Esta historia sucedió hace dos años en el instituto en el que estudiaba…
Mi nombre es Luis y el nombre de la chica en cuestión es Mellisa, los dos cursábamos el segundo ciclo de nuestra universidad , debo decir que Mellisa es muy apetecible a los ojos, aunque es bajita y tiene los pechos pequeños (son naranjas no melones) su culo es extraordinario y la manera como lo mueve al caminar es una invitación más a servirse de ese culito que ella posee.
En cierta ocasión, nos mandaron a realizar un trabajo en otro ambiente de la universidad, al llegar había gente por lo que tuvimos que esperar hasta que finalmente nos quedamos solos.
No podía negar que yo también había admirado ese trasero con lujuria ya que cuando Mellisa venía con minifalda a la universidad hacía lo imposible para poder levantársela aunque sea un poco y ver las puntas de esas grandes y redondas nalgas, claro que ella se enojaba a veces pero luego sonreía por que sabía cuanto me excitaba.
Bueno, de vuelta a la historia, Mellisa y yo estábamos haciendo nuestro trabajo y yo acabé primero (yo ya lo había hecho, pero no podía desaprovechar el quedarme a solas con ella) pero me quedé en el salón sentado en una banca disfrutando el espectáculo que había delante de mi, ella estaba inclinada y aunque estaba con pantalón, le quedaba de maravillas y formaba su trasero de una manera extraordinaria.
Luego de un momento de estarla observando, Mellisa volteó y me preguntó -¿Qué estás mirando?- a lo que yo respondí -El maravilloso cuadro que tengo en mi delante-, ella sonrío y a la vez se sonrojó, y yo también tuve que reírme, para que no sospechara lo que tenía en mente.
Al poco tiempo se le cayó el lápiz con el que trabajaba, entonces (¿provocándome quizas?), se inclinó para recogerlo, se demoró un buen rato porque no lo alcanzaba, y yo, al verla así no pude contenerme más y la abracé por detrás quedando su culo aunque cubierto todavía expuesto a la dureza de mi verga.
Al sentirme ahí Mellisa se sobresaltó y me dijo -¿Qué crees que haces?- -¿Qué crees tú?- le dije, Lo que hace mucho quiero hacer, me tienes loco Mellisa, tu cuerpo, tus pechos, tu culo ¡oh! como me encanta tu culo, toda tú, quiero hacerte mía Mellisa-, continué.
Mellisa respondió: -Luis, tu sabes que tengo enamorado y además yo soy, soy…virgen- al oír esa última palabra me quedé aún más encantado de lo que ya estaba, tenía que inaugurar ese culito a como dé lugar, entonces seguí: -Mellisa, no me importa que tengas enamorado aquí estamos los dos no hay lugar para otro, déjate llevar por lo que estás sintiendo en este momento…- le dije mientras mi mano derecha buscaba sus pechos bajo su blusa, y tocaba su suave piel y mientras mi mando izquierda abría el pantalón de Mellisa y tocaba su conchita sobre la tanga que usaba.
Mellisa gemía de placer y me decía -Luis, pero yo estoy con Esteban- y yo le respondía: Acaso crees que eso me importa, lo único que me importa en este momento eres tú- mientras le bajaba el brassiere y mis manos se ponían en contacto con sus suaves y ricas tetas acariciándole los pezones que estaban duros de lo excitada que Mellisa estaba, Déjate llevar, sólo déjate llevar por lo que sientes ahora…- le decía, mientras apartaba su tanguita y comenzara el contacto piel a piel con su conchita, la acariciaba toda al igual que sus labios vaginales, mi verga que estaba como piedra la tenía apoyada en su espectacular trasero, sobándolo, punteándolo, esperando el momento en que Mellisa me deje entrar en él.
Para convencer a Mellisa, le besaba el cuello tiernamente, le llamaba amor, hasta que con la mano con la que jugaba con sus pechos, me bajé el zipper del pantalón y saqué mi herramienta que estaba bien parada, cogí la mano de Mellisa y la conduje hasta mi verga, la hice masturbarme con ayuda de mi mano, mientras ella hacía eso, yo le introducía el dedo a su conchita que ya estaba muy húmeda, -Ahhhhhhhhhhh- gritó Mellisa, mientras gemía por el placer que le estaba dando, -¿Te gusta lo que hago?¿Te gusta lo que sientes en tu mano?- le pregunté, Mellisa asintió con la cabeza mientras gemía cada vez con más fuerza.
Le solté la mano pero ella no dejó de hacerme la paja y lo hacía muy bien para ser una inexperta, coloqué mi mano de nuevo sobre sus pechos, y le continuaba besando el cuello, le hice girar la cabeza y la besé en los labios diciéndole –Mellisa, estamos aquí y ahora, sólo los dos si te gusta como se siente mi verga en tu mano te gustará más dentro de tu culito, déjame entrar…tú sabes que lo quieres - -No sé…uhmmm, ahhhhh…- respondía Mellisa.
Después que me dijo eso le apoyé la verga en la cola y su culo dio un respingo, y ahí le dije –Lo ves, tu culito también lo quiere, déjate llevar mi amor, así como mi pinga quiere entrar a tu culito, tu culito quiere que le meta mi verga, hazle caso Mellisa, mi amor- le di otro beso en los labios y cuando terminó el beso por fin Mellisa me dijo lo que yo quería escuchar: -Luis, hazme tuya, quiero ser tuya méteme esa verga- mientras decía eso continuaba haciéndome la paja, y yo excitado por lo que había escuchado le dije -Pídemelo, pídeme que te meta mi verga, dime que la necesitas dentro de ti- y Mellisa accediendo a mis deseos me dijo: -Luis… necesito tu verga dentro de mi, por favor métela en mi culito, la necesito mucho…- -Como tú quieras- le dije.
Luego, saqué mis manos de sus partes íntimas, le quité el pantalón y vi esas gordas nalgas, las besé y después le saqué la tanguita que traía, le volví a besar las nalgas, al ver su conchita descubierta la lamí y Mellisa se estremeció, abrí sus nalgas para verle el ojete, ahí estaba llamando a mi verga, le metí la lengua y Mellisa gimió aún más fuerte, no podía más así es que me paré y apunté la verga a la entrada de su culo y le dije: -Mellisa, ahora eres mía, dile adiós a tu virginidad, te voy a hacer la cola-, -Sí, házmela…- respondió Mellisa, entonces le indiqué que ella empujara hacia atrás mientras yo empujaba hacia adelante y así lo hizo, como su culito recién iba a ser estrenado por mí, no entró sino hasta el quinto intento, entró la cabeza y hasta la mitad, luego con un poco más de fuerza se la enterré toda, Mellisa soltó un quejido de dolor, al girar su cabeza noté que algunas lágrimas salían de sus ojos, entonces le di un largo beso a la vez que su agujerito se acostumbraba al grosor de mi verga.
Después de un par de minutos comencé a bombear ese culo que tanto había deseado y aunque al principio daba quejidos de dolor, luego se convirtieron en gemidos de placer, y mientras le bombeaba el culo le decía -Ahora yo soy el dueño de tu culote, es mío, me pertenece y eso se va a sellar cuando mi semen entre en ti- -Sí, sí, mi culo es tuyo solamente tuyo- me decía Mellisa, -Ahora dime que eres mi puta, mi perra, que necesitas mi verga- le dije -Lo soy, lo soy, soy tu puta tu perra necesito tu verga dentro de mí, mi culo es tuyo Luis- y así después de 20 minutos de bombearle el culo a Mellisa, la llené de leche -¿te gustó?- le pregunté -Sí, mucho está calentita- respondió, luego de eso se la saqué, sonó como un corcho saliendo de una botella de champagne, al sentir que le caía el semen por las piernas se limpió con la mano el exceso y se lo llevó a la boca, lamiendo sus dedos con emoción, al verla le dije -Mellisa, ven y pruébalo de la fuente- Mellisa se acercó, como yo estaba sentado se puso de rodillas y acercó su cara a mi pene la terminé de desnudar y le llevé las manos hasta mi mazorca y luego acerqué más su cabeza y le introduje la pieza a la boca, le indiqué como tenía que chuparla y felizmente aprendió rápido porque lo hacía como una experta, me la chupó hasta que se tomó la última gota de semen que salió por mi verga, yo quedé satisfecho y ella al acabar de chupármela me dijo -Luis, métemela de nuevo por favor- me quedé impresionado por su pedido entonces la volteé, la hice poner en 4 patas y le metí de nuevo la verga a su culo y no paré de bombearla hasta que le llené de leche su culote.
Al sacarla, Mellisa me dijo -Déjame limpiarte la verga- yo asentí y ella se introdujo mi verga a su boca, cuando terminó de mamármela la ayudé a vestirse, le puse su brassiere no sin antes besarle las tetas, y le puse el calzón luego de besarle las nalgas, lamerle el ojete por última vez y por último besar y acariciar su conchita -Esa conchita también tiene que ser mía- le dije -Sí, mi boca, mi culo, mi cuerpo es todo tuyo, soy toda tuya, así es que tú también estrenarás mi conchita- me dijo Mellisa -¡Qué rico!- exclamé, ella se terminó de vestir y antes de salir del salón donde nos encontrábamos me dio un beso en los labios y yo aprovechaba para tocar con mis manos ese culo extraordinario que yo había abierto, luego de eso salimos del salón, los dos felices: yo por haber hecho mi deseo realidad y ella por tener su culo abierto.
Repetimos la experiencia muchas más veces antes que me pidiera que también sea yo el primero que le meta la verga a la conchita, y ahora sigo metiendo mi verga en su boca, en su conchita y por supuesto sigo clavando mi estaca en su ojete, ya que aunque ella tenga enamorado, yo soy el único que la folla y el único con el que ella disfruta.
FIN
PD:por razones obvias los nombres son inventados
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Mi nombre es Luis y el nombre de la chica en cuestión es Mellisa, los dos cursábamos el segundo ciclo de nuestra universidad , debo decir que Mellisa es muy apetecible a los ojos, aunque es bajita y tiene los pechos pequeños (son naranjas no melones) su culo es extraordinario y la manera como lo mueve al caminar es una invitación más a servirse de ese culito que ella posee.
En cierta ocasión, nos mandaron a realizar un trabajo en otro ambiente de la universidad, al llegar había gente por lo que tuvimos que esperar hasta que finalmente nos quedamos solos.
No podía negar que yo también había admirado ese trasero con lujuria ya que cuando Mellisa venía con minifalda a la universidad hacía lo imposible para poder levantársela aunque sea un poco y ver las puntas de esas grandes y redondas nalgas, claro que ella se enojaba a veces pero luego sonreía por que sabía cuanto me excitaba.
Bueno, de vuelta a la historia, Mellisa y yo estábamos haciendo nuestro trabajo y yo acabé primero (yo ya lo había hecho, pero no podía desaprovechar el quedarme a solas con ella) pero me quedé en el salón sentado en una banca disfrutando el espectáculo que había delante de mi, ella estaba inclinada y aunque estaba con pantalón, le quedaba de maravillas y formaba su trasero de una manera extraordinaria.
Luego de un momento de estarla observando, Mellisa volteó y me preguntó -¿Qué estás mirando?- a lo que yo respondí -El maravilloso cuadro que tengo en mi delante-, ella sonrío y a la vez se sonrojó, y yo también tuve que reírme, para que no sospechara lo que tenía en mente.
Al poco tiempo se le cayó el lápiz con el que trabajaba, entonces (¿provocándome quizas?), se inclinó para recogerlo, se demoró un buen rato porque no lo alcanzaba, y yo, al verla así no pude contenerme más y la abracé por detrás quedando su culo aunque cubierto todavía expuesto a la dureza de mi verga.
Al sentirme ahí Mellisa se sobresaltó y me dijo -¿Qué crees que haces?- -¿Qué crees tú?- le dije, Lo que hace mucho quiero hacer, me tienes loco Mellisa, tu cuerpo, tus pechos, tu culo ¡oh! como me encanta tu culo, toda tú, quiero hacerte mía Mellisa-, continué.
Mellisa respondió: -Luis, tu sabes que tengo enamorado y además yo soy, soy…virgen- al oír esa última palabra me quedé aún más encantado de lo que ya estaba, tenía que inaugurar ese culito a como dé lugar, entonces seguí: -Mellisa, no me importa que tengas enamorado aquí estamos los dos no hay lugar para otro, déjate llevar por lo que estás sintiendo en este momento…- le dije mientras mi mano derecha buscaba sus pechos bajo su blusa, y tocaba su suave piel y mientras mi mando izquierda abría el pantalón de Mellisa y tocaba su conchita sobre la tanga que usaba.
Mellisa gemía de placer y me decía -Luis, pero yo estoy con Esteban- y yo le respondía: Acaso crees que eso me importa, lo único que me importa en este momento eres tú- mientras le bajaba el brassiere y mis manos se ponían en contacto con sus suaves y ricas tetas acariciándole los pezones que estaban duros de lo excitada que Mellisa estaba, Déjate llevar, sólo déjate llevar por lo que sientes ahora…- le decía, mientras apartaba su tanguita y comenzara el contacto piel a piel con su conchita, la acariciaba toda al igual que sus labios vaginales, mi verga que estaba como piedra la tenía apoyada en su espectacular trasero, sobándolo, punteándolo, esperando el momento en que Mellisa me deje entrar en él.
Para convencer a Mellisa, le besaba el cuello tiernamente, le llamaba amor, hasta que con la mano con la que jugaba con sus pechos, me bajé el zipper del pantalón y saqué mi herramienta que estaba bien parada, cogí la mano de Mellisa y la conduje hasta mi verga, la hice masturbarme con ayuda de mi mano, mientras ella hacía eso, yo le introducía el dedo a su conchita que ya estaba muy húmeda, -Ahhhhhhhhhhh- gritó Mellisa, mientras gemía por el placer que le estaba dando, -¿Te gusta lo que hago?¿Te gusta lo que sientes en tu mano?- le pregunté, Mellisa asintió con la cabeza mientras gemía cada vez con más fuerza.
Le solté la mano pero ella no dejó de hacerme la paja y lo hacía muy bien para ser una inexperta, coloqué mi mano de nuevo sobre sus pechos, y le continuaba besando el cuello, le hice girar la cabeza y la besé en los labios diciéndole –Mellisa, estamos aquí y ahora, sólo los dos si te gusta como se siente mi verga en tu mano te gustará más dentro de tu culito, déjame entrar…tú sabes que lo quieres - -No sé…uhmmm, ahhhhh…- respondía Mellisa.
Después que me dijo eso le apoyé la verga en la cola y su culo dio un respingo, y ahí le dije –Lo ves, tu culito también lo quiere, déjate llevar mi amor, así como mi pinga quiere entrar a tu culito, tu culito quiere que le meta mi verga, hazle caso Mellisa, mi amor- le di otro beso en los labios y cuando terminó el beso por fin Mellisa me dijo lo que yo quería escuchar: -Luis, hazme tuya, quiero ser tuya méteme esa verga- mientras decía eso continuaba haciéndome la paja, y yo excitado por lo que había escuchado le dije -Pídemelo, pídeme que te meta mi verga, dime que la necesitas dentro de ti- y Mellisa accediendo a mis deseos me dijo: -Luis… necesito tu verga dentro de mi, por favor métela en mi culito, la necesito mucho…- -Como tú quieras- le dije.
Luego, saqué mis manos de sus partes íntimas, le quité el pantalón y vi esas gordas nalgas, las besé y después le saqué la tanguita que traía, le volví a besar las nalgas, al ver su conchita descubierta la lamí y Mellisa se estremeció, abrí sus nalgas para verle el ojete, ahí estaba llamando a mi verga, le metí la lengua y Mellisa gimió aún más fuerte, no podía más así es que me paré y apunté la verga a la entrada de su culo y le dije: -Mellisa, ahora eres mía, dile adiós a tu virginidad, te voy a hacer la cola-, -Sí, házmela…- respondió Mellisa, entonces le indiqué que ella empujara hacia atrás mientras yo empujaba hacia adelante y así lo hizo, como su culito recién iba a ser estrenado por mí, no entró sino hasta el quinto intento, entró la cabeza y hasta la mitad, luego con un poco más de fuerza se la enterré toda, Mellisa soltó un quejido de dolor, al girar su cabeza noté que algunas lágrimas salían de sus ojos, entonces le di un largo beso a la vez que su agujerito se acostumbraba al grosor de mi verga.
Después de un par de minutos comencé a bombear ese culo que tanto había deseado y aunque al principio daba quejidos de dolor, luego se convirtieron en gemidos de placer, y mientras le bombeaba el culo le decía -Ahora yo soy el dueño de tu culote, es mío, me pertenece y eso se va a sellar cuando mi semen entre en ti- -Sí, sí, mi culo es tuyo solamente tuyo- me decía Mellisa, -Ahora dime que eres mi puta, mi perra, que necesitas mi verga- le dije -Lo soy, lo soy, soy tu puta tu perra necesito tu verga dentro de mí, mi culo es tuyo Luis- y así después de 20 minutos de bombearle el culo a Mellisa, la llené de leche -¿te gustó?- le pregunté -Sí, mucho está calentita- respondió, luego de eso se la saqué, sonó como un corcho saliendo de una botella de champagne, al sentir que le caía el semen por las piernas se limpió con la mano el exceso y se lo llevó a la boca, lamiendo sus dedos con emoción, al verla le dije -Mellisa, ven y pruébalo de la fuente- Mellisa se acercó, como yo estaba sentado se puso de rodillas y acercó su cara a mi pene la terminé de desnudar y le llevé las manos hasta mi mazorca y luego acerqué más su cabeza y le introduje la pieza a la boca, le indiqué como tenía que chuparla y felizmente aprendió rápido porque lo hacía como una experta, me la chupó hasta que se tomó la última gota de semen que salió por mi verga, yo quedé satisfecho y ella al acabar de chupármela me dijo -Luis, métemela de nuevo por favor- me quedé impresionado por su pedido entonces la volteé, la hice poner en 4 patas y le metí de nuevo la verga a su culo y no paré de bombearla hasta que le llené de leche su culote.
Al sacarla, Mellisa me dijo -Déjame limpiarte la verga- yo asentí y ella se introdujo mi verga a su boca, cuando terminó de mamármela la ayudé a vestirse, le puse su brassiere no sin antes besarle las tetas, y le puse el calzón luego de besarle las nalgas, lamerle el ojete por última vez y por último besar y acariciar su conchita -Esa conchita también tiene que ser mía- le dije -Sí, mi boca, mi culo, mi cuerpo es todo tuyo, soy toda tuya, así es que tú también estrenarás mi conchita- me dijo Mellisa -¡Qué rico!- exclamé, ella se terminó de vestir y antes de salir del salón donde nos encontrábamos me dio un beso en los labios y yo aprovechaba para tocar con mis manos ese culo extraordinario que yo había abierto, luego de eso salimos del salón, los dos felices: yo por haber hecho mi deseo realidad y ella por tener su culo abierto.
Repetimos la experiencia muchas más veces antes que me pidiera que también sea yo el primero que le meta la verga a la conchita, y ahora sigo metiendo mi verga en su boca, en su conchita y por supuesto sigo clavando mi estaca en su ojete, ya que aunque ella tenga enamorado, yo soy el único que la folla y el único con el que ella disfruta.
FIN
PD:por razones obvias los nombres son inventados
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3 comentarios - mi compañera Mellisa