Bisexual-primera vez-autosatisfacción-infidelidad. Nos narra la historia de un joven que tiene su primera experiencia a los trece años con otro chico, pero terminará casándose con una joven que le será infiel. Atraves de esa infidelidad conocerá al hombre con el que mantendrá una aventura homosexual.
Mi primera experiencia sexual fue a los trece años. En el instituto yo oía a mis amigos dándoselas de machos y diciendo que se habían hecho no sé cuantas pajas. Yo, no es que fuera totalmente estúpido, pero a mis trece años nunca me había masturbado, ni sabia como se hacia, aunque sabia que era algo prohibido y que daba gusto. Yo cuando estaba solo en casa miraba revistas donde había mujeres en traje de baño y hasta en biquini. Ver las fotos me excitaba mucho, sobre todo si las mujeres tenían grandes pechos; mirando las fotos tocaba mi culo, mis pezones, mi picha y.. no pasaba nada.
Yo me quedaba frustrado y, a toda costa, quería aprender el secreto de las pajas.
Una tarde que estaba en casa de un compañero de clase, Miguel Angel, él me enseñó un libro de arte de su padre. Tenia muchas fotos de esculturas y cuadros con mujeres desnudas. Con mucha naturalidad Miguel Angel dijo:
Yo me la casco mucho mirado estas fotos.
¿Que quieres decir "te la cascas"
¡Que tonto eres, Alberto! Que me la meneo, que me hago pajas.
Yo pensé que aquella era mi oportunidad, pregunte:
¿Cómo se hace uno una paja?
¡No jodas! no me digas que no te la has cascado nunca.
Nunca, porque no se como ¡joder!
No te cabreés Alberto mira yo te enseño.
Sin ningún embarazo ni miramiento, me soltó el botón del pantalón, abrió la bragueta y saco mi picha.
Mira Alberto, la coges así como en un puño y le das de arriba a bajo. Ves, ya se te va poniendo gordita. Ahora aprietas más y le das más rápido.
Mientras Miguel Angel me ministraba, a mí me daba gusto, pero estaba un poco embarazado y me sentía raro y hasta un poco incomodo.
Miguel Angel ¿no te da asco tocar la picha de otro?
¡Que va! Además, tu eres mi amigo y tu me la cascarás a mi también.
Oye, pero ¿eso no es de mariquitas?
Que va tonto, mientras te la meneo tu mira las fotos de las tías.
¡Ayyyy!
Yo note como una descarga eléctrica que me empezaba en los pies y me sacudió todo el cuerpo. Al mismo tiempo, mi picha soltaba un liquido en espasmos que no había soltado nunca. Miguel Angel puso la otra mano encima de mi pito para contener la leche.
¿Que te ha gustado?
Joder, claro ¡que gusto Miguel Angel, que gusto! ¡Que bueno es! ¡Que relajado que me ha dejado!
Tienes que tener cuidado de no salpicar con tu leche.
Ya, pero yo no sabia que saliera la leche así.
Anda, ahora que sabes como hacer una paja, házmela a mi.
Oye pero eso no es de maricas.
Coño Alberto ¡qué pesado eres! Ya te he dicho que no. Además haz como yo hago cuando tenia tu pito en mi mano me imaginaba que era la teta de una tía.
Bajo su guía yo cogí su pito y se lo meneé. Miguel Angel me enseño cuanta presión poner, como ir más rápido o más despacio. Me contó que el se la había meneado a Carlos y a Roberto y que algunas veces se reunían los tres, Roberto traía unas revistas francesas con tías en pelotas y se la meneaban entre ellos varias veces. Yo estaba, entre asombrado, excitado, nervioso.
¡Eran muchos descubrimientos juntos! Cuando se iba a correr el mismo puso su mano para coger toda su leche. Después de su orgasmo, ya relajado dijo:
Para ser tu primera paja no lo has hecho mal. Mira como premio por lo bien que lo has hecho te la voy a chupar.
Pero ¡Tú eres marica Miguel Angel!
No seas imbécil, Alberto. A mí me gustan las tías, lo único que hacemos es darnos gusto entre amigos hasta que seamos mayores y tengamos mujeres.
Naturalmente que la mamada me encantó. Así, con un amigo, descubrí las maravillas del sexo.
Durante tres años Miguel Angel, Roberto, Carlos y yo nos reuníamos a menudo y nos masturbábamos mutuamente. A Carlos y a Miguel Angel no les importaba chupársela a los demás. Roberto y yo nunca nos animamos a chupársela a nadie. A mí me daba mucho gusto que me la chuparan, sobre todo Miguel Angel que, como dirían de un torero, se recreaba en le suerte. Lo curioso es que, aparte de mis dudas del primer día, nunca pensamos que lo que hacíamos tenia nada que ver con homosexualidad. Al contrario en medio de nuestras masturbaciones mutuas hablábamos de lo buenas que estaban las tías de las revistas francesas, y que bueno seria follar a una tía.
Acabamos el bachillerato y cada cual fue por su lado. Empecé a salir con chicas, me encantaban las mujeres, las tetas grandes me volvían loco, tuve mis escarceos, eché algunos palitos, tuve un par de novias con las que folle, fui de putas, vamos que hice una vida normal para un joven de mi edad. El año que acababa la carrera conocí a Luisa. Me encantó, era una de esas morenas de pelo negro como ala de cuervo con tez clara y ojos verdes. Tenia unos pechos impresionantes; buen trasero, firme, redondo y unas piernas largas, largas que parecían que nunca iban a acabar. Muy alegre simpática con ganas de cachondeo. Nos lo pasábamos muy bien juntos y decidimos casarnos.
Todo fue muy bien, los primeros años follabamos como conejos, en cualquier sitio y a cualquier hora; pero, como suele pasar, al cabo de unos años de casados nuestra vida sexual se hizo algo rutinaria. Pero la rutina cambio hace tres meses.
Un grupo del club de tenis decidió organizar una fiesta de carnaval en el club. Como buena fiesta de carnaval había que ir disfrazados. Luisa decidió ir de puta Parisina de los años cincuenta y yo decidí ir de pirata de novela de R. L. Stevenson. La noche del viernes nos disfrazamos. Caray con Luisa como se había puesto, ¡qué buenisima estaba! La cabellera azabache la había puesto toda hacia un lado cayendo hasta bien pasados los hombros. La cara muy maquillada con ojos, párpados y pestañas cubiertos de pinturas. Los labios de un rojo gránate intenso. Una blusa de seda blanca, casi transparente, con la mayoría de los botones sin abrochar, dejaba al aire la mejor parte de sus magnificas tetazas que rebosaban de un pequeño sujetador rojo que a duras penas cubría los pezones. Una falda negra, muy ajustada, corta, abierta por un lado hasta casi la cintura. La apertura dejaba ver unas minúsculas bragas de encaje negro. Unas medias negra de amplia malla sujetas en los muslos por ligas granates y unos zapatos negros de tacón altísimo completaban su atuendo.
¡Coño Luisa! Te has pasado.
¿Que quieres decir?
Joder que quiero decir, llevas las tetas prácticamente al aire se te ven las bragas y preguntas que quiero decir. Estoy seguro que si una puta de París saliera así a la calle la detenían los gendarmes.
Anda ya, no seas moro Alberto, es carnaval. Además, si encontramos un sitio tranquilo en el club igual le echas un polvo a esta puta.
Mientras decía esto se levanto la falda y se acaricio el culo mientras ponía cara de vicio. De solo pensar en follarmela así vestida y en un sitio publico tuve una erección.
¡Que jodia eres como me chantajeas! Anda, vámonos.
Ni que decir tiene que en club a mas de uno se le caía la baba mirando a Luisa. Además la muy golfa bamboleaba sus caderas, movía los hombros y se comportaba como la puta más viciosa del mundo. Bailando en la pista las tetas se movían de un lado para otro y en un momento hasta se le salió una del sujetador. La falda entre la apertura y como separaba ella las piernas descubría mas que tapaba. No me extrañaba que otros tipos la miraran y codiciaran, a mí me estaba excitando aun más que cuando éramos novios.
Varios amigos y conocidos del club se acercaron y pidieron que bailara con ellos. Luisa hacia su papel de puta muy bien. Se pegaba a todos ellos se restregaba y refrotaba contra ellos y estoy seguro que muchos de ellos volvían con una buena erección. Estabamos en el bar, descansando después de unas cuantas piezas de baile, cuando se acerco Drácula y dijo: Caray Luisa, estas.. guapisima. Alberto, eres la envidia de todo los hombres del club.
Como "Drácula" llevaba una careta, no sabia quien hablaba.
¿Quien eres?
Ah, perdonar.
Con un gesto versallesco, se quito la careta.
Soy Luis.
Luis era un tipo al que conocíamos del club. Parece ser rico por su casa, nadie le conoce oficio ni beneficio, siempre esta por el club, viste ropa cara con gran elegancia, fuma y bebe de lo mejor. Juega al tenis con quien quiera que busque pareja. Yo he jugado singles, dobles y dobles mixtos con el y contra el. Juega al bridge, al ajedrez, al mus y parece pasar su vida en el club. Es alto, casi uno noventa, musculoso, bien parecido y siempre muy refinado y educado en su trato. Debe de estar cerca de los cuarenta años, pero muy bien llevados. Un par de veces hemos ido a su lujosa casa para acabar una partida de bridge cuando el club tenia que cerrar y la partida sestaba interesante. Somos amigos, sin que haya gran intimidad.
Luisa le agradeció el cumplido y Luis me pidió permiso para bailar con Luisa. Mientras ellos se dirigían a la pista de baile un par de matrimonios conocidos empezaron a charlar conmigo. Muy amables me invitaron a una copa, yo de vez en cuando miraba a la pista de baile y me estaba empezando a poner nervioso. Luisa estaba pegada como una lapa a Luis y su ondulante cuerpo se frotaba contra él. Luis sin ningún recato la estaba sobando, apretando y pellizcando el culo con una mano mientras la otra acariciaba un pecho. Un par de veces le vi con la mano dentro de la apertura de la falda.
Yo como pude me despedí de los matrimonios y me dirigí a la pista. Cuando llegaba a la pista vi que Luis y Luisa se iban por una puertecita al fondo.
Como pude, sorteando parejas, como salmón contra corriente, me dirigí a la puerta. La puerta daba a un largo pasillo medio a oscuras y no había ni rastro de los dos. Múltiples puertas se abrían a ambos lados; Empecé a abrirlas buscándoles. Unas puertas estaban abiertas, otras cerradas y otras cerradas con llave. La mayoría de las puertas daban a pequeños cuartos que contenían redes de tenis, balones de fútbol, mangueras para regar y todo tipo de utensilios que hacen falta en un club de deportes.
Después de mirar en seis o siete cuartos, cuando ya llegaba al final del pasillo oí unos grititos y jadeos de una voz que conocía. Era Luisa. Me dirigí hacia la voz, salía de un cuartito con la puerta entreabierta. Dentro estaba Luisa ¡pero como estaba!
Estaba de espaldas a la puerta doblada por la cintura, con las manos apoyadas sobre un montón de sillas plegables de madera. Las larguisimas piernas bien separadas. La mínima falda levantada descansando en su espalda. Las bragas en el suelo, el culo al aire, la picha de Luis entrando y saliendo de su coño y ella riendo, llorando, ronroneando. Luis, tenia los pantalones caídos y ambas manos estrujando las tetorras de Luisa que, fuera del sostén, colgaban enormes, como ubres vacunas.
Si, Luis, si. Méteme tu verga ¡Dios que gorda es! Dame bien dado; me encanta, cabrón que picha tienes, ¡que maravilla! Me estas matando pero sigue, sigue cabrón. ¡Que gustazo jodio, que gustazo! Es la picha más grande que me han metido nunca. No es una picha, es un pichón. Así, así métela hasta el fondo, rómpeme cabrón. Después de que nos corramos te la quiero mamar. Quiero tener esa joya en mi boca. Te la voy a chupar como nunca te la han chupado. Le tengo que dar las gracias a tu picha gloriosa. Dame, dame, rómpeme cabrito, párteme en dos con esa tranca gloriosa. ¡Que gusto, cabrón! ¡Que gusto que me das!
Yo nunca había visto a Luisa tan puta, tan viciosa; movía sus caderas con ritmo y empujaba para meterse la tranca de Luis hasta lo mas profundo.
Luis no decía nada, pero maceraba su coño y lo debía estar dejando como jalea a juzgar por la violencia de sus embestidas. Lo normal es que yo hubiera entrado en aquel cuarto chillando como un loco y los hubiera molido a palos a los dos. Pero no, lo curioso del caso es que yo no estaba cabreado ni enfadado. Al contrario, el ver a Luisa como una guarra, una viciosa, follada a lo bestia, suplicando que le dieran mas polla me tenia muy excitado, yo notaba que mi picha estaba tiesa; en ese momento Luis miro hacia la puerta; me vio, nuestras miradas se cruzaron, me pareció que su boca esbozaba una sonrisa, pero él giro la cabeza e, ignorándome, siguió beneficiandose a la puta de mi mujer.
Yo di la vuelta y volví a la fiesta de disfraces. Salí a la terraza, me apoye en la barandilla y con piernas y brazos temblando como hojas pensaba en lo que acababa de ver. ¿Porque no había interrumpido su jodienda? ¿Porque no había matado a los dos? ¿Que era lo que me había excitado tanto? Debían haber pasado entre veinte y treinta minutos cuando una voz suave e insinuante en mi oído con los labios rozando mi oreja me saco de mis pensamientos.
¿Quieres follarte a tu puta parisina?
Antes de que pudiera contestar, su lengua sabia jugueteaba en mi oreja y su mano de putorra sobaba mi ingle. En vez de darle de hostias, me volví, estruje sus tetazas que tanto me embelesaban, bese su boca (que había estado mamando el pene de otro) con rabia y dije:
Te voy a follar bien follado, so puta.
Luisa, me cogió de la mano y, con toda la frialdad del mundo ,me condujo al mismo cuartito donde pocos minutos antes había estado follando con Luis.
Entramos en el cuarto, sin perder tiempo se subió la falda, bajó las bragas, se abrió de piernas y con un empujón de caderas, en gesto lubrico y obsceno, ofreció su sexo y más que pedir, ordeno:
Chúpame el coño, Alberto, chúpame la pipa, follame con tu lengua.
Yo, empecé a chupárselo y note un liquido lechoso, salado rezumando de su coño. Yo sabia que era la leche de Luis, yo sabia que Luisa en su mente me estaba humillando haciéndome beber la leche de su amante, pero yo lamía y lamía y bebía la leche de otro tío del coño de la puta de mi mujer. Mientras chupaba su coño, puse un dedo en su ano. Estaba seco, no salía leche. Menos mal, por lo menos no me la había empalado por el culo.
Coño Luisa que mojada que estas.
Es que me tenias muy cachonda con la idea de que me ibas a follar en un sitio publico.
¡Que guarra! Además de puta mentirosa ¡Así son las mujeres! De alguna forma estaba excitado, como loco, no sé si era furia, deseo, ira o venganza, pero como una bestia tire a Luisa al suelo, me abalance sobre ella, puse sus piernas sobre mis hombros y sin importarme sus quejas a cerca de lo duro que estaba el suelo, la folle con toda mi alma, con toda la intención de romperle el coño, mas que follar trataba de horadarla con mi picha. Como una bestia seguí follando y follando hasta que con un grito alcancé un tremendo orgasmo.
Luisa dijo algo a cerca de que salvaje había estado. Pero ni ella ni yo mencionamos nada a cerca de Luis y como la puta de Luisa había follado con él. Nos vestimos, tomamos otra copa y volvimos a casa.
Pasaron tres semanas, yo me encontraba nervioso e irritable pero no sabia a que achacarlo. Luisa y yo volvimos un poco a nuestras rutinas y ninguno de los dos sacó el tema de su infidelidad. El Jueves por la tarde llamaron a Luisa de Lérida, donde viven sus padres avisando que la madre estaba enferma.
Luisa cogió el tren esa misma noche y yo me quedé en Madrid. El Viernes por la tarde, como no tenia nada que hacer me fui al club. Después de jugar unas partidas de mus, fui a la cafetería y decidí tomar un plato combinado como cena. Cuando estaba acabando note una mano en mi hombro y un:
Hola Alberto, ¿Cómo estas?
Era Luis, se sentó a mi lado y empezó a hacer conversación superficial. Yo no sabia muy bien como comportarme. Era la primera vez, que yo sepa, que hablaba con tipo que se había jodido a mi mujer. Luis se comportaba con toda naturalidad como si nada hubiera pasado.
¿Cómo esta Luisa?
Yo le miré, pero no había ninguna ironía ni en la voz ni en le gesto. Contesté que estaba bien pero que había ido a ver a su madre enferma. Luis, muy amable me sugirió que si no tenia nada que hacer podíamos ir a su casa, fumarnos un buen habano, tomar un coñac y charlar un rato. Como tampoco tenia ningún otro plan, acepté.
Luis además de ser rico tenia buen gusto. Me ofreció unos Davidoffs magníficos, dulce aroma y perfecto grado de humedad. El coñac: 1886, mi favorito, pero que debido a su precio no bebo muy a menudo. Charlamos de cosas intrascendentes y cuando habíamos acabado la segunda y generosa copa de coñac Luis pregunto si me gustaría ver una película porno. No sentamos cómodamente en un gran sofá y admire su pantalla gigante.
La película tenia una tía rubia con unas tetas enormes. Yo hice algún comentario a cerca de lo mucho que me gustaban las tetas grandes y Luis dijo que a él también le volvían loco. La rubia tetuda se iba a la casa de un tío moreno fuertote. En la casa el tío ,sin andarse por las ramas, le sacaba las tetorras y mamaba como un loco. Luis comento lo buenas y enormes que eran las tetas y como se estaba excitando. El cachas de la película desnudó a la rubia y.. ¡Vaya un rabo que tenia la puta de la rubia! ¡Era un transexual con una picha más grande que la mía! Al cachas no pareció importarle; La/le tumbo en el suelo y sin ningún miramiento la empalo en el culo.
Luis jadeando dijo:
Alberto, no aguanto mas me la tengo que menear.
Se abrió los pantalones, saco su verga y empezó a tocar zambomba. Me miro y dijo:
No te de apuro, si quieres sácatela y hazte una paja.
La verdad es que el transexual aquel, con las tetas grandes, frotándose la pija y tomando por el culo me tenia fascinado. Me la saque y empece a masturbarme. Al poco rato Luis, como el que no hace nada, sin decir palabra, puso su mano sobre la mía y llevo mi mano a su polla invitándome a meneársela. ¡Coño! No me extraña que la puta de Luisa se lo pasara tan bien.
Era una polla enorme, algo mas gruesa que la mía y por lo menos cinco centímetros mas larga. Yo como un tonto, sin decir nada, miraba aquella picha fascinado y la meneaba. Luis dijo:
Anda tonto, date un gustazo y mama de mi polla.
Yo debería haber protestado, debería haberle dado de hostias, pegarle en los huevos o algo por el estilo. Sin embargo, como un muñeco sin voluntad propia, me arrodille delante de Luis y por primera vez en mi vida mame una polla ¡Pero que polla! Era inmensa, gorda, larga, dura.
¡Chupa jodio! Chupa, chupa como una puta.
Mientras decía esto Luis me agarraba de las orejas y me metía su vergón hasta la garganta. Estuve a punto de devolver. Pero logre controlarme y seguí mamando de aquel vergón. Al cabo de unos minutos Luis apartando mi boca de su golosina, se levantó y dijo:
No te muevas, sigue así.
Se puso detrás de mí y me bajo los pantalones. Me oí a mí mismo con una vocecilla ridícula preguntar.
¿Que vas a hacer Luis?
¿Que voy a hacer? Te voy a hacer un hombre. Te voy a romper el culo como la puta que eres.
Yo en vez de levantarme y partirle la cara, lo único que hice fue decir en el mismo tono ridículo:
No Luis, por favor, eso no, que nunca me han dado por el culo
Mejor así, me encantan los culos vírgenes y !Tienes suerte! te lo va a romper un experto.
Yo me preguntaba que me pasaba, mi mente decía que me tenia que levantar e irme de allí, pero mi cuerpo, disociado de mi mente seguía a cuatro patas, con el culo al aire mientras Luis me ponía algún liquido aceitoso en el culo.
Noté como su capullo se apoyaba en mi ano. Acto seguido, sentí un dolor enorme, como si me hubiera puesto un hierro candente en el culo.
No, Luis, no que duele mucho.
Chille como un gorrino en el matadero, pero a pesar de los gritos, seguía allí, ofreciendo mi culo en sacrificio.
Calla, capullo calla y aprende, que te va gustar.
Empezó a lentamente meter y sacar su enorme pija. Yo notaba como una tremenda presión que invadía mis entrañas y parecía que el vientre me iba a estallar. Implorando, con la misma vocecilla extraña que me había salido, sollozando dije:
No Luis, por favor, sácala, saca ese tronco de mí culo, que no soy maricón.
Luis me pegó dos azotes bien fuertes en el culo y dijo:
Calla so guarra, calla y no me llores ¡Qué te pego de hostias!
Siguió bombeando sin apiadarse de mí. Poco a poco el dolor fue reemplazado por una sensación de relajamiento. Luis se inclino sobre mi espalda, cogió mi polla con una mano y empezó a darme gusto mientras seguía empalándome.
Así Alberto, así traga polla como un hombre, traga mi pollón como la guarra viciosa que eres. Te gustó ver como follaba a la guarra de tu mujer ¿verdad?
Cuando vi que mirabas y callabas me di cuenta que eras una puta. En ese momento decidí que te tenia que dar por culo. Goza marica goza. Lo único que siento es no tener aquí a la puta de Luisa porque me encantaría romperos el culo a los dos juntos. ¡Pareja de guarras! ¡Que tetas y que piernas que tiene Luisa! ¡No te la mereces maricón!
Mientras así decía, seguía masturbándome y empalándome como un bestia.
Yo me sentía humillado y degradado, pero.. aguantaba y gozaba. Por fin con un grito enorme me corrí y mientras Luis ordeñaba mi picha yo grité:
Luis, hijo puta, me puedes dar cuanto quieras con tu polla de gloria.
Luis, con un grito, se corrió en mis entrañas y yo, derrengado, caí al suelo.
Empece a sollozar, no sé sí de vergüenza y humillación o de gozo y felicidad.
Me había comportado como una quince añera, seducido y "violado" pero deseándolo y gozándolo. Al cabo de un rato subí mis pantalones y sin decir una palabra, me fui de la casa de Luis.
Yo pase el Sábado en casa, poniéndome pomadas y lociones en el culo y sumido en mar de confusiones El Domingo llamo Luisa diciendo que su madre estaba fuera de peligro y volvería el Lunes. El Lunes después de cenar hicimos el amor. Al acabar, yo me abrace a Luisa y le conté que Luis me había sodomizado. Luisa chilló y gritó, me insulto, preguntaba como podía hacer eso, amenazó con dejarme. La muy puta en ningún momento dijo que ella había follado con Luis. Llena de virtud me maldecía por mi mariconería.
Afortunadamente, los dos estabamos muy cansados y nos dormimos sin acabar de tirarnos los trastos a la cabeza. Tres días mas tarde, empezamos a hacer el amor y Luisa me tocaba el culo a menudo. Una vez que tuve mi orgasmo, ella se levantó de la cama y dijo:
Espera un poco:
Volvió al dormitorio con zapatos de tacón alto, completamente desnuda y sus enormes tetas bailoteando con cada paso. Bueno, en realidad no venía desnuda. Llevaba puesto un cinturón de donde colgaba una picha de goma enorme. Con voz de mando dijo:
Ahora yo soy el tío y tú eres mi putita. ¡Pon el culo putita!
Yo, otra vez pasivo, me puse a gatas al borde de la cama. Luisa me embadurno el culo con vaselina y sin ninguna contemplación me metió aquel falo enorme. Sentí algo de dolor al principio, pero enseguida me dio gusto.
Ay Luisa me estas matando. Cógeme la picha y dame gusto con tu mano.
Luisa empezó a masturbarme.
Sí así, por los dos lados.
Que guarra eres Alberto, eres aun mas guarra que yo. A partir de ahora tu vas a ser mi puta.
Desde ese dia Luisa me daba sodomizaba al menos una vez por semana y había días que no me dejaba que yo le metiera mi pene. Nada mas me dejaba que mamara de sus pechos y de su sexo y cuando ella ya había tenido su orgasmo, entonces me empalaba a mí con su enorme falo. Claramente ella se convertía en la persona dominante y yo estaba sometido.
Así seguimos durante varias semanas. Yo no tuve ninguna actividad homosexual. Luisa me seguía atrayendo mucho, sus pechos eran una gran fuente de placer para mí. Besarle y chuparle su sexo me encantaba y ella alcanzaba brutales orgasmos mientras yo chupaba su clítoris. Me hubiera encantado poder sodomizarla, se lo pedí muchas veces, pero ella se negaba en redondo. Así estaban las cosas hasta que una noche mientras ella me estaba sodomizando, Luisa dijo:
Alberto, quiero que llames a Paco y le digas que quiero que me folle.
Luisa ¿estas loca? Yo no voy a hacer eso.
Luisa sin perder el ritmo con el que me empalaba, me dio dos azotes bien fuertes en el culo y dijo:
Tu vas a hacer lo que yo te diga. Tu te vas de marica por ahí para pasártelo bien mientras Luis te rompe el culo; pues ahora yo tengo ganas de que se me folle alguien. Además, si te portas bien te dejare que mires mientras Paco me folla.
Paco era un compañero mío de facultad. Aunque él trabajaba en otra compañía habíamos seguido siendo amigos. Él estaba casado con una mujer muy atractiva, Maribel, y los matrimonios nos llevábamos muy bien. Nos reuníamos por lo menos una vez al mes y a menudo hacíamos excursiones cortas los fines de semana. Me parecía que lo que pedía (o mandaba) Luisa era demasiado; una nueva humillación. Cuando hable con Paco, al principio el pensaba que yo estaba borracho, pero por fin le convencí de que hablaba en serio. Quedamos en que vendría a casa el Jueves por la tarde, nada mas salir del trabajo.
El Jueves, volví a casa un poco antes de lo acostumbrado. Me encontré a Luisa vestida de puta parisina (casi aun más provocativa que la primera vez).
El cuarto de estar estaba medio a oscuras, había montones de velas aun sin encender y una música dulzona salía del estéreo. Luisa me dio instrucciones muy claras.
Abres la puerta a Paco, le llevas al cuarto de estar, le preguntas que quieres de beber, le traes lo que te pida y te retiras. Pase lo que pase no vuelvas a entrar en la habitación a menos que yo te llame, dejaremos la puerta entreabierta, apaga la luz del pasillo, puedes mirar todo lo que quieras y si te quieres hacer pajas mientras follamos te doy permiso.
Así lo hice. Abrí la puerta a Paco, le lleve a cuarto de estar, le pregunte que quería de beber y le traje la ginebra con tónica que pidió. Cuando estaba sirviendo la bebida, Luisa empezó a encender la s velas y dijo:
Hola Paco, gracias por venir.
Paco se quedó con la boca abierta. Supongo que hasta que no vio a Luisa vestida de puta no se creyó lo que yo le había dicho. Luisa me hizo un gesto con la mano indicándome que me fuera. Salí de la habitación y me aposente en el pasillo a oscuras. Paco empezó a decir algo a cerca de lo guapa que era Luisa y de la suerte que tenia el. Luisa no se ando por las ramas.
Si, si, eso esta muy bien pero ahora vamos a follar.
Sin perder tiempo, soltó el cinturón de Paco, le bajo los pantalones y empezó a mamar su órgano. Cuando lo vio duro, se tumbo en sofá, levanto las piernas bien separadas y sin mucha poesía dijo:
Ven aquí Paco, híncamela hasta el corvejón.
Paco no se hizo de rogar y se la metió sin ninguna vacilación. Claramente, Luisa iba a llevar el control. Ella era la que cambiaba posturas, decía cuando parar, le daba instrucciones y Paco hacia lo que le mandaban. Cuando llevaban casi una hora jodiendo y Paco ya se había corrido dos veces Luisa se puso de pie, se inclino sobre el sofá y ofreciendo una maravillosa visión de su trasero le dijo a Paco:
Ponte de pie, Paco, follame desde atrás, estando de pie.
Cuando Paco se la estaba follando la muy cerda grito:
Que picha más buena tiene Paco y que bien la usa; so cabrito consentido, ven aquí, ven cornudo mío y mira como me folla tu amigo. Paco tu no le hagas caso, sigue follandome, dame gusto con tu verga, húndemela, más, más, aun más, así mamón así.
Viéndola tan desmelenada, actuando de furcia viciosa me puso a cien. Me empece a masturbar y casi sin tocarla me corrí en un momento.
¡Ay cornudo! Gozas viendo como se follan a la puta de tu mujer ¿eh marica? Si, Luisa gozo mucho.
El pobre Paco tuvo un ultimo orgasmo y se cayo al suelo exhausto.
Mira marica, tu amigo tiene toda la picha sucia con mis zumos, límpiasela con tu lengua.
Yo no me hice de rogar y le chupe la picha a Paco. No era tan grande como la tranca de Luis, pero era de buen tamaño. Paco puso cara de asombro al principio; pero sin decir nada dejo que se la chupara un buen rato.
Cuando Paco se vistió y estaba a punto de marcharse dándonos las gracias a los dos, Luisa le dijo;
Oye la próxima vez tráete a Maribel. A mi no me importaría hacer tortillas con ella. Alberto se la follara con mucho gusto y la guarra de mi marido hará todo lo que tu quieras, Ya has visto que sabe chupar y si a ti te gusta, a él le encanta que le sodomicen. Él es aun mas guarra que yo.
Paco puso cara de vicio y dijo que haría todo lo posible por convencer a Maribel. Después de besar a Luisa y estrujar sus tetorras una ultima vez se marcho. Luisa me miro y dijo:
Sabes que, te has portado bien, has traído a tu amigo, has hecho todo lo que yo he pedido y me lo he pasado muy bien. Te voy a dejar que me chupes el coño con la leche de tu amigo, como chupaste en el club la leche de Luis y si haces que me corra con tu boca, te dejo que me la metas en culo, me desvirgues y me hagas una mujer.
Así que tu sabias que te vi en el club con Luis.
Pues claro que si guarrona. Luis me dijo que nos habías visto jodiendo y que no dijiste nada. Pero además de ser cabrón no esperaba que me salieras marica. ¿Que te a parecido la verga de Paco? No es tan grande como la de
Luis pero no esta mal. Ya veras cuando traiga a Maribel te va a empalar delante de las dos
Yo no perdí el tiempo con conversaciones chupe y chupe su coño y su clítoris hasta que tuvo dos nuevos orgasmos. Después de eso le di la vuelta y gocé de su culo como nunca había gozado con ella. ¡Que gloria! Aquel culo grandote que coronaba las luengas piernas; virgen hasta entonces, pero rebosando vicio. Luisa no parecía sufrir con su sodomizacion. Al contrario, la cerda se movía y me jaleaba y pedía más y más y movía su poderoso trasero para hincar mi picha hasta los huevos. Después de un orgasmo intenso, derramando toda mi leche en sus entrañas, exhausto pero increíblemente satisfecho caí al suelo.
No esta mal esto del culo, no me extraña que te guste so marica. Mira lo vamos a hacer durante unos dias y cuando se acostumbre el llamaras a Luis para que me rompa el culo a mí con esa verga gigantesca que tiene.
Pensándolo bien, me apetece ver como te rompe el culo a ti también; te empiezo a entender, so guarra, empiezo a entender te de gusto el ver como me folla otro. No eres un cornudo, eres una guarra curiosa.
¡Que bien! Luisa me sodomizaba a mi, dejaba que yo la sodomizara a ella y ahora íbamos a tener orgías conjuntas. Si a ella le daba morbo ver como Luis me empalaba yo le iba a dar a Luisa aun más de lo que pedía. Iba a traer a dos tíos a la vez para que Luisa viera como yo podía manejar simultáneamente a uno con la boca y a otro con el culo. Así vera mi mujercita lo guarrona que soy. Me ha costado mas de treinta y cinco años aprenderlo pero ahora sé lo que me pasa. Lo que me pasa es que soy mas puta..
Mi primera experiencia sexual fue a los trece años. En el instituto yo oía a mis amigos dándoselas de machos y diciendo que se habían hecho no sé cuantas pajas. Yo, no es que fuera totalmente estúpido, pero a mis trece años nunca me había masturbado, ni sabia como se hacia, aunque sabia que era algo prohibido y que daba gusto. Yo cuando estaba solo en casa miraba revistas donde había mujeres en traje de baño y hasta en biquini. Ver las fotos me excitaba mucho, sobre todo si las mujeres tenían grandes pechos; mirando las fotos tocaba mi culo, mis pezones, mi picha y.. no pasaba nada.
Yo me quedaba frustrado y, a toda costa, quería aprender el secreto de las pajas.
Una tarde que estaba en casa de un compañero de clase, Miguel Angel, él me enseñó un libro de arte de su padre. Tenia muchas fotos de esculturas y cuadros con mujeres desnudas. Con mucha naturalidad Miguel Angel dijo:
Yo me la casco mucho mirado estas fotos.
¿Que quieres decir "te la cascas"
¡Que tonto eres, Alberto! Que me la meneo, que me hago pajas.
Yo pensé que aquella era mi oportunidad, pregunte:
¿Cómo se hace uno una paja?
¡No jodas! no me digas que no te la has cascado nunca.
Nunca, porque no se como ¡joder!
No te cabreés Alberto mira yo te enseño.
Sin ningún embarazo ni miramiento, me soltó el botón del pantalón, abrió la bragueta y saco mi picha.
Mira Alberto, la coges así como en un puño y le das de arriba a bajo. Ves, ya se te va poniendo gordita. Ahora aprietas más y le das más rápido.
Mientras Miguel Angel me ministraba, a mí me daba gusto, pero estaba un poco embarazado y me sentía raro y hasta un poco incomodo.
Miguel Angel ¿no te da asco tocar la picha de otro?
¡Que va! Además, tu eres mi amigo y tu me la cascarás a mi también.
Oye, pero ¿eso no es de mariquitas?
Que va tonto, mientras te la meneo tu mira las fotos de las tías.
¡Ayyyy!
Yo note como una descarga eléctrica que me empezaba en los pies y me sacudió todo el cuerpo. Al mismo tiempo, mi picha soltaba un liquido en espasmos que no había soltado nunca. Miguel Angel puso la otra mano encima de mi pito para contener la leche.
¿Que te ha gustado?
Joder, claro ¡que gusto Miguel Angel, que gusto! ¡Que bueno es! ¡Que relajado que me ha dejado!
Tienes que tener cuidado de no salpicar con tu leche.
Ya, pero yo no sabia que saliera la leche así.
Anda, ahora que sabes como hacer una paja, házmela a mi.
Oye pero eso no es de maricas.
Coño Alberto ¡qué pesado eres! Ya te he dicho que no. Además haz como yo hago cuando tenia tu pito en mi mano me imaginaba que era la teta de una tía.
Bajo su guía yo cogí su pito y se lo meneé. Miguel Angel me enseño cuanta presión poner, como ir más rápido o más despacio. Me contó que el se la había meneado a Carlos y a Roberto y que algunas veces se reunían los tres, Roberto traía unas revistas francesas con tías en pelotas y se la meneaban entre ellos varias veces. Yo estaba, entre asombrado, excitado, nervioso.
¡Eran muchos descubrimientos juntos! Cuando se iba a correr el mismo puso su mano para coger toda su leche. Después de su orgasmo, ya relajado dijo:
Para ser tu primera paja no lo has hecho mal. Mira como premio por lo bien que lo has hecho te la voy a chupar.
Pero ¡Tú eres marica Miguel Angel!
No seas imbécil, Alberto. A mí me gustan las tías, lo único que hacemos es darnos gusto entre amigos hasta que seamos mayores y tengamos mujeres.
Naturalmente que la mamada me encantó. Así, con un amigo, descubrí las maravillas del sexo.
Durante tres años Miguel Angel, Roberto, Carlos y yo nos reuníamos a menudo y nos masturbábamos mutuamente. A Carlos y a Miguel Angel no les importaba chupársela a los demás. Roberto y yo nunca nos animamos a chupársela a nadie. A mí me daba mucho gusto que me la chuparan, sobre todo Miguel Angel que, como dirían de un torero, se recreaba en le suerte. Lo curioso es que, aparte de mis dudas del primer día, nunca pensamos que lo que hacíamos tenia nada que ver con homosexualidad. Al contrario en medio de nuestras masturbaciones mutuas hablábamos de lo buenas que estaban las tías de las revistas francesas, y que bueno seria follar a una tía.
Acabamos el bachillerato y cada cual fue por su lado. Empecé a salir con chicas, me encantaban las mujeres, las tetas grandes me volvían loco, tuve mis escarceos, eché algunos palitos, tuve un par de novias con las que folle, fui de putas, vamos que hice una vida normal para un joven de mi edad. El año que acababa la carrera conocí a Luisa. Me encantó, era una de esas morenas de pelo negro como ala de cuervo con tez clara y ojos verdes. Tenia unos pechos impresionantes; buen trasero, firme, redondo y unas piernas largas, largas que parecían que nunca iban a acabar. Muy alegre simpática con ganas de cachondeo. Nos lo pasábamos muy bien juntos y decidimos casarnos.
Todo fue muy bien, los primeros años follabamos como conejos, en cualquier sitio y a cualquier hora; pero, como suele pasar, al cabo de unos años de casados nuestra vida sexual se hizo algo rutinaria. Pero la rutina cambio hace tres meses.
Un grupo del club de tenis decidió organizar una fiesta de carnaval en el club. Como buena fiesta de carnaval había que ir disfrazados. Luisa decidió ir de puta Parisina de los años cincuenta y yo decidí ir de pirata de novela de R. L. Stevenson. La noche del viernes nos disfrazamos. Caray con Luisa como se había puesto, ¡qué buenisima estaba! La cabellera azabache la había puesto toda hacia un lado cayendo hasta bien pasados los hombros. La cara muy maquillada con ojos, párpados y pestañas cubiertos de pinturas. Los labios de un rojo gránate intenso. Una blusa de seda blanca, casi transparente, con la mayoría de los botones sin abrochar, dejaba al aire la mejor parte de sus magnificas tetazas que rebosaban de un pequeño sujetador rojo que a duras penas cubría los pezones. Una falda negra, muy ajustada, corta, abierta por un lado hasta casi la cintura. La apertura dejaba ver unas minúsculas bragas de encaje negro. Unas medias negra de amplia malla sujetas en los muslos por ligas granates y unos zapatos negros de tacón altísimo completaban su atuendo.
¡Coño Luisa! Te has pasado.
¿Que quieres decir?
Joder que quiero decir, llevas las tetas prácticamente al aire se te ven las bragas y preguntas que quiero decir. Estoy seguro que si una puta de París saliera así a la calle la detenían los gendarmes.
Anda ya, no seas moro Alberto, es carnaval. Además, si encontramos un sitio tranquilo en el club igual le echas un polvo a esta puta.
Mientras decía esto se levanto la falda y se acaricio el culo mientras ponía cara de vicio. De solo pensar en follarmela así vestida y en un sitio publico tuve una erección.
¡Que jodia eres como me chantajeas! Anda, vámonos.
Ni que decir tiene que en club a mas de uno se le caía la baba mirando a Luisa. Además la muy golfa bamboleaba sus caderas, movía los hombros y se comportaba como la puta más viciosa del mundo. Bailando en la pista las tetas se movían de un lado para otro y en un momento hasta se le salió una del sujetador. La falda entre la apertura y como separaba ella las piernas descubría mas que tapaba. No me extrañaba que otros tipos la miraran y codiciaran, a mí me estaba excitando aun más que cuando éramos novios.
Varios amigos y conocidos del club se acercaron y pidieron que bailara con ellos. Luisa hacia su papel de puta muy bien. Se pegaba a todos ellos se restregaba y refrotaba contra ellos y estoy seguro que muchos de ellos volvían con una buena erección. Estabamos en el bar, descansando después de unas cuantas piezas de baile, cuando se acerco Drácula y dijo: Caray Luisa, estas.. guapisima. Alberto, eres la envidia de todo los hombres del club.
Como "Drácula" llevaba una careta, no sabia quien hablaba.
¿Quien eres?
Ah, perdonar.
Con un gesto versallesco, se quito la careta.
Soy Luis.
Luis era un tipo al que conocíamos del club. Parece ser rico por su casa, nadie le conoce oficio ni beneficio, siempre esta por el club, viste ropa cara con gran elegancia, fuma y bebe de lo mejor. Juega al tenis con quien quiera que busque pareja. Yo he jugado singles, dobles y dobles mixtos con el y contra el. Juega al bridge, al ajedrez, al mus y parece pasar su vida en el club. Es alto, casi uno noventa, musculoso, bien parecido y siempre muy refinado y educado en su trato. Debe de estar cerca de los cuarenta años, pero muy bien llevados. Un par de veces hemos ido a su lujosa casa para acabar una partida de bridge cuando el club tenia que cerrar y la partida sestaba interesante. Somos amigos, sin que haya gran intimidad.
Luisa le agradeció el cumplido y Luis me pidió permiso para bailar con Luisa. Mientras ellos se dirigían a la pista de baile un par de matrimonios conocidos empezaron a charlar conmigo. Muy amables me invitaron a una copa, yo de vez en cuando miraba a la pista de baile y me estaba empezando a poner nervioso. Luisa estaba pegada como una lapa a Luis y su ondulante cuerpo se frotaba contra él. Luis sin ningún recato la estaba sobando, apretando y pellizcando el culo con una mano mientras la otra acariciaba un pecho. Un par de veces le vi con la mano dentro de la apertura de la falda.
Yo como pude me despedí de los matrimonios y me dirigí a la pista. Cuando llegaba a la pista vi que Luis y Luisa se iban por una puertecita al fondo.
Como pude, sorteando parejas, como salmón contra corriente, me dirigí a la puerta. La puerta daba a un largo pasillo medio a oscuras y no había ni rastro de los dos. Múltiples puertas se abrían a ambos lados; Empecé a abrirlas buscándoles. Unas puertas estaban abiertas, otras cerradas y otras cerradas con llave. La mayoría de las puertas daban a pequeños cuartos que contenían redes de tenis, balones de fútbol, mangueras para regar y todo tipo de utensilios que hacen falta en un club de deportes.
Después de mirar en seis o siete cuartos, cuando ya llegaba al final del pasillo oí unos grititos y jadeos de una voz que conocía. Era Luisa. Me dirigí hacia la voz, salía de un cuartito con la puerta entreabierta. Dentro estaba Luisa ¡pero como estaba!
Estaba de espaldas a la puerta doblada por la cintura, con las manos apoyadas sobre un montón de sillas plegables de madera. Las larguisimas piernas bien separadas. La mínima falda levantada descansando en su espalda. Las bragas en el suelo, el culo al aire, la picha de Luis entrando y saliendo de su coño y ella riendo, llorando, ronroneando. Luis, tenia los pantalones caídos y ambas manos estrujando las tetorras de Luisa que, fuera del sostén, colgaban enormes, como ubres vacunas.
Si, Luis, si. Méteme tu verga ¡Dios que gorda es! Dame bien dado; me encanta, cabrón que picha tienes, ¡que maravilla! Me estas matando pero sigue, sigue cabrón. ¡Que gustazo jodio, que gustazo! Es la picha más grande que me han metido nunca. No es una picha, es un pichón. Así, así métela hasta el fondo, rómpeme cabrón. Después de que nos corramos te la quiero mamar. Quiero tener esa joya en mi boca. Te la voy a chupar como nunca te la han chupado. Le tengo que dar las gracias a tu picha gloriosa. Dame, dame, rómpeme cabrito, párteme en dos con esa tranca gloriosa. ¡Que gusto, cabrón! ¡Que gusto que me das!
Yo nunca había visto a Luisa tan puta, tan viciosa; movía sus caderas con ritmo y empujaba para meterse la tranca de Luis hasta lo mas profundo.
Luis no decía nada, pero maceraba su coño y lo debía estar dejando como jalea a juzgar por la violencia de sus embestidas. Lo normal es que yo hubiera entrado en aquel cuarto chillando como un loco y los hubiera molido a palos a los dos. Pero no, lo curioso del caso es que yo no estaba cabreado ni enfadado. Al contrario, el ver a Luisa como una guarra, una viciosa, follada a lo bestia, suplicando que le dieran mas polla me tenia muy excitado, yo notaba que mi picha estaba tiesa; en ese momento Luis miro hacia la puerta; me vio, nuestras miradas se cruzaron, me pareció que su boca esbozaba una sonrisa, pero él giro la cabeza e, ignorándome, siguió beneficiandose a la puta de mi mujer.
Yo di la vuelta y volví a la fiesta de disfraces. Salí a la terraza, me apoye en la barandilla y con piernas y brazos temblando como hojas pensaba en lo que acababa de ver. ¿Porque no había interrumpido su jodienda? ¿Porque no había matado a los dos? ¿Que era lo que me había excitado tanto? Debían haber pasado entre veinte y treinta minutos cuando una voz suave e insinuante en mi oído con los labios rozando mi oreja me saco de mis pensamientos.
¿Quieres follarte a tu puta parisina?
Antes de que pudiera contestar, su lengua sabia jugueteaba en mi oreja y su mano de putorra sobaba mi ingle. En vez de darle de hostias, me volví, estruje sus tetazas que tanto me embelesaban, bese su boca (que había estado mamando el pene de otro) con rabia y dije:
Te voy a follar bien follado, so puta.
Luisa, me cogió de la mano y, con toda la frialdad del mundo ,me condujo al mismo cuartito donde pocos minutos antes había estado follando con Luis.
Entramos en el cuarto, sin perder tiempo se subió la falda, bajó las bragas, se abrió de piernas y con un empujón de caderas, en gesto lubrico y obsceno, ofreció su sexo y más que pedir, ordeno:
Chúpame el coño, Alberto, chúpame la pipa, follame con tu lengua.
Yo, empecé a chupárselo y note un liquido lechoso, salado rezumando de su coño. Yo sabia que era la leche de Luis, yo sabia que Luisa en su mente me estaba humillando haciéndome beber la leche de su amante, pero yo lamía y lamía y bebía la leche de otro tío del coño de la puta de mi mujer. Mientras chupaba su coño, puse un dedo en su ano. Estaba seco, no salía leche. Menos mal, por lo menos no me la había empalado por el culo.
Coño Luisa que mojada que estas.
Es que me tenias muy cachonda con la idea de que me ibas a follar en un sitio publico.
¡Que guarra! Además de puta mentirosa ¡Así son las mujeres! De alguna forma estaba excitado, como loco, no sé si era furia, deseo, ira o venganza, pero como una bestia tire a Luisa al suelo, me abalance sobre ella, puse sus piernas sobre mis hombros y sin importarme sus quejas a cerca de lo duro que estaba el suelo, la folle con toda mi alma, con toda la intención de romperle el coño, mas que follar trataba de horadarla con mi picha. Como una bestia seguí follando y follando hasta que con un grito alcancé un tremendo orgasmo.
Luisa dijo algo a cerca de que salvaje había estado. Pero ni ella ni yo mencionamos nada a cerca de Luis y como la puta de Luisa había follado con él. Nos vestimos, tomamos otra copa y volvimos a casa.
Pasaron tres semanas, yo me encontraba nervioso e irritable pero no sabia a que achacarlo. Luisa y yo volvimos un poco a nuestras rutinas y ninguno de los dos sacó el tema de su infidelidad. El Jueves por la tarde llamaron a Luisa de Lérida, donde viven sus padres avisando que la madre estaba enferma.
Luisa cogió el tren esa misma noche y yo me quedé en Madrid. El Viernes por la tarde, como no tenia nada que hacer me fui al club. Después de jugar unas partidas de mus, fui a la cafetería y decidí tomar un plato combinado como cena. Cuando estaba acabando note una mano en mi hombro y un:
Hola Alberto, ¿Cómo estas?
Era Luis, se sentó a mi lado y empezó a hacer conversación superficial. Yo no sabia muy bien como comportarme. Era la primera vez, que yo sepa, que hablaba con tipo que se había jodido a mi mujer. Luis se comportaba con toda naturalidad como si nada hubiera pasado.
¿Cómo esta Luisa?
Yo le miré, pero no había ninguna ironía ni en la voz ni en le gesto. Contesté que estaba bien pero que había ido a ver a su madre enferma. Luis, muy amable me sugirió que si no tenia nada que hacer podíamos ir a su casa, fumarnos un buen habano, tomar un coñac y charlar un rato. Como tampoco tenia ningún otro plan, acepté.
Luis además de ser rico tenia buen gusto. Me ofreció unos Davidoffs magníficos, dulce aroma y perfecto grado de humedad. El coñac: 1886, mi favorito, pero que debido a su precio no bebo muy a menudo. Charlamos de cosas intrascendentes y cuando habíamos acabado la segunda y generosa copa de coñac Luis pregunto si me gustaría ver una película porno. No sentamos cómodamente en un gran sofá y admire su pantalla gigante.
La película tenia una tía rubia con unas tetas enormes. Yo hice algún comentario a cerca de lo mucho que me gustaban las tetas grandes y Luis dijo que a él también le volvían loco. La rubia tetuda se iba a la casa de un tío moreno fuertote. En la casa el tío ,sin andarse por las ramas, le sacaba las tetorras y mamaba como un loco. Luis comento lo buenas y enormes que eran las tetas y como se estaba excitando. El cachas de la película desnudó a la rubia y.. ¡Vaya un rabo que tenia la puta de la rubia! ¡Era un transexual con una picha más grande que la mía! Al cachas no pareció importarle; La/le tumbo en el suelo y sin ningún miramiento la empalo en el culo.
Luis jadeando dijo:
Alberto, no aguanto mas me la tengo que menear.
Se abrió los pantalones, saco su verga y empezó a tocar zambomba. Me miro y dijo:
No te de apuro, si quieres sácatela y hazte una paja.
La verdad es que el transexual aquel, con las tetas grandes, frotándose la pija y tomando por el culo me tenia fascinado. Me la saque y empece a masturbarme. Al poco rato Luis, como el que no hace nada, sin decir palabra, puso su mano sobre la mía y llevo mi mano a su polla invitándome a meneársela. ¡Coño! No me extraña que la puta de Luisa se lo pasara tan bien.
Era una polla enorme, algo mas gruesa que la mía y por lo menos cinco centímetros mas larga. Yo como un tonto, sin decir nada, miraba aquella picha fascinado y la meneaba. Luis dijo:
Anda tonto, date un gustazo y mama de mi polla.
Yo debería haber protestado, debería haberle dado de hostias, pegarle en los huevos o algo por el estilo. Sin embargo, como un muñeco sin voluntad propia, me arrodille delante de Luis y por primera vez en mi vida mame una polla ¡Pero que polla! Era inmensa, gorda, larga, dura.
¡Chupa jodio! Chupa, chupa como una puta.
Mientras decía esto Luis me agarraba de las orejas y me metía su vergón hasta la garganta. Estuve a punto de devolver. Pero logre controlarme y seguí mamando de aquel vergón. Al cabo de unos minutos Luis apartando mi boca de su golosina, se levantó y dijo:
No te muevas, sigue así.
Se puso detrás de mí y me bajo los pantalones. Me oí a mí mismo con una vocecilla ridícula preguntar.
¿Que vas a hacer Luis?
¿Que voy a hacer? Te voy a hacer un hombre. Te voy a romper el culo como la puta que eres.
Yo en vez de levantarme y partirle la cara, lo único que hice fue decir en el mismo tono ridículo:
No Luis, por favor, eso no, que nunca me han dado por el culo
Mejor así, me encantan los culos vírgenes y !Tienes suerte! te lo va a romper un experto.
Yo me preguntaba que me pasaba, mi mente decía que me tenia que levantar e irme de allí, pero mi cuerpo, disociado de mi mente seguía a cuatro patas, con el culo al aire mientras Luis me ponía algún liquido aceitoso en el culo.
Noté como su capullo se apoyaba en mi ano. Acto seguido, sentí un dolor enorme, como si me hubiera puesto un hierro candente en el culo.
No, Luis, no que duele mucho.
Chille como un gorrino en el matadero, pero a pesar de los gritos, seguía allí, ofreciendo mi culo en sacrificio.
Calla, capullo calla y aprende, que te va gustar.
Empezó a lentamente meter y sacar su enorme pija. Yo notaba como una tremenda presión que invadía mis entrañas y parecía que el vientre me iba a estallar. Implorando, con la misma vocecilla extraña que me había salido, sollozando dije:
No Luis, por favor, sácala, saca ese tronco de mí culo, que no soy maricón.
Luis me pegó dos azotes bien fuertes en el culo y dijo:
Calla so guarra, calla y no me llores ¡Qué te pego de hostias!
Siguió bombeando sin apiadarse de mí. Poco a poco el dolor fue reemplazado por una sensación de relajamiento. Luis se inclino sobre mi espalda, cogió mi polla con una mano y empezó a darme gusto mientras seguía empalándome.
Así Alberto, así traga polla como un hombre, traga mi pollón como la guarra viciosa que eres. Te gustó ver como follaba a la guarra de tu mujer ¿verdad?
Cuando vi que mirabas y callabas me di cuenta que eras una puta. En ese momento decidí que te tenia que dar por culo. Goza marica goza. Lo único que siento es no tener aquí a la puta de Luisa porque me encantaría romperos el culo a los dos juntos. ¡Pareja de guarras! ¡Que tetas y que piernas que tiene Luisa! ¡No te la mereces maricón!
Mientras así decía, seguía masturbándome y empalándome como un bestia.
Yo me sentía humillado y degradado, pero.. aguantaba y gozaba. Por fin con un grito enorme me corrí y mientras Luis ordeñaba mi picha yo grité:
Luis, hijo puta, me puedes dar cuanto quieras con tu polla de gloria.
Luis, con un grito, se corrió en mis entrañas y yo, derrengado, caí al suelo.
Empece a sollozar, no sé sí de vergüenza y humillación o de gozo y felicidad.
Me había comportado como una quince añera, seducido y "violado" pero deseándolo y gozándolo. Al cabo de un rato subí mis pantalones y sin decir una palabra, me fui de la casa de Luis.
Yo pase el Sábado en casa, poniéndome pomadas y lociones en el culo y sumido en mar de confusiones El Domingo llamo Luisa diciendo que su madre estaba fuera de peligro y volvería el Lunes. El Lunes después de cenar hicimos el amor. Al acabar, yo me abrace a Luisa y le conté que Luis me había sodomizado. Luisa chilló y gritó, me insulto, preguntaba como podía hacer eso, amenazó con dejarme. La muy puta en ningún momento dijo que ella había follado con Luis. Llena de virtud me maldecía por mi mariconería.
Afortunadamente, los dos estabamos muy cansados y nos dormimos sin acabar de tirarnos los trastos a la cabeza. Tres días mas tarde, empezamos a hacer el amor y Luisa me tocaba el culo a menudo. Una vez que tuve mi orgasmo, ella se levantó de la cama y dijo:
Espera un poco:
Volvió al dormitorio con zapatos de tacón alto, completamente desnuda y sus enormes tetas bailoteando con cada paso. Bueno, en realidad no venía desnuda. Llevaba puesto un cinturón de donde colgaba una picha de goma enorme. Con voz de mando dijo:
Ahora yo soy el tío y tú eres mi putita. ¡Pon el culo putita!
Yo, otra vez pasivo, me puse a gatas al borde de la cama. Luisa me embadurno el culo con vaselina y sin ninguna contemplación me metió aquel falo enorme. Sentí algo de dolor al principio, pero enseguida me dio gusto.
Ay Luisa me estas matando. Cógeme la picha y dame gusto con tu mano.
Luisa empezó a masturbarme.
Sí así, por los dos lados.
Que guarra eres Alberto, eres aun mas guarra que yo. A partir de ahora tu vas a ser mi puta.
Desde ese dia Luisa me daba sodomizaba al menos una vez por semana y había días que no me dejaba que yo le metiera mi pene. Nada mas me dejaba que mamara de sus pechos y de su sexo y cuando ella ya había tenido su orgasmo, entonces me empalaba a mí con su enorme falo. Claramente ella se convertía en la persona dominante y yo estaba sometido.
Así seguimos durante varias semanas. Yo no tuve ninguna actividad homosexual. Luisa me seguía atrayendo mucho, sus pechos eran una gran fuente de placer para mí. Besarle y chuparle su sexo me encantaba y ella alcanzaba brutales orgasmos mientras yo chupaba su clítoris. Me hubiera encantado poder sodomizarla, se lo pedí muchas veces, pero ella se negaba en redondo. Así estaban las cosas hasta que una noche mientras ella me estaba sodomizando, Luisa dijo:
Alberto, quiero que llames a Paco y le digas que quiero que me folle.
Luisa ¿estas loca? Yo no voy a hacer eso.
Luisa sin perder el ritmo con el que me empalaba, me dio dos azotes bien fuertes en el culo y dijo:
Tu vas a hacer lo que yo te diga. Tu te vas de marica por ahí para pasártelo bien mientras Luis te rompe el culo; pues ahora yo tengo ganas de que se me folle alguien. Además, si te portas bien te dejare que mires mientras Paco me folla.
Paco era un compañero mío de facultad. Aunque él trabajaba en otra compañía habíamos seguido siendo amigos. Él estaba casado con una mujer muy atractiva, Maribel, y los matrimonios nos llevábamos muy bien. Nos reuníamos por lo menos una vez al mes y a menudo hacíamos excursiones cortas los fines de semana. Me parecía que lo que pedía (o mandaba) Luisa era demasiado; una nueva humillación. Cuando hable con Paco, al principio el pensaba que yo estaba borracho, pero por fin le convencí de que hablaba en serio. Quedamos en que vendría a casa el Jueves por la tarde, nada mas salir del trabajo.
El Jueves, volví a casa un poco antes de lo acostumbrado. Me encontré a Luisa vestida de puta parisina (casi aun más provocativa que la primera vez).
El cuarto de estar estaba medio a oscuras, había montones de velas aun sin encender y una música dulzona salía del estéreo. Luisa me dio instrucciones muy claras.
Abres la puerta a Paco, le llevas al cuarto de estar, le preguntas que quieres de beber, le traes lo que te pida y te retiras. Pase lo que pase no vuelvas a entrar en la habitación a menos que yo te llame, dejaremos la puerta entreabierta, apaga la luz del pasillo, puedes mirar todo lo que quieras y si te quieres hacer pajas mientras follamos te doy permiso.
Así lo hice. Abrí la puerta a Paco, le lleve a cuarto de estar, le pregunte que quería de beber y le traje la ginebra con tónica que pidió. Cuando estaba sirviendo la bebida, Luisa empezó a encender la s velas y dijo:
Hola Paco, gracias por venir.
Paco se quedó con la boca abierta. Supongo que hasta que no vio a Luisa vestida de puta no se creyó lo que yo le había dicho. Luisa me hizo un gesto con la mano indicándome que me fuera. Salí de la habitación y me aposente en el pasillo a oscuras. Paco empezó a decir algo a cerca de lo guapa que era Luisa y de la suerte que tenia el. Luisa no se ando por las ramas.
Si, si, eso esta muy bien pero ahora vamos a follar.
Sin perder tiempo, soltó el cinturón de Paco, le bajo los pantalones y empezó a mamar su órgano. Cuando lo vio duro, se tumbo en sofá, levanto las piernas bien separadas y sin mucha poesía dijo:
Ven aquí Paco, híncamela hasta el corvejón.
Paco no se hizo de rogar y se la metió sin ninguna vacilación. Claramente, Luisa iba a llevar el control. Ella era la que cambiaba posturas, decía cuando parar, le daba instrucciones y Paco hacia lo que le mandaban. Cuando llevaban casi una hora jodiendo y Paco ya se había corrido dos veces Luisa se puso de pie, se inclino sobre el sofá y ofreciendo una maravillosa visión de su trasero le dijo a Paco:
Ponte de pie, Paco, follame desde atrás, estando de pie.
Cuando Paco se la estaba follando la muy cerda grito:
Que picha más buena tiene Paco y que bien la usa; so cabrito consentido, ven aquí, ven cornudo mío y mira como me folla tu amigo. Paco tu no le hagas caso, sigue follandome, dame gusto con tu verga, húndemela, más, más, aun más, así mamón así.
Viéndola tan desmelenada, actuando de furcia viciosa me puso a cien. Me empece a masturbar y casi sin tocarla me corrí en un momento.
¡Ay cornudo! Gozas viendo como se follan a la puta de tu mujer ¿eh marica? Si, Luisa gozo mucho.
El pobre Paco tuvo un ultimo orgasmo y se cayo al suelo exhausto.
Mira marica, tu amigo tiene toda la picha sucia con mis zumos, límpiasela con tu lengua.
Yo no me hice de rogar y le chupe la picha a Paco. No era tan grande como la tranca de Luis, pero era de buen tamaño. Paco puso cara de asombro al principio; pero sin decir nada dejo que se la chupara un buen rato.
Cuando Paco se vistió y estaba a punto de marcharse dándonos las gracias a los dos, Luisa le dijo;
Oye la próxima vez tráete a Maribel. A mi no me importaría hacer tortillas con ella. Alberto se la follara con mucho gusto y la guarra de mi marido hará todo lo que tu quieras, Ya has visto que sabe chupar y si a ti te gusta, a él le encanta que le sodomicen. Él es aun mas guarra que yo.
Paco puso cara de vicio y dijo que haría todo lo posible por convencer a Maribel. Después de besar a Luisa y estrujar sus tetorras una ultima vez se marcho. Luisa me miro y dijo:
Sabes que, te has portado bien, has traído a tu amigo, has hecho todo lo que yo he pedido y me lo he pasado muy bien. Te voy a dejar que me chupes el coño con la leche de tu amigo, como chupaste en el club la leche de Luis y si haces que me corra con tu boca, te dejo que me la metas en culo, me desvirgues y me hagas una mujer.
Así que tu sabias que te vi en el club con Luis.
Pues claro que si guarrona. Luis me dijo que nos habías visto jodiendo y que no dijiste nada. Pero además de ser cabrón no esperaba que me salieras marica. ¿Que te a parecido la verga de Paco? No es tan grande como la de
Luis pero no esta mal. Ya veras cuando traiga a Maribel te va a empalar delante de las dos
Yo no perdí el tiempo con conversaciones chupe y chupe su coño y su clítoris hasta que tuvo dos nuevos orgasmos. Después de eso le di la vuelta y gocé de su culo como nunca había gozado con ella. ¡Que gloria! Aquel culo grandote que coronaba las luengas piernas; virgen hasta entonces, pero rebosando vicio. Luisa no parecía sufrir con su sodomizacion. Al contrario, la cerda se movía y me jaleaba y pedía más y más y movía su poderoso trasero para hincar mi picha hasta los huevos. Después de un orgasmo intenso, derramando toda mi leche en sus entrañas, exhausto pero increíblemente satisfecho caí al suelo.
No esta mal esto del culo, no me extraña que te guste so marica. Mira lo vamos a hacer durante unos dias y cuando se acostumbre el llamaras a Luis para que me rompa el culo a mí con esa verga gigantesca que tiene.
Pensándolo bien, me apetece ver como te rompe el culo a ti también; te empiezo a entender, so guarra, empiezo a entender te de gusto el ver como me folla otro. No eres un cornudo, eres una guarra curiosa.
¡Que bien! Luisa me sodomizaba a mi, dejaba que yo la sodomizara a ella y ahora íbamos a tener orgías conjuntas. Si a ella le daba morbo ver como Luis me empalaba yo le iba a dar a Luisa aun más de lo que pedía. Iba a traer a dos tíos a la vez para que Luisa viera como yo podía manejar simultáneamente a uno con la boca y a otro con el culo. Así vera mi mujercita lo guarrona que soy. Me ha costado mas de treinta y cinco años aprenderlo pero ahora sé lo que me pasa. Lo que me pasa es que soy mas puta..
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