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Mi suegra 4

Nosdejamos caer los dos sobre la cama y nos quedamos exhaustos ypensativos por unos minutos, hasta que reaccioné y le dije:
¡mierda!¡Ya viene tu hija…! ¡Vete de aquí puta…!Llévate tu traje de baño…
Misuegra se levantó inmediatamente, tomó su traje de baño, sedirigió hacia la puerta de mi pieza, giró la cabeza y me quedóviendo por unos segundos con una ligera sonrisa , abrió la puerta yla cerró despacio, dirigiéndose a su dormitorio. En seguida recogílas sábanas de la cama y las tiré al canasto de ropa sucia, luegome metí al baño a darme una buena ducha.
Misuegra ingresó velozmente a su pieza, se metió también a darse unbuen baño y mientras se duchaba pensaba:
«¡OhDios mío! ¡Pero que he hecho! ¡He fornicado con el pareja de mihija…! Ella no debe saberlo por ningún motivo… Pero ¡cómo meha hecho gozar este miserable …! Durante mis cincuentaiseisaños, ningún hombre me ha dadoplacercomo este desgraciado. ¡He descubierto que soy masoquista…! ¡Diossanto, con solo imaginarme que me vuelve a coger de esa manera ya meestoy mojando nuevamente…! ¡Señor…! ¡Señor, perdóname…!¡Pero no puedo evitar que este hombre me haga su esclava!»
Terminéde ducharme, me cambié de ropa y salí de mi habitación con rumbo ael living a ver una película en el televisor, entre tanto Ceciliallegaba a casa y nos encontramos cerca de la puerta de la calle.
¡Holami amor! ¿Qué tal, cómo están las cosas con mamá? —preguntóella.
Eeeh…Todo bien princesa… Tu mami debe estar en su pieza seguramente —lerespondí.
Enesos momentos mi suegra salía de su dormitorio y nos encontramos lostres.
¡Mami!¡Hola! ¿Qué tal mamita, todo bien?
¡Holami hijita! Todo bien felizmente —contestó la madre de mi mujer—.Aquí con mi a… Con César hemos conversado mucho… Es un hombremuy correcto, un caballero y buen conversador…
Sí,sí, con doña Esperanza —manifesté—, nos hemos puesto aconversarpor mucho tiempo. Tiene historias muy bonitas de su juventud…
¡Ayqué bueno! —manifestó Cecilia—. Espero que ya comiencen allevarse bien, eso me haría muy feliz… Mami, tus mejillas estánrosadas…
Ah…Eeh… Sí cariño… —notó mi mujer las huellas de las cachetadasque le dia mi suegra—. Con César salimos un rato a la piscina a platicar unmomento… Seguramente debe ser por los rayos del sol…
Bueno,bueno —dijo mi mujer—. Ya no aguanto más este calor… Me voy ameter a la ducha… Así que les dejo para que sigan platicando…
Cuandonos quedamos solos mi suegra y yo, parecíamos como dos amantes quese veían a escondidas, temerosos de que en cualquier momento nospudiera sorprender mi pareja. Ambos sentíamos deseos irreprimiblesdel uno por el otro. A mi me excitaba sobremanera coger a doñaEsperanza por el morbo de ser la madre de Cecilia, de tratarla como auna puta y por maltratarla. Ella también se deleitaba culiando conel marido de su hija, que este la tratara como una perra y masencima, por los azotes que gozosamente la ponían desmesuradamentecaliente.
Empecéa darle un beso apasionado correspondido, con metida de lengua porvarios segundos y luego tiro una silla, me siento en ella, pongo a misuegra sobre mis piernas boca abajo, le subo la falda, le bajo loscalzones y le doy unas nalgadas.
¡Plaf!¡Plaf! ¡Plaf! ¡Plaf!
¡Miamo contrólese por favor…! Mmmm, mmmm, mmmm… ¡Puede llegar laama Cecilia…!
Note preocupes zorra. Tu ama va a demorar un buen rato… Ahora chúpamela verga zorra —le ordené a la madre de mi mujer, para lo cual medesató el cinturón del pantalón, me lo bajó juntó con elcalzoncillo, se puso de rodillas y empezó a mamar miverga.
Sluuuup,sluuuup, sluuuup, mmmm, mmmm, mmmm… Me encanta mamar su miembromi señor… Sluuuup, sluuuup, sluuuup… ¡Qué dura y grande es…!Es más grande que la del cornudo de mi marido… Sluuuup, sluuuup,sluuuup, mmmm, mmmm, mmmm…quieroque llene todos mis hoyos con ella, que me duela …!!!
Ooooh,ooooh, ooooh… —disfrutaba yo de las mamadas que me hacía misuegra—. Mmmm, mmmm, mmmm… ¡Qué bien que le chupas el picoa tu yerno perra…!Aaaah, aaaah, aaaah… Acariciamelas bolasperra… Quiero terminar en tu boca… Uffff, uffff, uffff…
Conla mano derecha, mi suegra me frotaba el miembro, succionándomelotambién y con la izquierda me acariciaba los huevos. En verdad, erauna experta esta mujer haciendo mamadas. En cada momento levantaba lamirada para ver mi aprobación y continuaba la mamada de verga.
Pasaronalgunos minutos, y ya tenía prisa por salir la leche de mistestículos, eyaculando abundante semen dentro de la boca de la madrede mi pareja, tragándoselo todo.
Cof,cof, cof, cof, cof, cof… ¡Qué bárbaro amo…! ¡Cuánta lechesalen de sus bolas…! ¡Son una delicia mi señor…! ¡Casi meatoro…! Cof, cof, cof, cof… —exclamaba mi suegra y con sulengua recogía los restos de semen que habían quedado en lacomisura de sus labios.
Despuésme puse de pie, me subí el calzoncillo con el pantalón. Ellatambién quiso hacer lo mismo, pero yo se lo impedí, todo locontrario, la obligué a que se desnudara por completo. Saqué elcinturón de mi pantalón y lo puse en el cuello de mi suegra.
¡Qué-qué!¿Qué va a hacer mi señor…? ¡La ama Cecilia puede aparecerse encualquier momento!
¡Plaf!¡Plaf! —de di dos bofetadas.
Ahoraeres mi perra. Camina como una perra con dirección a el living —ledije a la madre de mi mujer—. No te preocupes putita,yo conozco a Cecilia, ella va a demorar un poco.
Ustedtiene derecho a pegarme… Soy su esclava… Yo obedezco mi señor…Ahora soy su perra en celo… Pe-pero mi amo… —suplicabami suegra—. Yo quiero que me culéeahora mismo… ¡Por favor mi señor…!
Comouna perra que se pasea por el parque con su amo, así se encontrabala madre de mi mujer. Caminaba en cuatro patas desnuda como unaperra, moviendo su culo como puta, metí dos dedos dentro de suconcha y efectivamente se encontraba mojadisima de sus jugos. Gozabamucho que la llevara atada con el cinturón.
Escuchaperra. En estos momentos no voy a poder culiarte,pero no desesperes, que muy pronto vas a gozar de esta pichula quetanto te gusta… —le decía yo, al mismo tiempo la tirabadel cinturón después de dar una vuelta por el centro de mesa del living y nos dirigimos nuevamente al comedor.
Perdónememi señor. Es que usted me ha dejado tan caliente,que en estos momentos no puedo pensar sino en el miembroque le cuelgan entre las piernas…
Estábien. Ahora levántate zorra y vístete —le hablé, sacando micinturón de su cuello.

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