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*Feliz navidad gente! Bueno, aquí está el relato, lo siento por la espera tan larga, ahora volvimos & seguiremos con el resto de los capítulos del Burdel y claro. La serie de Ari 🔥
* No olviden dejar sus sugerencias para los próximos encuentros 🔥
*Espero su apoyo al relato y comentarioss
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Los días han pasado como un suspiro envenenado. Intento distraerme: el trabajo, las series, incluso los videojuegos. Pero nada. No puedo borrar de mi mente su imagen. Ari, su gran culo y tetas es algo que no puedo superar.
Esta noche no puedo más. Estoy tumbado en mi cama, mirando al techo como un idiota. La idea de volver me quema la mente. "Solo una vez más", me digo a mí mismo, como si no supiera que me estoy engañando.
Sin pensarlo más, me levanto. Busco las llaves del coche en el mueble de la entrada y salgo al frío de la noche. El motor ruge como si entendiera mi urgencia.
El camino al burdel siempre me pareció un enigma, casi un secreto de la ciudad que pocos conocen. Sin embargo, esta vez mis manos giran el volante con una precisión que no debería tener. Supongo que las obsesiones tienen su propio GPS.
Al llegar, el letrero apenas visible parpadea, como si estuviera a punto de apagarse para siempre. Un escalofrío me recorre el cuerpo. Antes de entrar, respiro hondo. **Control, maldita sea. No puedes parecer un idiota desesperado.**
Jenna está en la recepción, como si nunca se moviera de ahí. Me observa con una ceja alzada y una sonrisa de medio lado.
—Vaya, mira quién ha vuelto. ¿Tan inolvidable fue tu experiencia?
Intento mantener la compostura, aunque su tono burlón me pone algo nervioso.
—Algo así. No pude quitarme el lugar de la cabeza.
Ella ríe y apoya los codos en el mostrador, inclinándose hacia mí.
—No eres el primero. Y no serás el último. ¿Qué buscas esta vez?
Dudo por un momento. Las palabras se me atascan en la garganta.
—Quiero verla. A Ari.
La sonrisa de Jenna desaparece. Ahora me mira con seriedad.
—Te lo advertí la última vez. Ari no siempre está disponible. Su vida no gira alrededor de este lugar.
—Lo sé —respondo rápido, casi atropellando mis palabras—. Pero si está aquí, quiero verla. Aunque sea solo para hablar.
Ella suspira y niega con la cabeza.
—Eres un caso perdido, ¿sabes? Acércate, tengo algo que mostrarte.
—¿Qué cosa? —preguntó, inclinándome ligeramente hacia ella, intrigado.
Se endereza y me hace una seña para que me acerque. Saca el catálogo que me mostró la vez pasada, el mismo con las fotos de varias famosas que nunca pensé que trabajaran en este lugar. Lo coloca frente a mí y da un leve golpecito con el dedo índice en la cubierta.
—Puedes elegir a cualquiera de aquí, sin problemas. Todas estas chicas están disponibles esta noche.
Mis ojos recorren las páginas. Ahí están las mismas imágenes que recuerdo: Cazzu, Karol G, Emilia Mernes… todas en bikini, atractivas, con sus cuerpos expuestos y sabrosos. Pero algo no encaja. No siento la misma emoción de la primera vez.
Levanto la vista hacia Jenna, algo decepcionado.
—¿Esto es todo? ¿No hay algo nuevo?
Ella suspira y se encoge de hombros.
—Siempre tan exigente. De hecho, sí. Acabamos de hacer un nuevo catálogo, pero aún no está completo. Solo tenemos a una chica disponible por ahora.
Mi curiosidad se despierta al instante.
—¿Una chica? Dame más información.
Jenna arquea una ceja y sonríe, como si hubiera esperado esa reacción.
—Sabía que preguntarías eso. Espera un momento.
Camina hacia un pequeño archivo detrás del mostrador y comienza a buscar entre carpetas. Finalmente, saca una con un diseño negro elegante. En la portada, en letras doradas, está escrito: **Girl of Nox**.
—¿Ese es el nombre? —pregunto, señalando la carpeta.
—Es su apodo. —Coloca la carpeta frente a mí y la abre lentamente, como si quisiera aumentar mi expectativa.
—Bien, escúchame. Su nombre completo es Julieta Allegreti —dijo con tono neutro, aunque sus ojos parecían estudiar mi reacción—. Es argentina, streamer, aunque últimamente no le ha ido tan bien.
Mis ojos bajaron al expediente. La primera foto me dejó sin aliento. Frente a mí estaba una chica de aproximadamente 1.63 metros, cabello negro que caía liso hasta sus hombros, ojos azules, una piel blanca que parecía de porcelana y unas grandes tetas (casi como las de Ari).
—¿Argentina? —pregunté, intentando no parecer demasiado curioso.
Jenna asintió y cruzó los brazos.
—Sí, y no lo tiene fácil. Su país está pasando por una inflación terrible, y eso afectó sus ingresos como streamer. Según lo que me contó, cada vez tenía menos marcas interesadas en trabajar con ella, y las donaciones ya no eran lo que solían ser.
Volví a mirar las fotos. En una de ellas, Julieta estaba sentada en una silla, vestía unas orejas blancas y una ropa interior color blanca, la cual resaltaba su deliciosa figura.
—¿Y cómo terminó aquí? —pregunté, sin apartar la mirada del expediente.
Jenna suspiró, como si estuviera acostumbrada a preguntas similares.
—No todos vienen aquí porque quieren, ya deberías saberlo. En su caso, no le quedó otra opción. Está aquí porque necesita el dinero, simple y claro. Apenas llegó hace unos días.
La idea de que yo sería su primer cliente hizo que un escalofrío me recorriera la espalda. No sabía si eso era algo bueno o malo, pero definitivamente añadía un peso extraño a la situación.
—Entonces… ¿nunca ha estado con alguien aquí? —pregunté, casi en un susurro.
—Exacto. Tú serías el primero. Así que, si decides seguir adelante, te voy a pedir que seas… cuidadoso, por decirlo de alguna manera.
Cerré la carpeta y me quedé en silencio por unos segundos, procesando toda la información. Julieta Allegreti, streamer argentina, atrapada por las circunstancias, ahora en este lugar, a punto de enfrentarse a una realidad completamente distinta.
—¿Y bien? —preguntó Jenna, apoyándose en el mostrador con una sonrisa que mezclaba expectación y diversión—. ¿Qué decides?
Tomé aire y finalmente respondí:
—Quiero verla.
Jenna sonrió, esta vez con un leve toque de satisfacción.
—Perfecto. Ve a sentarte. Le avisaré y te prepararé el camino.
Asentí, y me encaminé rumbo a los sofás de la sala de espera.
Diez minutos pasaron, aunque para mí parecieron una eternidad. Finalmente, Jenna regresó, sosteniendo un pequeño montón de hojas en sus manos. Su expresión era la misma mezcla de profesionalismo y picardía que siempre parecía usar.
—¿Y esto? —pregunté, señalando los papeles mientras ella los colocaba sobre el mostrador frente a mí.
Jenna suspiró, acomodándose un mechón de cabello detrás de la oreja.
—Son formularios. Nada del otro mundo, pero necesarios. Uno de los clientes hace unos días armó un escándalo con una de las chicas. Así que ahora, para evitar problemas, manejamos un poco de papeleo. Esto protege tanto a las chicas como a ti, el cliente.
Fruncí el ceño mientras revisaba por encima las hojas. No podía evitar sentirme un poco incómodo, aunque entendía la necesidad de las reglas.
—¿Qué tipo de problema?
—Digamos que el tipo no supo manejar un "no" —respondió con un tono de fastidio—. Ahora tenemos que asegurarnos de que todo sea claro y seguro para ambas partes.
Asentí, aunque no dejaba de sentirme intrigado. Jenna me
señaló una línea en el documento.
—Serán $12,000 dólares. Es el costo del encuentro con Julieta.
Sin dudarlo, saqué mi tarjeta del bolsillo y la coloqué en la terminal que Jenna me acercó. El pequeño pitido de confirmación me hizo sentir un extraño alivio, como si un paso importante ya estuviera completado. Luego firmé en varias líneas, sin prestar demasiada atención al contenido, hasta que llegué a la última hoja.
En el encabezado, con letras grandes y claras, se leía: *Condiciones por parte del cliente*. Mi curiosidad se encendió de inmediato.
—¿Qué es esto? —pregunté, señalando la hoja.
Jenna sonrió y apoyó un codo en el mostrador, acercándose un poco más hacia mí.
—Es simple. Aquí puedes escribir cualquier condición especial que desees para el encuentro.
Mis pensamientos comenzaron a correr mientras leía la hoja más de cerca. Jenna continuó hablando, como si supiera exactamente lo que pasaba por mi cabeza.
—Eso sí, lo que escribas se cumplirá solo si haces una señal específica durante el encuentro. Algo sutil, pero claro.
Me quedé en silencio por un momento, procesando lo que acababa de escuchar. Había algo intrigante en esa libertad para personalizar la experiencia, algo que encendía mi imaginación. Finalmente, tomé el bolígrafo y comencé a escribir.
Cada palabra que escribía parecía reflejar mis pensamientos más profundos y oscuruos en el ámbito sexual, pero al mismo tiempo mantenía un extraño equilibrio entre lo detallado y lo realista. Cuando terminé, dejé el bolígrafo sobre el mostrador y me recosté en el asiento, observando la reacción de Jenna mientras leía.
Sus ojos recorrieron la hoja de arriba abajo. Cuando terminó, levantó la mirada hacia mí con una mezcla de sorpresa y una sonrisa que podría derretir hielo.
—Bueno, bueno... —dijo, con un tono que parecía burlarse y seducirme al mismo tiempo—. Esto es… muy subido de tono y extremo. Es la primera vez que leo algo así.
—¿Demasiado? —pregunté, aunque sabía la respuesta.
Jenna negó con la cabeza, inclinándose un poco más hacia mí.
—No diría demasiado, pero es... único. Eso sí, ten por seguro que se cumplirá. Solo asegúrate de hacer la señal cuando sea el momento.
Su mirada se mantuvo fija en la mía por unos segundos más antes de recoger los papeles y guardarlos en una carpeta. Pasando esto, la seguí en el pasillo rumbo al cuarto de Julieta.
Jenna caminaba delante de mí por el pasillo rojo, su figura iluminada por las luces que rodeaban el lugar. Cada paso resonaba ligeramente, como un recordatorio de la primera vez que estuve aquí. Nada parecía haber cambiado: las puertas perfectamente alineadas, el tenue resplandor carmesí en las paredes, y esa atmósfera cargada de secretos.
Finalmente, nos detuvimos frente a una puerta con un número plateado grabado en ella. Jenna giró hacia mí con una sonrisa que mezclaba complicidad y burla.
—Aquí estamos. Detrás de esta puerta está Julieta. —Hizo una pausa antes de agregar, con un tono juguetón—. Espero que esto te ayude a olvidar a Ari.
Solté una carcajada corta, más por los nervios que otra cosa.
—¿Eso crees?
—Ya veremos —respondió ella con una sonrisa, antes de señalarme con el dedo—. Recuerda, sé claro con la señal. Es importante.
Asentí, pero lo que dijo a continuación quedó grabado en mi mente.
—Tu eres el cliente, tú pones las condiciones.
Con eso, se dio la vuelta y comenzó a alejarse, dejándome solo frente a la puerta. Inhale profundamente antes de girar la perilla y entrar.
El cuarto era completamente diferente a lo que esperaba. Las luces azuladas llenaban el espacio con un brillo tenue, creando una atmósfera fría y moderna. El mobiliario parecía estar adaptado al estilo de Julieta: una silla gamer llamativa en el centro, un pequeño escritorio con luces LED y una cama perfectamente arreglada al fondo.
Y ahí estaba ella.
Julieta se levantó de la silla con movimientos fluidos, como si estuviera acostumbrada a tener la atención sobre ella. Su cabello negro azulado reflejaba la luz del cuarto de una manera hipnótica. Llevaba puesta una playera naranja que contrastaba con una falda café, sus tetas se veían apretadas gracias a a esa playera.
Sus ojos azules se fijaron en mí de inmediato. Se quedó quieta por un momento, luego apoyó el codo derecho sobre su otra mano y colocó los dedos en sus labios, estudiándome. Su expresión era relajada, casi juguetona.
—Así que sos vos —dijo finalmente —. Jenna me dijo que eras medio especial.
—¿Eso dijo? —respondí, intentando mantener la calma mientras cerraba la puerta detrás de mí.
—Sí. Dijo que eras "intenso". —Julieta rió suavemente, bajando la mano de sus labios y cruzando los brazos—. Pero bueno, acá estamos. ¿Y ahora qué? ¿Vas a quedarte ahí parado o vas a hacer algo?
Sonreí ante su actitud relajada.
—Bueno, pensé que ibas a tomar la iniciativa.
—Ah, mirá vos —dijo, levantando una ceja—. Pero sos el cliente, ¿no? Según las reglas, vos mandás.
—Eso me dijo Jenna —respondí, acercándome un poco más—. Pero también dijo que esta era tu primera vez aquí.
Julieta suspiró, se encogió de hombros y se dejó caer nuevamente en la silla gamer.
—Y sí, no voy a mentir. Es mi primera vez en este lugar. Pero tranqui, no me asusta.
Me quedé en silencio por un momento, evaluando la situación. Su actitud despreocupada no parecía ser una fachada; parecía cómoda incluso en este contexto. Finalmente, me incliné un poco hacia ella y hablé con sinceridad.
— Sigue mi ritmo.
Julieta me miró por unos segundos, sin precio aviso me dirigí de forma rápido a ella, acercándome a su cara. Nuestros alientos se enlazaban en casa suspiro, finalmente empecé a besar a Julieta. El sabor de sus labios era dulce, una mezcla inconfundible de fresas que se quedaba en mi boca con cada movimiento. Era embriagante, como un perfume que no puedes dejar de oler. Mis manos, casi por instinto, se deslizaron hacia su cintura, bajando lentamente hasta su gran culo, mis manos apretaban ese culo argentino que tenía enfrente de mi.
—Así que sos muy rudo, ¿eh? —decía Julieta con un semi gemido, con una mirada perversa.
—Solo cuando tengo a una chica como tu enfrente —respondí, mirándola fijamente.
Julieta sin previo aviso, me tiró a la cama con una fuerza, mientras ella se dirigian a mi quitando sus prendas.
—¿Sabés? Soy streamer, por lo que también miro anime, así que soy re perversa en esto —dijo Julieta, con tono perverso
—Se nota —, respondí
Frente a mi, esa puta se encontraba solo con su traje de baño color blanco, empezó bajarme el pantalón, quedando mirando mi boxer.
—Bueno, veamos qué tenés ahí escondido —dijo Julieta, con una mirada lujuriosa.
Mi verga estaba súper erecta por lo que Julieta solo quedó admirando.
—Vaya, tenés cara de tímido, pero tenés algo bien escondido —me dijo Julieta, observándo mi verga.
—Eres la causante —le respondí,
Julieta entonces metió mi verga en su boca, la sensación una maldita locura, pareciera que era experta en lo que hacía, las arcadas de Julieta resonaban en la habitación, su cara de puta era un deleite visual para mis ojos, sentía como mi verga llegaba hasta su garganta y está la aceptaba sin problema, sentía como si me estuviera chupando el alma, en eso saco mi verga, veía como cada cm salí de su puta boca de zorra
—¿Qué pasa, corazón? ¿Ya te vas a venir tan rápido? —dijo Julieta, con una sonrisa burlona.
Solté una risa y le respondí:
—Ni en pedo, esto recién empieza.
La agarre de la cintura, jalandola hacia mi, sus grandes tetas quedando frente a mi cara, con ambas manos rompí su sujetador de atrás, dejando vulnerable ese par de tetas, sin dudarlo me pegue a una de ellas y a chuparlas.
—Ah! — gimió Julieta,
Sus gemidos sonaban a la par que yo succionaba de esos pezones rosados como si no hubiera un mañana.
Mientras seguia besando sus tetas, mi mano empezó a quitarle ese calzon blanco que lucía, metiendo uno de mis dedos en su concha la cual estaba húmeda, Julieta libero un pequeño Ah!, debido a la manera sorpresiva en que metí mis dedos en su concha.
—¿Ya te vas a adelantar tan rápido? —me dijo Julieta, alzando una ceja con picardía—. Vaya, sí que sos bien intenso.
—Bueno, ¿qué te puedo decir? Tu segunda boca me está pidiendo a gritos —le respondí.
La tire sobre la cama, la imagen ante mis ojos era muy lujuriosa, me recordaba a Ari, pero al mismo tiempo sabía que la experiencia sería diferente.
—Bueno, veamos… Hagamos una pequeña medición, mi pequeña diablita —le dije a Julieta, con una sonrisa traviesa.
Mi verga estaba a full, estaba a nada de explotar, coloque mi verga en la entrada de su coño húmedo, pero no lo metí, puse mi verga encima de su vulva y pelvis, midiendo la cantidad de verga que se iba a comer está perra.
—La puta madre, no creo que entre, es re grande —dijo Julieta, mirándolo con los ojos bien abiertos.
—Bueno, solo hay una forma de saberlo —respondí, mientras sostenía mi verga dirigiendola hacia la entrada de su coño.
(No es por presumir pero mi medida era aprox de 16 cm y al parecer, Julieta no había experimentado algo así… creo )
—Bueno, es hora de que entre—dije, metiendo mi verga en el coño rosado de Julieta.
Mi verga se iba adentrando en el coño de Julieta, el calor cálido y húmedo de ese coño envolvía mi verga, los gemidos de placer y dolor en Julieta resonaban en la habitación.
—¡La concha de la lora! ¡Duele! —exclamó entre jadeos.
En ese momento, le puse la mano en la boca, intentando calmarla.
—Shh, tranquila... —le susurré.
Mi verga ya se había metido hasta la mitad, ya sentía en la punta el tope del utero de Julieta, sin previo aviso empecé a bombear. Los gritos de Julieta se habían intensificado.
— ERES UN HIJ.. AH… AH.. MIERD.. AH…
Julieta sentía cada embestida fuerte, sus tetas rebotaban con las fuerzas de la embestida, sentía como su coño se iba adaptando a mi verga y se iba ampliando por dentro.
— TE GUSTA PERRA? TE GUSTA QUE TE PENETREN ASI? — decía mientras que con mis manos sujetaba sus tetas y embestía.
— AH, AH, LO SIENTO GOLPEANDO EL FO… AH… AH — gemia Julieta.
Mi verga entraba por completo, al sacarla observaba como mi verga salía totalmente húmeda por el coño de Julieta.
La sujete de la cadera, volteando su gran culo y teniéndolo frente a mi
— Vaya, ese gran culo debe tener mi nombre tatuado, no es así . — decía mientras contemplaba el culo de Julieta.
Con ambas manos abrí las nalgas de Julieta, logrando ver su pequeño ano cerrado, pero para suerte de ella, aún no lo usaría, empecé a meter mi verga otra vez en su coño, pero está vez ella apretando sus muslos.
—ERES UNA PERRA MUY LUJURIOSA NO? TE GUSTA APRETAR MI VERGA
Julieta no decía nada, ella se encontraba gimiendo y disfrutaba del placer, la verga que en un principio le dolió, hacia chorrear su coño. Mis embestidas iban más profundas, pareciera que su coño no tenía fondo ya que no sentía el tope de su útero.
—Ah, Ah, Síguele mass… DUR…DURO. — exclamaba la perra de Julieta.
Empecé a embestir más duro, me deje llevar por la lujuria y metí mi dedo índice en su ano.
— AHHHHH!!! . — grito Julieta . — NO, POR AH…. AH …
Mi dedo índice hacia círculos dentro de su ano apretado. Cada embestida era también una mini embestida con mi dedo.
—Vaya, parece que nadie a abierto este pequeño hoyo, no es así Juli?
Mi mano izquierda sujetaba la cabeza de Julieta contra la cama, mientras que mi mano derecha jugaba con su ano, solo escuchaba los gemidos de la perra de Julieta.
— Estoy a punto de correrme Juli, dónde lo quieres perra?
Julieta me volteo a ver, esa cara de niña buena había probado una gran verga y ahora estaba decidido donde iba a recibir mi leche después de una gran cojida.
.— Quiero beberlo. — dijo, sacando mi verga de su coño mojado.
Julieta enseguida metió mi verga en su boca, chupando cada gota de su propio líquido vaginal, agarraba mis huevos con el fin de que yo le diera esa lechita que tanto quería, está perra me estaba haciendo venir con esas mamadas y sin darme cuenta, deje ir toda mi semilla dentro de su linda boquita.
Julieta bebió casa rastro de semen que quedó en sus labios así como de mi verga.
Ambos quedamos rendidos en la cama. Julieta me abrazó, rozando sus grandes tetas con mi pecho, y sus piernas en las mías.
—Vaya, con que así serán los encuentros con los clientes —dijo Julieta, soltando una risa mientras se llevaba mordía el labio—. Creo que me voy a tener que acostumbrar a esto.
La miré fijamente por un momento y, con una sonrisa en los labios, le dije:
—Todavía no terminó nuestro encuentro, Julieta.
Ella me miró con curiosidad, pero antes de que pudiera responder, solté un chasquido elegante con los dedos. El sonido resonó en toda la habitación, rebotando como un eco que parecía llenar cada rincón.
—¿Qué hacés? —preguntó Julieta, frunciendo el ceño.
De repente, la puerta del armario se abrió de golpe, y un hombre de tez negra entro con pasos firmes y una presencia intimidante.
—¡La puta madre! ¿Qué carajo es esto? —exclamó Julieta, llevándose una mano al pecho por la sorpresa.
—Es parte del espectáculo, corazón. Todo para mantenerte entretenida —le respondí, sin perder mi calma.
—¿Entretenida? ¡Vos estás re loco! —dijo, mirándome con una mezcla de incredulidad y diversión nerviosa. —¿Qué mierda planeás con este tipo?
El hombre se quedó en silencio, esperando órdenes, mientras Julieta intentaba procesar la escena frente a ella.
—Bueno Julieta, en esta ronda se nos unirá otro jugador.
Sin que pudiera decir algo, subí a Julieta arriba de mi verga (la cual ya estaba erecta).
—AHHH! — grito de placer Juli al momento que sintió cada cm dentro de su lindo coño.
En un principio ella se resistía a cabalgar mi verga por lo que yo bombeaba, disfrutando el deleite de sus tetas reportar cada vez que mi verga entraba en su interior.
Con ambas manos libres empecé agarrar sus culo, la nalgeaba con fuerza, sujetando ese par de culo grasoso que traía la perra, y empecé a jugar con su pequeño ano.
—Ah, Ah, Ah, la concha de tu hermana! —me gritó Julieta, con una cara lujuriosa que me aumentaba más el placer por lo que empezaba a bombear más fuerte.
Con una seña, le dije al tipo que había entrado que era momento que entrara a jugar y si efectivamente lo que iba a experimentar Julieta iba a ser un trio.
El tipo se humecto su verga con lubricante, y se colocó atrás de las nalgas de Julieta.
—Bueno mi amor, vas a probar dos vergas a la vez dentro de ti. — le dije mientras bombeaba.
— HIJO DE P… — el tipo clavo su verga en el ano de Julieta.
Sentí como la verga del tipo iba entrando en ese ano apretado de Julieta, Julieta gritaba de dolor debido a que era la primera vez que tenía 2 vergas dentro de ella.
—PAREN, AH, PAREN, AH ME VAN A ROMPERRRRR.
Julieta era una perra para ambos, nuestras vergas entraban y salían de los orificios de Julieta, Julieta para este punto ya estaba totalmente lujuriosa, por lo que nos pedía más y mas.
— Bueno, intentaremos algo — dije .
Saque mi verga de su coño mojado, lo humecte de lubricante, y en la misma posición que me encontraba, intenté meter mi verga dentro del ano de Julieta (teniendo la otra verga dentro aún).
—AAAAAAH DUELEEEEE
El escuchar me dió más excitación, mi verga estaba entrando en ese pequeño ano y para mí sorpresa, este sin problema se lo iba comiendo. La imagen era morbosa y sin límites, Julieta, tenía 2 vergas en su ano.
— Hora de moverse — dije
Yo y el tipo empezamos a movernos, casi al mismo ritmo, era algo incómodo pero placentero. Julieta gritaba de dolor y placer, nuestro bombeo empezaba a aumentar más, su ano se había adaptado al tamaño de nuestra verga.
Estábamos llegando al climax, nuestro bombeo se aceleró más, en este punto Julieta ya estaba totalmente loca por tener dos vergas dentro de ella.
—HAGANME MIERDA, ESTA PERR… AH, AH… ES DE USTEDES.
Mis manos sujetaba sus nalgas mientras nuestra dos vergas embestían con fuerza.
— Nos vamos a venir en tu culo oíste perra? — le decía.
— SIII LO KIERO DENTRO!
Ambas vergas explotaron dentro de su culo,junto con un orgasmo de Julieta que la dejo totalmente rendida, dejándose caer sobre mi. Saque mi verga al mismo tiempo que el tipo y ano lucía totalmente abierto, liberando toda la leche dentro. Me quite de encima a dejándola reposar en la cama.
.— No creí que está perra iba aguantar algo así. — dijo el tipo.
—Bueno, las apariencias engañan — conteste.
El tipo se limpio la verga y se fue del cuarto, Julieta quedó totalmente rendida en la cama debido a su orgasmo. La experiencia había terminado, me empecé a vestir mientras o
bservaba como la perra de Julieta se encontraba totalmente dormida en cama.
— Bueno corazón, gracias por esta noche. — me despedí dándole una nalgada antes de irme.
Salí del cuarto, y para mi sorpresa, al abrirla, Jenna estaba ahí, apoyada contra la pared con los brazos cruzados y una sonrisa divertida en el rostro.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, ligeramente desconcertado.
Ella soltó una pequeña carcajada.
—Bueno, alguien tiene que asegurarse de que todo esté en orden. Además, después de esa “condición” que pusiste, hay que hacer limpieza del cuarto.
Me reí junto con ella, aunque su comentario despertó cierta curiosidad en mí.
—¿Y? ¿Ya olvidaste a Ari? —preguntó, arqueando una ceja con un tono burlón.
Negué con la cabeza, dejando escapar una sonrisa.
—No, pero supongo que es bueno tener experiencias como estas de vez en cuando.
Jenna rió de nuevo, su mirada fija en mí, y aproveché el momento para hacerle una sugerencia.
—Deberías darme tu número. Así podríamos estar más en contacto.
Ella sacudió la cabeza con una sonrisa misteriosa.
—No tengo un número fijo. Pero no te preocupes, yo siempre estoy cerca. Si me necesitas, yo te buscaré.
Sus palabras resonaron en mi cabeza. Algo en su tono, en la manera en que lo dijo, me dejó intranquilo, pero no supe exactamente por qué. En ese momento, dos personas con uniformes de limpieza llegaron y se detuvieron a su lado. Para mi sorpresa, se dirigieron a Jenna con una inclinación de respeto.
—¿Todo listo, jefa? —dijo uno de ellos, sosteniendo una bandeja con materiales de limpieza.
Mi mente empezó a llenarse de preguntas. ¿Jefa? ¿Por qué le decían eso? Jenna era la recepcionista, o al menos eso creía. Pero antes de que pudiera decir algo, Jenna giró hacia mí, con una mirada neutral que no revelaba nada.
—¿Todo bien? —preguntó con su tono habitual, como si nada extraño hubiera sucedido.
Asentí lentamente.
—Sí… todo bien.
Sin querer insistir más, me dirigí hacia la salida. Pero antes de que pudiera dar más de unos pasos, escuché su voz llamándome.
—¡Espera!
Me detuve y me giré hacia ella. Jenna se acercó, sus tacones resonando contra el suelo del pasillo. Al estar frente a mí, me señaló con la mano para que me inclinara hacia ella. Era más baja que yo por lo que quedaba casi a la altura de mi pecho. Lo hice, curioso por lo que quería decirme.
Cuando estuve lo suficientemente cerca, ella susurró al oído, su voz suave y seductora, pero cargada de misterio:
—Hay cosas que no puedes saber en este momento… Pero espero verte pronto por aquí.
Su aliento rozó mi piel, enviando un escalofrío por mi espalda. Me enderecé, mirándola directamente a los ojos, buscando alguna pista en su expresión.
—Puedes estar segura de eso —respondí, mi voz firme.
Nos quedamos mirando por un breve instante, la tensión en el aire casi palpable. Luego, con un asentimiento, me di la vuelta y seguí mi camino hacia la salida, dejando atrás el enigma que era Jenna y el sinfín de preguntas que ahora me rondaban la mente sabiendo que sería días o meses el regresar a este lugar….
Continúara.....
*Feliz navidad gente! Bueno, aquí está el relato, lo siento por la espera tan larga, ahora volvimos & seguiremos con el resto de los capítulos del Burdel y claro. La serie de Ari 🔥
* No olviden dejar sus sugerencias para los próximos encuentros 🔥
*Espero su apoyo al relato y comentarioss
❄️❄️❄️❄️❄️❄️❄️❄️❄️❄️❄️❄️❄️❄️❄️
Los días han pasado como un suspiro envenenado. Intento distraerme: el trabajo, las series, incluso los videojuegos. Pero nada. No puedo borrar de mi mente su imagen. Ari, su gran culo y tetas es algo que no puedo superar.
Esta noche no puedo más. Estoy tumbado en mi cama, mirando al techo como un idiota. La idea de volver me quema la mente. "Solo una vez más", me digo a mí mismo, como si no supiera que me estoy engañando.
Sin pensarlo más, me levanto. Busco las llaves del coche en el mueble de la entrada y salgo al frío de la noche. El motor ruge como si entendiera mi urgencia.
El camino al burdel siempre me pareció un enigma, casi un secreto de la ciudad que pocos conocen. Sin embargo, esta vez mis manos giran el volante con una precisión que no debería tener. Supongo que las obsesiones tienen su propio GPS.
Al llegar, el letrero apenas visible parpadea, como si estuviera a punto de apagarse para siempre. Un escalofrío me recorre el cuerpo. Antes de entrar, respiro hondo. **Control, maldita sea. No puedes parecer un idiota desesperado.**
Jenna está en la recepción, como si nunca se moviera de ahí. Me observa con una ceja alzada y una sonrisa de medio lado.
—Vaya, mira quién ha vuelto. ¿Tan inolvidable fue tu experiencia?
Intento mantener la compostura, aunque su tono burlón me pone algo nervioso.
—Algo así. No pude quitarme el lugar de la cabeza.
Ella ríe y apoya los codos en el mostrador, inclinándose hacia mí.
—No eres el primero. Y no serás el último. ¿Qué buscas esta vez?
Dudo por un momento. Las palabras se me atascan en la garganta.
—Quiero verla. A Ari.
La sonrisa de Jenna desaparece. Ahora me mira con seriedad.
—Te lo advertí la última vez. Ari no siempre está disponible. Su vida no gira alrededor de este lugar.
—Lo sé —respondo rápido, casi atropellando mis palabras—. Pero si está aquí, quiero verla. Aunque sea solo para hablar.
Ella suspira y niega con la cabeza.
—Eres un caso perdido, ¿sabes? Acércate, tengo algo que mostrarte.
—¿Qué cosa? —preguntó, inclinándome ligeramente hacia ella, intrigado.
Se endereza y me hace una seña para que me acerque. Saca el catálogo que me mostró la vez pasada, el mismo con las fotos de varias famosas que nunca pensé que trabajaran en este lugar. Lo coloca frente a mí y da un leve golpecito con el dedo índice en la cubierta.
—Puedes elegir a cualquiera de aquí, sin problemas. Todas estas chicas están disponibles esta noche.
Mis ojos recorren las páginas. Ahí están las mismas imágenes que recuerdo: Cazzu, Karol G, Emilia Mernes… todas en bikini, atractivas, con sus cuerpos expuestos y sabrosos. Pero algo no encaja. No siento la misma emoción de la primera vez.
Levanto la vista hacia Jenna, algo decepcionado.
—¿Esto es todo? ¿No hay algo nuevo?
Ella suspira y se encoge de hombros.
—Siempre tan exigente. De hecho, sí. Acabamos de hacer un nuevo catálogo, pero aún no está completo. Solo tenemos a una chica disponible por ahora.
Mi curiosidad se despierta al instante.
—¿Una chica? Dame más información.
Jenna arquea una ceja y sonríe, como si hubiera esperado esa reacción.
—Sabía que preguntarías eso. Espera un momento.
Camina hacia un pequeño archivo detrás del mostrador y comienza a buscar entre carpetas. Finalmente, saca una con un diseño negro elegante. En la portada, en letras doradas, está escrito: **Girl of Nox**.
—¿Ese es el nombre? —pregunto, señalando la carpeta.
—Es su apodo. —Coloca la carpeta frente a mí y la abre lentamente, como si quisiera aumentar mi expectativa.
—Bien, escúchame. Su nombre completo es Julieta Allegreti —dijo con tono neutro, aunque sus ojos parecían estudiar mi reacción—. Es argentina, streamer, aunque últimamente no le ha ido tan bien.
Mis ojos bajaron al expediente. La primera foto me dejó sin aliento. Frente a mí estaba una chica de aproximadamente 1.63 metros, cabello negro que caía liso hasta sus hombros, ojos azules, una piel blanca que parecía de porcelana y unas grandes tetas (casi como las de Ari).
—¿Argentina? —pregunté, intentando no parecer demasiado curioso.
Jenna asintió y cruzó los brazos.
—Sí, y no lo tiene fácil. Su país está pasando por una inflación terrible, y eso afectó sus ingresos como streamer. Según lo que me contó, cada vez tenía menos marcas interesadas en trabajar con ella, y las donaciones ya no eran lo que solían ser.
Volví a mirar las fotos. En una de ellas, Julieta estaba sentada en una silla, vestía unas orejas blancas y una ropa interior color blanca, la cual resaltaba su deliciosa figura.
—¿Y cómo terminó aquí? —pregunté, sin apartar la mirada del expediente.
Jenna suspiró, como si estuviera acostumbrada a preguntas similares.
—No todos vienen aquí porque quieren, ya deberías saberlo. En su caso, no le quedó otra opción. Está aquí porque necesita el dinero, simple y claro. Apenas llegó hace unos días.
La idea de que yo sería su primer cliente hizo que un escalofrío me recorriera la espalda. No sabía si eso era algo bueno o malo, pero definitivamente añadía un peso extraño a la situación.
—Entonces… ¿nunca ha estado con alguien aquí? —pregunté, casi en un susurro.
—Exacto. Tú serías el primero. Así que, si decides seguir adelante, te voy a pedir que seas… cuidadoso, por decirlo de alguna manera.
Cerré la carpeta y me quedé en silencio por unos segundos, procesando toda la información. Julieta Allegreti, streamer argentina, atrapada por las circunstancias, ahora en este lugar, a punto de enfrentarse a una realidad completamente distinta.
—¿Y bien? —preguntó Jenna, apoyándose en el mostrador con una sonrisa que mezclaba expectación y diversión—. ¿Qué decides?
Tomé aire y finalmente respondí:
—Quiero verla.
Jenna sonrió, esta vez con un leve toque de satisfacción.
—Perfecto. Ve a sentarte. Le avisaré y te prepararé el camino.
Asentí, y me encaminé rumbo a los sofás de la sala de espera.
Diez minutos pasaron, aunque para mí parecieron una eternidad. Finalmente, Jenna regresó, sosteniendo un pequeño montón de hojas en sus manos. Su expresión era la misma mezcla de profesionalismo y picardía que siempre parecía usar.
—¿Y esto? —pregunté, señalando los papeles mientras ella los colocaba sobre el mostrador frente a mí.
Jenna suspiró, acomodándose un mechón de cabello detrás de la oreja.
—Son formularios. Nada del otro mundo, pero necesarios. Uno de los clientes hace unos días armó un escándalo con una de las chicas. Así que ahora, para evitar problemas, manejamos un poco de papeleo. Esto protege tanto a las chicas como a ti, el cliente.
Fruncí el ceño mientras revisaba por encima las hojas. No podía evitar sentirme un poco incómodo, aunque entendía la necesidad de las reglas.
—¿Qué tipo de problema?
—Digamos que el tipo no supo manejar un "no" —respondió con un tono de fastidio—. Ahora tenemos que asegurarnos de que todo sea claro y seguro para ambas partes.
Asentí, aunque no dejaba de sentirme intrigado. Jenna me
señaló una línea en el documento.
—Serán $12,000 dólares. Es el costo del encuentro con Julieta.
Sin dudarlo, saqué mi tarjeta del bolsillo y la coloqué en la terminal que Jenna me acercó. El pequeño pitido de confirmación me hizo sentir un extraño alivio, como si un paso importante ya estuviera completado. Luego firmé en varias líneas, sin prestar demasiada atención al contenido, hasta que llegué a la última hoja.
En el encabezado, con letras grandes y claras, se leía: *Condiciones por parte del cliente*. Mi curiosidad se encendió de inmediato.
—¿Qué es esto? —pregunté, señalando la hoja.
Jenna sonrió y apoyó un codo en el mostrador, acercándose un poco más hacia mí.
—Es simple. Aquí puedes escribir cualquier condición especial que desees para el encuentro.
Mis pensamientos comenzaron a correr mientras leía la hoja más de cerca. Jenna continuó hablando, como si supiera exactamente lo que pasaba por mi cabeza.
—Eso sí, lo que escribas se cumplirá solo si haces una señal específica durante el encuentro. Algo sutil, pero claro.
Me quedé en silencio por un momento, procesando lo que acababa de escuchar. Había algo intrigante en esa libertad para personalizar la experiencia, algo que encendía mi imaginación. Finalmente, tomé el bolígrafo y comencé a escribir.
Cada palabra que escribía parecía reflejar mis pensamientos más profundos y oscuruos en el ámbito sexual, pero al mismo tiempo mantenía un extraño equilibrio entre lo detallado y lo realista. Cuando terminé, dejé el bolígrafo sobre el mostrador y me recosté en el asiento, observando la reacción de Jenna mientras leía.
Sus ojos recorrieron la hoja de arriba abajo. Cuando terminó, levantó la mirada hacia mí con una mezcla de sorpresa y una sonrisa que podría derretir hielo.
—Bueno, bueno... —dijo, con un tono que parecía burlarse y seducirme al mismo tiempo—. Esto es… muy subido de tono y extremo. Es la primera vez que leo algo así.
—¿Demasiado? —pregunté, aunque sabía la respuesta.
Jenna negó con la cabeza, inclinándose un poco más hacia mí.
—No diría demasiado, pero es... único. Eso sí, ten por seguro que se cumplirá. Solo asegúrate de hacer la señal cuando sea el momento.
Su mirada se mantuvo fija en la mía por unos segundos más antes de recoger los papeles y guardarlos en una carpeta. Pasando esto, la seguí en el pasillo rumbo al cuarto de Julieta.
Jenna caminaba delante de mí por el pasillo rojo, su figura iluminada por las luces que rodeaban el lugar. Cada paso resonaba ligeramente, como un recordatorio de la primera vez que estuve aquí. Nada parecía haber cambiado: las puertas perfectamente alineadas, el tenue resplandor carmesí en las paredes, y esa atmósfera cargada de secretos.
Finalmente, nos detuvimos frente a una puerta con un número plateado grabado en ella. Jenna giró hacia mí con una sonrisa que mezclaba complicidad y burla.
—Aquí estamos. Detrás de esta puerta está Julieta. —Hizo una pausa antes de agregar, con un tono juguetón—. Espero que esto te ayude a olvidar a Ari.
Solté una carcajada corta, más por los nervios que otra cosa.
—¿Eso crees?
—Ya veremos —respondió ella con una sonrisa, antes de señalarme con el dedo—. Recuerda, sé claro con la señal. Es importante.
Asentí, pero lo que dijo a continuación quedó grabado en mi mente.
—Tu eres el cliente, tú pones las condiciones.
Con eso, se dio la vuelta y comenzó a alejarse, dejándome solo frente a la puerta. Inhale profundamente antes de girar la perilla y entrar.
El cuarto era completamente diferente a lo que esperaba. Las luces azuladas llenaban el espacio con un brillo tenue, creando una atmósfera fría y moderna. El mobiliario parecía estar adaptado al estilo de Julieta: una silla gamer llamativa en el centro, un pequeño escritorio con luces LED y una cama perfectamente arreglada al fondo.
Y ahí estaba ella.
Julieta se levantó de la silla con movimientos fluidos, como si estuviera acostumbrada a tener la atención sobre ella. Su cabello negro azulado reflejaba la luz del cuarto de una manera hipnótica. Llevaba puesta una playera naranja que contrastaba con una falda café, sus tetas se veían apretadas gracias a a esa playera.
Sus ojos azules se fijaron en mí de inmediato. Se quedó quieta por un momento, luego apoyó el codo derecho sobre su otra mano y colocó los dedos en sus labios, estudiándome. Su expresión era relajada, casi juguetona.
—Así que sos vos —dijo finalmente —. Jenna me dijo que eras medio especial.
—¿Eso dijo? —respondí, intentando mantener la calma mientras cerraba la puerta detrás de mí.
—Sí. Dijo que eras "intenso". —Julieta rió suavemente, bajando la mano de sus labios y cruzando los brazos—. Pero bueno, acá estamos. ¿Y ahora qué? ¿Vas a quedarte ahí parado o vas a hacer algo?
Sonreí ante su actitud relajada.
—Bueno, pensé que ibas a tomar la iniciativa.
—Ah, mirá vos —dijo, levantando una ceja—. Pero sos el cliente, ¿no? Según las reglas, vos mandás.
—Eso me dijo Jenna —respondí, acercándome un poco más—. Pero también dijo que esta era tu primera vez aquí.
Julieta suspiró, se encogió de hombros y se dejó caer nuevamente en la silla gamer.
—Y sí, no voy a mentir. Es mi primera vez en este lugar. Pero tranqui, no me asusta.
Me quedé en silencio por un momento, evaluando la situación. Su actitud despreocupada no parecía ser una fachada; parecía cómoda incluso en este contexto. Finalmente, me incliné un poco hacia ella y hablé con sinceridad.
— Sigue mi ritmo.
Julieta me miró por unos segundos, sin precio aviso me dirigí de forma rápido a ella, acercándome a su cara. Nuestros alientos se enlazaban en casa suspiro, finalmente empecé a besar a Julieta. El sabor de sus labios era dulce, una mezcla inconfundible de fresas que se quedaba en mi boca con cada movimiento. Era embriagante, como un perfume que no puedes dejar de oler. Mis manos, casi por instinto, se deslizaron hacia su cintura, bajando lentamente hasta su gran culo, mis manos apretaban ese culo argentino que tenía enfrente de mi.
—Así que sos muy rudo, ¿eh? —decía Julieta con un semi gemido, con una mirada perversa.
—Solo cuando tengo a una chica como tu enfrente —respondí, mirándola fijamente.
Julieta sin previo aviso, me tiró a la cama con una fuerza, mientras ella se dirigian a mi quitando sus prendas.
—¿Sabés? Soy streamer, por lo que también miro anime, así que soy re perversa en esto —dijo Julieta, con tono perverso
—Se nota —, respondí
Frente a mi, esa puta se encontraba solo con su traje de baño color blanco, empezó bajarme el pantalón, quedando mirando mi boxer.
—Bueno, veamos qué tenés ahí escondido —dijo Julieta, con una mirada lujuriosa.
Mi verga estaba súper erecta por lo que Julieta solo quedó admirando.
—Vaya, tenés cara de tímido, pero tenés algo bien escondido —me dijo Julieta, observándo mi verga.
—Eres la causante —le respondí,
Julieta entonces metió mi verga en su boca, la sensación una maldita locura, pareciera que era experta en lo que hacía, las arcadas de Julieta resonaban en la habitación, su cara de puta era un deleite visual para mis ojos, sentía como mi verga llegaba hasta su garganta y está la aceptaba sin problema, sentía como si me estuviera chupando el alma, en eso saco mi verga, veía como cada cm salí de su puta boca de zorra
—¿Qué pasa, corazón? ¿Ya te vas a venir tan rápido? —dijo Julieta, con una sonrisa burlona.
Solté una risa y le respondí:
—Ni en pedo, esto recién empieza.
La agarre de la cintura, jalandola hacia mi, sus grandes tetas quedando frente a mi cara, con ambas manos rompí su sujetador de atrás, dejando vulnerable ese par de tetas, sin dudarlo me pegue a una de ellas y a chuparlas.
—Ah! — gimió Julieta,
Sus gemidos sonaban a la par que yo succionaba de esos pezones rosados como si no hubiera un mañana.
Mientras seguia besando sus tetas, mi mano empezó a quitarle ese calzon blanco que lucía, metiendo uno de mis dedos en su concha la cual estaba húmeda, Julieta libero un pequeño Ah!, debido a la manera sorpresiva en que metí mis dedos en su concha.
—¿Ya te vas a adelantar tan rápido? —me dijo Julieta, alzando una ceja con picardía—. Vaya, sí que sos bien intenso.
—Bueno, ¿qué te puedo decir? Tu segunda boca me está pidiendo a gritos —le respondí.
La tire sobre la cama, la imagen ante mis ojos era muy lujuriosa, me recordaba a Ari, pero al mismo tiempo sabía que la experiencia sería diferente.
—Bueno, veamos… Hagamos una pequeña medición, mi pequeña diablita —le dije a Julieta, con una sonrisa traviesa.
Mi verga estaba a full, estaba a nada de explotar, coloque mi verga en la entrada de su coño húmedo, pero no lo metí, puse mi verga encima de su vulva y pelvis, midiendo la cantidad de verga que se iba a comer está perra.
—La puta madre, no creo que entre, es re grande —dijo Julieta, mirándolo con los ojos bien abiertos.
—Bueno, solo hay una forma de saberlo —respondí, mientras sostenía mi verga dirigiendola hacia la entrada de su coño.
(No es por presumir pero mi medida era aprox de 16 cm y al parecer, Julieta no había experimentado algo así… creo )
—Bueno, es hora de que entre—dije, metiendo mi verga en el coño rosado de Julieta.
Mi verga se iba adentrando en el coño de Julieta, el calor cálido y húmedo de ese coño envolvía mi verga, los gemidos de placer y dolor en Julieta resonaban en la habitación.
—¡La concha de la lora! ¡Duele! —exclamó entre jadeos.
En ese momento, le puse la mano en la boca, intentando calmarla.
—Shh, tranquila... —le susurré.
Mi verga ya se había metido hasta la mitad, ya sentía en la punta el tope del utero de Julieta, sin previo aviso empecé a bombear. Los gritos de Julieta se habían intensificado.
— ERES UN HIJ.. AH… AH.. MIERD.. AH…
Julieta sentía cada embestida fuerte, sus tetas rebotaban con las fuerzas de la embestida, sentía como su coño se iba adaptando a mi verga y se iba ampliando por dentro.
— TE GUSTA PERRA? TE GUSTA QUE TE PENETREN ASI? — decía mientras que con mis manos sujetaba sus tetas y embestía.
— AH, AH, LO SIENTO GOLPEANDO EL FO… AH… AH — gemia Julieta.
Mi verga entraba por completo, al sacarla observaba como mi verga salía totalmente húmeda por el coño de Julieta.
La sujete de la cadera, volteando su gran culo y teniéndolo frente a mi
— Vaya, ese gran culo debe tener mi nombre tatuado, no es así . — decía mientras contemplaba el culo de Julieta.
Con ambas manos abrí las nalgas de Julieta, logrando ver su pequeño ano cerrado, pero para suerte de ella, aún no lo usaría, empecé a meter mi verga otra vez en su coño, pero está vez ella apretando sus muslos.
—ERES UNA PERRA MUY LUJURIOSA NO? TE GUSTA APRETAR MI VERGA
Julieta no decía nada, ella se encontraba gimiendo y disfrutaba del placer, la verga que en un principio le dolió, hacia chorrear su coño. Mis embestidas iban más profundas, pareciera que su coño no tenía fondo ya que no sentía el tope de su útero.
—Ah, Ah, Síguele mass… DUR…DURO. — exclamaba la perra de Julieta.
Empecé a embestir más duro, me deje llevar por la lujuria y metí mi dedo índice en su ano.
— AHHHHH!!! . — grito Julieta . — NO, POR AH…. AH …
Mi dedo índice hacia círculos dentro de su ano apretado. Cada embestida era también una mini embestida con mi dedo.
—Vaya, parece que nadie a abierto este pequeño hoyo, no es así Juli?
Mi mano izquierda sujetaba la cabeza de Julieta contra la cama, mientras que mi mano derecha jugaba con su ano, solo escuchaba los gemidos de la perra de Julieta.
— Estoy a punto de correrme Juli, dónde lo quieres perra?
Julieta me volteo a ver, esa cara de niña buena había probado una gran verga y ahora estaba decidido donde iba a recibir mi leche después de una gran cojida.
.— Quiero beberlo. — dijo, sacando mi verga de su coño mojado.
Julieta enseguida metió mi verga en su boca, chupando cada gota de su propio líquido vaginal, agarraba mis huevos con el fin de que yo le diera esa lechita que tanto quería, está perra me estaba haciendo venir con esas mamadas y sin darme cuenta, deje ir toda mi semilla dentro de su linda boquita.
Julieta bebió casa rastro de semen que quedó en sus labios así como de mi verga.
Ambos quedamos rendidos en la cama. Julieta me abrazó, rozando sus grandes tetas con mi pecho, y sus piernas en las mías.
—Vaya, con que así serán los encuentros con los clientes —dijo Julieta, soltando una risa mientras se llevaba mordía el labio—. Creo que me voy a tener que acostumbrar a esto.
La miré fijamente por un momento y, con una sonrisa en los labios, le dije:
—Todavía no terminó nuestro encuentro, Julieta.
Ella me miró con curiosidad, pero antes de que pudiera responder, solté un chasquido elegante con los dedos. El sonido resonó en toda la habitación, rebotando como un eco que parecía llenar cada rincón.
—¿Qué hacés? —preguntó Julieta, frunciendo el ceño.
De repente, la puerta del armario se abrió de golpe, y un hombre de tez negra entro con pasos firmes y una presencia intimidante.
—¡La puta madre! ¿Qué carajo es esto? —exclamó Julieta, llevándose una mano al pecho por la sorpresa.
—Es parte del espectáculo, corazón. Todo para mantenerte entretenida —le respondí, sin perder mi calma.
—¿Entretenida? ¡Vos estás re loco! —dijo, mirándome con una mezcla de incredulidad y diversión nerviosa. —¿Qué mierda planeás con este tipo?
El hombre se quedó en silencio, esperando órdenes, mientras Julieta intentaba procesar la escena frente a ella.
—Bueno Julieta, en esta ronda se nos unirá otro jugador.
Sin que pudiera decir algo, subí a Julieta arriba de mi verga (la cual ya estaba erecta).
—AHHH! — grito de placer Juli al momento que sintió cada cm dentro de su lindo coño.
En un principio ella se resistía a cabalgar mi verga por lo que yo bombeaba, disfrutando el deleite de sus tetas reportar cada vez que mi verga entraba en su interior.
Con ambas manos libres empecé agarrar sus culo, la nalgeaba con fuerza, sujetando ese par de culo grasoso que traía la perra, y empecé a jugar con su pequeño ano.
—Ah, Ah, Ah, la concha de tu hermana! —me gritó Julieta, con una cara lujuriosa que me aumentaba más el placer por lo que empezaba a bombear más fuerte.
Con una seña, le dije al tipo que había entrado que era momento que entrara a jugar y si efectivamente lo que iba a experimentar Julieta iba a ser un trio.
El tipo se humecto su verga con lubricante, y se colocó atrás de las nalgas de Julieta.
—Bueno mi amor, vas a probar dos vergas a la vez dentro de ti. — le dije mientras bombeaba.
— HIJO DE P… — el tipo clavo su verga en el ano de Julieta.
Sentí como la verga del tipo iba entrando en ese ano apretado de Julieta, Julieta gritaba de dolor debido a que era la primera vez que tenía 2 vergas dentro de ella.
—PAREN, AH, PAREN, AH ME VAN A ROMPERRRRR.
Julieta era una perra para ambos, nuestras vergas entraban y salían de los orificios de Julieta, Julieta para este punto ya estaba totalmente lujuriosa, por lo que nos pedía más y mas.
— Bueno, intentaremos algo — dije .
Saque mi verga de su coño mojado, lo humecte de lubricante, y en la misma posición que me encontraba, intenté meter mi verga dentro del ano de Julieta (teniendo la otra verga dentro aún).
—AAAAAAH DUELEEEEE
El escuchar me dió más excitación, mi verga estaba entrando en ese pequeño ano y para mí sorpresa, este sin problema se lo iba comiendo. La imagen era morbosa y sin límites, Julieta, tenía 2 vergas en su ano.
— Hora de moverse — dije
Yo y el tipo empezamos a movernos, casi al mismo ritmo, era algo incómodo pero placentero. Julieta gritaba de dolor y placer, nuestro bombeo empezaba a aumentar más, su ano se había adaptado al tamaño de nuestra verga.
Estábamos llegando al climax, nuestro bombeo se aceleró más, en este punto Julieta ya estaba totalmente loca por tener dos vergas dentro de ella.
—HAGANME MIERDA, ESTA PERR… AH, AH… ES DE USTEDES.
Mis manos sujetaba sus nalgas mientras nuestra dos vergas embestían con fuerza.
— Nos vamos a venir en tu culo oíste perra? — le decía.
— SIII LO KIERO DENTRO!
Ambas vergas explotaron dentro de su culo,junto con un orgasmo de Julieta que la dejo totalmente rendida, dejándose caer sobre mi. Saque mi verga al mismo tiempo que el tipo y ano lucía totalmente abierto, liberando toda la leche dentro. Me quite de encima a dejándola reposar en la cama.
.— No creí que está perra iba aguantar algo así. — dijo el tipo.
—Bueno, las apariencias engañan — conteste.
El tipo se limpio la verga y se fue del cuarto, Julieta quedó totalmente rendida en la cama debido a su orgasmo. La experiencia había terminado, me empecé a vestir mientras o
bservaba como la perra de Julieta se encontraba totalmente dormida en cama.
— Bueno corazón, gracias por esta noche. — me despedí dándole una nalgada antes de irme.
Salí del cuarto, y para mi sorpresa, al abrirla, Jenna estaba ahí, apoyada contra la pared con los brazos cruzados y una sonrisa divertida en el rostro.
—¿Qué haces aquí? —pregunté, ligeramente desconcertado.
Ella soltó una pequeña carcajada.
—Bueno, alguien tiene que asegurarse de que todo esté en orden. Además, después de esa “condición” que pusiste, hay que hacer limpieza del cuarto.
Me reí junto con ella, aunque su comentario despertó cierta curiosidad en mí.
—¿Y? ¿Ya olvidaste a Ari? —preguntó, arqueando una ceja con un tono burlón.
Negué con la cabeza, dejando escapar una sonrisa.
—No, pero supongo que es bueno tener experiencias como estas de vez en cuando.
Jenna rió de nuevo, su mirada fija en mí, y aproveché el momento para hacerle una sugerencia.
—Deberías darme tu número. Así podríamos estar más en contacto.
Ella sacudió la cabeza con una sonrisa misteriosa.
—No tengo un número fijo. Pero no te preocupes, yo siempre estoy cerca. Si me necesitas, yo te buscaré.
Sus palabras resonaron en mi cabeza. Algo en su tono, en la manera en que lo dijo, me dejó intranquilo, pero no supe exactamente por qué. En ese momento, dos personas con uniformes de limpieza llegaron y se detuvieron a su lado. Para mi sorpresa, se dirigieron a Jenna con una inclinación de respeto.
—¿Todo listo, jefa? —dijo uno de ellos, sosteniendo una bandeja con materiales de limpieza.
Mi mente empezó a llenarse de preguntas. ¿Jefa? ¿Por qué le decían eso? Jenna era la recepcionista, o al menos eso creía. Pero antes de que pudiera decir algo, Jenna giró hacia mí, con una mirada neutral que no revelaba nada.
—¿Todo bien? —preguntó con su tono habitual, como si nada extraño hubiera sucedido.
Asentí lentamente.
—Sí… todo bien.
Sin querer insistir más, me dirigí hacia la salida. Pero antes de que pudiera dar más de unos pasos, escuché su voz llamándome.
—¡Espera!
Me detuve y me giré hacia ella. Jenna se acercó, sus tacones resonando contra el suelo del pasillo. Al estar frente a mí, me señaló con la mano para que me inclinara hacia ella. Era más baja que yo por lo que quedaba casi a la altura de mi pecho. Lo hice, curioso por lo que quería decirme.
Cuando estuve lo suficientemente cerca, ella susurró al oído, su voz suave y seductora, pero cargada de misterio:
—Hay cosas que no puedes saber en este momento… Pero espero verte pronto por aquí.
Su aliento rozó mi piel, enviando un escalofrío por mi espalda. Me enderecé, mirándola directamente a los ojos, buscando alguna pista en su expresión.
—Puedes estar segura de eso —respondí, mi voz firme.
Nos quedamos mirando por un breve instante, la tensión en el aire casi palpable. Luego, con un asentimiento, me di la vuelta y seguí mi camino hacia la salida, dejando atrás el enigma que era Jenna y el sinfín de preguntas que ahora me rondaban la mente sabiendo que sería días o meses el regresar a este lugar….
Continúara.....
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