El día ya había apagado sus luces, solo la luz de la luna adornaba su figura dándole el brillo y resplandor que merece la figura de Sebastián. Las estrellas de espectadores, igual que yo, que de lejos lo veía bailar sensualmente y despacito al lado de la mesa decorada sobre el jardín derrochando cada suspiro mío. La tierra había dejado girar en mi mente, llevándome a un nivel de temblor corporal que no podía contener, esa noche era para los dos.
El sudor y nerviosismo de mi mano dejó caer la copa generando un estallido, Sebastián volteó a verme, sus ojos solo se posaron sobre mi rostro y luego en mi pantalón. Dejó escapar una sonrisa, pero una especial, algo en mí quería saber que había detrás de ella en su boca. Estábamos a tres metros de distancia, pero yo sentía su sutil cadera deslizar sobre mi entrepierna. El deseo se hizo carne en mí.
Él se acercó a recoger los vidrios de mi copa arruinada. Poco a poco fue transformándose en algo adorable. Sus manos encendían mi cuerpo desde las rodillas hasta el centro del pantalón.
Su peso era lo que necesitaba para recargarme de su amor en mi ser. Cada beso, abrazo, mis dientes apretados, su mirada en mi alma me hacían estallar. Amé cada vez que su pecho reposaba en mis oídos, y el ritmo de su corazón tocaba la sinfonía mas sensual que jamás había escuchado.
Se movía, bailaba, sus curvas eróticas se combinaban con sus labios, haciendo que me distraiga con saliva y me perdiera en el resto de su piel. El volcán estaba por llegar al punto de erupción, solo se escuchaba el aire de nuestras bocas agitado, temblores en la superficie y cima del deseo.
Lo sentí en mi carne luego de la explosión, como gotas de lava se escurrían por mi directo del núcleo de la tierra y del cause de su placer. Nuestro satélite natural lloraba de alegría en el cielo nocturno antes de que el astro rey apareciera en pocas horas.
El relax llegó dentro del refugio de su cariño, con besos y frases ridículas, que solo buscaban sumergirnos más en lo eterno. Sebastián me lleva al universo, no podría estar sin él, espero nunca perderlo, tengo fe en que seremos eternos.
Fin.
Si te gustó el relato, no dudes en seguirme🍑
El sudor y nerviosismo de mi mano dejó caer la copa generando un estallido, Sebastián volteó a verme, sus ojos solo se posaron sobre mi rostro y luego en mi pantalón. Dejó escapar una sonrisa, pero una especial, algo en mí quería saber que había detrás de ella en su boca. Estábamos a tres metros de distancia, pero yo sentía su sutil cadera deslizar sobre mi entrepierna. El deseo se hizo carne en mí.
Él se acercó a recoger los vidrios de mi copa arruinada. Poco a poco fue transformándose en algo adorable. Sus manos encendían mi cuerpo desde las rodillas hasta el centro del pantalón.
Su peso era lo que necesitaba para recargarme de su amor en mi ser. Cada beso, abrazo, mis dientes apretados, su mirada en mi alma me hacían estallar. Amé cada vez que su pecho reposaba en mis oídos, y el ritmo de su corazón tocaba la sinfonía mas sensual que jamás había escuchado.
Se movía, bailaba, sus curvas eróticas se combinaban con sus labios, haciendo que me distraiga con saliva y me perdiera en el resto de su piel. El volcán estaba por llegar al punto de erupción, solo se escuchaba el aire de nuestras bocas agitado, temblores en la superficie y cima del deseo.
Lo sentí en mi carne luego de la explosión, como gotas de lava se escurrían por mi directo del núcleo de la tierra y del cause de su placer. Nuestro satélite natural lloraba de alegría en el cielo nocturno antes de que el astro rey apareciera en pocas horas.
El relax llegó dentro del refugio de su cariño, con besos y frases ridículas, que solo buscaban sumergirnos más en lo eterno. Sebastián me lleva al universo, no podría estar sin él, espero nunca perderlo, tengo fe en que seremos eternos.
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0 comentarios - Erupción de leche en el ano de mí ex🍑💦🤫