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Blondie de noche - Parte 9

Cuando me desperté seguía un poco adolorida de la noche que había pasado con Michael y Ahmed. Por suerte esa noche no tenía ningún cliente.

Durante la tarde debatí mucho si contactar o no al número que me había dejado Ahmed. Me daba cosa porque era durante el fin de semana, pero Ahmed me había dicho que no importaba. No sabía realmente que era, quien era ese contacto y en que me estaría metiendo, pero pensé que con averiguar no iba a perder nada. Así que juntando un poquito de coraje mandé unos mensajes presentándome, diciendo que Ahmed me había dicho que me contacte por una posibilidad laboral.

A los quince minutos me contestaron, preguntando si me podían llamar. Dije que sí y enseguida me vibró el celular. Cuando atendí era la voz de un tipo, no sonaba vieja, era de mediana edad. Hablaba español pero bastante mal. Se trababa mucho y no pronunciaba bien, pero igualmente nos entendimos. Me agradeció por llamar y me dijo que Ahmed me había recomendado mucho y él era una persona de confianza.

El tipo me explicó bastante por arriba como venía la mano. Ese miércoles iba a haber una recepción diplomática en un hotel de Pilar. Yo lo conocía, era un hotel a todo trapo, lindísimo. La recepción era de la delegación diplomática de los Emiratos Árabes en Buenos Aires recibiendo a otra gente de allá. Iba a haber una pequeña reunión y cena, para después proveer a algunas personas con servicios como el mío, recalcando varias veces la necesidad de máxima discreción. Yo le dije que no había problema con eso, le comenté un poco como trabajaba yo, que me pareció que no le interesó mucho a esa persona, y enseguida discutimos un par de condiciones y solicitudes más que él tenía, me preguntó cuánto cobraba yo y se lo dije.

No pareció impresionarse mucho y siguió la conversación enseguida con otros detalles. Me preguntó si necesitaba transporte y le dije que sí, que por favor ida y vuelta. Tampoco pareció mosquearse mucho por eso. Sí le pregunté por el cliente, o los clientes, y ahí sí lo noté un poco reticente. Básicamente me dijo que era gente de los Emiratos que estaban visitando y poco más. Que eso entraba también en la máxima discreción que estaban solicitando.

Finalmente acepté y me dijo que le indicara dónde enviarme el auto y que estuviera lista a las 20 horas del miércoles, y que sea puntual sin excepción. Corté con el tipo y le pase mi dirección por whatsapp.

Me quedé pensando y era todo medio raro y bastante misterioso. No se si misterioso era realmente la palabra… inusual quizás es un mejor término. Demasiado inusual. Demasiadas cosas vagas sin mucho detalle. No era él círculo por donde yo ya había aprendido a moverme, ni las formas que yo conocía de trabajar. Era distinto. Me resultó muy seco y recontra profesional todo. Bastante frío, sin el toque personal que yo tenía con todos mis clientes. Esto era otra cosa. Otro nivel. Una onda completamente distinta. Por un momento, solo por un momento, me dio algo de miedo y pensé en mensajearlo en ese mismo instante, diciéndole que me disculpe pero que cancelaba. Pero ahí me acordé de lo que me decía Laura, que una vez que decía que si, tenía que cumplir. Que los clientes siempre se acuerdan eso.

Me hice un café con leche y llamé a Laura, para contarle. Me dijo que ella no tenía idea de ésto tampoco, que nunca realmente había oído de algo así, pero que le sonaba bastante como la gente a ese nivel se movía y operaba. Que no le parecía que yo estuviese en peligro ni nada de eso, más que nada porque había sido recomendada por otro cliente. Amigo a su vez de un cliente repetidor mio, de mi confianza. Me dijo que no tuviera miedo y vaya, que podía ser una linda oportunidad laboral. Por la plata, por supuesto, pero también para meter un piecito en esa puerta y quedar en contacto. Si yo trabajaba bien… quien sabe.

Le pregunté a Laura como pensaba que tenía que ir vestida, ya que ese tipo no me había dicho nada de eso. No sabía si ir bien, bien de nena putita y fatal o elegante como para la ocasión. Laura me dijo sin dudar que fuera elegante. Que la ocasión iba a ser así y que no quería quedar como que desentonaba. Que si los clientes querían una nena, que podía ser nena perfectamente pero ya en la habitación a solas.

Decidì prepararme bien para el miércoles y cambiar bastante el look, abandonando el de nenita y probando varias cosas con maquillaje y el pelo para verme un poco más mayor. O aunque sea, verme de mi edad. Al final, después de mucha prueba y error, llegué a algo que me gustó en la cara y el pelo. Decidí probar cómo se veía combinado con unos vestiditos elegantes que tenía guardados, para ocasiones como esta que hacían falta. Me probé varios pero al final, como siempre, una nunca se puede equivocar con un lindo y sexy vestidito negro simple.

Me miré al espejo y me sonreí. Ajuste un par de detalles más y me saqué una foto yo sola, para mi, de lo linda y distinta que había quedado. Se me veía un poco mas grande, mas seria. La nena había quedado atrás y estaría disponible si me la pedían. Acá ya había una mujer, igual de hermosa.



Blondie de noche - Parte 9


Cuando llegó el día yo estaba muy ansiosa. No eran nervios, estaba calmada, pero deseosa que la noche por fin comience y que pueda ir viendo cómo se iba a desarrollar todo. Como siempre, cené algo temprano, mucho antes de la hora señalada, para estar alimentada y lista. También por las dudas me había tomado más de medio litro de agua durante la tarde, para estar hidratada y bien. Estaba lista, pero aún seguía retocando detallitos de todo de mi vestimenta y mi pelo cuando sentí el portero eléctrico sonar, un par de minutos antes de la hora. Cuando bajé había un lindo auto negro, con vidrios polarizados esperándome en la puerta de mi edificio, y un chofer de traje tambien con pinta de árabe que me abrió la puerta de atras. Lo saludé y me sonrió amable sin decir nada, haciéndome entrar y luego él tomando su puesto para manejar. Durante el trayecto ni me habló y yo tampoco a él. El estaba muy atento a manejar y mirando el GPS todo el tiempo, yo también me entretenía con el celular.

Cuando por fin llegamos al hotel se detuvo en la puerta y un chico del hotel me abrió la puerta, ayudándome a salir. Vi que el auto enseguida se fue. Le pregunté al chico donde era la recepción diplomática y me indicó. Caminando para el lugar me crucé con un tipo que me detuvo, estaba muy bien vestido y tenía pinta también de alguien de Medio Oriente. Cuando me habló y me saludó, reconocí la voz y el español que hablaba con dificultad. Era con el que yo había hablado por teléfono. Me dijo que fuera al sector trasero del hotel, donde había otro lobby y un bar que daba a los jardines. Si quería que me tomara algo y que espere, que si me requerían en algún momento alguien me iba a dar más instrucciones.

Hice lo que me dijo y fui para la parte trasera, que parecía ser un lobby que estaba reservado para la ocasión. Cuando llegué y vi todo, ahí sí que me puse nerviosa. Pero nerviosa en serio. Los mismos nervios y desesperación interior que había sentido aquella primera vez, caminando por Santa Fe con Michael. Solo que ahí no estaba el dulce de Michael para calmarme. Había dos tipos trajeados de seguridad en la entrada al lobby que desengancharon una soga y me dejaron pasar, sin decirme una palabra. Y cuando entré al lobby…

Tragué saliva. Estaba lleno de otras chicas. También trabajando. Todas elegantísimas. Todas mayores que yo. Los ojos naturalmente se me fueron a un par que vi, a las que no puedo nombrar porque son muy conocidas. Había unos pocos tipos charlando con ellas, casi todos tomándose algo, charlando en grupitos. También había varias chicas solas, sentadas o mirando sus celulares. Juntando coraje caminé despacito hasta un sillón que había cerca y me senté sola, tímidamente tratando de no llamar la atención de nadie.

Esto estaba muy, pero muy por encima de mi nivel y de mi zona de confort. Demasiado.

Es difícil explicar lo que sentía en ese ambiente y los nervios que me agarraron. Me sentía… como el jugador de fútbol, el pendejito que toda su vida jugó en las inferiores del club, y de un día para otro lo llaman para jugar en primera. Sin preparación. Y de repente sale a la cancha y siente los gritos de toda la gente. Ese tipo de sensación, ese tipo de nervios, de querer cuidar cada gesto y cada movimiento. De no querer hacer o aparentar nada mal. A las otras chicas las veía en su salsa o directamente desinteresadas de todo. Charlando tranquilas, tomando tragos y pasando el tiempo con sus celus. Yo pensé que yo estaba elegante. Conmigo sentada ahí y sin siquiera acercarse, ellas me enseñaron lo que era elegante y relajada en serio. Profesional en serio. Y no tenía nada, pero nada que ver con la ropa. Sentí que me daban unas ganas enormes de hacer pis.

Enseguida se me acercó un mozo del hotel para preguntarme si quería tomar algo. Le pedí una Sprite y de nuevo me la trajo en un vaso, en tiempo record. Me quedé ahí mirando tímidamente a todo y a todas, en mi interior gritando que nadie se diera cuenta que yo existía y estaba ahí. Que ninguna se me acercara a hablarme. Por supuesto ninguna lo hizo. Había facilmente diez o doce chicas, pero ninguna se me acercó. Ninguno de los tipos tampoco. Traté de calmarme lo mas posible y observar todo. Como se movían, como interactúan con los tipos, prestaba atención para poder pescar algo de alguna conversación. Escuchaba conversaciones en inglés, una en francés y entre los tipos hablándose en lo que seguramente sería árabe.

De tanta observación vi como se manejaban y cómo iba a ser la noche. De vez en cuando aparecía un tipo que seguramente sería de la delegación o algo así, buscaba a la chica indicada, le decía algo y le mostraba un papel chiquito con algo anotado. No se lo daba y se lo guardaba. La chica juntaba sus cosas, o se despedía si estaba hablando con alguna otra y desaparecía por alguno de los ascensores. Mientras yo esperaba un par de chicas más llegaron al lobby, junto con algunos otros tipos. Habrían llegado después que yo. Totalmente relajadas y en su elemento, se sentaban en la barra y se pedían algo, o se ponían a charlar con algún otro. Yo seguía sola en mi sillón, con pánico aunque sea de cruzarme la mirada con alguna.

Pero a nadie parecía importarle que yo estuviera ahí. Fue pasando el tiempo, fueron buscando e indicando a otras chicas y ellas desaparecían para arriba. A mi nadie me venía a buscar. Me calmé un poco luego de más de una hora y me levanté, fui al baño y volví al lobby. Esta vez me quedé parada, me fui para el ventanal y me puse a mirar los jardines, pese a que era de noche estaban bien iluminados. Pero nadie me venía a buscar. Había pasado esa hora y luego pasó otra hora más. Y nada. Yo seguía ahí, ya casi no quedaban chicas y tipos en el lobby. Me senté de nuevo y al poco tiempo se me hizo un nudito en el estómago cuando vi al tipo que venía a buscar a las chicas caminar hacia donde estaba yo, finalmente.

Me levanté del sillón cuando se acercó. Ni me saludó. En un español muy trabado me mostró el papel. Tenía solamente un número anotado. Me dijo que suba al ascensor y me dirija a esa habitación. Que al terminar me iban a pagar. Me dijo eso, se dio vuelta y se fue por donde vino. Yo agarré mi carterita y medio nerviosa me fui a los ascensores, subiendo y desapareciendo también, como lo habían hecho todas las demás.

Cuando llegué al piso salí del ascensor y me puse a buscar el número. El pasillo era bastante largo y vi a varios tipos trajeados, fácilmente cinco o seis, parados tranquilos y en silencio junto a las puertas de algunas habitaciones. Cuando llegué a la habitación que me habían indicado, como una boluda le sonreí y le dije hola al de seguridad. Ni se inmutó, ni me saludó. Solo golpeó la puerta, esperó un par de segundos y la abrió para hacerme pasar, cerrándola detrás de mí.

Cuando ingresé a la habitación que era bastante lujosa, me recibió un tipo también con mucha pinta de ser de la delegación. Me saludó y hablaba muy bien inglés, sonriendo y admirándome de arriba a abajo. Y lamentablemente hasta ahí llega lo que puedo contar de lo que sucedió en esa habitación, por razones que se entenderán más adelante.

Si puedo decir que alrededor de tres horas y media más tarde salí de la habitación y me dirigí hacia otra que esa persona me había indicado, en el mismo piso. En esa no había nadie de seguridad. Golpeé, y me hicieron pasar. Adentro había dos tipos de la delegación que se ocuparon de mi pago. También me hicieron firmar un documento que se quedaron. Los dos me saludaron muy amablemente con dos apretones de mano y me dijeron que me podía retirar, que esperara al auto que me llevaría en la puerta del hotel.

El auto me dejó tarde en casa, ya eran casi las cinco. Me duché y me saqué la ropa de trabajo. Me tiré en la cama y me quedé ahí. Mirando el techo. Y pensando. Finalmente me dormí. No tenía idea ni noción, en ese momento, de lo mucho que esa noche me iba a cambiar la vida.

Por supuesto que al otro día mi vida seguía normal como siempre. Y lamentablemente se volvió tan normal de repente que tuve otro encontronazo feo con el portero de mi edificio. Me mandaba mensajes para que lo fuera a atender arriba y yo no se los contestaba. Sencillamente no quería hacerlo. Ya estaba harta de ese tipo y lo que me estaba forzando a hacer con su extorsión. La cosa se puso peor porque se debe haber calentado y me vino a tocar el timbre directamente, haciéndose enojó porque no quise subir. No hizo un escándalo por miedo a que alguien lo oyera de los otros departamentos, pero me insistía que quería pasar a mi casa. Yo me negué. Le dije que hoy no estaba de humor para atenderlo, que otro día sí, pero que hoy no me jodiera. No le gustó y directamente por lo bajo me amenazó, diciéndome que si me seguía poniendo en pelotuda iba a hablar el tema que yo trabajaba con el consorcio y le iba a avisar a todos en el chat de vecinos del edificio. Con una sonrisa sobradora se dio vuelta y se fue, dejándome masticar bronca.

No sabía como solucionar lo de este tipo, ya que se estaba poniendo demasiado pesado y hasta peligroso. Lo que menos quería en mi vida eran problemas de éste tipo y para colmo, problemas que quizás me fuercen a tener que mudarme a otro lado. Lo pensé por un largo rato, tratando de encontrar una solución, pero me di cuenta que sola no podía. El portero tenía todas las cartas. Así que se me ocurrió que la única forma era incorporar otro jugador más que me ayudara.

A la tarde me puse a chatear con mi narco, con quien hacía meses que no tenía contacto. Pero decidí probar igual.

“Hola, como estas? Perdoname que te moleste. No lo haria si no fuera urgente, sabes.”
“Hola linda. Como va? Que pasa?”
“Detesto joderte pero necesito ayuda y no se a quien recurrir. Tengo un problema feo.”
“Decime”
“Por favor me podes ayudar? Tengo mucho miedo. Paso algo feo.”
“Si obvio pero decime”
“El portero de mi edificio se puso muy heavy… hace tiempo que me viene molestando. Me dice guarangadas y un par de veces me quiso manosear ya.”
“Ok…”
“Hoy cuando llegue a casa se me metió al ascensor y se me tiro encima. Cuando me lo quise sacar medio que me pego un cachetazo y me grito. Me quería manosear todo el culo. Yo sali corriendo del ascensor y me meti aca en casa.”
“La reconcha de su madre hijo de mil putas!!!”
“Estoy temblando 😞 “
“Tranquila bebe. Quedate adentro de tu casa y no salgas. Seguis viviendo ahí?”
“Si”
“Despreocupate. Tranqui. Gracias por avisarme.”
“Podes hacer algo? Por favor te pido… por favor… ya me da mucho miedo este tipo”
“Si. Despreocupate. No salgas de tu depto. Tranquila. Ya fue.”
“Gracias. Te quiero mucho, gracias.”
“No hace falta las gracias. Gracias a vos por avisarme. Tranquila si? Va a estar todo bien. Pero quedate ahí, no salgas ni te lo cruces.”
“Ok. Gracias… te quiero.”
“Yo tambien.”


De más está decir que yo estaba lo más tranquila, tomando un rico café con leche que me había hecho. Que no estaba temblando y que por supuesto todo eso que le dije a mi narco del ascensor nunca había ocurrido, pero él no tenía que saber eso. Solo tenía que venderle el problema que tenía. Hice lo que me dijo y por dos días no salí del departamento, igualmente tampoco tenía por que salir, no necesitaba nada.

A los dos días los mensajes del portero cesaron. Nunca más recibí ni uno. Y a partir de ese dia, las veces que me lo cruzaba ni me saludaba, ni me hablaba, ni me dirigía palabra alguna y hasta bajaba la vista o miraba para otro lado para evitar verme. En ese momento no le pregunté a mi narco que fue lo que había hecho, solo le estaba muy agradecida por haberme solucionado el problema y se lo dije. El dulce nada más me puso un emoji de un pulgar para arriba.

Después con el tiempo sí me enteré. Había mandado a dos… personas, llamemoslas, locales que tenía de aca de Buenos Aires. Una tarde que el portero estaba en su garita del hall de entrada le hicieron señas de afuera para que les abriera y el boludo lo hizo. Entraron, lo agarraron, lo tiraron al piso ahí mismo detrás de su mostrador y le pusieron un fierro en la cabeza, gritándole que se dejara de joder conmigo. Que si recibían una sola queja más mía… bueno.

Cuando una es buena con la gente, la gente siempre se acuerda.

Pero no todo fueron pálidas y cosas misteriosas con árabes por esa época. A través de un viejo cliente mío… no viejo de edad, sino que había sido uno de mis primeros, me puse en contacto con una clienta que le gusté y estaba interesada en mis servicios. Si, una clienta, lo cual era inusual para mi. Solo puedo decir que mi clienta trabaja en television y medios, que es una mujer muy bella para su edad y que por supuesto es muy secretamente lesbiana. Inclusive yo, que no miro mucha televisión y no estoy al tanto de nombres y personalidades, por supuesto que la conocía. Hacía tiempo que era actriz y hacía teatro y televisión.

Me encantó reunirme con ella en un café tranquilo y que me contara lo que necesitaba de mi. En persona también me pareció una mujer bellísima. Ya no era una nena, para nada, pero se mantenía tan bien y tenía un cuerpo hermoso, bien sexy de mujer de mediana edad muy bien llevado, casi sin ninguna cirugía aparente. Había que saber ver bien para notarlas. Me encantó charlar con ella porque además era muy copada y en cuanto vio que yo era profesional y pegamos buena onda, se largó a contarme sus cosas y sus necesidades. Me dijo que ella de vez en cuando pedía alguna chica para estar, pero era nada mas que sexo. Ella lo disfrutaba, seguro, pero quería más. Conocía a mi cliente del ambiente de los medios y él le dijo que yo era muy buena para llevarle las fantasías a los clientes, se interesó y averiguó más de mi. Ahí fue cuando mi cliente le pasó mi contacto, diciéndole que yo era de absoluta confianza.

Me resultó raro cuando en nuestra larga charla por fin me lo contó, ya que no me pareció nada perverso o extraño. Todo lo contrario. Y me pareció rarísimo que ninguna de las chicas con las que ella estuvo aparentemente querían prenderse con eso. Según mi clienta me contaba, las chicas solo querían coger, cobrar y nada más. Lo cual está bien. Algunas quieren hacer eso solo y no les interesa otra cosa, quieren trabajar así. Es perfectamente respetable.

Lo que mi clienta quería era sentir, aunque sea de a una tarde o de a una noche a la vez, que tenía una novia. Una pareja mujer. Que era mas que sexo. Aunque fuera por un ratito. Me dijo que ella realmente lo necesitaba porque, pese a la época y a lo liberada que estaba la sociedad con éstas cosas, ella aun no se animaba a formar una pareja con otra mujer. Pero quería sentirlo. Yo le sonreí dulcemente. Por supuesto que podía acomodar ese pedido. Es más, me encantaba la idea, era algo bueno para mi. Por partida doble. Por poder satisfacer a mi clienta con algo tan fácil y lindo y además satisfacerme a mi por estar con otra mujer.

Me pidió si podía ser por una tarde, por una noche o algunas horas. A mi me dió tanta ternura y buena onda su pedido que le dije que podía ser todo un dia, si quería, al mismo precio. Le encantó. Y yo le encanté también. Se la veía tan feliz.

Combinamos el día que ella podía y lo iba a tener completamente libre y ese día temprano la fui a buscar a su casa. Al llegar nos besamos mucho y muy tiernamente, yo diciéndole lo que me encantaba verla y estar con ella, cuánto la había extrañado y ella enseguida respondiéndome igual. Habíamos sincronizado nuestras ondas perfecto. Ni siquiera tuvimos sexo ahí. Le sonreí y le dije que quería salir. A pasear, a tomar un café o almorzar… cualquier cosa, pero con ella. Así que salimos. Salimos a pasear, a un parque, a caminar... Almorzamos juntas y charlamos de nuestras cosas a morir. Seguimos caminando y tomamos otro café. De vez en cuando dándonos algún beso cuando nadie nos veía, riéndonos las dos, perdiéndonos en los ojos de la otra y acariciándonos las manos por debajo de la mesa.

Cuando volvimos a su casa a la tardecita hicimos el amor. Tan dulce y tan amoroso. Nos amamos con pasión y a la vez tiernamente, como dos mujeres que se quieren y necesitan estar con la otra. No me costó para nada, como dije, mi clienta era una mujer bellísima.



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Tenía un cuerpazo para su edad, con las curvas suaves y firmes, exactamente donde y como una mujer ya más madura las tiene que tener. Y su mirada y su simpatía terminaban de matarme. En la soledad de su departamento y por fin en nuestra intimidad, sin miradas de otros y sin molestias, yo disfruté la fantasía de que éramos pareja tanto como ella.


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Hicimos el amor hermosamente, regalándonos dulces orgasmos varias veces y disfrutando nuestros cuerpos y nuestras miradas, que nos mataron a las dos. Cenamos tranquilas a la noche, miramos un poco de televisión abrazadas en su sillon, y luego fuimos a nuestra cama, a seguir amándonos sin que nadie se interponga. Sin que nadie dijera nada. Sin que ella tuviera que esconder nada.



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Blondie de noche - Parte 9


Finalmente nos quedamos dormidas las dos en su cama, ella abrazándome de atrás, como a mi me gustaba que me hicieran. Cuando nos despertamos no tuvimos sexo de nuevo, nada mas nos quedamos remoloneando en su cama, hablándonos cosas dulces bajito y besándonos abrazadas.

Con una sonrisa hermosa de clienta satisfecha, me preparó el desayuno, me pagó y nos despedimos. Me preguntó si en algún momento yo estaba disponible para hacerlo de nuevo algún otro día y le sonreí. Por supuesto que estaba. La había pasado increíble, dándole atención por fin a mi otra partecita a la que le encantaba sentir a otra mujer. Le dije que cuando ella lo necesitara, si yo estaba disponible, yo estaría encantada de satisfacerla de nuevo. Me dio un besazo enorme y muy amoroso, acariciándome suavemente la cara y diciéndome gracias tantas veces con un amor y una ternura que me partió. Yo también le vi en los ojos la dulce satisfacción de por fin poder haber atendido a esa parte de ella que ella también llevaba escondida.

Unos días después la invité a Laura a casa a cenar porque hacía mucho que no la veía. Y charlando un poco de todo le comenté lo de mi clienta. Yo sabía que Laura podía guardar el secreto ya que era tan profesional como yo. Pensé que le iba a gustar lo que hicimos, pero no. Solo puso una cara rara y me miró por un rato. Solamente dijo, “Ah… no sabía que era trola… mira vos.”

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