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Enamorado de mi tia ( parte 2)

CONTINUACIÓN DEL RELATO... PENDIENTE FALTA LA 3ERA PARTE...

Así pasaron varias semanas con esa actitud algo reservada y alejada de mi parte y poco a poco fui notando a Isabel otra vez como antes. Como si nada hubiera pasado después del comentario irreverente de aquella vez. Me trataba igual, bromeaba y se sentía a gusto con migo. Eso me tranquilizaba un poco, pero igual no apaciguaba mis penas. Yo seguía sintiéndome cada vez mas atraído por ella y mis fantasías y masturbaciones en su nombre aumentaban. Un domingo por la noche cuando yo acababa de regresar del pueblo y me alistaba para otra semana de rutina, inesperadamente tuve otra conversación definitiva con Isabel y fue más o menos así:

I: "Ya no te quedas los fines de semana. ¿Tienes novia en el pueblo?" – me dijo sonriendo y con ironía.

Yo: "No, tía, solo que pienso que me he alejado mucho de mis padres desde que estoy acá. Tenía casi seis meses que ni hablaba con mi papá largo rato." – le dije perturbado por la pregunta inesperada.

I: "Ah, está bien. Me parece bien. Uno no debe alejarse de la familia. Aunque yo también soy tu familia. Y, si te soy sincera, creo que te has alejado un poco de mí." – me sorprendió el comentario. No se a donde llevaba, pero lejos de negarlo y a sabiendas de que era cierto lo que decía, simplemente ofrecí disculpas.

Yo: Tía lo siento. No había pensado en eso. Perdóname si me he alejado de ti.

I: "Si, antes hablabas con migo más tiempo, veías televisión con migo, me cocinabas delicioso los domingos, me hacías tantos detalles que me mataban, pero ya solo esperas el sábado en la mañana para irte." – La verdad tenía razón, pero percibí un reclamo extraño aunque todo me lo decía con mucha pausa y sin ningún atisbo de molestia.

Yo: "Tía, lo siento. Te has portado muy bien con migo y te estoy muy agradecido, créeme que tendré en cuenta lo que me dices para mejorar en mi trato con tigo. No quiero que pienses mal de mí." – le dije algo afligido, pero lejos de explicarle el verdadero motivo de mi actitud.

I: "No…no…mi amor, no pienso mal de ti, mas bien perdóname por éste reclamo fuera de foco, no creo que tenga derecho, está bien. No tienes porqué hacerlo. Solo que ya me había acostumbrado a tus cosas bonitas. Más bien, perdona éstos afanes de mujer sola." – Luego sonrió y con un brillo juguetón en su hermosa mirada dijo – "Pero así son ustedes los hombres; enamoran a uno y luego desencantan"

Upa… ¿eso que fue? Ese comentario me dio en el tuétano. No supe si era broma o no. Hasta dudé de si había escuchado bien lo que oí. Isabel había dicho algo que me puso el corazón a temblar y no supe ni que decir o que hacer. No sabía como interpretar lo que oí. No quería ser imprudente. Así que solo me calmé con el corazón dando tumbos en mi garganta y aproveché la coyuntura para a hacer alusión a la conversa de la otra vez.

Yo: "Tía, aprovecho para decirte algo que hace días quería decirte, pero no me atrevía."

I: "¡Caramba! ¿De que se trata?" – me dijo expectante acomodándose en el sofá mientras se comía una tostada con mantequilla.

Yo: "Bueno, es sobre lo que te dije la otra vez. Creo que te irrespeté y no era mi intención hacerlo."

I: "¿Me irrespetaste? ¿De que hablas?"

Yo: "De aquella vez que hablamos y yo te dije algo al final que sentí que te disgusto y la verdad lo entiendo y quiero que me disculpes, pues no estoy tranquilo desde aquella vez. ¿Te acuerdas? de cuando atrevidamente te dije que uno se enamora de quien no debe, refiriéndome a lo que sentía por tí"

I: "Ah…ya me acuerdo, ¿todavía con eso? no…no…no tienes que disculparte. Tenías toda la razón al decir eso y además ¿de donde sacas que me molesté? jamás estuve molesta con tigo. Al contrario. Me he sentido muy halagada de que aún pueda hacer sentir cosas en un hombre bueno como tú"

Yo: "Pero soy tu sobrino tía"

I: "Si, pero igual eres un hombre, simplemente un hombre" – pensé que trataba de justificarme para no hacerme sentir mal.

Yo: "De todas maneras te ofrezco mis disculpas por eso"

I: "Ya te dije que no tienes que disculparte. Igual nunca me molesto eso y vuelvo y te repito para una mujer mayor y rellenita como yo es un halago que un muchachito como tú le diga esas cosas"

Yo: "Tú eres…eres…" - me contuve para no decir nada pasado de la raya – "eres…joven y aún atractiva" – dejé escapar algo de mi impulso de de una forma natural.

I: "Gracias mi vida. ¿Ves que a tu tía le gusta que le digas eso? Acuérdate que estoy sola hace ya mas de dos años y uno mujer ya bien entrada en los treintas necesita que le levanten el ego."

Yo: "¿Tía no tienes novio?" – le dije tranquilizado por lo que escuché de ella.

I: "¿Novio? ¡Nooo! no quiero novio por ahora. Estoy bien así como estoy y no quiero complicarme la vida con hombres por ahora. Bastante mal rato pasé con Osvaldo. Además cuando tenga otra vez a un hombre, tiene que ser un hombre como tú" – hizo un silencio, apretó sus labios como aguantando la risa y me miró burlonamente. Me había parafraseado a propósito. Yo ruboricé un poco y solo me reí al unísono.

Yo: "Ay tía tu si te burlas de mi" - le dije en tono de broma como reclamando – "solo porque soy un chico."

I: "Lo digo en serio. Lástima que eres mi sobrino, sino…"

Yo: "sino ¿qué?" - le pregunté sonriente, emocionado y al mismo tiempo turbado.

I: "Sino, ya no durmieras en la alcoba con Manuelito, sino con migo" – rió a carcajadas.

Yo: "Ay…tía, tú si dices cosas" – le dije ocultando la emoción que me embargaba de solo pensar en que eso fuera posible.

I: "O acaso no crees que todavía estoy como para un buen revolcón" – me dijo mientras se ponía de pié y hacía movimientos con su cuerpo voluptuoso y de senos jugosos grandes como si fuera una modelo.

Yo: "Si…claro, si…muy buena" – le dije admirándola con morbo inevitable.



Se fue a acostar y me dejó allí envuelto en una atmósfera alegre en la que mi alma volaba y mi imaginación recreaba con hacer realidad mi sueño de dormir alguna vez con ella y hacerle el amor toda la noche. No sabía que abstraer de todo lo que hablamos. Pareció darme a entender que ella al igual que yo, estaba encantada con migo. Me quedé reflexivo mucho tiempo. Me preguntaba si todo lo que dijo acaso no tenía todo el sentido del mundo. Pues era normal que sola, después de tanto tiempo, ella tuviera deseos de un hombre, pero no podía ser yo porque la detenía el hecho de que era su sobrino. Me daba la sensación de que con mis actos la tenía enamorada. Así que desde esa noche decidí seguir haciendo eso: enamorar a mi propia tía y ¿por qué no?, después de todo ella misma prácticamente me había dado la clave para enamorarla más y más y por otro lado ella parecía justificarlo todo por el hecho de ser yo un hombre, simplemente hombre.

En mi otro mundo seguía igual, aunque mas relajado y con menos sentimiento de culpa. Me masturbaba casi a diario imaginando a mi tía haciendo el amor con migo. Imaginando sus senos grandes contra mi pecho mientras respiraba los vahos desprendidos de sus calzones sucios. Nunca había visto a mi tía en ropa íntima o desnuda por descuido si quiera. La alcoba de ella tenía su propio baño y cuando ella se vestía o se bañaba tenía siempre el cuidado de dejar todo bien cerrado. Lo máximo que ella se permitía era andar en batas largas y no tan claras por la casa, pero siempre con sostenes puestos que no dejaban ni una rayita por la que mi ojo ávido pudiera entrar. Solo podía verle de reojo la costura de sus calzones por encima de su bata ajustada a sus carnosas nalgas cuando caminaba de espaldas.

Así que decidí entonces a partir de ese momento retomar mi actitud natural y normal hacia ella. En vez de alejarme volví a prepararle sus comidas favoritas, le llevaba galletitas del supermercado y se las colocaba como sorpresa envueltas en papel celofán en su cama, le decía cumplidos cuando se vestía bien bonita, la colocaba sus canciones favoritas cuando estaba estresada, la atendía con cariño cuando se enfermaba, en fin, hacía todo cuanto sabia que le agradaría y la enamoraría. Lo hacía siempre con cuidado, naturalidad y con sumo respeto. Ella siempre me lo agradecía. A veces me abrazaba, me daba un beso en la mejilla y yo me deleitaba con solo sentir su calor y sus senos blandos balancearse y rozar mi brazo, mi pecho o mi espalda dependiendo de la posición desde la que me diera el abrazo. Todo transcurrió así por varias semanas y sentí que estábamos realmente enamorados, pero sin decírnoslo y que solo el respeto y la fortaleza del tabú de ser tía y sobrino nos aguantaban y apaciguaban los impulsos de acariciarnos más allá del límite de un cariño propio que puede existir entre una mujer y un hombre que se respetan. Pero yo estaba seguro de que el deseo reinaba inevitablemente en esa casa. Me sentía feliz al pensar que había conquistado a la mujer de la cual me sentía enamorado, pero al mismo tiempo no hallaba espacio en mi espíritu para romper el celofán absurdo que aguantaba nuestros anhelos. Con ese peso continué mi vida varias semanas.

Un viernes llegué tarde, casi a media noche. Era la primera vez que lo hacía. La verdad unos amigos me convencieron de ir a tomar unas cervezas. Bailé y hasta más por impulso varonil que por otra cosa me besé levemente con Sandra, una adolescente y no tan bonita compañera del instituto por quien sentía cierta simpatía. La verdad yo era consciente de que a ella yo le resultaba atractivo, pero ella a mí, apenas si me agradaba. Más bien me gustaba su compañía, pero no deseaba tener una relación amorosa con ella. No porque estuviera mal, sino porque simplemente no era el tipo de mujer que me gustara. Era un poco vacía y fascinada por lo que a mi poco me atraía: la rumba de los viernes y esas cosas. Sin embargo esa noche me deje llevar y tuvimos un momento de efervescencia que solo por razones de falta de intimidad no terminó en sexo. Aunque bien en el fondo, como hombre, me hubiera gustado.

Al día siguiente, sábado, yo había ido bien temprano como de costumbre a las siete de la mañana al supermercado y cuando regresé con las bolsas de la compra me despedí en la puerta del edificio de mi primo Manuel quien se subía en ese instante al automóvil de su padre, pues pasaría ese día con él. Subí con las pesadas bolsas las escaleras hasta el tercer piso en el que quedaba el apartamento de Isabel y al abrir la puerta la hallé sentada en el sofá escuchando música. Me extrañó que no fuera a trabajar, pues cuando no lo hace por lo general duerme hasta un poco más tarde, aunque tal vez estaba ya despierta por lo de la salida de su hijo. Sin mirarme dijo:

I: "¿Quién es Sandra?"

Yo: "Una amiga, ¿por qué?" – respondí.

I: "Llamó hace cinco minutos" – que temprano para una llamada, pensé sorprendido.

Yo: "¿Ah…si? ¿Alguna razón?"

I: "¿Que si siempre se van a encontrar mas tarde para hacer el trabajo de informática?" – me sentí apenado

Yo: "¡Ah caramba!"

I: "Hmm…yo me sé esos cuentos del viejo truco de los supuestos trabajos de los sábados. Vaya horas para estudiar. No me habías dicho que tenías novia" - me dijo sonriente, como bromeando, pero con tono de celos mal ocultados

Yo: "Ella no es mi novia" - me apresuré a decir.

I: "No te hagas el tonto. Eso no tiene nada de malo. Esta bien que tengas novia" – sonaba falsa

Yo: "No es que me haga el tonto tía, es que de veras no es mi novia. Solo es una amiga del grupo con los que salí ayer. "

I: "Por lo visto está muy interesada en ti"

Yo: "Bueno, a mi me va si lo está"

I: "¿No te gusta?"

Yo: "No tía"

I: "¿Por qué?" – me sentí incómodo con esa pregunta

Yo: "No es mi tipo. Solo piensa en rumba y yo no soy de eso"

I: "Ah…entonces puedo quedarme tranquila" – sonrió en broma, pero algo me decía que aquello lo expresaba en serio. Sin embargo opté por seguir la corriente.

Yo: "Si tía puedes estar tranquila. Yo solo te quiero a ti"

I: "¿Si mi amor? Bueno que bueno" – hubo un silencio raro como de un minuto que luego ella rompió al ver que mi gesto al hablar era serio – "Oye, ya sin molestar No lo dices en serio ¿verdad?"

Yo: "Siempre te he hablado en serio tía."

I: "Pero soy tu tía" – me dijo ya sin reír y con un tono sereno como a sabiendas de que ya estábamos desnudando algo que siempre ocultamos tras las risas y bromas cada vez que lo conversábamos.

Yo: "Eres una mujer, simplemente una mujer" – le dije parafraseándola, pero sin tono de broma.

I: "Eso me halaga, pero creo que ya no está bien que bromeemos con esto. No está bien."

Yo: "Perdóname tía, lo siento. Tienes razón creo que nuevamente me he pasado de la raya con tigo. No sé que me pasa. Discúlpame" – le dije apenado y con esa sensación imprecisa de confusión y anhelo. En realidad no quería seguir como si fuera broma. Le quería gritar en su cara lo muy serio que era para mí mi amor por ella, pero no me atreví.

I: "No…no…no… ¿Sabes?" – Dijo ya un poco avergonzada al ver mi aflicción y continuó – "creo que mas bien soy yo la que debo disculparme, soy la que inicia siempre éstas conversas y bromas pesadas. Esto de estar jugándonos a los enamorados no está bien. Más bien, discúlpame por intrometerme en tu vida. Lo que te comenté de la llamada de Sandra lo hice por…por…molestarte no mas. Lo siento. "

Se alejó avergonzada huyendo hacia la cocina. Se sirvió un vaso de agua que no se bebió y apoyó las manos en el mesón mientras agachaba la cabeza como buscando sosiego. Yo estaba desarmado de emociones contrariadas en el sofá mirándola fijamente y decidí entonces arriesgarme para ponerle punto final a esos tormentos que me asfixiaban día a día.

Yo: "Tía, yo…yo…lo que dije, te lo dije…en serio. Lo siento, pero es la verdad." – hubo un silencio de sepulcro tal que pude escuchar el retumbar de mi corazón.

I: "Miguel, mira…basta ya con esa broma…me estas incomodando" – me dijo temblando y sin voltear a mirarme.

Yo: "No bromeo" – me mantuve firme.

I: "Eres un chicuelo que no sabe siquiera que es eso de enamorarse…y por favor para con eso. No seas tan atrevido." – alzó la voz

Yo: "Lo siento. Si quieres mejor me voy y así te dejo tranquila porque de verdad te quiero tía. Te quiero como a una mujer. Se que está mal, muy mal, sé que esto es absurdo y atrevido de mi parte y no puede ser, pero es así. Lo siento" – le escupí la verdad en la cara y sentí un alivio extraño recorrerme.

I: "No tienes que irte. No es para tanto. Solo compórtate como debe ser" – me dijo turbada y ya con el vaso de agua temblando en su mano.

Yo: "Tía, yo me comporto bien. Solo que…es…duro tenerte y no tenerte al mismo tiempo – empecé a medio sollozar – "lo siento mucho, me enamoré de quien no debí. Lo siento. Perdóname y créeme no tienes porqué soportarme, de veras creo que mejor es que me vaya"

I: "No seas bobo. No es para tanto, no me dejes sola, quédate con migo, termina tus estudios, solo olvidemos esto. Estas confundido, verás como cuando te enamores de veras de una chica entenderás que todo eso que dices que sientes por mi es una ilusión" – me dijo con dulzura y acercándose despacio mientras yo lloriqueando como niño la miraba.

Yo: "Esta bien tía perdóname ¿sí?, prometo no volverte a irrespetar"

I: "No me has irrespetado. Has sido todo un hombre y has tenido la valentía y franqueza de decírmelo. Eso en el fondo es normal, solo que soy tu tía y tienes que entenderlo. Una relación entre tu y yo no es posible. ¿Acaso no crees que a mi no me gustaría?, claro que sí. Yo estaría gustosa de enredarme con un joven como tú y ¿a quien no?, pero no es posible Miguel, solo no es posible" – me dijo todo este discurso mientras se acercó acariciándome tímidamente la cabeza y luego dándome un abrazo.

Yo: "Ay tía, ¿porque me pasa esto? – le pregunté tranquilo y ya abrazado a ella con el olor de sus cabellos en mis narices.

I: "Cuando se tiene tu edad uno todo lo confunde" – me dijo como por decir algo.

Yo: "Lo siento" – y la abracé más fuerte. Era la primera vez que estábamos tan estrechamente abrasados. Sus pechos contra mi abdomen y mis manos alrededor de sus caderas. Sentí su respiración cortante y su calor corporal. Le di un beso suave en su frente y ella me abrazó más fuerte como agradecida.

I: "Soy tu tía, lo siento…lo siento" – me lo dijo con voz quebrada mientras sus manos me acariciaban la espalda de arriba abajo. Algo extraño pasó en ese abrazo. Su cuerpo pareció ablandarse y apegarse fuertemente al mío.

Yo: "Pero te quiero tía Chavelita, se que está mal y tal vez estoy confundido, pero para mí en este momento es lo único que cuenta" – se lo decía susurrando y abrazándola mas fuerte y rozando mi mejilla izquierda contra la su mejilla derecha en una caricia insidiosa y rayada en el erotismo sin que ella pusiera resistencia.

I: "Pero soy tu tía" – frotaba ahora su frente fruncida contra mis labios. Yo le besé la frente y la mejilla una y otra vez. Me sentí excitado al igual que ella. La atmósfera había cambiado.

Yo: "Eres una mujer" – y la abracé más fuerte hasta que sus senos gordos se aplastaron contra mi pecho.

I: "pero soy tu tía" – y empezó un leve meneo en su cadera como si estuviéramos bailando una canción lenta y romántica.

Yo: "Pero me gustas mucho" – le dije con susurro con mi aliento en su oído y mis exhalaciones cálidas tibiándole las orejas

I: "Soy…tu…tu…t-t-t-i-a" – su voz sonaba débil y nuestro abrazo no cesaba. Mi cuerpo se unía al de ella con firmeza y suavidad a la vez. Su corazón latía tan fuerte como el mío ys u respiración era entrecortada.

Yo: "M gustas muchísimo tía" – mi erección inminente era notoria debajo de mi sudadera de algodón que usaba para ir a veces a trotar y estaba seguro de que ella debía estar sintiéndola apretada y endurecida contra su abdomen rellenito mientras mi corazón acelerado me aturdía sin saber si era realidad o ficción lo que estaba ocurriendo.

I: "No…no…n-n-n-no…Miguel, soy…soy…t-t-tu…tía" – pero no se desprendía y ya mis labios rozaban tiernamente el lóbulo de su oreja izquierda. Ella se meneaba seductoramente como buscando sentir mi sexo rígido estrecharse contra la blandura de su cuerpo más y más.

Yo: "Ay…tía…como me gustas" – y le besé por detrás de su oreja y parte del cuello. Nuestros cuerpos estaban rozándose con movimientos muy atrevidos sin que ninguno de los dos se atreviera a detenerse.

I: "hmm…no…no…puede…ser…no…ah…hmmm" – mis manos se posaron sobre sus nalgas y mi boca buscó ardiente la suya. Sus ojos estaban cerrados con una expresión confusa entre querer y no querer, pero en la que el querer dominaba. Yo estaba emocionado y ya sin cerebro para pensar en lo que sucedía.

La besé en la boca y no hubo marcha atrás. Ni ella con su fortaleza pudo cambiar el rumbo de los acontecimientos. De pie nos recostamos contra la pared ella con su espalda sobre el muro y yo con libertad para comandar los movimientos. Nos besamos sin freno como dos jovencitos. Su boca entregada y de labios carnosos sabía aún a la fragancia fresca de la crema dental, pero que poco a poco fue dando paso a otro sabor cálido y suave de mujer. Su lengua serpenteaba con suavidad en mi boca y la mía en la de ella. No me atreví, sin embargo a dar el siguiente paso, fue ella quien lo hizo. Sin dejar de besarme un instante me fue bajando por los costados la sudadera que pronto cayó al suelo enredándome mis pies calzados en un viejo par de tenis y dejándome solo en franela y calzoncillos blancos. Sus manos hábilmente rozaron mis muslos desnudos y sentí una electrizante emoción. El beso se volvió atosigante, sofocado y sin control y ella como enloquecida me quitó la franela mientras caímos lentamente arrodillados en el piso. Tenía puesta la bata morada enteriza con la había dormido que le cubría hasta las pantorrillas y que la hacía ver mas gorda de lo que realmente era. El beso seguía y nuestros cuerpos entorpecidos y enredados entre prendas a medio quitar seguían hirviendo a fuego lento sobre el piso enfriado por la mañana.

I: "Ay…Miguelito…no…no…puede…ser" – decía sin poner la mínima resistencia ni dejar de darme piquitos con ansias.

Yo: "ahh…ay…tía……te…quiero"

I: "Y-yo…ta-ta-tam-bien"

Fue la única pausa que hicimos y en la que pude verle por primera vez los ojos marrones bien abiertos pero sin luz de control alguno. El brillo era diferente, como de lujuria, entrega, pasión, no había ningún atisbo de racionalidad en esa mirada perdida de mujer enamorada. Retornamos al beso infatigable e intenso y por primera vez me atreví a pasar mis manos por encima de la tela suave que escondía sus senos tan deseados. Los sentí blandos y más grandes de lo que suponía que eran. Ella gimió como aprobando mis caricias en esa zona exhortándome a que siguiera haciéndolo. Incómodos y enredados en el suelo, se las arregló para que su mano buscara con certeza y sin vacilar el paquete de mi erección por sobre el algodón del calzoncillo y sentí entonces como un respingo sus caricias seguras que se convertían en apretujones deliciosos. No sé porqué, pero en vez de continuar, solo intuí que deseaba mi sexo y quise complacerla. Me puse en pie en gesto atrevido, seguro, provocador con mis manos apoyadas en mis caderas ofreciéndole mi pene que parecía una gran nariz oculta en la tela blanca del calzoncillo. Lo tenía justo frente a su rostro ahora dócil.

I: "¿Te lo beso?"

Yo: "Si…por favor…si" – le alcancé a susurrar ansioso.

Con delicadeza me bajó el calzón hasta mis rodillas y como resorte salió disparado mi pene enhiesto, vivo y palpitante. Ella lo miró con curiosidad por un breve instante, cerró sus ojos y lo metió suavemente a en su boca cálida. Fue una descarga de emoción muy fuerte la que sentí. Su boca juguetona y tierna devoró por no sé cuanto tiempo el glande y buena parte del tallo de mi pene. Ella lo tragaba con soltura, como si ya lo hubiera hecho con migo otras veces y sus dos manos las tenía apoyadas en la parte delantera de mis muslos; yo, un poco doblado apoyaba mis manos contra la pared para buscar el equilibrio que la emoción del momento y la visión tenaz de mi tía haciéndome sexo oral me quitaban. El placer de sentir mi sexo en la boca de la mujer que amaba y deseaba era simplemente indecible. Lo hizo hasta sentirse exhausta y yo me sorprendí de no haberme llegado ante tanta carga erótica que experimentaba en mi cuerpo. Ella se levantó y creo que me iba a decir algo, pero yo no la dejé porque le estampé un beso profundo que ella nada hizo por evitar, mientras su mano acariciaba mis testículos.

I: "Quítate los zapatos…vamos a la cama" – me dijo con voz susurrante y expresión desesperada mientras caminando despacio y en retroceso sin dejar de mirarme se adentraba en su alcoba.

Yo: "Sí…tía"

Me quité los zapatos con la rapidez de un estornudo y la seguí totalmente desnudo y erecto. Cuando entré en la alcoba ella estaba ya sentada en la cama desordenada de tal modo que al acercarme mi pene quedó a centímetros de su boca. Lo volvió mamar con las mismas ganas de al principio por un breve momento y luego se reclinó un poco hacia atrás, acomodó una almohada y se acostó transversalmente con la cabeza apoyada en ella.

I: "ven…ven…te quiero sentir encima" – dijo desesperada y como sin control.

Me subí encima de ella que aún mantenía todo su ropaje y la besé nuevamente. El faldón de su bata se le había subido hasta poco mas arriba de sus mulsos y mis manos solo tuvieron que subirla un poco más. Sentí en mis manos la blandura y tibieza única de esas piernas desnudas mientras la besaba. Me hizo un gesto con su rostro para indicarme que me levantara un poco. Ansioso lo hice y ella se despojó de la bata. La vi entonces solo en ropa íntima. Era más hermosa de lo que la había imaginado en todas mis fantasías.

Sus senos carnosos estaban bien apretados, casi desbordados entre los sostenes clásicos color crema. Resultaron tremendamente excitantes ante mis ojos. Me sentí en la gloria misma. Su abdomen blando desparramado un poco por los excesos de grasa lucía hermoso y simplemente sensual. Mi tía, tras el parto de su único hijo, había engordado hasta llegar a ser una mujer rellenita y se había mantenido así a pesar de las tantas dietas que había intentado, pero par mí, así estaba bien; curiosamente me gustaba y me resultaba mas acogedora y excitante así rellenita. De hecho siempre pensé que ella luce mejor así gordita. Lentamente le deslicé su calzón crema de encajes, curiosamente con el mismo que había iniciado mi patético vicio de oler sus prendas sucias. Su vulva estaba bastante tupida de vellos púbicos en triángulo que contrastaban fuertemente con su piel morena clara. Abrió las piernas y el rojizo de los repliegues carnosos vaginales ante mi mirada me descontrolo aún más.

No sabía si acariciarla, lamerla, o penetrarla. Solo la contemplaba desnuda deleitándome ante su increíble excitación.

I: "Por favor…no me hagas…esperar Miguel…por favor" – me dijo casi suplicando desesperadamente.

Entonces me decidí. Puse el glande de mi pene justo en los repliegues carnosos que apenas se lograban entrever entre el mar de pelos y sin estar seguro de si allí estaba el hueco del placer. Recuerdo que tuve que resbalar el glande de mi pene varias veces balanceándolo hacia arriba y abajo hasta sentir que éste se hundía en un calor y una humedad atrayente. La penetré. Hice mía a mi propia tía. La embestí con torpeza de jovenzuelo hasta que con los minutos encontré el acomode preciso para penetrarla con comodidad y dedicación. Le hacía el amor mientras nos mirábamos fijamente a los ojos como diciéndonos cuan placentero, pero a la vez cuan mal estaba todo esto. Pero ya era demasiado tarde. El placer nos consumía y sus gemidos ahogaban cualquier posibilidad de retroceso. El placer era más grande que todos los placeres de todas las masturbaciones de todos los días de todos los meses que llevaba haciendo en nombre de la mujer prohibida que tenía justo bajo mi piel desnuda.

Sin dejar de penetrarla yo encima de ella, le fui desacomodando las copas de sus sostenes para que sus senos salieran a flote. Saqué uno y luego el otro. Lucían tan carnosos y parados aún apretados por la prenda. Las aureolas preciosas eran grandes y redondas y se degradaban de oscuro a claro mientras mas se alejaban del pezón espeso e hinchado por la excitación. Hundí mi rostro en ellos y probé las mieles de esas carnosidades blandas cumpliendo una de mis más recurrentes fantasías. Me los comí uno a uno sin pausa mientras embestía en un mete y saca tremendo que provocaba gemidos cada vez mas delatantes en mi tía. Por fortuna estábamos solos, pues no hubiera sido posible hacer el amor con otra persona en el apartamento porque seguramente habría podido escuchar. Sentí que estaba a punto de acabar. El cosquilleo inaguantable e irreversible lo tenía a flor de piel, no sabia si era posible terminar dentro o no y casi en el último momento logré preguntarle.

Yo: "¿Tía puedo terminar dentro – oooooo? – casi a punto de eyacular

I: "Si – iiiiii" – dijo en un grito jadeante.

De no haber tenido su permiso, igual no hubiera tenido tiempo de reaccionar. Eyaculé toda la carga de emoción de tanto tiempo acumulado en el interior de la persona amada mientras ambos jadeábamos de lujuria sin control y retornábamos lentamente a nuestro estado de sosiego. Estuvimos casi inconcientes algunos segundos. Quietos, yo encima, ella abajo con sus piernas abiertas y mi pene latente y chorreante en su vagina en ebullición y lubricada como seguramente no lo había estado en mucho tiempo. No había nada que hacer. Habíamos hecho el amor. Había yo cumplido mi sueño que nunca pensé posible. Había irrespetado a mi tía que no sé porqué decidió a hacer esto después de demostrar tanta resistencia. Porque ahora que lo recordaba, había sido ella, más que yo, quien hizo mas para que esto pasara. Había sido ella quien buscó a abrazarme y acariciarme, yo solo reaccioné sin querer decir con esto que yo no quería que pasara, porque ¿quien mas que yo para desear todo esto?

Ya recuperados y desnudos ambos boca arriba y mirando el techo blanco no me atreví a decir nada. Esperé a que fuera ella quien lo dijera. Que rompiera el hielo. Cerré los ojos. Sentí unas ganas de dormir plácidamente y me entregué a disfrutar del placer físico que aún quedaba en mi cuerpo, del calor del roce de su sexo que aún sentía en mi pene todavía algo erecto, y del goce psicológico que me embargaba de saber que acababa de hacer el amor con la mujer que mas deseaba en éste mundo aunque fuera prohibida.

I: "Pasó lo que no tenía que pasar" – me sacó del ensueño con una voz tranquila, pero decidida.

Yo: "Tía…lo siento…te dije que si querías yo me iba pe-" – me interrumpió.

I: "Shhh…no te estoy culpando mi amor. Ya paso…ya paso lo peor. Fui yo quien…permitió esto…Soy yo la mujer mayor, la adulta, la tía, la que llevaba el control. No tienes nada de que sentirte culpable Miguel. Tranquilo" – me lo decía mientras se cubría su desnudez con la sábana.

Yo: "Tía…no tienes porque sentirte mal."

I: "¿Te parece? ¿Crees que es normal que una mujer se acueste con su propio sobrino? Mira, tu eres joven y tal vez todo lo vez normal y sin problemas, pero yo, yo soy una mujer adulta y supuestamente consciente. Se supone que debo tener control. Siempre he sido decente. Ahora ya no lo soy después de esto. Ahora sé lo débil que en realidad soy. Me he portado como una…como una…una…perra" – decía como reprochándose

Yo: "No te digas así tía, eres una mujer decente y consciente tía. Lo único que has hecho es amar. Eres una mujer preciosa y única"

I: "Mira, no hablemos mas de esto y simplemente tratemos de olvidar todo lo que paso. Olvidémoslo por favor." – lo decía mientras se levantaba y se colocaba su ropa. Yo me sentí afligido y confundido pese a haber cumplido mi sueño.

Yo: "Tía, no te des duro. No te sientas culpable de nada. En el fondo nada malo pasó. Tu eres una mujer y yo un hombre. Nos deseamos e hicimos el amor" – le dije mientras me levantaba y caminaba al pasillo para buscar mi ropa.

I: "Mira Miguel, esto no puede volver a ocurrir, no está bien. Solo olvidémoslo, es todo lo que te pido. Portémonos bien y no tendremos mas tarde de que lamentarnos." – lo decía molesta consigo y sin atrever a mirarme.

Yo: "tía, pero…"

I: "Una cosa mas. Por favor prométeme que esto horrible que sucedió no se lo contarás ni a tu sombra" – me lo dijo ya con un tono suave y dulce mientras me tomaba de la mano y me daba una sonrisa nerviosa.

Yo: "Tía estate tranquila ¿Cómo se te ocurre que hablaría de esto con alguien? No tía. Este es mi secreto de amor" – le dije mientras me colocaba mi ropa.

I: "Ay…Miguel, ni sabes que es el amor. Está bien, solo por favor, entiéndeme mi posición de mujer. Te agradecería que tan solo lo guardes para ti."

En ese momento sonó el timbre. Eran las ocho y media de la mañana y Francia había llegado para cumplir con su oficio de lavar la ropa. Mientras me acercaba para abrir la puerta Isabel agregó:

I: "Ya no hay nada mas que hablar al respecto"

Yo asentí confuso. Me sentí mal. Me fui a la alcoba y experimentaba felicidad y al mismo tiempo un desosiego terrible. Cerraba los ojos y me acordaba del cuerpo desnudo de mi tía, de sus olores silvestres, de sus gemidos en mi oído, de las sensaciones deliciosas de su boca en mí chupando con avidez mi pene, del calor húmedo de su vagina cuando la penetraba, del sabor de sus senos carnosos en mi boca; pero eso se me revolvía en la consciencia con las palabras últimas de arrepentimiento que tenía. No sabía que hacer. Así que solo me quedé encerrado mirando la televisión, pero sin prestar atención a lo que presentaban porque mi espíritu no encontraba calma. Cuando salí de la alcoba Isabel se había marchado y Francia extrañada al verme con aire de dormilón me saludó y notó algo de tristeza en mi rostro. Me hizo preguntas que desvié con mentiras tontas que terminó por creer. Almorcé de mala gana y permanecí encerrado sin saber que hacer. Solo volví a ver a mi tía hasta bien de noche cuando salí de la alcoba a tomar agua. Ella justo en ese momento, llegaba de la calle, Me saludo y siguió a su alcoba sin voltear su mirada si quiera.

3 comentarios - Enamorado de mi tia ( parte 2)

totitoroma
Exelente!!! no tengo puntos porque soy novato pero como consuelo te digo que la tuve parada todo el relato!!! 🤤
Firuu
jajaja mas de 1 la tuvo re al paloo
Hitman2009
yo kiero una tia asiiiiiiiiiiiiii !!!! 🙎‍♂️ 🙎‍♂️ 🙎‍♂️