El comentario me tomó de sorpresa, no esperaba que el tema de nuestros trios surgiera junto con las tostadas del desayuno.
Ya había pasado mas de un año de nuestro encuentro con mi socio, y también varios meses de aquel memorable cumpleaños con Liliana.
Pero Silvia seguía buscando nuevas cosas, nuevas sensaciones. Parecía que el hecho de haberse desinhibido respecto a estar con otras personas, la había motivado para estar con su amiga, y ahora quería buscar nuevas cosas para hacer.
- “Sabés que me gustaría”- me preguntó mientras me pasaba la taza de café
Antes de que yo tratara de elaborar una respuesta, me soltó
- “Estuve pensando, hasta ahora las dos veces que estuvimos con alguien fue con alguien conocido, pero qué pasaría si vos o yo nos levantáramos a una persona desconocida y decidiéramos tener sexo, siempre con el conocimiento del otro” – y siguió con su idea,
- “Es más no sólo con el conocimiento del otro sino que el otro estaría presente, porque al momento de tener sexo, uno le tendría que plantear al desconocido que la única condición para coger , sería que la pareja de uno estuviera presente” “Vos pensás que el otro estaría tan caliente como para aceptar una proposición así? O que se perdería la posibilidad de tener una relación, porque se sorprendería de la condición?”
“La verdad, le dije, que son muchas cosas juntas y no te entiendo bien”
“A ver” “Por ejemplo, vos y yo arreglamos que yo me tengo que levantar un tipo desconocido, yo me lo levanto, la tiro la onda que quiero tener sexo, pero le pongo como condición que vos tenés que estar presente” “Vos pensás que el tipo arruga, y se pierde tener sexo, o que se la banca, y acepta con tal de cogerme?”
Pensé unos segundos mientras trataba de que el café me pasara por la garganta.
“La verdad es que creo que ningún tipo se perdería de coger, indistintamente de la condición, pero en el caso de una mina, seguramente no se prendería, porque las minas tienen un preconcepto respecto a enfiestarse” “No te olvides lo que vos pensabas cada vez que yo te lo insinuaba” “Aunque ahora parece que te despertaste” le dije sin poder evitar una sonrisa.
Hizo caso omiso a mi ironía, y siguió con su razonamiento como si se tratara de un tema serio.
“Yo creo que debe ser igual para los dos sexos, lo que pasa es que nosotros probamos con personas que conocíamos entonces eso le daba cierta seguridad a la posibilidad de enfiestarse”
Traté de seguir con el desayuno de la forma más natural posible, pero sabía que si el tema se había instalado en la cabeza de Silvia, seguramente era porque lo venía pensando desde hace tiempo.
Y como si se tratara de una defensa de género me dijo:
“Los tipos tienen los mismos cagazos que las minas” “Lo que pasa es que se hacen más los cancheros”
A partir de esa charla, cada vez que íbamos a algún lugar, ella aprovechaba para marcarme minas que estuvieran buenas, o descaradamente opinaba sobre otros tipos.
Los comentarios iban más allá de la apariencia física, y sus chistes eran si tenían cara de coger bien, o de chuparla bien, o de tener el pito grande, de acabar rápido, etc.
Todo terminaba en carcajadas mutuas.
Una vez nos invitaron unos amigos a un asado en una quinta, y la cuestión avanzó un poco más.
Eramos un grupo grande, con los cual además de nuestros amigos había varias parejas, chicos, y personas sueltas desconocidas. El ambiente era familiar y todos, conocidos y desconocidos, charlábamos de cualquier cosa.
Como suele suceder se armaron grupos de hombres y grupos de mujeres.
Antes del asado los tipos ya teníamos armado un campeonato de truco, y las mujeres se tiraron a tomar sol cerca de la pileta.
La verdad es que enseguida me dí cuenta que tanto los casados como los solteros, miraban a Silvia que casi en forma casual se había puesto una bikini de color negro, cavada que contrastaba con su cabello rubio y su piel blanca apenas bronceada. Pero a eso ya me había acostumbrado, como ya les conté Silvia era una mujer llamativa, y lo aprovechaba.
Llegó la hora del almuerzo, y hombres y mujeres nos volvimos a juntar en la mesa.
Obviamente la queja de las mujeres fue que en éste tipo de reuniones se armaban bandos de hombres y mujeres y que nunca se podía hacer algo todos juntos. Que siempre era lo mismo, que los tipos nos borrábamos, etc.
Como descargo nosotros comentamos que era difícil que a un tipo le gustara tirarse como lagarto al sol. Fue entonces que surgió la idea de hacer un campeonato de truco “mixto” para la tarde.
Comimos. El vino era abundante, lo cual contribuyó que para el final del almuerzo la mayoría de los asistentes estuvieran más sueltos de boca que de costumbre.
Los chistes de doble sentido, las insinuaciones, y las carcajadas se hicieron más sonoras.
Entre todos levantamos la mesa, y junto con los postres se sortearon las parejas.
En total quedaron armadas ocho parejas mixtas, a mi me tocó con la dueña de casa, y a Silvia le tocó con un tipo que nos habían presentado en ése almuerzo. Me resultó gracioso ver que cuando salió sorteado para jugar de pareja con Silvia, su mujer le hizo el típico gesto de “ojo”, seguramente referido a que no se zarpara con Silvia.
Jugamos toda la tarde, apareció más postre, más vino, algún que otro whisky.
Todo terminó con un chapuzón generalizado tanto de hombres como de mujeres.
Fuimos a la casa para cambiarnos, y volver para Capital.
Al salir me sorprendió ver que el tipo que había sido pareja de truco de Silvia, parado al lado de ella charlándole animadamente. Al verme llegar pareció cambiar de conversación.
Nos despedimos de todos y volvimos para mi casa.
En el camino de regreso no le comenté nada respecto a mi sensación, y ella tampoco mencionó nada. Hablamos de lo bien que lo habíamos pasado, de lo rico que había estado la comida, de quién había llevado tal o cual postre, y de lo buena onda que habían sido los anfitriones.
Llegamos a casa y ninguno de los dos quisimos cenar. Tomamos un café y nos fuimos a la cama.
La verdad es que tenía curiosidad por lo que estaban hablando con el tipo antes de que yo llegara. Así que decidí sacar el tema.
- “Sabés que cuando sorteamos las parejas, la esposa de tu compañero le hizo señas de que se portara bien”, le dije
“Bueno, mucha bola no le dio”, me contestó.
“Por qué?”
“Y una tiene su experiencia, y en seguida me dí cuenta que el tipo aprovechaba cualquier circunstancia para hacerse el gracioso y tirar cosas de doble sentido”
“Doble sentido como qué?” le pregunté. La verdad es que tenía curiosidad.
“Yo que sé, la forma de mirar, o aprovechaba para abrazarme cada vez que ganábamos”
“Inclusive, antes de que llegaras vos, me estaba preguntando si nosotros estábamos casados” “Se notó que lo preguntó con doble sentido, porque cuando llegaste vos cambió de tema” “Seguro que estaba buscando tirarse un lance”
“Pero estoy segura que si le daba chance, se iba con la cola entre las patas” Como dice el refrán “perro que ladra no muerde”.
Medio en chiste le dije “Mirá que hijo de puta, estaba ahí con su mujer, en la casa de un amigo y trataba de hacerse el levante”
“Ayyy,…lo tipos son tan ingenuos” “De verdad no te diste cuenta quién en realidad me estaba queriendo levantar”
Yo me senté en la cama. Realmente no me había percatado de nada, y me jodía quedar en falta.
“Qué pasó lago más?”
“Ya te dije, amor, los tipos ven un culo y unas tetas y no pueden resistir la tentación”
“Ya sé, y eso me incluye a mi”, le dije
“Por supuesto” me contestó.
“Bueno, ahora contame bien, porque la verdad no tengo ni idea.”
“Viste que cuando empezamos a levantar la mesa, bueno, unos de los amigos de Jorge (que era el dueño de casa) pasó por detrás de mi y haciéndose que acomodaba unas cosas en los estantes de la cocina, aprovechó para rozar su cola con mi cola, yo dejé los platos en la mesada, y cuando me dí vuelta, lo ví que me estaba mirando la cola en forma descarda” “Al principio, me causo gracia, pero después cuando estaban sorteando las parejas, se me acercó y me susurró “Ojalá nos toque juntos”
“Ahí no tuve dudas que estaba tratando de levantarme”
“Ese tipo me dio la sensación que si yo le daba chance seguro que iba al frente”
“Pero vos sabés lo que pienso respecto a ponerse en boca de los conocidos” “Además no era eso de lo que veníamos hablando”
Yo no salía de mi asombro, no sólo el casado, sino que otro más había tratado de levantarse a mi novia. Me molestaba no por celos, sino por la desubicación de la gente en general.
Era demasiado para un solo almuerzo.
Silvia pareció notar que el tema no era de mi agrado, se rió, me dio un beso, y repitió:
“Desconocidos, ya te dije que la fantasía es con desconocidos”
CONTINUARA….
Ya había pasado mas de un año de nuestro encuentro con mi socio, y también varios meses de aquel memorable cumpleaños con Liliana.
Pero Silvia seguía buscando nuevas cosas, nuevas sensaciones. Parecía que el hecho de haberse desinhibido respecto a estar con otras personas, la había motivado para estar con su amiga, y ahora quería buscar nuevas cosas para hacer.
- “Sabés que me gustaría”- me preguntó mientras me pasaba la taza de café
Antes de que yo tratara de elaborar una respuesta, me soltó
- “Estuve pensando, hasta ahora las dos veces que estuvimos con alguien fue con alguien conocido, pero qué pasaría si vos o yo nos levantáramos a una persona desconocida y decidiéramos tener sexo, siempre con el conocimiento del otro” – y siguió con su idea,
- “Es más no sólo con el conocimiento del otro sino que el otro estaría presente, porque al momento de tener sexo, uno le tendría que plantear al desconocido que la única condición para coger , sería que la pareja de uno estuviera presente” “Vos pensás que el otro estaría tan caliente como para aceptar una proposición así? O que se perdería la posibilidad de tener una relación, porque se sorprendería de la condición?”
“La verdad, le dije, que son muchas cosas juntas y no te entiendo bien”
“A ver” “Por ejemplo, vos y yo arreglamos que yo me tengo que levantar un tipo desconocido, yo me lo levanto, la tiro la onda que quiero tener sexo, pero le pongo como condición que vos tenés que estar presente” “Vos pensás que el tipo arruga, y se pierde tener sexo, o que se la banca, y acepta con tal de cogerme?”
Pensé unos segundos mientras trataba de que el café me pasara por la garganta.
“La verdad es que creo que ningún tipo se perdería de coger, indistintamente de la condición, pero en el caso de una mina, seguramente no se prendería, porque las minas tienen un preconcepto respecto a enfiestarse” “No te olvides lo que vos pensabas cada vez que yo te lo insinuaba” “Aunque ahora parece que te despertaste” le dije sin poder evitar una sonrisa.
Hizo caso omiso a mi ironía, y siguió con su razonamiento como si se tratara de un tema serio.
“Yo creo que debe ser igual para los dos sexos, lo que pasa es que nosotros probamos con personas que conocíamos entonces eso le daba cierta seguridad a la posibilidad de enfiestarse”
Traté de seguir con el desayuno de la forma más natural posible, pero sabía que si el tema se había instalado en la cabeza de Silvia, seguramente era porque lo venía pensando desde hace tiempo.
Y como si se tratara de una defensa de género me dijo:
“Los tipos tienen los mismos cagazos que las minas” “Lo que pasa es que se hacen más los cancheros”
A partir de esa charla, cada vez que íbamos a algún lugar, ella aprovechaba para marcarme minas que estuvieran buenas, o descaradamente opinaba sobre otros tipos.
Los comentarios iban más allá de la apariencia física, y sus chistes eran si tenían cara de coger bien, o de chuparla bien, o de tener el pito grande, de acabar rápido, etc.
Todo terminaba en carcajadas mutuas.
Una vez nos invitaron unos amigos a un asado en una quinta, y la cuestión avanzó un poco más.
Eramos un grupo grande, con los cual además de nuestros amigos había varias parejas, chicos, y personas sueltas desconocidas. El ambiente era familiar y todos, conocidos y desconocidos, charlábamos de cualquier cosa.
Como suele suceder se armaron grupos de hombres y grupos de mujeres.
Antes del asado los tipos ya teníamos armado un campeonato de truco, y las mujeres se tiraron a tomar sol cerca de la pileta.
La verdad es que enseguida me dí cuenta que tanto los casados como los solteros, miraban a Silvia que casi en forma casual se había puesto una bikini de color negro, cavada que contrastaba con su cabello rubio y su piel blanca apenas bronceada. Pero a eso ya me había acostumbrado, como ya les conté Silvia era una mujer llamativa, y lo aprovechaba.
Llegó la hora del almuerzo, y hombres y mujeres nos volvimos a juntar en la mesa.
Obviamente la queja de las mujeres fue que en éste tipo de reuniones se armaban bandos de hombres y mujeres y que nunca se podía hacer algo todos juntos. Que siempre era lo mismo, que los tipos nos borrábamos, etc.
Como descargo nosotros comentamos que era difícil que a un tipo le gustara tirarse como lagarto al sol. Fue entonces que surgió la idea de hacer un campeonato de truco “mixto” para la tarde.
Comimos. El vino era abundante, lo cual contribuyó que para el final del almuerzo la mayoría de los asistentes estuvieran más sueltos de boca que de costumbre.
Los chistes de doble sentido, las insinuaciones, y las carcajadas se hicieron más sonoras.
Entre todos levantamos la mesa, y junto con los postres se sortearon las parejas.
En total quedaron armadas ocho parejas mixtas, a mi me tocó con la dueña de casa, y a Silvia le tocó con un tipo que nos habían presentado en ése almuerzo. Me resultó gracioso ver que cuando salió sorteado para jugar de pareja con Silvia, su mujer le hizo el típico gesto de “ojo”, seguramente referido a que no se zarpara con Silvia.
Jugamos toda la tarde, apareció más postre, más vino, algún que otro whisky.
Todo terminó con un chapuzón generalizado tanto de hombres como de mujeres.
Fuimos a la casa para cambiarnos, y volver para Capital.
Al salir me sorprendió ver que el tipo que había sido pareja de truco de Silvia, parado al lado de ella charlándole animadamente. Al verme llegar pareció cambiar de conversación.
Nos despedimos de todos y volvimos para mi casa.
En el camino de regreso no le comenté nada respecto a mi sensación, y ella tampoco mencionó nada. Hablamos de lo bien que lo habíamos pasado, de lo rico que había estado la comida, de quién había llevado tal o cual postre, y de lo buena onda que habían sido los anfitriones.
Llegamos a casa y ninguno de los dos quisimos cenar. Tomamos un café y nos fuimos a la cama.
La verdad es que tenía curiosidad por lo que estaban hablando con el tipo antes de que yo llegara. Así que decidí sacar el tema.
- “Sabés que cuando sorteamos las parejas, la esposa de tu compañero le hizo señas de que se portara bien”, le dije
“Bueno, mucha bola no le dio”, me contestó.
“Por qué?”
“Y una tiene su experiencia, y en seguida me dí cuenta que el tipo aprovechaba cualquier circunstancia para hacerse el gracioso y tirar cosas de doble sentido”
“Doble sentido como qué?” le pregunté. La verdad es que tenía curiosidad.
“Yo que sé, la forma de mirar, o aprovechaba para abrazarme cada vez que ganábamos”
“Inclusive, antes de que llegaras vos, me estaba preguntando si nosotros estábamos casados” “Se notó que lo preguntó con doble sentido, porque cuando llegaste vos cambió de tema” “Seguro que estaba buscando tirarse un lance”
“Pero estoy segura que si le daba chance, se iba con la cola entre las patas” Como dice el refrán “perro que ladra no muerde”.
Medio en chiste le dije “Mirá que hijo de puta, estaba ahí con su mujer, en la casa de un amigo y trataba de hacerse el levante”
“Ayyy,…lo tipos son tan ingenuos” “De verdad no te diste cuenta quién en realidad me estaba queriendo levantar”
Yo me senté en la cama. Realmente no me había percatado de nada, y me jodía quedar en falta.
“Qué pasó lago más?”
“Ya te dije, amor, los tipos ven un culo y unas tetas y no pueden resistir la tentación”
“Ya sé, y eso me incluye a mi”, le dije
“Por supuesto” me contestó.
“Bueno, ahora contame bien, porque la verdad no tengo ni idea.”
“Viste que cuando empezamos a levantar la mesa, bueno, unos de los amigos de Jorge (que era el dueño de casa) pasó por detrás de mi y haciéndose que acomodaba unas cosas en los estantes de la cocina, aprovechó para rozar su cola con mi cola, yo dejé los platos en la mesada, y cuando me dí vuelta, lo ví que me estaba mirando la cola en forma descarda” “Al principio, me causo gracia, pero después cuando estaban sorteando las parejas, se me acercó y me susurró “Ojalá nos toque juntos”
“Ahí no tuve dudas que estaba tratando de levantarme”
“Ese tipo me dio la sensación que si yo le daba chance seguro que iba al frente”
“Pero vos sabés lo que pienso respecto a ponerse en boca de los conocidos” “Además no era eso de lo que veníamos hablando”
Yo no salía de mi asombro, no sólo el casado, sino que otro más había tratado de levantarse a mi novia. Me molestaba no por celos, sino por la desubicación de la gente en general.
Era demasiado para un solo almuerzo.
Silvia pareció notar que el tema no era de mi agrado, se rió, me dio un beso, y repitió:
“Desconocidos, ya te dije que la fantasía es con desconocidos”
CONTINUARA….
8 comentarios - La fantasía de Silvia - 1ra. parte
sos regrosooooooooooooo
Gracias por el post,
YO PASE POR TU POST Y COMENTE ,
PASA TU POR EL MIO[/color]
Saludos!! :buenpost:
🤘OkaPzzz🤘
Tremendo relato che!
Abrazo y saludetes 🆒