A pedido de innumerables reclamos poringueros, aca les dejo la segunda parte de este relato:
LA PELIRROJA DEL TREN... (2° Parte)
(Primera parte en: http://www.poringa.net/posts/relatos/1063653/La-pelirroja-del-tren.html)
- ¡Vení, no seas malita… dame ese culo precioso!!
- Ay no... déjen...me... ¡el oje...tito no!!... ¡¡ay chi...cos... no me lo cojan!! – el barbudo se estiró y mordió mis cachetones, los palmeó deseoso, el tipo de costado miró asombrado las dimensiones de la cola
- ¡¡Qué culo tan parado!!... ¡¡qué mujer!!!... qué redondeles preciosos...
- ¿Te gusta ese culo viejo?
- Es increíble pibe... – sonrió baboso – ¡Es el mejor culo que he visto en toda mí vida!!... no puedo creer que le salga de la cintura tan redondo… tan parado...
- ¿Te gustaría saboreárselo?
- Claro... si… se lo mordería... se lo olería… ¿enserio que me van a convidar de ese pan dulce? – rió alegre y estúpido. Se acercó pero el barbudo lo empujó riendo
- Después... ahora tenemos que partirla nosotros… – el hombre se pasó la mano por la frente
- Ay no sea así... ayúdeme... haga algo... – rogué – ¡Mire los pijos que tienen y yo... ay yo no lo hago por ahí!!... – sonrió como un tonto, a pura cobardía se enrolaba cómplice en la vereda errónea. Me moví incómoda, ellos sentados a mis espaldas, lamían la cola, tenía un chico en cada cachete, los abrían y cerraban riendo como locos, excitados y abrumados ante tanta carne escandalosa.
- Señora se la van a coger bien cogida por ese ojete increíble que tiene...
- ¡¡Ay no!!... no tengo experiencia por allí, me van a maltratar... – dije asustada, el Tano metió la lengua en el ano… y me escandalizó eso. Mil cosas se mezclaban en mi mente, temores, deseos… todo se marcaba lúcido para perderse en algo global que me dejaba hormigas en el vientre. Se confundían los olores, los gruñidos y ayes… todo era humedad, saliva, sólo músculos tensándose y carne rebotando. Quería que me claven y a la vez detestaba que lo hicieran. Me sentía a kilómetros de cualquier realidad… lejos de toda cordura y sin embargo se insinuaba la racionalización que un violador no busca que la victima goce… y yo lo estaba haciendo… sus lenguas me adoraban. Eso hacían… – ¡Chicos... ay!!... ¡no me metan la lengua... en el cu...lo!!... – susurré
- Me encanta saborearte el ojete... ¡¡qué culo cochino y oloroso tenés pelirroja!!...
- ¡Me parece que nos vas a cagar las vergas!!...
- ¡Degene...ra...dos!!.... ¡ay!!... ¡se van a ir al infierno por sucios!!... – me escandalicé mimosa, aterrada, puta, perdida, contradictoria. Tuve deseos de sentarme yo misma en una de sus pijas duras
- ¡Qué boludo el marido!!... ¡no se la coge por el ojete por la religión que tiene!!... ¿y usted don que le haría?
- Se la daría por el culo cada que se me para la pija... ¡qué desperdicio!!.... – comentó aflojándose la corbata mientras reía incrédulo. Transpiraba horrores – ¡No lo entiendo!!... ¿así que el marido que podría disfrutarla a sus anchas no se la coge?
- ¿No es así nena?... no es cierto que tu marido no te marronea?
- Es verdad... – balbuceé
- Nena arrodillate al lado del viejo... – ordenó el Tano
- ¡¡No!!... no que me lo van a partir en dos!!... – me dejé caer encima del barbudo, su pijo acarició mis nalgas
- No doy más... – se conmovió enloquecido – Siento tu enorme cola redonda en mis piernas y tengo la verga dura... ¡¡dame el ojete!!... ¡no aguanto más tener la pija afuera teniéndote con el orto oloroso al aire!!
- ¡No, chicos... ¡no!!... no me rompan el culo... – pero no iban a escucharme, no tenían deseos de perderse tamaña cola. El Tano me paró y me hizo arrodillar sobre el asiento junto al hombre. Con fuerza cerró mis piernas para que la colota se distienda. Agobiado tembló
- ¡¡Qué pedazo divino de culo!!... – gruñó cacheteando las carnotas
- ¡Ay chicos no me dejen con el culo indefenso... aía no!!... déjenme... – gemí sabiéndome perdida.
- Oh qué marroniada te voy a pegar pelirroja...
- Tenganme piedad... por dios…– sollocé, pero en esa posición lo que verían no los llevaría a sentir precisamente piedad.
- Viejo... ¿ahora podés ver lo redondo que lo tiene?... – preguntó el Tano casi disfónico por la excitación
- Si pibe... es un milagro de curvas esta mujer... ya no se ven hembras así!!... cómanse ese pan dulce!!… – lo miré, estaba rojo, transpirado, su rostro desencajado
- Viejo… ¿se merece un pija por aquí?...
- Claro... una buena pija chicos... bien metida hasta los huevos... – se atoró hablando. El Tano separó las nalgas con ambas manos. Miró al hombre mayor
- ¡Y vos como le decis a este mundo de carne? – preguntó
- Pan dulce pibe…– rió estúpido
- ¿Queres comer un poco?... acercate a mirar si queres… – el hombre era gordo y bajo. Se acercó alegre, histérico
- ¿Alguna vez la metiste en un culo así?
- ¡No!!... ¡la verdad que no!!
- ¿Y a qué te dedicás?
- Soy empleado... trabajo en un banco... – se pasó la mano por la frente
- ¿Entonces sos un terrible cagador!!... – el Tano rió con fuerza – ¿Y cómo te llamás?
- Alberto Giamondi – resopló temblando
- Así que sos un empleado de mierda, que nunca se cogió a una buena hembra!!...
- Y no pibe… ¿me vas a convidar un poquito de pan dulce?... – rogó con risa de rata
- Sentate – ordenó el barba. El hombre regresó al lugar que ocupara
- Salgan... chicos... ¡ya me la pusieron por la concha!!... – repliqué molesta
- ¿La escuchás viejo?... ¡aún no se entera que el ojete que tiene es un manjar para cualquier macho!! – el hombre asintió, miró mis ojos y sonrió cobarde
- ¡No quiero!!... ay por favor... ayúdeme!!... – supliqué. Las manos de los muchachos abrieron las nalgas
- ¡¡Oh, mirá esto!!... – ladró el barbudo, el otro se alejó hacia atrás
- ¡Qué carnes... es un mundo... y ese confite en el medio… es un pan dulce rico como dice ese viejo de mierda!!...
- Mirá si lo tendrá grande que así de agachada no se le ve el ojete... los cachetes del culo lo siguen escondiendo... ¡nunca había visto eso!!... ¿y vos jovato?
- Tampoco... ¡tiene el culo más fabuloso del universo!!... y mirá que he visto culos pibe!
- ¿Muchos viejo?
- Y sí... de joven... pero esta mujer es única... – suspiró
- ¡Qué turra!!... no tiene un defecto a pesar de los kilos de carne... no? – pareció sollozar el barbudo
- Ni uno... – agregó el viejo – Me encanta esa piel tan rosa... y esos lunares que se le pierden en la zanja...
- ¡Uy don Alberto!!... – rió el Tano – ¿A ver si le da un ataque?... – advirtió malsano. Me removí asustada. Y me sentí víctima. Sin personalidad. Ahora todo en ellos me asustaba – ¡Vamos a culiarla... yo primero!!...
- ¡No yo!!... ¡quiero partírselo yo!!... – dijo el barbudo con voz ronca – Vos abrile los cachetes que se la mando hasta los huevos!!...
- ¡No!... ¡no cometan ese sacrilegio... por favor!!! – rogué, como respuesta sentí al Tano separar las carnotas y hundir su cara en la zanja que aún se apretaba repleta a pesar de la postura
- ¡Es increíble!!... ¡oh como me calienta el olor de este cu...lo!!... – sus manos en los costados de los glúteos eran garras que se hundían en la carne – Mirá boludo…– abrió las nalgotas y apartó el rostro – El ojete es como una rayita rosa y chiquita…
- Chicos no... ¡basta!!... me asustan... ahora me dan miedo... – lloriqueé sincera
- ¡Qué bestia esta mujer!!... – suspiró el hombre mayor – ¡Díganme si lo más lindo que tienen las hembras no es el culo!!
- Seguro viejo... – respondió el Tano – Y a esta se le fue la mano... ¡la habrán sacado de ahí cuando nació? – rieron como imbéciles, el Tano hizo rebotar los cachetes contra sus mejillas, su nariz respiraba en mi ano, gemía de gusto
- Che dale... a ver si la pelirroja se raja un pedo... – dijo sucio el barbudo
- Degenerados... ¡dios... no lo puedo creer!!... esto es violación... – sollocé aterrada – Dijeron que no eran violadores!!...
- ¡Sí nena!!... esto es una violación... es una partidura de ojete... es una buena pija por el culo... es un buen choto en el orto... ¡¡llamalo como quieras!!... – afirmó el Tano parándose y golpeando mis carnotas – ¡¡Mirá como le rebotan barbudo!! – se quedaron mirando azorados – ¿Tiramos una moneda? – preguntó sacando una
- Cara!!... – gritó el otro. La lanzó al aire y la tomó en las manos
- Es cara... ¡qué hijo de puta barbudo.... vas vos primero!! – asintió molesto
- No... ¡por dios... no!!... – lloriqueé – ¡Ay!!... don Alberto no sea cómplice de esto... por dios!!... ¡ayúdeme!!... me van a coger por el culo...
- ¿Qué quiere que haga señora?... me cagarían a palo... – explicó incómodo, mi mirada pareció conmoverlo.
- ¡¡Me lo van a romper!!... ¡ay!... estos hijos de puta me lo van a romper – sollocé
- ¡No jodás culona que te va a encantar!!... dale suertudo, dásela – el barbudo abrió mis cachetes, su dura pijota recorrió las nalgas indefensas, gritó de placer al tocar las carnes que saltaron por su intromisión. La porrota estaba caliente y mojada en gotitas que anunciaban el semen. Rogué que acabe, su rápida eyaculación me liberaría del tormento
- ¡Oh qué placer acariciar estas paredes culeras!! – musitó perdido
- ¡Dale boludo... que no doy más!!... – ordenó el otro esperando su turno. Miré el rostro del hombre descompuesto en lascivia, la cabezota se apretó en la roseta hundiéndola sin conseguir entrar
- ¡¡Qué apretadito lo tiene!!...
- ¡No dejame!!... ¡¡ay chicos que por ahí no se hace... – supliqué
- ¡Dale fuerte... dale!!... – lo incitó el Tano apoyando ambos brazos en mi espalda para que no me mueva. El pijo presionó con fuerza sin poder ingresar al reducto pequeño
- ¡Oh!!... ¡esto es mara...villo...so... uy boludo... me va a hacer acabar afuera esta turra!!
- ¡No se lo mirés tarado!!...
- ¿Y cómo hago para no mirar este culo?... es único... ¡¡oh!!... – sollozó pellizcando las carnes
- ¡Salí... ne...ne!!... ¡¡ay... basta!!... – mi voz gimiente pareció excitarlo aún más; hizo toda su fuerza.
- ¡¡Uy tomá!! – gritó… y la cabezota se hundió. Mis movimientos retaceantes terminaron en ese instante. Me faltó el aire. Un sonido ronco partió de mi pecho, el ojetito se abrió atrapando la cabezona como un guante. Esto era el final… el límite, el deseo de ellos y no el mío.
- ¡¡¡Ay!!!... ¡¡no!! – grité ensartada cuando el aire me llegó costoso. Y sentí pánico
- ¡Ah!!... ¡ne...na!!... ¡te la pu...se… por el ojete!!... ¡¡oh que placer!!.. – una especie de temblor lo cubrió. El dolor era desgarrador, inaudito, innecesario. Esto era lanzarse a lo escandaloso… hacia gemires y miedos. Era un caer interminable hacia lo despiadado. Cada embate que llegaba sin la espera necesaria, me robaba el aire, me rompía, me horadaba, me llenaba, me colmaba...
- ¡Ay por fa...vor!!... ¡no!!... aía!!!... – grité alborotada, fue un chillido el que tardó en salir de mi garganta, mi boca se abrió buscando aire – ¡¡Ay... me lo rom...pis...te!!... – y los rostros que veía lucían maravillados con la hazaña
- ¡¡La culona pelirroja se comió la cabe...za… de mi choto!! – balbuceó incrédulo el barbudo
- Ay!!... mí cu...lo!!... ¡no!!... – por encima del hombro lo miré desesperada, angustiada, culiada. Vi las nalgas rechonchas y su cuerpo transpirando mares. Y sentí ganas de cagar
- ¡¡Huy... qué di...vi...no... se la metí por el orto!! – gruñó baboso
- ¿A ver como se la diste? – el Tano con fuerza separó las nalgas para ver como el ano apretaba la cabezota del pene
- ¡¡Uy boludo!!... qué hermoso debe ser... meterse en ese hoyito!!...– rió caliente – ¡Mirá como se enrosca el ojete en tu bicho!!
- Ay!!... ¡¡Sa...ca...la... nene!! – el dolor me escandalizó cortante, terrible. Desesperada comencé a moverme para zafar de mi verdugo pero el movimiento de la cola lo exasperó.
- ¡¡Uy que pandulzote que tenés!!... – dijo embobado apretando mis asentaderas
- ¡Aía!!... no seas malo... sa...ca...la… ¡ay!!... – imploré, sus gruñidos animalescos llenaron de humillación mis oídos. Ahora sólo era un objeto para saciarlos, una cola, un agujero sexy, algo que podían mancillar a gusto. Miré desesperada por alguien que me ayude, no había quien pudiera hacerlo; sólo mis verdugos, sólo esos tres enfermos de placer por mi parte trasera. Sólo sus mugrosos pijos y el calor, sólo el traqueteo incesante del tren y sus olores... sus gruñidos... sus interjecciones de admiración y mi pulposo culo roto
- ¡¡Nunca me cogí una yegua así... tan culona... ¡tan repleta de carne en esta parte!! – gritó el barbudo irreverente. Se tomó de mis caderas y con fuerza clavó medio pijo, grité y lloriqueé por el ensarte
- Ay... ¡¡bas...ta!!!... ¡¡ay... chí...cos... mí cu...lo!!!... – musité repleta de pijota
- Mirá como se queja... como sufre... como entrega ese culo gordo y cagón!!... ¡¡huy me calienta!! – aulló el Tano golpeándome una nalga
- Muchachos la lombriz está bien clavada en el anzuelo... buena pesca – dijo el viejo riendo
- Tiene razón... si se mueve como una lombriz ensar…tada... – también rió sucio el barbudo
- Déjenme... me matan... ¡¡ay sa...ca...me...la... del cu...lo!! – supliqué
- Oh pelirroja como me entregás el marrón... me metí en tu culito dulzón
- Qué soy ca...sa...da... ¡¡Aía!!!... ¡ay... dejá...me... no!!...
- Cométela... puta... ¡oh!!... tu chan...cho… culo rosa rueda en mi cho…ta… – gruñó dándome su virilidad y calentura
- Ay señor Alber...to... aía!!... ¡ayú...de...me!!... me due...le... ¡¡ay!!... ¡me matan!!!...
- Aguántela señora… relájese… hágame caso… – dijo colorado. Gimiente lo miré aterrada. Llevé una mano a su brazo derecho, sus ojos enrojecidos miraban mi cola que rebotaba en cada golpe
- ¿Te calienta ver como la culea mí amigo, viejo? – preguntó el Tano
- Claro... – como si le hubieran dado permiso para mirar se puso de costado enfrentando lo que lo colmaba de deseo
- ¿Y se te para banquero?...
- Como un caño pibe... ¡mirá el culo que tiene!!... – enfrentó mis ojos avergonzado
- Dege...ne...rado!!... – le reproché molesta, mi verdugo se movía desesperado. Todo era rebotes y embates, mis ayes de dolor y los gemidos de placer del muchachote que me abusaba. Sentí el olor de mi culo y de su pijo
- ¡¡Bas...ta... nene!!... ¡ay!!
- Tomala... ¡oh!!... ya casi la tenés toda por el orto... ¡¡che Tano no puedo creer que se la puse por el ojete!!... mirá como le salta... ¡¡mirá como le bailan las carnes traseras a esta puta... ¡¡uy que yegua!!... ¡qué mina culona!!... ¡¡nena qué lindo marrón que tenés!!... – dijo enfermo. Sentía además de dolor y temor… vergüenza. Mi mirada se clavó resignada en los ojos de Alberto que excitado me miraba sin saber que decir o hacer. El palote de carne ingresó integro en el ano, sentí los testículos golpear en la roseta
- Ay... porquería... ¡ay!!... me lo par...tis...te... – sollocé angustiada
- Sí... ¡¡oh sí!!... tu culito se robó mi verga... – y rieron excitados, él se quedó paralizado haciendo toda su fuerza. El pene gordo y duro era una barra cálida y firme que se abusaba sin lástimas ni contemplaciones
- Como se lo guardaste pibe... ¡qué placer debés sentir!! – comentó Alberto nervioso
- Es genial... ¡¡uy quiero vivir en este culo!!... ¡¡en este sabroso cu...lo!! – bramó palmeando los nalgones
- ¡Ay!!... oh!!... basta... – lloriqueé humillada
- Tiene carita de cordero en el matadero… – rió Alberto
- ¡¡Me la estoy carneando a la muy cerda!!... me la carneo por el culo… por su oloroso culo de peli…rroja!!... – se removió afiebrado, incoherente, imbécil
- Sa...ca...la... ay!!... nene... me ma...tás!!
- Dejame a mí barba... – pidió el Tano ansioso, disfrutando de antemano por lo que le esperaba
- Esperá Tano... ¡oh!!... esperá!!... – gimió apretando mis ancas
- ¡¡Usted disfru...ta… al ver… co...mo… me… co...gen!!... – dije mirando al hombre de corbata
- Yo...
- Usted es peor que ellos... ¡¡ay!!... – mi mirada se clavó en los ojos codiciosos del hombre, mi boca entreabierta en gemidos musitaba palabras doloridas
- ¡Oh qué ojete!!... ¡oh qué mujer!!... ¡esto si que es partirse un buen culo!! – gimió el barbudo, un chorro caliente de esperma me inundó la cola
- ¡¡Ay ne...ne!!!... – gemí
- Ugh!!... que casi aca...bo... – lloriqueó desesperado – ¡¡Uy boluda!!!... ¡que...date quie...ta!!... – temiendo su enojo me quedé inmóvil, el semen calmó el dolor de mi afiebrado túnel
- Viejo... ¿te gustaría dársela? – preguntó el Tano – ¿Querés comer un poquito de pan dulce?
- ¡Sí!... oh sí... ¡¡por favor!!... – me miró despejando sus culpas como si fuera obligado al abuso
- A ver vos barba… sacala!!... – ordenó. El hombre se desprendió el pantalón, el sexo mediano surgió erecto, inmundo, listo. Su rostro una máscara lujuriosa, como un imbécil reía baboseándose
- No me hagan esto... ¡basta!!... ¡por favor!!...
- Es que el pobre hombre te desea... – susurró el barbudo ronco, mientras me ensartaba con movimientos bruscos. Gruñía y suspiraba sacudiendo incrédulo su cabeza a los costados expresando placer, desconcierto, saña
- Dejame a mí... mirá que despelote de carne pelirroja... cuánta carne de culo que me espera!!... ¿cómo es ese ojete por dentro barba?
- Mara...vi...llo...so, sua...ve... me la aprieta... ¡oh... qué culiada!!... – el Tano lo sacó empujándolo
- Pará Tano... dejámela otro poco no seas boludo!!...
- Ya está... – le marcó firme apartándolo con fuerza, sentí calma al ser liberada
- Veamos que hace el viejo... – invitó el Tano, el hombre mayor se paró, respiraba pesado su ansiedad y malicia. Los muchachos se miraron riendo
- ¿De verdad me dejan este culo para mí?... – preguntó baboso, servil, ventajero. Gemí
- Claro… ¿acaso no querías comer de ese pan dulce rico? – rió el Tano disfrutando el momento. El asqueroso abusador cobarde se puso a mis espaldas, era una rata aprovechando su oportunidad
- No sea así... por favor... ¡usted no!!!
- Pero parece que la culona no te quiere... – musitó el Tano, el hombre rió como tonto
- ¡Si le debe gustar la culiada!!... – gimió manoteando mis nalgas, un grito ahogado de placer partió de su pecho
- ¡No chicos!!... no dejen que me agarre...
- ¡Qué culo firme… suave!!... ¡¡nunca toque algo así muchachos!!... – olía a transpiración, sentí su respirar agitado. El no sabía que hacer, enfermo se agachaba para mirar las nalgas, su rostro las rozaba para elevarse luego y acariciarlas con su inmundo pijo
- ¡Estás como loco viejo!!... – pareció sorprenderse el barbudo – ¿No sabés que hacerle a esa maravilla?... ¿cuánto hace que no la metés en un buen culo?
- Mucho... pero como este pan dulce no hay!!… qué rico!!… qué lleno!!… – por encima de mi hombro lo miré con odio
- Che viejo... ¡a vos me parece que te gustaría saboreárselo... no? – preguntó el Tano, el viejo rió malsano
- ¡Sí... claro!!... – replicó sucio. Depositó una mano en cada hemisferio dejándose caer de rodillas, temblaba lujurioso, perturbado
- ¿Le vas a saborear el culo?
- ¿Puedo?... ¿puedo oler este pan dulce tan sabroso?...– preguntó mezclando temor y deseo. Y no era a mí a quien le pedía ese permiso. Sentí su aliento en la zanjota
- Dale viejo que estoy caliente por metérsela!!... – ordenó el Tano. El hombre separó los cachetones. Gritó embelesado, lloriqueó
- ¡Qué culo!!... – soltó los hemisferios que rebotaron
- ¡¡Salga!!... déjeme!! – grité. Nuevamente abrió la cola, su lengua con desesperación recorrió mi zanjota, apasionado besó el ojetito
- ¿Te gusta viejo?... ¿está rico el pan dulce?... – preguntó el barbudo
- Rico… sabroso… oloroso… ¡¡no lo puedo creer muchachos!!... ¡uy gracias!!... gracias!!... ¡qué ojete!!!.. ¡qué nalgones redondos... suaves!!... – apretó su cabeza con las paredes enormes de las nalgas; lo sentí suspirar, mascullar incoherente, oler perdido de placer y lascivia
- Bueno... ¡ya está viejo, metésela!! – lo frenó el Tano molesto
- ¡¡No lo dejen... sáquenlo!! – rogué furiosa. Atorándose se paró y abrió la cola
- Pero... ¡¡no se lo toqués!!... – ordenó el Tano – Mandásela pero sin tocarla – agregó. Los miró desesperado
- ¿Qué?... – preguntó sollozando como una rata – Pero... ¡no voy a poder muchachos!!... con toda la carne que tiene esta mujer... no voy a poder, los cachetes se le cierran... – dijo angustiado
- ¡¡La tocás otra vez y te parto la cara!!... – amenazó el barbudo – Ponete los brazos en las gambas!! – el hombre puso sus manos a los costados de sus piernas, afirmándose goloso y caliente para ensartarme en su pijo.... su sexo no encontraba el ano aunque se esforzaba sollozante
- ¡Oh qué carnes!!... ¡qué culo!!... ¡que pan dulce tan carnoso!!… – musitó atónito, enfermo, basura… y lloré de humillación, de rabia… sentía su respirar pesado, el pijo cálido y asqueroso intentando meterse. Lo espié, su boca se abría babeante, el rostro rojo. Se apoyaba pero el pene perdido entre los cachetes abundantes no encontraba el sitio justo, lo tocaba resbalando. Simplemente no podía. Y me encantó su fracaso
- Se te termina el tiempo viejo... ¿qué hacés?... ¿te la culiás o no??
- ¡Sí... ya se la doy muchachos!!... – rogó – ¡Ya le encuentro el ojete!!... – se removió desesperado
- Me parece que nos hacés perder el tiempo... y la culona se aburre viejo...
- ¡Cómo me aprieta el choto con las nalgas!!... ¡¡Oh muchachos... qué culo divino!!... – gimió fuera de sus cabales, cuando encontró el ano presionó pero me moví y nuevamente perdió su oportunidad – ¡¡Oh!!... no... dámelo turra... entregame el ojete!!... – gritó furioso, sus manos desesperadas tomaron las nalgas para separarlas, el Tano lo empujó a un costado con fuerza
- ¡Sentate... salí!!... ¡sos un tarado para coger!! – le gritó molesto
- Pero pibe no... ¡no!!... por favor si ya casi la tenía... – suplicó, su rostro era una máscara de desesperanza. El Tano se acercó a mí
- Ahora vas a ver como se coge un buen culo – se agachó y separó los nalgones – ¿Qué voy a hacerte nena? – susurró besando la roseta del ano
- Desgraciado... – repliqué sabiendo que no tendría la mínima oportunidad… y decidí relajarme, si recibía tensa su vara nuevamente sufriría como loca
- Tu olor es más fuerte, más dulzón... me calienta... – musitó enfermo de placer. Miré a los ojos al hombre que se peinó exasperado y le sonreí disfrutando su desdicha, su pijo estaba muy duro… se merecía ese padecer – Pelirroja divina... ahora te voy a partir en dos el ojete... – gimió el Tano tembloroso chuponeando enfebrecido en los cachetes. Se irguió y apoyó el pene. Presionó, la cabezota se hundió íntegra sin encontrar resistencia
- ¡Ay!!... – me escandalicé dolorida por la intromisión irrespetuosa
- Nena qué placer... ¡¡uy qué buen culo tenés!!... – sollozó embelesado. Su banano era más grande que el de su amigo, caliente y firme buscó saciarse en mi hoyo pequeño y prieto
- ¡¡Aía... ma...lo!!... ¡ay!!... – suspiré clavada
- ¡¡Oh pelirroja, ahí tenés la cabeza de mi chota!!... gemime puta, saboreame la pija entre esos gajos... disfrutame la verga con ese culito dulzón y chiquito... – musitó ido por lo que hacía. Sus manos se apoyaron en la parte baja de los cachetes y los alzó acariciándolos en redondo
- ¡Ay!!... ne...ne!!... – sollocé
- ¡¡Oh... mu...jer!!... ¡¡qué ojete que tenés!!... – dijo clavándose hasta la mitad
- ¡¡Aía bru...to!!!... – lo miré afiebrada. Su palote malsano me llenaba despiadado
- ¡Qué cu...lo!!... ¡qué carne suave y olorosa... – abrumado separaba y juntaba las carnotas, como si taladrara se fue hundiendo hasta el final
- Uy... desgra…ciado… ¡aía!!... – lo miré por encima de mí hombro, estaba perdido, transpirado, loco
- Comételo bonita... ¡¡oh qué culo tenés!!... con tu marido solo lo usás para cagar... para tirarte pedos... – rió excitadísimo – Pero tu culo saltón es para esto pelirroja para la cu...liada... para la cogida...
- ¿Degenerado... qué me ha...cés? – gemí escandalizada de pijota
- Te lleno el culo de choto mujer... – replicó brutal, me sentí repleta, disfrutada, ese palote intruso ingresando contra natura me quitaba la respiración
- Desgraciado... ¡ay!!... ¡mirá como te me...tiste en mí cu...lo!!
- Te va a gustar mí verga nena... ¡¡vas a extrañar que te encule!! – afirmó abriendo las nalgas para ver su pene aparecer y desaparecer
- ¡¡Ay... sos un de...gene...rado... – acomodé mi cabello despeinado con una mano y lo tiré todo sobre un hombro, me erguí cansada de esa posición, mi cola en su gran redondez se cerró haciéndolo gemir de placer
- ¿Que te hago mu...jer? – lo miré por encima de mi hombro libre de cabello
- Me rom...pés el cu...lo... – musité
- ¿Qué te hago? – insistió caliente, llevó una mano a mi boca y la acarició
- El culo... me hacés el cu...lo... lo partís en dos... – le reproché gimiente. Y el dolor pareció menguar, convertirse en una sensación nueva, en algo salvaje, impropio, el pijo caliente me llenaba despiadado, me empalaba, quizás fueron sus ojos brutales, o su olor, pero pude recibirlo relajándome… y llegó el mareo, lo rico, y me perdí en su mirada maligna… y le pregunté mil cosas. Era desconcierto todo esto… y me sentí hembra, hermosa, deseada, adorada por su pene.
- La tenés adentro nena... toda en el ojete... en el marrón... decímelo... – su mirada de asesino se clavó en mis ojos
- La tengo en el cu...lo!!... – sollocé mansa
- ¿Sentís el olor de tu culo chancho y car…noso?...
- ¡Ay!!.... sos un asqueroso... un mal…vado!... – y me moví ajena haciendo que mi cola se enrosque en el pijote duro
- ¿Sos una señora casada que entrega el ojete?
- No te lo entre...go... ¡¡ay!!
- Adoro tu culo y tu olor... quiero ir a tu casa para disfrutarte el ojete cuando tu macho no esté… – murmuró caliente
- Malo... me lo par...tís... ¡uy!!! – musité entregándoselo, la sacó hasta la puerta del ano y la clavó con furia mirándome a los ojos, los míos le miraban suplicantes, mi boca entreabierta gemía sin palabras, esto lo encendió de placer
- ¡Uy que linda que sos!!... nena decime donde tenés mi chota...
- En la co...la...
- ¿Y cómo es tu culo?
- chiquito... aía!!... despacio...– comenzó a dar palmadas en mis nalgas para verlas rebotar
- ¡Sos una culona tra...vie...sa… mira como me entregás el marrón!!... ¡¡mirá como te comes mí porra dura!!
- ¡Ay!!... nene... sos un abusa…dor... – musité melosa. El pitote duro me llenaba y vaciaba... una especie de mareo sensual me cubrió
- Me la pajeas con el orto... con tu culo divino...
- ¡¡Ay ne...ne!!... – me quejé suspirando
- Sos hermosa culona, ¿te imaginás lo que siento al mirar tu carita entregada y ver este culo redondo que me pajea la chota? – preguntó embobado
- Sí... lo ima...gi...no... lo veo en tu cara de degene…rado... ay!!!
- ¿Lo ves?... oh... mirame y sentime... estoy en lo profundo de tu ojete... ¿de qué tengo cara?...
- De rom...pe...cu...los... – se rió
- Nena ¿te gusta tener mi verga por el orto?... estoy en tu ojete mimoso... cagón...
- ¡Ay!!... ¡¡mí co...la... sos un turro!!... – dije mirándolo entregada, ahora me adueñaba, quería más de eso
- Te estoy dis...fru...tan...do… por el culo... por tu culote relleno y pecoso... nena, tomala... ¿qué te hago?...
- Me cla...vás!!... ¡¡¡ay!!!... nene... ¡¡qué pitona!!...
- Dejame a mí Tano... – pidió el barbudo
- No pará... pará boludo... ¡esta hembra es mía!!... este culo es mío... – le gritó poniéndole una mano en el pecho
- Pero boludo si...
- Nada, dejame tranquilo disfrutar este culo!!... – ordenó mirando mis ojos, algo en él me calmaba y excitaba, quería gemirle por su palote, era placer ese atisbo de dolor… ahora era libre… su víctima, su hembra culona – ¡Uy pelirroja... moveme el culo!!... – pidió asesinándome con la mirada, rodé sobre el pijo que salía y entraba sin sacar la cabezona, sentí que le hacía mimos a esa pijota dura, como si mi ano fuera una boquita que al fruncirse lo besaba
- ¡¡Ay ne...ne... cómo me rompés el cu...lo!!...
- ¡¡Uy así pelirroja!!... ¡fruncime el ojete!!... – suspiró incrédulo. Comencé a fruncir el culito cuando retrocedía y a distenderlo cuando se metía hasta el fondo
- ¡Ay malito mirá que ba...na...no...ta… te...nés... ¡aía!!... – sollocé mimosa
- Vas a extrañar mi chota... mi porra dura nena... – gemí con la boca entreabierta mirando sus ojos, entregada y dulce, perdida, ensartada, hembra.
Tomó mis tetas, nuestras miradas parecieron estudiarse, su lengua jugó con mis labios, lo dejé hacer... me estaba besando... ¡¡era un perverso... un terrible hijo de puta!!!...
- Malvado... – susurré
- Qué lindo culo tenés... apretáme la chota con ese ojete tan rico... hacélo...– fruncí el culito perdiéndome en esos ojos salvajes
- Ay... des...gra...ciado...
- Dame esa lengüita preciosa pelirroja... – se la entregué sin decir más que ayes y gemidos
- Está entregada Tano... dejame... mirá como te da la lengüita y el culo!!
- ¡Salí boludo!!... – gritó fusilándolo con la mirada, el otro pareció temerle porque se apartó en silencio. El hombre mayor miró estupefacto mi cola de costado que redonda y exagerada se deformaba y formaba en cada acometida de mi verdugo
- ¿Dónde estoy nena?... – preguntó apasionado con las manos en mis pechos, los pellizcó jugando con los pezones, su lengua chupó la mía – Decime donde estoy – insistió
- En mi cu...lo... en mi bo...ca...
- Ahora... no podés ni cagar... ni comer... – aseguró caliente, le sonreí avergonzada, le encantó mi gesto, besó mis labios con tanta pasión que un orgasmo me cubrió de pies a cabeza, desesperada culeé sobre su pijo terrible
- Nene... ¡ay!!!... – sus manos siguieron jugando en mis tetas, giraba en círculos con sus yemas, su lengua lamía con placer y lujuria, miré sus ojos negros y temibles que tantas veces en mis sueños me violaban
- Te parto el culo... el marrón...
- Desgraciado...
- ¿Te vas a acordar de mi cuando cagues? – me fusiló con la mirada
- Malva...do...ay!!!...
- Si fueras mi hembra no te dejaría cagar... me tendrías que pedir permiso para tirarte pedos con este marrón... – avergonzada lo miré sin decir palabras – ¿Qué te hago?... ¿qué le hago a tu carnaza culera.... pelirroja?
- Me lle...nás de pijo... – gemí mimosa. Se apartó y se quedó mirándome, ni me moví. No comprendía lo que pasaba, sólo deseaba que se hunda nuevamente, me peiné con una mano la cabellera alborotada.
- Chupala... quiero que me la chupés y me la pidas... pedime que te parta el culo, decime que la querés tener en ese enorme culo rosa oloroso!!... – ordenó sentándose a mí lado. Quitó los vaqueros sucios y gastados. Llevé mi boca al pitote y lo besé, lamí el bananote duro que se encorvaba hacia arriba poderoso, los otros no atinaron a nada a pesar que mi cola estaba desocupada.
- ¿Te gusta esa cabeza roja?
- Tiene olor a culo... – susurré. Sus manos palmearon las nalgas que enormes e indefensas estaban de costado, mis piernas se doblaron sobre el asiento, se inclinó y besó mi frente
- Sos preciosa pelirroja... nunca se la di a una mina como vos, me gustan tus ojos celestes cuando te comés mí chota... – suspiró, llené la cabezota con pequeños besitos recorriendo el tronco con ambas manos, era enorme, casi el doble que la de su amigo, las venas henchidas de sangre se marcaban a la perfección, acaricié los huevotes enormes y repletos de semen
- Che Tano... dejamelá que se la pongo...
- No... ahora no quiero... – me miró embelesado y agresivo a la vez, era un león cubriendo a su hembra – Chupala así... lameme el choto…
- ¡Qué pijo grande!!... no puedo creer que lo tengas así... – corrí el cabello sobre mi rostro y me lo metí en la boca
- Pedímelo... pedime que te la meta por ese culo cochino y gordo que tenés!! – dijo sin piedad
- Dámela... metete en mi culo... – obedecí quejumbrosa, se paró y se ubicó detrás, me recosté, separó las nalgas. Se metió
- ¡Ay!!... des...pa...cio... nene!!...
- ¿Dónde está mi chota?... ¡¡decime dónde está!!... – su mirada pareció llena de odio
- En mí cu...lo... – gemí entregada, mis ojos miraron los de los hombres que excitados siguieron cada golpe del pene que ingresaba y salía
- ¿Por qué no seré tu macho?... decime... ¿por qué no podés ser mía?.. para mí...
- No lo sé... – suspiré mirándolo azorada, sus ojos parecieron tristes
- Yo te lo voy a decir pelirroja... ¡porque soy un negro villero... porque no me dan una reputísima oportunidad!!... – gritó con odio, el hombre bajó la cabeza con temor, el barbudo rió
- Nene... ¡¡yo no tengo la cul...pa!!... – musité
- Ahora la tenés en el fondo del ojete... de tu importante y fruncido ojete de señora... – dijo dándome con furia, eso me asustó. Parecía fuera de sí, pensé que decir para calmarlo.
- Sos un negro divino con el mejor pene del mundo... – afirmé suave, él la sacó de la cola, me tomó de los cabellos
- ¿De verdad?...
- Sí... sos bien macho... – resuelta lo miré a los ojos
- ¡Chupala!!... – con temor me llevé el pijo a los labios, su amigo se acercó
- Hacémelo solamente vos... te lo ruego... – pedí
- ¿Aja!!... ¿te gusta mi verga!!... – rió sobrador mirando al barbudo
- Sólo vos Tano... quiero lamerte y entregarme... pero que ellos se vayan...
- Me gusta que vean como se coge a una señora hermosa como vos pelirroja...
- ¡Quiero que tu amigo y el viejo de mierda ese, se vayan!! – insistí firme – Ya vieron lo macho que sos... ya vieron como te metiste en mi culo y lo disfrutaste...
- Pero... pará Tano... le quiero dar otro poco... ¡no le hagás caso a la mina!!
- Por favor... voy a metérmela por el culo yo misma para pajearte esa pijona divina que tenés... pero... que se vayan esos dos!!... – insistí. El Tano lo miró al barbudo resuelto
- Andá... y que el tipo este se vaya, lo vigilás hasta que el tren llegue, ya son las tres de la tarde y debe estar por llegar... – el otro se fue molesto aunque obediente. El hombre mayor me miró culposo, aterrado, suplicando que una denuncia no lo implique – Ya se fueron – balbuceó mirándome – Ahora chupame la chota!!.
Obedecí mansa.
- Me dio pena todo eso que dijiste nene... debo estar loca... te estás abusando y yo tengo pena por vos... – me estudió sin entender
- ¿Te doy pena?... – sus ojos me odiaron, llevó una mano a mi rostro y apretó mis labios
- ¡No... pará!!...
- Vos me das calentura y placer... me encanta cogerte nena...
- Marta... mí nombre es Marta... ¡basta de “nena” y de “mujer”!!... ¿vos te das cuenta a lo que llegaste?... – me tomó del cabello alzándome, mostrándome su poder; puse una mano en su pecho
- Así no... ¡para Tano!!
- Parate nena… quiero que te sientes en mi verga – me paré dándole la espalda.
- Pero calmate… – rogué ante sus gestos nerviosos
- Sacá culo para mi señora importante, parame ese culo oloroso… – ordenó sacado. Mansa me paré y alcé la cola, me senté despacio sobre el pijo que ingresó íntegro
- Calmate… por favor… estás mal... – parecía más violento de lo que imaginaba, tiró con fuerza mi cabello y habló en mi oreja izquierda
- Estoy caliente nena... – pegó una cachetada en una nalga y la hizo rebotar dejando la mano
- ¡¡Ay!!.. pará... chiquito...
- ¡¡Chiquito tenés el ojete nena... pero te lo voy a dejar como una rosa!!... – susurró malsano, llevó las manos a mis costados, con fuerza me subió y bajó moviéndose despiadado
- ¡Ay... así no!!... me duele!!...
- Me gusta que te duela turra... cométela... ¡¡oh la señora ahora va a contar por todas partes que le dieron por el ojete con una buena pija!!...
- Vos no sos así... eso que di...jis...te!!...
- ¿Qué dije?... ¡decime!!... ¿qué mierda dije? – gritó en mi oído
- Me pre...gun...taste porque no puedo ser tu...ya... ¡¡ay!!... – el pijo se salió pero lo ingresó nuevamente hasta los testículos
- ¿Qué querés?... soy un negro hijo de puta... un violador, te estoy partiendo el culo de yegua casada... ¡¡después me vas a querer hacer mierda!!...
- ¡¡No... te ju...ro que no voy a hablar!!... – pensé que lo peor que podía pasar es que eyaculara… quizás atemorizado tomaría una decisión que me costara la vida – ¡¡Yo no pien...so… hablar!!!...
- Lo decís porque tenés miedo... miedo que te meta un navajazo!!... – gritó abrazándome por la cintura
- ¡¡Aía... si di...jis...te… que no tenías ar...mas!!... – hablé costosa, se quedó quieto en mi ano, sacó una sevillana y apretó el botón mostrándomela. Me aterró el sonido y el metal que brilló terrible – ¡Ay no!! – grité aterrada, rió poderoso
- ¿Me vas a cagar la verga del miedo?... – preguntó, tomé aire
- ¡Aún no te creo!!...
- Salí – me alcé dejándome caer en el banco, con su mano libre acarició las nalgas, apretó la navaja en mí rostro
- Guarda eso... por favor...
- ¿Creíste que me podías dominar?... ¿qué podías darme órdenes?.. ¡acá mando yo porque tengo esto!!... – blandió la filosa hoja de acero – ¡Vení puta... sentate otra vez en mi chota!!...
- Pará... estás mal... – lo miré con toda la calma que pude
- Dame el culo... dame tu oloroso ojete de señora... – ordenó. Me paré y suavemente me subí a caballito enfrentándolo – Metételo… quiero que te lo metas por el culo...- susurró. Tomé el pijo con una mano y lo llevé a la cola, cuando encontró el ano alzó las piernas tensándolas para empalarme. Gemí mirando sus ojos – ¡Así puta... así!!... quiero ver tu carita bonita mientras te la comes por el orto. Tomó mi rostro entre las manos – Este negro sucio te coge… mirame a los ojos… quiero que me veas!!
- ¡¡Basta... para… así no!!... – intenté pararme pero sus manos me aferraron del cabello, me clavó hasta los testículos gimiendo desesperado, enloquecido, furioso – ¿Qué te pasa?... – lo miré con toda la dulzura que me fue posible. Intenté sonreír
- ¡¡Me pasa que te voy a llenar el marrón de leche... tu ojete delicado de señora!!... – su mirada era odio. Nuevamente sus manos en mi rostro, la navaja se apretaba en mi oreja derecha
- ¡No acabes quiero más pija!!... – que eyaculara podría complicar la situación, temerosa supliqué – ¡¡Espera Tano!!... quiero más!!...
- ¿Te gusta mi chota en el centro de tu carnaza chancha??!!…
- Si… me encanta… – sollocé
- Mentís… tenés miedo… me la vas a cagar del miedo!!... – y se sacudió. Ahora llegaba mi fin – ¡Oh te lo lleno de le…che... cu…lo…na!!... – gritó despiadado moviéndose enloquecido. Los chorros calientes de semen ingresaron raudos, terribles – Tomala... tragate toda la le...che por el cu...lo!! – gritó temblando. Suavemente me paré sentándome a su lado. Pensé lo peor, quizás ahora taparía con mi muerte su delito, me costó mirarlo… y no supe que decir – Decime que cosa no creés de mí… – preguntó paseando la navaja por mis pechos, cerré los ojos para reponerme, si aflojaba sería peor
- Que seas así...
- ¿Así cómo?
- Tan violento...
- Es que me revienta que me tengas lástima... ¡a mi nadie me tiene lástima!!
- Vos me parece que me odiás porque te crees que tengo plata... te vengaste de un marido rico al romperle el culo a su mujer... ¿y sabés una cosa?... mi marido no tiene una moneda... yo acabo de encontrar un trabajo para pagar la casa donde vivo!!...
- ¡Sos una nena rica, no me vengás con eso!!
- ¡Ojalá lo fuera!! – y reí furiosa – ¡Pero te juro que no lo soy!!...
- ¿Cuántos años tenés?
- Veintisiete... y me llamo Marta... no nena, ni mujer... ni pelirroja!!... soy una maldita persona... – grité – ¡Y ahora me estás conociendo... guarda eso... por favor... guardala!!... – metió la navaja en el pantalón. Me miró molesto, bajó la cabeza
- Me voy – se paró
- No, sentate!!... falta para llegar... – obedeció peinándose con ambas manos – ¿Qué música tocás?
- Basura...
- ¿Y te sentís igual?...
- Estoy harto de todo... quise estudiar... parecía bueno para eso... no tengo laburo... – sus facciones firmes se me pintaron hermosas, su cuerpo poderoso pareció abatido
- ¿Sos de Mar del Plata?
- Sí... y vos?
- También, cuando murió mi madre me crió una tía en Balcarce... la voy a visitar... – sonrió triste
- ¿Hijos tenés?
- No... y creo que no puedo tenerlos... perdí uno... – sus ojos parecieron regresar de ser el furioso pendenciero que no quería ser
- Perdón… Marta – y le costo decir eso
- Ya lo hice...
- No te entiendo... – me miró asombrado – Te cogí… con mi amigo te rompimos el culo...
- Sos el macho que siempre quise tener en una cama. Mi marido ni me mira... es una porquería, me golpea...
- Si fuera él daría mi vida por hacerte feliz… daría mi vida por una mujer como vos... – lo estudié con pena, no esperaba que dijera eso
- Entonces cambia esa actitud... trabajá en lo que sea, algo debe haber... no hagas esa música sino te gusta... ¿te drogas? – pregunté. Asintió
- Todo es una mierda...
- ¡No es verdad!!... no te sientas una mierda!!... los que nos gobiernan son una mierda por eso se empeñaron en que seamos eso... y es que nos consideran una mierda... tenemos que pelear... habrá que empezar de nuevo...
- ¿De verdad que yo te gusto?... – me miró asombrado, aterrado. Era la primera vez que se sometía a un juicio de alguien que consideraba en la lista enemiga
- Sí... me gustás, me enloquecés como hombre. Te daría mi cola que tanto te gusta cuando la quieras, te amaría... no sos diferente a ningún hombre, pero dame la oportunidad de que lo entiendas... no me matés antes de preguntarme el nombre...
- ¿Qué clase de mina sos vos Marta?
- Una como todas en este país que está harta que la odien sin saber porque te odian, y te matan, y te roban... ¡yo no tengo la culpa de tu villa!!...
- Pero... me hablás como si vos y yo pudiéramos tener algo... – sonrió confundido
- Ya lo tuvimos... ¿cómo olvidar lo que pasó? – se sentó a mi lado y me apoyó en su pecho, temblaba, su corazón iba a mil
- Marta... – lo miré, tenía lágrimas en los ojos, las enjugó con rabia, guardó su pene fláccido. Comenzó a llorar como un bebé o como un hombre abatido, sin palabras. Acaricié su cabello
- Me encanta tu pija, tus ojos negros... – me apretó contra él
- Sos demasiado para mí...
- No es verdad... – sonreí sin sonrisa. Se paró
- Tomá... – dijo suave. Miré su sevillana – Me la dejó el viejo antes de morir... guardala o tirala...
- ¿Por qué me la das?
- Porque es lo único que tengo... – la tomé, la apretó entre mis manos con las suyas. Se fue con paso rápido sin mirar atrás.
LOS QUE QUIERAN MAS RELATOS, POR FAVOR, NO ME MANDEN MAS MP, DEJEN SUS PEDIDOS EN EL SECTOR DE COMENTARIOS. GRACIAS! 😉
LA PELIRROJA DEL TREN... (2° Parte)
(Primera parte en: http://www.poringa.net/posts/relatos/1063653/La-pelirroja-del-tren.html)
- ¡Vení, no seas malita… dame ese culo precioso!!
- Ay no... déjen...me... ¡el oje...tito no!!... ¡¡ay chi...cos... no me lo cojan!! – el barbudo se estiró y mordió mis cachetones, los palmeó deseoso, el tipo de costado miró asombrado las dimensiones de la cola
- ¡¡Qué culo tan parado!!... ¡¡qué mujer!!!... qué redondeles preciosos...
- ¿Te gusta ese culo viejo?
- Es increíble pibe... – sonrió baboso – ¡Es el mejor culo que he visto en toda mí vida!!... no puedo creer que le salga de la cintura tan redondo… tan parado...
- ¿Te gustaría saboreárselo?
- Claro... si… se lo mordería... se lo olería… ¿enserio que me van a convidar de ese pan dulce? – rió alegre y estúpido. Se acercó pero el barbudo lo empujó riendo
- Después... ahora tenemos que partirla nosotros… – el hombre se pasó la mano por la frente
- Ay no sea así... ayúdeme... haga algo... – rogué – ¡Mire los pijos que tienen y yo... ay yo no lo hago por ahí!!... – sonrió como un tonto, a pura cobardía se enrolaba cómplice en la vereda errónea. Me moví incómoda, ellos sentados a mis espaldas, lamían la cola, tenía un chico en cada cachete, los abrían y cerraban riendo como locos, excitados y abrumados ante tanta carne escandalosa.
- Señora se la van a coger bien cogida por ese ojete increíble que tiene...
- ¡¡Ay no!!... no tengo experiencia por allí, me van a maltratar... – dije asustada, el Tano metió la lengua en el ano… y me escandalizó eso. Mil cosas se mezclaban en mi mente, temores, deseos… todo se marcaba lúcido para perderse en algo global que me dejaba hormigas en el vientre. Se confundían los olores, los gruñidos y ayes… todo era humedad, saliva, sólo músculos tensándose y carne rebotando. Quería que me claven y a la vez detestaba que lo hicieran. Me sentía a kilómetros de cualquier realidad… lejos de toda cordura y sin embargo se insinuaba la racionalización que un violador no busca que la victima goce… y yo lo estaba haciendo… sus lenguas me adoraban. Eso hacían… – ¡Chicos... ay!!... ¡no me metan la lengua... en el cu...lo!!... – susurré
- Me encanta saborearte el ojete... ¡¡qué culo cochino y oloroso tenés pelirroja!!...
- ¡Me parece que nos vas a cagar las vergas!!...
- ¡Degene...ra...dos!!.... ¡ay!!... ¡se van a ir al infierno por sucios!!... – me escandalicé mimosa, aterrada, puta, perdida, contradictoria. Tuve deseos de sentarme yo misma en una de sus pijas duras
- ¡Qué boludo el marido!!... ¡no se la coge por el ojete por la religión que tiene!!... ¿y usted don que le haría?
- Se la daría por el culo cada que se me para la pija... ¡qué desperdicio!!.... – comentó aflojándose la corbata mientras reía incrédulo. Transpiraba horrores – ¡No lo entiendo!!... ¿así que el marido que podría disfrutarla a sus anchas no se la coge?
- ¿No es así nena?... no es cierto que tu marido no te marronea?
- Es verdad... – balbuceé
- Nena arrodillate al lado del viejo... – ordenó el Tano
- ¡¡No!!... no que me lo van a partir en dos!!... – me dejé caer encima del barbudo, su pijo acarició mis nalgas
- No doy más... – se conmovió enloquecido – Siento tu enorme cola redonda en mis piernas y tengo la verga dura... ¡¡dame el ojete!!... ¡no aguanto más tener la pija afuera teniéndote con el orto oloroso al aire!!
- ¡No, chicos... ¡no!!... no me rompan el culo... – pero no iban a escucharme, no tenían deseos de perderse tamaña cola. El Tano me paró y me hizo arrodillar sobre el asiento junto al hombre. Con fuerza cerró mis piernas para que la colota se distienda. Agobiado tembló
- ¡¡Qué pedazo divino de culo!!... – gruñó cacheteando las carnotas
- ¡Ay chicos no me dejen con el culo indefenso... aía no!!... déjenme... – gemí sabiéndome perdida.
- Oh qué marroniada te voy a pegar pelirroja...
- Tenganme piedad... por dios…– sollocé, pero en esa posición lo que verían no los llevaría a sentir precisamente piedad.
- Viejo... ¿ahora podés ver lo redondo que lo tiene?... – preguntó el Tano casi disfónico por la excitación
- Si pibe... es un milagro de curvas esta mujer... ya no se ven hembras así!!... cómanse ese pan dulce!!… – lo miré, estaba rojo, transpirado, su rostro desencajado
- Viejo… ¿se merece un pija por aquí?...
- Claro... una buena pija chicos... bien metida hasta los huevos... – se atoró hablando. El Tano separó las nalgas con ambas manos. Miró al hombre mayor
- ¡Y vos como le decis a este mundo de carne? – preguntó
- Pan dulce pibe…– rió estúpido
- ¿Queres comer un poco?... acercate a mirar si queres… – el hombre era gordo y bajo. Se acercó alegre, histérico
- ¿Alguna vez la metiste en un culo así?
- ¡No!!... ¡la verdad que no!!
- ¿Y a qué te dedicás?
- Soy empleado... trabajo en un banco... – se pasó la mano por la frente
- ¿Entonces sos un terrible cagador!!... – el Tano rió con fuerza – ¿Y cómo te llamás?
- Alberto Giamondi – resopló temblando
- Así que sos un empleado de mierda, que nunca se cogió a una buena hembra!!...
- Y no pibe… ¿me vas a convidar un poquito de pan dulce?... – rogó con risa de rata
- Sentate – ordenó el barba. El hombre regresó al lugar que ocupara
- Salgan... chicos... ¡ya me la pusieron por la concha!!... – repliqué molesta
- ¿La escuchás viejo?... ¡aún no se entera que el ojete que tiene es un manjar para cualquier macho!! – el hombre asintió, miró mis ojos y sonrió cobarde
- ¡No quiero!!... ay por favor... ayúdeme!!... – supliqué. Las manos de los muchachos abrieron las nalgas
- ¡¡Oh, mirá esto!!... – ladró el barbudo, el otro se alejó hacia atrás
- ¡Qué carnes... es un mundo... y ese confite en el medio… es un pan dulce rico como dice ese viejo de mierda!!...
- Mirá si lo tendrá grande que así de agachada no se le ve el ojete... los cachetes del culo lo siguen escondiendo... ¡nunca había visto eso!!... ¿y vos jovato?
- Tampoco... ¡tiene el culo más fabuloso del universo!!... y mirá que he visto culos pibe!
- ¿Muchos viejo?
- Y sí... de joven... pero esta mujer es única... – suspiró
- ¡Qué turra!!... no tiene un defecto a pesar de los kilos de carne... no? – pareció sollozar el barbudo
- Ni uno... – agregó el viejo – Me encanta esa piel tan rosa... y esos lunares que se le pierden en la zanja...
- ¡Uy don Alberto!!... – rió el Tano – ¿A ver si le da un ataque?... – advirtió malsano. Me removí asustada. Y me sentí víctima. Sin personalidad. Ahora todo en ellos me asustaba – ¡Vamos a culiarla... yo primero!!...
- ¡No yo!!... ¡quiero partírselo yo!!... – dijo el barbudo con voz ronca – Vos abrile los cachetes que se la mando hasta los huevos!!...
- ¡No!... ¡no cometan ese sacrilegio... por favor!!! – rogué, como respuesta sentí al Tano separar las carnotas y hundir su cara en la zanja que aún se apretaba repleta a pesar de la postura
- ¡Es increíble!!... ¡oh como me calienta el olor de este cu...lo!!... – sus manos en los costados de los glúteos eran garras que se hundían en la carne – Mirá boludo…– abrió las nalgotas y apartó el rostro – El ojete es como una rayita rosa y chiquita…
- Chicos no... ¡basta!!... me asustan... ahora me dan miedo... – lloriqueé sincera
- ¡Qué bestia esta mujer!!... – suspiró el hombre mayor – ¡Díganme si lo más lindo que tienen las hembras no es el culo!!
- Seguro viejo... – respondió el Tano – Y a esta se le fue la mano... ¡la habrán sacado de ahí cuando nació? – rieron como imbéciles, el Tano hizo rebotar los cachetes contra sus mejillas, su nariz respiraba en mi ano, gemía de gusto
- Che dale... a ver si la pelirroja se raja un pedo... – dijo sucio el barbudo
- Degenerados... ¡dios... no lo puedo creer!!... esto es violación... – sollocé aterrada – Dijeron que no eran violadores!!...
- ¡Sí nena!!... esto es una violación... es una partidura de ojete... es una buena pija por el culo... es un buen choto en el orto... ¡¡llamalo como quieras!!... – afirmó el Tano parándose y golpeando mis carnotas – ¡¡Mirá como le rebotan barbudo!! – se quedaron mirando azorados – ¿Tiramos una moneda? – preguntó sacando una
- Cara!!... – gritó el otro. La lanzó al aire y la tomó en las manos
- Es cara... ¡qué hijo de puta barbudo.... vas vos primero!! – asintió molesto
- No... ¡por dios... no!!... – lloriqueé – ¡Ay!!... don Alberto no sea cómplice de esto... por dios!!... ¡ayúdeme!!... me van a coger por el culo...
- ¿Qué quiere que haga señora?... me cagarían a palo... – explicó incómodo, mi mirada pareció conmoverlo.
- ¡¡Me lo van a romper!!... ¡ay!... estos hijos de puta me lo van a romper – sollocé
- ¡No jodás culona que te va a encantar!!... dale suertudo, dásela – el barbudo abrió mis cachetes, su dura pijota recorrió las nalgas indefensas, gritó de placer al tocar las carnes que saltaron por su intromisión. La porrota estaba caliente y mojada en gotitas que anunciaban el semen. Rogué que acabe, su rápida eyaculación me liberaría del tormento
- ¡Oh qué placer acariciar estas paredes culeras!! – musitó perdido
- ¡Dale boludo... que no doy más!!... – ordenó el otro esperando su turno. Miré el rostro del hombre descompuesto en lascivia, la cabezota se apretó en la roseta hundiéndola sin conseguir entrar
- ¡¡Qué apretadito lo tiene!!...
- ¡No dejame!!... ¡¡ay chicos que por ahí no se hace... – supliqué
- ¡Dale fuerte... dale!!... – lo incitó el Tano apoyando ambos brazos en mi espalda para que no me mueva. El pijo presionó con fuerza sin poder ingresar al reducto pequeño
- ¡Oh!!... ¡esto es mara...villo...so... uy boludo... me va a hacer acabar afuera esta turra!!
- ¡No se lo mirés tarado!!...
- ¿Y cómo hago para no mirar este culo?... es único... ¡¡oh!!... – sollozó pellizcando las carnes
- ¡Salí... ne...ne!!... ¡¡ay... basta!!... – mi voz gimiente pareció excitarlo aún más; hizo toda su fuerza.
- ¡¡Uy tomá!! – gritó… y la cabezota se hundió. Mis movimientos retaceantes terminaron en ese instante. Me faltó el aire. Un sonido ronco partió de mi pecho, el ojetito se abrió atrapando la cabezona como un guante. Esto era el final… el límite, el deseo de ellos y no el mío.
- ¡¡¡Ay!!!... ¡¡no!! – grité ensartada cuando el aire me llegó costoso. Y sentí pánico
- ¡Ah!!... ¡ne...na!!... ¡te la pu...se… por el ojete!!... ¡¡oh que placer!!.. – una especie de temblor lo cubrió. El dolor era desgarrador, inaudito, innecesario. Esto era lanzarse a lo escandaloso… hacia gemires y miedos. Era un caer interminable hacia lo despiadado. Cada embate que llegaba sin la espera necesaria, me robaba el aire, me rompía, me horadaba, me llenaba, me colmaba...
- ¡Ay por fa...vor!!... ¡no!!... aía!!!... – grité alborotada, fue un chillido el que tardó en salir de mi garganta, mi boca se abrió buscando aire – ¡¡Ay... me lo rom...pis...te!!... – y los rostros que veía lucían maravillados con la hazaña
- ¡¡La culona pelirroja se comió la cabe...za… de mi choto!! – balbuceó incrédulo el barbudo
- Ay!!... mí cu...lo!!... ¡no!!... – por encima del hombro lo miré desesperada, angustiada, culiada. Vi las nalgas rechonchas y su cuerpo transpirando mares. Y sentí ganas de cagar
- ¡¡Huy... qué di...vi...no... se la metí por el orto!! – gruñó baboso
- ¿A ver como se la diste? – el Tano con fuerza separó las nalgas para ver como el ano apretaba la cabezota del pene
- ¡¡Uy boludo!!... qué hermoso debe ser... meterse en ese hoyito!!...– rió caliente – ¡Mirá como se enrosca el ojete en tu bicho!!
- Ay!!... ¡¡Sa...ca...la... nene!! – el dolor me escandalizó cortante, terrible. Desesperada comencé a moverme para zafar de mi verdugo pero el movimiento de la cola lo exasperó.
- ¡¡Uy que pandulzote que tenés!!... – dijo embobado apretando mis asentaderas
- ¡Aía!!... no seas malo... sa...ca...la… ¡ay!!... – imploré, sus gruñidos animalescos llenaron de humillación mis oídos. Ahora sólo era un objeto para saciarlos, una cola, un agujero sexy, algo que podían mancillar a gusto. Miré desesperada por alguien que me ayude, no había quien pudiera hacerlo; sólo mis verdugos, sólo esos tres enfermos de placer por mi parte trasera. Sólo sus mugrosos pijos y el calor, sólo el traqueteo incesante del tren y sus olores... sus gruñidos... sus interjecciones de admiración y mi pulposo culo roto
- ¡¡Nunca me cogí una yegua así... tan culona... ¡tan repleta de carne en esta parte!! – gritó el barbudo irreverente. Se tomó de mis caderas y con fuerza clavó medio pijo, grité y lloriqueé por el ensarte
- Ay... ¡¡bas...ta!!!... ¡¡ay... chí...cos... mí cu...lo!!!... – musité repleta de pijota
- Mirá como se queja... como sufre... como entrega ese culo gordo y cagón!!... ¡¡huy me calienta!! – aulló el Tano golpeándome una nalga
- Muchachos la lombriz está bien clavada en el anzuelo... buena pesca – dijo el viejo riendo
- Tiene razón... si se mueve como una lombriz ensar…tada... – también rió sucio el barbudo
- Déjenme... me matan... ¡¡ay sa...ca...me...la... del cu...lo!! – supliqué
- Oh pelirroja como me entregás el marrón... me metí en tu culito dulzón
- Qué soy ca...sa...da... ¡¡Aía!!!... ¡ay... dejá...me... no!!...
- Cométela... puta... ¡oh!!... tu chan...cho… culo rosa rueda en mi cho…ta… – gruñó dándome su virilidad y calentura
- Ay señor Alber...to... aía!!... ¡ayú...de...me!!... me due...le... ¡¡ay!!... ¡me matan!!!...
- Aguántela señora… relájese… hágame caso… – dijo colorado. Gimiente lo miré aterrada. Llevé una mano a su brazo derecho, sus ojos enrojecidos miraban mi cola que rebotaba en cada golpe
- ¿Te calienta ver como la culea mí amigo, viejo? – preguntó el Tano
- Claro... – como si le hubieran dado permiso para mirar se puso de costado enfrentando lo que lo colmaba de deseo
- ¿Y se te para banquero?...
- Como un caño pibe... ¡mirá el culo que tiene!!... – enfrentó mis ojos avergonzado
- Dege...ne...rado!!... – le reproché molesta, mi verdugo se movía desesperado. Todo era rebotes y embates, mis ayes de dolor y los gemidos de placer del muchachote que me abusaba. Sentí el olor de mi culo y de su pijo
- ¡¡Bas...ta... nene!!... ¡ay!!
- Tomala... ¡oh!!... ya casi la tenés toda por el orto... ¡¡che Tano no puedo creer que se la puse por el ojete!!... mirá como le salta... ¡¡mirá como le bailan las carnes traseras a esta puta... ¡¡uy que yegua!!... ¡qué mina culona!!... ¡¡nena qué lindo marrón que tenés!!... – dijo enfermo. Sentía además de dolor y temor… vergüenza. Mi mirada se clavó resignada en los ojos de Alberto que excitado me miraba sin saber que decir o hacer. El palote de carne ingresó integro en el ano, sentí los testículos golpear en la roseta
- Ay... porquería... ¡ay!!... me lo par...tis...te... – sollocé angustiada
- Sí... ¡¡oh sí!!... tu culito se robó mi verga... – y rieron excitados, él se quedó paralizado haciendo toda su fuerza. El pene gordo y duro era una barra cálida y firme que se abusaba sin lástimas ni contemplaciones
- Como se lo guardaste pibe... ¡qué placer debés sentir!! – comentó Alberto nervioso
- Es genial... ¡¡uy quiero vivir en este culo!!... ¡¡en este sabroso cu...lo!! – bramó palmeando los nalgones
- ¡Ay!!... oh!!... basta... – lloriqueé humillada
- Tiene carita de cordero en el matadero… – rió Alberto
- ¡¡Me la estoy carneando a la muy cerda!!... me la carneo por el culo… por su oloroso culo de peli…rroja!!... – se removió afiebrado, incoherente, imbécil
- Sa...ca...la... ay!!... nene... me ma...tás!!
- Dejame a mí barba... – pidió el Tano ansioso, disfrutando de antemano por lo que le esperaba
- Esperá Tano... ¡oh!!... esperá!!... – gimió apretando mis ancas
- ¡¡Usted disfru...ta… al ver… co...mo… me… co...gen!!... – dije mirando al hombre de corbata
- Yo...
- Usted es peor que ellos... ¡¡ay!!... – mi mirada se clavó en los ojos codiciosos del hombre, mi boca entreabierta en gemidos musitaba palabras doloridas
- ¡Oh qué ojete!!... ¡oh qué mujer!!... ¡esto si que es partirse un buen culo!! – gimió el barbudo, un chorro caliente de esperma me inundó la cola
- ¡¡Ay ne...ne!!!... – gemí
- Ugh!!... que casi aca...bo... – lloriqueó desesperado – ¡¡Uy boluda!!!... ¡que...date quie...ta!!... – temiendo su enojo me quedé inmóvil, el semen calmó el dolor de mi afiebrado túnel
- Viejo... ¿te gustaría dársela? – preguntó el Tano – ¿Querés comer un poquito de pan dulce?
- ¡Sí!... oh sí... ¡¡por favor!!... – me miró despejando sus culpas como si fuera obligado al abuso
- A ver vos barba… sacala!!... – ordenó. El hombre se desprendió el pantalón, el sexo mediano surgió erecto, inmundo, listo. Su rostro una máscara lujuriosa, como un imbécil reía baboseándose
- No me hagan esto... ¡basta!!... ¡por favor!!...
- Es que el pobre hombre te desea... – susurró el barbudo ronco, mientras me ensartaba con movimientos bruscos. Gruñía y suspiraba sacudiendo incrédulo su cabeza a los costados expresando placer, desconcierto, saña
- Dejame a mí... mirá que despelote de carne pelirroja... cuánta carne de culo que me espera!!... ¿cómo es ese ojete por dentro barba?
- Mara...vi...llo...so, sua...ve... me la aprieta... ¡oh... qué culiada!!... – el Tano lo sacó empujándolo
- Pará Tano... dejámela otro poco no seas boludo!!...
- Ya está... – le marcó firme apartándolo con fuerza, sentí calma al ser liberada
- Veamos que hace el viejo... – invitó el Tano, el hombre mayor se paró, respiraba pesado su ansiedad y malicia. Los muchachos se miraron riendo
- ¿De verdad me dejan este culo para mí?... – preguntó baboso, servil, ventajero. Gemí
- Claro… ¿acaso no querías comer de ese pan dulce rico? – rió el Tano disfrutando el momento. El asqueroso abusador cobarde se puso a mis espaldas, era una rata aprovechando su oportunidad
- No sea así... por favor... ¡usted no!!!
- Pero parece que la culona no te quiere... – musitó el Tano, el hombre rió como tonto
- ¡Si le debe gustar la culiada!!... – gimió manoteando mis nalgas, un grito ahogado de placer partió de su pecho
- ¡No chicos!!... no dejen que me agarre...
- ¡Qué culo firme… suave!!... ¡¡nunca toque algo así muchachos!!... – olía a transpiración, sentí su respirar agitado. El no sabía que hacer, enfermo se agachaba para mirar las nalgas, su rostro las rozaba para elevarse luego y acariciarlas con su inmundo pijo
- ¡Estás como loco viejo!!... – pareció sorprenderse el barbudo – ¿No sabés que hacerle a esa maravilla?... ¿cuánto hace que no la metés en un buen culo?
- Mucho... pero como este pan dulce no hay!!… qué rico!!… qué lleno!!… – por encima de mi hombro lo miré con odio
- Che viejo... ¡a vos me parece que te gustaría saboreárselo... no? – preguntó el Tano, el viejo rió malsano
- ¡Sí... claro!!... – replicó sucio. Depositó una mano en cada hemisferio dejándose caer de rodillas, temblaba lujurioso, perturbado
- ¿Le vas a saborear el culo?
- ¿Puedo?... ¿puedo oler este pan dulce tan sabroso?...– preguntó mezclando temor y deseo. Y no era a mí a quien le pedía ese permiso. Sentí su aliento en la zanjota
- Dale viejo que estoy caliente por metérsela!!... – ordenó el Tano. El hombre separó los cachetones. Gritó embelesado, lloriqueó
- ¡Qué culo!!... – soltó los hemisferios que rebotaron
- ¡¡Salga!!... déjeme!! – grité. Nuevamente abrió la cola, su lengua con desesperación recorrió mi zanjota, apasionado besó el ojetito
- ¿Te gusta viejo?... ¿está rico el pan dulce?... – preguntó el barbudo
- Rico… sabroso… oloroso… ¡¡no lo puedo creer muchachos!!... ¡uy gracias!!... gracias!!... ¡qué ojete!!!.. ¡qué nalgones redondos... suaves!!... – apretó su cabeza con las paredes enormes de las nalgas; lo sentí suspirar, mascullar incoherente, oler perdido de placer y lascivia
- Bueno... ¡ya está viejo, metésela!! – lo frenó el Tano molesto
- ¡¡No lo dejen... sáquenlo!! – rogué furiosa. Atorándose se paró y abrió la cola
- Pero... ¡¡no se lo toqués!!... – ordenó el Tano – Mandásela pero sin tocarla – agregó. Los miró desesperado
- ¿Qué?... – preguntó sollozando como una rata – Pero... ¡no voy a poder muchachos!!... con toda la carne que tiene esta mujer... no voy a poder, los cachetes se le cierran... – dijo angustiado
- ¡¡La tocás otra vez y te parto la cara!!... – amenazó el barbudo – Ponete los brazos en las gambas!! – el hombre puso sus manos a los costados de sus piernas, afirmándose goloso y caliente para ensartarme en su pijo.... su sexo no encontraba el ano aunque se esforzaba sollozante
- ¡Oh qué carnes!!... ¡qué culo!!... ¡que pan dulce tan carnoso!!… – musitó atónito, enfermo, basura… y lloré de humillación, de rabia… sentía su respirar pesado, el pijo cálido y asqueroso intentando meterse. Lo espié, su boca se abría babeante, el rostro rojo. Se apoyaba pero el pene perdido entre los cachetes abundantes no encontraba el sitio justo, lo tocaba resbalando. Simplemente no podía. Y me encantó su fracaso
- Se te termina el tiempo viejo... ¿qué hacés?... ¿te la culiás o no??
- ¡Sí... ya se la doy muchachos!!... – rogó – ¡Ya le encuentro el ojete!!... – se removió desesperado
- Me parece que nos hacés perder el tiempo... y la culona se aburre viejo...
- ¡Cómo me aprieta el choto con las nalgas!!... ¡¡Oh muchachos... qué culo divino!!... – gimió fuera de sus cabales, cuando encontró el ano presionó pero me moví y nuevamente perdió su oportunidad – ¡¡Oh!!... no... dámelo turra... entregame el ojete!!... – gritó furioso, sus manos desesperadas tomaron las nalgas para separarlas, el Tano lo empujó a un costado con fuerza
- ¡Sentate... salí!!... ¡sos un tarado para coger!! – le gritó molesto
- Pero pibe no... ¡no!!... por favor si ya casi la tenía... – suplicó, su rostro era una máscara de desesperanza. El Tano se acercó a mí
- Ahora vas a ver como se coge un buen culo – se agachó y separó los nalgones – ¿Qué voy a hacerte nena? – susurró besando la roseta del ano
- Desgraciado... – repliqué sabiendo que no tendría la mínima oportunidad… y decidí relajarme, si recibía tensa su vara nuevamente sufriría como loca
- Tu olor es más fuerte, más dulzón... me calienta... – musitó enfermo de placer. Miré a los ojos al hombre que se peinó exasperado y le sonreí disfrutando su desdicha, su pijo estaba muy duro… se merecía ese padecer – Pelirroja divina... ahora te voy a partir en dos el ojete... – gimió el Tano tembloroso chuponeando enfebrecido en los cachetes. Se irguió y apoyó el pene. Presionó, la cabezota se hundió íntegra sin encontrar resistencia
- ¡Ay!!... – me escandalicé dolorida por la intromisión irrespetuosa
- Nena qué placer... ¡¡uy qué buen culo tenés!!... – sollozó embelesado. Su banano era más grande que el de su amigo, caliente y firme buscó saciarse en mi hoyo pequeño y prieto
- ¡¡Aía... ma...lo!!... ¡ay!!... – suspiré clavada
- ¡¡Oh pelirroja, ahí tenés la cabeza de mi chota!!... gemime puta, saboreame la pija entre esos gajos... disfrutame la verga con ese culito dulzón y chiquito... – musitó ido por lo que hacía. Sus manos se apoyaron en la parte baja de los cachetes y los alzó acariciándolos en redondo
- ¡Ay!!... ne...ne!!... – sollocé
- ¡¡Oh... mu...jer!!... ¡¡qué ojete que tenés!!... – dijo clavándose hasta la mitad
- ¡¡Aía bru...to!!!... – lo miré afiebrada. Su palote malsano me llenaba despiadado
- ¡Qué cu...lo!!... ¡qué carne suave y olorosa... – abrumado separaba y juntaba las carnotas, como si taladrara se fue hundiendo hasta el final
- Uy... desgra…ciado… ¡aía!!... – lo miré por encima de mí hombro, estaba perdido, transpirado, loco
- Comételo bonita... ¡¡oh qué culo tenés!!... con tu marido solo lo usás para cagar... para tirarte pedos... – rió excitadísimo – Pero tu culo saltón es para esto pelirroja para la cu...liada... para la cogida...
- ¿Degenerado... qué me ha...cés? – gemí escandalizada de pijota
- Te lleno el culo de choto mujer... – replicó brutal, me sentí repleta, disfrutada, ese palote intruso ingresando contra natura me quitaba la respiración
- Desgraciado... ¡ay!!... ¡mirá como te me...tiste en mí cu...lo!!
- Te va a gustar mí verga nena... ¡¡vas a extrañar que te encule!! – afirmó abriendo las nalgas para ver su pene aparecer y desaparecer
- ¡¡Ay... sos un de...gene...rado... – acomodé mi cabello despeinado con una mano y lo tiré todo sobre un hombro, me erguí cansada de esa posición, mi cola en su gran redondez se cerró haciéndolo gemir de placer
- ¿Que te hago mu...jer? – lo miré por encima de mi hombro libre de cabello
- Me rom...pés el cu...lo... – musité
- ¿Qué te hago? – insistió caliente, llevó una mano a mi boca y la acarició
- El culo... me hacés el cu...lo... lo partís en dos... – le reproché gimiente. Y el dolor pareció menguar, convertirse en una sensación nueva, en algo salvaje, impropio, el pijo caliente me llenaba despiadado, me empalaba, quizás fueron sus ojos brutales, o su olor, pero pude recibirlo relajándome… y llegó el mareo, lo rico, y me perdí en su mirada maligna… y le pregunté mil cosas. Era desconcierto todo esto… y me sentí hembra, hermosa, deseada, adorada por su pene.
- La tenés adentro nena... toda en el ojete... en el marrón... decímelo... – su mirada de asesino se clavó en mis ojos
- La tengo en el cu...lo!!... – sollocé mansa
- ¿Sentís el olor de tu culo chancho y car…noso?...
- ¡Ay!!.... sos un asqueroso... un mal…vado!... – y me moví ajena haciendo que mi cola se enrosque en el pijote duro
- ¿Sos una señora casada que entrega el ojete?
- No te lo entre...go... ¡¡ay!!
- Adoro tu culo y tu olor... quiero ir a tu casa para disfrutarte el ojete cuando tu macho no esté… – murmuró caliente
- Malo... me lo par...tís... ¡uy!!! – musité entregándoselo, la sacó hasta la puerta del ano y la clavó con furia mirándome a los ojos, los míos le miraban suplicantes, mi boca entreabierta gemía sin palabras, esto lo encendió de placer
- ¡Uy que linda que sos!!... nena decime donde tenés mi chota...
- En la co...la...
- ¿Y cómo es tu culo?
- chiquito... aía!!... despacio...– comenzó a dar palmadas en mis nalgas para verlas rebotar
- ¡Sos una culona tra...vie...sa… mira como me entregás el marrón!!... ¡¡mirá como te comes mí porra dura!!
- ¡Ay!!... nene... sos un abusa…dor... – musité melosa. El pitote duro me llenaba y vaciaba... una especie de mareo sensual me cubrió
- Me la pajeas con el orto... con tu culo divino...
- ¡¡Ay ne...ne!!... – me quejé suspirando
- Sos hermosa culona, ¿te imaginás lo que siento al mirar tu carita entregada y ver este culo redondo que me pajea la chota? – preguntó embobado
- Sí... lo ima...gi...no... lo veo en tu cara de degene…rado... ay!!!
- ¿Lo ves?... oh... mirame y sentime... estoy en lo profundo de tu ojete... ¿de qué tengo cara?...
- De rom...pe...cu...los... – se rió
- Nena ¿te gusta tener mi verga por el orto?... estoy en tu ojete mimoso... cagón...
- ¡Ay!!... ¡¡mí co...la... sos un turro!!... – dije mirándolo entregada, ahora me adueñaba, quería más de eso
- Te estoy dis...fru...tan...do… por el culo... por tu culote relleno y pecoso... nena, tomala... ¿qué te hago?...
- Me cla...vás!!... ¡¡¡ay!!!... nene... ¡¡qué pitona!!...
- Dejame a mí Tano... – pidió el barbudo
- No pará... pará boludo... ¡esta hembra es mía!!... este culo es mío... – le gritó poniéndole una mano en el pecho
- Pero boludo si...
- Nada, dejame tranquilo disfrutar este culo!!... – ordenó mirando mis ojos, algo en él me calmaba y excitaba, quería gemirle por su palote, era placer ese atisbo de dolor… ahora era libre… su víctima, su hembra culona – ¡Uy pelirroja... moveme el culo!!... – pidió asesinándome con la mirada, rodé sobre el pijo que salía y entraba sin sacar la cabezona, sentí que le hacía mimos a esa pijota dura, como si mi ano fuera una boquita que al fruncirse lo besaba
- ¡¡Ay ne...ne... cómo me rompés el cu...lo!!...
- ¡¡Uy así pelirroja!!... ¡fruncime el ojete!!... – suspiró incrédulo. Comencé a fruncir el culito cuando retrocedía y a distenderlo cuando se metía hasta el fondo
- ¡Ay malito mirá que ba...na...no...ta… te...nés... ¡aía!!... – sollocé mimosa
- Vas a extrañar mi chota... mi porra dura nena... – gemí con la boca entreabierta mirando sus ojos, entregada y dulce, perdida, ensartada, hembra.
Tomó mis tetas, nuestras miradas parecieron estudiarse, su lengua jugó con mis labios, lo dejé hacer... me estaba besando... ¡¡era un perverso... un terrible hijo de puta!!!...
- Malvado... – susurré
- Qué lindo culo tenés... apretáme la chota con ese ojete tan rico... hacélo...– fruncí el culito perdiéndome en esos ojos salvajes
- Ay... des...gra...ciado...
- Dame esa lengüita preciosa pelirroja... – se la entregué sin decir más que ayes y gemidos
- Está entregada Tano... dejame... mirá como te da la lengüita y el culo!!
- ¡Salí boludo!!... – gritó fusilándolo con la mirada, el otro pareció temerle porque se apartó en silencio. El hombre mayor miró estupefacto mi cola de costado que redonda y exagerada se deformaba y formaba en cada acometida de mi verdugo
- ¿Dónde estoy nena?... – preguntó apasionado con las manos en mis pechos, los pellizcó jugando con los pezones, su lengua chupó la mía – Decime donde estoy – insistió
- En mi cu...lo... en mi bo...ca...
- Ahora... no podés ni cagar... ni comer... – aseguró caliente, le sonreí avergonzada, le encantó mi gesto, besó mis labios con tanta pasión que un orgasmo me cubrió de pies a cabeza, desesperada culeé sobre su pijo terrible
- Nene... ¡ay!!!... – sus manos siguieron jugando en mis tetas, giraba en círculos con sus yemas, su lengua lamía con placer y lujuria, miré sus ojos negros y temibles que tantas veces en mis sueños me violaban
- Te parto el culo... el marrón...
- Desgraciado...
- ¿Te vas a acordar de mi cuando cagues? – me fusiló con la mirada
- Malva...do...ay!!!...
- Si fueras mi hembra no te dejaría cagar... me tendrías que pedir permiso para tirarte pedos con este marrón... – avergonzada lo miré sin decir palabras – ¿Qué te hago?... ¿qué le hago a tu carnaza culera.... pelirroja?
- Me lle...nás de pijo... – gemí mimosa. Se apartó y se quedó mirándome, ni me moví. No comprendía lo que pasaba, sólo deseaba que se hunda nuevamente, me peiné con una mano la cabellera alborotada.
- Chupala... quiero que me la chupés y me la pidas... pedime que te parta el culo, decime que la querés tener en ese enorme culo rosa oloroso!!... – ordenó sentándose a mí lado. Quitó los vaqueros sucios y gastados. Llevé mi boca al pitote y lo besé, lamí el bananote duro que se encorvaba hacia arriba poderoso, los otros no atinaron a nada a pesar que mi cola estaba desocupada.
- ¿Te gusta esa cabeza roja?
- Tiene olor a culo... – susurré. Sus manos palmearon las nalgas que enormes e indefensas estaban de costado, mis piernas se doblaron sobre el asiento, se inclinó y besó mi frente
- Sos preciosa pelirroja... nunca se la di a una mina como vos, me gustan tus ojos celestes cuando te comés mí chota... – suspiró, llené la cabezota con pequeños besitos recorriendo el tronco con ambas manos, era enorme, casi el doble que la de su amigo, las venas henchidas de sangre se marcaban a la perfección, acaricié los huevotes enormes y repletos de semen
- Che Tano... dejamelá que se la pongo...
- No... ahora no quiero... – me miró embelesado y agresivo a la vez, era un león cubriendo a su hembra – Chupala así... lameme el choto…
- ¡Qué pijo grande!!... no puedo creer que lo tengas así... – corrí el cabello sobre mi rostro y me lo metí en la boca
- Pedímelo... pedime que te la meta por ese culo cochino y gordo que tenés!! – dijo sin piedad
- Dámela... metete en mi culo... – obedecí quejumbrosa, se paró y se ubicó detrás, me recosté, separó las nalgas. Se metió
- ¡Ay!!... des...pa...cio... nene!!...
- ¿Dónde está mi chota?... ¡¡decime dónde está!!... – su mirada pareció llena de odio
- En mí cu...lo... – gemí entregada, mis ojos miraron los de los hombres que excitados siguieron cada golpe del pene que ingresaba y salía
- ¿Por qué no seré tu macho?... decime... ¿por qué no podés ser mía?.. para mí...
- No lo sé... – suspiré mirándolo azorada, sus ojos parecieron tristes
- Yo te lo voy a decir pelirroja... ¡porque soy un negro villero... porque no me dan una reputísima oportunidad!!... – gritó con odio, el hombre bajó la cabeza con temor, el barbudo rió
- Nene... ¡¡yo no tengo la cul...pa!!... – musité
- Ahora la tenés en el fondo del ojete... de tu importante y fruncido ojete de señora... – dijo dándome con furia, eso me asustó. Parecía fuera de sí, pensé que decir para calmarlo.
- Sos un negro divino con el mejor pene del mundo... – afirmé suave, él la sacó de la cola, me tomó de los cabellos
- ¿De verdad?...
- Sí... sos bien macho... – resuelta lo miré a los ojos
- ¡Chupala!!... – con temor me llevé el pijo a los labios, su amigo se acercó
- Hacémelo solamente vos... te lo ruego... – pedí
- ¿Aja!!... ¿te gusta mi verga!!... – rió sobrador mirando al barbudo
- Sólo vos Tano... quiero lamerte y entregarme... pero que ellos se vayan...
- Me gusta que vean como se coge a una señora hermosa como vos pelirroja...
- ¡Quiero que tu amigo y el viejo de mierda ese, se vayan!! – insistí firme – Ya vieron lo macho que sos... ya vieron como te metiste en mi culo y lo disfrutaste...
- Pero... pará Tano... le quiero dar otro poco... ¡no le hagás caso a la mina!!
- Por favor... voy a metérmela por el culo yo misma para pajearte esa pijona divina que tenés... pero... que se vayan esos dos!!... – insistí. El Tano lo miró al barbudo resuelto
- Andá... y que el tipo este se vaya, lo vigilás hasta que el tren llegue, ya son las tres de la tarde y debe estar por llegar... – el otro se fue molesto aunque obediente. El hombre mayor me miró culposo, aterrado, suplicando que una denuncia no lo implique – Ya se fueron – balbuceó mirándome – Ahora chupame la chota!!.
Obedecí mansa.
- Me dio pena todo eso que dijiste nene... debo estar loca... te estás abusando y yo tengo pena por vos... – me estudió sin entender
- ¿Te doy pena?... – sus ojos me odiaron, llevó una mano a mi rostro y apretó mis labios
- ¡No... pará!!...
- Vos me das calentura y placer... me encanta cogerte nena...
- Marta... mí nombre es Marta... ¡basta de “nena” y de “mujer”!!... ¿vos te das cuenta a lo que llegaste?... – me tomó del cabello alzándome, mostrándome su poder; puse una mano en su pecho
- Así no... ¡para Tano!!
- Parate nena… quiero que te sientes en mi verga – me paré dándole la espalda.
- Pero calmate… – rogué ante sus gestos nerviosos
- Sacá culo para mi señora importante, parame ese culo oloroso… – ordenó sacado. Mansa me paré y alcé la cola, me senté despacio sobre el pijo que ingresó íntegro
- Calmate… por favor… estás mal... – parecía más violento de lo que imaginaba, tiró con fuerza mi cabello y habló en mi oreja izquierda
- Estoy caliente nena... – pegó una cachetada en una nalga y la hizo rebotar dejando la mano
- ¡¡Ay!!.. pará... chiquito...
- ¡¡Chiquito tenés el ojete nena... pero te lo voy a dejar como una rosa!!... – susurró malsano, llevó las manos a mis costados, con fuerza me subió y bajó moviéndose despiadado
- ¡Ay... así no!!... me duele!!...
- Me gusta que te duela turra... cométela... ¡¡oh la señora ahora va a contar por todas partes que le dieron por el ojete con una buena pija!!...
- Vos no sos así... eso que di...jis...te!!...
- ¿Qué dije?... ¡decime!!... ¿qué mierda dije? – gritó en mi oído
- Me pre...gun...taste porque no puedo ser tu...ya... ¡¡ay!!... – el pijo se salió pero lo ingresó nuevamente hasta los testículos
- ¿Qué querés?... soy un negro hijo de puta... un violador, te estoy partiendo el culo de yegua casada... ¡¡después me vas a querer hacer mierda!!...
- ¡¡No... te ju...ro que no voy a hablar!!... – pensé que lo peor que podía pasar es que eyaculara… quizás atemorizado tomaría una decisión que me costara la vida – ¡¡Yo no pien...so… hablar!!!...
- Lo decís porque tenés miedo... miedo que te meta un navajazo!!... – gritó abrazándome por la cintura
- ¡¡Aía... si di...jis...te… que no tenías ar...mas!!... – hablé costosa, se quedó quieto en mi ano, sacó una sevillana y apretó el botón mostrándomela. Me aterró el sonido y el metal que brilló terrible – ¡Ay no!! – grité aterrada, rió poderoso
- ¿Me vas a cagar la verga del miedo?... – preguntó, tomé aire
- ¡Aún no te creo!!...
- Salí – me alcé dejándome caer en el banco, con su mano libre acarició las nalgas, apretó la navaja en mí rostro
- Guarda eso... por favor...
- ¿Creíste que me podías dominar?... ¿qué podías darme órdenes?.. ¡acá mando yo porque tengo esto!!... – blandió la filosa hoja de acero – ¡Vení puta... sentate otra vez en mi chota!!...
- Pará... estás mal... – lo miré con toda la calma que pude
- Dame el culo... dame tu oloroso ojete de señora... – ordenó. Me paré y suavemente me subí a caballito enfrentándolo – Metételo… quiero que te lo metas por el culo...- susurró. Tomé el pijo con una mano y lo llevé a la cola, cuando encontró el ano alzó las piernas tensándolas para empalarme. Gemí mirando sus ojos – ¡Así puta... así!!... quiero ver tu carita bonita mientras te la comes por el orto. Tomó mi rostro entre las manos – Este negro sucio te coge… mirame a los ojos… quiero que me veas!!
- ¡¡Basta... para… así no!!... – intenté pararme pero sus manos me aferraron del cabello, me clavó hasta los testículos gimiendo desesperado, enloquecido, furioso – ¿Qué te pasa?... – lo miré con toda la dulzura que me fue posible. Intenté sonreír
- ¡¡Me pasa que te voy a llenar el marrón de leche... tu ojete delicado de señora!!... – su mirada era odio. Nuevamente sus manos en mi rostro, la navaja se apretaba en mi oreja derecha
- ¡No acabes quiero más pija!!... – que eyaculara podría complicar la situación, temerosa supliqué – ¡¡Espera Tano!!... quiero más!!...
- ¿Te gusta mi chota en el centro de tu carnaza chancha??!!…
- Si… me encanta… – sollocé
- Mentís… tenés miedo… me la vas a cagar del miedo!!... – y se sacudió. Ahora llegaba mi fin – ¡Oh te lo lleno de le…che... cu…lo…na!!... – gritó despiadado moviéndose enloquecido. Los chorros calientes de semen ingresaron raudos, terribles – Tomala... tragate toda la le...che por el cu...lo!! – gritó temblando. Suavemente me paré sentándome a su lado. Pensé lo peor, quizás ahora taparía con mi muerte su delito, me costó mirarlo… y no supe que decir – Decime que cosa no creés de mí… – preguntó paseando la navaja por mis pechos, cerré los ojos para reponerme, si aflojaba sería peor
- Que seas así...
- ¿Así cómo?
- Tan violento...
- Es que me revienta que me tengas lástima... ¡a mi nadie me tiene lástima!!
- Vos me parece que me odiás porque te crees que tengo plata... te vengaste de un marido rico al romperle el culo a su mujer... ¿y sabés una cosa?... mi marido no tiene una moneda... yo acabo de encontrar un trabajo para pagar la casa donde vivo!!...
- ¡Sos una nena rica, no me vengás con eso!!
- ¡Ojalá lo fuera!! – y reí furiosa – ¡Pero te juro que no lo soy!!...
- ¿Cuántos años tenés?
- Veintisiete... y me llamo Marta... no nena, ni mujer... ni pelirroja!!... soy una maldita persona... – grité – ¡Y ahora me estás conociendo... guarda eso... por favor... guardala!!... – metió la navaja en el pantalón. Me miró molesto, bajó la cabeza
- Me voy – se paró
- No, sentate!!... falta para llegar... – obedeció peinándose con ambas manos – ¿Qué música tocás?
- Basura...
- ¿Y te sentís igual?...
- Estoy harto de todo... quise estudiar... parecía bueno para eso... no tengo laburo... – sus facciones firmes se me pintaron hermosas, su cuerpo poderoso pareció abatido
- ¿Sos de Mar del Plata?
- Sí... y vos?
- También, cuando murió mi madre me crió una tía en Balcarce... la voy a visitar... – sonrió triste
- ¿Hijos tenés?
- No... y creo que no puedo tenerlos... perdí uno... – sus ojos parecieron regresar de ser el furioso pendenciero que no quería ser
- Perdón… Marta – y le costo decir eso
- Ya lo hice...
- No te entiendo... – me miró asombrado – Te cogí… con mi amigo te rompimos el culo...
- Sos el macho que siempre quise tener en una cama. Mi marido ni me mira... es una porquería, me golpea...
- Si fuera él daría mi vida por hacerte feliz… daría mi vida por una mujer como vos... – lo estudié con pena, no esperaba que dijera eso
- Entonces cambia esa actitud... trabajá en lo que sea, algo debe haber... no hagas esa música sino te gusta... ¿te drogas? – pregunté. Asintió
- Todo es una mierda...
- ¡No es verdad!!... no te sientas una mierda!!... los que nos gobiernan son una mierda por eso se empeñaron en que seamos eso... y es que nos consideran una mierda... tenemos que pelear... habrá que empezar de nuevo...
- ¿De verdad que yo te gusto?... – me miró asombrado, aterrado. Era la primera vez que se sometía a un juicio de alguien que consideraba en la lista enemiga
- Sí... me gustás, me enloquecés como hombre. Te daría mi cola que tanto te gusta cuando la quieras, te amaría... no sos diferente a ningún hombre, pero dame la oportunidad de que lo entiendas... no me matés antes de preguntarme el nombre...
- ¿Qué clase de mina sos vos Marta?
- Una como todas en este país que está harta que la odien sin saber porque te odian, y te matan, y te roban... ¡yo no tengo la culpa de tu villa!!...
- Pero... me hablás como si vos y yo pudiéramos tener algo... – sonrió confundido
- Ya lo tuvimos... ¿cómo olvidar lo que pasó? – se sentó a mi lado y me apoyó en su pecho, temblaba, su corazón iba a mil
- Marta... – lo miré, tenía lágrimas en los ojos, las enjugó con rabia, guardó su pene fláccido. Comenzó a llorar como un bebé o como un hombre abatido, sin palabras. Acaricié su cabello
- Me encanta tu pija, tus ojos negros... – me apretó contra él
- Sos demasiado para mí...
- No es verdad... – sonreí sin sonrisa. Se paró
- Tomá... – dijo suave. Miré su sevillana – Me la dejó el viejo antes de morir... guardala o tirala...
- ¿Por qué me la das?
- Porque es lo único que tengo... – la tomé, la apretó entre mis manos con las suyas. Se fue con paso rápido sin mirar atrás.
FIN
LOS QUE QUIERAN MAS RELATOS, POR FAVOR, NO ME MANDEN MAS MP, DEJEN SUS PEDIDOS EN EL SECTOR DE COMENTARIOS. GRACIAS! 😉
10 comentarios - La pelirroja del tren (2° Parte)
muy groso
taba esperando la 2da parte!
el final
tremendo
nunka me hubiera imaginado q iba a terminar asi
y la verdad, termino d 10
segui asi 😉