Poringueras y Poringueros aca les traigo mas aventuras de la Doc..
Soy Marcela nuevamente, les escribo una vez mas porque para mi es un placer saber que ustedes leen mis historias. Yo sigo igual, con mis anteojos, mi pelo rubio y lacio que siempre lo llevo recogido y con una culazo cada vez en aumento, a pesar que me interno durante horas en el gym.
De nuevo Marcela, la doc frente a su notebook a punto de contarles una aventura que viví en casa de mis suegros.
Es tradición en la familia de mi marido que todos se reúnan para el cumpleaños de mi suegra Anita que es una divina, con ella me llevo de diez, para ella soy “la nena” y no quiero olvidarme de Roberto, mi suegro.
Viajamos mas de seiscientos kilómetros, no dábamos más y el auto tampoco, hasta que al fin llegamos, fuimos los últimos, ya estaba la familia entera.
Comimos un buen asado, la pasamos súper bien, solo que mis pequeños sobrinos corrían de un lado a otro, como se había multiplicado la familia!! Tras la sobremesa nos fuimos a la habitación y oh sorpresa… mi marido me cojio como nunca, seguramente se excito al ver como sus dos cuñados y su hermano me miraban sin disimulo, es que yo tenia puesto un capri de Jean súper ajustado y mi traste cada vez va en aumento, créanme, no tengo un gramo de panza, pero si un cacho de culo, digamos que le estoy encontrando sabor a esto de que los tipos se calientan mirándome la cola y me gusta provocar; hasta mi cuñada Marisa me dijo, “hija de puta, no podes tener ese orto”.
Luego del polvo furioso con mi maridito me levante y no había nadie en la casa, baje las escaleras y me dirigí a la cocina.
Abrí la heladera y empecé a husmear algo inclinada, cuando siento una presencia detrás de mí, era Patricio, el hermano de mi marido, un chico de 20 años. “Hola Marcela, te acordas de mi, soy Patricio”, yo lo mire por sobre mi hombro y note que el púber tenia tremenda erección. Digamos que su cuñada también era medio trola, estaba descalza, con la camisa de mi marido puesta y debajo solo mi tanga blanca que use durante todo el viaje y en esa postura dejaba asomar la mitad de mis cachetes al aire.
Nos sentamos a charlar un buen rato, era un pibe muy inteligente y se expresaba muy bien, claro que de vez en cuando se manoteaba disimuladamente el bulto y yo me hacia la boluda, acomodaba mis anteojos y cruzaba las gambas. Patricio no me sacaba los ojos de encima. Entonces le dije que me iba a bañar, que estaba re cansada x el viaje. Me levante y el muy atrevido me dijo “que afortunado es mi hermano por tener una mujer tan hermosa como vos”. A lo que respondí con un gracias y un beso en la mejilla.
Me di una merecida ducha y quiero decirles que tengo la mala costumbre de dejar mi ropa sucia en el bidet, lo hago siempre en casa pero esta vez no estaba en casa. Salí del baño y me dirigí a mi habitación para recostarme muy abrazada a mi agotado marido, dormí un rato largo y cuando desperté me acorde que mi ropa interior la deje en el baño.
Casualidad fue que al buscarla desapareció. No había nadie en la casa, éramos mi marido, el pibe y yo. Por lógica fue Patricio quien se la quedo.
Entre a su habitación ofuscada: “¿Vos me robaste la tanga que deje en baño?” le dije furiosa, el respondió “Si, te la robe yo, es que me gustas mucho y quería sentir tu olor, estoy enamorado de vos Marcela”. Ciertamente me sentí alagada, cambie rápidamente la expresión de mi rostro por lo que le dije “Esta bien, devolvemela mañana, pero que no este manchada.”
Me invadió una calentura al imaginar que el pendejo se estaba haciendo mil pajas oliendo mi bombachita Caro Cuore blanca. Me calenté mal, tanto que esa noche lo deje exhausto a mi pobre maridito, fue una noche de sexo salvaje en casa de mis suegros.
Al otro día yo seguía caliente, el nene en cuestión entro a la cocina cuando me preparaba un café, mi marido llevo el auto al taller, mis suegros fueron al súper y los demás no se adonde.
Se pego a mi cuerpo y me empezó a extorsionar, si yo quería recuperar la tanga iba a tener que hacer todo lo que el me pida.
Me ensarto terrible mano en la cola, me estrujaba las nalgas sin reparo por sobre mi vestidito con flores estampadas. Mientras recorría el contorno de mi vedetina color rosa me metió un par de dedos justo ahí, yo cerré mis ojos y me aferre a la mesada, saco sus dedos llevándolos a mi boca, me miro y me dijo:
“Marceluchi, Vamos a mi cama”, y yo asentí con mi cabeza.
Subimos las escaleras y en ese momento pensaba como iba a ser todo, obvio que lo que estaba por hacer estaba mal pero debía recuperar la ropa interior que me regalo mi esposo para nuestro aniversario de bodas. “Si queres tu tanga me vas a tener que hacer un streeptease Marce”. Y asi fue, puso música y empecé a bailar muy sexy quitándome la ropa de a poco, solo quede con mis anteojos puestos. “Ya esta, dame lo mío Patricio”. El pendejo tirado en la cama con su pija totalmente parada, demás esta decir tenía una cabezota súper colorada, me dijo desafiante “Ahora quiero que me la chupes, ¿no pensas dejarme asi?” Y bueno, una no es de fierro y arrodillada empecé a comérsela. Era una pija tipo banana, algo arqueada, eso si gruesa y venosa. Cuando me empecé a entusiasmar sentí su mano posarse en mi traste, “Ahora me vas a entregar ese hermoso culo”, subí a su cama de plaza y media, apoye mis codos en el colchón y le regale un primerísimo plano de mi terrible culazo. Me la metió de una, digno hermano de su hermano, puro. Pero que cojida me estaba dando, me penetro hasta el fondo. Yo extasiada le decía “mas fuerte” “mas fuerte”, “mmm… como me gusta… rompeme el culo”, entre tantas cosas. Mis gemidos habrán retumbado por toda la casa, igual poco me importo ya que estábamos los dos solos. Patricio me cojia tanto que sus huevos golpeaban contra mis cachas, y lo mejor que tenia mucho aguante el pendejo, y sobre todo experiencia para sus 20 añitos.
Hizo lo que quiso con mi culo, me la metía y sacaba dejando mi agujero rojo muy abierto, como en las películas porno. Yo me dejaba hacer. Hasta que en un mete y saca no aguanto mas y descargo su potente verga sobre mis nalgas, Diosss mío... que leche me largo ese pibe, me enchastro la cola con una avalancha de semen y hasta algunas gotas salpicaron mi pelo rubio.
¿Ahora si me vas a dar mi tanga? “Si, esta ahí en el cajón de la mesa de luz” me dijo rendido. La tome, junte mi ropa esparcida por el suelo, le metí un beso de agradecimiento y me fui directo a darme una ducha.
Al día siguiente llego el momento de la despedida, mientras mi esposo alistaba el auto yo armaba los bolsos, el se metió en mi habitación y me comió la boca de un beso. “Te amo, sos la mujer de mi vida”. Lo que me faltaba, el pendejo se enamoró. Entonces saque la tanga blanca de la extorsión guardada dentro de mi bolso y se la di “para que me recuerde”. Total mi marido que se iba a acordar. De mi aventura con Patricio el ni enterado, como siempre.
9 comentarios - Marce doc.. Por culpa de una tanga
ta weno, saludos :D:D
SIGUE ASI...
😉 😉 😉 😉