El la penetraba con desesperación, mordisqueaba y lamia sus pezones alternadamente en un ida y vuelta lujurioso, tenia las manos grandes y pulcras, todas las semanas Susy se las arreglaba en la peluquería del barrio, siempre pensó que era de poca monta, ordinaria, mediocre bah, pero su tiempo era escaso y era lo que mas a mano tenia, odiaba a los clientes del lugar, especialmente a las mujeres que le agregaban un articulo a cada sujeto en las frases que pronunciaban con voz de loras en celo, - la Claudia quedó embarazada -; - el Alberto la faja a la Cristina - etc., siempre excavando en las miserias ajenas.
Ella tenía la mirada clara y apacible en un punto fijo, no decía nada, no era de hablar mucho y menos en tal circunstancia.
El se esmeraba en el acto, recorrió por entero cada centímetro de piel a besos y caricias, la saliva tibia se mezclaba con el perfume de Avon barato de ella, no era desagradable pero demasiado dulzón para su tonalidad de cutis, pensó: esos detalles una mujer los tiene que cuidar, toda mujer que quiera ser tomada y apreciada como una dama debería conocer el exquisito arte de combinar la ropa, el perfume y el modo de expresarse; así los sentidos del hombre son estimulados hacia el amor y no al simple coito animal.
Sin duda era un perfeccionista y sin duda la amaba, desde el primer momento que la vio ese 23 de noviembre a las 15:35 con el jersey azul y la pollerita gris del uniforme del San Antonio de Padua, un colegio privado en franco declive que pregonaba un abrazo incorruptible a los valores morales y virtuosismo de la vida en la palabra del Señor, pero que en su haber contaba con graves escándalos y "faltas ortográficas" a dicha palabra. Se veía preciosa, joven e inocente, con ella la idea falsa de inmortalidad que tienen los adolescentes parecía una epifanía, volvía de dar química de 5º y se cruzaron cuando el se iba al consultorio, se le hacia tarde y por eso el momento fue un instante de milenios, un siglo de segundos.
Ahí estaban ahora, después de seis meses, el haciéndole el amor apasionadamente, deseando escuchar un "yo también" como respuesta a cada te amo que el dejaba escapar entre jadeo y jadeo, quería oír su voz de llamador de ángeles decirle "haceme tuya". Pero era inútil, ella no pronunciaba una palabra, estaba tan callada como una noche de soledad. -¡Miráme!- le gritó al oído mientras eyaculaba en su interior, ella ni se inmutó. El se desesperó y la cacheteó mientras se le desprendían lágrimas que caían como suicidas en el rostro pálido de la joven. Se calmó y acariciándola con franco arrepentimiento le pidió perdón en un susurro, se incorporó y se retiro de encima de ella, iba camino al baño a darse una ducha rápida porque nuevamente se le hacia tarde para el consultorio, era increíble como pasaba el tiempo cuando estaban juntos, hacían dos horas que estaban en la cama y parecían diez minutos, iba a ducharse cuando pensó: ya no tiene gracia esto de la necrofilia.
Fer 🙎♂️
Ella tenía la mirada clara y apacible en un punto fijo, no decía nada, no era de hablar mucho y menos en tal circunstancia.
El se esmeraba en el acto, recorrió por entero cada centímetro de piel a besos y caricias, la saliva tibia se mezclaba con el perfume de Avon barato de ella, no era desagradable pero demasiado dulzón para su tonalidad de cutis, pensó: esos detalles una mujer los tiene que cuidar, toda mujer que quiera ser tomada y apreciada como una dama debería conocer el exquisito arte de combinar la ropa, el perfume y el modo de expresarse; así los sentidos del hombre son estimulados hacia el amor y no al simple coito animal.
Sin duda era un perfeccionista y sin duda la amaba, desde el primer momento que la vio ese 23 de noviembre a las 15:35 con el jersey azul y la pollerita gris del uniforme del San Antonio de Padua, un colegio privado en franco declive que pregonaba un abrazo incorruptible a los valores morales y virtuosismo de la vida en la palabra del Señor, pero que en su haber contaba con graves escándalos y "faltas ortográficas" a dicha palabra. Se veía preciosa, joven e inocente, con ella la idea falsa de inmortalidad que tienen los adolescentes parecía una epifanía, volvía de dar química de 5º y se cruzaron cuando el se iba al consultorio, se le hacia tarde y por eso el momento fue un instante de milenios, un siglo de segundos.
Ahí estaban ahora, después de seis meses, el haciéndole el amor apasionadamente, deseando escuchar un "yo también" como respuesta a cada te amo que el dejaba escapar entre jadeo y jadeo, quería oír su voz de llamador de ángeles decirle "haceme tuya". Pero era inútil, ella no pronunciaba una palabra, estaba tan callada como una noche de soledad. -¡Miráme!- le gritó al oído mientras eyaculaba en su interior, ella ni se inmutó. El se desesperó y la cacheteó mientras se le desprendían lágrimas que caían como suicidas en el rostro pálido de la joven. Se calmó y acariciándola con franco arrepentimiento le pidió perdón en un susurro, se incorporó y se retiro de encima de ella, iba camino al baño a darse una ducha rápida porque nuevamente se le hacia tarde para el consultorio, era increíble como pasaba el tiempo cuando estaban juntos, hacían dos horas que estaban en la cama y parecían diez minutos, iba a ducharse cuando pensó: ya no tiene gracia esto de la necrofilia.
Fer 🙎♂️
4 comentarios - De señores y jerseys azules (cuento erótico)
algo distinto para variar, muy bueno...
🙎♂️ 🙎♂️
saludos
Me gusta leerte Ferny 😉 + 5 bb