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Historias de mi bulín – I – Mi querida noviecita

Todo lo expuesto en estas líneas es verdadero. Espero poder transmitir los relatos con el morbo necesario para ponerlos en situación y lo suficientemente cachondos para obtener vuestra aprobación y poder seguir con ellos. Estas son historias verdaderas vividas por mí durante toda mi carrera universitaria en una ciudad de nuestro hermoso país. Se desarrollaron en un funcional, con una mini cocina y bañito. Todo lo que un modesto universitario necesita para pasarla bien, si sabe como hacerlo.

El primer relato que presento no es la primera experiencia cronológica, pero si una de las más lindas que viví. Involucra a Lu, una chica que conocí una noche en el boliche, y que fuimos novios por mas de un año. La puedo describir como castaña clara (casi rubia), 1,55m, medidas próximas a 90-60-90, pesaba unos escasos 50 kg, lo que hacía que sus gomas resaltaran ante su figura un tanto menudita. Sus ojos celestes los usaba delineados, lo que llamaba realmente la atención. Tenía unos labios dibujados y una piel de muñeca. En resumen, era una muñeca.

Nos conocimos en el boliche de la universidad. Yo la saqué a bailar sin mirarla demasiado, hasta que llegamos a la pista. Cuando la miré bien me quería matar, no podía estar tan buena. Bailamos y charlamos un buen rato hasta que la invité a tomar algo. Luego regresamos a la pista hasta que llegó la tanda de lentos (ohhhhhhhhhh, benditos lentos, que vuelvan). Los lentos eran mi escenario favorito para el ataque, por lo que al rato nos estabamos matando a besos. Esa noche la despedí en el taxi y en la semana nos vimos dos o tres veces.

Llegado el viernes, la invité a cenar al bulo. Ella llegó temprano, así que tuve que cocinar entre mimos y besuqueos. Preparé unos tallarines caseros (esto también es cierto) con una salsita de tomates. Vestía una camisita suelta y no muy larga con un pantalón de jean. Entre besos y abrazos, mis manos comenzaron posandose en sus caderas, y con el tiempo ya le acariciaba la piel de su cintura gracias a su ropa suelta. Yo le echaba algo a la olla del tuco y seguíamos apretando, típico de dos pendejos de 19 (yo) 24 años (ella). Yo estaba al palo y echaba culo para atrás cuando nos abrazábamos y besábamos porque pensaba que mi tremenda erección la podría incomodar.

Cuando terminamos de cocinar y servimos la comida ambos estábamos a mil. Terminamos de cenar y ella se ofreció a lavar los platos y limpiar. Comenzó con una olla que había quedado y cuando le traje los platos la tomé de atrás por la cintura. Le bese todo el cuello mientras mi mano subía debajo de la camisa. Ella se dio vuelta rapidamente y seguimos besandonos estando yo apoyado sobre una pared. Esta vez no aguanté más y le apoyé el bulto contra su cuerpo, mientras la apretaba hacia mí. No me dijo nada y seguimos besandonos.

La tomé de la mano y nos sentamos en una silla, ella en mi regazo frente a mí. Esta nueva posición me dejaba a mano la parte baja del cuello, donde me centré mientras mis manos subían y bajaban por su espalda. Acariciar su piel tersa y suave era realmente algo increíble. En un momento mis manos siguieron subiendo y llegaron al corpiño. La situación no daba para más y ella no dijo nada. Como le estaba besando el cuello y no cruzamos miradas, eso la ayudó no sentir vergüenza. Cuando drigí mis manos hacia sus hermosas tetas, me cortó pidiendo apagar la luz y me dijo que tenía frío.

Cuando me paré para cumplir sus órdenes, me arranqué como mil pendejos debido a la tremenda la erección contenida estando ella encima mío. No dije ni mu y en 5 segundos había apagado la luz y encendido una pantalla a gas para calentar el ambiente. Esta pantalla daba una luz rojiza muy cachonda, que nos acompaño por el resto de la noche. Ya la senté en mi regazo nuevamente y la muy conchuda que había ido al baño se había prendido el corpiño. Así que a remar de nuevo, hasta que le desprendí el corpiño otra vez.

Otra vez retomado la cachondez, estabamos con el ambiente correctamente iluminado y calefaccionado, por lo que alcanzar sus senos fue pan comido. Los acaricié debajo de la camisa sin mirarlos mientras la besaba en el cuello. Noté como ella se estremeció y le desabroché toda la camisa. Lentamente fui bajando mis besos hasta sus pezones, los cuales eran del tamaño justo para hacer feliz al más exigente de los amantes. Solo se ponía erecto el pezón que besaba. Pensé que algo estaba haciendo mal y ella comenzó a levantarse. Yo pensaba que la había cagado cuando me agarró de la mano y me llevó a la cama.

Nos acostamos y ella estaba a mi lado sin la camisa y con el pantalón y los zapatos puestos. Estuve un largo rato antreteniendome con sus tetas, mientras ella metía la mano por mi remera y me rascaba la espalda. En un momento empecé a bajar mi mano hasta su zona, acariciando cada cm de su piel en el trayecto. Cuando llegué a su pantalón le acaricié la entrepierna y la zona de la concha. Tenía un jean puesto, pero se notaba el calor que había en esa zona, y cuando comencé a frotarla por sobre el pantalón noté como se estremeció, a la par que ambos pezones se pusieron como piedra.

Inmediatamente le desabroché y le saqué el pantalón. Ella no me había sacado nada, así que me desvestí quedando en calzoncillos, como ella en calzón. Comencé a meter mi mando debajo de su calzón, notando que tenía los pelitos cortitos y duros, lo que me hacía picar bastante. Se notaba que eran pelos que estaban creciendo. Cuando llegué a su conchita casi se me resbaló la mano de lo mojada que estaba. No me animé a practicarle sexo oral, debido a mi falta de experiencia. Nos sacamos la ropa interior y ambos estábamos listos para el siguiente paso.

Ella levantó sus piernas para que yo le entrara por arriba y vi como tenía depilada la conchita, con un bello púbico diminuto y cortito. Inmediatamente agarré mi pene y lo presenté en la puerta de su vagina. Los pelitos me pinchaban y me excitaban aún mas. Su vagina era muy angosta, y mi pene un tanto grueso. Estuve un rato puerteando y haciendo fuerza, pero un hubo caso. El roce de mi glande en su concha y sus pelitos junto con mi calentura me tenían al borde de la explosión. Entonces me decidí a forzar la entrada, y si ella se quejaba, bueno, vería que hacer.

Afortunadamente ella estaba bien mojada, y la fuerza extra abrió paso hasta su interior. Una vez adentro me pude volver a concentrar en las caricias y los besos, al tiempo que comencé a fornicarla suavemente. Ella tenía un gemido contenido y yo ya no sentía la pija tan apretada por su vagina, por lo que el galope se fue soltando. Entonces largó un gemido que me volvió loco de excitación y fue el momento de sacar la pija de su caverna húmeda y calentita para darle todos mis fluidos. Le llené la panza de leche. No terminaba más de acabar. Cuando vacié el contenido me derrumbé encima de ella, dejando mi pene descanzar sobre su bello púbico. Ella disimuladamente se limpió con mi remera y yo me ladeé un poco, pero sin abandonar la posición.

Nos miramos a los ojos y los pinchazos de su bello en mi glande hcieron ponerme al palo nuevamente. Le dije que quería hacerlo otra vez, pero me mandó a limpiar el arma diciéndome: “bueno, pero anda a lavarte si no querés ser papá”. No se por que, pero verla desnuda en mi cama, con sus ojos celestes y profundos como el océano diciéndome esa frase me pusieron a mil nuevamente.

Cuando regresé ella se había tapado y me invitó a su cobijo. No hice más que entrar en la cama y destaparnos para levantarle las piernas de manera que quedara lista para la penetración. Yo estaba al palo, pero era evidente que ella había perdido un poco la cachondez porque no estaba tan mojada como antes. Cuando intenté penetrarla sentí que sus pelitos me pinchaban nuevamente y me costaba porque no estaba tan mojada. Debido a que se había dilatado por la cojida anterior enseguida pude calzarle la cabeza. Acto seguido ella ya estaba cachonda y sus jugos permitieron que entrara sin ningún problema.

Ella comenzó a mover sus caderas de lado, y yo en un vaivén de arriba hacia abajo. Yo de arriba le comía la boca mientras arremetía suavemente hasta sentir que mis testículos chocaban con su cola. En un momento levanté la cabeza para mirarla y ella comenzó a acariciarme los brazos, los pectorales y el abdomen, que están cubiertos por abundante bello. Sus manos eran muy suaves y estaban realmente calientes. Eso me ponía mas cachondo aún, asta que llegó a mi cola y la agarró al ritmo del vaivén, apretando cuando llegaba a meterla toda, como pidiendo más bomba.

En realidad me estaba marcando el ritmo que a ella le quedaba más cómodo, con arremetida violenta incluida. Yo le daba bomba con los brazos extendidos, dejando que volviera a acariciar mis pectorales y brazos, hasta que comenzó a estremecerse y a tocarse los pezones. Sus tetas eran tan grandes que sus manos les quedaban chiquitas. De repente me pidió mas, mas y más rápido. Era evidente que estaba llegando al climax y yo no podía aguantar mas el desastre lácteo. De repente ella lanzó un suspiro de desahogo y como pude le pegué unos bombazos bien fuertes antes de sacarla y acabarle nuevamente hasta sus hermosos y rozados pezones.

Luego que ambos nos refrescáramos estábamos en la cama mirando algo de tele, en posición de cucharita. Yo le besaba el cuello y la oreja mientras recorría suavemente su silueta con mi mano desde sus hombros hasta sus caderas, volviendo por su cola y pasando por una de sus lolas. Nunca me voy a cansar de repetir lo suave y hermosa que era su piel, como nunca me cansé de acariciarla. En un momento comencé a tener una erección nuevamente y ella me dijo “otra vez? mira que ya me enfrié”. Le dije que se quede tapada y bajé besandole la espalda hasta su cola, mientras ella se daba vuelta.

Cuando terminó de darse vuelta abrió sus piernas y comencé a acariciar toda la zona, como reconociendo el terreno, ya que estaba a oscura por las cobijas. Luego le pasé los labios abiertos sin besarla ni sacar la lengua. En un momento ella comenzó a retorcer lentamente su cadera, hasta que le besé su hermosa concha con los labios bien abiertos y se quedó paralizada. Enseguida mi lengua se convirtió en un torbellino que mezclaba sus jugos con mi saliva y empapaba la zona aun más. En un momento sentí que llegó al orgasmo y se quedó relajada. Terminé el trabajo dándole suaves besos en su hermosa concha, mientras con la lengua juntaba todo resto de jugo que hubiera dejado.

Cuando asomé mi cara por las cobijas junto a la suya, ella me miraba con cara de satisfacción, a lo que le pregunté si le gustó. Por supuesto dijo ella, a lo que respondí que a mi también me gustaba, como pidiendo devolución de favores. Le tiré un beso pero me sacó la cara (no le gustaba el gusto de ella), e inmediatamente me manoteó el pene. Se puso encima mío y comenzo a bajar mientras me acariciaba el pecho y el abdomen. Yo acompañaba bajando las sábanas encima de sus hombros, porque quería verla haciendo su trabajo.

Lo primero que hizo fue darle besitos desde la cabeza hasta mis pelotas para luego subir recorriendo mi palo con la punta de la lengua y tragársela como un chupetín. Mientras me chupaba la cabeza me masturbaba suavemente. Mirarla haciendome eso a mi me daba aun mas morbo y sentía como me latía la cabeza de la pija. Estuvo un rato bastante largo entreteniendose y muy concentrada. Cuando yo no daba más le dije… “parece que estas muy entretenida”. Se puso colorada como un tomate y sin decir nada la traje hacia mí y la besé.

Quedó sentada encima de mi pija que estaba caliente como una braza y se la apoyé suavemente en su concha, que bien mojada estaba nuevamente. Ahí nomás aproveche para metérsela y esta vez entró sin ningún problema. Ahora ella llevaba el ritmo mientras nos besábamos. En un momento se enderezó y vi su imagen bañada de luz rojiza mientras su pelo le caía por los hombros hasta sus tetas perfectas, como dibujadas. Por supuesto que enseguida comencé a acariciarle las lolas y sus pezones. Me puse la almohada debajo de la espalda, lo que me permitió tenerlas frente a mí para poder saborearlas como se merecían.

Cuando liberé mis manos las llevé hasta su cola hermosa. Corrí mis dedos hasta la entrada de su vagina ocupada por mi pedazo y le acriciaba los labios lubricados por sus jugos. En un momento comencé a llevar sus jugos hasta la zona del ano. Noté como hubo una pequeña dilatación cuando le acaricié esa zona bien mojada. Entonces cuando pasaba los dedos por esa entrada ejercía una sutil presión, a lo que no me dijo nada. Ella segúa cabalgándome y dandome sus tetas servidas en bandeja en mi boca. En un momento no aguanté mas y le metí una falange de un dedo. Entonces ella se enderezó y me sacó los dos bocados que estaba saboreando. Cambió el vaivén por movimiento circulares y parecía que me estaba estrujando la pija. De repente sentí que la pija de me convertía en un volcán de leche y la saqué de encima mío con un tirón.

Ella se quedó haciendo movimientos de cojida en el aire mientras yo terminaba mi erupción láctea. Le pedí disculpas por no poder aguantar hasta que ella tenga un orgasmo y me dijo que ya lo había tenido, que por eso cambió los movimientos. Era una hija de putas. Ya a esa hora se había terminado la tele por aire, asi que nos quedamos dormitando en silencio, por supuesto, acostados estilo cucharita. Cuando quisimos acordar se hizo las cuatro de la mañana. Como ya no ibamos a ir al boliche ni ella se podía quedar a dormir, nos vestimos, tomamos un café y la llevé a tomar un remis.

Así fue el inicio de una linda relación que duró poco mas de un año. Espero que el relato haya estado a la altura de las circunstancias y colmado la expectativa de los lectores. Desde ya quiero escuchar vuestros comentarios para saber si sigo escribiendo. Por supuesto, historias hay muchas y muy variadas.

6 comentarios - Historias de mi bulín – I – Mi querida noviecita

pancho91
te mataste escribiendo 😉

no termine, pero lo pondre en favoritos 😃

saludos 😉
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dnegro
muy bueno. linda historia
ciberdyne
mmm, quisiste chamuyar pero te fuiste en seco 3 veces...
menphis2
sos un k-po !! tus reatos son lo mas 🙎‍♂️
nietoger18
buen relato!!! bien descripto... aguante la uni!