Mariano, a quien nunca había nombrado hasta ahora, fue, sin miedo a equivocarme, el mejor novio que tuve.
Lo conocí de casualidad a la salida de un cine un domingo de tarde y salimos por el lapso de dos años.
En todo aspecto fue intachable. Era amoroso, sabía darme contención, me entendía, afectivamente era un bombón y en la cama no le faltaba nada.
Y les aseguro que esos dos años fueron inmejorables.
Pero todo llega y un día me hizo la gran pregunta, “te querés casar conmigo?”.
Yo no tenía motivos para decirle que no. Lo quería, estaba muy bien, había encontrado a alguien con quien podía ver un futuro.
Así que le dije que si, igualmente la cabeza me empezó a trabajar desde ese mismo momento.
Por sobre todas las cosas siempre amé mi libertad, mi independencia y mi modo de vida. Pero esta vez nada parecía hacer que me equivocara.
Pusimos fecha para septiembre, estábamos en marzo y quisimos empezar con la experiencia de la convivencia.
Todo fue marchando sobre ruedas.
Obviamente mis amigas, conocidas y compañeras de trabajo se sorprendieron totalmente ya que ellas consideraban que yo nunca me iba a casar.
Pero yo, contra todos los comentarios, iba a sentar cabeza, iba a ser la señora de…
Así que entre todas ellas, me quisieron organizar una despedida de soltera, que según decían, iba a ser recordada por muchos años.
La cita fue en la casa de Mariana, una de las minas más piolas y zafadas que conocí en mi vida. Como decirles, Mariana te pintaba una Ferrari en movimiento.
Éramos doce chicas, que no voy a nombrar por una cuestión de economía literaria, y arrancamos la noche en un local de strippers.
Sinceramente nunca fui a uno, pero entrar y ver a casi doscientas minas totalmente sacadas y dispuestas a todo fue un cuadro tremendo.
A mi me vistieron de conejita de Playboy y me mandaron a la cabecera de la mesa. Por supuesto que adelante mío pasaron todos los pibes que hacían numeritos. Les aseguro que por mi cara pasaron todo tipo de porongas, una más linda que la otra. Debo confesar que a más de una le di un beso. Y bueno, el alcohol corría por todos lados y yo que no soy arisca para nada. También subí al escenario, invitada por ser la “agasajada”. Me hicieron de todo, me arrimaron, me sobaron, me chuparon y yo, según pasaban las horas y el alcohol, estaba hecha una caldera.
En un rapto de lucidez, dentro de mi ebriedad, me acerqué a Mariana.
-Mari, necesito una pija ya!!!.
-Quedate tranquila Fio, arreglé que a las 4 vengan algunos de estos pibes a mi dpto. quedate tranquila que hoy tenés fiesta.
Miré el reloj, todavía faltaba una hora. Así que me dediqué a seguir tomando y divirtiéndome.
En pleno éxtasis de baile y alcohol Mariana me llama y señalándose el reloj me da a entender que es hora de iniciar la retirada.
De las doce originales, quedamos seis. Mariana, Perla, Lola y su hermana Mariel (más conocidas como Vilcapugio y Ayohuma, porque eran dos desastres), Cintia y su servidora.
Nos subimos a mi auto y nos fuimos al departamento de Mari.
Llegamos y seguimos con la ronda de tragos. Estábamos todas a punto caramelo.
Pusimos música a todo volumen y seguimos bailando, hasta que escuchamos el timbre.
Fue Perla a atender y entraron tres pibes.
Nos quedamos calladas.
Ellos, con toda naturalidad entraron y saludaron a cada una de nosotras.
Eran, después me enteré, Sergio, Nahuel y Cristian.
Las seis como pudimos nos sentamos en el sofá dispuestas a ver nuestro show privado.
Sergio puso música en un grabador que habían traido, y fue Nahuel quien primero empezó el show. De a poco su ropa de cuero fue saliéndose y dejaba al descubierto un cuerpo musculoso. Me hizo poner de pie y comenzó con un baile erótico. Solo llevaba puesto su slip.
Mientras yo bailoteaba con él, Cristian empezaba su actuación y junto a Nahuel me hicieron un sanguchito mientras se movían apasionadamente.
Por último Sergio, empezó su perfomance diviertiendo al resto. No se por qué, pero de a poco mi ropa también empezó a salirse de mi cuerpo. Entre Nahuel y Cristian comenzaron a despojarme de mi traje de conejita.
Yo quedé con las orejitas puestas y una tanga. El corset voló detrás del sofá. Sus cuerpos, musculosos y aceitados me comprimían en un baile sensual.
No di más, estaba hecha un infierno. En medio de nuestra danza puse mi mano en el bulto de Nahuel y lo sentí totalmente al palo, a Cristian, que estaba detrás mío, también lo tanteé.
Dispuesta a todo y sin nada ya que me lo prohibiera, desinhibida como estaba, me arrodillé frente a Nahuel y me llevé de un bocado toda su carne a mi boca. Empecé a chuparle la pija como desesperada. Mientras tanto con la otra mano, empezaba a pajear a Cris. Ellos se dejaban hacer. La música y el baile seguían, yo ya había entrado en otro mundo.
Debo reconocer que las chicas, menos Mariana obvio, se vieron un tanto sorprendidas por mi actitud y cuando digo “menos Mariana”, es porque ella, mientras yo estaba en lo mío, también empezaba a comerse el pedazo de Sergio. Las demás, por el momento, solo miraban.
Nahuel me tomaba de la cabeza y me metía su poronga hasta la garganta. Cristian se separó de mi y fue a buscar al resto de las chicas que aun estaban en el sofá.
Mariana ya estaba en puesta en cuatro mientras Sergio le entraba por atrás.
Yo lo tiré a Nahuel al piso, me saqué la tanga y le puse mi concha en la cara mientras seguía chupándolo. Él ni lerdo ni perezoso, me empezó a comer. El mínimo contacto de su lengua con mi clítoris hizo que me viniera enseguida. Llevaba un par de horas de acumulamiento de calentura y en ese primer orgasmo largué un poco. Igual quería más.
Me puso en cuatro y me la puso bien hasta el fondo. Yo quedé cara a cara con Mariana, que también estaba recibiendo una soberana cogida, y sin siquiera meditarlo un poquito empecé a besarla. Ella tampoco lo debe haber meditado mucho porque me devolvió el beso con una lascivia que me hizo calentar más que la poronga de Nahuel.
Esta parte se ve que fue demasiado para dos de las chicas, Lola y Mariel las hermanitas Cuesta (porque a una cuesta cogerla y a la otra cuesta mirarla), decidieron que habían visto demasiado y decidieron irse. En el fondo lo lamenté por ellas, si no cogían esa noche, sinceramente no se cuando lo harían. Perla y Cintia decidieron quedarse, así que Cristian se quedó con ellas. Comenzó a desvestir a Perla quien un poco tímida se reía nerviosa. Sus hermosas tetas, blancas y redondas quedaron al descubierto, la falda no tardó mucho más también en irse. Luego, entre los dos desnudaron a Cintia. Cristian les pidió que se besaran, pero ambas se negaron, estaban borrachas, pero se ve que no daba para tanto.
A todo esto, yo seguía con Nahuel que me serruchaba cada vez más fuerte y con un ritmo enloquecedor. Mariana cabalgaba sobre Sergio y tenía su primer orgasmo.
Ver tremenda fiesta me excitaba.
Nahuel me la sacó de golpe y empezó a acabarme en las nalgas. Enseguida su leche caliente se desparramó por mis piernas.
Aproveché para pararme y preparar unos tragos. Cuando volví de la cocina, Sergio estaba llenándole la cara de semen a Mariana. Nahuel ya estaba comiéndole la concha a Perla. Cristian ya estaba dentro de Cintia y bombeaba, me agaché y comencé a chuparle los huevos mi lengua iba y venía hasta el agujero de su culo. Tardó nada en sacarla, y quizás por una cuestión de cercanía, desparramó su semen sobre mi cara. Mariana había ido al baño así que lo agarré a Sergio. El me tomó con violencia por detrás y me dobló para adelante, me empezó a frotar su lengua con fuerza en el culo. Me calenté mal. De pronto la cabezota de su pija se abría paso entre mis nalgas, dolió al principio, pero después fue todo placer. Sus manos se agarraron fuerte de mis tetas mientras él me daba sin asco. Yo gritaba y resoplaba de placer, dos minutos, no más, fueron suficientes para llenarme el culo de semen caliente. Caí de rodillas al suelo, me temblaban las piernas. Alcé la mirada y vi como Nahuel Y Cristian le hacían una doble penetración a Mariana. Cintia y Perla se tocaban entre ellas, se habían caido todas las barreras.
Tremenda fiesta negra nos estábamos mandando y les juro que en ningún momento se me cruzó por la cabeza Mariano, es más a esa altura ya ni me acordaba que estábamos en mi despedida de soltera.
Mariana empezó a acabar mientras le acaban en las tetas y en la cara. Sergio se cogía sin piedad a Cintia y yo le comía la concha a Perla.
Durante las horas que siguieron, hicimos todas las combinaciones posibles de sexo. El alcohol siguió corriendo en cantidades industriales.
El último acto nos tuvo a Mariana y a mi unida por el culo con un consolador, las dos en cuatro yendo y viniendo a través de ese aparato, mientras chupábamos las pijas de Cristian y Nahuel respectivamente.
Perla montaba a Sergio, mientras que Cintia sentada sobre su cara disfrutaba de buen sexo oral.
La primera en caer fue Mariana, acabó y se desplomó en el suelo, la siguió Perla que sin darse cuenta le clavó las uñas en el pecho a Sergio, mientras gritaba de placer. Cintia fue la tercera quien se despatarró en el sofá. Yo seguía, sola ya, metiéndome el consolador en el culo y chupándolo a Nahuel.
Cristian me lo sacó y lo cambió por su pija. Sergio, se acomodó por debajo mío y me la puso también.
Y ahí estaba yo, la futura señora del pobre Mariano, clavada por todo agujero posible.
Diez minutos de sometimiento, fueron suficientes, acabé como una yegua y mientras me retorcía los tres muchachos se pararon delante de mí comenzaron a acabarme por todos lados, cara, pelo, cuello y tetas llenos de leche. La hija de puta de Mariana sacó un par de fotos con el celular (ni sueñen que las van a ver).
Seis y media de la maña se fueron los chicos, después de cobrar su tarifa. Nosotras hicimos una última vuelta de alcohol y nos quedamos dormidas así como estábamos.
A las dos y media de la tarde me despertó el celular. Era Mariano, en medio de la resaca alcancé a ver el número y decidí no atender.
Como pude me paré. Estaba en pelotas y toda pegoteada, era un asco.
Mariana dormía, también en bolas en un sillón. Cintia y Perla descansaban desnudas también, en la revuelta cama de Mariana, de algo me perdí, porque pareciera que en ese cuarto hubo fuego.
Me dirigí al baño y vomité hasta el espíritu. Una vez más, como muchas otras, juré no volver a tomar. Me duché y me cambié. Y mientras me bañaba se me iluminó la cosa, ví la luz, no al final del túnel, pero ví la luz. Yo no me podía casar. Seguro que no, si me gustaba más la fiesta que comer dulce de leche. No podía vivir atada a un tipo y a una pija por el resto de mi vida. Pero ¿cómo se lo decía a Mariano?
Cuando se levantaron todas y ya repuestas de la resaca lo hablé con ellas, llegamos a la conclusión de que era verdad lo que yo planteaba. Vimos las fotos que Mariana sacó con el celular, nos cagamos de risa, esta vez en ronda de mate, y nos dimos cuenta que eso era lo que nos gustaba y no la aburrida vida de casada.
Igualmente Perla se casó cuatro años después. Cintia aguantó uno más, cinco. Mariana se fue a vivir en pareja.
Yo por mi parte, me reuní con Pablo y en bueno términos le expliqué todo. Le hice entender lo que me pasaba y creo que lo entendió.
Terminamos bien, de buena manera, es más, ese día cogimos muy, pero muy bien, se ve que el peso de la mochila que nos sacamos, nos alivió a los dos.
Yo ví casarse a todas las demás. Y organicé todas sus despedidas de soltera. Y debo decirle que fueron fiestas monstruosas.
Pero eso…eso, es otra historia.
FIN.
Lo conocí de casualidad a la salida de un cine un domingo de tarde y salimos por el lapso de dos años.
En todo aspecto fue intachable. Era amoroso, sabía darme contención, me entendía, afectivamente era un bombón y en la cama no le faltaba nada.
Y les aseguro que esos dos años fueron inmejorables.
Pero todo llega y un día me hizo la gran pregunta, “te querés casar conmigo?”.
Yo no tenía motivos para decirle que no. Lo quería, estaba muy bien, había encontrado a alguien con quien podía ver un futuro.
Así que le dije que si, igualmente la cabeza me empezó a trabajar desde ese mismo momento.
Por sobre todas las cosas siempre amé mi libertad, mi independencia y mi modo de vida. Pero esta vez nada parecía hacer que me equivocara.
Pusimos fecha para septiembre, estábamos en marzo y quisimos empezar con la experiencia de la convivencia.
Todo fue marchando sobre ruedas.
Obviamente mis amigas, conocidas y compañeras de trabajo se sorprendieron totalmente ya que ellas consideraban que yo nunca me iba a casar.
Pero yo, contra todos los comentarios, iba a sentar cabeza, iba a ser la señora de…
Así que entre todas ellas, me quisieron organizar una despedida de soltera, que según decían, iba a ser recordada por muchos años.
La cita fue en la casa de Mariana, una de las minas más piolas y zafadas que conocí en mi vida. Como decirles, Mariana te pintaba una Ferrari en movimiento.
Éramos doce chicas, que no voy a nombrar por una cuestión de economía literaria, y arrancamos la noche en un local de strippers.
Sinceramente nunca fui a uno, pero entrar y ver a casi doscientas minas totalmente sacadas y dispuestas a todo fue un cuadro tremendo.
A mi me vistieron de conejita de Playboy y me mandaron a la cabecera de la mesa. Por supuesto que adelante mío pasaron todos los pibes que hacían numeritos. Les aseguro que por mi cara pasaron todo tipo de porongas, una más linda que la otra. Debo confesar que a más de una le di un beso. Y bueno, el alcohol corría por todos lados y yo que no soy arisca para nada. También subí al escenario, invitada por ser la “agasajada”. Me hicieron de todo, me arrimaron, me sobaron, me chuparon y yo, según pasaban las horas y el alcohol, estaba hecha una caldera.
En un rapto de lucidez, dentro de mi ebriedad, me acerqué a Mariana.
-Mari, necesito una pija ya!!!.
-Quedate tranquila Fio, arreglé que a las 4 vengan algunos de estos pibes a mi dpto. quedate tranquila que hoy tenés fiesta.
Miré el reloj, todavía faltaba una hora. Así que me dediqué a seguir tomando y divirtiéndome.
En pleno éxtasis de baile y alcohol Mariana me llama y señalándose el reloj me da a entender que es hora de iniciar la retirada.
De las doce originales, quedamos seis. Mariana, Perla, Lola y su hermana Mariel (más conocidas como Vilcapugio y Ayohuma, porque eran dos desastres), Cintia y su servidora.
Nos subimos a mi auto y nos fuimos al departamento de Mari.
Llegamos y seguimos con la ronda de tragos. Estábamos todas a punto caramelo.
Pusimos música a todo volumen y seguimos bailando, hasta que escuchamos el timbre.
Fue Perla a atender y entraron tres pibes.
Nos quedamos calladas.
Ellos, con toda naturalidad entraron y saludaron a cada una de nosotras.
Eran, después me enteré, Sergio, Nahuel y Cristian.
Las seis como pudimos nos sentamos en el sofá dispuestas a ver nuestro show privado.
Sergio puso música en un grabador que habían traido, y fue Nahuel quien primero empezó el show. De a poco su ropa de cuero fue saliéndose y dejaba al descubierto un cuerpo musculoso. Me hizo poner de pie y comenzó con un baile erótico. Solo llevaba puesto su slip.
Mientras yo bailoteaba con él, Cristian empezaba su actuación y junto a Nahuel me hicieron un sanguchito mientras se movían apasionadamente.
Por último Sergio, empezó su perfomance diviertiendo al resto. No se por qué, pero de a poco mi ropa también empezó a salirse de mi cuerpo. Entre Nahuel y Cristian comenzaron a despojarme de mi traje de conejita.
Yo quedé con las orejitas puestas y una tanga. El corset voló detrás del sofá. Sus cuerpos, musculosos y aceitados me comprimían en un baile sensual.
No di más, estaba hecha un infierno. En medio de nuestra danza puse mi mano en el bulto de Nahuel y lo sentí totalmente al palo, a Cristian, que estaba detrás mío, también lo tanteé.
Dispuesta a todo y sin nada ya que me lo prohibiera, desinhibida como estaba, me arrodillé frente a Nahuel y me llevé de un bocado toda su carne a mi boca. Empecé a chuparle la pija como desesperada. Mientras tanto con la otra mano, empezaba a pajear a Cris. Ellos se dejaban hacer. La música y el baile seguían, yo ya había entrado en otro mundo.
Debo reconocer que las chicas, menos Mariana obvio, se vieron un tanto sorprendidas por mi actitud y cuando digo “menos Mariana”, es porque ella, mientras yo estaba en lo mío, también empezaba a comerse el pedazo de Sergio. Las demás, por el momento, solo miraban.
Nahuel me tomaba de la cabeza y me metía su poronga hasta la garganta. Cristian se separó de mi y fue a buscar al resto de las chicas que aun estaban en el sofá.
Mariana ya estaba en puesta en cuatro mientras Sergio le entraba por atrás.
Yo lo tiré a Nahuel al piso, me saqué la tanga y le puse mi concha en la cara mientras seguía chupándolo. Él ni lerdo ni perezoso, me empezó a comer. El mínimo contacto de su lengua con mi clítoris hizo que me viniera enseguida. Llevaba un par de horas de acumulamiento de calentura y en ese primer orgasmo largué un poco. Igual quería más.
Me puso en cuatro y me la puso bien hasta el fondo. Yo quedé cara a cara con Mariana, que también estaba recibiendo una soberana cogida, y sin siquiera meditarlo un poquito empecé a besarla. Ella tampoco lo debe haber meditado mucho porque me devolvió el beso con una lascivia que me hizo calentar más que la poronga de Nahuel.
Esta parte se ve que fue demasiado para dos de las chicas, Lola y Mariel las hermanitas Cuesta (porque a una cuesta cogerla y a la otra cuesta mirarla), decidieron que habían visto demasiado y decidieron irse. En el fondo lo lamenté por ellas, si no cogían esa noche, sinceramente no se cuando lo harían. Perla y Cintia decidieron quedarse, así que Cristian se quedó con ellas. Comenzó a desvestir a Perla quien un poco tímida se reía nerviosa. Sus hermosas tetas, blancas y redondas quedaron al descubierto, la falda no tardó mucho más también en irse. Luego, entre los dos desnudaron a Cintia. Cristian les pidió que se besaran, pero ambas se negaron, estaban borrachas, pero se ve que no daba para tanto.
A todo esto, yo seguía con Nahuel que me serruchaba cada vez más fuerte y con un ritmo enloquecedor. Mariana cabalgaba sobre Sergio y tenía su primer orgasmo.
Ver tremenda fiesta me excitaba.
Nahuel me la sacó de golpe y empezó a acabarme en las nalgas. Enseguida su leche caliente se desparramó por mis piernas.
Aproveché para pararme y preparar unos tragos. Cuando volví de la cocina, Sergio estaba llenándole la cara de semen a Mariana. Nahuel ya estaba comiéndole la concha a Perla. Cristian ya estaba dentro de Cintia y bombeaba, me agaché y comencé a chuparle los huevos mi lengua iba y venía hasta el agujero de su culo. Tardó nada en sacarla, y quizás por una cuestión de cercanía, desparramó su semen sobre mi cara. Mariana había ido al baño así que lo agarré a Sergio. El me tomó con violencia por detrás y me dobló para adelante, me empezó a frotar su lengua con fuerza en el culo. Me calenté mal. De pronto la cabezota de su pija se abría paso entre mis nalgas, dolió al principio, pero después fue todo placer. Sus manos se agarraron fuerte de mis tetas mientras él me daba sin asco. Yo gritaba y resoplaba de placer, dos minutos, no más, fueron suficientes para llenarme el culo de semen caliente. Caí de rodillas al suelo, me temblaban las piernas. Alcé la mirada y vi como Nahuel Y Cristian le hacían una doble penetración a Mariana. Cintia y Perla se tocaban entre ellas, se habían caido todas las barreras.
Tremenda fiesta negra nos estábamos mandando y les juro que en ningún momento se me cruzó por la cabeza Mariano, es más a esa altura ya ni me acordaba que estábamos en mi despedida de soltera.
Mariana empezó a acabar mientras le acaban en las tetas y en la cara. Sergio se cogía sin piedad a Cintia y yo le comía la concha a Perla.
Durante las horas que siguieron, hicimos todas las combinaciones posibles de sexo. El alcohol siguió corriendo en cantidades industriales.
El último acto nos tuvo a Mariana y a mi unida por el culo con un consolador, las dos en cuatro yendo y viniendo a través de ese aparato, mientras chupábamos las pijas de Cristian y Nahuel respectivamente.
Perla montaba a Sergio, mientras que Cintia sentada sobre su cara disfrutaba de buen sexo oral.
La primera en caer fue Mariana, acabó y se desplomó en el suelo, la siguió Perla que sin darse cuenta le clavó las uñas en el pecho a Sergio, mientras gritaba de placer. Cintia fue la tercera quien se despatarró en el sofá. Yo seguía, sola ya, metiéndome el consolador en el culo y chupándolo a Nahuel.
Cristian me lo sacó y lo cambió por su pija. Sergio, se acomodó por debajo mío y me la puso también.
Y ahí estaba yo, la futura señora del pobre Mariano, clavada por todo agujero posible.
Diez minutos de sometimiento, fueron suficientes, acabé como una yegua y mientras me retorcía los tres muchachos se pararon delante de mí comenzaron a acabarme por todos lados, cara, pelo, cuello y tetas llenos de leche. La hija de puta de Mariana sacó un par de fotos con el celular (ni sueñen que las van a ver).
Seis y media de la maña se fueron los chicos, después de cobrar su tarifa. Nosotras hicimos una última vuelta de alcohol y nos quedamos dormidas así como estábamos.
A las dos y media de la tarde me despertó el celular. Era Mariano, en medio de la resaca alcancé a ver el número y decidí no atender.
Como pude me paré. Estaba en pelotas y toda pegoteada, era un asco.
Mariana dormía, también en bolas en un sillón. Cintia y Perla descansaban desnudas también, en la revuelta cama de Mariana, de algo me perdí, porque pareciera que en ese cuarto hubo fuego.
Me dirigí al baño y vomité hasta el espíritu. Una vez más, como muchas otras, juré no volver a tomar. Me duché y me cambié. Y mientras me bañaba se me iluminó la cosa, ví la luz, no al final del túnel, pero ví la luz. Yo no me podía casar. Seguro que no, si me gustaba más la fiesta que comer dulce de leche. No podía vivir atada a un tipo y a una pija por el resto de mi vida. Pero ¿cómo se lo decía a Mariano?
Cuando se levantaron todas y ya repuestas de la resaca lo hablé con ellas, llegamos a la conclusión de que era verdad lo que yo planteaba. Vimos las fotos que Mariana sacó con el celular, nos cagamos de risa, esta vez en ronda de mate, y nos dimos cuenta que eso era lo que nos gustaba y no la aburrida vida de casada.
Igualmente Perla se casó cuatro años después. Cintia aguantó uno más, cinco. Mariana se fue a vivir en pareja.
Yo por mi parte, me reuní con Pablo y en bueno términos le expliqué todo. Le hice entender lo que me pasaba y creo que lo entendió.
Terminamos bien, de buena manera, es más, ese día cogimos muy, pero muy bien, se ve que el peso de la mochila que nos sacamos, nos alivió a los dos.
Yo ví casarse a todas las demás. Y organicé todas sus despedidas de soltera. Y debo decirle que fueron fiestas monstruosas.
Pero eso…eso, es otra historia.
FIN.
18 comentarios - Por qué no me casé.
pero tengue una dude.....
QUIEN JORACA ES PABLO EN ESTE CUENTO??????????
Me en-can-TO!!!
y me calento mal......
BUENISIMO TU RELATO!!!!
Besitos!! 🙎♂️ 😛 😛
TAL VEZ... 🙄
pero no lo conocemos .o sea -no importa-
el relato esta excelente................ 😛 🙎♂️
Te felicito!!!
Que bien que escribis!!!
Como manejas tantos personajes, situaciones simultáneas, y con un lenguaje porteño y sin vueltas.
Como transmitis \"CALENTURA\" con tus palabras!!!
Ya te había leído en el de la Bonaerense y no se porque motivo no te deje mi comentario en esa oportunidad (algún tema técnico con mi PC supongo)
Pero ahora lo dejo sintetizando ambos.
Excelente, Impecable!!!
y quien es Pablo?.... se develará en el próximo relato 😉
Felicitaciones.
Bruce.
Te dejo 10 ptos pero te mereces mas.
Chicos, me estoy poniendo vieja, me olvido las cosas y mezclo los nombres.
Por Dios, ya nadie me va querer así viejita como estoy
Gracias a todos por sus comentarios son todos muy amables.
Besos húmedos para todos ustedes mis amores poringueros.
F.
Recibo tu generoso beso y te envío uno a lo lejos.
F.
Tengo poquito pero queria dejarte un regalito!!
Besitos!!
Y REPITO.........TUS RELATOS SON BARBAROS!!! 😛 😛 EXcelentes!! 🆒 🆒 😉