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La rusa (1)

Este es mi primer relato y es una historia que me ocurrió cuando tenía 20 años. 
Vivo, como toda mi vida en Rosario. La rusa, Tania,  vivía con su esposo, un hijo y una hija, ambos amigos míos. En ese momento, Tania tenía unos 40 años. Rubia natural, delgada aunque luego de tener dos hijos, las caderas se le habian ensanchado un poco. Con unos ojos celestes hermosos. 
Todo comienza una tarde en que yo estaba tomando unos mates con mi amiga. Su hermano no estaba, se había ido a pasar el fin de semana de la novia y el padre, que laburaba en un bar muy famoso, se había ido a trabajar hacia un rato. La rusa tampoco estaba pero luego llegaría. Yo le estaba contando que estaba asombrado porque la madre de un amigo (de otro amigo) se me había tirado y habíamos pasado toda una mañana cogiendo. La mina, adicta a tirar la goma y tomarse toda la leche. 
Estábamos en lo mejor de la charla cuando cae la madre del gym, con una calza gris y una remerita suelta. Y se hizo el silencio. Mi amiga le dice a la madre "má, este, con la cara de boludo que tiene, se está volteando una cuarentona". Tania se rió y le responde "bueno, feo no es. Algo le debe haber visto". Y me mira sonrojada. Se me llenó el culo de preguntas. 
Mi amiga, que se encontraba con el novio, me dice que se va. Toma sus cosas, una mochi, se despide y sale. Le digo: Tania, yo también me voy. Y ella me responde: quédate un ratito más, que quiero tomar mates y no quiero hacerlo sola.
- Bueno, le respondo. 
Charlamos de algunas cosas. Ella estaba estudiando ruso porque era descendiente, a lo que le digo: ah, me podrías enseñar, así practicás. De paso aprendo, que siempre me gustó. Y luego le pregunto que tal el gym. Me comenta que no es gym, es aeróbica (era la época del boom). Me dice que le gusta mucho pero que no ve resultados. Le digo: 
- pero si estás re bien, tenés las piernas súper torneadas. 
- mirá, me dice, parándose a mi lado. ¿A vos te parece que estas piernas están firmes? Hace 4 meses que voy! 
La miro. Le apreto la pierna. Y cuando se la suelto, le doy un chirlo en la nalga. La cola estaba firme. 
-Pendejo! Te fuiste al carajo, me dice, mirándome fijo a los ojos. 
Me pongo de pie frente a ella, ya estaba jugado: 
- Perdón, le digo. Me ganó la tentación. Igualmente, no es ahi donde se nota el ejercicio. 
- ah, si? Me dice enojada. Dónde entonces? 
- Acá. Y le apoyo dos dedos en la parte interior del muslo y empiezo a subir lenta pero firmemente. Ella me para con su mano milímetros antes de llegar a la ingle pero no me saca. Me mira a los ojos. Curvo los dedos para acariciarle la concha. Y me partió la boca de un beso. 

Continuará

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