Primera parte: http://www.poringa.net/posts/relatos/5200923/Trio-con-Leo-gestando-la-idea.html
Segunda parte:
http://www.poringa.net/posts/relatos/5550629/Trio-con-Leo-II-pasando-a-la-accion.html
Esa noche dormimos los dos abrazados y ella al final ni se bañó. Desperté con los primeros rayos del sol, con la pija agarrotada y la empecé a apoyar estando en cucharita. De haber tenido la pija un poco más grande la hubiese podido penetrar en esa posición (los que son también pito chico entenderán), pero mi pija solo llegaba a rozarle los labios peludos de la concha que estaba muy mojada. Ella también había quedado caliente, y quería que la penetré, así que se puso de frente y yo me subí en posición de misionero y le empecé a dar, mientras le agarraba el culo con ambas manos, y la empecé a besar. El aliento a esa hora era fuerte, pero la calentura era más. Ella me ofreció una teta y la empecé a chupar cuando la imagen de Leo eyaculando en sus tetas se me cruzó por la cabeza y la calentura fue tal que acabé al instante dejando mi lechita en su concha.
– Ay amor –me dice–. No aguantaste nada.
– Perdón, estaba muy caliente. Me acordé de Leo llenándote la tetas de leche y me fui en seco.
– Yo igual casi que estaba también.
Entonces me fui en busca de su concha, si bien había acabado, seguía como en un sueño, mi pito estaba medio blando, pero yo seguía caliente.
– Dejá amor.
– No, dejame que te coma un poco, así acabas.
Ella no abrió la piernas de una, sino que se hacía desear. Yo le daba besos en el monte de venus, hasta que al final abrió la piernas y le empecé a chupar la concha recién acabada por mí. Mientras la lamía, mi semen iba brotando de entre sus labios, era un sabor interesante, mezcla de ella con mi leche, y me estaba encantando. Es verdad que ella también estaba casi lista, porque en menos de un minuto ella también acabó.
Fui a su lado y nos abrazamos.
– Te iba a pedir que traigas papel higiénico para limpiarme, pero me limpiaste toda.
– Adoro chuparte la concha
– ¿La habrá pasado bien Leo?
– Yo creo que sí.
– Ay, pero acabé re rápido.
– Mejor, así se queda con ganas.
– ¿Vos decís?
– Claro, nunca hay que darlo todo.
– ¿Y a vos te gustaría?
– ¿Qué cosa?
– Que me vuelva a coger.
– Mi amor, ver enterrado ese pedazo de carne en tu conchita rubia y peluda fue de las cosas más excitantes que me pasaron en la vida– le respondí y le empecé a comer la boca y volvimos a coger. Todo el tema nos había dejado muy calientes.
Con Leo quedamos que el miércoles me pasaba a buscar a las 19:30 hs para ir a la canchita donde jugábamos al fútbol toda la semana con los pibes. Aún no nos habíamos visto desde la noche del viernes, ni habíamos hablado. Fue raro volver a verlo, y al principio estar en su auto los dos solo fue un poco incómodo, pero teníamos al menos 20 minutos hasta la cancha. Hablamos de cualquier pavada hasta que un momento él me preguntó cómo estaba Romi. Entonces se la tiré de una:
– Romi muy bien. Dice que te extraño. Es más, pensábamos en invitarte a pasar un rato después del partido.
Leo se quedó manejando en silencio por unos segundos, calculo que no se esperaba algo tan de golpe, pero sin inmolarse y asintiendo con la cara me dijo.
– Bueno, sí, me parece bien.
Cuando terminó el partido nos fuimos a duchar rápido, y cuando los pibes nos dijeron de quedarnos a comer Leo dijo que mañana trabajaba temprano y yo puse de excusa que había venido con él en el auto y no quería gastar en un taxi. Nos estábamos escapando del asado con los pibes para que mi amigo se coja a mi novia, y yo estaba como perro con dos colas.
– Romi tenía miedo de que no quisieras repetir – le dije–. Que no te haya gustado el garche de la otra noche.
– No, te digo la verdad, quedé re caliente. Cuando llegué a casa me la tuve que coger a Vir así como estaba. No me llegué ni a bañar.
– ¿Y no sospechó nada?
– No, estaba medio dormida, y para cuando se despertó del todo estaba saltando en pija como loca.
– Uf… ¿Cómo estás para hoy? –pregunté, y entonces me agarró la mano con la suya y me hizo tocarle la pija dura por encima del pantalón.
No fue algo fue algo con doble intención, sino una de las típicas bromas que solíamos hacernos entre hombres, aunque a mi me dejó más caliente de lo que estaba.
Cuando llegamos Romi no estaba esperando con la mesa puesta. Había hecho milanesas a la napolitana con puré y ensalada.
– Pensé que iban a tener hambre, chicos – dijo después de recibirnos con un beso a cada uno. A mi en la boca y a Leo en el cachete.
Estaba vestida con una bombachita y un corpiño con transparencias y encajes, y tenía puesto un camisón casi transparente y unas pantuflas de oso. Pidió perdón por recibirnos de entre casa, y Leo cuando al verla de arriba a abajo, dijo:
– Yo no creo que ahora pueda comer, mejor dejarlo para después.
– ¿Para después de qué? –dijo Romi en tono seductor, y acercándose a Leo y poniendo una mano sobre su brazo.
– Y… de relajarnos un poco. Venimos de jugar al fútbol.
– Entonces vengan, que acá se van a poder relajar más.
Entonces nos agarró a ambos de las manos y nos llevó hasta la pieza y nos hizo acostar al borde de la cama y con toda la paciencia del mundo, empezó a desvestir a Leo sin dejar que él hiciera nada. Primero le sacó las zapas, las medias, luego la remera. Cuando me vio a mí yo ya me había sacado solo las zapatillas y la remera, entonces ella me sacó el pantalón y el calzoncillo y luego hizo lo mismo con Leo, solo que antes de sacarle el calzoncillo le dio un par de besos a pija por encima de la tela.
Luego se sentó en medio de los dos, en frente, y agarró un pija en cada mano. De la mía apenas si quedaba un poquito de la cabeza por fuera de su puño, la de Leo en cambio asomaba más de la mitad. Entonces dijo:
– Yo me parece que voy a comer ahora, chicos, si a ustedes no les molesta.
Comenten y dejen puntos… así seguimos la antes posible con la historia.
Segunda parte:
http://www.poringa.net/posts/relatos/5550629/Trio-con-Leo-II-pasando-a-la-accion.html
Esa noche dormimos los dos abrazados y ella al final ni se bañó. Desperté con los primeros rayos del sol, con la pija agarrotada y la empecé a apoyar estando en cucharita. De haber tenido la pija un poco más grande la hubiese podido penetrar en esa posición (los que son también pito chico entenderán), pero mi pija solo llegaba a rozarle los labios peludos de la concha que estaba muy mojada. Ella también había quedado caliente, y quería que la penetré, así que se puso de frente y yo me subí en posición de misionero y le empecé a dar, mientras le agarraba el culo con ambas manos, y la empecé a besar. El aliento a esa hora era fuerte, pero la calentura era más. Ella me ofreció una teta y la empecé a chupar cuando la imagen de Leo eyaculando en sus tetas se me cruzó por la cabeza y la calentura fue tal que acabé al instante dejando mi lechita en su concha.
– Ay amor –me dice–. No aguantaste nada.
– Perdón, estaba muy caliente. Me acordé de Leo llenándote la tetas de leche y me fui en seco.
– Yo igual casi que estaba también.
Entonces me fui en busca de su concha, si bien había acabado, seguía como en un sueño, mi pito estaba medio blando, pero yo seguía caliente.
– Dejá amor.
– No, dejame que te coma un poco, así acabas.
Ella no abrió la piernas de una, sino que se hacía desear. Yo le daba besos en el monte de venus, hasta que al final abrió la piernas y le empecé a chupar la concha recién acabada por mí. Mientras la lamía, mi semen iba brotando de entre sus labios, era un sabor interesante, mezcla de ella con mi leche, y me estaba encantando. Es verdad que ella también estaba casi lista, porque en menos de un minuto ella también acabó.
Fui a su lado y nos abrazamos.
– Te iba a pedir que traigas papel higiénico para limpiarme, pero me limpiaste toda.
– Adoro chuparte la concha
– ¿La habrá pasado bien Leo?
– Yo creo que sí.
– Ay, pero acabé re rápido.
– Mejor, así se queda con ganas.
– ¿Vos decís?
– Claro, nunca hay que darlo todo.
– ¿Y a vos te gustaría?
– ¿Qué cosa?
– Que me vuelva a coger.
– Mi amor, ver enterrado ese pedazo de carne en tu conchita rubia y peluda fue de las cosas más excitantes que me pasaron en la vida– le respondí y le empecé a comer la boca y volvimos a coger. Todo el tema nos había dejado muy calientes.
Con Leo quedamos que el miércoles me pasaba a buscar a las 19:30 hs para ir a la canchita donde jugábamos al fútbol toda la semana con los pibes. Aún no nos habíamos visto desde la noche del viernes, ni habíamos hablado. Fue raro volver a verlo, y al principio estar en su auto los dos solo fue un poco incómodo, pero teníamos al menos 20 minutos hasta la cancha. Hablamos de cualquier pavada hasta que un momento él me preguntó cómo estaba Romi. Entonces se la tiré de una:
– Romi muy bien. Dice que te extraño. Es más, pensábamos en invitarte a pasar un rato después del partido.
Leo se quedó manejando en silencio por unos segundos, calculo que no se esperaba algo tan de golpe, pero sin inmolarse y asintiendo con la cara me dijo.
– Bueno, sí, me parece bien.
Cuando terminó el partido nos fuimos a duchar rápido, y cuando los pibes nos dijeron de quedarnos a comer Leo dijo que mañana trabajaba temprano y yo puse de excusa que había venido con él en el auto y no quería gastar en un taxi. Nos estábamos escapando del asado con los pibes para que mi amigo se coja a mi novia, y yo estaba como perro con dos colas.
– Romi tenía miedo de que no quisieras repetir – le dije–. Que no te haya gustado el garche de la otra noche.
– No, te digo la verdad, quedé re caliente. Cuando llegué a casa me la tuve que coger a Vir así como estaba. No me llegué ni a bañar.
– ¿Y no sospechó nada?
– No, estaba medio dormida, y para cuando se despertó del todo estaba saltando en pija como loca.
– Uf… ¿Cómo estás para hoy? –pregunté, y entonces me agarró la mano con la suya y me hizo tocarle la pija dura por encima del pantalón.
No fue algo fue algo con doble intención, sino una de las típicas bromas que solíamos hacernos entre hombres, aunque a mi me dejó más caliente de lo que estaba.
Cuando llegamos Romi no estaba esperando con la mesa puesta. Había hecho milanesas a la napolitana con puré y ensalada.
– Pensé que iban a tener hambre, chicos – dijo después de recibirnos con un beso a cada uno. A mi en la boca y a Leo en el cachete.
Estaba vestida con una bombachita y un corpiño con transparencias y encajes, y tenía puesto un camisón casi transparente y unas pantuflas de oso. Pidió perdón por recibirnos de entre casa, y Leo cuando al verla de arriba a abajo, dijo:
– Yo no creo que ahora pueda comer, mejor dejarlo para después.
– ¿Para después de qué? –dijo Romi en tono seductor, y acercándose a Leo y poniendo una mano sobre su brazo.
– Y… de relajarnos un poco. Venimos de jugar al fútbol.
– Entonces vengan, que acá se van a poder relajar más.
Entonces nos agarró a ambos de las manos y nos llevó hasta la pieza y nos hizo acostar al borde de la cama y con toda la paciencia del mundo, empezó a desvestir a Leo sin dejar que él hiciera nada. Primero le sacó las zapas, las medias, luego la remera. Cuando me vio a mí yo ya me había sacado solo las zapatillas y la remera, entonces ella me sacó el pantalón y el calzoncillo y luego hizo lo mismo con Leo, solo que antes de sacarle el calzoncillo le dio un par de besos a pija por encima de la tela.
Luego se sentó en medio de los dos, en frente, y agarró un pija en cada mano. De la mía apenas si quedaba un poquito de la cabeza por fuera de su puño, la de Leo en cambio asomaba más de la mitad. Entonces dijo:
– Yo me parece que voy a comer ahora, chicos, si a ustedes no les molesta.
Comenten y dejen puntos… así seguimos la antes posible con la historia.
2 comentarios - Trío con Leo III (a punto de volversela a poner)