Habíamos parado para comer, comimos unos panchos que le habían sobrado de la noche anterior pero ligero. Cuando terminamos nos fuimos a sentar al sillón, así desnudos como habíamos quedado. Empezamos a hablar de cosas, si la estaba pasando bien, si me estaba gustando, a lo que yo algo estaba avergonzado admitiendo que si, que la estaba pasando excelente, y la charla se puso de a poco mas picante.
- Martín: Che entonces... ¿te gustan los hombres?
- Yo: Emm... no creo, no me parecen lindos los hombres como sí me parecen lindas las mujeres.
- Martín, canchereando: ¿Te gusto yo nada más?
Le pegué en el hombro, colorado pero riéndome.
- Yo: No sé si es gustar, pero me das ganas de... ya sabes, de esto.
Yo seguía ruborizado. Me moví para ocultar la erección que me estaba provocado confesar esas cosas pero Martín vio que me estaba calentando de nuevo.
- Martín: Yo hace rato que le tenía ganas a tu culo.
- Yo: ¿En serio?
- Martín: Si, tenes alto culo, ¿por que pensaste que te lo tocaba tanto?
- Yo: jaja no sabia, Lautaro también me lo toca.
- Martín: Jaja y bueno, ¿ves? Tu culo provoca. Pero no sabía que la chupabas tan bien.
- Yo: Bue, aguantá jaja...
- Martín: En serio, me encanta.
Acercó su dedo pulgar a mi boca, yo abrí mis labios y lo dejé entrar. Le chupé un poco el dedo, pasándole la lengua y mirándolo a los ojos. Él movió la cabeza señalando mi entrepierna y me volvió a hablar.
- Martín: Se ve que te gusta la verga eh.
- Yo me reí un poco, me sacaba su dedo para hablar y me lo volvía a meter: No es que me gusta la verga, me gusta tu verga.
- Martín: ¿Ah si?
- yo: Si
- Martín: ¿La de Lautaro no te gusta?
Dudé un poco, después de todo sí me gustaba jaja. Él se dio cuenta que estaba pensándolo.
- Martín: Ah un poco te gusta me parece.
- Yo: Jaja es una linda pija, no te voy a mentir, pero me gusta mas esta.
Me saqué su dedo de la boca y sin bajarme del sillón acerqué mi cara a su pija.
- Yo: ¿Te la puedo chupar un rato?
- Martín: Si bebé, es toda para vos.
Me acerqué y le di besos por la ingle. Sentía su vello en mis labios y en la nariz. Agarré su pija flácida y me la metí entera, solo estando así la podía tener toda en la boca. Quedé en cuatro en el sillón, él me acariciaba la cola disfrutando de que le tirara la goma. Me tenía convertido en una petera, esa pija enorme y su actitud de machito me transformaban, me encantaba estar complaciéndolo.
Mientras estábamos así suena el teléfono que estaba cerca del sillón, me sobresalté un poco. Lo miré y como no hizo ningún movimiento seguí chupándosela, creí que iba a dejar que el teléfono suene pero de repente contestó. Yo quise salir pero me lo impidió con una mano en mi nuca, seguía con su pija en la boca, ya a más de media asta.
- Martín: ¿Hola?... ¿Qué haces, todo bien?
Pasaban unos segundos y yo lo miraba sin saber que hacer, un poco asustado. Pero cuando sentí que con su mano en mi cabeza me agarraba del pelo, haciéndome subir un poco, y después me hizo bajar, ya sabía lo que quería. Siguió moviéndome la cabeza y yo me dediqué a seguir chupándole la pija al ritmo que me marcaba. Era una situación como de peligro , casi como si nos pudieran pescar; eso me calentó mucho y empecé a tragarme todo lo que podía, sin poder evitar largar algún quejido, que intentaba largar bajito.
- Martín: Jaja ah, mira, ¿vas a ir? No, yo no creo, hace mucho calor.
Volví a mirar a Martín, estaba sonriendo con esa actitud de canchero pijudo que ya había aprendido a reconocer.
- Martín: Si, estuvo buena la salida. Jaja si, lástima que a él (por mi) no se le dió. No creo que esté triste igual.
Quería decirle que era un guacho, pero tenía la boca ocupada. Me estaba humillando con su mano en mi nuca forzándome a chuparle la pija, y además me cargaba con mi amigo al mismo tiempo. Y yo lo disfrutaba, me hacía sentir muy trola.
- Martín: Si jajaja, quizás la piba se puso celosa de que él (por mi) tuviera mejor culo.
Casi me río pero iba a delatar que estaba ahí. Aumenté el ritmo del pete por mi cuenta, le apretaba mas la pija y lo empecé a pajear con una mano. Quería forzarlo a él a ser delatado, a ver si le gustaba, pero no se la bancó mucho.
- Martín: Mmm... Jaja dale, nos vemos mañana, chau.
Cuando cortó por fin me saqué la pija de la boca para hablarle.
- Yo: Sos un atrevido.
- Martín: Jaja no pasa nada.
- Yo: Estabas hablando con Lautaro mientras te chupaba la pija, ¿o no? Sos un guacho. Estas re loco vos.
No era reproche real, yo también me reía y me había calentado un montón, solo estaba impresionado con lo perverso que podía ser mi amigo, era un diablo.
- Martín: Seguí chupándome la pija, bebé, que lo haces re bien.
Él también había aprendido a reconocer que cuando me decía bebé yo bajaba la guardia, quedaba manso. Seguí chupándole la pija un rato, intentaba usar mis labios para masturbarlo con la boca, pero ya del todo parada era una posición incómoda, quedaba muy pegado a su pecho. Martín se paró y me dejó seguir mamando esa verga, ahora yo sentado. Le tocaba las bolas gigantes que tenía, le tocaba los abdominales, las piernas, aprovechaba para manosearlo todo mientras ya casi me podía meter la mitad de su poronga. Decidí yo empezar a jugar un poco mas brusco esta vez, y empecé a cabecear sobre su pija más rápido. Martín solo suspiraba y me acariciaba el pelo mientras yo lo daba todo por esa tremenda pija.
- Martín: Uh que puta estas...
- Yo me saqué la pija de la boca para contestar: ¿Te gusta como te la chupo?
- Martín: Uh si bebé, voy a querer esto todos los días.
Martín me sonreía y gozaba. Puse mis dos manos sobre su tronco y empecé a pajearlo, primero con suavidad y después más rápido. Martín se empezaba a tensar de nuevo, pero me separó la cabeza de su verga.
Martín: Bancá, quiero probar esa cola de nuevo.
Yo, beboteando: ¿Me vas a coger otra vez?
Martín: Si, quiero tener esa cola en cuatro, vamos.
Yo sonreí contento. Fuimos subiendo las escaleras, esta vez lo llevaba yo de la pija, estaba dura como un fierro, lo había dejado lo más al palo que podía estar. Llegamos a la pieza y me empieza a besar, otra vez metiéndome la lengua a fondo; yo me colgué de su cuello de nuevo mientras él me tocaba la cola y empujaba mi cuerpo hacia el suyo. Mi pito duro se tocaba con el suyo, era quizás apenas un poquito más de un tercio del suyo, que también me superaba en grosor por mucho, mi pene parecía minúsculo al lado del de él. Me separó de él y me ordenó que me ponga en cuatro en la cama, al borde. Martín fue a agarrar el aceite y me tiró en la cola. Me metió un dedo sin problemas, y el segundo también casi sin esfuerzo.
- Martín: Ya se está abriendo solo este orto.
- Yo: Vos me lo estas abriendo, hdp. - le dije mirándolo por sobre el hombro.
Martín no esperó mucho mas, siguió jugando con sus dedos adentro mío hasta que se puso el forro, se tiró lubricante en la pija y me empezó a ensartar. Esta vez sin tantos intentos pudo entrarme más fácil. Su poronga me volvió a estirar el ano al máximo, al principio me dolió un poco pero Martín iba lento, despacito para no lastimarme. Ahora creo que sentía mas, podía sentir las venas de esa manguera de carne en las paredes de mi cola. Gemí mas que nunca, y bien agudo, no podía controlarme. Tantas veces lo había imaginado y ahora estaba ahí, en cuatro en su cama, totalmente entregado, siendo cogido por esa hermosa poronga de Martín. Mi amigo me la estaba poniendo de nuevo, me tenía agarrado fuerte de la cintura y entraba y salía de a poco. De a poquito fui disfrutando más y más, hasta de nuevo sentir la sorpresa de los huevos de Martín chocar con mis nalgas. Martín me agarró una mano y pasándomela entre las piernas me la llevó a mi cola.
- Martín: Mirá bebé, ya la tenes toda adentro de nuevo.
- Yo: Ay! No lo puedo creer, es gigante.
- Martín: ¿Te gusta, putito?
- Yo: Me encanta.
Aproveché la situación para tocarle las bolas desde atrás y pegarlas con las mías, que eran canicas en comparación. Empezó a moverse de nuevo, aumentando de a poquito la velocidad, sacando la mitad de su pija y mandándomela a fondo, todo mi cuerpo sentía el impacto placentero que su pija me provocaba, me movía todo. Él respiraba como un animal, mas agitado. Bajé mis brazos y me estiré con el pecho en la cama, recibiendo los empujes de Martín, dejándolo hacerme lo que quisiera.
- Martín: Que culo de puta que tenés, por favor.
Yo no podía contestar, estaba sintiendolo todo. Empezó a darme más y mas fuerte. Me empezó a dar chirlos y le tuve que pedir que pare, porque ya tenía las nalgas sensibles de mas temprano, pero no se calmaba. Me empujó mas para adentro de la cama y subió una pierna mientras me seguía dando.
- Martín: Que puta de culo fácil que sos, bebé. Mirá como te entra.
Me encantaban los insultos de Martín, me hacían sentir una chica bien trola, quería que disfrute haciéndome el orto, pero no podía ni pensar qué contestarle porque no paraba de gemir. Los ruidos de la pieza eran muy fuertes entre mis gemidos, sus suspiros e insultos y el rebote de sus pelotas con mi cola. Cada embestida me hundía más en la cama, ya tenía la cara en el colchón y agarraba las sábanas deshechas. En eso siento que se frena unos segundos, respirando muy agitado; estaba por preguntarle si quería frenar pero siento que se sube a la cama y empieza a taladrarme el culo de nuevo, ahora más de arriba a abajo. Para queee, si antes gemía fuerte lo de ahora eran gritos directamente. No podía creer como me estaba cogiendo mi amigo, con tanta furia, desesperado, de verdad rompiéndome el culo. Me daba con fuerza, metiéndomela hasta el fondo, sus bolas quedaban incrustadas entre los cachetes de mi cola.
Después de unos minutos así medio que se derrumbó encima mío, nos quedamos los dos exhaustos.
- Yo: Ay, dios, como me estas cogiendo.
Martín me acarició el pelo y se rió un poquito, pero no me contestó nada, estaba ocupado en recuperar el aliento.
- Yo: Vení, acostate un poco.
Salió de encima mío lentamente y se acostó a mi lado, yo seguía boca abajo, él se tiró panza arriba. Le acomodé las almohadas para su cabeza. Sentía toda la cola húmeda por el lubricante y a Martín todo húmedo por la transpiración. Miré su pija y seguía dura. Se la agarré y lo empecé a pajear por encima del forro, él cerró los ojos y disfrutaba.
- Martín: Dame un minuto y sigo.
Yo me reí, ¡era un toro mi amigo! Lo seguí pajeando un poco y dije "ya fue, esta es la mía". Pasé una pierna por encima suyo, dejando mi cola cerca de su pija. Él me miró primero sorprendido y después sonrió. Pasé una mano por detrás y le acariciaba la poronga y los huevos, mordiéndome el labio y mirándolo.
- Yo: Hasta tus bolas son gigantes, hdp, ¿como hacés?
Martín se rió, yo acomodé su pija en la entrada de mi cola y como pude fui metiéndomela. Pensé que iba a ser más difícil pero se ve que ya estaba bien dilatado, porque entró como si nada. Me metí la cabeza y frené, tratando de acostumbrarme a llevar el ritmo. Cerré los ojos y de a poquito me fui metiendo centímetro tras centímetro; cuando llegué a la mitad levanté mi cadera hasta la cabeza de su pija y bajé de nuevo. Disfrutaba mucho de este polvo lento, metiéndomela de a poco. Cada vez que llegaba a la mitad largaba un gemidito y volvía a subir y bajar. Abrí los ojos para ver a Martín y me miraba con una cara de pervertido increíble, lo que me convenció para metérmela toda. Bajé lentamente hasta que hice tope, largué una exhalación y me quedé unos segundos con su pija hasta el fondo. Me empecé a mover en círculos, sin sacarla nada, no podía creer lo que se sentía eso. Estaba sentado en Martín, mi amigo de toda la vida, con su poronga inmensa adentro, me sentía en el paraíso y con la cola llena.
- Martín: Uff, que hija de puta... la debés tener hasta acá - me dijo señalándome la panza, por arriba del ombligo.
Yo me mordí el labio y empecé a moverme de nuevo, lento, llegando hasta la mitad y volviendo a bajar, exhalando de placer cada vez que me daba el aire, enterrándome toda esa poronga en el orto.
- Martín: Que puto hermoso que sos, por favor.
- Yo: Ay! No me digas... así!
Apenas podía hablar moviéndome tremenda poronga adentro.
- Martín: ¿Por qué no? Si sos un puto hermoso.
- Yo: Ay, no soy... puto! - le dije mientras subía y bajaba en ese tubo de carne.
- Martín: Tenés mi pija bien adentro, mirá como te la estas metiendo solo... ¿qué sos entonces?
- Yo: Soy... Ay! Muy puta.
Esto parece que volvió loco a Martín, porque me rodeó con sus brazos y me llevó a su pecho para moverse él. Con movimientos de su pelvis arriba y abajo me empezó a castigar la cola. Yo volví a gritar desaforadamente, me agarraba de la cabeza de Martín y miraba para otro lado para no gritarle en la cara. Después de unos minutos volvió a dejarme libre y volví a cabalgar yo, ahora a un ritmo más rápido.
- Yo: Ay, dios, esta pija que tenés, guacho, es tremenda.
Me acosté de nuevo sobre su pecho, pero ahora moviéndome yo, intentando que sea solo con mi cintura. Lo miraba a los ojos como podía (se me iban a cualquier lado del placer y el movimiento) y sentía su mirada también. Llevó sus manos a mi cola y empezó a mover su pelvis a la par de la mía. Me acariciaba la cola como con ternura y nos movíamos a la par, yo ensartándome su pija y él entrándome por la cola, era increíble, quizás el mejor momento de toda la tarde. Estuvimos así un rato, como conectados, mirándonos y disfrutando, gimiendo y suspirando juntos.
En eso me agarra de la cintura y se incorpora, yo me abracé a él, con la pija hasta el fondo. Se mueve conmigo encima hasta el borde de la cama, hasta quedar sentado. Yo lo rodee con mis piernas y ahora estábamos frente a frente; si bien era más incómodo para moverme (solo me la podía sacar un poco antes de volver a bajar) fue un momento muy íntimo, cara a cara los dos, mi frente apoyada en la suya. Martín seguía acariciándome la cola y mis manos pasaban de su cara a su espalda; era como un momento de descanso dentro del garche, porque nos estábamos moviendo poco, pero su pija seguía bien dura adentro mío. Estuvimos unos minutos así hasta que con sus manos en mi cintura me baja para tener su poronga hasta el fondo y me besa, de nuevo fuerte, rudo. "Qué hombre que es este pendejo" pensaba por dentro mientras su lengua invadía mi boca.
- Martín: Agarrate de mi.
Yo le hice caso, sin saber qué iba a hacer. Con mucho cuidado me levantó un poco y me giró hasta que quedé en la cama boca arriba y él encima. Me tenía acostado con las piernas abiertas y me empezó a coger en esa pose, tipo misionero. Yo volví a gemir como loca mientras Martín me penetraba una y otra vez como un animal en celo. Yo ya estaba cansado y Martín también, pero parecía que no quería parar. Me puso de patitas al hombro y me seguía cogiendo. Los sonidos de sus bolas contra mi cola eran un escándalo. Cuando ya le estaba por decir que no daba más, frenó. Una gota de sudor de su frente me cayó en la cara. Estábamos fusilados. Acaricié su espalda toda transpirada mientras lo tenía abrazado a mi.
- Yo: Ay, guacho, sos una máquina, pero necesito que paremos.
Martín asintió y nos besamos un rato, todavía con su poronga invadiéndome la cola. Esta vez fue un beso distinto, jugábamos mucho con nuestras lenguas, fue un beso largo y hasta cariñoso. Después de esa cogida me sentía como enamorado. Se quiso mover para salir pero se lo impedí.
- Yo: Esperá, un poquito mas - le dije entre suspiros y nos volvimos a besar otro rato.
Después del beso lo dejé salir de adentro mío. Mi cola largó un gas involuntariamente y nos reímos. Nos tiramos los dos en la cama boca arriba, respirando agitados. Cuando recobramos un poco el aire le saqué el forro, su pija no estaba dura del todo pero seguía gorda y grande. Se la empecé a acariciar mientras nos mirábamos.
- Yo: Me re cogiste.
- Martín: ¿Viste? Como no cogerte con esa cola.
- Yo, riéndome: Sos un sarpado, me diste re duro.
- Martín: Te traté bien, ¿o no? ¿La pasaste bien?
- Yo, exhalando de cansancio y placer: Ay, si. Re bien, me re gustó. No acabaste, ¿querés acabar?
- Martín: si pero no me puedo mover jaja.
- Yo: Jaja no pasa nada.
Me levanté, le separé las piernas y me arrodillé al borde de la cama. Su pija semi dura descansaba sobre su panza, inclinada para un costado. Se la agarré con una mano, apenas moviendo mis dedos sobre su tronco, y empecé a chuparle las bolas. Abrí lo mas grande que pude y me las metía en la boca; me las sacaba y le pasaba la lengua mientras empezaba a masturbarlo lento. Su pija se puso dura enseguida Lo sentía temblar, sabía que no estaba lejos de acabar, pero no quería apurarme, podía ser el último pete que le haga a Martín (no sabía si iba a haber una próxima vez) así que quería disfrutarlo al máximo. Seguí haciendo gárgaras con sus bolas hasta que empecé a pasar la lengua por ese termo morocho. Agarré la saliva que había desparramado en sus bolas y la pasé por su poronga, sacándole un poco el gusto feo a preservativo. Acerqué la cabeza a mi boca y le pasé la lengua en círculos; Martín tiraba como pataditas al aire y suspiraba, sentía que lo tenía donde quería. Lo miré y tenía los ojos cerrados, respirando profundo. Me metí su pija a la boca y empecé a subir y bajar mientras lo pajeaba. Apenas un toque después Martín se incorporó y me empezó a agarrar la cabeza y moverme él a mi, yo me dejaba hacer, asegurándome de babearle bien la pija y pajearlo más rápido. Empezó a suspirar mas rápido hasta que largó un gemido grave, casi un rugido. Su cuerpo empezó como a convulsionar y me bajó con fuerza la cabeza, me metió más de la mitad de su poronga en la boca, lo máximo que me había entrado dura, y empezó a inundarme la boca de leche.
Esta vez tenía su pija demasiado adentro, no podía tragar casi, su leche me golpeaba en el fondo de la garganta y bajaba a mis labios y sobre su pija mientras Martín seguía moviéndose sin parar y largando más y mas leche. Después de unos cuantos segundos paró de convulsionar y respiró profundo, exhalando con satisfacción. Quise sacar mi cabeza pero me la mantuvo ahí con una mano, riéndose. Yo también me reía incómodamente con su pija en la boca.
- Martín: Uf amigo, me encanta esto eh.
Me sentía feliz con sus halagos. Finalmente me dejó sacar su pija de mi boca.
- Martín, canchereando: ¿Qué pasó, no te la pudiste tomar toda?
Abrí la boca y le mostré que tenía todavía un montón de su leche. Martín sonreía.
- Martín: Tragá y limpiame la pija, dale.
Por supuesto que tragué y empecé a pasar la lengua por su chota, juntando los restos de semen que tenía y me lo tomaba. Me gustaba tragar su leche, era como seguir teniendo a Martín adentro, quedarme con algo suyo, como un premio que me había ganado por satisfacerlo. Cuando terminé me tiré en la cama a su lado. Se levantó a fijarse la hora y ya eran casi las 18.
- Yo: Ay hdp, me cogiste toda la tarde.
- Martín: Te encantó...
Yo me mordí el labio y asentí. Nos quedamos un rato recuperando el aliento, después me fui a bañar yo y después él. Llamé a mi casa avisando que estaba en lo de Martín y que ya volvía. Me vestí y cuando me estaba por ir Martín se me abalanza y me encierra contra la pared, me empezó a besar de nuevo.
- Martín: Tenemos que repetir.
- Yo: Jaja ya veremos.
- Martín: ¿Te vas a hacer la difícil ahora?
Yo me reí y le manosee la pija por arriba del pantalón. Nos despedimos y me fui caminando (un poco incómodo jaja) a mi casa. Llegué y me tiré en la cama con una sonrisa de oreja a oreja, pensando en todo lo que había pasado, lo que había hecho, y lo que Martín me había hecho. Ni bien pude me hice una paja en la que me manché todo (no había acabado en toda la tarde), nunca había acabado así, era el orgasmo mas fuerte que había tenido en mi vida. Me quedé pensando en si habría una próxima vez, en si todo iba a seguir igual con Martín. Esa noche dormí un montón de horas, bien cogido y feliz.
- Martín: Che entonces... ¿te gustan los hombres?
- Yo: Emm... no creo, no me parecen lindos los hombres como sí me parecen lindas las mujeres.
- Martín, canchereando: ¿Te gusto yo nada más?
Le pegué en el hombro, colorado pero riéndome.
- Yo: No sé si es gustar, pero me das ganas de... ya sabes, de esto.
Yo seguía ruborizado. Me moví para ocultar la erección que me estaba provocado confesar esas cosas pero Martín vio que me estaba calentando de nuevo.
- Martín: Yo hace rato que le tenía ganas a tu culo.
- Yo: ¿En serio?
- Martín: Si, tenes alto culo, ¿por que pensaste que te lo tocaba tanto?
- Yo: jaja no sabia, Lautaro también me lo toca.
- Martín: Jaja y bueno, ¿ves? Tu culo provoca. Pero no sabía que la chupabas tan bien.
- Yo: Bue, aguantá jaja...
- Martín: En serio, me encanta.
Acercó su dedo pulgar a mi boca, yo abrí mis labios y lo dejé entrar. Le chupé un poco el dedo, pasándole la lengua y mirándolo a los ojos. Él movió la cabeza señalando mi entrepierna y me volvió a hablar.
- Martín: Se ve que te gusta la verga eh.
- Yo me reí un poco, me sacaba su dedo para hablar y me lo volvía a meter: No es que me gusta la verga, me gusta tu verga.
- Martín: ¿Ah si?
- yo: Si
- Martín: ¿La de Lautaro no te gusta?
Dudé un poco, después de todo sí me gustaba jaja. Él se dio cuenta que estaba pensándolo.
- Martín: Ah un poco te gusta me parece.
- Yo: Jaja es una linda pija, no te voy a mentir, pero me gusta mas esta.
Me saqué su dedo de la boca y sin bajarme del sillón acerqué mi cara a su pija.
- Yo: ¿Te la puedo chupar un rato?
- Martín: Si bebé, es toda para vos.
Me acerqué y le di besos por la ingle. Sentía su vello en mis labios y en la nariz. Agarré su pija flácida y me la metí entera, solo estando así la podía tener toda en la boca. Quedé en cuatro en el sillón, él me acariciaba la cola disfrutando de que le tirara la goma. Me tenía convertido en una petera, esa pija enorme y su actitud de machito me transformaban, me encantaba estar complaciéndolo.
Mientras estábamos así suena el teléfono que estaba cerca del sillón, me sobresalté un poco. Lo miré y como no hizo ningún movimiento seguí chupándosela, creí que iba a dejar que el teléfono suene pero de repente contestó. Yo quise salir pero me lo impidió con una mano en mi nuca, seguía con su pija en la boca, ya a más de media asta.
- Martín: ¿Hola?... ¿Qué haces, todo bien?
Pasaban unos segundos y yo lo miraba sin saber que hacer, un poco asustado. Pero cuando sentí que con su mano en mi cabeza me agarraba del pelo, haciéndome subir un poco, y después me hizo bajar, ya sabía lo que quería. Siguió moviéndome la cabeza y yo me dediqué a seguir chupándole la pija al ritmo que me marcaba. Era una situación como de peligro , casi como si nos pudieran pescar; eso me calentó mucho y empecé a tragarme todo lo que podía, sin poder evitar largar algún quejido, que intentaba largar bajito.
- Martín: Jaja ah, mira, ¿vas a ir? No, yo no creo, hace mucho calor.
Volví a mirar a Martín, estaba sonriendo con esa actitud de canchero pijudo que ya había aprendido a reconocer.
- Martín: Si, estuvo buena la salida. Jaja si, lástima que a él (por mi) no se le dió. No creo que esté triste igual.
Quería decirle que era un guacho, pero tenía la boca ocupada. Me estaba humillando con su mano en mi nuca forzándome a chuparle la pija, y además me cargaba con mi amigo al mismo tiempo. Y yo lo disfrutaba, me hacía sentir muy trola.
- Martín: Si jajaja, quizás la piba se puso celosa de que él (por mi) tuviera mejor culo.
Casi me río pero iba a delatar que estaba ahí. Aumenté el ritmo del pete por mi cuenta, le apretaba mas la pija y lo empecé a pajear con una mano. Quería forzarlo a él a ser delatado, a ver si le gustaba, pero no se la bancó mucho.
- Martín: Mmm... Jaja dale, nos vemos mañana, chau.
Cuando cortó por fin me saqué la pija de la boca para hablarle.
- Yo: Sos un atrevido.
- Martín: Jaja no pasa nada.
- Yo: Estabas hablando con Lautaro mientras te chupaba la pija, ¿o no? Sos un guacho. Estas re loco vos.
No era reproche real, yo también me reía y me había calentado un montón, solo estaba impresionado con lo perverso que podía ser mi amigo, era un diablo.
- Martín: Seguí chupándome la pija, bebé, que lo haces re bien.
Él también había aprendido a reconocer que cuando me decía bebé yo bajaba la guardia, quedaba manso. Seguí chupándole la pija un rato, intentaba usar mis labios para masturbarlo con la boca, pero ya del todo parada era una posición incómoda, quedaba muy pegado a su pecho. Martín se paró y me dejó seguir mamando esa verga, ahora yo sentado. Le tocaba las bolas gigantes que tenía, le tocaba los abdominales, las piernas, aprovechaba para manosearlo todo mientras ya casi me podía meter la mitad de su poronga. Decidí yo empezar a jugar un poco mas brusco esta vez, y empecé a cabecear sobre su pija más rápido. Martín solo suspiraba y me acariciaba el pelo mientras yo lo daba todo por esa tremenda pija.
- Martín: Uh que puta estas...
- Yo me saqué la pija de la boca para contestar: ¿Te gusta como te la chupo?
- Martín: Uh si bebé, voy a querer esto todos los días.
Martín me sonreía y gozaba. Puse mis dos manos sobre su tronco y empecé a pajearlo, primero con suavidad y después más rápido. Martín se empezaba a tensar de nuevo, pero me separó la cabeza de su verga.
Martín: Bancá, quiero probar esa cola de nuevo.
Yo, beboteando: ¿Me vas a coger otra vez?
Martín: Si, quiero tener esa cola en cuatro, vamos.
Yo sonreí contento. Fuimos subiendo las escaleras, esta vez lo llevaba yo de la pija, estaba dura como un fierro, lo había dejado lo más al palo que podía estar. Llegamos a la pieza y me empieza a besar, otra vez metiéndome la lengua a fondo; yo me colgué de su cuello de nuevo mientras él me tocaba la cola y empujaba mi cuerpo hacia el suyo. Mi pito duro se tocaba con el suyo, era quizás apenas un poquito más de un tercio del suyo, que también me superaba en grosor por mucho, mi pene parecía minúsculo al lado del de él. Me separó de él y me ordenó que me ponga en cuatro en la cama, al borde. Martín fue a agarrar el aceite y me tiró en la cola. Me metió un dedo sin problemas, y el segundo también casi sin esfuerzo.
- Martín: Ya se está abriendo solo este orto.
- Yo: Vos me lo estas abriendo, hdp. - le dije mirándolo por sobre el hombro.
Martín no esperó mucho mas, siguió jugando con sus dedos adentro mío hasta que se puso el forro, se tiró lubricante en la pija y me empezó a ensartar. Esta vez sin tantos intentos pudo entrarme más fácil. Su poronga me volvió a estirar el ano al máximo, al principio me dolió un poco pero Martín iba lento, despacito para no lastimarme. Ahora creo que sentía mas, podía sentir las venas de esa manguera de carne en las paredes de mi cola. Gemí mas que nunca, y bien agudo, no podía controlarme. Tantas veces lo había imaginado y ahora estaba ahí, en cuatro en su cama, totalmente entregado, siendo cogido por esa hermosa poronga de Martín. Mi amigo me la estaba poniendo de nuevo, me tenía agarrado fuerte de la cintura y entraba y salía de a poco. De a poquito fui disfrutando más y más, hasta de nuevo sentir la sorpresa de los huevos de Martín chocar con mis nalgas. Martín me agarró una mano y pasándomela entre las piernas me la llevó a mi cola.
- Martín: Mirá bebé, ya la tenes toda adentro de nuevo.
- Yo: Ay! No lo puedo creer, es gigante.
- Martín: ¿Te gusta, putito?
- Yo: Me encanta.
Aproveché la situación para tocarle las bolas desde atrás y pegarlas con las mías, que eran canicas en comparación. Empezó a moverse de nuevo, aumentando de a poquito la velocidad, sacando la mitad de su pija y mandándomela a fondo, todo mi cuerpo sentía el impacto placentero que su pija me provocaba, me movía todo. Él respiraba como un animal, mas agitado. Bajé mis brazos y me estiré con el pecho en la cama, recibiendo los empujes de Martín, dejándolo hacerme lo que quisiera.
- Martín: Que culo de puta que tenés, por favor.
Yo no podía contestar, estaba sintiendolo todo. Empezó a darme más y mas fuerte. Me empezó a dar chirlos y le tuve que pedir que pare, porque ya tenía las nalgas sensibles de mas temprano, pero no se calmaba. Me empujó mas para adentro de la cama y subió una pierna mientras me seguía dando.
- Martín: Que puta de culo fácil que sos, bebé. Mirá como te entra.
Me encantaban los insultos de Martín, me hacían sentir una chica bien trola, quería que disfrute haciéndome el orto, pero no podía ni pensar qué contestarle porque no paraba de gemir. Los ruidos de la pieza eran muy fuertes entre mis gemidos, sus suspiros e insultos y el rebote de sus pelotas con mi cola. Cada embestida me hundía más en la cama, ya tenía la cara en el colchón y agarraba las sábanas deshechas. En eso siento que se frena unos segundos, respirando muy agitado; estaba por preguntarle si quería frenar pero siento que se sube a la cama y empieza a taladrarme el culo de nuevo, ahora más de arriba a abajo. Para queee, si antes gemía fuerte lo de ahora eran gritos directamente. No podía creer como me estaba cogiendo mi amigo, con tanta furia, desesperado, de verdad rompiéndome el culo. Me daba con fuerza, metiéndomela hasta el fondo, sus bolas quedaban incrustadas entre los cachetes de mi cola.
Después de unos minutos así medio que se derrumbó encima mío, nos quedamos los dos exhaustos.
- Yo: Ay, dios, como me estas cogiendo.
Martín me acarició el pelo y se rió un poquito, pero no me contestó nada, estaba ocupado en recuperar el aliento.
- Yo: Vení, acostate un poco.
Salió de encima mío lentamente y se acostó a mi lado, yo seguía boca abajo, él se tiró panza arriba. Le acomodé las almohadas para su cabeza. Sentía toda la cola húmeda por el lubricante y a Martín todo húmedo por la transpiración. Miré su pija y seguía dura. Se la agarré y lo empecé a pajear por encima del forro, él cerró los ojos y disfrutaba.
- Martín: Dame un minuto y sigo.
Yo me reí, ¡era un toro mi amigo! Lo seguí pajeando un poco y dije "ya fue, esta es la mía". Pasé una pierna por encima suyo, dejando mi cola cerca de su pija. Él me miró primero sorprendido y después sonrió. Pasé una mano por detrás y le acariciaba la poronga y los huevos, mordiéndome el labio y mirándolo.
- Yo: Hasta tus bolas son gigantes, hdp, ¿como hacés?
Martín se rió, yo acomodé su pija en la entrada de mi cola y como pude fui metiéndomela. Pensé que iba a ser más difícil pero se ve que ya estaba bien dilatado, porque entró como si nada. Me metí la cabeza y frené, tratando de acostumbrarme a llevar el ritmo. Cerré los ojos y de a poquito me fui metiendo centímetro tras centímetro; cuando llegué a la mitad levanté mi cadera hasta la cabeza de su pija y bajé de nuevo. Disfrutaba mucho de este polvo lento, metiéndomela de a poco. Cada vez que llegaba a la mitad largaba un gemidito y volvía a subir y bajar. Abrí los ojos para ver a Martín y me miraba con una cara de pervertido increíble, lo que me convenció para metérmela toda. Bajé lentamente hasta que hice tope, largué una exhalación y me quedé unos segundos con su pija hasta el fondo. Me empecé a mover en círculos, sin sacarla nada, no podía creer lo que se sentía eso. Estaba sentado en Martín, mi amigo de toda la vida, con su poronga inmensa adentro, me sentía en el paraíso y con la cola llena.
- Martín: Uff, que hija de puta... la debés tener hasta acá - me dijo señalándome la panza, por arriba del ombligo.
Yo me mordí el labio y empecé a moverme de nuevo, lento, llegando hasta la mitad y volviendo a bajar, exhalando de placer cada vez que me daba el aire, enterrándome toda esa poronga en el orto.
- Martín: Que puto hermoso que sos, por favor.
- Yo: Ay! No me digas... así!
Apenas podía hablar moviéndome tremenda poronga adentro.
- Martín: ¿Por qué no? Si sos un puto hermoso.
- Yo: Ay, no soy... puto! - le dije mientras subía y bajaba en ese tubo de carne.
- Martín: Tenés mi pija bien adentro, mirá como te la estas metiendo solo... ¿qué sos entonces?
- Yo: Soy... Ay! Muy puta.
Esto parece que volvió loco a Martín, porque me rodeó con sus brazos y me llevó a su pecho para moverse él. Con movimientos de su pelvis arriba y abajo me empezó a castigar la cola. Yo volví a gritar desaforadamente, me agarraba de la cabeza de Martín y miraba para otro lado para no gritarle en la cara. Después de unos minutos volvió a dejarme libre y volví a cabalgar yo, ahora a un ritmo más rápido.
- Yo: Ay, dios, esta pija que tenés, guacho, es tremenda.
Me acosté de nuevo sobre su pecho, pero ahora moviéndome yo, intentando que sea solo con mi cintura. Lo miraba a los ojos como podía (se me iban a cualquier lado del placer y el movimiento) y sentía su mirada también. Llevó sus manos a mi cola y empezó a mover su pelvis a la par de la mía. Me acariciaba la cola como con ternura y nos movíamos a la par, yo ensartándome su pija y él entrándome por la cola, era increíble, quizás el mejor momento de toda la tarde. Estuvimos así un rato, como conectados, mirándonos y disfrutando, gimiendo y suspirando juntos.
En eso me agarra de la cintura y se incorpora, yo me abracé a él, con la pija hasta el fondo. Se mueve conmigo encima hasta el borde de la cama, hasta quedar sentado. Yo lo rodee con mis piernas y ahora estábamos frente a frente; si bien era más incómodo para moverme (solo me la podía sacar un poco antes de volver a bajar) fue un momento muy íntimo, cara a cara los dos, mi frente apoyada en la suya. Martín seguía acariciándome la cola y mis manos pasaban de su cara a su espalda; era como un momento de descanso dentro del garche, porque nos estábamos moviendo poco, pero su pija seguía bien dura adentro mío. Estuvimos unos minutos así hasta que con sus manos en mi cintura me baja para tener su poronga hasta el fondo y me besa, de nuevo fuerte, rudo. "Qué hombre que es este pendejo" pensaba por dentro mientras su lengua invadía mi boca.
- Martín: Agarrate de mi.
Yo le hice caso, sin saber qué iba a hacer. Con mucho cuidado me levantó un poco y me giró hasta que quedé en la cama boca arriba y él encima. Me tenía acostado con las piernas abiertas y me empezó a coger en esa pose, tipo misionero. Yo volví a gemir como loca mientras Martín me penetraba una y otra vez como un animal en celo. Yo ya estaba cansado y Martín también, pero parecía que no quería parar. Me puso de patitas al hombro y me seguía cogiendo. Los sonidos de sus bolas contra mi cola eran un escándalo. Cuando ya le estaba por decir que no daba más, frenó. Una gota de sudor de su frente me cayó en la cara. Estábamos fusilados. Acaricié su espalda toda transpirada mientras lo tenía abrazado a mi.
- Yo: Ay, guacho, sos una máquina, pero necesito que paremos.
Martín asintió y nos besamos un rato, todavía con su poronga invadiéndome la cola. Esta vez fue un beso distinto, jugábamos mucho con nuestras lenguas, fue un beso largo y hasta cariñoso. Después de esa cogida me sentía como enamorado. Se quiso mover para salir pero se lo impedí.
- Yo: Esperá, un poquito mas - le dije entre suspiros y nos volvimos a besar otro rato.
Después del beso lo dejé salir de adentro mío. Mi cola largó un gas involuntariamente y nos reímos. Nos tiramos los dos en la cama boca arriba, respirando agitados. Cuando recobramos un poco el aire le saqué el forro, su pija no estaba dura del todo pero seguía gorda y grande. Se la empecé a acariciar mientras nos mirábamos.
- Yo: Me re cogiste.
- Martín: ¿Viste? Como no cogerte con esa cola.
- Yo, riéndome: Sos un sarpado, me diste re duro.
- Martín: Te traté bien, ¿o no? ¿La pasaste bien?
- Yo, exhalando de cansancio y placer: Ay, si. Re bien, me re gustó. No acabaste, ¿querés acabar?
- Martín: si pero no me puedo mover jaja.
- Yo: Jaja no pasa nada.
Me levanté, le separé las piernas y me arrodillé al borde de la cama. Su pija semi dura descansaba sobre su panza, inclinada para un costado. Se la agarré con una mano, apenas moviendo mis dedos sobre su tronco, y empecé a chuparle las bolas. Abrí lo mas grande que pude y me las metía en la boca; me las sacaba y le pasaba la lengua mientras empezaba a masturbarlo lento. Su pija se puso dura enseguida Lo sentía temblar, sabía que no estaba lejos de acabar, pero no quería apurarme, podía ser el último pete que le haga a Martín (no sabía si iba a haber una próxima vez) así que quería disfrutarlo al máximo. Seguí haciendo gárgaras con sus bolas hasta que empecé a pasar la lengua por ese termo morocho. Agarré la saliva que había desparramado en sus bolas y la pasé por su poronga, sacándole un poco el gusto feo a preservativo. Acerqué la cabeza a mi boca y le pasé la lengua en círculos; Martín tiraba como pataditas al aire y suspiraba, sentía que lo tenía donde quería. Lo miré y tenía los ojos cerrados, respirando profundo. Me metí su pija a la boca y empecé a subir y bajar mientras lo pajeaba. Apenas un toque después Martín se incorporó y me empezó a agarrar la cabeza y moverme él a mi, yo me dejaba hacer, asegurándome de babearle bien la pija y pajearlo más rápido. Empezó a suspirar mas rápido hasta que largó un gemido grave, casi un rugido. Su cuerpo empezó como a convulsionar y me bajó con fuerza la cabeza, me metió más de la mitad de su poronga en la boca, lo máximo que me había entrado dura, y empezó a inundarme la boca de leche.
Esta vez tenía su pija demasiado adentro, no podía tragar casi, su leche me golpeaba en el fondo de la garganta y bajaba a mis labios y sobre su pija mientras Martín seguía moviéndose sin parar y largando más y mas leche. Después de unos cuantos segundos paró de convulsionar y respiró profundo, exhalando con satisfacción. Quise sacar mi cabeza pero me la mantuvo ahí con una mano, riéndose. Yo también me reía incómodamente con su pija en la boca.
- Martín: Uf amigo, me encanta esto eh.
Me sentía feliz con sus halagos. Finalmente me dejó sacar su pija de mi boca.
- Martín, canchereando: ¿Qué pasó, no te la pudiste tomar toda?
Abrí la boca y le mostré que tenía todavía un montón de su leche. Martín sonreía.
- Martín: Tragá y limpiame la pija, dale.
Por supuesto que tragué y empecé a pasar la lengua por su chota, juntando los restos de semen que tenía y me lo tomaba. Me gustaba tragar su leche, era como seguir teniendo a Martín adentro, quedarme con algo suyo, como un premio que me había ganado por satisfacerlo. Cuando terminé me tiré en la cama a su lado. Se levantó a fijarse la hora y ya eran casi las 18.
- Yo: Ay hdp, me cogiste toda la tarde.
- Martín: Te encantó...
Yo me mordí el labio y asentí. Nos quedamos un rato recuperando el aliento, después me fui a bañar yo y después él. Llamé a mi casa avisando que estaba en lo de Martín y que ya volvía. Me vestí y cuando me estaba por ir Martín se me abalanza y me encierra contra la pared, me empezó a besar de nuevo.
- Martín: Tenemos que repetir.
- Yo: Jaja ya veremos.
- Martín: ¿Te vas a hacer la difícil ahora?
Yo me reí y le manosee la pija por arriba del pantalón. Nos despedimos y me fui caminando (un poco incómodo jaja) a mi casa. Llegué y me tiré en la cama con una sonrisa de oreja a oreja, pensando en todo lo que había pasado, lo que había hecho, y lo que Martín me había hecho. Ni bien pude me hice una paja en la que me manché todo (no había acabado en toda la tarde), nunca había acabado así, era el orgasmo mas fuerte que había tenido en mi vida. Me quedé pensando en si habría una próxima vez, en si todo iba a seguir igual con Martín. Esa noche dormí un montón de horas, bien cogido y feliz.
3 comentarios - Martín me hace la cola II (Mi primera vez)