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mi cuñada

Sabía lo que quería mi marido, cogerme como a una perra. Así que me arrodillé en el borde de la cama, dejando mi cola a su disposición. En el espejo podía vernos reflejados, yo rubia, el pelo largo que me tapaba casi toda la cara, colgando mis lolas, grandes y duras. El detrás, guapo, moreno con su miembro en alto, tanteando mi concha.
Me penetró, yo ya estaba mojada y caliente, pero al notar su grosor dentro de mí, di un salto. Sus manos agarraron con fuerza mi cintura, obligando a moverme hacia atrás y hacia delante.
Su mete y saca me llegaba a lo más profundo.
"Como folla mi putita"- me palmeaba las nalgas redondas y prietas, mientras me llamaba su putita, su yegua, su gatita.
A mi excita que me digan esas cosas, y mis movimientos se hacían cada vez más fuertes. Notaba la punta de su pija en lo más dentro de mí. Estaba al borde del orgasmo, cuando me la sacó.
"Date la vuelta y chúpamela"
A cuatro patas me giré para poder comérsela, y la vi.
Allí mirando a través de la puerta entreabierta estaba mi cuñada. Sólo con una musculosa, masturbándose mientras nos espiaba.
Me puse aun más caliente, en vez de avergonzarme, y me metí la minga erecta de mi marido hasta mi garganta. Chupé, lamí, estaba ardiendo de saber que ella se estaba haciendo una paja mirándonos.
Yo quería irme, así que levanté los ojos hacia mi marido, me la saqué de la boca y le dije:
"Juan, pónmela en la concha"- me giré de nuevo dejando mi trasero indefenso a sus ataques, pero de modo que pudiera ver a mi cuñada, mientras mi marido me cogía.
Fue brutal , yo me movía como una loca , chillándole que me cogiera, diciendo que era su puta , su cerda, en fin las palabras más soeces del repertorio.
Cuando comencé a irme, miré fijamente a la puerta, dedicándole mi orgasmo y me di cuenta que Pilar, mi cuñada, sabía que yo me había dado cuenta de que se había pajeado viéndonos. Cuando Juan soltó su leche, yo estaba en un espasmo continuo, como las últimas convulsiones de un terremoto.
El cayó sobre mí y dejé de verla.
Mi marido se quedó dormido enseguida, yo no podía dormir, seguía excitada. No se me quitaba la escena de la cabeza.




Pilar, mi cuñada, había venido a pasar unos días con nosotros.
Pilar es una mujer muy especial. Morena, con el pelo largo, ondulado, de 1,60 de estatura, es delgada, con pechos pequeños, como conos, donde los pezones destacan con fuerza en una carne de color canela. Llama la atención, es una amazona que lo sabe y juega con ello. Pero es su rostro el que muestra cómo es. Con unos labios gruesos, sensuales, que al reír dejan ver unos dientes blancos, agudos, y los ojos negros como su hermano, incendian a la persona que miran. Es 7 años mayor que yo.
La había conocido en Buenos Aires, cuando fue a nuestra boda, y allí había dejado impresionados a la mayoría de los hombres que fueron a la fiesta.
Un vestido de lamé dorado, con escote pronunciado delante y la espalda al descubierto dejando poco a la imaginación ayudó aun más a que los tuviera como moscas alrededor de la miel.
Había ido una semana antes de la boda, y había sido una buena compañera en todas esas cosas que tenemos que hacer las mujeres antes de ese paso.
Después en España, siempre se había comportado como esa amiga, más que cuñada, que te ayuda a aterrizar en un país extraño, pues los primeros días me costaba integrarme en una sociedad que no conocía. Ella había sido mi lazarillo.
Dado el calor que hacía, más de 30 grados, le habíamos invitado a pasar unos días con nosotros, ya que era directora de un colegio para niños de alta sociedad y tenía vacaciones.
Y hasta ese día nuestra relación había sido convencional, pero aquella noche a finales de junio me di cuenta que algo iba a cambiar en mi vida.
No me podía dormir y pensé en lo que había sido mi vida sexual hasta este viaje a España donde tenía que pasar por lo menos unos años hasta que a mi marido le volvieran a destinar a Argentina.
Había conocido a Juan apenas cumplidos los 20 años, mi padre era el presidente de la empresa argentina socia de la española que había enviado a Juan y como estaba sólo le invitó a pasar el fin de semana en la quinta del Tigre.
Cuando le vi me dejo impactada, era guapísimo, y tenía esa tonada que tienen los españoles que nos gusta tanto y nos pone. La verdad es que acá es al revés, todo el mundo me dice que mi manera de hablar es muy sensual y melosa. Yo había regañado con el novio que había tenido desde principios de la secundaria y estaba libre. A la semana ya éramos novios, y en unos meses nos casamos.
Lo de su hermana me había trastornado. Yo, de niña, había jugado con una amiga, Lili, juntas descubrimos los besos, las primeras caricias, pero era el despertar de un sexo que no podíamos expresar de otra manera.
Alguna vez me había hecho el ratón con otra mujer, después de ver alguna película porno, en la que suele haber alguna escena lésbica, pero era ahora cuando otra mujer me había excitado, y además era mi cuñada.
No me podía dormir, le daba vueltas a la cabeza una y otra vez a lo que había pasado.
Decidí no preocuparme, pensar que no había sucedido y al fin me quedé dormida.
Me desperté tarde, mi marido ya había ido a trabajar. Me di cuenta que no se me habían borrado las imágenes de la noche anterior, no habían sido ni un sueño ni una pesadilla. Pasase lo que pasase me tenía que enfrentar a ello.
Me levanté y, sin lavarme, me puse una remera negra de Juan, que me llegaba a medio muslo y unas bombachas, bajando a la cocina.
Allí estaba Pilar, con la misma musculosa blanca de la noche anterior, que contrastaba con el moreno de su piel. Estaba preciosa. Me sonrió.
"¿Cómo has pasado la noche?. No tienes buena cara."
No sabía que contestar, así que opté por la diplomacia.
" No he dormido bien, tenés razón"
"Te preparo el desayuno."
Parecía que no hubiera pasado nada, para mí era lo más conveniente. La observé mientras me preparaba un café con leche. No llevaba nada bajo la musculosa y por la sisa se le veían los senos al moverse.
Aquello me ponía nerviosa, pero no podía separar la vista de ella, me atraía como un imán.
Desayuné y mientras fumábamos un Lucky , me dijo:
"Es un poco tarde, conviene que vayamos a la piscina, luego seguro que está llena. Vamos a ponernos los trajes de baño, agarro unos pareos, las esterillas , y a tomar el sol. Que tienes que estar morenita y guapa para mi hermanito"
Subí me puse un biquini negro y calzada con unas sandalias baje, tras lavarme la cara y la concha que con los nervios de la mañana todavía tenía restos de la batalla de la noche anterior. Agarré la novela que estaba leyendo, un best- seller histórico donde se contaba la vida de un hombre que de esclavo llegaba a sabio en la España medieval.
Al salir tropecé con mi cuñada , con un biquini diminuto blanco , era cola-less, y apenas cubría sus pezones. Me ofreció unos de los pareos que llevaba en la mano.
"Hija, te has quedado de piedra, a mi me gusta tomar el sol con poca ropa, por si luego voy a una playa nudista. Anda, ponte el pareo mientras yo cojo una radio para oír algo de música, que en la piscina, seguro que luego los niños nos vuelven locas".
Mientras iba a por el transistor, me dio un flash , ella iba a hacer como si no hubiera pasado nada para ver mi reacción.
La ventaja de ser rubia, joven y guapa es que siempre te puedes hacer la tonta , y eso decidí en segundos, era la ingenua explosiva que ella iba a seducir, pero que desde luego yo iba a gozar poniéndola caliente como una perra en celo.
Cuando bajó, fuimos a la pileta de la urbanización, es grande de unos 10x 40, rodeada de césped con unos árboles en una esquina para dar algo de sombra, apenas había unos niños con sus madres.
Pilar eligió una zona cerca de nuestra casa donde daba el sol y lo daría toda la mañana. Extendió las esterillas y pusimos encima los pareos.
Me tumbé dándome crema por las piernas y la parte delantera del cuerpo, me miraba con disimulo, y yo como si no me enterase me demoré en los muslos y sobre todo en los senos. Los embadurné , los coloqué bien , quería que se diera cuenta que tengo unas lolas de cine.
Cerré los ojos y fingí que me aislaba. Dejé pasar el tiempo, yo respiraba hondo y profundo como si estuviera relajándome, mi pecho seguía el ritmo del aire entrando en los pulmones, y entreabriendo los ojos vi que me miraba como un gato al ratón.
Me incorporé, parándome.
"Por favor, Pilar me puedes poner crema en la espalda. Estoy tan blanca que tengo miedo de quemarme, necesito por lo menos protector 8"
" Encantada"- su encantamiento tenía que ver poder tocarme de forma justificada. Yo, haciéndome la tonta le daba la oportunidad.
Me tumbé boca abajo, me puse las gafas de sol y levanté la mano para acercarle la crema.
Me retiró el pelo del cuello, y sentí en mi piel el frescor del bronceador. Suavemente me aplicó la crema en los hombros.
Le pedí que me soltara el top , para no tener marca. Sus dedos nerviosos me lo desabrocharon, los tirantes quedaron a los lados de mi cuerpo. Me recorrió la espalda muy lentamente, yo notaba su excitación.
Luego empezó por los tobillos, subiendo por las piernas camino de los muslos. Paró , oía su respiración agitada.
"Pilar, anda , sigue, que me encanta como me pones crema , tenés las manos tan suaves que parece como si me acariciara un ángel."
La verdad es que como ingenua no tengo precio, más que un ángel, era una tocadora viciosa.
Volvió a untarse las manos y siguió el masaje. Ahora presionaba con mas fuerza mis muslos, una y otra vez hasta que logró que la crema se extendiera por mi piel. Volvió a parar para echarse crema en las manos.
Y atacó mi cola, me masajeó las nalgas , primero lento , suavecito como dice la canción, luego aplicando más presión. Yo restregué mi pubis contra el suelo, y ronroneé como una gatita.
"Gracias"- di el masaje por terminado- "La verdad es que me da vergüenza decírtelo, pero me has puesto un poquito caliente. Tenés unas manos muy sensuales"
El gancho estaba echado.
" Y tu, una piel preciosa"
Al tumbarme boca abajo, y comenzar a leer las aventuras de aquel hombre que iba avanzando en el camino del conocimiento, tenía el torso un poco levantado y mis lolas quedaban medio descubiertas, era una tentación para la vista.
El saberme observada y deseada me empezó a poner caliente, sin casi darme cuenta de lo que leía, notaba como comenzaba a segregar jugos humedeciéndome la concha.
Si yo estaba ardorosa, ella debía estar más, en mi misma postura, restregaba lentamente su pubis contra el pareo que cubría la esterilla.
Pasaba hojas , sin apenas enterarme, estaba concentrada en cómo me miraba mi cuñada. Aquella mirada me excitaba muchísimo, así que decidí darme un baño. El problema fue que al levantarme quedaron mis pechos descubiertos, eso no lo hice a propósito pero Pilar parecía ir a saltar sobre ellos.
" Voy a bañarme , estoy muy caliente. Hace un calor terrible"- si bien lo de caliente iba con doble intención, con lo del calor parecía que era un modismo argentino.
"Ahora voy, espérame en el agua"
Me duché antes de entrar , el frío del agua me erizó los pezones que parecían querer romper la tela del bikini. Me metí despacio , por la escalerilla, y me quedé viendo como Pilar tras una ducha corta se tiraba de cabeza en un salto perfecto. Nadó hasta mí.
"Está buenísima. ¿ nadamos juntas un rato?"
La verdad es que yo era un pato al lado de su estilo, se movía como una anguila en el agua. Decidí salir y me acerqué a la escalera donde había menos profundidad.
Mientras iba a la ducha para quitarme el cloro, la vi salir a pulso, rápida en una demostración de su carácter de amazona. Me quedé hasta que vino a mi lado , era preciosa. Al estar mojada se notaban sus pezones oscuros tras la tela blanca. Me tomó de la mano para volver a tomar el sol.
Nos tumbamos, me di cuenta que aunque yo montase el número de la ingenua, ella sabía que yo también la deseaba. El sol acariciaba mi piel, pero anhelaba las que me podía dar mi cuñada. El mal dormir de la noche anterior hizo que me adormeciera.
" Despierta, Malena, despierta"- Pilar me movió con fuerza.
"Perdona , me he quedado dormida, ¿ qué pasa?"
" Mi niña , que no sé que soñabas pero has empezado con un así , así, así, que podía llamar la atención. Vamos que estabas en un sueño erótico y se te empezaba a notar"
" Pues no recuerdo nada"- era verdad, no me acordaba qué estaba soñando.
"¿Qué hora es? , porque empiezo a tener hambre".
"Casi las tres , si quieres vamos a casa a comer algo, y luego volvemos."
Mi marido llegaba a las 6 , y me apetecía estar con ella, solas, teníamos casi tres horas.
"Prefiero ir a casa y ducharme y ponerme un poco de crema que si no me voy a pelar la piel."
Su rápida respuesta de un vamos , me hizo ver que pensaba como yo , y además que lo de la crema que yo había propuesto podía ser el principio de un final .
Al llegar a casa , yo fui al baño de mi habitación para ducharme sola, no di la oportunidad a Pilar para que se duchara conmigo , quería dos cosas , primero hacer que me deseara más y segundo quitarme la calentura que tenía.
Abrí la ducha y dejé que el agua corriera por mi piel, agradecí la frescura que contrastaba con la cantidad de sol que llevaba encima.
Y luego , puse la ducha templada, la pasé a modo teléfono, le di presión y apunté el chorro contra mi concha. Miles de agujitas se clavaban en lo mas íntimo, mis labios inferiores recibían una caricia fuerte que me aumentaba la excitación. Con la mano izquierda subí mi pubis dejando el botón rosado prácticamente al descubierto e hice que el agua me masajeara. Enseguida noté como me iba a acercando a la explosión del orgasmo.
Mas tranquila , me sequé despacio , me puse una toalla envolviéndome el pelo y me puse el albornoz, lo cerré con el cinturón y salí con la crema hidratante en la mano camino del cuarto de baño , donde estaba mi cuñada.
La encontré desnuda, era hermosa, el pelo negro mojado se extendía en rizos hasta los hombros. El vello púbico era un matojo fuerte y encrespado, que marcaba un triangulo perfectamente dibujado para no salir del bikini, allí descansa su mano derecha acariciándose.
"Perdona, me voy."- dije al entrar, haciéndome la sorprendida al verla en plena masturbación.
"¿ Qué quieres?"- su voz ronca por la excitación, no era de reproche sino de invitadora.
"Que me des crema en la espalda, pero..."- seguí con mi papel de ingenua.
"Ven, ahora te la doy"
 
Extendí la mano con el bote de crema y después me abrí la bata , dejándola caer y quedando desnuda frente a ella.
Me miró devorándome , no sé cuanto tiempo estuvimos la una frente a la otra, debieron ser segundos que me parecieron horas. Sus manos me tomaron por la cintura y me acercaron a su cuerpo. Me apretó contra ella, y sus labios buscaron mi boca, su lengua la recorrió y se introdujo a la caza de la mía. Noté como su muslo se abría paso entre los míos , apoyándose en mi concha , acariciando mi zona más íntima. Hice lo mismo , y mi muslo se mojó de sus jugos secretos. Nos besamos , los cuerpos unidos, los pezones se endurecían con la batalla del roce.
Me separó y me recorrió con sus ojos, yo temblaba de deseo.
"¡ Qué buena estás!. Ven, vamos a la cama."
De la mano me llevó a su dormitorio.

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