No hay nada mejor que un mañanero. Nada lo supera. Claro que el sexo es bueno en todo momento, de día, tarde, noche, aunque en la mañana tiene un sabor especial, algo distinto, sobre todo si lo hacés con tu vecino.
El día elegido es el martes, mi marido lleva a Romi a lo de la abu, y luego de que la movilidad del colegio pasa a buscar al Ro, dejo la puerta de casa apenas entreabierta, me pongo una lencería especial, acorde al momento, y me acuesto. Solo tengo que esperar.
A la misma hora, Fabián, mi vecino, se despide de su esposa, de los gemelos, baja de su piso, pero en vez de salir del edificio, entra en mi departamento, que está en Planta Baja.
Cierra la puerta con llave, por las dudas, nunca hay que confiarse, y pasa al dormitorio, en dónde lo estoy esperando, tocándome con un ansia que no puedo disimular ni contener.
Se desviste al pie de la cama, mientras me devora con la mirada. Su excitación no se evidencia solo en el apuro con que se saca la ropa, sino también en la erección que le abulta la bragueta.
Me encanta que ya la tenga parada, incluso antes de sentirme, de olerme.
-Me parece que la reunión de consorcio empezó sin mí- repone risueño, echándose en bolas a mi lado, aludiendo a la paja que me estoy haciendo.
-Eso imposible vecino...- le digo, y tras chuparme los dedos, agregó -No se compara en nada a lo que usted le puede dar a esta Junta-
Tras reírnos, nos besamos intensa, furiosamente, yo agarrándole la pija, él metiéndome los dedos en la concha a través de la abertura que tiene mi tanga en la parte de adelante.
Nos pajeamos mutuamente, sintiendo fluir el placer por nuestros cuerpos, prendiéndonos fuego con tan solo tocarnos.
Le chupo la pija con avidez y entusiasmo, comiéndomela toda, guardando en mi paladar hasta el último trozo de carne.
No dejo de mirarlo mientras se la chupo, me gusta las caras que hace, disfrutando a más no poder la mamada, totalmente entregado a ese rito oral en el que soy Suma Sacerdotisa.
Me pongo en cuatro, las rodillas al borde de la cama. De pie tras de mí, Fabián me chupa primero toda la retaguardia, desde la cima del culo hasta dónde me asoma el clítoris, duro y encendido.
Sin andarse con exquisiteces, me mete la lengua por ambos agujeros, lamiéndome por dentro, chupando y sorbiendo con voracidad.
Cuando me mete la pija, siento que todo se desborda, que aquello que estuvo apenas contenido no resiste y me inunda con sus fragantes sensaciones.
Fabián me agarra fuerte de las caderas y me embiste con todo, dándome aquello por lo cual ambos esperamos el martes por la mañana con ansiedad.
Me coge con un vigor superador, hundiéndose en mi concha bien hasta los huevos, llenando hasta el último rincón de esa cavidad en dónde es tan bienvenido.
No existe el amor entre nosotros, no nos amamos, pero el sexo es tan pleno, tan intenso, que nos sentimos ligados el uno al otro en una forma que trasciende lo sentimental.
Acabo una y otra vez, sin pausa, un orgasmo detrás del otro, fusionados, la cara hundida entre las sábanas que aún huelen a mi marido.
Me doy la vuelta, me abro de piernas y lo invito a que se eche encima mío.
Me aferro a su cuerpo con brazos y piernas, mientras se hunde de nuevo en mi interior, pura potencia animal, feroz, desbordante.
Nos cogemos con unas ganas tremendas, como si más que oxígeno nuestros cuerpos necesitaran de un polvo para seguir funcionando.
Nos besamos, moviéndonos el uno en pos del otro, agitados, acelerados, hasta que... PUM PUM PUM... tres descargas, potentes, efusivas, caudalosas.
Yo también acabo, sintiendo que me prendo fuego por dentro, mezclando mi propia esencia con la suya, hundiéndome en una agonía dulce y almibarada.
Nos quedamos un momento ahí echados, él encima mío, pulsando todavía en mi interior.
Cuando se hace a un lado, aún agitado, me levanto y corro al baño, tratando de contener la riada que pugna por desbordarse.
Me meto a la ducha, abro la canilla, y al relajar toda esa zona, el semen de mi vecino comienza a derramarse por entre mis piernas.
Mientras me ducho, Fabián entra a echarse una meada, tras lo cual se mete a la bañera conmigo. Nos duchamos, nos vestimos y luego cada uno sale a seguir con su día, obviamente mucho más motivados y enfocados tras haber disfrutado de semejante mañanero...
Gracias vecino...
El día elegido es el martes, mi marido lleva a Romi a lo de la abu, y luego de que la movilidad del colegio pasa a buscar al Ro, dejo la puerta de casa apenas entreabierta, me pongo una lencería especial, acorde al momento, y me acuesto. Solo tengo que esperar.
A la misma hora, Fabián, mi vecino, se despide de su esposa, de los gemelos, baja de su piso, pero en vez de salir del edificio, entra en mi departamento, que está en Planta Baja.
Cierra la puerta con llave, por las dudas, nunca hay que confiarse, y pasa al dormitorio, en dónde lo estoy esperando, tocándome con un ansia que no puedo disimular ni contener.
Se desviste al pie de la cama, mientras me devora con la mirada. Su excitación no se evidencia solo en el apuro con que se saca la ropa, sino también en la erección que le abulta la bragueta.
Me encanta que ya la tenga parada, incluso antes de sentirme, de olerme.
-Me parece que la reunión de consorcio empezó sin mí- repone risueño, echándose en bolas a mi lado, aludiendo a la paja que me estoy haciendo.
-Eso imposible vecino...- le digo, y tras chuparme los dedos, agregó -No se compara en nada a lo que usted le puede dar a esta Junta-
Tras reírnos, nos besamos intensa, furiosamente, yo agarrándole la pija, él metiéndome los dedos en la concha a través de la abertura que tiene mi tanga en la parte de adelante.
Nos pajeamos mutuamente, sintiendo fluir el placer por nuestros cuerpos, prendiéndonos fuego con tan solo tocarnos.
Le chupo la pija con avidez y entusiasmo, comiéndomela toda, guardando en mi paladar hasta el último trozo de carne.
No dejo de mirarlo mientras se la chupo, me gusta las caras que hace, disfrutando a más no poder la mamada, totalmente entregado a ese rito oral en el que soy Suma Sacerdotisa.
Me pongo en cuatro, las rodillas al borde de la cama. De pie tras de mí, Fabián me chupa primero toda la retaguardia, desde la cima del culo hasta dónde me asoma el clítoris, duro y encendido.
Sin andarse con exquisiteces, me mete la lengua por ambos agujeros, lamiéndome por dentro, chupando y sorbiendo con voracidad.
Cuando me mete la pija, siento que todo se desborda, que aquello que estuvo apenas contenido no resiste y me inunda con sus fragantes sensaciones.
Fabián me agarra fuerte de las caderas y me embiste con todo, dándome aquello por lo cual ambos esperamos el martes por la mañana con ansiedad.
Me coge con un vigor superador, hundiéndose en mi concha bien hasta los huevos, llenando hasta el último rincón de esa cavidad en dónde es tan bienvenido.
No existe el amor entre nosotros, no nos amamos, pero el sexo es tan pleno, tan intenso, que nos sentimos ligados el uno al otro en una forma que trasciende lo sentimental.
Acabo una y otra vez, sin pausa, un orgasmo detrás del otro, fusionados, la cara hundida entre las sábanas que aún huelen a mi marido.
Me doy la vuelta, me abro de piernas y lo invito a que se eche encima mío.
Me aferro a su cuerpo con brazos y piernas, mientras se hunde de nuevo en mi interior, pura potencia animal, feroz, desbordante.
Nos cogemos con unas ganas tremendas, como si más que oxígeno nuestros cuerpos necesitaran de un polvo para seguir funcionando.
Nos besamos, moviéndonos el uno en pos del otro, agitados, acelerados, hasta que... PUM PUM PUM... tres descargas, potentes, efusivas, caudalosas.
Yo también acabo, sintiendo que me prendo fuego por dentro, mezclando mi propia esencia con la suya, hundiéndome en una agonía dulce y almibarada.
Nos quedamos un momento ahí echados, él encima mío, pulsando todavía en mi interior.
Cuando se hace a un lado, aún agitado, me levanto y corro al baño, tratando de contener la riada que pugna por desbordarse.
Me meto a la ducha, abro la canilla, y al relajar toda esa zona, el semen de mi vecino comienza a derramarse por entre mis piernas.
Mientras me ducho, Fabián entra a echarse una meada, tras lo cual se mete a la bañera conmigo. Nos duchamos, nos vestimos y luego cada uno sale a seguir con su día, obviamente mucho más motivados y enfocados tras haber disfrutado de semejante mañanero...
Gracias vecino...
6 comentarios - No hay nada igual...
sos tremenda relatando una situaicon tan Excitante.!!
me encanta.!!!