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En el tunel de lavado

En el tunel de lavado

Relato erotico
Anal

Amateur


Una de las cosas qué más odio es lavar y limpiar el coche. Hay personas que viven para ello, que los cuidan casi más que a sus casas. Sonará machista, pero la mayoría de los hombres no les importa madrugar un domingo para irse durante un par de horas a lavar y aspirar el coche, pero… ¡OJO! Las tareas dominicales de casa…¡Esa es otra cuestión! Jajajaja. Yo lo entiendo, luego siempre antes pasan por el bar a tomarse unas cervecitas por el trabajo bien hecho.Hoy es domingo, he decidido experimentar en mis propias carnes el “ritual dominical” de mi pareja. Nos hemos levantado a las ocho, hemos desayunado tranquilamente, y nos hemos vestido de sport para ir a lavar su coche. Si la cosa va bien, le haré la pelota para que me ayude con el mío, que hace más de seis meses que no pasa por lavadero. No os creáis que exagero, soy de las que piensan que el coche me sirve a mí y no yo a él, y el mío se lava cada año cuando lo dejo en el taller para que le pasen la revisión anual, pero hace unas semanas cayó la típica tormenta de barro y me lo ha dejado color chocolate, y no veo por los espejos. Dejada es poco para describir mi relación con él.Bajamos en el ascensor al garaje, segunda planta, me acerqué a Iván y le besé. Estaba un poco enfurruñado, y quería sacarle una sonrisa.-         Marta, por favor. La puerta se puede abrir en cualquier momento.Realmente estaba enfurruñado, no era tan seco, y no sabía exactamente qué le pasaba. Me separé e inconscientemente en mi cara apareció la expresión. Esa expresión de niña pequeña con el entrecejo arrugado y morritos prietos. Me quedé plof, un poco disgustada.Llegamos al sótano dos y estuve a punto de volverme a casa, no me apetecía compartir con él la mañana así, pero pensé que quizás más entrada la mañana se sinceraría con lo que le ocurría.Llegamos al lavadero, para ser las nueve de la mañana, todos los cubículos estaban llenos. El lavado automático estaba vacío y se me ocurrió sugerir usarlo, pero Iván me dijo que jamás había lavado su coche en el automático por miedo a que se le rayara con alguna cosa que se le hubiera quedado de otro coche. Así que esperaríamos a que algún lavadero manual quedara libre.Mientras, aparcó en la zona de las aspiradoras. ¡Dios qué calor! ¿Cómo es posible que a esas horas hiciera tantísimo calor? Como sólo había una aspiradora, mientras Iván la pasaba me dijo que yo fuera limpiando los cristales por dentro.Llevaba el pelo suelto, y con ese calor ya empezaba a sudar, así que me recogí el cabello en un moño alto, dejando un par de mechones caídos a ambos lados de la cara. Una cosa es ir a limpiar, pero nunca hay que estar descuidada.-         Marta, vas a limpiar, no hace falta que te estés mirando a ver cómo te queda el pelo.Ese comentario me molestó bastante, pero no iba a entrar en su juego, prefería seguir como si no le hubiese oído con el ruido de la aspiradora.Una vez el moño hecho, me hice un nudo a la camiseta por encima del ombligo, para estar aún más fresquita. De esa manera se me marcaban más las caderas, y por supuesto, hacía que el pecho se realzara también. Lo dicho, la sensualidad y sexualidad no tiene que estar reñida con la comodidad.Podía sentir los gestos de refunfuño de Iván, cómo sus labios estaban despotricando en silencio, pero no me decía nada.Fue entonces cuando “mi yo cabrona” apareció, y mi diablesa apoyada en mi hombro izquierdo empezó a instigarme:“Vamos Marta, pero ¿qué se cree? Las cosas pueden ser divertidas. Venga, ponte justo en frente de él a limpiar el cristal opuesto, ya sabes lo que tienes que hacer”Entré por la misma puerta que estaba él pasando la aspiradora, me quité las sandalias (por supuesto, cualquiera le aguanta poniéndolas en la tapicería) y me puse de rodillas dándole el culo. Cogí el limpia cristales y la bayeta que me había dejado encima de la bandeja de atrás y con “mucha mala hostia” empecé a limpiar el cristal, dejando que mi culo se moviera al ritmo de los restregones del mismo. Repetí otra vez la misma operación. Cuando la ventanilla de atrás derecha estuvo limpia, me incliné por encima del asiento del acompañante para poder limpiar la ventanilla delantera. Incómoda estaba un rato, pero podía sentir la mirada de Iván. Mi culo le pierde, y está perdido cuando se lo ofrezco de esa manera. Obviamente no llegaba bien, pero mi diablesa me daba las indicaciones pertinentes:“Sigue así Marta, eleva un poquito más esa cadera… Ya casi le tienes…. Muévela justo ahora sensual, eleva, suéltala, deja que tus nalgas sean libres del movimiento”.Joder, no sé si mi diablesa pretendía poner cachondo a Iván, pero yo sí me estaba poniendo. Notaba mi tanguita humedecida, y mis pezones ligeramente duritos. Me apoyé en el reposabrazos para poder llegar mejor al final de la ventanilla, conocedora de lo corto que eran mis pantaloncitos, apareciendo las cachitas justo al final de estos. Esas cachitas que tanto le gustaban, esas cachitas a las que le encantaba admirar, besar y por qué no, alguna vez hasta azotar.Miré por el retrovisor, y vi a Iván mirándome fijamente, tenía la vista fija en mi culo, y los labios ligeramente entreabiertos. Le conozco a la perfección y en menos de tres segundos se estaría relamiendo los labios sutilmente. Tres, dos, uno y… Ahí estaba esa lengua que me llevaba al paraíso. Lamió su labio superior, y después acompañando a la lengua sus dientes mordieron el inferior.-         Ya he terminado con los cristales, ¿y ahora? – Dije sabiendo perfectamente la respuesta, pero quería sacarle del trance, jijijiPasamos al salpicadero y a las puertas un producto que tenía especial, mientras esperábamos nuestro turno para lavar el coche.Al mismo tiempo que terminamos de limpiar y sacudir las alfombrillas se quedó uno de los lavaderos libre. Iván parecía de mejor de humor y no me extraña, de reojillo le había estado mirando y, al igual que mis pezones reaccionaron, su entrepierna también estaba algo, digamos inquieta.Metimos el coche en el cubículo y lo primero que me dio Iván fue el KH-7 para las llantas.Abrí las piernas a la altura de las caderas, me agaché poniendo el culo en pompa, y empecé a limpiar la primera de las llantas. Iván estaba echando el dinero en la máquina y seleccionando el primero de los programas.Terminé de limpiar las llantas e Iván tomó el control de la pistola de agua a presión. Una primera pasada de agua sola, una con jabón y cepillo. Tocaba enjuagar, le pedí a Iván que me dejara, me estaba aburriendo y quería seguir jugando.-         Ten cuidado, sale muy fuerte y puedes perder el control.Cuando ya estaba el coche casi aclarado del todo, se me ocurrió una verdadera tontería pero que si daba resultado ….Me acerqué y me puse justo enfrente de la dirección del chorro, apreté y…. ¡Viva la fiesta del agua! El agua rebotó en el coche poniéndome perdida. Mi camiseta blanca, quedó traslúcida, dejando ver claramente el sujetador rosa palo con flores moradas que llevaba. Me entró la risa, dejando la pistola en el suelo, me giré hacia Iván con las manos en el pecho.Mi voz era juguetona, sexy, como las de las chicas de las películas de dos rombos.Me agaché dándole el culo, cogí nuevamente la pistola e hice la misma operación. Mi camiseta quedó aún más mojada, el agua caía por mis piernas. Me agaché nuevamente para dejar la pistola en el suelo y me giré empapada hacia Iván.Con paso sensual me acerqué hasta él, nos fundimos en un intenso beso, sus manos agarraron mi nuca y mi culo, atrayéndome hacia él. Así sentí todo su poderío. Estaba duro, muy duro. Me apoyó en el lateral del coche, subiéndome las manos a la altura de la baca (ojalá y hubiese tenido una cuerda) estaba cachonda y las ideas más guarras se me pasaban por la cabeza. Se restregaba, sentía toda su dureza, bajó una de sus manos hacia mi teta, la apretó, mordió mi cuello.-         Métete en el coche que nos vamos. – Dijo con voz autoritaria.Sorprendentemente se fue hacia el túnel de lavado. Mientras esperábamos, su mano estaba entre mis piernas, acariciaba por encima del pantalón mi sexo mojado por el agua, aunque mi tanguita ya lo estuviera de antes. Torpemente me desabrochó el botón bajando también la cremallera y, fue entonces cuando introdujo sus dedos por dentro del tanga. Los pasó bien por todo mi coño, los sacó, llevándoselos a la boca para saborearlos. Los lamió, mirándome fijamente a los ojos. Los volvió a introducir, buscando los surcos de mis labios.Esta vez era yo la que miraba si nos veía alguien. Nunca habíamos hecho nada parecido, y eso me ponía más cachonda aún si cabe.Sus dedos hábiles como siempre, sabían perfectamente dónde tocar, el ritmo y las cadencias. Probablemente el morbo de la situación hacía que mi excitación fuera mayor de lo normal, y que sus dedos empezaran a jugar con mi clítoris de forma salvaje no ayudaba a controlarme.Mis mejillas se sonrojaban por segundos, mi respiración se aceleraba, mi mano se agarró al asa de encima de la puerta, la otra se apoyó en el asiento, mis pies hicieron tope en el suelo metiéndose por debajo de la guantera y, mis piernas se abrieron levantando el culo del asiento.“Marta te lo has ganado, disfruta pequeña diabla” Mi diablesa animaba a mi lujuria, mi orgasmo estaba en la “puerta de toriles” esperando su apertura. Unos círculos más fuertes justo alrededor del clítoris, seguido de incursiones rápidas y todo lo profundas que la situación lo permitía hicieron la conjunción perfecta para que en el coche resonaran mis gemidos mezclados con el chapoteo de sus dedos en mi interior.-         ¡Dios! Iván, sigue, sigue, sigue….-         Me importa una mierda. Sigue, sigue, sigue….El chapoteo era… No sé ni describirlo, la mano del asiento cambió al techo, y mis piernas empezaron a temblar. De mi boca solo salían gemidos y blasfemias. Mis piernas en breve convertirían el coche en el auto de Pedro Picapiedra. Qué manera de apretar, qué manera de temblar, qué manera de mojar… Por fin llegó, quedé hecha un gurruño mirando hacia él, con su mano en mi interior y una sonrisa tonta de oreja a oreja.Justo en ese momento el coche de atrás pitó, haciendo aspavientos con las manos para que entráramos en el túnel de lavado. ¿Cuánto tiempo llevaría el túnel vacío? JajajaIván se bajó y seleccionó el programa, después metió el coche en el túnel y dejó el punto muerto puesto. Justo en el momento que los primeros chorros hicieron su aparición Iván desenfundó su espada. Salió como un resorte de sus calzoncillos, me miró fijamente y dijo:-         ¿No la querías? Cómetela…Iván estaba bruto, pocas veces me habla así, soy más bien yo la que lleva la voz cantante y ahora, cogería el micrófono para marcarme el mejor sólo de mi vida.Me coloqué de rodillas en mi asiento, me acerqué a su boca y la besé, le devoré literalmente la boca, la lengua y sus labios, mientras que con mi mano derecha apretaba sus huevos, los acariciaba y manoseaba.Bajé besándole el cuello, el pecho, hasta llegar a su cintura, allí besé dulcemente su glande y eché la última mirada a esos ojos marrones que me vuelven loca. Lamí ese glande rosado, ese glande humedecido por las diabluras que antes habíamos hecho, y sin apartar la vista de sus ojos me introduje poco a poco su prominente erección en mi boca.La metía y la sacaba, mientras intercalaba lengüetazos en su frenillo. La saboreaba, la succionaba, puse mi mano en su falo y me ayudé con ella. Mientras le pajeaba con mi mano, mi boca le pajeaba su glande. Su capullo cada vez estaba más mojado, cada vez me daba más elixir; un dulce y cálido elixir que me sabía a gloria.El sonido de los rodillos en las ventanillas y el morbo de un posible mirón hacía que los dos estuviéramos más que calientes. Iván puso una mano en mi cabeza y la otra apartó mi mano de su polla. Empezó a marcarme el ritmo y la profundidad de la mamada. Despacio y profunda, para pasar a rápidas y leves. Le gusta intercalar y hacer cambios de ritmo para poder controlarse.Según bajé hasta casi su pubis, su otra mano me dio un cachete en el culo, introduciéndose por dentro de mis pantalones una vez azotada. Echó a un lado el hilo del tanga y recorrió con sus dedos todo mi culo hasta donde podía alcanzar.-         Buff sigue, sigue… No pares cielo… Sigue…Yo seguía chupando y metiéndomela hasta donde mi garganta me permitía, pero Iván estaba fuera de sí, agarró mi cabeza, manteniéndola firme y con su cadera empezó a follarme la boca. Dos, tres, cuatro embestidas fuertes para terminar en una larga y profunda. Yo intentaba respirar, relajando mi garganta, pero cuando la dejó dentro no pude más y la arcada hizo su aparición. Iván me levantó la cabeza y besó intensamente mi boca.El tiempo del lavado no es que fuera demasiado a pesar de haber elegido el programa más largo, la primera mano de jabón y lavado ya debían de haber pasado, y no quería quedarme a medias, así que continué con la mamada como si el tiempo no pasara.La quería toda en mi boca, toda su esencia, toda su miel, la deseaba caliente, notar cómo se deslizaba por mi garganta. Sentir como sus huevos se tensionaban para quedarse secos. Sentir los cañonazos de semen en mi boca, notar como su última gota cae sobre mis labios, y mi lengua deja su sable reluciente… Necesitaba todo eso y lo necesitaba ahora.Su mano en mi culo estimulaba la curcusilla, ya que no llegaba más allá, pero era suficiente en mi estado para sacar mi instinto devorador. Mi boca la acogió nuevamente, la meció y la besó. Podía sentir su preseminal nuevamente invadiendo mi boca. Mi lengua jugaba con ella, incluso mis dientes acariciaban su glande, se deslizaban por él hasta llegar al prepucio, para dejar paso nuevamente a mi lengua. Lamía y chupaba. Los movimientos de incursión fueron siendo más rítmicos, cada vez más rápidos y profundos.Conozco perfectamente a Iván, así que empecé a pajearle también con la mano mientras mi boca seguía dando cabida a su espada. Los movimientos de mi mano se aceleraron, mi boca se ajustó perfectamente a su capullo para poder follármelo. Arriba y dentro, a bajo y fuera, al compás mano y boca estaban exprimiendo a Iván. Cuanto más le pajeaba más cachonda me ponía por ende más bruta. Mi mano agarró más fuerte su polla dejando en las bajadas todo el capullo al aire, y mi boca cada vez se la metía más y más profundo.Iván me agarró de la cabeza nuevamente, sentí cómo apoyaba los pies más firmemente en el suelo, sentí levantar sus caderas del asiento, apretar su culo y …. Allí estaba… Sí… Sentí explotar sus huevos en mi boca, esos cañonazos llenaron mi boca y tal y como deseaba, me deleité tragándomelo todo, sintiendo como ese dulce y caliente elemento se deslizaba por mi garganta. Un cañonazo más débil y otro más, para terminar Iván sacudiéndosela. Esas gotitas en mis labios… ¡Qué ricas!-         Creo que aún tenemos que limpiar tu coche, ¿verdad? – Dijo Iván con una sonrisa tonta de oreja a oreja.

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