Mi tia siempre jugó conmigo.
Recuerdo que desde pequeño, era ella siempre la encargada de organizar algo. Ya fueran unas escondidas, la mancha, o la guerra de cosquillas.
Seis años menor que mi madre, siempre me pareció más cercana a mí. No porque mi madre fuera distante, pero ella no tenía que desempeñar el rol de educar, entonces se daba de lleno al rol de malcriar.
Películas fuera de hora, chocolates antes de comer, escapadas a la hora de la siesta, todo tenía como cómplice a mi tía Marta.
Ella era soltera, bastante pegada a mi madre, y con disposición a gastar algún dinero extra en su sobrino.
Vivía sola, y trabajaba en la parte de computación de una empresa multinacional, lo que aparentemente le permitía mantenerse “comodamente”
Su aspecto físico, nunca me llamó la atención.
Sólo me gustaba tenerla cerca.
Recuerdo que yo tendría unos diez años, y en una de las tantas guerras de cosquillas quedé atrapado entre sus piernas, con mi cara metida en su concha. No sé si habrá sido mi edad, o la presión que ella ejerció con sus piernas para mantener mi cabeza en ésa posición, o que entre su pollera sentí por primera vez el olor de una mujer, pero ese hecho no se me borró nunca de la cabeza, y creo que empecé a mirar un poco más el aspecto de mi tía.
Al igual que mi madre, mi tía era alta, delgada, cabello castaño, y creo que sería linda, porque cuando a veces me iba a buscar al colegio, o venía a algún acto, los hombres la miraban.
Inclusive en algunos de mis siguientes cumpleaños, ya con la sensación de su olor en mi cabeza, noté que los hombres se le acercaban.
Sentí que me empezaba a hacer más grande, porque las cosquillas empezaron a hacerse más espaciadas, y yo empecé a tomar conciencia de sus otros atributos, sus pechos pequeños y parados, o cuanto se le marcaba la cola cuando se ponía sus jeans.
Yo estaba pendiente de cualquiera de sus movimientos para ver si podía “ver algo más”.
Mis pajas adolescentes me sorprendieron pensando en ella.
Cada vez que venía a mi casa de visita, eran evidentes mis escapadas al baño.
Un año que vino de vacaciones con nosotros, hasta me llegaron a hacer el comentario que si no salía del baño iba a volver pálido a Buenos Aires.
Mi tía, igual no le daba importancia, y siempre era mi compañera de paleta, o de tejos, de metegol o de lo que fuera.
Era una delicia, sentir que saltaba, me abrazaba y pegaba su cuerpo al mio, ante cada gol que hacíamos.
O verla agacharse para lanzar el tejo.
Yo ahora tenía completa conciencia de la belleza de su cuerpo, y no podía olvidarme de aquel olor que había sentido.
Yo era más bien callado y reservado, contrariamente a la personalidad de mi tía.
Ella llegaba a la playa, y a los cinco minutos ya conocía a todo el mundo, jóvenes y viejos.
Me llamaba insistentemente para formar parte de equipos de voley, tejos, paleta, o lo que fuera, todo el mundo se daba con mi tía Marta.
Las pocas chicas que conocí ése verano fue por intermedio de ella.
Ella armaba las rondas de mates, los partidos de truco, las guitarreadas.
Yo tenía 18 años, no era tímido, pero tampoco se me daba la de andar socializando con todo el mundo. Lo que más me gustaba era nadar. Así que muchas veces me metía solo, o al caer la tarde con los bañeros, para llegar lo más lejos posible.
Obviamente al volver, estaba esperándome mi tia Marta con el toallón y los mates, los cuales se expendían a lo bañeros.
Inclusive más de una vez ví como descaradamente mi tía abría sus piernas provocativamente, o se paraba para mostrarles la cola.
La vuelta de la playa era siempre lo mismo, clavarme una buena paja.
Pero fue al final de aquellas vacaciones que algo cambiaría para siempre.
En una de sus tantas visitas dominicales, en la ronda de los mates me preguntó:
“Y sobrino, no quedó ningún pescadito enganchado de las vacaciones??”
Medio me sonrojé, y le respondí:
“Por ahora nada, algo en el MSN pero nada más”
“Ayy, éstos chicos, mucho MSN, pero poca acción” “Menos chat y más chapar”
Siguió la ronda de mates, y yo no podía despegar la vista de la entrepierna de mi tía.
Es que en una de sus tantas idas y venidas, se había levantado, y su pollera me había permitido ver el hermoso triangulito de su bombacha blanca.
Ahora seguí a la caza, de otra oportunidad.
Supongo que ella se dio cuenta, porque con la excusa de no mancharse cebando mates, se colocó un repasador sobre las piernas.
Sin posibilidades, me fui a ver la tele.
Al rato, como siempre apareció mi tia, se sentó a mi a lado como para hacerme compañía.
“Que te pasa, sobrino que andás tan ausente?”
Creo que sin darme cuenta me confesé ante ella.
“Te acordás cuando me hacías cosquillas”
“Si es eso se soluciona fácil” me dijo y amagó a pasar sus manos por mis costillas.
“No es eso” “No sé si vos te acordarás, pero un día jugando quedé atrapado entre tus piernas” “En ése momento no me incomodó, pero ahora que soy más grande y me acuerdo, si”
Al escuchar mi confesión, se separó un poco de mi cuerpo como para poder contemplarme mejor.
Ella era una mujer de 37 años y yo su sobrino de 18.
“Hace mucho que te lo tenés callado” “Es normal, cuando un es chico no toma conciencia de muchas cosas, pero cuando crecemos el físico se vá dando cuenta de otras cosas”
“Igual no te preocupes, también va a llegar el tiempo en que todo eso que ahora sentís se vá a canalizar con alguna relación que puedas establecer”
Parecía que ella también se acordaba.
“Bueno vamos, que se viene otra ronda de mates” “No te quedes solo como un hongo”
Me tomó del brazo, me incorporó, y pasó su mano sobre mi hombro, así llegamos los dos a la mesa.
Mis padres decidieron ir al cine.
Mi tía se quedó para hacerme la gamba. Los dos queríamos ver el clásico del domingo.
Nos sentamos frente a la tele.
Galletitas y restos de torta del mediodia.
Y pasó lo inevitable.
Llegó un gol, y el abrazo correspondiente. Saltamos en el sillón. Yo me quedé abrazado a ella. No la solté.
Supongo que ella sintió mi erección.
No sé si por no herirme o qué, ella se dejó abrazar.
Me quedé así. Ninguno de los dos decía nada.
Sentí que de la vergüenza, se me empezaban a caer algunas lágrimas.
Tenía miedo que al separarnos, ella tomara conciencia de mi bulto, y la perdiera para siempre.
La congoja me invadía, ella lo notó y empezó a acariciarme la espalda. Como para consolarme.
Eso aumentaba mi excitación. Apoyé mi cuerpo más fuerte contra el de ella.
Apartó su cara, todavía me caían algunas lágrimas.
Acercó su boca, y apoyo sus labios sobre los míos. Yo intenté abrir mi boca, ella se apartó.
Segundos después volvió a acercar su boca a la mía y fue ella la que con su lengua comenzó a rozar mis labios.
Yo sólo apretaba mi cuerpo contra el suyo.
No nos decíamos nada.
Se apartó de mi cuerpo, tomó mi mano y la llevó a su entrepierna, con su mano me animó a que subiera por su muslo hasta tocarle la bombacha. Estaba húmeda.
Corrió el elástico, y llevó mis dedos hasta su vagina. Los frotó. Sentí como la yema de mis dedos absorbían su humedad.
“Era éste el olor que sentiste aquella vez?”
Llevé mis dedos hacia mi naríz, inspiré profundo y sentí la misma dulce alegría de aquella vez.
“Si”
Tomó mis dedos y me los introdujo en la boca,
“Probalos”,
Era un gusto raro, era el sabor de su concha.
Se quitó la blusa, el corpiño y la falda.
Ese triangulito blanco que había visto a la pasada, ahora era una pequeña tanga que apenas tapaba el cuerpo de mi tia.
Sus pechos era preciosos, con dos pequeños pezones rosados y parados.
Me ayudó a quitarme la ropa. Mis boxers estaban empapados. Pasó la mano por la bragueta y sujeto mi pija.
No sentamos. Ella comenzó a besarme suavemente en los labios, tocaba mi pija. Yo volví a acarciarle su vagina, me gustaba sentir la suavidad de su concha, los labios suaves y lubricados.
“No lo tomes a mal, pero hoy no vamos a coger. No sé si estoy preparada para eso. Pero te aseguro que no te vás a tener que pajear más pensando en mi” “Lo que te pueda dar, te lo voy a dar”
Entendí que para ella también era una sensación nueva, un riesgo y que me estaba dando todo lo que podía darme en ése momento.
Me sacó el boxer, y bajó su boca por mi panza, hasta llegar a la cabeza de mi pija. Se puso de costado de forma tal que yo podía acariciarla y disfrutar de su boca.
La introdujo en su boca. Pasó su lengua. Sus manos rítmicamente me pajeaban.
Sentí que estaba por acabar. Le avisé. A ella pareció no importarle, al contario, se concentró en chuparme la cabeza, hasta que estallé dentro de ella. Una pequeña arcada, pegó más sus labios a mi pija y tragó todo lo que salía. Se quedó unos instantes, con la pija metida en la boca, para asegurarse de que nada quedara fuera.
Mi corazón latía a mil.
Se apartó, y me dijo:
“Todo lo que te pueda dar, te lo voy a dar” “Quería que me acabaras en la boca”
Se sacó la tanga. Recostó su cuerpo un poco más contra el respaldar, llevó su cola más al borde del almohadón,
“Si te gusta, podés probar de darme lo mismo vos”
Me arrodillé entre sus piernas, e introduje mi cara entre sus muslos.
El olor era mucho más intenso que el de mis dedos.
Pasé mi lengua, el sabor acre de sus jugos, me excitó.
Se vé que no era un muy buen chupador, porque ella se ayudaba masturbándose en mi cara.
Yo sólo le pasaba la lengua. Le besaba el borde de sus labios.
Busqué meterle un dedo. Sentí que arqueba el cuerpo. Su cola se levantó del sillón.
Alternaba con la lengua y mi dedo. Ella se pajeaba. Sus dedos jugaban entre sus labios.
Me dijo que estaba acabando, que la chupara toda.
Metí mi boca, tratando de abarcar la mayor superficie de su concha. Empujé con m lengua lo más profundo que pude. Ella sacó sus dedos y tomó mi cabeza hundiéndola aún más dentro de su chocha.
Sus jugos aumentaron. Estaba acabando en mi boca.
Hice lo mismo que ella. Me quedé unos instantes, hasta que los espamos cesaron. Pasé mi lengua para que no quedara nada de su acabada fuera de mi boca.
Me senté a su lado. Los dos respirábamos agitadamente.
Se acercó. Esta vez si me dio un beso e introdujo toda su lengua dentro de mi boca.
Yo estaba volviendo tener una erección.
“Como vos entenderás, ésta también es una situación muy difícil para mi”
“Esto es lo máximo que puedo hacer hoy, y no me arrepiento, por eso y aunque parezca que no hay diferencia, coger con vos sería otra cosa, y no quisiera arrepentirme”
Se tiró en el sillón.
“Vení subite” “Apoyate sobre mi cuerpo desnudo”
Me subí. Sentí sus pechos. Me besó y buscó mi pija. Me puso de costado y fue ella la que comenzó a pacerme. Yo le besaba los pechos, la volvía a besar en la boca. Ella me pajeaba cada vez más fuerte.
“Venía, pajeate sobre mis tetas, para que sepas que me gusta recibir tu leche” “Quiero verte acabar”
Me arrodillé sobre su torso.
Mi mano subió y bajo un par de veces sobre el tronco de mi verga.
La leche se esparció por sobre sus tetas, inclusive un chorrito llego a su cara.
Ella me miró con ternura. Dejó mi leche sobre sus cuerpo. Bajó mi cabeza hasta encontrar mi boca.
“Voy a tratar de ser tuya, pero vayamos despacio”, susurró.
Miró el reloj.
“Si querés tenemos 15 minutos para bañarnos juntos, seguro que te vá a gustar”
El baño, fue como hacé muchos años atrás, caricias , cosquillas.
Aunque ahora que ya era más grande, mi tía también me besaba en la boca.
FINAL
Recuerdo que desde pequeño, era ella siempre la encargada de organizar algo. Ya fueran unas escondidas, la mancha, o la guerra de cosquillas.
Seis años menor que mi madre, siempre me pareció más cercana a mí. No porque mi madre fuera distante, pero ella no tenía que desempeñar el rol de educar, entonces se daba de lleno al rol de malcriar.
Películas fuera de hora, chocolates antes de comer, escapadas a la hora de la siesta, todo tenía como cómplice a mi tía Marta.
Ella era soltera, bastante pegada a mi madre, y con disposición a gastar algún dinero extra en su sobrino.
Vivía sola, y trabajaba en la parte de computación de una empresa multinacional, lo que aparentemente le permitía mantenerse “comodamente”
Su aspecto físico, nunca me llamó la atención.
Sólo me gustaba tenerla cerca.
Recuerdo que yo tendría unos diez años, y en una de las tantas guerras de cosquillas quedé atrapado entre sus piernas, con mi cara metida en su concha. No sé si habrá sido mi edad, o la presión que ella ejerció con sus piernas para mantener mi cabeza en ésa posición, o que entre su pollera sentí por primera vez el olor de una mujer, pero ese hecho no se me borró nunca de la cabeza, y creo que empecé a mirar un poco más el aspecto de mi tía.
Al igual que mi madre, mi tía era alta, delgada, cabello castaño, y creo que sería linda, porque cuando a veces me iba a buscar al colegio, o venía a algún acto, los hombres la miraban.
Inclusive en algunos de mis siguientes cumpleaños, ya con la sensación de su olor en mi cabeza, noté que los hombres se le acercaban.
Sentí que me empezaba a hacer más grande, porque las cosquillas empezaron a hacerse más espaciadas, y yo empecé a tomar conciencia de sus otros atributos, sus pechos pequeños y parados, o cuanto se le marcaba la cola cuando se ponía sus jeans.
Yo estaba pendiente de cualquiera de sus movimientos para ver si podía “ver algo más”.
Mis pajas adolescentes me sorprendieron pensando en ella.
Cada vez que venía a mi casa de visita, eran evidentes mis escapadas al baño.
Un año que vino de vacaciones con nosotros, hasta me llegaron a hacer el comentario que si no salía del baño iba a volver pálido a Buenos Aires.
Mi tía, igual no le daba importancia, y siempre era mi compañera de paleta, o de tejos, de metegol o de lo que fuera.
Era una delicia, sentir que saltaba, me abrazaba y pegaba su cuerpo al mio, ante cada gol que hacíamos.
O verla agacharse para lanzar el tejo.
Yo ahora tenía completa conciencia de la belleza de su cuerpo, y no podía olvidarme de aquel olor que había sentido.
Yo era más bien callado y reservado, contrariamente a la personalidad de mi tía.
Ella llegaba a la playa, y a los cinco minutos ya conocía a todo el mundo, jóvenes y viejos.
Me llamaba insistentemente para formar parte de equipos de voley, tejos, paleta, o lo que fuera, todo el mundo se daba con mi tía Marta.
Las pocas chicas que conocí ése verano fue por intermedio de ella.
Ella armaba las rondas de mates, los partidos de truco, las guitarreadas.
Yo tenía 18 años, no era tímido, pero tampoco se me daba la de andar socializando con todo el mundo. Lo que más me gustaba era nadar. Así que muchas veces me metía solo, o al caer la tarde con los bañeros, para llegar lo más lejos posible.
Obviamente al volver, estaba esperándome mi tia Marta con el toallón y los mates, los cuales se expendían a lo bañeros.
Inclusive más de una vez ví como descaradamente mi tía abría sus piernas provocativamente, o se paraba para mostrarles la cola.
La vuelta de la playa era siempre lo mismo, clavarme una buena paja.
Pero fue al final de aquellas vacaciones que algo cambiaría para siempre.
En una de sus tantas visitas dominicales, en la ronda de los mates me preguntó:
“Y sobrino, no quedó ningún pescadito enganchado de las vacaciones??”
Medio me sonrojé, y le respondí:
“Por ahora nada, algo en el MSN pero nada más”
“Ayy, éstos chicos, mucho MSN, pero poca acción” “Menos chat y más chapar”
Siguió la ronda de mates, y yo no podía despegar la vista de la entrepierna de mi tía.
Es que en una de sus tantas idas y venidas, se había levantado, y su pollera me había permitido ver el hermoso triangulito de su bombacha blanca.
Ahora seguí a la caza, de otra oportunidad.
Supongo que ella se dio cuenta, porque con la excusa de no mancharse cebando mates, se colocó un repasador sobre las piernas.
Sin posibilidades, me fui a ver la tele.
Al rato, como siempre apareció mi tia, se sentó a mi a lado como para hacerme compañía.
“Que te pasa, sobrino que andás tan ausente?”
Creo que sin darme cuenta me confesé ante ella.
“Te acordás cuando me hacías cosquillas”
“Si es eso se soluciona fácil” me dijo y amagó a pasar sus manos por mis costillas.
“No es eso” “No sé si vos te acordarás, pero un día jugando quedé atrapado entre tus piernas” “En ése momento no me incomodó, pero ahora que soy más grande y me acuerdo, si”
Al escuchar mi confesión, se separó un poco de mi cuerpo como para poder contemplarme mejor.
Ella era una mujer de 37 años y yo su sobrino de 18.
“Hace mucho que te lo tenés callado” “Es normal, cuando un es chico no toma conciencia de muchas cosas, pero cuando crecemos el físico se vá dando cuenta de otras cosas”
“Igual no te preocupes, también va a llegar el tiempo en que todo eso que ahora sentís se vá a canalizar con alguna relación que puedas establecer”
Parecía que ella también se acordaba.
“Bueno vamos, que se viene otra ronda de mates” “No te quedes solo como un hongo”
Me tomó del brazo, me incorporó, y pasó su mano sobre mi hombro, así llegamos los dos a la mesa.
Mis padres decidieron ir al cine.
Mi tía se quedó para hacerme la gamba. Los dos queríamos ver el clásico del domingo.
Nos sentamos frente a la tele.
Galletitas y restos de torta del mediodia.
Y pasó lo inevitable.
Llegó un gol, y el abrazo correspondiente. Saltamos en el sillón. Yo me quedé abrazado a ella. No la solté.
Supongo que ella sintió mi erección.
No sé si por no herirme o qué, ella se dejó abrazar.
Me quedé así. Ninguno de los dos decía nada.
Sentí que de la vergüenza, se me empezaban a caer algunas lágrimas.
Tenía miedo que al separarnos, ella tomara conciencia de mi bulto, y la perdiera para siempre.
La congoja me invadía, ella lo notó y empezó a acariciarme la espalda. Como para consolarme.
Eso aumentaba mi excitación. Apoyé mi cuerpo más fuerte contra el de ella.
Apartó su cara, todavía me caían algunas lágrimas.
Acercó su boca, y apoyo sus labios sobre los míos. Yo intenté abrir mi boca, ella se apartó.
Segundos después volvió a acercar su boca a la mía y fue ella la que con su lengua comenzó a rozar mis labios.
Yo sólo apretaba mi cuerpo contra el suyo.
No nos decíamos nada.
Se apartó de mi cuerpo, tomó mi mano y la llevó a su entrepierna, con su mano me animó a que subiera por su muslo hasta tocarle la bombacha. Estaba húmeda.
Corrió el elástico, y llevó mis dedos hasta su vagina. Los frotó. Sentí como la yema de mis dedos absorbían su humedad.
“Era éste el olor que sentiste aquella vez?”
Llevé mis dedos hacia mi naríz, inspiré profundo y sentí la misma dulce alegría de aquella vez.
“Si”
Tomó mis dedos y me los introdujo en la boca,
“Probalos”,
Era un gusto raro, era el sabor de su concha.
Se quitó la blusa, el corpiño y la falda.
Ese triangulito blanco que había visto a la pasada, ahora era una pequeña tanga que apenas tapaba el cuerpo de mi tia.
Sus pechos era preciosos, con dos pequeños pezones rosados y parados.
Me ayudó a quitarme la ropa. Mis boxers estaban empapados. Pasó la mano por la bragueta y sujeto mi pija.
No sentamos. Ella comenzó a besarme suavemente en los labios, tocaba mi pija. Yo volví a acarciarle su vagina, me gustaba sentir la suavidad de su concha, los labios suaves y lubricados.
“No lo tomes a mal, pero hoy no vamos a coger. No sé si estoy preparada para eso. Pero te aseguro que no te vás a tener que pajear más pensando en mi” “Lo que te pueda dar, te lo voy a dar”
Entendí que para ella también era una sensación nueva, un riesgo y que me estaba dando todo lo que podía darme en ése momento.
Me sacó el boxer, y bajó su boca por mi panza, hasta llegar a la cabeza de mi pija. Se puso de costado de forma tal que yo podía acariciarla y disfrutar de su boca.
La introdujo en su boca. Pasó su lengua. Sus manos rítmicamente me pajeaban.
Sentí que estaba por acabar. Le avisé. A ella pareció no importarle, al contario, se concentró en chuparme la cabeza, hasta que estallé dentro de ella. Una pequeña arcada, pegó más sus labios a mi pija y tragó todo lo que salía. Se quedó unos instantes, con la pija metida en la boca, para asegurarse de que nada quedara fuera.
Mi corazón latía a mil.
Se apartó, y me dijo:
“Todo lo que te pueda dar, te lo voy a dar” “Quería que me acabaras en la boca”
Se sacó la tanga. Recostó su cuerpo un poco más contra el respaldar, llevó su cola más al borde del almohadón,
“Si te gusta, podés probar de darme lo mismo vos”
Me arrodillé entre sus piernas, e introduje mi cara entre sus muslos.
El olor era mucho más intenso que el de mis dedos.
Pasé mi lengua, el sabor acre de sus jugos, me excitó.
Se vé que no era un muy buen chupador, porque ella se ayudaba masturbándose en mi cara.
Yo sólo le pasaba la lengua. Le besaba el borde de sus labios.
Busqué meterle un dedo. Sentí que arqueba el cuerpo. Su cola se levantó del sillón.
Alternaba con la lengua y mi dedo. Ella se pajeaba. Sus dedos jugaban entre sus labios.
Me dijo que estaba acabando, que la chupara toda.
Metí mi boca, tratando de abarcar la mayor superficie de su concha. Empujé con m lengua lo más profundo que pude. Ella sacó sus dedos y tomó mi cabeza hundiéndola aún más dentro de su chocha.
Sus jugos aumentaron. Estaba acabando en mi boca.
Hice lo mismo que ella. Me quedé unos instantes, hasta que los espamos cesaron. Pasé mi lengua para que no quedara nada de su acabada fuera de mi boca.
Me senté a su lado. Los dos respirábamos agitadamente.
Se acercó. Esta vez si me dio un beso e introdujo toda su lengua dentro de mi boca.
Yo estaba volviendo tener una erección.
“Como vos entenderás, ésta también es una situación muy difícil para mi”
“Esto es lo máximo que puedo hacer hoy, y no me arrepiento, por eso y aunque parezca que no hay diferencia, coger con vos sería otra cosa, y no quisiera arrepentirme”
Se tiró en el sillón.
“Vení subite” “Apoyate sobre mi cuerpo desnudo”
Me subí. Sentí sus pechos. Me besó y buscó mi pija. Me puso de costado y fue ella la que comenzó a pacerme. Yo le besaba los pechos, la volvía a besar en la boca. Ella me pajeaba cada vez más fuerte.
“Venía, pajeate sobre mis tetas, para que sepas que me gusta recibir tu leche” “Quiero verte acabar”
Me arrodillé sobre su torso.
Mi mano subió y bajo un par de veces sobre el tronco de mi verga.
La leche se esparció por sobre sus tetas, inclusive un chorrito llego a su cara.
Ella me miró con ternura. Dejó mi leche sobre sus cuerpo. Bajó mi cabeza hasta encontrar mi boca.
“Voy a tratar de ser tuya, pero vayamos despacio”, susurró.
Miró el reloj.
“Si querés tenemos 15 minutos para bañarnos juntos, seguro que te vá a gustar”
El baño, fue como hacé muchos años atrás, caricias , cosquillas.
Aunque ahora que ya era más grande, mi tía también me besaba en la boca.
FINAL
16 comentarios - Mi tia siempre jugó conmigo
Yo pase por tu post..vos.pasaste por el mio?
¡¡¡¡¡¡...el comentar es dejar tu huella en el post...!!!!!
🙎♂️ 🙎♂️ 🙎♂️ 🙎♂️ 🙎♂️
me encanto..
Gracias.
IDEM