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me encanto que me apoyaran

Aquel Miércoles habían anunciado un paro general de colectivos  con lo cual me armé de paciencia, dejé pasar tres subtes porque venían a pleno y aunque el cuarto no cambiaba demasiado la situación, lo tomé igual, de lo contrario no llegaría a tiempo (bastante tarde se me habia hecho ya). Me olvidé de poder sentarme, mi asiento estaba ocupado así como los demás, así que se quedé parada, tomada de uno de los caños verticales del vagón sosteniéndome sobre todo de la cantidad de gente que entraba y entraba en cada estación, gente que me empujaba para entrar y gente que me empujaba para salir. El viaje normalmente demoraba 20 minutos, pero ese día se me hacía eterno, así que traté de poner la mente en blanco y recordar canciones que me agradaban, para tararearlas mentalmente. En eso estaba cuando sentí una leve presión en la espalda y dándose vuelta lentamente, me encontró con un señor que parecía soldado, a mi espalda, respirándome en la nuca.
Qué podía hacer? Nada!!! Eso era lo peor!! No podía moverme de allí ni tampoco pretender que él lo hiciera, no había resquicio en ese subte , estaba lleno por completo así que traté, en la medida de lo posible, de pegar mi pelvis a la puerta del subte, aferrándome más y más al caño, para poder despegar mi espalda del pecho de aquel tipo. Lo hice una vez y él seguía allí, lo hice dos y él seguía allí, como soldado a mi espalda, respirando cada vez más fuerte, sin alejarse ni medio centímetro. Cada paso que daba para alejarme, lo daba él para acercarse y en contados segundos comprendí que ya no se trataba de una cuestión de espacio, ese tipo estaba decidido a seguir allí, unido a mi cuerpo. Seguí tarareando mentalmente mis canciones, tratando de alejar mis pensamientos de ese señor desconocido que me estaba poniendo muy nerviosa, pero no por miedo... Esa cercanía me estaba excitando demasiado, estaba sintiendo calor y un hormigueo recorria mi cuerpo. Por un instante quería que ese hombre se alejara para que él no se diera cuenta de mi creciente calentura. El aliento del tipo me llegaba directo al cuello y muy despacio comencé a sentir el leve roce de su pelvis contra mis caderas, refregándose sensualmente contra mi, dejándome el también sentir su excitación. Sentí que se mareaba levemente, pero ahora ya no me alejaba de él sino que, por el contrario, había pegado mis nalgas a las caderas que me apoyaban desde atrás y casi imperceptiblemente,las movía al ritmo del tipo. El vaivén del subterráneo disimulaba algo de esa danza en la que los dos habíamos caído.
Yo ya tenía los ojos entrecerrados, las manos blancas por la fuerza que hacía para aferrarme más y más a ese caño y la respiración agitada por la situación y por la calentura que me subía desde las entrañas. Ese hombre no dejaba de moverse contra mi, no dejaba de soplarme en el cuello, de respirarme , de enloquecerme. Ahora ya no quería bajarme y ví con desesperación que faltaban solo dos paradas para que llegara la mia así que presione más y más contra él hasta que sentí una de las manos de aquel hombre que trepaba por mi pierna derecha hasta la cintura y volvía a bajar. Mientras se entretenía con eso, su voz me preguntaba ronca si me gustaba, si me gustaba toda esa situación. Sin que pudiera dominarme,asentí con su cabeza y la mano siguió su ruta, subiendo y bajando, arrastrando la tela de la pollera gris, moldeando la pierna. Estabamos tan apretados que nadie podía ver la escena y el muy turro, sabiendo esto, dejó que su mano se deslizara hacia adelante, de derecha a izquierda, acariciando mi vientre duro e inexplorado desde hacía tiempo, presionando a la altura de la concha, endureciendo un dedo para marcar territorio a esa altura, abriendo la palma de la mano para tomarla por completo. Mi vista se había nublado,mis oídos estaban como tapados, sentía como si estuviera en lo alto de una montaña no quería bajarme y las puertas del subte estaban abriéndose en mi estación. Un poco por conciencia y otro poco por presión de los demás pasajeros, en contados instantes me ví sobre el andén, alejándome de aquel extraño que me había calentado tanto en instantes, despidiéndolo con los ojos mientras veía que la oscuridad del túnel se tragaba al vagón y a él. Caminé las pocas cuadras que me separaban de casa totalmente ida, confundida, tratando de respirar hondo para que no se me notara la excitación y pensando que el aire frío me bajaría el rubor de las mejillas. Llegué a casa y me encontré con mis hijos, les preparé la merienda y los dejé un rato solos, tomando su leche para correr presurosa al baño.
No solía masturbarme cuando mis hijos estaban en casa, pero el nivel de calentura que aquel hombre me había dejado requería una rápida solución y no era precisamente esperando a mi marido  como esa urgencia se arreglaría.Me meti en el baño, abrí el grifo de la bañera, la llené de agua tibia, me desnudé y me metí de lleno en ella. Dejé que el agua y la espuma cubrieran mi cuerpo por completo y una vez allí, bajé mis manos hasta mi entrepierna. Me encontré con un mar de deseo, con una excitación increible, nunca había creído que diez minutos de caricias tan intensas podían ponerme en ese estado. Dejé que mis manos vagaran por los mismos lugares donde segundos antes me había tocado aquel desconocido, reconocí la zona porque aun conservaba caliente la piel y llegué a mi conchita.Me abrí la conchita y me sorprendí de la dureza de mi clítoris y entendi que ese iba a ser un momento de placer intenso, intensísimo, que estaba lista para cualquier cosa y ese momento, una vez más, debería proporcionármelo yo sola. Mis manos acariciaron alternadamente mis tetas , los pezones los tenía mas duros aún por el agua tibia,mis piernas musculosas y aun durísimas estaban semi abiertas, para dar lugar a mis dedos que no tardaron en quedarse exclusivamente en concha. Dejé que la espuma se mezclara con mis flujos, mis dedos no dejaban de acariciar los labios, de pellizcarlos levemente, de estirarlos para estimularlos y de pellizcarme el clítoris entre dos dedos, masajearlo y acariciar con una pequeña y suave esponja su extremo, delicadamente, en círculos. No dejaba de pensar en ese hombre, en la presión de su entrepierna con sus caderas, de su respiración y esa imagen me calentaba más y más, me hacía gemir y arquear el cuerpo, permitiendo que mis dedos me penetraran a fondo,ese desconocido ocupaba cada centímetro de mi mente. Entró y salió de mi misma varias veces hasta que no pude contener el orgasmo tan deseado que me recorrió completa,me dejó sin aliento, exhausta, cansada, pero aliviada. Permaneci unos instantes más en la bañera, me enjuagué completa, salí envuelta en una toalla, me puse una bata de algodón y me senté al rato con mis hijos . Aun así, la escena del subterráneo seguía en mi turbada mente aun caliente y eso hacía que me excitara al recordarla miles de veces
me encanto que me apoyaran

5 comentarios - me encanto que me apoyaran

10Nadador
q hermosura q ganas de viajar con vos
marcosraul69
Aunque ya varios lo postearon un par de veces, me sigue calentando el relato...