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Don benigno 3

Tras esa tremenda mamada que él le dio a ella, se incorporó y la levantó de la mesa atravesando la habitación con ella acurrucada contra su pecho, Benigno se dirigió a su habitación donde colocó a la mujer sobre su cama. Si prisa Benigno se fue quitando su ropa, su cuerpo contrario a lo que algunas personas podían pensar se conservaba atlético y tonificado. De reojo Mari lo vio desnudo y mentalmente lo comparó con su marido, lo único que José tenía a su favor era la juventud, por lo demás Benigno en todo lo superaba con creces. Mari se encontraba deseosa de continuar, de ser follada por ese tío todo poderoso, y así se lo hizo saber de manera inocente. La verga de Benigno de por sí era mucho más grande y gruesa que la de su marido y se observaba como que más dura y erecta. Mari abrió sus piernas deseosa de recibir ese gran pedazo de carne dentro de ella, con suavidad Benigno tomó su verga y comenzó a rozar los labios vaginales de Mari, mientras que ella toda llena de deseo movía sus caderas buscando introducirlo por completo dentro de ella.
Benigno comenzó a introducir su erecto y duro miembro, dentro de la húmeda y lubricada vulva de Mari, la cual suspiraba profundamente, cada vez que centímetro a centímetro él se lo iba metiendo entre sus carnes. Finalmente los dos cuerpos estuvieron en pleno contacto, él le había llegado hasta donde ningún otro hombre había llegado todavía, y ella estaba dándose sin reserva alguna, se sentía más espontánea y libre que con su propio marido, decía cosas que antes jamás se le hubieran ocurrido ni pronunciar a solas. Papito métemelo duro, qué rico papi, ay Dios que sabroso. Frases como esas, Mari las repetía una y otra vez, no eran producto de un fingimiento, todo lo que ella sentía y expresaba en esos momentos era completamente real y natural. Por su parte Benigno tampoco permanecía callado, aunque sus expresiones eran algo más reservadas, no por eso era menos calientes.
Mari se encontraba disfrutando de otro sabroso orgasmo, y pensando que él estaba a punto de venirse, si no lo había hecho ya. Una vez que ella comenzó a bajar el ritmo del movimiento de sus caderas y su agitada respiración se fue normalizando, Benigno le sacó su pene de la vulva de ella. Con suavidad la fue volteando, hasta que ella quedó por completo boca abajo, le separó ligeramente las piernas y sin perder tiempo se lo volvió a introducir en el húmedo coño de Mari. Ella se sorprendió al sentir nuevamente entre sus carmes el ariete de Benigno, pero como por arte de magia las fuerzas para continuar follando regresaron a ella, ya no era con la suavidad del primer encuentro, ahora era con una sabrosa fuerza animal que desplegaba ese hombre a sus espaldas, mientras que su verga entraba y salía de su peludo coño, las manos de él jugueteaban con sus senos y con su inflamado clítoris.
Nuevamente los gritos de placer de Mari se escuchaban por toda la habitación y de seguro que por gran parte de la propiedad. El disfrute de la pareja era algo evidente, tanto que ella pedía a gritos prácticamente que le diera más y más duro, a lo que él la complacía haciéndoselo con más fuerza, al tiempo que los gruesos dedos de él exploraban dentro del esfínter de Mari. Nuevamente Mari alcanzó otro estupendo y sabroso orgasmo, acompañada de esa rara sensación en su ano debido al curioso trabajo que parcialmente Benigno le hizo con sus dedos dentro de su culo, era evidente que cada vez que Mari alcanzaba un orgasmo sus fuerzas parecían abandonar su cuerpo, mientras que ella quedaba agotada y hasta somnolienta, pero con una sonrisa de puta en su rostro que reflejaba mucha alegría, ese tío se la había tirado como nunca nadie lo había hecho.
Como si se tratase de una muñeca de trapo, nuevamente Benigno la volvió a colocar boca arriba, ya Mari se había entregado completamente, y cuando se dio cuenta de que sus largas piernas eran colocadas contra los hombros de su amante, ni tan siquiera se molestó en abrir los ojos. En el estupor que se encontraba debido a lo agotada que estaba, no le puso mucha atención a lo que Benigno le estaba haciendo, sentía sus gruesos dedos sobre su coño y parte de su culo, como con cuidado le jorungaba tanto su vulva como su apretado esfínter. Sentía esas suaves caricias sobre la piel, realmente estaba bien agotada ella se preguntaba de dónde coños sacaba ese viejo de cabellos plateados tanta energía, su esposo siendo mucho más joven apenas y lo hacía una vez a la semana si acaso y en los cinco meses de casados, tan sólo había logrado alcanzar pocos orgasmos tan pocos que sobraban dedos de las dos manos para contarlos.
Las caricias sobre su vulva y sus nalgas la tenían completamente entregada, hasta que de momento debido a un agudo dolor que sintió dentro de su culo, abrió sus ojos desesperadamente, el jodido viejo se la estaba clavando por el culo. Pensó resistir las embestidas Benigno, pero éste se quedó quieto por un momento contemplando los abiertos ojos de la que en esos momentos era su mujer. Mari apenas pudo susurrar. Me duele, sácamelo por favor. Pero Benigno comenzó a pasar su mano por sobre los labios vaginales de la vulva de ella, distrayendo ligeramente su atención, mientras que le decía, mira mi negra lo primero que me impactó al verte adivina qué fue, a lo que ella algo confundida respondió que los ojos, los cuales siempre desde pequeña le habían dicho que eran muy hermosos. Benigno la corrigió diciéndole. Estás equivocada, lo primero que me llamó la atención de ti fue tu hermoso y sabroso culo. A medida que continuaba introduciendo su verga dentro de las bellas y duras nalgas de la chica, y al tiempo que por las mejillas de ella corrían un par de lagrimas.
Benigno le continuó hablando para tranquilizarla, y dando tiempo a que ella pasase el dolor, y a medida que le hablaba se lo iba metiendo más y más hasta que sus testículos ya no podían moverse por encontrarse aprisionados entre el cuerpo de él y parte de las nalgas de ella. Durante esos momentos se quedó un rato quieto pero continuó acariciando con mayor insistencia todo el coño de la delgada muchacha. Mari por su parte sintió un fuerte dolor que en cierto momento le hizo saltar un par de lagrimas, pero la manera en que Benigno le estaba acariciando el coño, rápidamente la distrajo y se concentró más en el placer recibido que en el dolor que soportaba en esos momentos. Pasaron unos cuantos minutos mientras que el hombre permanecía sin moverse, y no fue hasta que ella comenzó a menear sus caderas que él comenzó a meterlo y sacarlo con calma.
Mari lo tenía enterrado hasta el propio fondo de su culo, y lo que en principio parecía ser un dolor insoportable, se había convertido en una fuente de placer incontrolable. La chica movía sus caderas como una desesperada, mientras que él aparte de darle por el culo como nunca antes hombre alguno se lo había hecho, acariciaba el velludo coño de la joven mujer y en repetidas ocasiones la hizo ver las estrellas, Mari había vuelto a disfrutar de un sin numero de orgasmos, estaba como loca completamente entregada a su amante y él a ella. La diferencia de edades parecía no existir entre ellos dos. Finalmente, Benigno llegó al punto en que se dejó venirse, dentro del sabroso y tierno culo que se estaba comiendo en esos momentos. Mari notó que su nuevo amante se encontraba eyaculando dentro del culo de ella y procuró sentir su semen dentro de sus entrañas, ella juraba que algo caliente la invadía por dentro, hasta que por fin el viejo se fue deteniendo poco a poco. Tras lo cual lentamente fue extrayendo su pene, de las duras nalgas de la joven. Mari sí sintió como parte de la esperma de ese hombre que al principio llegó a odiar con toda su alma, corría por sus nalgas, si es verdad que sentía un cierto dolor alrededor de su esfínter, pero comparado con el placer disfrutado eso no era nada.
Benigno se recostó al lado de la que en esos momentos era su mujer, y ella se acurrucó sobre el pecho de su nuevo marido. Así pasaron unas cuantas horas, tras las cuales ambos se levantaron y tomados de la mano se dirigieron al baño para asearse mutuamente. Ya en el cuarto de baño Mari se sentó en el bidé para asearse detenidamente, mientras que él orinaba en el inodoro Benigno fue el primero en entrar a la ducha, y había comenzado a enjabonarse mientras ella expulsaba de su cuerpo una gran cantidad de semen como nunca antes lo había hecho. Mari sin complejo alguno luego de asearse el culo y las nalgas se reunió con Benigno en la ducha, ya él se encontraba sacándose el jabón, cuando ella a manera de travesura hizo como que el jabón se le había caído de sus manos, se agachó lentamente para poder agarrarlo y justo en esos momentos su rostro quedó frente a frente a la verga en reposo de ese hombre que tanto la había hecho disfrutar ese día.
Sin preámbulo alguno tomó la herramienta de él entre sus dedos y acto seguido la engullo dentro de su boca. Mari le estaba dando una mamada a Benigno sin que él se la pidiera o solicitase. Sus bellos labios lo cubrían completamente, y para ser la primera vez se comportó como una experta al punto que hizo que Benigno se viniera dentro de su boca completamente, tras lo cual él la enjabonó a ella desde la punta de los pies hasta la coronilla. Sus dedos de nuevo hicieron que la joven volviera alcanzar otro de los inolvidables orgasmos que ese día había disfrutado ella.
Tras salir del baño se besaron y luego se vistieron, fue al reencontrarse en la sala que ella le preguntó a Benigno qué pasaría ahora con ella. De momento Mari se sintió mal, al pensar en el pobre de José y le manifestó al dueño de la casa su intención de confesarle todo a su marido, fue cuando Benigno le preguntó qué tanto odiaba a José, extrañada por la pregunta Mari le aclaró que amaba a su marido, que aunque se sentía confundida por lo sucedido estaba segura de que lo amaba un montón. Benigno le dijo si le cuentas lo sucedido entre tú y yo el día de hoy, vas hacer mucho daño, en el peor de los casos yo te perderé a ti para siempre, le vas a destrozar su vida a ese buen muchacho, y hasta es probable de que no tan sólo yo te pierda a ti, sino que también se puede dar el caso de que él te mate. Piénsalo bien detenidamente además la esposa de mi nuevo gerente general no puede darse el lujo de quedar en la calle tras divorciarse por adulterio, por lo que yo a mi vez me vería en la obligación de sacar a José de la empresa, piénsalo detenidamente, no te quiero presionar pero analiza el daño que le harías a tu esposo si le cuentas lo sucedido.
Hoy en día, José es el Gerente General más joven de la empresa, Mari se encuentra preñada, y el pobre de José jura que es de él. Benigno se ha ido retirando de la empresa, pero acercando más y más a su amante, al punto que él mismo pidió ser el padrino de su hij… perdón del hijo de su gerente. Fin .

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