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PDB 67 Poniéndome al día (IV)




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Compendio III


Esa mañana en la entrada de la escuela, la escuela estaba cargada por una mezcla intrínseca de envidia y deseo a medida que las madres se agrupaban para dejar a sus hijos.

Si bien, una pequeña parte de los apoderados se trataba de padres que dejaban a sus hijos y partían a sus empleos, el grosor se trataba de mujeres, para las cuales, la actividad adquiría matices de un evento social.

La mayoría de las madres estaban conscientes de mí. A diferencia del resto de los padres que dejan a sus hijos, yo me preocupo bastante de Bastián: son pocas las oportunidades donde no me agacho y abrazo a mi hijo, aconsejándole que se comporte durante el día o simplemente, escuchando sus inquietudes. Esa es la parte que derrite el corazón de las otras madres.

Lo que realmente las hizo encapricharse lascivamente por mí fue algo de leyendas: durante la última reunión de padres y apoderados del año pasado, nadé un kilómetro en la piscina olímpica, por lo que, a partir de ese entonces, me gané el apodo de “súper papá” o “ultra papá”, con un físico esbelto que confirmaba los rumores, ya que carezco de panza cervecera.

Lo que ha cimentado más ese rumor es el hecho que Bastián es el miembro más joven del equipo de natación de la escuela, por lo que no me es difícil revolucionar las hormonas femeninas de mi entorno.

Y como consecuencia de esto, las chicas han ganado la reputación como “el trío dorado”.

Estas tres bendecidas bellezas, con cuerpos forjados por los mismos dioses griegos, son las únicas mujeres con las que interactúo en la escuela, al ser las madres de las amigas más cercanas de mi hijo.

Para los pocos padres que dejaban a sus hijos, la apariencia de estas tres bellezas presentaba un paisaje para los ojos.

La cabellera dorada de Emma la hacía lucir como un voluptuoso ángel, usando una falta corta y una camiseta blanca, claramente no llevando un sostén.

PDB 67 Poniéndome al día (IV)

Emma, con su corte de pelo moderno y su piel más oscura, parecía una verdadera amazona, con una camiseta de tirantes que revelaba su generosa delantera y unos pantalones cortos, que destacaban su muy redonda retaguardia.

Rubia Tetona

Y finalmente, la princesa por excelencia, Isabella, vistiendo una blusa roja sin hombros y una ceñida falta de cuero junto con botas, era la fantasía suprema para cualquier hombre casado.

trio mhm

Al sonar la campana, nuestros hijos corrieron hacia a sus clases.

Los ojos se salían de mis cuencas con solo mirarlas mientras me rodeaban. La rivalidad amistosa entre ellas era cautivante. Cada una de ellas buscaba mi atención, ya fuera con toques sutiles o sonrisas esquivas. La atmósfera estaba cargada con una gran tensión sexual y algunos padres se tomaron su tiempo para mirar con envidia y fascinación.

La primera en hablar fue Aisha.

>¿Sabes qué tenemos planeado para ti, cierto? – me susurró al oído, su aliento tibio y seductor rozando mi oreja.

Mi corazón se aceleraba mientras asentía. La idea de compartir una mañana junto a Aisha y a Emma al mismo tiempo era una oportunidad que pocos hombres podrían rechazar.

>¡Prepárate, cariño! – Aisha ronroneó, apretando suavemente mi brazo. - ¡Será toda una experiencia!

Miré a Emma, que me dio un guiño coqueto, y después, a Isabella, que me miraba con un humor de perros.

•¿Qué voy a hacer ahora? – empezó de nuevo, haciéndose la víctima. – Van a ir todas juntas y me dejarán completamente sola.

Sabíamos que estaba fingiendo. Todos sabíamos que Isabella quería comer pan y pedazo. Me miró con ojos esperanzados.

-¡Ni se te ocurra! – Le repliqué cortante. – En serio, estar con ustedes 3 juntas será mi muerte.

>¡Pero morirías feliz! – Aisha interrumpió burlona.

Nos reímos todos, pero de alguna manera, me entendieron.

o¡Por favor, Izzie, sé razonable! – le imploró Emma.- Ya te dije que lo tuviste para ti sola ayer. Ahora es nuestro turno.

>Además, - Agregó Aisha. – piensa en el potencial: Esta vez, es tu turno de quedarte fuera, pero las próximas 2 veces, estarás con nosotras.

Los cuatro nos miramos igual de atónitos ante las palabras de Emma…

>¡Vamos, chicas! Ustedes también deben haberlo pensado y es la forma como las cosas van saliendo. - Aisha dijo con honestidad.

Emma e Isabella trataron de ocultar sus sonrisas, pero Aisha tenía razón: ahora, sabiendo que los tríos entre nosotros era una opción, las tres se sentían curiosas por explorarlo.

Aun así, me las arreglé para hablarle a Isabella.

-Izzie, lo sé. Es complicado. – le dije, tomando sus manos y mirándola a los ojos. – Para serte sincero, ni siquiera yo estoy tan convencido, porque ustedes tres ya son difíciles de manejar a solas…

Las tres sonrieron, sintiéndose un poquito orgullosas de sí mismas.

-Pero como te dijo Aisha, te lo compensaré. Lo prometo. – Le dije en un tono cálido y honesto.
La sonrisa arrogante de Isabella regresó.

>Espero que lo hagas. ¡La demandaré! ¡Te sujetaré a tu palabra! – la morena accedió finalmente.

Emma avanzó y le dio un abrazo.

o¡Gracias Izzie! ¡Te lo contaremos todo! – prometió Emma mientras abrazaba a su amiga.

Nos separamos y Emma y Aisha me siguieron a mi camioneta.

>¿Saben? Siempre me he preguntado a dónde van cuando tienen su turno. – Aisha le preguntó a Emma, que se sentó en el asiento trasero.

oBueno, no todas tenemos la suerte de vivir a pasos de la escuela. – Emma respondió juguetona.

-No te preocupes, Aisha. Estoy seguro de que te gustará. - le dije, poniendo una mano en su pierna.

Al llegar al hotel, una situación graciosa se nos presentó en la recepción. Las expectaciones de Aisha se confirmaron, puesto que el local que escogimos es bastante pintoresco y modesto, como nos gusta a los tres.

infidelidad consentida

Sin embargo, la expresión de sorpresa del administrador era evidente al verme no solo con Emma, pero ahora también con Aisha.

casada infiel

Quedé sin palabras…

oHa sido boca a boca. – Explicó Emma, mientras sentía que me daban estocadas en la espalda. – Él es tan bueno en la cama que le conté a mi amiga y la mujer con la que vino ayer, también es mi otra amiga, así que nos verá a las tres más a menudo.

Aisha le regaló una mirada tímida al administrador, confirmando las palabras de Emma. Luego, él me miró a mí, que como siempre, me hizo sentir vergüenza.

Pero al entrar en el dormitorio, ambas saltaron sobre mí desesperadas. Emma me besó al instante, mientras que Emma fue directo a mis pantalones.

>¡Dios mío! ¡Tu verga es enorme! – dijo con ojos brillando en admiración, encontrándola más grande de lo que recordaba.

PDB 67 Poniéndome al día (IV)

Logré apartarme de los besos de Emma.

-¡No, no lo es! – le repliqué con vehemencia.

Emma entendió lo que me pasó al instante…

oÉl es… un poquito consciente de su tamaño…- comentó Emma, también cautivada por mi erección.

>Pero vamos, Em, tienes que estar de acuerdo conmigo. – Aisha insistió. – La verga de Marco es tan larga y gruesa, que fácilmente podemos compartirla.

oCreo que tienes razón. – Emma accedió, arrodillándose y también empezando a besar mi hombría.

Mientras que Aisha me succionaba la punta y Emma lamía mis testículos, me sentía en el cielo.

Las dos atendían mi vara. Mi verga se sentía tan larga y gruesa, que Emma y Aisha podían besarla todo lo que quisieran y sus labios nunca se encontrarían. Pero entonces, Emma se movió a la punta, su rostro relleno de éxtasis.

Incluso mi semen les parecía delicioso. La idea de probar mi semilla, mirándome a los ojos, era el desafío supremo. Emma se encargaba de la punta lamiéndola, besándola y haciendo que mis gemidos se fueran más fuertes.

Y era eso lo que me distinguía de David, el esposo de Aisha: auto control.

Sin importar cuánto placer sintiera, podía aguantarme, extendiendo el placer de mi pareja al límite. Durante las primeras veces, Aisha se arrepentía de sentir cinco, seis, ocho orgasmos, mientras que yo sentía solo uno. Pero no me importaba. Mientras que Aisha lo disfrutara, valía la pena.

Y gracias a eso, me volví su obsesión. Sentir mi pene dentro de ellas se volvió una necesidad, razón por la que Emma y sus amigas constantemente se masturbaban, ansiando sentir mis descargas y mi verga.

Para las tres amigas, no quedaban agujeros por explorar. Todas me lo habían entregado y les encantó. Para Aisha, si el sexo anal con David era una vez a la semana, conmigo era cada vez que me veía.

Encontraba que mi verga era gruesa y jugosa y que mi ritmo era excelente. Aunque al principio era doloroso, yo tenía la experiencia para convertirlo en algo agradable.

Mientras Emma y Aisha masajeaban mi vara, las 2 se quedaron delante de mi punta, lengua afuera. Ambas querían ser alimentadas por mis jugos. Querían tragar mis jugos.

Sentir mis ardientes chorros de blanco semen impactarles en la cara era un sueño hecho realidad para ambas. Una vez que terminé, Emma y Aisha se miraron mutuamente, lamiendo codiciosamente las manchas de semen de la otra y esperando, decidiendo sobre quién sería la primera en montarme.

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Era el momento de llevarme al dormitorio. Ambas mujeres se me ofrecieron, acostándose sobre la cama. Aisha y Emma se sonrieron, dándose cuenta de mi complicada mirada mientras trataba de decidir con quién quería estar primero.

Emma, con su piel blanquecina y sus cabellos dorados, parecía un ángel tentador. Sus pechos redondos y seductoras eran cautivantes, sus ojos mirándome entusiasmados.

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Por otra parte, la complexión más oscura y belleza exótica de Aisha me cautivaron, sus enormes pechos con forma de lágrima y su figura de reloj de arena eran testamento de su atractivo.

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Suspiré profundamente y salté entremedio de ellas, besando a ambas hasta que pudiera decidirme. No había duda de que a Emma le fascinaban mis besos, mientras que la desesperación de Aisha se enfocaba en mi verga.

Mientras me empezaba a mover dentro de Aisha, seguía besando a Emma, con una de mis manos explorando su húmeda gruta. Emma ponía los ojos blancos de placera medida que mi mano le apretaba uno de sus pechos.

Nuestros cuerpos se movían en armonía, ruidos de nuestros gemidos y suspiros rebotaban en las paredes. Una de las manos de Aisha se abrió camino hacia mis nalgas, mientras que la mano de Emma se unía a la suya, ambas apretando con fuerza a medida que compartían la sensación de mis poderosas embestidas.

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Mi atención variaba, mi boca moviéndose de Aisha a Emma, compartiendo besos y suspiros de deseo. La conexión entre los tres se hizo más fuerte, mientras que nos volvíamos una masa de extremidades y pasión.

Los gemidos de Emma se hicieron más intensos a medida que mis dedos expertos bailaban en su interior, haciéndole sentir cerca del orgasmo. Aisha la miraba con una mezcla de envidia y excitación, su propio placer creciendo en el interior.

Y fue entonces que, como si se tratase de un acuerdo silencioso, ambas alcanzaron mi boca, ansiosas de saborear a la otra a través de mis besos. Aisha sintió la calidez expandirse dentro de ella, no solo producto del contacto físico, pero de la conexión intima que compartíamos.

Nuestra respiración se volvió más agitada, nuestros movimientos más urgentes. A medida que presionaba el vientre de Aisha, el cuerpo de Emma empezó a convulsionar, su orgasmo atravesándola. Cuando la onda de placer alcanzaba a Aisha, ella también se vino, sus gritos de éxtasis haciendo eco a través del apartamento mientras compartíamos la intensidad de nuestro clímax.

Era un momento que trascendía el sexo normal, un momento donde nuestras almas se combinaban, dejándonos sin aliento y entrelazados el uno con el otro tras la sesión.

En el intertanto, nos besábamos para poder despegarnos, tanto a Aisha como a Emma les sorprendió ver mi pene todavía hinchado, listo para un tercer asalto. Es algo que siempre las termina sorprendiendo.

-Lo siento, Aisha. – susurré rompiendo el silencio.

>¿Por qué? -Preguntándome con sus ojos confundidos.

-Porque Emma y yo nos estábamos besando. - le respondí con vergüenza. - Lo siento, apenas te presté atención.

Emma no pudo evitar reírse, sus mejillas rojas tras la actividad reciente.

o¡Está bien! - Me dijo, posando su mano en mi hombro. - Las dos queríamos hacerlo.

Aisha estudiaba mi rostro con una traviesa sonrisa jugando en sus labios.

>¡Sé que me lo vas a compensar! – me dijo en una voz suave y sensual.

Emma se mordió el labio, mientras se montaba sobre mi rabo.

>¿Por qué no nos das a las 2 lo que queremos? – Sugirió Aisha, dadas las circunstancias. – Tú te besas conmigo y las dos disfrutamos de ti.

Sentir a Emma era fabuloso. Estaba disfrutando de ser el centro de atención de este sándwich tan apasionado.

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Mientras Emma se deslizaba sobre mi bastón, podía sentir el placer recorrer su cuerpo. La sensación de saciedad era impresionante y soltó un profundo suspiro mientras que mis caderas se empezaban a mover.

Nuestros besos con Aisha se volvieron más calientes, mi cuerpo explorando sus curvas con desesperación. En el intertanto, Emma nos miraba atenta, meneando su cintura, sus ganas renovadas al vernos juntos.

La habitación se llenó de la dulce sinfonía de gemidos, la esencia de nuestra lujuria permeando el aire. Mientras que mi lengua bailaba con la de Aisha, mis dedos se encontraron con su clítoris, estimulándolo y jugando con él, llevando el paso que mantenía con Emma.

Emma se acercó a nosotros, su respiración ardiente sobre el cuello de Aisha susurrándole palabras sucias al oído, añadiendo mayor intensidad al momento. Los tres nos movíamos rítmicamente, perdidos en nuestro propio mundo de placer y lujuria.

Mi verga era una fuerza imparable, estirando a Emma a los límites de su resistencia. Aun así, ella quería más, sus caderas moviéndose para encontrar mis embestidas.

Aisha miraba cómo el rostro de Emma se deformaba en éxtasis, sintiendo su lujuria dispararse por los aires. Sin siquiera dudarlo, se inclinó y capturó uno de los pechos de Emma con la boca, chupándolo y mordiéndolo con delicadeza.

Las sensaciones eran demasiado para Emma, quien se vino con un enorme grito, su cuerpo entero temblando en torno a mi verga.

Sintiendo sus contracciones, no pude aguantar por mucho tiempo. Solté mi propio gemido gutural mientras la llenaba con mi semilla de nuevo, la sensación llevándome más allá del límite y a los pocos segundos, nos acompañó Aisha.

Los tres colapsamos en la cama, resoplando y agotados. Nuestros cuerpos estaban pegajosos con sudor y semen, pero a nadie le importaba. Estábamos eufóricos, unidos juntos con tal intensidad de nuestra experiencia compartida.

o¿Lo ves? Ahora, eso sí valió la pena esperar. – Susurró Emma, su mirada risueña mientras que sus labios buscaban los míos una vez más.

Aisha asintió, su cuerpo todavía sacudiéndose tras las réplicas de su orgasmo.

>Y solo se pondrá mejor de aquí en adelante. - Dijo, su voz firme con certidumbre.

Me reí, sintiéndome exhausto.

-Voy a necesitar un descanso. – les dije con una voz cansina.

Ambas se rieron, reposando sus cabezas sobre mi pecho mientras recuperábamos el aliento.

Aisha no podía creer que en el reloj del velador ya marcaban las 12:17 pm. Llevábamos haciendo el amor por casi 3 horas.

Y, aun así, nos las arreglamos para desenredarnos de nuevo, aunque mi pene lucía un poco más pequeño, pero hinchado y apetitoso.

oImagino que es la hora de nuestra ducha, ¿Cierto? – preguntó Emma, mordiéndose el labio.

Ambas mujeres me llevaron a rastras al baño, mis manos explorando sus deliciosas curvas y secretos con completa libertad. Pero era evidente que Aisha estaba enamorada de mi pene, luego que de nuevo empezara a devorarla, mientras que Emma estaba enamorada de mis labios.

Al notar la calentura de Emma creciendo, mientras dedeaba su entrepierna, los deseos de Aisha empezaron a sobrepasarla…

>¡Marco, fóllame el culo! – Aisha suplicó, mientras se masturbaba a sí misma viciosamente.

Aisha se apoyó en la pared, notando cómo mi pene se endurecía como un sable de acero. A su lado, Emma adoptaba una posición similar, mientras le dedeaba el culito de su amiga.

Empecé a romper el anito apretado de Aisha, reviviendo un placer olvidado por meses. A su lado, Emma clamaba también mientras mis dedos se abrían paso por su trasero.

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Me sentía amo y señor de ellas. Aisha sentía una gran satisfacción al sentir cómo mi verga gruesa se abría camino por su apretado culito. Contrastándome con David, no había comparación para ella. Mi pene era superior en todos los aspectos posibles al de su esposo.

Mientras la azotaba contra la pared, los pechos de Aisha se sacudían como gelatina contra la fresca cerámica del baño, haciéndola sentir como mi puta particular.

En el trayecto de vuelta a la escuela, me confesaría que habría estado encantada de chuparme la verga hasta dejarme seco, feliz de que la follara por su sexo salvajemente y me habría entregado su culito con solo pedírselo.

Mientras le daba más duro, su culo quemando más caliente y profundo, Aisha pensó que me habría dado cualquier cosa para hacerme feliz, con tal de prometerle sentir mi pene de nuevo.

En los momentos que sus gemidos junto de los de Emma se acoplaban, Aisha sentía que alcanzaba la divinidad, mientras mi verga le inyectaba más duro y profundo y duro “mi majestuosa y enorme verga” (sus palabras) en el culo, haciéndole casi babear de placer.

Y que cuando finalmente me vine, profundo en su interior, Aisha alcanzó un orgásmico y extendido nirvana, sensación que nunca había sentido antes.

Mientras reposaba, se dio cuenta cómo Emma y yo nos besábamos, nuestra pasión dulce y tierna.

Pero justo cuando Aisha se empezaba a sentir como un juguete olvidado, le tomé de la mano y la ayudé a incorporarse, tomándola por la cintura y besarla con la misma pasión que había visto.

-¡Gracias, chicas! ¡Estuvieron asombrosas! - Fueron mis humildes y reconfortantes palabras de aliento.

Y fue ahí que Aisha se dio cuenta que, lo que había conversado la tarde anterior con Emma, era cierto: estar con 2 mujeres a la vez era agotador.


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1 comentarios - PDB 67 Poniéndome al día (IV)

eltrozo896 +1
El sueño del pibe, con blanca y negra.
metalchono +1
Bueno, cualquier trío es bueno, pero sí: chocolate y vainilla dice Marisol. Gracias por comentar.