El escándalo adentro del viejo autobús escolar era tremendo. Todos los chicos y chicas gritaban y saltaban de un lado al otro, emocionados por el inminente paseo al lago que la escuela había preparado, y ninguno me hacía el menor caso.
"¡Chicos! ¡Calmados, ya! ¿Están todos ya en el camión?" Les dije con mucha angustia mientras los contaba uno por uno.
"¡Si Maestra Alina!" Respondieron a coro.
"Bueno, ya, quietecitos. ¿Ok?" Les dije poniéndome "seria", y al verme así todos rápidamente regresaron a sus asientos y se controlaron un poco. Bueno, todos excepto una de las chicas, Daniela, que seguía parada al fondo del camión platicando con sus amigas.
"Daniela, ¿Podrías sentarte en tu lugar?" Le pregunté amablemente.
"Ay Alina, -Me respondió con expresión de molestia-¿Te molesta tanto que platique con mis amigas?"
Suspiré lentamente, tratando de mantener la calma. Daniela siempre se comportaba de forma hostil conmigo, ya que a sus 18 años era de esas chicas guapas y presumidas que siempre buscan ser las consentidas en todo, y quizás el hecho de que a mis 25 años yo también era muy atractiva le caía fatal a su ego, porque de alguna forma me volvía una amenaza para su “status”.
Y me parecía absurdo que Daniela tuviera tantas inseguridades porque realmente la chica era guapísima, ya que tenía una figura esbelta pero curvilínea, con su largo cabello negro enmarcando un precioso rostro con facciones aniñadas, y unos ojos verdes felinos, sumamente exóticos. Y por si fuera poco era tan exhibicionista como yo, porque desde la mañana estaba vestida sólo con un diminuto bikini negro y sandalias, mostrando descaradamente su espectacular cuerpo a todo mundo.
"No, Daniela, -Dije en un tono comprensivo. -Solo quiero que estén todos en sus lugares cuando nos pongamos en marcha. Ahora siéntate, ¿Ok?"
"Ya, pues, ¡Está bien! Me sentaré." Refunfuñó como niña caprichosa y regresó a su lugar de muy mala gana.
Pero desgraciadamente eso puso tensión en el ambiente y los chicos estaban ahora muy serios, por lo que traté de aligerar las cosas y con una sonrisita coqueta les dije: " ¿Vamos al Lago entonces?"
"¡¡Siiiiii…!!" Gritaron todos en el más absoluto desorden, y en ese momento el viejo autobús escolar aceleró y nos pusimos en marcha. Rápidamente regresé a mi lugar y me eché aire con las manos, sonriendo por el alboroto mientras cruzaba las piernas. "Uff, ¡Que día me espera!"
Y no lo decía por el incidente con Daniela sino por experiencia, ya que estas visitas al lago siempre habían sido súper complicadas: Hay que estar constantemente checando que estén todos bien, que nadie se ahogue, que nadie se pierda… En fin, mil cosas que impiden disfrutar el paseo.
Bueno, quizás no sea tan malo, pensé mientras jugaba con mi largo cabello negro. Igual y en esta ocasión me puedo divertir.
De repente noté que los chicos sentados al otro lado del pasillo me miraban las piernas sin mucha discreción, murmurando cosas entre ellos con cierta actitud de travesura. Y ante eso no pude evitar morderme los labios con coquetería mientras un delicioso calorcito exhibicionista recorría mi piel, ya que efectivamente venía vestida de forma algo atrevida para la excursión, con unos micro shorcitos café que se apretaban indecentemente a mi cuerpo y una blusita ajustada blanca con un corazón al frente, la cual enmarcaba deliciosamente mi delicada cinturita y firmes pechos.
Cerré los ojos y me sonrojé visiblemente, ya que de tan solo fantasear en lo que sería besar sus bocas, lamer su cuerpo, sentir sus indecentes caricias… Pero de repente mi sentido del deber volvió a activarse, y con actitud de reproche pensé: No, Alina. ¡No! Hoy no debo de pensar en sexo, hoy mis cinco sentidos deben estar puestos en cuidar a los chicos.
Pero era más fácil pensarlo que hacerlo, así que para distraerme me asomé por la ventana mientras el camión seguía avanzando lentamente por la ciudad, hasta que después de algunos minutos llegamos a las afueras y el paisaje cambió drásticamente, y del frio y pesado tráfico pasamos a los preciosos bosques y simpáticas vacas.
"Qué bonito..." Me dije mientras admiraba el paisaje, sintiendo el viento en mi rostro agitando mi cabello, hasta que después de algunos minutos el viejo autobús aminoró la velocidad y se metió en un pequeño caminito rural junto a la carretera, y debido al mal estado del mismo comenzó a zarandearse de lado a lado mientras la ansiedad de los chicos iba en aumento, hasta que al cabo de unos minutos nadie estaba sentado en su lugar y todos esperaba con ansias el momento en que la puerta se abriera para salir corriendo como locos.
"Chicos… -Dije levantándome de mi lugar para dar instrucciones- Al llegar quiero que salgan todos con calma, ¿Ok?"
Pero era inútil, el relajo en el camión seguía aumentando y nadie me hizo caso, y así seguimos avanzando por el caminito hasta que de repente atravesamos una línea de arboles y finalmente pude ver nuestro destino: Un inmenso lago cristalino rodeado por densos bosques y con una preciosa cabañita rústica en la orilla.
Y en el momento en que el camión se estacionó detrás de la cabaña y se abrieron las puertas, una avalancha de chicos salió corriendo a mi lado y casi me despedaza, y tuve que sujetarme al tubo para no caerme.
"¡Están locos!" Dije con una risita mientras salía caminando tras ellos, muy divertida al ver como todo mundo corría hacia el lago y se tiraba con todo y ropa a él, pero cuando llegué a la orilla apenas si pude contener las ganas de tirarme también sin importarme nada, aunque varios chicos me suplicaban alegremente que me les uniese. "Maestra Alina, métase al agua…" "Si, Maestra, métase…" "Venga, vamos…"
"Si, ya voy." Les respondí con un guiño, y entonces arqueé la espalda y con un movimiento sensual me quité la blusita blanca, y acto seguido deslicé mis dedos por los costados de mis shorcitos café y los bajé por mis piernas, quedándome en un es-pec-ta-cu-lar bikini azul celeste que resaltaba deliciosamente mi firme y curvilíneo cuerpo.
Y se hizo un silencio absoluto.
Los chicos no se movían ni un milímetro y TODOS tenían los ojos clavados en mi, recorriéndome lujuriosamente con la mirada de pies a cabeza, incapaces de reaccionar. Y sus comentarios, aunque en voz baja, eran deliciosamente atrevidos: "¡Wow!" "¡No friegues, que cuerpazo!" "¡Ve esas piernas!"
Puse una expresión simpática al verlos así, y entonces me metí al agua y nadé hasta donde estaba un grupito. "Hola, ¿Están jugando a algo?"
Los chicos se miraron con nervios entre ellos al tenerme tan cerca. "Eh… maestra, es que… estamos organizando unas luchas en el agua.
"Ah, suena divertido. ¿Y cómo es eso?"
"Bueno, pues consiste en que cargamos en los hombros a dos chicas, y la que logre tirar a la otra al agua gana."
"¿Puedo jugar también?" Pregunté inocentemente.
"¡Si! –Gritaron todos de forma obvia- P.perdón, maestra, sí, claro, si usted gusta."
"Pues sí quiero." Respondí con una mueca coqueta. "¿Y cómo va a ser esto?"
En ese momento uno de los chicos, un fortachón llamado Pedro, se sumergió rápidamente mientras que Karla, una chica rubia y flaquita, se subía con agilidad a sus hombros. Entonces Pedro la sujetó firmemente de las piernas y la levantó poco a poco sobre el nivel del agua, listos para la batalla.
"Oh." Dije mordiéndome los labios, intimidada. "¿Y yo en quien me voy a subir?"
Y no pude evitar reírme un poquito al ver que mi comentario causó un pequeño relajo entre los chicos, ya que todos se ofrecieron de voluntarios y comenzaron a discutir entre ellos, hasta que finalmente la elección la ganó "El Brutus", un chico muy alto y fuerte que jugaba en el equipo de futbol americano de la escuela. Y claro, ganó esa elección intimidando a los demás rivales, lo cual confieso que me prendió un poquito.
"Venga Maestra Alina, súbase a mis hombros." Me dijo el Brutus con un gesto amistoso, sumergiéndose frente a mí.
"S...si..." Respondí con apuros mientras rápidamente me subía en sus hombros y mis piernas se apretaban alrededor de su cuello, lo que ocasionó un murmullo colectivo. De repente sus poderosas manos agarraron mis piernas y el Brutus se levantó de golpe, y tuve que aferrarme con fuerzas a su cabeza para no caerme.
"A.ay…" Dije mientras trataba de mantener el equilibrio, pero entonces me di cuenta de algo...
Al estar así, sentada en los hombros de un chico y con el cuerpo inclinado hacia delante, mi espalda adoptó una curvatura muy sugerente, la cual delineó deliciosamente mis firmes nalgas a la vista de todos. Y claro, los murmullos picantes a mí alrededor no se hicieron esperar.
"Ufff…" Suspiré con ansiedad, pero ya era tarde para hacer algo. Me vería muy obvia si intentara cubrirme en estos momentos, y francamente ser el objeto de las miradas nunca me había parecido nada mal.
"Maestra Alina... ¿Esta lista?" Preguntó el Brutus, regresándome a la realidad.
"Si." Contesté con un gesto simpático. "¡Estoy lista!"
Y la batalla comenzó…
La chica se acercó rápidamente a mí y con unos manotazos trató de sujetarme de los hombros, pero con agilidad contuve sus ataques y de un brusco empujón la tiré contundentemente al agua. ¡Splash!
"¡Wow!" Dije súper emocionada, sintiendo una poderosa descarga de adrenalina mientras los chicos coreaban mi nombre. "¡Alina…Alina…Alina!"
Pero no pude festejar mucho, ya que casi inmediatamente una segunda retadora se subió en los hombros de Pedro para darme batalla, aunque rápidamente descubrí que tenía un talento natural para esto, y en menos de 10 segundos la tiré al agua. ¡Splash!
"¡Uff, esto esta genial!" Dije con una sonrisita desafiante, pero había algo que me estaba alterando muchísimo, ya que la nuca del Brutus, rasposa y tosca, se frotaba contra la delicada telita de mi bikini con cada movimiento, lo que casi me arrancaba un par de gemidos. Y los efectos en el resto de mi cuerpo eran evidentes, ya que mis pezones se habían puesto muy firmes y se marcaban descaradamente. "Oh Dios. ¿Se habrán dado cuenta?"
Pero la respuesta era obvia: Los chicos estaban embobados viéndome, casi comiéndome con la mirada, y sus comentarios a mi alrededor eran cada vez más candentes: "Por Dios, que culo..." "Ve esas piernas..." "Mira como se arquea..." "Esta bien guapa…"
Pero todo lo bueno tiene que acabar, y en ese momento vi a la siguiente retadora...
Daniela.
Y me puse muy nerviosa, ya que ella era una rival que por físico sin duda me podría poner en problemas. Y lo peor era que la chica me odiaba, y en estos momentos me estaba mirando con una intensidad tremenda, como si quisiera matarme ahí mismo.
"Hagan sus apuestas, -Gritó un chico mientras se armaba un barullo tremendo a nuestro alrededor, ya que al parecer esta sería la pelea del siglo. -¡La Maestra Alina contra Daniela!"
"¿Tiene miedo, Maestrita?" Dijo Daniela con sarcasmo mientras se subía sensualmente sobre los hombros de Pedro.
"¿Miedo? –Le respondí con una sonrisita arrogante. -Solo de lastimarte."
Y el combate comenzó...
Con mucho cuidado nos fuimos acercando una a la otra, hasta que en un instante nuestras manos se trabaron y nos jaloneamos con agresividad, luchando desesperadamente por tirarnos pero sin que ninguna lograra imponerse a la otra.
"Ay…" Gemí tiernamente por el esfuerzo.
"¿Ya te cansaste, Alina?" Preguntó Daniela con una risita malvada.
"No." Respondí mordiéndome los labios. "No... para nada, estoy súper bien."
"¿Ah sí?" Daniela puso una mueca agresiva a la vez que me empujaba hacia la derecha con fuerza, casi logrando tirarme, pero afortunadamente logré sujetarme de la cabeza de Brutus y recuperé el equilibrio.
"No creas que caeré tan fácilmente." Le respondí rápidamente, y ahora fue mi turno para empujarla y casi hacerla caer.
"Ahh… Lo reconozco, -Dijo Daniela con apuros. -No me esperaba tanta resistencia."
"… Y más te sorprenderás al caer al agua." Respondí desafiante mientras seguíamos forcejeando encarnizadamente, sin que ninguna cediera ni un centímetro, pero a pesar de mis esfuerzos el combate estaba muy nivelado, y en ese momento nos dimos cuenta que el momento de la verdad se acercaba, ya que ambas estábamos respirando con agitación, al límite de nuestra resistencia.
En ese momento Daniela cometió un error.
Se distrajo apenas un segundo pero eso me bastó, porque con un movimiento agresivo la jalé hacia mí y antes de que pudiera reaccionar la obligué a darme la espalda mientras yo rodeaba su cuello con mi brazo y con el otro le sujetaba un brazo en la espalda.
"¿Te rindes, Daniela?" Le dije al oído.
"¡S.suelteme, Maestra, m.me esta lastimando!" Se quejó Daniela tratando de zafarse, pero entonces le apreté dolorosamente el brazo y con impotencia se quedó quieta, al borde de las lágrimas. "M.me rindo."
"Gracias." Le dije con una sonrisita arrogante, y entonces la empujé bruscamente hacia un costado y cayó torpemente al agua. ¡Splash…!
Inmediatamente los chicos comenzaron a gritar en un relajo tremendo, fascinados con la exhibición que acababan de ver, y de nuevo los comentarios picantes estaban en todas partes: "¡¿Viste eso?!" "¡Como la sujetó...!" "Se veía buenísima apretando a Daniela..."
Pero yo estaba exhausta, así que le di una palmadita en la cabeza a Brutus y le dije: "Bájame por favor, voy a tomar algo de agua a la cabaña y descansar un ratito."
Brutus obedeció muy a su pesar, y las caras de desilusión de los chicos fue evidente: "Vamos, Maestra Alina, una pelea más…" "Ándele...” "Por favor...”
"Denme unos minutos, chicos. -Les dije con expresión de agotamiento. -Me repongo y vuelvo, ¿Va?"
Rápidamente nadé hacia la orilla y me dirigí a la cabañita, y una vez ahí saqué una botella de agua fría de la hielera y le di un par de tragos mientras veía de reojo que los chicos continuaban con sus luchitas en el agua, muy divertidos. De repente oí una voz familiar a mi espalda: "Que exhibición, Maestra Alina. –Dijo Daniela con rencor.- ¿No cree que jugar así con sus alumnos es perjudicial para la escuela?"
Volteé a verla y le respondí con actitud desafiante: "No, para nada. La interacción con los alumnos nunca puede ser mala, aunque algunos NO sepan perder.”
Daniela puso una expresión sarcástica y dijo: "¿Eso incluye lastimarlos? Aún me duele el brazo."
"Bueno, tu tampoco fuiste muy delicada, Daniela. –Le respondí con firmeza. -De hecho tengo varios moretones en el brazo por tus agarrones. Y francamente ya me tiene harta tu actitud de víctima, así que mejor terminamos esta conversación AHORA."
Y justo cuando me estaba dando la vuelta para irme…
Daniela me agarró agresivamente de la muñeca y se acercó a mí, pero con una actitud completamente diferente: "N.no, por favor, Maestra, perdóneme, no quería hacerla enojar."
Me quedé impactada por su cambio de actitud.
"Bueno… está bien, pero suéltame."
"Maestra Alina, por favor, -Daniela puso una cara de total inocencia. -No se moleste conmigo. Es que tengo algo que decirle, pero no puede ser aquí. ¿Podríamos ir al baño de la cabaña para tener privacidad?"
"¿Al baño?"
"Por favor, Maestra."
Me mordí los labios sin saber qué hacer, pero mi curiosidad crecía a pasos agigantados, así que decidí seguirle la corriente para ver de qué se trataba esto. "Bueno, vamos, pero que sea rápido, ¿Ok?"
"Si, se lo juro."
Rápidamente fuimos hasta el cuartito del baño, pero apenas abrí la puerta vi un problema: El lugar era realmente muy pequeño. Apenas si cabrían una o dos personas ahí paradas. Y por si fuera poco parecía un infierno ahí dentro. "Daniela... ¿Estás segura que quieres platicar aquí?"
"Si, Maestra, lo siento, es que no hay otro lugar. -Contestó con ansiedad mientras se aseguraba que no hubiera nadie cerca. -Solo aquí podré decirle algo."
"Bueno..." Respondí con algo de inquietud y me metí al reducido cuarto, seguida muy de cerca por Daniela, que con mucha prisa cerró la puerta y puso el seguro, dejándonos encerradas y casi a oscuras. Y efectivamente, adentro el calor era insoportable, y sin poder evitarlo comencé a sudar muchísimo. Miré fijamente a Daniela y le dije: "Ya estamos aquí, así que dime."
De repente Daniela me aprisionó contra la esquina y sin darme tiempo a reaccionar su boca encontró la mía y comenzó a besarme apasionadamente, gimiendo con ternura mientras sus manos me apretaban indecentemente las nalgas.
"Mf.f... D.daniela, ¿Q.que...?" Protesté débilmente.
"N.no digas nada..." Me respondió con un suspiro, y de nuevo sus labios se apretaron contra los míos y me silenciaron con voracidad, a la vez que colocaba una de sus piernas entre las mías con un gesto dominante.
Y la sensación era exquisita.
La boca de Daniela, húmeda y ansiosa, se movía agresivamente contra la mía en un tango primitivo, y yo respondía de la misma manera, gimiendo suavemente mientras deslizaba mis manos por su espalda y la apretaba contra mí, sintiendo como ese cuerpo firme y caliente se retorcía entre mis brazos pidiendo más.
"Alina, te deseo tanto... -Dijo Daniela mientras deslizaba sus dedos en mi cabello y lamia el sudor de mi cuello. -Desde hace un año solo puedo pensar en ti, en tu cuerpo, en la forma en que te vistes, en tu olor..."
"D.daniela, yo..." Intenté responder con apuros, buscando su boca con desesperación.
"P.por favor, -Gimió tiernamente en mi oído. -Ordéname que me arrodille frente a ti."
"Y.yo..."
"Por favor, por favor, por favor..."
Con un gesto indecente deslicé mis dedos por su cabello y la obligué a mirarme, y entonces le dije suavemente: "Arrodíllate."
Y su respuesta fue inmediata. En un segundo Daniela se arrodilló frente a mí y apretó agresivamente su boca contra la delicada telita de mi bikini, succionando y lamiendo con desesperación mi sexo como si su vida dependiera de eso, a la vez que sus manos apretaban vigorosamente mis nalgas y me jalaban contra ella.
"¡Ahh! Daniela… oh…D.dios." Dije recargándome contra la esquina, gimiendo descaradamente mientras los empujones violentos que la cara de mi alumna daba contra mi cuerpo casi me levantaban del suelo.
Pero esto apenas comenzaba, y de repente Daniela agarró mi bikini por los costados y de un tirón lo bajó hasta mis rodillas, dejando mi sexo completamente expuesto: Un delicado triangulito negro brillando deliciosamente por la humedad. Y en un segundo su precioso rostro se hundió agresivamente entre mis vellos a la vez que me metía la lengua hasta el fondo, devorando el exquisito jugo que salía entre mis piernas. "Mfmf... fmfmf... mfmf..."
"¡Ah! Daniela." Gemí mientras apretaba con mis manos la cabeza de mi alumna.
Pero Daniela era una autentica maquina de mamar, cumpliendo su sexual labor sin detenerse ni un segundo mientras sus poderosos resoplidos entre mis piernas me hacían caer en una especie de trance hipnótico, en el cual yo me calentaba cada vez más, hasta que después de casi 15 minutos...
Un brutal orgasmo sacudió mi cuerpo, y solo pude sujetarme con apuros del lavabo mientras luchaba por no desmayarme, gimiendo desvergonzadamente. "AAAhhhh... oh D.dios, oh Dios... D.dani."
Y en respuesta Daniela apretó aun más su boca contra mi coño mientras devoraba cada jugo que mi cuerpo le daba, mirándome desde abajo con sus espectaculares ojos verdes, hasta que finalmente todo terminó y entonces fue lamiendo su ascenso por mi cuerpo hasta llegar a mi boca, la cual besó apasionadamente, hasta que después de algunos segundos…
"Oh Dios." Me dije entre jadeos mientras deslizaba mis manos por mi rostro para limpiarme el sudor, temblando aún por lo que acababa de suceder.
"De-li-cio-so." Respondió Daniela con un gesto coqueto mientras se apretaba nuevamente contra mi cuerpo y deslizaba sus manos por mi espalda, respirándome en el oído. Pero verla así activó algo en mi interior, y de repente me puse en su espalda y la empujé agresivamente contra la esquina, agarrándole el brazo en la espalda.
"Ay, ¡Alina!" Se quejó Daniela por mis brusquedades, pero justo entonces comencé a lamer apasionadamente su cuello, deslizando mi suave lengua por el sudor de su piel mientras bajaba lentamente por su espalda, hasta que llegué a la deliciosa hendidura entre sus nalgas y con un movimiento firme le bajé el bikini negro hasta las rodillas, ordenándole: "Arquéate."
Daniela estaba muy sorprendida, pero sin dudar me obedeció y en un segundo su espectacular espalda estaba completamente arqueada hacia mí, resaltando su perfecto y firme culo al mismo tiempo que sus largas y torneadas piernas se mostraban orgullosas, perfectamente alineadas.
Y no pude controlarme más. Con un gesto agresivo le apreté las nalgas y hundí mi rostro entre ellas, buscando con desesperación su pequeño y vulnerable ano para profanarlo desvergonzadamente, y cuando lo encontré no tuve piedad: Mi lengua se abrió paso hasta el fondo y comencé a bombearlo vigorosamente de atrás para adelante en una cadencia animal, primitiva. "Mfmf... mfmfmf...mfmf..."
"A.ah, no pares… no pares..." Gimió Daniela con la voz entrecortada, parando el culo lo más que podía mientras arañaba las paredes en éxtasis.
Pero mi boca parecía estar en celo y violaba cada vez más rápido su delicado agujerito, aunque aún faltaba la estocada final. Entonces deslicé una mano contra su coño y comencé a acariciarlo suavemente, sintiendo su deliciosa humedad contra mi piel así como la sugerente hinchazón de sus labios, hasta que después de algunos segundos deslicé dos dedos alrededor de su clítoris y comencé a frotarlos agresivamente de atrás para adelante, estimulando el ardiente botoncito de mi víctima.
Y la reacción de Daniela fue exquisita. Su espectacular cuerpo se tensó de formas físicamente imposibles mientras gemía tiernamente una y otra vez. "Alina, p.por Dios, ahhh..."
Mi respuesta fue descarada y apreté aun más mi rostro entre aquellas poderosas nalgas que me invitaban a comérmelas, abrumada por las exquisitas sensaciones que me daba meter mi lengua en tan apretado agujero, mientras que con cada respiración el olor a sexo en el pequeño cuarto quemaba mis pulmones. "Mfmffm... mfmfm... mfmfmf..."
Hasta que de repente un brutal latigazo orgásmico impactó a Daniela y en medio de dramáticos gemidos se retorció contra la esquina del baño, temblando deliciosamente. "Oh... Alina, p.por D.dios..."
Lentamente me acomodé por debajo de ella y comencé a lamerle cariñosamente sus hinchados labios mientras sus deliciosos jugos fluían abundantemente hacia mi boca, hasta que finalmente todo acabó y nos quedamos en esta misma posición durante casi 10 minutos, en el más absoluto y sexual silencio, hasta que finalmente…
Deslicé sensualmente mi lengua por sus nalgas y espalda mientras me incorporaba detrás de ella, y al llegar a su cuello Daniela giró su cuerpo y de nuevo nos besamos con voracidad, apretándonos la una contra la otra con desesperación mientras nuestras manos se deslizaban por todos lados, hasta que después de algunos segundos logramos contenernos y nos miramos fijamente, con nuestros labios apenas tocándose.
Daniela solo sonreía con una expresión de travesura. "Esto estuvo... tremendo."
Con un gesto sensual me acerqué a su oído y dije: "¿Y quién te dijo que habías terminado?"
Daniela sólo sonrió con timidez, y sin dudar comenzó a arrodillarse lentamente frente a mí mientras abría sugestivamente la boca...
*** Media Hora Después ***
Me asomé con cuidado por la puerta del baño, asegurándome que no hubiera nadie cerca, y cuando estuve segura que no había peligro salí con prisa y unos segundos después Daniela me siguió.
Y yo estaba hecha un desastre.
Me sentía exhausta y sucia, y mi bikini estaba empapado de sudor y saliva. Y lo peor de todo era que tenía mil chupetones por todo el cuerpo y marcas de mordidas en las nalgas. Al verme así Daniela comenzó a reírse infantilmente.
"Ay, ¡Se van a dar cuenta todos!" Le dije con angustia, aunque respiré aliviada al ver a la distancia que los chicos seguían inmersos en sus juegos y nos ignoraban por completo.
"Pero Alina, te juro que mis mordidas no son tan obvias. -Respondió Daniela con una expresión traviesa. -Además, se te ven súper lindas esas marquitas rojas en las nalgas, hacen que me den ganas de seguir comiéndome ese culito toda la tarde."
"Ay, Daniela, -Le dije poniendo una cara de ansiedad- Ya no digas eso, te van a oír los chicos."
"Bueno, pero con una condición. -Respondió Daniela con un tonito de voz travieso. –Volvamos a ser “enemigas”."
"Bueno, -Dije con una sonrisita coqueta. –Enemigas de nuevo, ¿Ok?"
Daniela sólo puso una mueca simpática y antes de que pudiera contestarle salió corriendo hacia el Lago, y una vez ahí se fue nadando hacia donde estaba su grupito de amigas.
Lentamente caminé al lago y me metí en el, nadando en solitario mientras recordaba en detalle cada beso, caricia y gemido, hasta que después de un rato volví a integrarme con los chicos, y durante toda la tarde la diversión continuó en medio de juegos y actividades hasta que comenzó a anochecer.
Entonces salí del agua y les ordené a todos que tomaran sus cosas y se metieran ordenadamente al camión, lo cual hicieron no de muy buena gana, hasta que finalmente todo estuvo listo y nos pusimos en marcha hacia la ciudad. Entonces regresé a mi asiento y cerré los ojos por un segundo, sintiéndome exhausta por lo que había sucedido hoy, hasta que una voz familiar sonó junto a mi…
“Ay, ¡No es posible! –Dijo Daniela armando un gran alboroto. –Alguien puso un chicle en los asientos de atrás y voy a tener que sentarme aquí, que horror.”
Sonreí con coquetería, y apenas un segundo después sentí una mano atrevida en mi pierna, moviéndose deliciosamente de atrás para adelante en la más sensual cadencia, lo cual me puso muy tensa y casi me hace gemir ahí mismo.
Sin duda, -Pensé con una mueca traviesa. –Esto será muy interesante.
"¡Chicos! ¡Calmados, ya! ¿Están todos ya en el camión?" Les dije con mucha angustia mientras los contaba uno por uno.
"¡Si Maestra Alina!" Respondieron a coro.
"Bueno, ya, quietecitos. ¿Ok?" Les dije poniéndome "seria", y al verme así todos rápidamente regresaron a sus asientos y se controlaron un poco. Bueno, todos excepto una de las chicas, Daniela, que seguía parada al fondo del camión platicando con sus amigas.
"Daniela, ¿Podrías sentarte en tu lugar?" Le pregunté amablemente.
"Ay Alina, -Me respondió con expresión de molestia-¿Te molesta tanto que platique con mis amigas?"
Suspiré lentamente, tratando de mantener la calma. Daniela siempre se comportaba de forma hostil conmigo, ya que a sus 18 años era de esas chicas guapas y presumidas que siempre buscan ser las consentidas en todo, y quizás el hecho de que a mis 25 años yo también era muy atractiva le caía fatal a su ego, porque de alguna forma me volvía una amenaza para su “status”.
Y me parecía absurdo que Daniela tuviera tantas inseguridades porque realmente la chica era guapísima, ya que tenía una figura esbelta pero curvilínea, con su largo cabello negro enmarcando un precioso rostro con facciones aniñadas, y unos ojos verdes felinos, sumamente exóticos. Y por si fuera poco era tan exhibicionista como yo, porque desde la mañana estaba vestida sólo con un diminuto bikini negro y sandalias, mostrando descaradamente su espectacular cuerpo a todo mundo.
"No, Daniela, -Dije en un tono comprensivo. -Solo quiero que estén todos en sus lugares cuando nos pongamos en marcha. Ahora siéntate, ¿Ok?"
"Ya, pues, ¡Está bien! Me sentaré." Refunfuñó como niña caprichosa y regresó a su lugar de muy mala gana.
Pero desgraciadamente eso puso tensión en el ambiente y los chicos estaban ahora muy serios, por lo que traté de aligerar las cosas y con una sonrisita coqueta les dije: " ¿Vamos al Lago entonces?"
"¡¡Siiiiii…!!" Gritaron todos en el más absoluto desorden, y en ese momento el viejo autobús escolar aceleró y nos pusimos en marcha. Rápidamente regresé a mi lugar y me eché aire con las manos, sonriendo por el alboroto mientras cruzaba las piernas. "Uff, ¡Que día me espera!"
Y no lo decía por el incidente con Daniela sino por experiencia, ya que estas visitas al lago siempre habían sido súper complicadas: Hay que estar constantemente checando que estén todos bien, que nadie se ahogue, que nadie se pierda… En fin, mil cosas que impiden disfrutar el paseo.
Bueno, quizás no sea tan malo, pensé mientras jugaba con mi largo cabello negro. Igual y en esta ocasión me puedo divertir.
De repente noté que los chicos sentados al otro lado del pasillo me miraban las piernas sin mucha discreción, murmurando cosas entre ellos con cierta actitud de travesura. Y ante eso no pude evitar morderme los labios con coquetería mientras un delicioso calorcito exhibicionista recorría mi piel, ya que efectivamente venía vestida de forma algo atrevida para la excursión, con unos micro shorcitos café que se apretaban indecentemente a mi cuerpo y una blusita ajustada blanca con un corazón al frente, la cual enmarcaba deliciosamente mi delicada cinturita y firmes pechos.
Cerré los ojos y me sonrojé visiblemente, ya que de tan solo fantasear en lo que sería besar sus bocas, lamer su cuerpo, sentir sus indecentes caricias… Pero de repente mi sentido del deber volvió a activarse, y con actitud de reproche pensé: No, Alina. ¡No! Hoy no debo de pensar en sexo, hoy mis cinco sentidos deben estar puestos en cuidar a los chicos.
Pero era más fácil pensarlo que hacerlo, así que para distraerme me asomé por la ventana mientras el camión seguía avanzando lentamente por la ciudad, hasta que después de algunos minutos llegamos a las afueras y el paisaje cambió drásticamente, y del frio y pesado tráfico pasamos a los preciosos bosques y simpáticas vacas.
"Qué bonito..." Me dije mientras admiraba el paisaje, sintiendo el viento en mi rostro agitando mi cabello, hasta que después de algunos minutos el viejo autobús aminoró la velocidad y se metió en un pequeño caminito rural junto a la carretera, y debido al mal estado del mismo comenzó a zarandearse de lado a lado mientras la ansiedad de los chicos iba en aumento, hasta que al cabo de unos minutos nadie estaba sentado en su lugar y todos esperaba con ansias el momento en que la puerta se abriera para salir corriendo como locos.
"Chicos… -Dije levantándome de mi lugar para dar instrucciones- Al llegar quiero que salgan todos con calma, ¿Ok?"
Pero era inútil, el relajo en el camión seguía aumentando y nadie me hizo caso, y así seguimos avanzando por el caminito hasta que de repente atravesamos una línea de arboles y finalmente pude ver nuestro destino: Un inmenso lago cristalino rodeado por densos bosques y con una preciosa cabañita rústica en la orilla.
Y en el momento en que el camión se estacionó detrás de la cabaña y se abrieron las puertas, una avalancha de chicos salió corriendo a mi lado y casi me despedaza, y tuve que sujetarme al tubo para no caerme.
"¡Están locos!" Dije con una risita mientras salía caminando tras ellos, muy divertida al ver como todo mundo corría hacia el lago y se tiraba con todo y ropa a él, pero cuando llegué a la orilla apenas si pude contener las ganas de tirarme también sin importarme nada, aunque varios chicos me suplicaban alegremente que me les uniese. "Maestra Alina, métase al agua…" "Si, Maestra, métase…" "Venga, vamos…"
"Si, ya voy." Les respondí con un guiño, y entonces arqueé la espalda y con un movimiento sensual me quité la blusita blanca, y acto seguido deslicé mis dedos por los costados de mis shorcitos café y los bajé por mis piernas, quedándome en un es-pec-ta-cu-lar bikini azul celeste que resaltaba deliciosamente mi firme y curvilíneo cuerpo.
Y se hizo un silencio absoluto.
Los chicos no se movían ni un milímetro y TODOS tenían los ojos clavados en mi, recorriéndome lujuriosamente con la mirada de pies a cabeza, incapaces de reaccionar. Y sus comentarios, aunque en voz baja, eran deliciosamente atrevidos: "¡Wow!" "¡No friegues, que cuerpazo!" "¡Ve esas piernas!"
Puse una expresión simpática al verlos así, y entonces me metí al agua y nadé hasta donde estaba un grupito. "Hola, ¿Están jugando a algo?"
Los chicos se miraron con nervios entre ellos al tenerme tan cerca. "Eh… maestra, es que… estamos organizando unas luchas en el agua.
"Ah, suena divertido. ¿Y cómo es eso?"
"Bueno, pues consiste en que cargamos en los hombros a dos chicas, y la que logre tirar a la otra al agua gana."
"¿Puedo jugar también?" Pregunté inocentemente.
"¡Si! –Gritaron todos de forma obvia- P.perdón, maestra, sí, claro, si usted gusta."
"Pues sí quiero." Respondí con una mueca coqueta. "¿Y cómo va a ser esto?"
En ese momento uno de los chicos, un fortachón llamado Pedro, se sumergió rápidamente mientras que Karla, una chica rubia y flaquita, se subía con agilidad a sus hombros. Entonces Pedro la sujetó firmemente de las piernas y la levantó poco a poco sobre el nivel del agua, listos para la batalla.
"Oh." Dije mordiéndome los labios, intimidada. "¿Y yo en quien me voy a subir?"
Y no pude evitar reírme un poquito al ver que mi comentario causó un pequeño relajo entre los chicos, ya que todos se ofrecieron de voluntarios y comenzaron a discutir entre ellos, hasta que finalmente la elección la ganó "El Brutus", un chico muy alto y fuerte que jugaba en el equipo de futbol americano de la escuela. Y claro, ganó esa elección intimidando a los demás rivales, lo cual confieso que me prendió un poquito.
"Venga Maestra Alina, súbase a mis hombros." Me dijo el Brutus con un gesto amistoso, sumergiéndose frente a mí.
"S...si..." Respondí con apuros mientras rápidamente me subía en sus hombros y mis piernas se apretaban alrededor de su cuello, lo que ocasionó un murmullo colectivo. De repente sus poderosas manos agarraron mis piernas y el Brutus se levantó de golpe, y tuve que aferrarme con fuerzas a su cabeza para no caerme.
"A.ay…" Dije mientras trataba de mantener el equilibrio, pero entonces me di cuenta de algo...
Al estar así, sentada en los hombros de un chico y con el cuerpo inclinado hacia delante, mi espalda adoptó una curvatura muy sugerente, la cual delineó deliciosamente mis firmes nalgas a la vista de todos. Y claro, los murmullos picantes a mí alrededor no se hicieron esperar.
"Ufff…" Suspiré con ansiedad, pero ya era tarde para hacer algo. Me vería muy obvia si intentara cubrirme en estos momentos, y francamente ser el objeto de las miradas nunca me había parecido nada mal.
"Maestra Alina... ¿Esta lista?" Preguntó el Brutus, regresándome a la realidad.
"Si." Contesté con un gesto simpático. "¡Estoy lista!"
Y la batalla comenzó…
La chica se acercó rápidamente a mí y con unos manotazos trató de sujetarme de los hombros, pero con agilidad contuve sus ataques y de un brusco empujón la tiré contundentemente al agua. ¡Splash!
"¡Wow!" Dije súper emocionada, sintiendo una poderosa descarga de adrenalina mientras los chicos coreaban mi nombre. "¡Alina…Alina…Alina!"
Pero no pude festejar mucho, ya que casi inmediatamente una segunda retadora se subió en los hombros de Pedro para darme batalla, aunque rápidamente descubrí que tenía un talento natural para esto, y en menos de 10 segundos la tiré al agua. ¡Splash!
"¡Uff, esto esta genial!" Dije con una sonrisita desafiante, pero había algo que me estaba alterando muchísimo, ya que la nuca del Brutus, rasposa y tosca, se frotaba contra la delicada telita de mi bikini con cada movimiento, lo que casi me arrancaba un par de gemidos. Y los efectos en el resto de mi cuerpo eran evidentes, ya que mis pezones se habían puesto muy firmes y se marcaban descaradamente. "Oh Dios. ¿Se habrán dado cuenta?"
Pero la respuesta era obvia: Los chicos estaban embobados viéndome, casi comiéndome con la mirada, y sus comentarios a mi alrededor eran cada vez más candentes: "Por Dios, que culo..." "Ve esas piernas..." "Mira como se arquea..." "Esta bien guapa…"
Pero todo lo bueno tiene que acabar, y en ese momento vi a la siguiente retadora...
Daniela.
Y me puse muy nerviosa, ya que ella era una rival que por físico sin duda me podría poner en problemas. Y lo peor era que la chica me odiaba, y en estos momentos me estaba mirando con una intensidad tremenda, como si quisiera matarme ahí mismo.
"Hagan sus apuestas, -Gritó un chico mientras se armaba un barullo tremendo a nuestro alrededor, ya que al parecer esta sería la pelea del siglo. -¡La Maestra Alina contra Daniela!"
"¿Tiene miedo, Maestrita?" Dijo Daniela con sarcasmo mientras se subía sensualmente sobre los hombros de Pedro.
"¿Miedo? –Le respondí con una sonrisita arrogante. -Solo de lastimarte."
Y el combate comenzó...
Con mucho cuidado nos fuimos acercando una a la otra, hasta que en un instante nuestras manos se trabaron y nos jaloneamos con agresividad, luchando desesperadamente por tirarnos pero sin que ninguna lograra imponerse a la otra.
"Ay…" Gemí tiernamente por el esfuerzo.
"¿Ya te cansaste, Alina?" Preguntó Daniela con una risita malvada.
"No." Respondí mordiéndome los labios. "No... para nada, estoy súper bien."
"¿Ah sí?" Daniela puso una mueca agresiva a la vez que me empujaba hacia la derecha con fuerza, casi logrando tirarme, pero afortunadamente logré sujetarme de la cabeza de Brutus y recuperé el equilibrio.
"No creas que caeré tan fácilmente." Le respondí rápidamente, y ahora fue mi turno para empujarla y casi hacerla caer.
"Ahh… Lo reconozco, -Dijo Daniela con apuros. -No me esperaba tanta resistencia."
"… Y más te sorprenderás al caer al agua." Respondí desafiante mientras seguíamos forcejeando encarnizadamente, sin que ninguna cediera ni un centímetro, pero a pesar de mis esfuerzos el combate estaba muy nivelado, y en ese momento nos dimos cuenta que el momento de la verdad se acercaba, ya que ambas estábamos respirando con agitación, al límite de nuestra resistencia.
En ese momento Daniela cometió un error.
Se distrajo apenas un segundo pero eso me bastó, porque con un movimiento agresivo la jalé hacia mí y antes de que pudiera reaccionar la obligué a darme la espalda mientras yo rodeaba su cuello con mi brazo y con el otro le sujetaba un brazo en la espalda.
"¿Te rindes, Daniela?" Le dije al oído.
"¡S.suelteme, Maestra, m.me esta lastimando!" Se quejó Daniela tratando de zafarse, pero entonces le apreté dolorosamente el brazo y con impotencia se quedó quieta, al borde de las lágrimas. "M.me rindo."
"Gracias." Le dije con una sonrisita arrogante, y entonces la empujé bruscamente hacia un costado y cayó torpemente al agua. ¡Splash…!
Inmediatamente los chicos comenzaron a gritar en un relajo tremendo, fascinados con la exhibición que acababan de ver, y de nuevo los comentarios picantes estaban en todas partes: "¡¿Viste eso?!" "¡Como la sujetó...!" "Se veía buenísima apretando a Daniela..."
Pero yo estaba exhausta, así que le di una palmadita en la cabeza a Brutus y le dije: "Bájame por favor, voy a tomar algo de agua a la cabaña y descansar un ratito."
Brutus obedeció muy a su pesar, y las caras de desilusión de los chicos fue evidente: "Vamos, Maestra Alina, una pelea más…" "Ándele...” "Por favor...”
"Denme unos minutos, chicos. -Les dije con expresión de agotamiento. -Me repongo y vuelvo, ¿Va?"
Rápidamente nadé hacia la orilla y me dirigí a la cabañita, y una vez ahí saqué una botella de agua fría de la hielera y le di un par de tragos mientras veía de reojo que los chicos continuaban con sus luchitas en el agua, muy divertidos. De repente oí una voz familiar a mi espalda: "Que exhibición, Maestra Alina. –Dijo Daniela con rencor.- ¿No cree que jugar así con sus alumnos es perjudicial para la escuela?"
Volteé a verla y le respondí con actitud desafiante: "No, para nada. La interacción con los alumnos nunca puede ser mala, aunque algunos NO sepan perder.”
Daniela puso una expresión sarcástica y dijo: "¿Eso incluye lastimarlos? Aún me duele el brazo."
"Bueno, tu tampoco fuiste muy delicada, Daniela. –Le respondí con firmeza. -De hecho tengo varios moretones en el brazo por tus agarrones. Y francamente ya me tiene harta tu actitud de víctima, así que mejor terminamos esta conversación AHORA."
Y justo cuando me estaba dando la vuelta para irme…
Daniela me agarró agresivamente de la muñeca y se acercó a mí, pero con una actitud completamente diferente: "N.no, por favor, Maestra, perdóneme, no quería hacerla enojar."
Me quedé impactada por su cambio de actitud.
"Bueno… está bien, pero suéltame."
"Maestra Alina, por favor, -Daniela puso una cara de total inocencia. -No se moleste conmigo. Es que tengo algo que decirle, pero no puede ser aquí. ¿Podríamos ir al baño de la cabaña para tener privacidad?"
"¿Al baño?"
"Por favor, Maestra."
Me mordí los labios sin saber qué hacer, pero mi curiosidad crecía a pasos agigantados, así que decidí seguirle la corriente para ver de qué se trataba esto. "Bueno, vamos, pero que sea rápido, ¿Ok?"
"Si, se lo juro."
Rápidamente fuimos hasta el cuartito del baño, pero apenas abrí la puerta vi un problema: El lugar era realmente muy pequeño. Apenas si cabrían una o dos personas ahí paradas. Y por si fuera poco parecía un infierno ahí dentro. "Daniela... ¿Estás segura que quieres platicar aquí?"
"Si, Maestra, lo siento, es que no hay otro lugar. -Contestó con ansiedad mientras se aseguraba que no hubiera nadie cerca. -Solo aquí podré decirle algo."
"Bueno..." Respondí con algo de inquietud y me metí al reducido cuarto, seguida muy de cerca por Daniela, que con mucha prisa cerró la puerta y puso el seguro, dejándonos encerradas y casi a oscuras. Y efectivamente, adentro el calor era insoportable, y sin poder evitarlo comencé a sudar muchísimo. Miré fijamente a Daniela y le dije: "Ya estamos aquí, así que dime."
De repente Daniela me aprisionó contra la esquina y sin darme tiempo a reaccionar su boca encontró la mía y comenzó a besarme apasionadamente, gimiendo con ternura mientras sus manos me apretaban indecentemente las nalgas.
"Mf.f... D.daniela, ¿Q.que...?" Protesté débilmente.
"N.no digas nada..." Me respondió con un suspiro, y de nuevo sus labios se apretaron contra los míos y me silenciaron con voracidad, a la vez que colocaba una de sus piernas entre las mías con un gesto dominante.
Y la sensación era exquisita.
La boca de Daniela, húmeda y ansiosa, se movía agresivamente contra la mía en un tango primitivo, y yo respondía de la misma manera, gimiendo suavemente mientras deslizaba mis manos por su espalda y la apretaba contra mí, sintiendo como ese cuerpo firme y caliente se retorcía entre mis brazos pidiendo más.
"Alina, te deseo tanto... -Dijo Daniela mientras deslizaba sus dedos en mi cabello y lamia el sudor de mi cuello. -Desde hace un año solo puedo pensar en ti, en tu cuerpo, en la forma en que te vistes, en tu olor..."
"D.daniela, yo..." Intenté responder con apuros, buscando su boca con desesperación.
"P.por favor, -Gimió tiernamente en mi oído. -Ordéname que me arrodille frente a ti."
"Y.yo..."
"Por favor, por favor, por favor..."
Con un gesto indecente deslicé mis dedos por su cabello y la obligué a mirarme, y entonces le dije suavemente: "Arrodíllate."
Y su respuesta fue inmediata. En un segundo Daniela se arrodilló frente a mí y apretó agresivamente su boca contra la delicada telita de mi bikini, succionando y lamiendo con desesperación mi sexo como si su vida dependiera de eso, a la vez que sus manos apretaban vigorosamente mis nalgas y me jalaban contra ella.
"¡Ahh! Daniela… oh…D.dios." Dije recargándome contra la esquina, gimiendo descaradamente mientras los empujones violentos que la cara de mi alumna daba contra mi cuerpo casi me levantaban del suelo.
Pero esto apenas comenzaba, y de repente Daniela agarró mi bikini por los costados y de un tirón lo bajó hasta mis rodillas, dejando mi sexo completamente expuesto: Un delicado triangulito negro brillando deliciosamente por la humedad. Y en un segundo su precioso rostro se hundió agresivamente entre mis vellos a la vez que me metía la lengua hasta el fondo, devorando el exquisito jugo que salía entre mis piernas. "Mfmf... fmfmf... mfmf..."
"¡Ah! Daniela." Gemí mientras apretaba con mis manos la cabeza de mi alumna.
Pero Daniela era una autentica maquina de mamar, cumpliendo su sexual labor sin detenerse ni un segundo mientras sus poderosos resoplidos entre mis piernas me hacían caer en una especie de trance hipnótico, en el cual yo me calentaba cada vez más, hasta que después de casi 15 minutos...
Un brutal orgasmo sacudió mi cuerpo, y solo pude sujetarme con apuros del lavabo mientras luchaba por no desmayarme, gimiendo desvergonzadamente. "AAAhhhh... oh D.dios, oh Dios... D.dani."
Y en respuesta Daniela apretó aun más su boca contra mi coño mientras devoraba cada jugo que mi cuerpo le daba, mirándome desde abajo con sus espectaculares ojos verdes, hasta que finalmente todo terminó y entonces fue lamiendo su ascenso por mi cuerpo hasta llegar a mi boca, la cual besó apasionadamente, hasta que después de algunos segundos…
"Oh Dios." Me dije entre jadeos mientras deslizaba mis manos por mi rostro para limpiarme el sudor, temblando aún por lo que acababa de suceder.
"De-li-cio-so." Respondió Daniela con un gesto coqueto mientras se apretaba nuevamente contra mi cuerpo y deslizaba sus manos por mi espalda, respirándome en el oído. Pero verla así activó algo en mi interior, y de repente me puse en su espalda y la empujé agresivamente contra la esquina, agarrándole el brazo en la espalda.
"Ay, ¡Alina!" Se quejó Daniela por mis brusquedades, pero justo entonces comencé a lamer apasionadamente su cuello, deslizando mi suave lengua por el sudor de su piel mientras bajaba lentamente por su espalda, hasta que llegué a la deliciosa hendidura entre sus nalgas y con un movimiento firme le bajé el bikini negro hasta las rodillas, ordenándole: "Arquéate."
Daniela estaba muy sorprendida, pero sin dudar me obedeció y en un segundo su espectacular espalda estaba completamente arqueada hacia mí, resaltando su perfecto y firme culo al mismo tiempo que sus largas y torneadas piernas se mostraban orgullosas, perfectamente alineadas.
Y no pude controlarme más. Con un gesto agresivo le apreté las nalgas y hundí mi rostro entre ellas, buscando con desesperación su pequeño y vulnerable ano para profanarlo desvergonzadamente, y cuando lo encontré no tuve piedad: Mi lengua se abrió paso hasta el fondo y comencé a bombearlo vigorosamente de atrás para adelante en una cadencia animal, primitiva. "Mfmf... mfmfmf...mfmf..."
"A.ah, no pares… no pares..." Gimió Daniela con la voz entrecortada, parando el culo lo más que podía mientras arañaba las paredes en éxtasis.
Pero mi boca parecía estar en celo y violaba cada vez más rápido su delicado agujerito, aunque aún faltaba la estocada final. Entonces deslicé una mano contra su coño y comencé a acariciarlo suavemente, sintiendo su deliciosa humedad contra mi piel así como la sugerente hinchazón de sus labios, hasta que después de algunos segundos deslicé dos dedos alrededor de su clítoris y comencé a frotarlos agresivamente de atrás para adelante, estimulando el ardiente botoncito de mi víctima.
Y la reacción de Daniela fue exquisita. Su espectacular cuerpo se tensó de formas físicamente imposibles mientras gemía tiernamente una y otra vez. "Alina, p.por Dios, ahhh..."
Mi respuesta fue descarada y apreté aun más mi rostro entre aquellas poderosas nalgas que me invitaban a comérmelas, abrumada por las exquisitas sensaciones que me daba meter mi lengua en tan apretado agujero, mientras que con cada respiración el olor a sexo en el pequeño cuarto quemaba mis pulmones. "Mfmffm... mfmfm... mfmfmf..."
Hasta que de repente un brutal latigazo orgásmico impactó a Daniela y en medio de dramáticos gemidos se retorció contra la esquina del baño, temblando deliciosamente. "Oh... Alina, p.por D.dios..."
Lentamente me acomodé por debajo de ella y comencé a lamerle cariñosamente sus hinchados labios mientras sus deliciosos jugos fluían abundantemente hacia mi boca, hasta que finalmente todo acabó y nos quedamos en esta misma posición durante casi 10 minutos, en el más absoluto y sexual silencio, hasta que finalmente…
Deslicé sensualmente mi lengua por sus nalgas y espalda mientras me incorporaba detrás de ella, y al llegar a su cuello Daniela giró su cuerpo y de nuevo nos besamos con voracidad, apretándonos la una contra la otra con desesperación mientras nuestras manos se deslizaban por todos lados, hasta que después de algunos segundos logramos contenernos y nos miramos fijamente, con nuestros labios apenas tocándose.
Daniela solo sonreía con una expresión de travesura. "Esto estuvo... tremendo."
Con un gesto sensual me acerqué a su oído y dije: "¿Y quién te dijo que habías terminado?"
Daniela sólo sonrió con timidez, y sin dudar comenzó a arrodillarse lentamente frente a mí mientras abría sugestivamente la boca...
*** Media Hora Después ***
Me asomé con cuidado por la puerta del baño, asegurándome que no hubiera nadie cerca, y cuando estuve segura que no había peligro salí con prisa y unos segundos después Daniela me siguió.
Y yo estaba hecha un desastre.
Me sentía exhausta y sucia, y mi bikini estaba empapado de sudor y saliva. Y lo peor de todo era que tenía mil chupetones por todo el cuerpo y marcas de mordidas en las nalgas. Al verme así Daniela comenzó a reírse infantilmente.
"Ay, ¡Se van a dar cuenta todos!" Le dije con angustia, aunque respiré aliviada al ver a la distancia que los chicos seguían inmersos en sus juegos y nos ignoraban por completo.
"Pero Alina, te juro que mis mordidas no son tan obvias. -Respondió Daniela con una expresión traviesa. -Además, se te ven súper lindas esas marquitas rojas en las nalgas, hacen que me den ganas de seguir comiéndome ese culito toda la tarde."
"Ay, Daniela, -Le dije poniendo una cara de ansiedad- Ya no digas eso, te van a oír los chicos."
"Bueno, pero con una condición. -Respondió Daniela con un tonito de voz travieso. –Volvamos a ser “enemigas”."
"Bueno, -Dije con una sonrisita coqueta. –Enemigas de nuevo, ¿Ok?"
Daniela sólo puso una mueca simpática y antes de que pudiera contestarle salió corriendo hacia el Lago, y una vez ahí se fue nadando hacia donde estaba su grupito de amigas.
Lentamente caminé al lago y me metí en el, nadando en solitario mientras recordaba en detalle cada beso, caricia y gemido, hasta que después de un rato volví a integrarme con los chicos, y durante toda la tarde la diversión continuó en medio de juegos y actividades hasta que comenzó a anochecer.
Entonces salí del agua y les ordené a todos que tomaran sus cosas y se metieran ordenadamente al camión, lo cual hicieron no de muy buena gana, hasta que finalmente todo estuvo listo y nos pusimos en marcha hacia la ciudad. Entonces regresé a mi asiento y cerré los ojos por un segundo, sintiéndome exhausta por lo que había sucedido hoy, hasta que una voz familiar sonó junto a mi…
“Ay, ¡No es posible! –Dijo Daniela armando un gran alboroto. –Alguien puso un chicle en los asientos de atrás y voy a tener que sentarme aquí, que horror.”
Sonreí con coquetería, y apenas un segundo después sentí una mano atrevida en mi pierna, moviéndose deliciosamente de atrás para adelante en la más sensual cadencia, lo cual me puso muy tensa y casi me hace gemir ahí mismo.
Sin duda, -Pensé con una mueca traviesa. –Esto será muy interesante.
16 comentarios - Daniela, mi alumna rebelde. (Relato lesbico :) )
Te invito a leer alguno de los mios.
Besitos.
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