

Profesional, hermosa, seria y complaciente, así era Amanda, la criada perfecta. Pelo corto, negro, ojos oscuros como el cáfe, siempre mantenía la calma en todo momento, parecía que le resultase imposible sonreír. Lo daba todo y cumplía con todas las órdenes de sus dueños, exceptuando el asesinato, amputación u otra clase de demandas. Todo ello con solo 25 años de edad.
Eulen y Alenia era una pareja muy abierta a todo, ricos y con una gran fortuna contrataron sus servicios con un buen sueldo. Amanda agradeció la oportunidad con su habitual seriedad, y aceptó todos los términos, incluyendo el vestir con un disfraz de maid muy revelador y sexy. Pronto comprobó de que el hombre de la casa era un masoquista, le encantaban los juegos donde él era quien siempre recibía. Alenia incluyó a Amanda en estos juegos como mujer dominante.
—Muy bien, quiero que me des por el culo—el hombre se abrió las piernas, dejando a la vista sus pequeños y peludos huevos, su pequeña polla y su ojete bien listo—¿qué te parece mi polla?.
—Puedes ser sincera Amanda—le dijo su ama.
—Es pequeña, no entiendo como puede complacer a una mujer—aquellas palabras, con aquel tono serio y frío no hizo otra cosa que ponerla tiesa.
—¡Sí, joder...pfff, repite eso!—al hacerlo, el corazón de este se aceleró—¡siii, la tengo muy pequeña!.
Amanda se colocó el strap-on en su cintura, Alenia mantuvo las piernas abiertas y la joven introdujo la polla que no tuvo obstáculo alguno.
Ellas vestidas, él desnudo, como un cerdo y buen perro faldero siendo enculado, el hombre no hacia otra cosa más que gemir. Se sentía en la gloria, enfrente tenía a una mujer que no mostraba piedad ni sentimientos, era como un robot. Sintió el orgasmo cerca, su polla comenzó a liberar un poco de fluidos, se iba a correr.
—No dejes que me corra—ordenó.
Amanda, conocedora por experiencia, agarró los huevos desde la base y estiró haciendo que el cuerpo de este se sacudiera un poco. Ese placer del dolor fue un estímulo, pero no podía correrse y ella continuaba las embestidas. Su polla, aún dura como una piedra, pedía a gritos correrse.
—Amanda querida, ¿podrías apretar sus bolas hasta reventarlas?—preguntó Alenia.
—Lo siento, puedo ejercer presión pero no puedo romper sus huevos, esta prohibido—respondió fríamente.
—Que lástima...¿no crees querido?—preguntó sensualmente.
—¡Si, una lástima!—contestó mientras sentía que ella estiraba un poco más a la par que aumentaba el ritmo.
—Anda...suelta sus bolas—ella libero los peludos huevos y al hacerlo, su polla comenzó a expulsar unos buenos chorros de leche a la par que el hombre sentía el mejor orgasmo del mundo.
Luego, Amanda limpió todo mientras ellos se duchaban. Estaban muy contentos con ella.
Eulen era un poco alto, regordete y siempre duro como una roca. Esa mañana, desnudo de cintura para abajo, quiso sorprender a la joven que estaba cocinando, quería recrear la escena de las películas porno. Con sigilo, se acercó hasta ella y fue a abalanzarse cuando la joven lo esquivo para ir a la nevera y coger una cosa que le faltaba. Fue tal la mala suerte que sus huevos quedaron sobre el quemador haciendo que diera un fuerte grito de agonía y cayera al suelo agarrando sus huevos.
Amanda enseguida lo llevó hasta el cuarto cargando con él, tenía mucha fuerza. Él quedó con una bolsa de hielo sobre sus partes. La joven examinó sus huevos en busca de daños y eso puso un poco cachondo al hombre aunque no se le paraba.
—Tardará en poder empalmarse señor, los huevos han salido dañados pero se repondrá. Un poco más y se hubiera quedado sin ellos—dijo después de la revisión.
Esos días fueron horribles para él pues su mujer aprovechó para follar con la criada mientras él solo podía mirar, sin siquiera poder pajearse pues todo intento fue en vano. Y cuando pudo regresar a tener erecciones, quiso follarse a la joven. Pero esperaría a tener los huevos bien cargados.
Una noche, mientras su mujer dormía, se escondió en el comedor y le pidió por teléfono a Amanda que siempre tenía el suyo a mano, recoger un libro del comedor para llevarlo a su cuarto. Ella obedeció, estaba todo a oscuras, cuando fue a dar la luz, ella fue asaltada por el hombre. Pero lo que no sabía este es que ella sabía defensa personal y se libró para luego darle una fuerte patada entre las piernas con tanta fuerza que al caer al suelo resonó en la casa, despertando a la mujer, sobretodo por los gritos.
—¿Qué ha ocurrido?—preguntó ella al verle en el suelo, aunque comprendió lo sucedido.
—Lo lamento, pensé que era un ladrón.
—No debes disculparte, y tú...si sigues así te quedarás sin huevos—dijo con una risita.
Apenas pudo moverse durante días, y esta vez estuvo dos meses sin poder tener erecciones. Lo peor fue ver a su mujer follarse a la criada delante de sus narices y sobre la misma cama donde ambos dormían.
Pero lo que llamó más la atención del hombre fue que por primera vez, le pareció que Amanda sonreía. Y ese momento le propició una mini erección que resultó ser y nunca mejor dicho, un dolor de huevos.
Espero que les haya gustado esta mini historia
1 comentarios - La criada y el sexo