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No sabía lo que estaba provocando

Ya habían pasado algunos años desde que comencé a trabajar como jardinero al grado que se había convertido en un gusto adquirido y debía ser así porque no es como que sepa hacer algún otro oficio de forma que pudiese dedicarme enteramente a ello.
Fue así que iba tocando puertas para conocer nuevos clientes a los que pudiera trabajar en su jardín cuando llegué a una casa a la que me habían dicho que tenia un jardín que estaba algo descuidado y requería mucho trabajo.
Cuando llegue a la casa toqué el interfón y me respondió una voz:
-¿Quién es?
-Bueno días señora, soy el jardinero. Me dieron está dirección.
-Claro, pasa... Ya bajo.
Dijo mientras abrió la puerta desde el interfón.
Entré a la casa y al final del pasillo de encontraba el jardín, aún no llegaba a él cuando desde la ventana de arriba la señora me gritó:
-Ya tiene algunos meses que no viene nadie a arreglarme el jardín, revísalo y me dices como vas a trabajar. Yo bajo en un momento.
Yo seguí la orden y fui a revisar el jardín que para mí suerte requería mantenimiento menor pero había que conseguir abono para las plantas.
Después de unos minutos la señora salió al jardín y se recostó en un camastro, era una mujer madura pero joven aún e iba vestida con una bata y pantuflas.
-Bien, cuénteme.
Me dijo mientras recostada en el camastro tomaba su café, al mismo tiempo que dejaba caer sus pantuflas al piso.
Yo comencé a contarle las cosas que iba a necesitar cuando llamó mi atención el hecho de que cruzara las piernas y comenzara a mover sus pequeños pies blancos uno contra el otro, era algo que nunca había sentido antes. Claro, ella era atractiva pero definitivamente no lo hacía a propósito, no sabía lo que estaba provocando, ella simplemente estaba tomando un café cómodamente recostada.
Era en mí que se estaba despertando una atracción por mirar sus pies descalzos y en general me di cuenta de que tenía un fetiche por los pies.
Al final del día supe controlar mis impulsos y solo espero cada día a que se presente de nuevo la oportunidad de verla caminando descalza por la casa.
No sabía lo que estaba provocando

fetiche de pies
(Créditos de las fotografías a sus respectivos dueños)

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