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Traducción de Cocksucker Blues y cuento mío

El tema habla sobre un adolescente que llega a Londres, que ejerce la prostitución. Además, la frase "cocksucker" es un término coloquial que a menudo se asocia con relaciones sexuales entre hombres, aunque su uso en la canción también puede ser provocador y desafiante hacia las normas sociales de la época. En general, la canción trata sobre la libertad sexual y la búsqueda de placer, sin restricciones.


La traducción literal seria así: 


Bueno, soy un chico solitario de escuela 
Y acabo de llegar a la ciudad
Sí, soy un chico solitario de escuela 
Y acabo de llegar a la ciudad
Bueno, escuché tanto sobre Londres
Que decidí venir a comprobarlo



Bueno, espero en Leicester Square
Con una mirada seductora en los ojos
Sí, estoy apoyado en la Columna de Nelson
Pero todo lo que hago es hablar solo

Oh, ¿Dónde me pueden chupar la polla?
¿Dónde me pueden coger el culo?
Puede que no tenga dinero
Pero sé dónde ponerlo siempre



Bueno, le pregunté a un joven policía
Si solo me encerraría por la noche
Bueno, he tenido cerdos en la granja
Algunos de ellos, algunos de ellos, están bien
Bueno, me folló con su porra
Y su casco estaba demasiado apretado



Oh, ¿Dónde me pueden chupar la polla?
¿Dónde me pueden coger el culo?
No tengo dinero
Pero sé dónde ponerlo siempre

Soy un chico solitario de escuela


Pero también me gusta así: 


Bueno, soy un chico solitario
Y acabo de llegar a la ciudad
Sí, soy un chico solitario
Y acabo de llegar a la ciudad
Escuché tanto sobre Londres
Que decidí venir a conocerlo



Estoy esperando en Leicester Square
Con una mirada seductora en los ojos
Sí, me apoyo en la Columna de Nelson
Pero solo hablo con la nada



Oh, ¿Dónde me pueden chupar la verga?
¿Dónde me pueden coger el culo?
Puede que no tenga dinero
Pero sé dónde ponerlo siempre



Le pregunté a un joven policía
Si podría encerrarme solo por la noche
He tenido cerdos en la granja
Algunos de ellos, algunos están bien
Él me golpeó con su porra
Y su casco estaba demasiado apretado



Oh, ¿dónde me pueden chupar la polla?
¿Dónde me pueden coger el culo?
No tengo dinero
Pero sé dónde ponerlo siempre

Soy un chico solitario


Bajo las Luces de Londres


Era una noche oscura y vibrante en Londres, y el chico solitario llegó a la ciudad con la mente llena de posibilidades. Con su campera de cuero ajustada y una mirada traviesa en los ojos, se sentía listo para explorar. Había oído historias de la vida nocturna de Londres, llena de secretos y placeres ocultos, y estaba decidido a vivirlas.


Se encontraba en Leicester Square, rodeado de luces brillantes y el murmullo de la multitud. La energía era eléctrica, y mientras se apoyaba en la columna de un famoso monumento, no podía evitar sentir que algo emocionante estaba a punto de suceder. Miró a su alrededor, disfrutando de la variedad de rostros y estilos que pasaban, cada uno con su propia historia que contar.


Con un brillo de deseo en sus ojos, se acercó a un joven policía que parecía un poco fuera de lugar en medio del bullicio. Con una sonrisa pícara, le susurró:
—¿Te gustaría pasar la noche conmigo? Tal vez en una celda, solo nosotros dos.
El policía levantó una ceja, sorprendido pero intrigado.
—¿Así que buscas problemas, eh? —respondió, acercándose un poco más—. ¿Qué tal si te digo que tengo un par de esposas listas para usar?
La provocación se convirtió en un juego, y el chico sonrió, sintiendo que la tensión entre ellos crecía.
—Me encantan las esposas. Pero prefiero que me liberes, no que me encierres. —susurró, acercándose aún más.
La cercanía era electrizante. El chico sintió el calor del cuerpo del policía, y la conversación se tornó más intensa.
—¿Sabes? —dijo el policía, mirándolo fijamente—, a veces me gustaría saber cómo se siente alguien como tú. Tal vez podríamos hacer un trato.
—¿Y cuál sería ese trato? —preguntó el chico, manteniendo el tono juguetón.
—Tú me dejas explorar ese cuerpo —dijo el policía, sonriendo—, y yo te prometo una experiencia que no olvidarás.
En un rincón oscuro, el chico experimentó un placer que no había sentido antes. Cada beso, cada caricia, era una explosión de sensaciones. La conexión era salvaje y liberadora, una danza de cuerpos que no conocían límites.
—¿Te gusta lo que sientes? —preguntó el policía, susurrando en su oído mientras sus manos recorrían su cuerpo.
—Me encanta —respondió el chico, jadeando—. Pero quiero más. Hazme sentir todo lo que puedas.
—Déjame mostrarte. —Y con un movimiento ágil, el policía lo empujó suavemente contra la pared, sus labios se encontraron en un beso ardiente que los dejó sin aliento.  La adrenalina recorría sus cuerpos mientras el chico sentía la firmeza del cuerpo del policía contra el suyo.
—¿Te gusta esto? —preguntó el policía, su aliento caliente acariciando la piel del chico. Este asintió, completamente perdido en la pasión del momento.
Con una mano, el policía comenzó a explorar el cuerpo del chico, sus dedos jugueteando con la tela de su ropa. Luego, con una mirada de complicidad, sacó una porra de su cinturón.
—Voy a hacerte sentir cosas que no has sentido antes. —dijo, con una sonrisa traviesa.
El chico, excitado por la idea, se preparó para lo que vendría. En ese instante, el sonido de pasos resonó por el callejón, y antes de que se dieran cuenta, otros dos policías aparecieron. El chico sintió un escalofrío de emoción y temor.
—¿Qué está pasando aquí? —preguntó uno de los nuevos policías, con una mirada inquisitiva.
—Solo estamos en una pequeña charla —respondió el primer policía, sin soltar al chico—. ¿Por qué no te unes a nosotros? Hay suficiente diversión para todos.
El otro policía, viendo la situación, sonrió con complicidad.
—Creo que podríamos hacer que esto sea aún más interesante. —dijo, ajustándose el casco que llevaba puesto, lo que hizo que el chico sintiera un nuevo escalofrío de deseo.
El chico miró entre los policías, sintiendo una mezcla de excitación y peligro. Sabía que estaba a punto de embarcarse en una aventura que jamás olvidaría.
—Así que, ¿Qué dicen? —dijo el primer policía, mirándolo fijamente—. ¿Listo para dejarte llevar?. Voy a hacerte sentir cosas intensas —dijo, mientras sus manos acariciaban suavemente el cuerpo del chico. La excitación creció en el chico, su corazón latía con fuerza, y sabía que estaba a punto de experimentar algo nuevo.
Con un movimiento cuidadoso, el policía posicionó la porra cerca del chico, asegurándose de que se sintiera cómodo.
—Solo relájate y déjate llevar. —susurró, mientras lo miraba fijamente a los ojos, transmitiendo confianza.
El chico sintió un escalofrío de anticipación y emoción. La adrenalina corría por sus venas mientras el policía comenzaba a introducir la porra con cuidado. Cada centímetro que avanzaba era un nuevo descubrimiento, una mezcla de placer y un ligero dolor que lo hacían sentir vivo.
—¿Te gusta? —preguntó el policía, su voz suave pero llena de autoridad.
—Sí, me encanta —respondió el chico, su respiración acelerada. Cada movimiento del policía lo llenaba de una mezcla de deseo y satisfacción.
Mientras el policía lo penetraba, el segundo oficial se acercó, inclinándose para capturar los labios del chico en un beso ardiente. La calidez de sus labios y la firmeza de su abrazo lo envolvieron, llevándolo a un estado de éxtasis.
—Déjate llevar por la sensación —dijo el segundo policía, rompiendo el beso solo por un instante—. Estás a salvo con nosotros.
El chico se sintió en la cima del mundo, disfrutando de cada momento. Las caricias de ambos policías lo llevaban más allá de sus límites, explorando su cuerpo con una combinación de dulzura y dominio. Los besos se volvieron más apasionados, llenos de deseo, mientras el chico se dejaba llevar por la experiencia.
En un instante, sintió que todo se unía: la porra, las manos firmes de los policías, los besos ardientes que lo rodeaban. Era un torbellino de placer que lo consumía por completo. La noche era suya, y cada instante lo hacía desear más.
sabía que no quería que esto terminara. Mientras el primer policía lo penetraba con firmeza, el segundo oficial se acercó, su mirada llena de deseo.
—¿Te gustaría un poco más de atención? —preguntó, su voz cargada de insinuación.
El chico asintió, su respiración entrecortada por la anticipación.
—Sí, por favor. —susurró, sintiendo un escalofrío recorrer su cuerpo.
El segundo policía sonrió, acercándose aún más. Se arrodilló frente al chico, sus ojos brillando con travesura.
—Déjame hacerte sentir bien. —dijo, y antes de que el chico pudiera responder, tomó su polla en su mano, acariciándola suavemente.
El chico sintió una oleada de placer recorrerlo. No podía creer lo que estaba sucediendo. La combinación de la penetración y la atención que estaba recibiendo lo llevó a un nuevo nivel de deseo.
—Oh, eso se siente increíble —jadeó, su voz temblando de emoción.
Con un movimiento lento, el oficial comenzó a chuparlo, disfrutando cada momento, deleitándose en el sabor. El chico se dejó llevar, sus manos aferrándose a la cabeza del oficial, guiándolo mientras las olas de placer lo envolvían.
—¡Sí, así! —gritó, sintiendo cómo cada succión lo llevaba más cerca de la explosión. —¡No pares!
La felicidad y el deseo se entrelazaban en su pecho. Nunca había imaginado que podría experimentar algo así. Cada susurro de placer, cada mirada entre los policías, lo hacían sentir como si estuviera en el centro de un sueño realizado.
—Eres tan bueno en esto —dijo el chico entre jadeos, mientras el policía lo miraba con complicidad, disfrutando de su placer.
—Solo quiero hacerte feliz. —respondió el oficial, aumentando la velocidad de sus movimientos, mientras el primer policía seguía explorando su cuerpo, proporcionando una mezcla de sensaciones que lo mantenía al borde.
El chico, perdido en un torbellino de placer, no podía evitar sonreír mientras se dejaba llevar por la experiencia. Sabía que sus deseos se estaban cumpliendo de maneras que nunca había imaginado.
—Esto es todo lo que he deseado —murmuró, sintiendo cómo la pasión lo consumía. —No quiero que termine.
Con cada latido de su corazón, supo que esta noche sería una que nunca olvidaría, una que lo transformaría para siempre.
Con un movimiento lento y deliberado, el oficial comenzó a explorar cada centímetro de su deseo, deleitándose con la conexión entre ellos. El joven, atrapado en un torbellino de sensaciones, se dejó llevar completamente, sus manos aferrándose con firmeza a la cabeza del oficial, guiándolo mientras las olas de placer lo envolvían.
—¡Sí, así! —exclamó, su voz llena de éxtasis mientras cada movimiento lo acercaba más a su clímax. —¡No pares!
La felicidad y el deseo se entrelazaban en su pecho, creando una sensación abrumadora. Jamás había imaginado que podría experimentar un momento tan intenso. Cada susurro de placer, cada mirada cómplice entre los oficiales, lo hacía sentir como si estuviera en el epicentro de un sueño hecho realidad.
—Eres increíble en esto —murmuró el joven entre jadeos, mientras el oficial lo miraba con complicidad, disfrutando de su evidente deleite.
—Solo quiero que sientas placer —respondió el policía, aumentando la intensidad de sus caricias, mientras el primer oficial continuaba explorando su cuerpo, proporcionando una mezcla de sensaciones que lo mantenía al borde del éxtasis.
El joven, sumido en un torbellino de placer, no podía evitar sonreír, entregándose completamente a la experiencia. Sabía que sus deseos se estaban cumpliendo de formas que nunca había imaginado.
—Esto es todo lo que he deseado —susurró, sintiendo cómo la pasión lo consumía en cada instante. —No quiero que termine.
La atmósfera se volvió aún más intensa mientras el joven se encontraba en el centro de una danza erótica. Los cuerpos se movían en perfecta sincronía, cada toque y cada caricia aumentando la electricidad en el aire. El deseo se manifestaba de maneras que desafiaban la lógica; cada hombre se entregaba a la experiencia compartida, explorando y disfrutando.
Las manos se entrelazaban, creando una sinfonía de placer mientras se acariciaban mutuamente. La conexión entre ellos era palpable, y la pasión se intensificaba con cada susurro y cada movimiento.
Al mismo tiempo, el primer oficial, en una exhibición de confianza y deseo, comenzó a insertar un dedo, luego dos, tres, cuatro, hasta que logró meter el puño. mientras el joven dejaba escapar gemidos de placer, deseando que este momento nunca llegara a su fin. El oficial no trató de silenciarlo; por el contrario, quería escuchar cada nota de placer que emanaba de sus labios, cada expresión que reflejaba su éxtasis.
La entrega mutua era el hilo conductor de la experiencia. Con una confianza creciente, comenzó a explorar la intimidad de ambos oficiales, llevándolos a un nuevo nivel de placer compartido.
Mientras se movía con habilidad, sus labios se cerraron alrededor de la virilidad de uno de los policías, mientras su mano acariciaba la otra polla. La sensación de tener a ambos hombres bajo su control lo encendía aún más.
Las miradas cómplices entre los oficiales reflejaban su aprobación y deseo, creando una atmósfera de complicidad que intensificaba cada momento. Las corrientes de placer eran palpables, y la fricción entre sus cuerpos aumentaba la excitación en el aire.
El joven, sintiéndose audaz, alternaba su atención entre los dos hombres, disfrutando de la calidez y la firmeza que le ofrecían. La sincronización era perfecta; mientras su boca trabajaba en uno, su mano continuaba el movimiento en el otro, generando una conexión íntima que los mantenía en un estado de éxtasis compartido.
La imagen de sus cuerpos entrelazados, cada uno entregándose al placer que el joven proporcionaba, era casi hipnótica. El ritmo de la respiración se intensificaba, los susurros llenaban el espacio, y el deseo se hacía más palpable con cada movimiento.


Sus labios danzaban con destreza, alternando entre las dos pollas, disfrutando de la calidez y la firmeza de cada uno. Era un juego de sensaciones, donde el roce entre ambas virilidades se convertía en un espectáculo erótico, una danza de placer en la que cada uno participaba con fervor.
Pues esa noche se convirtió en un torbellino de deseo y exploración. Entre risas y susurros, se abandonaron por completo a la experiencia, dejando que la pasión guiara cada movimiento.
Finalmente, el chico solitario supo que había encontrado lo que buscaba en la ciudad. La noche se desvanecía, pero su deseo seguía ardiendo. Con una sonrisa de satisfacción, miró al joven policía y supo que esta aventura sería solo el comienzo de muchas más en las calles de Londres.

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