metérselo todo en su boca.

Por su parte Ana expuso sus grandes pechos ante mi boca, bocado que no dude en empezar a lamer casi como un bebe que toma de su madre el mas exquisito néctar para su subsistencia.

Para ese entonces, mi pene se encontraba tan rígido como un poste de luz, lo cual Maria subió sobre el y empezó a moverse con la mayor de las delicadezas arrancándome y arrancándose suspiros y gemidos de pasión.

Ella empezó a tener esos pequeños pero intensos orgasmos que uno tras otro se sucedían a lo largo de su cabalgata sobre mi pene.

Ana se me subió encima y colocó su vagina encima de mi boca lo cual yo tomándola de sus caderas empecé a chupar bebiendo sus líquidos calientes que entremezclados con sus orgasmos, debía correr la boca para no ahogarme, pero como eso era delicioso no quería dejar de lamer.

Maria empezó a empujar cada vez mas fuerte anunciando que un orgasmo de magnitud no imaginable estaba a punto de suceder, por lo que Ana se abalanzo sobre ella y empezó a tratar de pasar la lengua sobre su clítoris tratando de sacar provecho de eso.

Y así llegó el orgasmo de Maria, fuerte, intenso y a través de los gemidos que se podían escuchar me animaría a decir, único.

Luego le tocó el turno a Ana quien se abalanzo sobre mi pene, lo lamió, lo limpió y se subió sobre él de forma irracional.

Ana era una mujer de mayor violencia sexual, por lo que sus movimientos, se sucedían de manera mas salvaje, todo lo contrario a Maria.

Sus orgasmos eran todos intensos y parecía que con sus movimientos, se empeñaba en arrancar su pene del lugar donde Dios me lo había colocado.

Maria echo el cuerpo de Ana hacia delante y comenzó a lamer su culo lo que como se imaginaran, ésta se enloqueció del placer, luego sentí como los dedos de Maria se introducían en el ano de Ana lo que esta contestó con un orgasmo tras otro y obligó a que yo empezara a sentir que el mío estaba llegando por lo que les dije- ¡Acabo chicas!.

Maria saco a Ana de encima mío y ambas juntaron sus caras esperando que mi semen se derramara en sus bocas, por lo que no me hice esperar y así lo hice.

Fue sorprendente ver como ambas tenían sus caras llenas de semen y se lamían para tratar de limpiarse, aunque lo que mas me asombró fue que Maria estaba mas excitada que Ana cosa que no era muy común. Después de que limpiaran mi pene, caí rendido en la cama, ellas se quedaron abrazadas haciendo no se que, ya que me quede dormido y no supe mas que paso hasta el otro día que me desperté y las vi durmiendo abrazadas, situación que me deleitó y me excitó muchísimo.

Por la tarde, en la playa, Maria nos informó que después de estas vacaciones se iría a hacer un post grado de su especialidad ( Historia del Arte) a Madrid , España por lo que por algún tiempo no nos veríamos, y fue entonces cuando ella nos incitó a que cumpliéramos un deseo sexual antes de separarnos.

Ana sin dudarlo solicitó lo que aun no había podido cumplir y esperaba con avidez, que era poder tener una sección con el consolador de Maria, pero lo que solicitó además, era que la dejaran toda la noche con ese juguete ya que quería sacarse el gusto en forma y poder usarlo sin condicionamientos y por tiempo ilimitado.

Yo me anime a pedir lo que nunca había echo, que era tener sexo anal, lo que ambas con sus miradas parecieron asentir.

Maria por el contrario dijo que ella no tenia ninguna fantasía, ya que por suerte había cumplido casi todas pero que de todas formas alguna cosa se le ocurriría.

Una tormenta nos obligo a retirarnos a nuestro departamento, por lo que en el camino decidimos comprar la comida y la bebida para después no tener que salir a hacerlo.

Una vez en nuestro departamento y después de cenar y beber cerveza, Maria saco una botella de ron y nos dispusimos a tomar, por lo que al rato estábamos de muy buen humor y dispuestos a cualquier cosa.

Sentamos a Ana en medio del sillón y ambos comenzamos a desnudarla y besarla, nuestras manos hacían uso del cuerpo de Ana, ella se encontraba muy mojada y mis dedos se introducían en su concha de manera rápida y eficiente, arrancando de Ana los gemidos mas radiantes.

Maria sacó de su bolso ese famoso consolador, lo que iluminó los ojos de Ana.

- Lámelo- le indicó a Ana.

Yo estaba besando la cara de Ana y ahí pude ver de cerca, muy de cerca el tamaño de aquel aparato, por lo que les cuento ¡era enorme!, la boca de Ana se abrió de manera gigantesca para lubricar semejante aparato, los ojos se cerraron como soñando la acción que se venía, entraba y salía de su boca y se podía ver por la comisura de sus labios que toda su saliva estaba abocada a lubricar ese consolador.

Por lo pronto, Maria estaba ya lubricando con su boca y sus dedos la vagina de Ana, preparándola para recibir el juguete.

Maria sacó de la boca de Ana el consolador chorreante de saliva y comenzó a introducirlo suavemente en la concha de Ana, mientras esta respiraba profundamente y expulsaba el aire bufando cual un toro enfurecido. Maria introducía y sacaba el consolador muy , pero muy lentamente de la vagina de Ana, arrancando de ésta, suspiros y gemidos por doquier.

Yo mientras tanto acariciaba la frente sudorosa de Ana, dado que su cabeza había quedado apoyada en mis piernas, cuando el temblor de todo su cuerpo anunciaba, que un orgasmo de esos que nos tenia acostumbrado Ana, estaba llegando.

Nuevamente presencié unos de los orgasmos mas intensos que he visto en mi vida, su cuerpo temblaba primeramente y luego vi como se arqueaba tratando de penetrarse aún mas con semejante aparato y así, sacar dentro de sus entrañas las mas intensas sensaciones que aplacaran semejante calentura.

No creo que exista otra mujer que disfrute tanto un consolador como Ana, ni aún Maria que era la dueña hasta el momento de ese aparato.

Maria me tomó de la mano y nos dirigimos hacia la habitación, dejando a Ana sola en la sala de estar, para que jugara con su consolador, tal cual lo había solicitado. Maria se tiró en la cama boca arriba, abrió sus piernas invitándome a participar de una sección de sexo que nunca olvidaré.

Me desnude y me abalancé sobre ella, su boca estaba reseca, por lo que me dispuse a lubricar su lengua y mojar sus labios con los míos, sus pechos estaban tan calientes que se podía entrever a través de ellos el grado de calentura que Maria tenía.

Bajé por su cuerpo hasta el pubis, lamiendo cada centímetro de su piel, y encontrándome con una catarata de fluidos que salían de su vagina lo que me dispuse a lamer con paciencia.

Era evidente que la situación producida con Ana, excitaba sobremanera a Maria, yo por mi parte introducía (sin dificultad alguna) mis dedos en su vagina arrancando de ella los orgasmos mas impetuosos y deliciosos que jamás halla probado, por lo que me atreví también, a meter un dedo en el ano de Maria. Lo recibió de la mejor manera, y diría con el mayor agrado ya que al rato me lo retribuyo con un caudalosos orgasmo, lo que me animó a meter el segundo dedo, tratando de dilatarlo lo mayor posible.

Maria de se dio vuelta poniéndose boca abajo y con una mirada pícara me dijo – Cumplí tu deseo-.

Tomé con mi mano el pene, lo coloqué en su puerta y lentamente metí mi glande haciendo bastante fuerza para que entrara. Maria se agarro fuertemente a la almohada y mordió parte de ella.

- ¿ Te duele, queres que pare?- pregunte.

Maria, aun mordiendo la almohada, meneo la cabeza tratando de decirme que prosiguiera.

Me tiré sobre ella, bese su pómulo e introduje todo mi pene en el ano de Maria lo que volví a escuchar un gemido de dolor que salió de su boca.

Teniendo en cuenta que era mi primera vez por ese lugar, debo confesarles que me pareció maravilloso, haber introducido mi pene en un lugar tan estrecho y la sensación que se siente es tan especial que me es muy difícil redactarlo.

Al cabo de un rato indiqué a Maria - ¡ Me viene, me viene!- anunciándole mi orgasmo.

- ¡ Acaba en mi cara! – solicitó Maria.

Me paré al borde de la cama, tomé el pene con mi mano derecha, y ayudándolo a modo de masturbación, descargué todo mi semen en la cara de Maria.

- ¡Ahora , límpiame la cara con tu lengua!- solicito Maria a modo de orden.

Me quedé impávido ante semejante solicitud, pero mi entusiasmo era tan grande por lo que estaba viviendo que me abalancé sobre su cara pasándole la lengua y tratando de cumplir lo que Maria me había solicitado.

Al principio me pareció horrible lo que estaba haciendo, pero luego una extraña sensación de placer mezclado con excitación, se apoderó de mi, y fue cuando vi que Maria estaba tan caliente y compenetrada en lo que estaba sucediendo que con sus dos manos se estaba masturbando.

Una especie de sollozo salió de la boca de Maria, un poco asustado la mire y vi que estaba teniendo un magnifico orgasmo, por lo que seguí lamiendo mis propios jugos que ahora me parecían un néctar especial. Un grito que venia desde la sala de estar nos saco de nuestro mundo, por lo que nos fuimos a ver que pasaba y ahí esta Ana, arrodillada en el suelo, con las piernas muy abiertas y su cara apoyada en los almohadones del sillón, con sus dos manos se introducía el consolador hasta el fondo y los gritos eran de placer por los orgasmos que este aparato le proporcionaba, ni cuenta se dio de que la estábamos mirando, ella solo se dedicaba a introducir y sacar su aparato dentro de la vagina.

Ante esta situación y la que recién había vivido, mi pene estaba tan tieso, que parecía que hasta el momento nada había echo, Maria lo tomó con su mano y expresó – ven, tenemos que hacer algo para bajar a tu "amiguito"-.

Nos tiramos nuevamente en la cama, yo me subí sobre Maria y de un solo golpe introducí mi pene en su vagina , y de manera lenta pero constante empecé a moverme por lo que pude tener el sexo que Maria estaba acostumbrada. La sección duro mucho tiempo, mas de una hora, por lo que Maria tuvo mas de seis orgasmos antes de que yo tuviera el mío.

Cuando hube acabado dentro de su vagina, una voz suave me dijo a oído ¡GRACIAS!, era Maria que agotada comprendía que mi comportamiento había sido excelente.

De repente una figura bamboleante apareció en la habitación, era Ana que exhausta llegaba, para luego tirarse en la cama y quedar profundamente dormida, sin importarle lo que nosotros estábamos haciendo. Nosotros seguimos proporcionándonos caricias y mimos, hasta también quedar profundamente dormidos.

Nos despertamos muy tarde y también muy cansados pero dos noticias nos obligaron a ponernos en movimiento, la primera era que el día estaba horrible ( por suerte para mi) y la segunda era que los padres de Maria habían adelantado su llegada por lo que vendrían al otro día por la noche, lo que hubo que ordenar el departamento, lavar sabanas etc, pero lo mas triste era que la llegada de sus familiares anunciaba el fin de nuestra relación.

Todo pareció cambiar, cada movimiento en la casa se hacia mas ameno, cada solicitud de ayuda iba acompañado por un beso o una caricia, como agradeciendo los momentos vividos a cada uno de los participantes de esta relación.

A la noche decidimos no salir, cenamos en el departamento y luego Maria comenzó a narrarle a Ana, los momentos que pasamos juntos la noche anterior, dado que ella ni se dio por enterada que nosotros existíamos. Ana abría los ojos llenos de asombro por lo que habíamos echo, principalmente por mi actitud, ya que ahí me enteré que ella tenía un concepto sobre mi que era que me veía muy apocado y poco audaz para esta relación.

Luego Ana comento de su experiencia con el "aparatito" (así le llamaba), donde pudo expresar que cada empujón que se daba con él, sentía la sensación de que alguien la transportaba por el aire depositándola en otro lugar de la casa ( textuales palabras de Ana), y que la intensidad de los orgasmos eran de una magnitud muy difícil de expresar.

La charla duró hasta cerca de la medianoche, al ver que ya era tarde, me dispuse a colaborar limpiando la mesa y lavando la vajilla que habíamos utilizado, tarde un rato en realizar toda la tarea y cuando regresé a la sala de estar, me encontré con la grata sorpresa que tanto Ana como Maria se encontraban desnudas en el sillón, realizando una escena de lesbianismo digna de ver, por lo que me acomodé en una silla a mirar como mis dos amigas se amaban profundamente.

Maria acostada boca abajo, con su cara puesta frente a la concha de Ana, bebía la totalidad de los néctares que ésta le proporcionaba, y con sus dedos jugaba en un mete y saca con tal presteza que Ana gritaba y jadeaba con un ritmo de tal magnitud que cualquiera que estuviera escuchando detrás de una puerta hubiera jurado y perjurado que ahí adentro, estaba ocurriendo una violación.

No puedo precisar cuantos orgasmos tuvo Ana, pero les aseguro que fueron varios, luego de que ésta se recuperó de su "presunta violación" se abalanzó sobre Maria, tratando quizás de devolverle todo el cariño recibido, lamió sus pecho de una manera asombrosa, beso su cuerpo como agradeciendo el cariño recibido, y se instaló frente a su concha de manera de comenzar una sección de masajes con su lengua que llevaría a Maria a solicitar casi en forma desesperada, como rogando, que se la penetrara con su consolador.

Ana no dejo pasar esta oportunidad para que su amiga viviera tal vez, la misma sensación que ella había tenido, por lo que tomó el consolador y trató en vano de introducírselo, digo en vano porque sus modales y sus movimientos bruscos hicieron que Maria le solicitara que se detuviera por el dolor que este aparatito y Ana le proporcionaban.

Yo en ese momento me encontraba desnudo, excitado y acariciándome el pene en una especie de masturbación que hiciera calmar mis ansias por compartir esa fiesta, esperando mi oportunidad de solicitar el permiso necesario para irrumpir la escena de lesbianismo que estaba ante mis ojos.

¿ Queres que lo intente yo?- pregunte ansioso por participar.

¡ Si por favor! - pareció suplicar Maria.

Tu síguele pasando la lengua por la concha – indique a Ana

Mientras Ana seguía lamiendo el clítoris de Maria yo tomé el consolador y con mi lengua empecé a lamerlo, sintiéndome raro, pero esa imagen pareció excitar mas aún a Maria que estalló en un orgasmo. Lo mismo que habíamos echo la primera vez con Ana, traté de hacerle a Maria, la acomode en el sillón, le abrí las piernas en forma de "y" y coloqué lentamente la punta de ese enorme aparato en la puerta de su vagina, Maria para ese entonces estaba tan mojada que ni se dio cuenta que el consolador ya se había introducido unos centímetros, seguí haciendo presión lentamente hacia abajo y unos centímetros mas entraron en su vagina, en un momento llegó a tener la mitad de ese aparato dentro suyo sin esgrimir ninguna queja, es mas se la veía muy cómoda con eso adentro.

Ana acariciaba los senos y le repartía apasionados besos, los que Maria recibía con beneplácito, mientras yo con la mayor suavidad posible trataba de meter y sacar de dentro de su vagina ese enorme aparato, que a juzgar por la cara que ponía, le estaba proporcionando placeres infinitos.

¡Así, seguí así por favor! – solicitaba Maria

¡Me viene, ahí me viene! – exclamaba, cuando estallo en un orgasmo no de la misma magnitud a los que nos tenia acostumbrado Ana, pero, a decir verdad, también fue intenso, muy intenso.

Ahora coje con Ana – solicitó Maria que a pesar de estar extasiada por su reciente orgasmo, no dejaba de conducir nuestra relación.

Y así fue que ambos, Ana y yo empezamos nuestra relación sexual tal lo había solicitado Maria, primero dedique varios minutos a lamer la concha de Ana que estaba totalmente mojada, por lo que sus fluidos corrían cual río que se desmadra de su cauce, creo que en ese ínterin Ana tuvo un orgasmo que yo bebí con ansiedad y dedicación.

Luego expuse mi pene a la boca de Ana, para que ésta lamiera y asi fue lo que sucedió ella se dedico a besar, lamer y chupar por un largo rato mi pene que parecía enfurecido por arremeter sobre la vagina de Ana, cosa que recibió de muy buena manera soportando esta vez los empujones mas bestiales que le halla proporcionado a una mujer, dado que mi calentura superaba cualquier acto racional de mi parte, sin poder controlar mis movimientos ni mis actos.

Aaaaaah – esa fue la única palabra que atine a decir ante la sensación que llegaba a mi pene, una cantidad inusitada de semen que inundó la vagina de Ana.

Maria, que ya se había repuesto de su genial y glamoroso orgasmo, nos separo y se dedicó a lamer la vagina de Ana y también mi pene como tratando de recargar energías para su próxima actuación.

Mientras Maria chupaba desenfrenadamente mi pija, Ana la acariciaba tratando de poner a tono todo el esplendor de aquella querida amiga que recibiría con el mayor agrado mi penetración.

Yo debo ser sincero estaba en ese momento medio exhausto y quería tomar un poco de distancia para recuperar fuerzas, pero ellas no me dejaron.

Me sentaron en el sillón y Maria subiéndose arriba mío tomó el control de la situación conduciendo el acto sexual. Con la suavidad que la caracterizaba, empezó a moverse en un sube y baja el cual se introducía la totalidad de mi pene, arrancándole suspiros y susurros de placer, con su cabeza echada hacia atrás, dejaba expuesto los dos hermosos pecho que tanto Ana como yo chupamos hasta casi hacer desfallecer a Maria. Al cabo de un rato un orgasmos anunció que Maria completaba (por el momento) así su actuación sexual.

Ana tomó su lugar y con sus embestidas que la caracterizaban empezó su función, Maria empujó a Ana hacia mi, se agacho y empezó a lamerle el culo, para luego introducirle un dedo. Ana se retorcía de placer, y en consecuencia a lo que estaba sucediendo, nos agasajó con grandes orgasmos.

Ana, cúmplele el deseo a Riki- expreso Maria, por lo que ella, se salió de encima mío y se arrodilló en el sillón esperando la penetración por detrás.

Yo afirmé mi pene en la puerta del culo de Ana y ayudándolo con mi mano derecha enfilé hacia lo que yo creo es el mejor momento para un hombre, la penetración anal.

Ana no se quejó, al contrario pude ver como me miraba con ojos de satisfacción, yo estaba emocionado y solamente tenía mi mirada fija en el culo de ella y veía como entraba y salía mi pene de dentro de su culo, lo que no hizo mas que aumentar mis ganas de eyacular.

Pareció que los tres adivinamos lo que queríamos porque yo saqué, mi pene a punto de estallar y ambas juntaron sus caras esperando que mis chorros de semen las bañara. Y así sucedió grandes chorros de semen fueron a parar a la cara de ambas amigas, que lo recibieron con agrado.

Esta vez no necesitó nadie que me indicara lo que tenía que hacer, me abalancé sobre ellas y empecé a lamer sus caras tratando de lamer pacientemente y con suavidad, tratando de limpiar lo que había ensuciado o sea sus caras, mientras nuevamente Maria empezaba a frotarse con la mano su clítoris masturbándose ayudada por su amiga Ana y así estallar en el mas hermoso orgasmo.

Ya amanecía cuando nos acostamos en la cama matrimonial del departamento, y asi abrazados con mis dos amigas me quedé dormido esperando la hora de mi partida.

En la terminal de ómnibus, nos despedimos los tres confundiéndonos en un estremecedor abrazo y debo reconocer que algunas lagrimas abordaron mis ojos y rodaron por mis mejillas, las chicas también lo hicieron. Algo había quedado grabado en mi ya cualquier experiencia sexual seria diferente, estas amiga me habían predispuesto y enseñado a experimentar otras sensaciones que concretaría con otras personas y que algún día contare.

Cuando el micro se alejaba, pensé que esta era la ultima postal de mis dos amigas lo cual nunca mas vería y por consiguiente jamás tendría relaciones sexuales, solo atiné a desearles la mejor de las suerte para ambas.

¡NUNCA ESTUVE TAN EQUIVOCADO CON ESTAS APRECIACIONES!

Había pasado algo mas de tres años cuando Maria regreso de España y...

Esa es otra parte de la historia que contaré en otro capitulo

3 comentarios - Mis dos amigas (II)

franco2009
Viejo, si eso es cierto sos un capo...Muy buen relato
SuboPornos
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