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La fantasía de Silvia - 2da. parte

A la mañana siguiente, yo creo que seguía de mal humor.

No sé, yo soy muy abierto en cuanto a los temas sexuales, pero de ahí a que vayas al baño, en una fiesta y alguien se quiera levantar a tu mujer es otra cosa.
Era domingo así que aprovechamos para desayunar en la cama. Nos quedamos charlando. La conversación volvió por sí sola al asado del dia anterior, y a la reacción de los tipos que no tienen límites en cuanto a tirarse un lance en cualquier lugar.

Casi en chiste, me dijo “Bueno, será que vos tenés una novia que está buena, o las mujeres de tus amigos son unos bagallos”, nos reimos, nos besamos y terminamos haciéndonos el amor.

Quizás para cambiar definitivamente el tema del asado volví a preguntarle como era eso de estar con desconocidos.

“Muy fácil, vos y yo vamos separados a algún lugar, y ahí vemos quién se puede levantar a otra persona, el que consigue pareja, lo invita a tener sexo, siempre y cuando sea con la presencia tuya o mia, según corresponda. Si el otro accede, nos avisamos y nos encontramos en algún lugar los tres. Puede que se dé de a dos, o que se arme un trío, pero la onda es que el otro te vea” “Sería mejor que fuéramos a lugares distintos para que el otro no se sienta cohibido” “La condición es que vos traigas a otra chica o yo a otro tipo, pero siempre desconocidos”

La verdad es que la soltura con que me lo decía, e imaginarme la situación me calentaba. Además era Silvia quién hasta hace un tiempo atrás no se hubiese prendido en un trío la que ahora me estaba proponiendo hacerlo, y si bien habíamos pasado muchas cosas juntos, la sola idea de pensar que ella podría levantarse un tipo para llevarlo a nuestra cama me excitaba.

“No sé me parece muy loco” “Andá a saber con quién nos metemos” le dije.
“Una cosa era Lázaro o Liliana y otra es un Juan Perez, que no sabemos donde viene”

“Dale, pensemos juntos” “Debe haber una forma segura, y que nos pueda calentar a los dos”.”Además vos tenés más experiencia que yo en éstas cosas” Parecía una adolescente pidiendo permiso para ir a bailar, estaba entusiasmada y ansiosa.

Lo seguimos charlando un rato más. Quedamos en que si se daba algún dia íbamos a probar.

Pasaron varias semanas, y fue con motivo de nuestro aniversario que en tema volvió a la mesa.
Ya hacía cuatro años que salíamos y la verdad es que estábamos realmente bien.
Le pregunté que quería hacer con motivo de nuestro aniversario, si quería ir a algún lugar en especial para cenar. Yo ya le había comprado un bonito regalo que pensaba darle al regreso de la cena.

“Que te parece, si como festejo de aniversario, vamos a cenar a lugares distintos?” me preguntó.

Yo al principio no entendí bien la propuesta, pero enseguida caí que estaba retomando el tema. Era un dia especial, así que preferí proponerle:

“Te lo cambio, cenemos juntos y después cada uno se vá a tomar algo al lugar que prefiera, eso sí, a las dos horas, nos llamamos y volvemos para casa” “Dale?”

Me abrazó, me dio un beso, y junto con un beso cerca de mi oreja, me susurro “De los nervios, tengo un nudo en el estómago”

Nos fuimos a cenar a un lugar muy lindo de Palermo, durante no volvimos a tocar el tema.
Cuando terminamos de cenar, le pregunté “Dónde te llevo”

Ella me dijo, “Salgamos juntos y yo me tomo un taxi, en dos horas nos hablamos y me pasás a buscar.”

Me resultó extraño verla subirse a un taxi e irse. Yo también tenía que cumplir mi parte, aunque no tenía dudas que seguramente si ella se lo proponía podría levantarse un tipo mucho antes de que yo me pudiera acercar a alguna mina, y ni contar de la idea de proponerle en una primera cita de participar en un trio. Imposible.

Así que sin muchas esperanzas decidí ir a tomarme un whisky en uno de los pubs de la zona, para hacer tiempo hasta que Silvia me llamara.
Estaba algo nervioso, por un lado no tenía dudas que Silvia podía levantarse a cualquier tipo, pero dudaba que un desconocido aceptara en una primera cita enfiestarse con dos desconocidos.
Para mi sorpresa el ambiente en el pub era variado, chicos jóvenes, parejas y grupos de variada edad.

No es por presumir, pero creo que de haber ido algunas veces antes hubiese tenido alguna chance de levantar algo, inclusive sentado en la barra tomándome mi trago, pude sentir algunas miradas a mis espaldas, quizás algo de curiosidad, y algo de levante.

Me tomé un par de tragos, habías pasado casi una hora y media, cuando el celular sonó.
Silvia me pidió que la pasara a buscar, no hizo ningún comentario, sólo me dio la dirección.

Era un boliche, por la zona de Plaza Serrano.

Cuando llegué volví a marcarle a Silvia, para avisarle que estaba afuera. A los pocos minutos la ví salir a su lado caminaba un tipo, cuando se subieron al auto pude ver que su pareja era un muchacho de nos más de veinticinco años, que con cara de asombro y susto no sabía como manejar la situación.


Silvia se sentó a mi lado. “Bueno, vamos” dijo con una amplia sonrisa en su cara.

El tipo desde el asiento de atrás trató de presentarse, estiró su mano, buscando saludarme y dijo su nombre “Yo soy Daniel, mucho gusto”.

Lo miré sería apenas tres o cuatro años mayor que mi hijo. No sabía si tutearlo, si saludarlo.
Tarde varios segundo en reaccionar. Creo que fue un bocinazo el que me trajo a la realidad.

Miré a Silvia con malicia, estaba aprovechando para comerse un pendejo, ella sonrió.

Llegamos a mi departamento. Dejé el auto en la cochera y subimos los tres por el ascensor.
Noté que el muchacho no dejaba de mirarla a Silvia, estaba embelezado, ella estaba radiante y en control de la situación. Cada tanto, sutilmente le tocaba la mano, o le apoyaba la mano en el cuerpo.

Entramos al departamento, y Silvia en su rol de señora de la casa, nos ofreció a ambos algo de tomar, yo le pedí un whisky y Daniel dudó un poco y terminó pidiendo un vaso de gaseosa. En un momento me causó gracia.

Silvia fue a la cocina, y volvió con los dos vasos.

Me acercó el mió, y se acercó a Daniel para apoyar el vaso de gaseosa en un posavasos en la mesa. El estaba sentado, y pude ver claramente como su mirada se deslizaba por entre el escote de Silvia.

Ella estaba vestida muy sensual ya que veníamos de nuestra cena de aniversario, pantalón amplio de gasa color negro, blusa color crema, y un conjunto de lencería color natural que parecía no tener corpiño.
Se sentó al lado de Daniel, y apoyando su mano en el muslo de él, le comentó:

“No te pongas nervioso, nosotros ya pasamos por ésta situación y somos una pareja abierta, además me parecés muy lindo y nos gustaría que vos también lo pudieras disfrutar” puso especial énfasis en la idea de que NOS gustaría.

Daniel se sonrió, y apoyó su mano por sobre la mano de Silvia que a ésta altura, estaba subiendo por su muslo en forma sugestiva.
Yo viendo la escena recordé aquel momento con Lázaro en el que había sido ella la que había tomado el control.

Volcó su cabello largo sobre un costado y dejó al descubierto todo su cuello, invitándolo de forma sugestiva a que le besara el cuello.
El acercó sus labios a su cuello, y ella se estremeció. Con su mano buscaba descaradamente el bulto de Daniel que a ésta altura ya estaba inflamado.
El cruzó su mano sobre su cuerpo, para tocarle los pechos al mismo tiempo que buscaba su boca. Silvia se puso de costado y pasó su mano por debajo de la camisa de Daniel para acariciarle el pecho. El le mordía los labios y metía su lengua para hacer contacto con la lengua de ella.

Yo sentado empezaba a disfrutar del espectáculo. Silvia estaba totalmente suelta y entregada a las caricias de Daniel.

Se separó de su cuerpo y comenzó a desabrocharle el cinturón, al verse expuesto, tomó conciencia que yo los estaba observando. Por un momento pareció dudar, pero su calentura era tremenda, y la sensación de Silvia buscando su pija por sobre el pantalón volvió a ponerlo en clima, y se entregó a las manos de Silvia.

Le desbrochó el pantalón, y buscó sacar su pija por la bragueta del boxer, comenzó a pajearlo, el le abrió la blusa y sacó sus pechos por fuera del corpiño, estaba inclinado por sobre el cuerpo de Silvia tratando de besarle los pezones.

Ella se quitó la blusa y el corpiño, para volver a masajearle la pija, el la tocaba, medio a los apurones se sacó la camisa, levantó su cola del sillón para terminar de bajarse los pantalones. Silvia aprovechó el movimiento para sacarle el calconcillo. Daniel estaba totalmente desnudo sentado en el sillón, Silvia deslizó una mirada hacia mi lado, y como anticipándome lo que iba a hacer se sonrió y comenzó a pasarle la lengua por el tronco de la verga.

Daniel de la excitación dejó de tocarla, encorvó su cuerpo levantando la pelvis para darle movilidad a su cadera, ayudaba cada chupada de Silvia con un leve bombeo de su cadera, Silvia la llevaba hasta el fondo, y al sentir el empujón de su pelvis, iba levantando la boca de forma tal que siempre se deslizara entre la mitad de la verga y el tope.

Yo ya estaba con mi verga dura, pero disfrutaba de verla cogerse al pendejo, ella gemía y le pedía que la acariciara, le preguntaba si le gustaba lo que le estaba haciendo, le pedía que se lo dijera, que le pidiera que se la chupara.

Daniel obediente y preso de su calentura, le suplicaba que se la chupara, le decía que lo estaba haciendo gozar, gritaba su nombre. Ella disfrutaba de hacerlo gozar.

CONTINUARA…..

3 comentarios - La fantasía de Silvia - 2da. parte

jschotto
🙂 me siento como el pendejo que se levanto Silvia... al mango...:)
Espero el resto :);):D un saludo
maguito
COMO UNA ESTACA JOLITOOO!!LAAAA 😉