Esos viejos tiempos...

Con unos amigos fuimos a pasar unas vacaciones a Europa y en una de nuestras paradas, caímos en Nuremberg. Ciudad hermosa si las hay, y como para que se den una idea y puedan situarse mentalmente en el lugar, se parece a los lugares mostrados en la película XXX, la de Vin Diesel (nada más que ahí mostraban Praga).
Todo comenzó en un especie de boliche: ambiente muy moderno, lásers de colores por todos lados, mucha música tecno, gente de muy “raros peinados nuevos”, y mucho licor corriendo en cada una de las venas de cada una de las personas que saltaban y saltaban sin parar.
Contra las paredes, las personas se rozaban, se tocaban, se besaban y disfrutaban de esta especie de orgía electrónica. Nosotros empezamos a intercambiar esa sonrisa que lo único que podía significar era: “acá nos enganchamos alguna y la ponemos seguro!!!”
Luego de unas horas de saltar un poco, beber otro tanto, y de tratar de seducir de alguna forma (el alemán definitivamente no era nuestro fuerte) a cuanta perra se nos cruce (todavía no habíamos bebido lo suficiente como para dejar de elegir), vimos al Tero (uno de mis amigos) tirando todos sus cañones a un grupo de señoritas. Al notar que lo estábamos mirando, nos hace una seña como para que nos acercáramos. Y allí fuimos. Sorpresa nuestra cuando al acercarnos vimos que no sólo estaba el Tero en el trabajo fino, sino que también un par más. “Y bueno, a sacar los cuchillos y pelear por las hembras” pensamos.
Y así estuvimos un rato no muy largo, hablando en un torpe inglés-alemán-italiano-lunfardo, todos tratando de llevarse alguna de esas hermosas mujeres.
Quién ganó? Bueno, ganamos todos. Nos fuimos a un depto que había a un par de cuadras de ahí. Éramos nosotros 5 y tres alemanes (por lo menos hablaban en Alemán) contra 3 minas que estaba muy buenas. Una tenía remera y jean bien (pero muy bien) apretado; otra tenía un top blanco, mini negra y botas de cuero; y la tercera que fue la que me partió la cabeza, estaba con una pollera tableada tipo escocesa, botas rojas, camiza blanca y una corbata también roja (si, corbata). Las 3 estaban pintadas como cualquier puta de por acá lo haría. Y de cuerpo eran flaquitas, pechos de normales a potentes (la de jean llevaba la delantera) y unas colas que pedían a gritos unos cuantos chirlos.
Llegamos al depto. Pintaron nuevos tragos, pintaron unos besos, pintaron unos manoseos, y pintó la fiesta.
Se habían formado 3 grupos. De a poco comenzamos a sacarnos la ropa. Ellas nos ayudaban y nosotros las ayudábamos a ellas. Yo me había puesto a mil, encima estábamos todos medios entonados por todo el alcohol que habíamos tomado.
Y así quedamos todos desnudos. Nuestras manos recorrían cada parte de esas mujeres, que comenzaban a pajearnos y a hacernos una maravillosa mamada a cada uno. Nosotros, como verdaderos caballeros, de a uno les fuimos devolviendo el favor, mientras ellas seguían trabajando sobre nuestros miembros. Más de uno no pudo aguantar, acabando ya sea en la garganta o cara de alguna de estas chicas, o en alguna parte de la alfombra, mueble o lo que se encuentre (sí, suena medio cochino pero qué se le va a hacer). Yo estuve incluido en este grupo, teniendo un maravilloso orgasmo dentro de la boca de mi chica (esa, la de la pollerita tableada), entonces como para darle tiempo a mi amigo (el pelado) a que se recupere, bajé a hacer la del cocodrilo (para los entendidos) y sopletear esa hermosa y jugosa conchita.
Gemidos, suspiros, risas, palabras que no puedo reproducir (por el idioma) eran una música que calentaba aún más el ambiente. Nadie quedaba fuera de la acción. Quien no estaba siendo peteado, se la estaban pajeando, o ya la estaba poniendo.
Yo me reincorporé, la di vuelta poniéndola en cuatro y comencé a cogerla despacito al principio y con fuerza después, mientras ella el chupaba la verga y huevos a mi amigo. En eso se acerca uno de los alemanes y se pone de espalda al suelo, debajo de la mina. Veo que su intensión es hacer una doble penetración vaginal, entonces yo decido sacarla (una cosa es rozar el tronco de un amigo y otro distinto el de un desconocido, prejuicios míos de la época). El tipo entra y ella comienza un jineteo que me hizo querer estar ahí abajo. Pensé: boca ocupada, concha ocupada… y vamos por la cola. Comencé metiendo un par de dedos (dos de una, si total…) hasta que ensalivé mi pedazo y entré de a poco como pidiendo permiso. La mina dejó de cabalgar como para que yo pudiera hacer mi trabajo, hasta que sentí mis huevos tocar sus nalgas. Era una sensación exquisita. Mi amigo quería cambiar conmigo. Yo lo mandaba con el alemán. Dejame un rato más, le decía. Qué lindo era entrarle a ese culito. Encima veía a mi alrededor todos poniéndola, chupándola, tocándose. Era una partuza con todas las letras.
De tanta bomba y bomba, no aguanté más y me vine adentro. Entonces ahí sí le dejé el lugar a mi amigo. Decidí cambiar, e ir para otro grupo. Me metí en uno donde éramos locales: éramos 3 pedazos argentos entrándole a la alemana. A ésta le quedaba sólo la boca libre así que allí fui. De a poco me la fue levantando (luego del lechazo en el culo a la otra, había quedado morcillosa) hasta llegar a todo su esplendor. Otra vez vino el cambiazo, y la mina quedó como perrito y yo otra vez apuntando a ese hoyo que me hipnotizaba a que le entrara.
Y bueno, adentro! Bomba, bomba y más bomba. Esta vez podía darle como para que tenga que ya no estaba con el cargador lleno (si me explico…)
En esa, siento que alguien me roza la espalda y unas manos que acarician mis nalgas. Giro la cabeza y era el alemán este que se había metido en mi grupo anteriormente.
Fue un flash en el que mi vida pasó frente a mis ojos. Frunciendo el seño, le hice un NO con la cabeza y traté de apartarlo con una mano. El tipo me guiña el ojo y se acerca como para… bueno, supongo que para darme cariño. Ni bien siento la punta de su tronco en mi nalga, salgo para el costado (lo que hizo que mi chica emitiera un gritito de dolor y yo sintiera un tirón en mi miembro) y le mando una piña como para acertarle en el ojo (en cualquiera). Lamentablemente, soy muy derecho y mi zurda no logró acertar más que al aire. El tipo se enoja, me tira un par de insultos (supongo) y amaga para tirarse encima mío. Apliqué entonces la única arma superpoderosa que se le puede aplicar a un hombre desnudo: patada en los huevos. El alemán quedó tirado en el suelo sin dejar de lanzar maldiciones y puteadas (repito, supongo), y los amigos amagaron en reaccionar y darme masa (estimo que sólo golpes). Obviamente, la fuerza de 5 es mayor a la de 2 por lo que fue una amplia victoria nuestra. Les dimos las gracias y disculpas a las señoritas, nos vestimos, y salimos rumbo a nuestra morada.


Espero que les haya sido de su agrado.


PD: todos usamos preservativo: jóvenes a cuidarse.
PD 2: el tirón mío fue un "casi desgarro", pero esa historia ni en pedo se las cuento.