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me cogieron entre mi marido y mi cuñado

Fernando tiene un hermano menor que estudia en Chile, Cesar en un chico muy apuesto, desde que lo conozco le ha gustado el gimnasio por lo que tienen un cuerpo de admirar, ya llevaba dos años en ese país y solamente lo vemos cuando viene en fechas especiales, siempre ha sido un hombre muy hablador y a decir verdad es encantador, o por qué no decirlo, muy atractivo.
Del trabajo, mi esposo fue enviado a Chile, a cubrir un evento empresarial. Sin embargo él decidió llevarme a conocer ese país. Tomando en cuenta que su hermano Cesar vive allí, decidimos irnos unos días antes, el evento empresarial estaba programado para un lunes, nosotros viajamos desde el jueves de la semana anterior para aprovechar el fin de semana y conocer.
Pese a la insistencia de su hermano en que nos quedáramos en el piso que tenía rentado, nosotros queríamos disfrutar juntos, algo que teníamos muchísimo tiempo sin hacer solos. Sería una segunda luna de miel. Aprovecharíamos que la empresa cubría los gastos para hospedarnos en un bonito hotel; por supuesto que visitaríamos a Cesar, ellos siempre han sido muy unidos; en el día a pasear con él para conocer, pero en las noches a bailar solos y coger  luego en el hotel. Sin embargo los planes salen diferentes con frecuencia.
Fernando me pidió varias veces que en Chile liberáramos nuestros deseos, que aprovecháramos que nadie nos conocía allá para hacer cosas que aquí no podríamos, el jueves y el viernes Cesar debía estudiar, así que solo nos vimos cuando llegamos y nos acompañó a nuestro hotel, el plan era que hasta el sábado nos podríamos ver con él por lo tanto el jueves y el viernes lo aprovechamos nosotros solos, yo me sentía un poco desinhibida, cosa que Fernando notó desde el momento que llegamos, cuando Cesar se marchó luego de dejarnos en el hotel, yo me vestí con un corto vestido de tela suave que me permitía presumir mis piernas, y a juzgar por la mirada de Fernando cuando le dije que estaba lista para salir a pasear; creo que me veía muy sexy
Ese día caminamos tanto por las calles de Santiago de Chile que llegamos tan cansados que ni siquiera tuvimos sexo; al día siguiente fue muy similar, los dos paseando como un par de recién casados, esta vez yo vestía un short ajustado que realza mis nalgas y deja incluso una pequeña parte a la vista,,
El Sábado en la mañana llegó Cesar a nuestro hotel, la noche anterior habíamos tomado un poco más de la cuenta y casi no nos despertamos, por cierto la noche anterior tampoco hubimos tenido sexo; nos arreglamos rápidamente porque ese día mi cuñado nos llevaría a una pequeña ciudad llamada San Antonio; me puse el bikini y al verme al espejo no pude evitar pensar que era muy pequeño
El día de playa fue divertido aunque ese par de hermanos hablaban más de la cuenta, parecía que no se hiciesen visto hacia siglos, yo los veía mientras tomaba el sol y de verdad se notaba lo bien que se llevan juntos, no voy a negar que más de una vez me imagine como sería la verga de mi cuñado pero me avergonzaba un poco por si quiera pensarlo, por momentos salían del agua y venían a compartir conmigo, en una oportunidad le pedí a Fernando que me pusiera bronceador y lo primero que hizo fue soltarme la parte superior del bikini, luego me acomodó la tanga para que se me metiera entre las nalgas.
-no hagas eso amor-
-y que te queden las nalgas de dos colores, olvídalo-
-amor este tu hermano-
-jajajajaja eso que importa, seguro Cesar ha visto muchos culos, no es así?-
-que dices hermano? No he visto muchos- respondió Cesar
-bueno si estamos hablando de buenos culos, entonces no habrás visto uno como este- y me dio una nalgada
-jajajaja eso es verdad, pocos culos están tan bien hechos como ese-
Imagino que mi cara estaría muy sonrojada, no podía creer que estuviera ahí en medio de mi esposo y mi cuñado con tan solo una pequeña tanga cubriéndome, y encima que ellos estuvieran hablando de mi culo

Luego de aquel momento, incomodo quizá, o tal vez morboso; no regresamos, el plan era que Cesar nos dejara en el hotel, para cambiarnos, él iría a lo mismo y nos veríamos en un restaurante para cenar y luego nos iríamos a bailar. Sobre las 8 de la noche ya estábamos en el restaurante cenando, luego fuimos a una discoteca que Cesar nos llevó, el ambiente allí dentro era increíble, y tras un buen rato de solo beber, mi cuñado de una manera muy amable le pidió a Fernando si permitía bailar con migo. Mi esposo que no es muy celoso y estando ya un poco tomado aceptó amablemente, yo también, pues sentí curiosidad por bailar con mi cuñado para ver si podría comprobar aquello de su tamaño.
La pista estaba a reventar, así que César y yo pronto dejamos de ver a mi esposo. Tuvimos que bailar muy pegados , también reconozco que bailar con él, así pegaditos, me resultó inquietante. Así pegados, su paquete rozaba con mi vientre, mis senos se presionaban en su pecho firme, su aroma varonil, su cercano aliento, su mirada tan cerca de la mía, cuando me comentaba cosas sin importancia pero a centímetros de mi cara, su fuerte cuerpo, fue de un efecto electrizante increíble. Mis pezones reaccionaron endureciéndose, supongo que César también lo notó. Me llegué a calentar hasta sentirme con ganas de coger con el   Luego de ese momento, César seguía sacándome a bailar, aunque sentí que cada vez eran más los roces, las miradas y la seducción, al mismo tiempo cada vez me dejé llevar más por la situación.
Cerca de las 2 am. Nos dispusimos a irnos, pues mi marido ya se notaba borracho. Para ese momento ya los contactos con César eran de los más frecuentes, yo disimulaba la situación comentando que el alcohol se me estaba subiendo a la cabeza, cada vez que llegaba de nuevo a la mesa Fernando me decía que me veía muy sexy bailando, cosa que me calentaba aún más, yo aprovechaba para bailar de manera sensual y dejar que mi esposo me viera.
En un momento que regresamos a la mesa, mi esposo se levantó para ir al baño y se veía muy tomado
-creo que Fernando está muy borracho, será mejor que nos vayamos- le dije a Cesar
-que lastima, con lo bien que lo estamos pasando-
-es verdad me gusta mucho bailar contigo- no sé porque le dije eso
-y yo nunca he bailado con una mujer que se mueva tan bien como tú-
-pienso lo mismo, tú también te mueves muy bien-
-mi hermano tiene mucha suerte de tener una bailarina como tú-
-pero parece que la suerte la tienes tú porque solo he bailado contigo-
-ojala tuviera yo su suerte, no me refiero a la suerte de bailar contigo, sino a la que tiene de hacer otras cosas contigo-
-ah si? A que cosas te refieres?-
-bueno por como bailas, estoy seguro que debes hacer otras cosas muy bien-
-que cosas crees que hago bien?-
-coger?-
Por un instante me quede muda, no sé cómo la conversación terminó en eso sin embargo no pensaba quedarme como una piedra
-crees que por mi forma de bailar cojo bien?-
-no lo sé, eso solo lo sabes tú y quienes hayan tenido el privilegio de cogerte-
No sabía que decir, por suerte en ese instante apareció Fernando con otra ronda de tragos, cada uno tomo una copa y de un solo trago la acabamos, pero antes de poder reaccionar, Cesar me tomó de la mano y me llevó a la pista, comenzaos a bailar y pude notar que mi esposo ya no nos seguía con la mirada, estaba borracho, entonces comencé a bailar más pegada a él y no sé si por la excitación que tenia o que pero al oído le dije
-sabes algo? Todos los que me cogen dicen que soy la mejor-
-de eso estoy seguro, y que envidia por ellos-
Algo de remordimiento me invadió y no pude contestar nada, dejamos de bailar y volvimos a la mesa, compartimos una ronda de tragos y salimos de la discoteca. Al salir, tomamos un solo taxi ya que el hotel y el piso de mi cuñado eran en la misma dirección. Allí mientras estaba sentada apretada al centro de ambos hombres, pasó por mi mente por primera vez la posibilidad de lo que haríamos luego una realidad. Recuerdo incluso que con mucha discreción, César rozaba mi piel, sobre todo cuando pasamos por algún lugar oscuro, me tocaba suavemente los brazos. Al llegar al hotel, de manera sorpresiva Fernando en estado de ebriedad le ofreció:
-porque no subes y no tomamos otro trago-, César disimuló algo de pena, se hizo rogar algo pero aceptó.
Una vez en la habitación, Fernando le sirvió un trago, pero pronto se disculpó y se fue al baño. Estaba muy ebrio y se escuchaba vomitar en el baño. Para ese instante ya César me miraba diferente, sabía que yo estaba excitada, se me notaba, se sentía en el ambiente. Me miraba de manera seductora, hurgaba mis senos con sus ojos, era evidente que algo pasaría.
Mi esposo salió del baño muy borracho. Se había quitado la ropa, dejándose sólo su bóxer. Sin decir nada se lanzó a la cama y allí quedó como muerto. César, tratando de disimular, dijo
-bueno, mejor me marcho-
Y simplemente se levantó. Yo, un poco decepcionada, lo acompañé a la entrada de la habitación. Allí se me acercó de nuevo, como para despedirse, pero nuevamente el roce de su piel, la química entre nosotros, me traicionó de nuevo. Me tomo una mejilla e hizo un ademan de acercarse a besar mi otra mejilla como despedida pero en ese momento gire un poco mi cabeza permitiendo que sus labios alcanzaran a tocar los miso, entonces me miró y terminamos besándonos. Primero suavemente, rozando nuestros labios, luego vinieron los besos con pasión. La lengua de César desató mi lujuria, allí perdí toda capacidad de ser fiel, la excitación me llevó a perder toda racionalidad. Allí pegados a la puerta de la habitación nos besamos con lujuria, nos comimos las bocas, comenzamos a acariciarnos a pocos metros de mi esposo, quien dormía profundamente. César aprovechó para acariciar mis senos, sobar mi cuerpo, mientras yo sobaba su espalda musculosa. Metió la mano debajo de mi blusa y subió mi sostén, manoseó mis tetas, se detuvo con pasión en mis erectos pezones. Yo ya no me resistía, me dejaba llevar por la pasión, olvidándome por un instante de mi esposo ebrio cerca de nosotros. César bajó su cara para dedicarse a lamer mis pezones, a chupar mis senos, algo que me encanta y me excita. Verlo hacer eso me volvió loca de ganas, pero también me permitió por primera vez en minutos levantar la mirada hacia donde estaba Fernando dormido, semidesnudo, boca abajo, ajeno a mi infidelidad. Sentí remordimiento, pasó por mi mente la idea de detener a mi cuñado, que estaba sumergido en mis tetas chupándomelas, pero honestamente no tuve fuerzas, estaba demasiado excitada, apenas tuve fuerzas para separar suavemente con mis manos a quien me producía ese enorme placer.
César interpretó ese gesto más bien como un reto, un desafío. Me volvió a besar y me haló hacia el interior de la habitación. ¡Estábamos al lado de mi esposo ebrio! Allí se quitó su camisa, descubriendo un pecho cuidado, un cuerpo varonil, definitivamente es un hombre bello. Trató de hacer lo propio conmigo, pero estando al lado de Fernando me traté de negar con gestos halando mi blusa hacia abajo y negando con la cabeza al tiempo que miraba a mi esposo. Era obvio que mi negación tenía más que ver con el hecho de que allí estaba mi esposo a que no tuviese ganas de cogerme  ese hombre, a mi cuñadito. Así lo comprendió César, quien tiró una de las almohadas al piso alfombrado de la habitación, en un gesto a invitarme a coger  en el suelo,  fue el desnudarse. Se saco  sus ajustados jeans y bajó suavemente su ropa, dejando al descubierto un hermoso pene erecto. Era verdad, César estaba muy bien dotado. Me miró fijamente, aunque yo no podía dejar de ver su tremendo cuerpo. me besó, de nuevo con mucha dulzura. Repetimos con exactitud la escena de los besos apasionados, las caricias, ahora yo acariciaba su torso desnudo, de nuevo metió mano debajo de mi blusa, mi piel se estremecía con sus manos, mis pezones respondían a sus caricias y suaves pellizcos. A diferencia de hace unos minutos, hice yo un gesto, alcé los brazos hacia arriba, como pidiendo que me despojara de la prenda, así lo hizo. También con maestría soltó el sostén. Quedaron al aire mis senos, que modestia aparte son muy lindos, firmes, redondos, con algunas pecas y con unos bien formados pezones rosados. César quedó extasiado con la vista. Gastó unos segundos que parecieron minutos mirándolos embobado. Reaccionó acercándose a seguir con su rica labor de mamarlos, lamerlos, comérselos. Yo llevaba mi pantalón marrón que me hace buena figura, así que el siguiente paso fue soltarlo. Lo hizo y bajó de un golpe mi pantalón y mi sexi hilo negro que pensaba estrenar con mi esposo, quien ahora dormía al lado de esta escena erótica en la cual no estaba invitado.
Ya desnudos no había más que hacer. Olvidé por completo, aunque suene increíble, siquiera que Fernando estaba allí. . Comenzó a besar mi cuerpo, claro que de nuevo los senos fueron sus predilectos, me los chupó con maestría, fue delicioso sentir la boca de mi cuñado chupar de esa forma mis tetas. Bajó lentamente a mi vientre, a mi vagina completamente depilada y húmeda, deseosa de su boca. Comenzó lamiendo mis labios vaginales, mojados, trémulos de deseo, sentía corrientazos de placer. Yo gemía suavemente, suspiraba con profundidad con cada chupada, cada lengüetazo. De allí paso al interior, al fruto deseado, lamió mi clítoris y sentí que me paralizaba de placer. Solté un sonido desde mi garganta: ¡¡AAAGG!! Sin tomar en cuenta que mi esposo dormía la borrachera arriba de la cama. De los lengüetazos pasó a comerse mi vagina, abría la boca como queriendo tragarse mi concha, mis labios vaginales, mordía goloso mi clítoris, yo estaba a punto de explotar, hasta que, con la lengua me masturbó, siempre sin dejar de manosearme delicioso las tetas y pronto vino mi primer orgasmo, profundo, eléctrico, divino. Volví a soltar un sonido de placer, esta vez un mugido ronco acompañado de mi cuerpo arqueándose, poniéndose tenso hasta en el último músculo, fue un orgasmo divino, morboso, lleno de lujuria, lo había tenido gracias a mi cuñado, era el hermano de mi esposo quien me lo produjo.
De allí mi cuñado subió de nuevo besándome el vientre, lamiendo mi estómago, impregnándome de mis jugos. Llegó de nuevo a los senos y claro que volvió a chuparlos, noté como su cuerpo se arqueaba, ya sabía para que. Abrí las piernas a sabiendas de lo que hacía, consciente (¿o no?) de lo que seguía. Pronto sentí su duro pene rozando mi sensible clítoris, estaba deseosa de ser penetrada, de sentirlo entrar. Se tardó una eternidad, así lo sentí, rozaba con su palo la entrada, se mojaba con mis jugos, hasta que yo misma empecé a maniobrar mi cadera para hacerlo entrar. Fue un alivio divino. Sentí como una lanza ardiente entraba en mí ser. Me quemaba de placer. Sentí que era más grande y más grueso que el de Fernando. Lo metió hasta el fondo y lo dejó inmóvil unos segundos. Así sentí con sumo placer su grosor, su textura. Comenzó a bombearme, con profundidad, como si quisiera traspasarme, sentí un infinito placer. Respiraba sobre mí y yo soltaba gemidos suaves de placer. Se levantó sobre si para tomar en sus manos mis tetas. Las amasaba, se agachaba a lamerlas, era todo un macho sobre mi cuerpo, haciéndome suya. Así estuvo un buen rato, hasta que ya mas decidida lo abracé para rodarnos y quedar sobre él. Cuando allí estuvo comencé a cabalgarlo. Me metía lo más profundo que podía ese gran palo, a veces suavemente, a veces acelerando. Él no cabía en su placer, chupaba mis pezones, mallugaba mis tetas, apretaba mis glúteos, alcanzaba a meter un dedo en mi ano. Era todo un semental.
Luego de tenerlo así un rato fue que me incliné más hacia arriba. Mientras lo cabalgaba, en ángulo de 90° mi rostro quedó a la altura de la cama. Sin querer volteé a un lado y allí estaba: Fernando dormido, boca abajo aunque noté que en otra posición de su cuerpo. Ebrio, inocente, ajeno a mi infidelidad, ajeno a que su mujer estaba cogiendo con su hermano. Me sentí como la peor mujer del mundo, la perra más grande del mundo, como una puta, pero contrario a lo que cualquiera habría hecho, eso me excitó aún más, la sensación de ser descubierta, el atrevimiento de hacerlo con el hermano de mi esposo, junto a él, fue una sensación que se añadió en ese momento.
Tras la cabalgada exquisita, César me movió para que bajara, allí vi su pene duro, rígido, enorme. Lo tomé en mi mano y sin más comencé a mamarlo. Sabía a mis jugos, algo que con mi marido nunca he podido hacer, porque siempre me ha desagradado el sabor de una vagina. Pero allí era distinto, era el pene de mi cuñado, era el pene del hermano de mi esposo, era enorme y venoso, lo tenía en mis manos y no pude evitar mamarlo. Lo chupé con tanta pasión, es como si quisiera arrancarlo con mi boca, le bese el tronco, le bese su glande, lo lamí por todas partes y se lo mamé como si nunca hubiese mamado. Él aprovechó para meterme mano, acariciar mi vagina, meter uno o dos dedos en mi vientre, manosear mi clítoris, jugueteó con un dedo en mi ano, el cual estaba también mojado por la cantidad de jugos vaginales. No resistí mucho, necesitaba ese palo dentro de mí. Leyó mi pensamiento, yo estaba a gatas, allí en cuatro patas vino por mí de nuevo. De un golpe divino metió su verga en mi vientre. Comenzó de nuevo con su bombeo.
Sacó su verga de mi agotada concha, empapado, para comenzar a meterlo en mi culo. Estaba dilatado por el juego previo, así que no se resistió nada. Mentiría si digo que me dolió, no sentí sino placer. Mi culo no es virgen, pues ya Fernando lo ha desflorado hace años y de vez en cuando se lo doy a probar. César metió su palo sin problemas, suavemente, dejando pacientemente que el esfínter se dilate. Él gemía mientras sentía mi orto abrirse. Volví a ver al rostro dormido de mi esposo. Ya mi descaro era tal que no tenía remordimiento en verlo con lujuria en mi rostro, siendo penetrada por mi culo por un su hermano, en su presencia. Creo que César notó en ese momento mi actitud desinhibida, mi mirada retadora a mi esposo en profundo sueño y me empujó para que subiera mi torso a la cama. Parece una locura pero lo hice, subí la mitad de mi cuerpo a la cama, dejando mi cola colgada, bien respingada para seguir siendo follada analmente. Así quedé tan cerca de Fernando que podía tocarlo, no resistí. Por alguna perversa razón empecé a acariciar el torso desnudo de mi esposo, mientras la cama se balanceaba por los embates de César metiéndome su rica verga en mi culito. El ritmo frenético me hacía estremecer de nuevo, tal vez ayudado por la acción de tener así a mi marido. Empecé a besar su espalda, a acariciarlo mientras su hermano me daba por el culo
-amor te amo- le decía yo descaradamente a mi esposo
-te amo con locura-
-soy tu esposa mi amor-
-soy una puta amor-
-mi amor tu hermano está aquí-
-amor te amo-
Cada cosa que yo le decía a mi esposo me excitaba más y a mi cuñado también porque me daba más duro
-amor me oyes-
-te amo-
-mi amorcito estoy desnuda-
-mi amor no sabes cuánto te amo y estoy desnuda-
-amor estoy desnuda y tú hermano está aquí-
-esposito te amo-
-mi vida tu hermano vio mi cuerpo desnudo-
-mi amor estoy muy excitada-
-amor tu esposa esta excitada-
-tu esposa que te ama esta excitada por tu hermano-
No podía dejar de decirle cosas mientras acariciaba su espalda, me sentía tan puta que cada vez se lo decía mas fuerte
-cariño tenias razón-
-le vi el pene a tu hermano-
-tu hermano tiene una verga enorme-
-mi amor tu hermano se desnudó frente a mi-
-le vi la verga a tu hermano mi amor-
-amorcito tu hermano tiene la verga durísima-
-amor la verga de tu hermano es increíble-
-amor le toque la verga a tu hermanito-
-mi amor y se la estoy tocando-
-amor me escuchas?-
-amor te amo con locura-
-te estoy diciendo que tu hermano me está tocando con la verga-
-me está tocando las nalgas-
-amor escucha esto-
-la verga de tu hermanito esta dentro de mi-
-amor no me lo vas a creer pero la tengo dentro de mi culo-
Con cada cosa que decía mi cuñado parecía más excitado y bombeaba con más pasión mi culito, esa situación fue muy excitante, y mi esposo ebrio y dormido, no reaccionaba a mis besos ni al movimiento rítmico de la cama o a los gemidos de César. Sentí que mi cuñado estaba cerca de acabar y supuse que quería hacerlo en mi culo. Me concentré en moverme a su ritmo, haciendo que ese hombre formidable empezara a bramar de placer.
-mi amor estoy cogiendo con tu hermano-
-cariño ya se lo mamé y es deliciosa esa verga-
-amor y quiero que me llene el culo de semen-
-te molesta si tu hermano me llena el culo de semen?-
Pronto sentí una gran cantidad de líquido caliente en mi culo, me llenaba al tiempo de lanzar un gemido. A esa altura ya yo estaba sintiendo ganas de un nuevo orgasmo, pero mi cuñado estaba listo.
Mi cuñado acabó y se acostó sobre mí. Ahora éramos los tres sobre la cama. Estaba agotada, pero también excitada. El cansancio, los tragos, el sexo ardiente y los orgasmos sentidos nos derrotaron. Parece insólito pero fue cierto, nos quedamos rendidos en la cama, apenas tuvimos fuerza para subirnos a la cama. Fernando ni siquiera sacó su pene de mi cola. Subió clavado a mí y allí quedamos. Dormidos profundamente, seguros de que mi esposo, ahora cornudo, no despertaría.
Lo que ocurrió poco después, evidentemente fue mi esposo quien me lo contaría tiempo después, pues en ese momento yo estaba dormida. Mi esposo despertó lentamente de su sopor. Lo primero que sintió fue mi presencia desnuda a su lado, algo que no era extraño a él. Sin moverse tocó mi cuerpo desnudo, levantó su rostro de la cama, César, profundamente dormido, abrazaba por detrás mi cuerpo inerte, acoplado a mi cadera como quedamos tras la increíble follada.
Me contó Fernando sus sensaciones, sus primeros pensamientos, pero igual me imagino su asombro. Su esposa amante, su mujer, en esa posición, evidentemente derrotada por una ración de sexo de su hermano. Ahora bien, conociendo como creía conocer a mí marido me hubiese imaginado una típica reacción: golpes, gritos, hasta un crimen pasional. Pero ¡NO! Como si de cualquier cosa natural, se levantó, fue al baño, supongo que hasta se habrá masturbado, o tal vez no, sentado contemplando a los amantes, a su esposa y a su hermano, quienes satisfechos dormíamos ajenos al descubrimiento. La escena debió ser muy erótica, no sé. Pero lo cierto es que Fernando, se acercó a mi cuerpo desnudo y comenzó a acariciarme, como él sabe hacerlo. Como cuando me despierta excitandome para un “mañanero”, pasó a lamer mis pezones relajados, me movió con discreción para separarme de mi cuñado quedando yo boca abajo, separó un poco mis piernas. Allí empezó a besarme la espalda, y continuó bajando hasta llegar a mis nalgas, allí comenzó a separar suavemente cada una para meter su lengua hasta mi culito, y comenzar a lamerme de manera suave, evidentemente que él sabe cómo despertar mi erotismo. De hecho, les cuento que muchas veces me ha despertado con esas caricias, esas mamadas y para cuando ya estoy consciente ya está cogiendome  rico. Eso fue lo que hizo.
Empezó mi esposo su tratamiento de excitarme dormida, con lamidas, caricias y besos. La parte cumbre suele ser comerse mi concha. Me volteó con ternura y suavidad, yo abrí las piernas y sentí un gran placer, aún semidormida y olvidando lo que había ocurrido hace poco. Estaba tan agotada que, dentro de mi gran excitación, sólo me dediqué a sentir placer, ajena de que mi amante anterior seguía allí.
De repente, como mi esposo suele hacer en esos casos, subió sobre mí y comenzó a penetrarme. Aún semiconsciente, sentía su suave bombeo como algo exquisito. Claro está que con todo esto fui terminando de despertar. Lo primero que descubrí al abrir los ojos era que había apagado la luz, por lo que por un segundo ni siquiera estaba claro donde estaba.
Poco pasó para que terminara de caer en cuenta de lo que ocurría. Mi marido me follaba al lado de mi cuñado, quien mi había follado antes. ¡Me petrifiqué! Abrí con fuerza mis ojos hasta descubrir que César dormía tan cerca de mí que aún tenía contacto físico con él, podía tocarlo. Estuve aterrada sobre lo que ocurría hasta que, con el movimiento noté que César despertaba lentamente de su sopor sexual. Volví a mirar a mi esposo y no pude evitar sentir mucho placer de su follada.
Era una mezcla de placer, miedo, sorpresa. No me atreví a decir nada, no entendí por qué lo hacía. César fue despertando y no tengo idea que pensaría cuando, ya consciente, entendió que allí estaba yo follando con mi esposo. No sé qué pensó pero puedo suponerlo. Imagino que pensaría que yo era alguna ninfómana insaciable y que quería más. Lo digo porque su reacción fue la de empezar a tocarme, a acariciarme los senos. En la oscuridad distinguí quien era cada quien, pero no sé si Fernando estaba buscando esto. Sólo se dedicaba a cogerme como lo que era, una puta.
Fernando se levantó sobre mí, no sé si para invitar a César a meterse en la fiesta. Pero apenas subió su cuerpo, César se abalanzó sobre mis tetas. Las chupaba, yo aún no sabía qué hacer, aunque claro está me excité muchísimo con aquello. Tras salir de mi estupor unos segundos y dominada por la excitación de estos dos amantes, decidí entregarme al placer. Extendí mi mano para comprobar cómo estaba la verga de mi cuñado. Ya estaba en su punto. Lo masturbaba mientras mi marido me follaba. Como suele pasar, me giré para quedar en cuatro patas. Allí Fernando se aplicó a bombearme con fuerza, en follarme a su gusto, y al mío, aunque esta vez, supongo por el momento, me penetraba con fuerza, casi con furia. César se colocó frente a mí y me colocó en la cara su verga dura. No perdí tiempo en comérmelo, lo chupaba al ritmo de las penetraciones que recibía de mi esposo, quien gemía de placer. Ya a esta altura estaba en éxtasis. Follada ahora por mi esposo, mamándoselo a mi cuñado y por mi mente pasaba como una película la sesión de sexo que había tenido antes. Luego de ser follada de esta manera, Fernando se acostó en la cama y me atrajo para que subiera sobre él. Allí me subí, clavándome su palo en mi dilatada vagina. Seguí con la cabalgata unos segundos, abstraída e ignorando a mi otro amante, hasta que lo sentí detrás de mí, acariciándome, lamiendo mi espalda. Comenzó a montarse detrás de mí hasta colocarse en posición de hacerme una doble penetración. Mientras follaba a mi esposo, César comenzó a acariciar su pene en la entrada, metiéndose poco a poco. Noté como Fernando, acostado plácidamente debajo, colaboraba quedándose quieto con la maniobra de su hermano que poco antes se había follado a su mujer. Me sentía llena totalmente al tener un pene en mi concha y otro en mi culo. Comenzaron a moverse tímidamente. Me excitaba la sensación, el trío exquisito y ardiente, tenía ganas de acabar pero necesitaba seguir.
César sacó su pene de mi culo, y se quedó arrodillado a un lado, mientras yo seguía montada sobre mi esposo. Él sabe que en esa posición me encanta acabarle. Cabalgué con fuerza, hasta que sentí que tendría un enorme orgasmo, tanto en el interior de mi vagina como en mi clítoris. Allí, ya sin frenos ni límites, grité mi orgasmo, gozándolo al máximo, ajena a mi pecado o a la presencia de mi cuñado.
Lógico que tras esa acabada inmensa, caí sobre mi esposo, quien me movió suavemente para dejarme sobre la cama. Allí se acercó arrodillado sobre mi cuerpo inerte y le hizo una seña a César que evidenciaba que me follara. Sin pensarlo, su hermano se lanzó sobre mí, metiendo sin más su palo en mi ya agotada concha. Lo metió con la evidente actitud de acabarme dentro, de llenarme una vez más de su leche. Mientras me bombeaba con frenesí, mi esposo se masturbaba sobre mi cara. Nunca había permitido que me acabara en la boca, la sola idea siempre me resultó desagradable, pero en ese instante ansiaba que me llenara la boca de su leche. César se colocó de manera de permitirlo, al tiempo de gruñir y bombearme con mucha fuerza, sentía su semen caliente en mi vientre, me sorprende cómo pudo sacar tanto después de la acabada que tuvo en mi culo. Mi esposo, al ver la escena del orgasmo del macho, respondió con un orgasmo rico, un enorme baño de leche que cayó sobre mi boca, mi cara, hasta me imagino que chispeó a César.
Estábamos agotados, satisfechos. Yo me quedé inmóvil sobre la cama. De repente Fernando, reaccionó diciéndole de manera dura a César: ¡bueno, ya vete! La firmeza de mi esposo atemorizó un poco a César, quien se levantó mirándome, se fue vistiendo sin quitarme la mirada y salió por la puerta sin despedidas, sin decirme nada. Dejándome confundida. Luego, sin decir una sola palabra, Fernando se acostó a mi lado y se durmió como si nada.
Al día siguiente desperté y Fernando no estaba en la cama, me aterrorice, a mi mente vinieron los pensamientos más terribles; mi matrimonio, mi hogar, la familia. Me levanté desesperada buscando a mi esposo en la habitación, me encontraba sola, corrí a buscar mi teléfono para llamarlo pero justo en ese momento la puerta de la habitación se abrió, era él, parado frente a la puerta, justo frente a mí que me encontraba desnuda de pie junto a la cama, se quedó viéndome por un instante que me pareció eterno, yo estaba inmóvil, necesitaba que me dijera algo, ni siquiera me di cuenta que traía algo en la mano que luego puso en una mesa.
La puerta se cerró tras de él, camino lentamente en mi dirección, me aterraba lo que pudiera pasar, estaba asustada, quería llorar, decirle que lo amaba, quería saber lo que pasaba por su mente. Llegó junto a mí, yo solo esperaba lo peor, imagine que me golpearía, que me pediría el divorcio, pero sabía que él es tan inteligente que nunca me golpearía, y que tal vez me diría que al llegar a casa nos separaríamos.
Fue un angustioso momento que pareció nunca acabar, pero finalmente y luego de observar mi cuerpo desnudo de arriba a abajo fijó su ojos en los míos, su boca se abrió
-te ves tan hermosa desnuda-
Que estaba pasando?, no comprendía lo que me quería decir Fernando, acaso no estaba furioso?
Se pegó a mí me rodeó con sus brazos por mi cintura y me beso tiernamente en la boca
-estas bien mi amor?- me preguntó, y tras un leve suspiro logré musitar
-sí, solo que…- no pude terminar y comencé a llorar
Fernando me abrazó y mientras me decía que me calmara, que no había por que llorar
-creí que te habías ido- dije entre sollozos
-no quise despertarte, solo salí a comprarte algo-
Mientras me decía aquello, rápidamente tomo la bolsa que traía cuando entro y me la entregó, busque en su interior, era un bikini muy diminuto, demasiado diminuto
-hoy iremos a la playa otra vez mi amor-
Yo aún no salía de mi asombró, como era que mi esposo luego de haberle sido infiel con su hermano, se aparecía con un bikini como aquel para decirme que iríamos a la playa, actuaba como si no hubiese pasado nada la noche anterior, pensé que tal vez el exceso de alcohol le había hecho olvidar todo, me sentí un poco aliviada, sin embargo algo me decía que no podía ser posible.
-mi amor no llores que mi partes el alma-
Me decía mientras me limpiaba las lágrimas que resbalaban por mis mejillas y me daba otro tierno beso que duro un poco más, respiré profundo, trate de recomponerme, dejar de llorar y dejar de pensar mal
-gracias amor es muy bonito, y muy sexy-
Nuevamente Fernando se acercó a mí, me volvió a abrazar por la cintura mientras yo hacía lo mismo por su cuello, nos dimos un tercer tierno beso, y así abrazados como estábamos, mirándonos a los ojos…
-te mereces todo mi amor- mi dijo con una sonrisa cariñosa
-te amo tanto- respondí yo
-lo se mi amor lo se… anoche me, lo dijiste muchas veces-
-anoche?-
Eso me asombró y tal vez se notaba mi asombro porque el mi miró con picardía en sus rostro, dejo resbalar sus manos hasta mis nalgas y con una perversa sonrisa continuó
-si amor, anoche cuando tu cuñadito se estaba comiendo este precioso culito me lo dijiste varias veces-
-amor no lo puedo creer, entonces tu estabas despierto?-
-muy despierto mi amor-
-viste todo?-
-te refieres a si vi cómo le mamaste la verga a mi hermano?, o como dejaste que te follara sin preservativo por tu concha? O acaso te refieres a si vi como dejaste que tu cuñadito metiera su verga en tu culo?-
-Dios mío no lo puedo creer amor-
-te veías muy sexy cogiendo con mi hermano-
En ese momento lo empuje a la cama y me abalance sobre él lo besaba con pasión mientras le frotaba mi cuerpo desnudo
-eres muy malo mi amor-
-pero anoche me decias que me amabas-
-si pero creí que estabas enojado y mira, estas excitado-
En ese momento ya le había desabrochado su pantalón y tenía su verga en mi mano dispuesta a mamársela
-te gustó mucho coger con mi hermano verdad?-
-mucho mi amor pero ahora te voy a coger a ti por ser un esposo muy malo-
-malo? Yo diría que bueno por dejarte coger con tu cuñadito-
-oh si amor fue muy rico, a ti te gustó ver a tu hermano follarse a tu mujer?-
-más de lo que crees-
-ahora coegte a la puta de tu mujer-
Así terminamos cogiendo 


 muy rico recordando todo lo ocurrido la noche anterior, me dijo que desde que nos vio bailar supo que había una química entre los dos y quiso ver hasta donde llegaríamos, por eso generó las condiciones que terminaron en lo que terminaron.
Luego de esa rica sesión con mi esposo, era hora de continuar con el plan, me había comprado ese diminuto bikini y ya quería lucirlo, así que rápidamente me di una ducha, me lo puse y sobre él me puse un vestido deportivo muy corto, muy sexy también.
Mientras me arreglaba él me dijo que saldría a coordinar lo del transporte que nos llevaría a la playa, y que me estaría esperando en el lobby, entendí que la despachada a su hermano si había sido en serio, me sentí mal como negarlo, no quería ser la causa de qué unos hermanos como ellos que eran tan unidos se distanciaran o peor aún, se dejaran de hablar, sin embargo decidí no darle importancia, quería ir a disfrutar con mi esposo, me sentía renovada, como si de verdad nos acabáramos de casar, me sentía desinhibida, me sentía más viva que nunca, quería ir a calentar a mi esposo, quería complacerlo como lo merecía solo pensaba en su cara cuando me viera entre la gente con aquel sexy bikini, antes de salir de la habitación, me mira por última vez al espejo, y no puedo negar que me gustó lo que vi, una mujer fogosa, hermosa pero muy sexy, sí que me veía muy sexy.
Baje con paso firme, con toda la actitud, sintiéndome sexy las miradas comenzaron a hacerse notar, cruce el lobby y al llegar a la puerta, la segunda sorpresa del día, mi esposo junto a mi cuñado como el primer día, hablando junto al auto de Cesar, sentí una electrizante pinzada justo en mi vagina, la excitación se apoderó de mí, comencé a humedecerme los dos se quedaron viéndome, me acerque a ellos y sabiendo lo que pasaría le di un beso a Fernando y luego otro a Cesar, a los dos en la boca y a los dos les apreté su verga.
Ese día en la playa fue de lo más candente, Cesar nos condujo a un playa muy alejada, donde a decir verdad solo vimos a un pareja, por lo que fue muy fácil terminar los tres desnudos disfrutando las olas y luego follando en la playa, fue de los mejores días de mi vida, me sentí llena, además de que así estuve gran parte del tiempo, llena literalmente. Fui la puta de esos dos hombres, fui la puta de mi esposo y de su hermano, si de mi esposo nunca había probado su semen, ese día si que me sacie con él, de su hermano ni que decir, su semen también estuvo en mi garganta, en mis tetas y en todo mi cuerpo, de regreso a la ciudad, en el carro solo pensaba en calentarlos, en un momento me desnude se los mame a los dos folle con mi cuñadito mientras mi esposo condujo y viceversa, me sentí la más puta de esta tierra, me sentí feliz de ser la esposa de ese hombre y la cuñada de ese otro.
Arribamos en la noche, mi cuñadito nos dejó en el hotel y luego de despedirnos se marchó, esa noche fuimos al restaurante del hotel a cenar con mi esposo, allí hablamos de todo lo que había pasado, de las locuras que habíamos hecho y me confesó que siempre pensó en su hermano cuando fantaseábamos con hacer un trio, que en nadie confiaba más que en su hermano para pedirle hacer algo así, me confesó que el día anterior mientras yo tomaba el sol lo habían planeado todo, y por lo visto yo había caído rendida a mis pasiones más lujuriosas. De regreso a nuestra habitación hicimos el 69 más dulce que haya hecho jamás, fue tan rico mamarle la verga a mi esposo mientras me lamia y me decía lo mucho que disfruto viéndome coger con su hermano, tuvimos sexo delicioso pero debíamos acostarnos temprano, al día siguiente era el evento empresarial al que Fernando había ido.
Desperté cuando Fernando ya se estaba arreglando para irse, se veía tan apuesto con su traje que no dude en despedirlo con una rica mamada hasta hacerlo acabar en mi boca. Se marchó y yo volví a la cama, ese día estaría sola, Cesar estaría con sus estudios y mi esposo en su evento, así que no tenía prisa por levantarme. Luego de pedir un desayuno a la habitación me dispuse a arreglarme para salir a comprar algunas cosas para llevar de recuerdos. Estaba saliendo de la ducha cuando el teléfono sonó
-si?-
-buen día señorita, un paquete de parte del señor Fernando-
-si que pase por favor-
Me puse la bata de baño para esperar el mensajero, imaginé que podían ser flores pero mi esposo no es de ese estilo, un vestido, esa idea parecía ajustarse mejor, o tal vez un par de zapatos. Estaba pensando cuando tocaron a la puerta. Cual sería mi sorpresa al ver el paquete que me había enviado mi esposo lo traía Cesar mi cuñado
-aquí envía esto mi hermano-
-pasa por favor-
-no puedo creer que te enviara a ti-
-bueno pues ábrelo a ver que es-
Era una cámara de video de mano muy compacta pero de las buenas, tambien traía una nota
-que dice cuñadita, leela-
-dice así: solo falta una cosa para que seas la puta de mi hermano, que estés a solas con él, regreso a las 5:30 de la tarde así que tienen tiempo de sobra para que cojan como deseen… la cámara ya está cargada y lista para grabar, diviértanse y sorpréndanme con videos que me hagan masturbar cada vez que los vea. Los amo-
-que cabrón, esto no me lo dijo-
-quieres decir que no sabías nada de esto?-
-no solo me pidió que fuera a recogerlo al centro de convenciones, pero cuando llegue me pidió que te trajera este paquete-
-y no sabías que era una cámara-
-claro que no, solo dijo que te lo trajera y que te acompañara porque tenías que hacer compras-
-increíble cómo quiere que goce-
-y ahora qué?-
-pues las compras pueden esperar, por ahora quiero ser la puta de mi cuñado-
-es una buena idea-
-ya viste lo que tu hermano quiere, dame verga como desees que hoy seré tu puta cuñadito-
De ese modo terminó nuestro viaje a Chile, regresé con mi concha adolorida de tanta verga que me dieron mi esposo y mi cuñado, y antes de que aterrizara nuestro vuelo ya estábamos planeando cuando volver a visitarlo. Ya hace casi un año que sucedió y ya hemos ido dos veces, eso sin contar que mi cuñadito pasó unas cortas vacaciones de 15 días con nosotros.

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